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PABLO RAMOS SANCHEZ

EL PAPEL DEL ESTADO


EN LA POLITICA ECONOMICA
EL PAPEL DEL ESTADO EN LA

POLITICA ECONOMICA
Pablo Ramos Sánchez
Lt4WEC:DAD EOLIViANA
ttevererm., MAYOS DE 57$2;
BIBLionCA CENTRAL
La Poa —

EL PAPEL DEL ESTADO


EN LA POLITICA ECONOMICA

' (-1 ^ 7.. /

REGISTRO No._

LA PAZ — BOLIVIA
1 984
Depósito Legal
4-1-1384

Impresores: Editorial e Imprenta de la


Universidad Mayor de San Andrés

Impreso en Bolivia Printed in Bolivia


PROLOGO

Este trabajo constituye el Capitulo IV de fa Primera


Porte del Curso de Politica Económica, preparado según
el programa do lo materia que el autor dicto en la Fa-
cultad de Ciencias Económicas y Financieras de la Uni-
versidad Mayor de San Andrés.

El análisis del Estado es uno de los temas principales


en este Curso. Si bien parecería obvio el papel del Es-
tado como responsable fundamental de fo formulación,
aprobación, ejecución y evaluación do sus propios accio-
nes, éste es, sin embargo, uno de los aspectos de mayor
complejidad en el estudio de la politica económico. En
realidad, sólo si se conoce a fondo lo naturaleza, carac-
terísticas y funciones del Estado se puedo comprender su
accionar en el campo de la producción y lo distribución.

Es evidente que en un capitulo no puede agotarse


la temática del Estado. Quedo en claro que no se pre-
tende tal coso. So trota de un análisis que particulariza
aspectos directamente relacionados con la político econó-
mica. Corno se sobe, la plena comprensión de esta ma-
teria exige conocimientos básicos de Economia Politica,
Ciencia Político y Sociología.

EL AUTOR
En los capítulos anteriores so dejó establecido
que la materia de este curso os la política eco-
nómica estatal. Parecería obvio, por tanto, el pa-
pel del Estado como responsable fundamental de
la formulación, aprobación, ejecución y evalua-
ción de sus propias acciones. Sin embargo, ol to-
ma amerita una discusión especial por las com-
plejidades que apareja.
Suponer que el Estado cumple siempre y en
todos los procesos de política económica, un pa-
pel activo, es no sólo una simplificación sino quo
so trata de una visión equivocada. Es evidente
que el Estado desempeña un papel activo cuando
defino objetivos; soloccionct, aprueba y aplica ins-
trumentos; o cuando evalúa los resultados de las
medidas. Esto ocurre en los procesos de política
económica; poro, el papel del Estado no es exclu-
sivamente ese.
El Estado capitalista os un producto do la so-
ciedad y forma parte de ella. En ese contexto hay
otros agentes, actores o entes sociales que utili-
zan su poder para influir sobro él y, por su inter-
medio, sobre toda la sociedad. De modo que el
Estado no es el sujeto del proceso social, sino que
expresa las relaciones de poder entre las diver-
sas clases; puedo ser y es normalmente manipu-
lado de acuerdo con los intereses particulares de
los grupos de gran poder; lo que muestra un se-
gundo papel: como agente pasivo, receptor y cum-

- 9
plidor do decisiones que so adoptan por encima
do él.
Además, en un gran número do acciones, el
Estado interviene como árbitro o agente media-
dor en las relaciones que se presentan no sólo
entro agentes individualmente considerados, sino
entre fracciones de clase y entre clases sociales.
Como mediador en los conflictos interviene di-
rectamente on su solución o proporciona los ca-
nales de negociación institucionalizados en sus
diferentes agencias o reparticiones. En su con-
junto el propio Estado es un campo de lucha y
negociación entre clases y fracciones do clase.

Por oso, la política económica estatal no pue-


de ser considerada como acciones que adopta el
Estado por encima de la sociedad, prescindiendo
do las presiones y del juego de intereses de las
clases y los grupos. En esencia, la política eco-
nómica es resultado del enfrentamiento y la lu-
cha do clases y fracciones do clases. Pero, tal lu-
cha no se dá en un campo neutral; sino que, al
llevase a cabo en el seno mismo del Estado, tie-
ne lugar en un escenario cuyo carácter do clase
está determinado. La política económica estatal
expresa las presiones, tensiones y enfrentamien-
tos do clase, pero también lleva un signo especí-
fico: ol de las clases dominantes y de las fraccio-
nes que forman el bloque hegemónico.
En este sentido, no se debe caer en el otro
error do considerar a la política económica como
un moro producto del juego de influencias do los
grupos de presión, juego en el cual el Estado es-
taría a merced de las fuerzas dominantes, some-
tido a los vaivenes de la coyuntura, incapacitado
para plantear iniciativas propias que se sitúen
por encima de las relaciones circunstanciales do


las fracciones y grupos. Entre ciertos márgenes,
el Estado tiene capacidad para definir sus objeti-
vos y diseñar sus acciones, imponiéndolas sobre
el conjunto, como un poder quo está por encima
de la sociedad.
El Estado no es un simple instrumento. ni un
ente totalmente autónomo. Sus acciones no se su-
bordinan do manera directa y total a los intereses
do los grupos hegemónicos, ni son acciones neu-
trales quo benefician o perjudican a todos por
igual. El proceso de adopción de decisiones es su-
mamente complejo y en él predominan "los inte-
reses comunes" de las clases y fracciones domi-
nantes. Do ahí que la comprensión do la política
económica no puede ser alcanzada al margen del
análisis del Estado capitalista.f 1)

4 .1 Naturaleza del Estado capitalista.— El Esta-


do capitalista tiene un carácter de clase. En rea-
lidad, todo Estado es de clase. Basta recordar
su origen para comprender el vínculo indisoluble
entre el Estado y las clases. So formó el Estado
cuando aparecieron las clases y su capacidad de
coerción. Es, pues, una categoría histórica que
surgió en una fase determinada do evolución de
la sociedad. En la sociedad primitiva; es decir,
durante el régimen gentilicio no existía el Esta-
do. No había un poder separado do la sociedad
y que se colocara por encima do ella. La pos-
terior división de la sociedad en clases, y la cons-
titución de una clase dominante, hizo necesaria
la existencia do un aparato do coerción que, des-
prendiéndose de la colectividad, pasara a depen-
der de sólo una parte de ella.

Federico Engels explica el surgimiento del Es-


tado en los siguientes términos: "El Estado no es
de ningún modo un poder impuesto desde fuera
a la sociedad... os más bien un producto de la
sociedad, cuando llega a un grado de desarrollo
determinado; es la confesión de quo esa socie-
dad so ha enredado en una irremediable contra-
dicción consigo misma y está dividida por anta-
gonismos irreconciliables, que es impotente para
conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos,
estas clases con intereses económicos en pugna
no se devoren a sí mismas y no consuman a la
sociedad en una lucha estéril, se hace necesario
un poder situado aparentemente por encima de la
sociedad y llamado a amortiguar el choque, a
mantenerlo en los limites del -orden- Y ese po-
der, nacido de la sociedad, pero que se pone por
encima de olla y so divorcia do ella más y más,
es el Estado".(2)

El Estado asegura el dominio político de las


clases dominantes; es el instrumento del poder
político y se utiliza en favor de quien lo contro-
la. Sin embargo, en la sociedad de clases, el po-
der es también ejercido por otras organizaciones
quo están en relación estrecha con el Estado, Pe-
ro sin llegar a fundirse con él. Entre estas orga-
nizaciones se encuentran los partidos políticos,
grupos do presión, entidades religiosas, corpora-
ciones y otras. Do ahí la necesidad de establecer
una diferencia entre los conceptos de Estado y do
organización política de la sociedad. Esta última
se refiere al conjunto de mecanismos por medio
do los cuales se ejerce el poder político. El Esta-
do es sólo una parte do la organización política,
aunque es el instrumento central del poder.
La existencia del Estado se da dentro de la
sociedad. Pertenece y representa a todas las cla-
ses dominantes y no solamente a una o algunas
de sus partes. Pero, al mismo tiempo, sus decisio-
nes y medidas tienen un carácter obligatorio pa-
ro toda la población de un país. No existo ol Es-
tado si no es en un territorio y con una población
determinada. El poder del Estado se extiende so-
bro su territorio y alcanza a tcda su población.
Estos dos elementos son las premisas para la exis-
tencia del Estado, pero no la definen. El elemen-
to esencial es el poder. Es inherente al Estado la
soberanía estatal que es la capacidad, expresa-
da en el derecho, para decidir libremente sus
asuntos internos y externos.
En el Estado se manifiestan las condiciones
básicas de desenvolvimiento de la sociedad, las
quo, finalmente, son condiciones económicas. Co-
mo parte sustantiva de la superestructura, está
determinado por las relaciones económicas (re-
laciones de propiedad) y obedece, en su evolu-
ción, a les cambios que tienen lugar on éstas.
Poro, so trata do una relación dialéctica; pues, el
Estado no es un resultado mecánico (o simple re-
flojo) do las relaciones económicas. La bate eco-
nómica no constituye un campo totalmente autó-
nomo o autorreproducible on virtud exclusiva do
sus propias leyes de funcionamiento interno. El
Estado estuvo siempre, desde su aparición y en
todas las épocas históricas, constitutivamente pre-
sente en las relaciones económicas (especialmen-
te en las relaciones de producción).(3)
Estas consideraciones generales sobre el Esta-
do se aplican al caso del Estado capitalista. Em-
pero, las relaciones que se establecen entre el
Estado, la sociedad y la economía presentan, en
el capitalismo, modalidades un tanto distintas do
las observadas en formaciones sociales anteriores.
El ejercicio del poder en la sociedad capitalista
es diferente del ejercicio del poder en las socie-
dades pre - capitalistas. El rasgo más saliente so
refiere a la separación entre el Estado y la eco-

- 13 —
nomía; separación que se transforma en las dis-
tintas fases y estadios del desarrollo capitalista.
pero que no desaparece.
Por eso resulta de primera importancia anali-
zar la relación entre la economía, la sociedad y
el Estado. A través de este análisis se comprue-
ba el verdadero significado de la política econó-
mica y el papel del Estado en la dimensión más
específica de los procesos de política económica.
Una rápida mirada a los tipos de Estado an-
teriores al capitalista es muy útil para la com-
prensión del tema. En las sociedades esclavista
y feudal, era una relación directa la que se daba
entre el Estado y la sociedad, hasta el punto de
que existía una identificación plena entre la ola.
se dominante y la clase gobernante. Es decir, am-
bas, clase dominante y clase gobernante, eran una
misma clase. El poder político estaba totalmente
ligado al poder económico. Así, el esclavista y el
señor feudal actuaban sin tener on cuenta, para
nada, lo que pensaban u opinaban los esclavos y
los siervos. El Estado dependía por entero de una
parte de la sociedad: la clase dominante. El pro-
pietario de esclavos detentaba el poder económi-
co y el poder político; el Estado se identificaba
directamente con la comunidad de los esclavistas.
Lo mismo ocurría con el señor feudal, cuya propie-
dad, la propiedad feudal, tenía un carácter direc-
tamente político. El Estado era el señor feudal.
Al ser proPietario, el señor feudal era inmediata-
mente el órgano del poder político(4); si dejaba
do ser propietario, perdía el poder. La base del
poder era la propiedad y, a su vez, la propiedad
so basaba en el poder político. Durante el feu-
dalismo no era posible vender, transferir o cam-
biar la propiedad, porque era la fuente del poder
político. La propiedad feudal era una propiedad

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privilegiada (política). La forma feudal de domi-
nación política se sustentaba en esa propiedad
privilegiada.
Gaetano Mosca define al Estado feudal como
un "tipo de organización política en el cual todas
las funciones de dirección de la sociedad - °cone,
mica, judicial, administrativa, militar - son ejerci-
das simultáneamente por los mismos individuos...".
Señala, asimismo, que "el barón medieval era a
la vez propietario de la tierra, jefe militar, juez y
administrador de su feudo... -(5). Los señores
feudales tenían sus poderes privados indepen-
dientes y ejercían las funciones que acaban de
mencionarse, gradas a su condición do propieta-
rios de la tierra. El posterior paso al Estado capi-
talista implicó la expropiación de estos poderes
privados independientes, para concentrarlos en un
Estado fuerte. Dicho proceso de expropiación de
los medios de dominación política, por el Estado
capitalista, se dió paralelamente al proceso de ex-
propiación gradual do los productores indepen-
dientes por la empresa capitalista. Como resul-
tado de este segundo proceso expropiatorio, tuvo
lugar la disociación entre el productor directo y
los medios de producción, que es el aspecto sus-
tantivo de la acumulación originaria de capital
(en la cual el Estado centralizado jugó un papel
decisivo).
En la sociedad feudal el trabajador directo
era poseedor de los medios de producción y de
las condiciones de trabajo. En tales circunstan-
cias, la relación de propiedad tenía que ser, ne-
cesariamente, una relación de dominio y servi-
dumbre; es decir, la relación de propiedad se ma-
nifestaba por medio do la coacción extraeconómi-
ca. Al respecto, Carlos Marx señala: "Es eviden-
te que bajo todas las formas en que el trabajador

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directo es poseedor de los medios de producción
y condiciones de trabajo necesarios para la pro-
ducción de sus propios medios de subsistencia, la
relación de propiedad tiene que manifestarse co-
mo relación directa de dominio y servidumbre. En
estas condiciones sólo la coacción extraeconómi-
ca, cualquiera sea la forma que revista puede
arrancar a estos productores el trabajo sobrante
para el terrateniente norninal"(6). Esta es la rela-
ción esencial entro la economía y la política, en-
tre el Estado y la economía en la sociedad feudal;
relación a partir de la que se establecen las de-
más relaciones sociales.

Otro rasgo importante do la sociedad feudal


consiste en su organización jerárquica. La perte-
nencia do los hombres a sus estamentos se funda-
mentaba en la propiedad, el poder político y el
nacimiento, factores estrechamente relacionados.
Unos eran sometidos por la fuerza a la condición
de vasallaje, mientras otros disfrutaban de la pro-
piedad y el poder político. Los estamentos tenían
un carácter político que impregnaba a toda la so-
ciedad civil. Las características de la propiedad
territorial, los estamentos y corporaciones, hacían
que los elementos de la vida civil llegaran a con-
fundirse con los de la vida estatal. La vida pri-
vada se regía íntegramente por el carácter jerár-
quico y corporativo de la organización social; se
llevaba a cabo según el estamento o corporación
correspondiente, los que eran en sí organismos
políticos que formaban parto del Estado. En su-
ma, la sociedad feudal se basaba en el privilegio
y se estructuraba en un sistema de jerarquías; el
poder económico se identificaba con el poder po-
lítico; la clase dominante era al mismo tiempo la
clase gobernante; y la vida privada se sometía
por completo al estamento o corporación.

— 16 —
Con el paso al capitalismo, el Estado so di-
vorcia más y más de la sociedad. La soparación
del Estado y la sociedad se amplia, en contrasto
con las sociedades anteriores en quo, como so ha
visto, el fenómeno político tendía a confundirlo
con la propiedad territorial y la comunidad na-
tural. El poder político se separa do la propie-
dad privada, lo que también implica la separa-
ción entro la vida pública y la vida privada. El
Estado deja de ser un mero instrumento de la cla-
se dominante y de esta manera so hace necesa-
rio distinguir entre la clase dominanto, quo es la
clase propietaria cuyos intereses son promovidos
por el Estado, y el grupo o círculo gobernante que
tiene a su cargo el manejo del Estado. Pero, to-
do esto requiere una explicación detallada del
surgimiento y consolidación de las nuevas ca-
racterísticas del Estado.
El rasgo central de la sociedad capitalista su
rolloro a quo es una sociedad productora do mor-
canelas. Las relaciones entre los hombros so es-
tablecen a través de las mercancías. El cambio
lo morcancías os el hecho cecial en el quo par-
ticipan los hombres como vendedores y compra-
dores. Los hombros, como poseedores de mercan-
cías, entran en relación como personas que puo-
don expresar libremente su voluntad en el acto
del cambio. El acto del cambio es un acto do
voluntad o de acuerdo común, en el que el pro-
pietario do una mercancía se desprende volunta-
riamente do ésta y obtiene otra quo es ced!da
voluntariamente por su poseedor. Una sociodad
así, sólo puede existir si todos los hombros sem
capaces do ejercer su voluntad; si todos son "hom-
bros libres en sus voluntades" (71. Los nonos aue
so establecen entre poseedores privados do mer-
cancías, son nexos de pura voluntad. La atmós•

— 17 —
Cera en la cual se desenvuelven debe asegurar-
los el libre ejercicio de la voluntad, que so mani-
fiesta fundamentalmente en el acto del cambio.
La privatización capitalista do la propiedad
significó un enorme paso en todas las dimensio-
nes de la organización social. La propiedad pri-
vada capitalista es de naturaleza distinta do la
propiedad feudal; es una propiedad quo so pue-
de vender, transferir o enajenar con toda liber-
tad. So trata de una propiedad libre, móvil, que
se destina esencialmente al cambio mercantil; no
se fundamenta en privilegios políticos y es libre
do vinculaciones políticas. Esta forma do propie-
dad requiere, sin embargo, que se la garantice
desde arriba y se la legitime. Por ello, el Estado
debo proteger la propiedad privada on general,
a todos los propietarios; sin reconocer privilegios
especiales a una propiedad o a un propietario en
particular. Poro, una de las características bá-
sicas do la propiedad privada capitalista os su
separación del Estado mediante la abolición de
los privilegios.
El establecimiento del sistema capitalista pre-
supone la atomización de la sociedad; os decir.
es incompatible con la jerarquización social ba-
sada en criterios políticos que impidan cric sus
miembros so conviertan en individuos privados.
Exige una previa disgregación, disociación o ato-
mización do los individuos, lo que es una condi-
pian necesaria para la nuclearización y maleen-
larización do la sociedad. De esta forma, la ato-
mización abro la posibilidad para la separación
del Estado y la sociedad civil, dando lugar a la
autonomización de "lo político".
La actividad económica en el capitalismo os
una actividad privada. La producción y la dis-

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tribución se llevan a cabo corno asuntos entera-
mente privados y están a cargo de hombres que
actúan como hombros libres y formalmente igua-
les; es decir, desaparecen las diferencias que en
el feudalismo so establecían a partir de la por-
tenencia a determinado estamento o corporación.
Esto significa la "privatización" do los individuos,
su conversión en hombres privados: miembros do
la sociedad civil.(8)

Sin embargo, ese hombre privado es también


ciudadano, hombre público, miembro del Estado.
Es simultáneamente, hombre privado y ciudada-
no, lo que significa un desdoblamiento en la vi-
da misma del individuo que aparece en el Esta-
do como un "ser genérico (igual)", mientras quo
como miembro de la sociedad civil es fundamen-
talmente "hombro desigual". Como ciudadanos.
todos los propietarios de mercancías son iguales.
pose a la desigualdad de sus fortunas. Como ciu-
dadanos, todos los hombres tienen los mismos
derechos civiles y políticos. Las desigualdades
económicas no surgen a partir do privilegios po-
líticos, pues la vida civil y las clases se constru-
yen y organizan al margen del Estado. Las dife-
rencias de clase que se establecen entro los indi-
viduos, como miembros de la sociedad civil, scn
sólo diferencias en la vida privada, que formal-
mente carecen do significado en la vida política.

La separación entre la vida política y la vida


social es un aspecto trascendental en el funcio-
namiento de la sociedad capitalista; pues, aqui
los Individuos, la sociedad y el Estado aparecen
separados y contrapuestos los unos a los otros.
Este paso so dió cuando los estamentos de la so-
ciedad feudal, quo tenían un carácter político, se
transformaron en clases sociales; es decir, cuan-

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do las -clases políticas" (estamentos) so transfor-
maron en clases sociales. Es de recalcar que en
el capitalismo, las clases están formadas por hom-
bres libres; dotados de la independencia o arbi-
trio propio de los hombres libros.

La formación de las monarquías absolutas sig-


nificó un notable avance en osa fase de tránsito
que tuvo su punto culminante en la Revolución
Francesa. Al ocurrir esto, se estaba produciendo
la separación entre la sociedad y el Estado, que
venía a facilitar el gran progreso que tenia lugar
en la historia humana con la consolidación de las
relaciones capitalistas de producción.

La voluntad que se expresa en ol acto del


cambio, se refleja también en la organización po-
lítica. Esta tiene que sustentarse en ol -acuerdo
de voluntades" do los que forman la comunidad
do hombres libres y jurídicamente iguales; debe
tenor su fundamento en la libro voluntad de to-
dos los integrantes de la sociedad (9). Todos los
quo forman el pueblo deben participar, por igual,
en el ejercicio de la soberanía popular. La legi-
timidad del Estado capitalista se sustenta en la
soberanía popular, en el conjunto abstracto de
hombres formalmente libres e iguales. Así, en
términos formales, la voluntad de los ciudadanos
es el sustento del poder, la base del Estado; es
decir, el Estado capitalista se legitima como re-
sultado de un acuerdo de voluntades do todos los
integrantes do la sociedad. Ya no aparece la pro-
piedad como la base directa del poder político,
sino quo ésta se encubre tras el fenómeno de la
autonomización de la voluntad de los individuos.
En abstracto, el sistema político capitalista se sus-
tenta en la voluntad que se manifiesta en la exis-
tencia y ejercicio de los derechos ciudadanos.

— 20 —
De esta forma, la economía de mercado, que
es la expresión de la voluntad a través de los ac-
tos de cambio, encuentra correspondencia en un
tipo específico de Estado. La clase dominante en
el capitalismo, para conquistar y consolidar su
poder, tuvo necesidad de la apariencia do un Es-
tado quo surge como resultado do la voluntad co-
lectiva. Pero, para llegar a tal apariencia, la his-
toria tuvo que recorrer un largo camino. Se reite-
ra que esa voluntad colectiva es el elemento que
da legitimidad al Estado capitalista; en ella se
funda el sistema político capitalista. El hecho de
que la autonomización de la voluntad, como el
fundamento del Estado, en la práctica no sea más
quo una apariencia,(10) no debo hacer olvidar que
en el capitalismo la unión de los hombres se da
a través de la voluntad, sin la cual no podría es-
tructurarse una economía de mercado.

Él capitalismo es. pues, un modo de produc-


ción de hombres libres y, por tanto. esa libertad
individual tiene que reflejarse en la organización
política. Las clases dominantes en el capitalismo
tienen que lograr la aceptación de su mando, de
su dominio, por medio de mecanismos que no sólo
Impliquen la coacción física. La cohesión inter-
na de esta sociedad no puede lograrse únicamen-
te por el ejercicio de la violencia desnuda sobre
las clases dominadas. El Estado capitalista no
puede subsistir si se asienta en el empleo exclu-
sivo de los aparatos de fuerza. Para mandar. las
clases dominantes y su Estado requieren la acep-
tación, por parte del resto de la sociedad, de su
mando; necesitan el consentimiento de los domi-
nados. El Estado capitalista, como tal, tiene su
existencia ligada al consenso de los miembros de
la sociedad, cuyos derechos humanos tienen que
ser, por principio, reconocidos.

— 21
COUV:AN7,71
11.4IVEESIDAD 14.-1.1-0.2 DE SAN 'iDWZ.S
BIBLicirvra t'y r
En efecto, ol obrero, a diferencia del siervo,
os un ser jurídicamente libro y, como ciudadano,
tiene derecho a expresar su voluntad política,
pues es copartícipe de la soberanía popular. El
obrero y el capitalista forman parte dol sobera-
no. que es el pueblo. De ahí la necesidad de las
clases dominantes de conseguir no sólo la acep-
tación pasiva do los dominados, sino también su
adhesión activa. Este es uno de los papeles cen-
trales de la ideología de la clase dominante y
de los aparatos ideológicos del Estado. La ver-
dadera sanción del orden social capitalista radi-
ca en el consenso popular: consenso que resulta
indispensable en un tipo do sociedad quo tiene
por fundamento la voluntad individual.

El derecho, en esta sociedad, se muestra co-


:no la expresión do la voluntad de los individuos:
voluntad quo está condicionada por los que pue-
den considerarse como sus intereses comunes. En
el capitalismo se impone la necesidad de la Cons-
titución, del derecho, de la ley. El derecho es la
negación de la legitimidad del privilegian 1); es
la reivindicación del hombre natural, miembro de
la sociedad civil, productor y poseedor de morcan-
&as. Una sociedad individualista, formada por
hombres privatizados y disociados, requiere de
manera imprescindible el establecimiento de un
arden jurídico que garantice la existencia inde-
pendiente del individuo y asegure los intereses
generales. La ley aparece come resultado de la
voluntad de todos, de la voluntad general o uni-
versal, que legitima y a la voz limita todos los
intereses. El consenso del pueblo, baso de la exis-
tencia del Estado capitalista. so traduce en la su-
jeción al derecho, en el respeto a la ley.
r
Empero, para que esto ocurra, el derecho y el
mismo Estado deben aparecer como la expresión

— 22 —
de los intereses generales sin llegar a subordinar-
se o confundirse con los diferentes intereses par-
ticulares. Para aparecer como la "voluntad de
todos", la ley debo expresar el interés general.
imponiéndolo por encima do los intereses indi-
viduales. Por ejemplo, el Estado legitima y ga-
rantiza el derecho de propiedad como inherente
a la persona humana y por lo tanto como expre-
sión del interés general de todos los miembros
de la sociedad; de esta forma, el derecho do pro-
piedad, que es un interés privado (de los que
tienen propiedad) so impone como interés gene-
ral y el Estado así lo defiende, independiente-
mente de que en la sociedad sólo unos cuantos
sean propietarios. En este caso, el derecho de
propiedad tiene que aparecer como una mani-
festación del interés colectivo y no puede confun-
dirse con la propiedad especifica de cada miem-
bro de la sociedad. En esencia, puede decirse que
la subordinación al derecho es la subordinación
al derecho de propiedad, porque éste se refiere a
la relación básica que se establece entre los hom-
bres en la actividad económica: la relación de
propiedad.
Así. pues, en este sistema se amplio la dife-
rencia entre el Estado y la sociedad: el Estado
deviene en un poder aparte que se identifica co-
mo poder general. Pero el Estado es. no deja de
ser, la representación concentrada o la síntesis
de la sociedad. Si bien su interés no se confun-
de con el interés particular de un individuo o de
un grupo (como ocurría en los estados esclavis-
ta y feudal), sino con el interés general, no hay
duda que ese "interés general" no llega a ser
jamás el interés de todos los miembros de la so-
ciedad, concretándose sólo a una parte do ella.
Por esta razón ce importante discutir los verda-
datos alcances del "interés general" que sustenta
el Estado capitalista.
Se debe recordar que la constitución del in-
terés general se hizo por oposición a los privile-
gios feudales, pero también respondió a las exi-
gencias de una comunidad de ciudadanos donde
cada quien puede ejercer su propia voluntad. En
una sociedad en la que el soberano es el pueblo
y el Estado se legitima como expresión de una
voluntad general, tiene que darse la subordina-
ción formal de los intereses particulares o priva-
dos al interés general. Sin embargo, en el capi-
talismo el "interés general" es el interés de las
clases dominantes. Como dice Marx "lo general
es siempre la forma ilusoria de la comunidad",
pues, "... la clase que aspire a implantar su
dominación... tiene que empezar conquistando el
poder político, para presentar su interés como el
Interés general..."(12). Se trata evidentemente,
de los "intereses comunes" de la clase dominan-
te que son impuestos a la sociedad como intere-
ses generales (y como intereses nacionales). Ya
se hizo referencia al derecho de propiedad pura
ejemplificar cómo el interés particular se trans-
forma en interés general; pero las mismas consi-
deraciones pueden presentarse para aspectos .ta-
les como la libertad de prensa o el crecimiento
económico. En una sociedad cuyos miembros, co-
mo ciudadanos, son jurídicamente iguales, el do-
minio de una clase sobre el conjunto de la socie-
dad sólo puedo darse en la medida en que los
demás asignen carácter de interés general a los
intereses de esa clase.
Resulta claro que, en el capitalismo, el do-
minio de una clase sólo se impone en tanto se
justifica como expresión de los intereses de toda
la sociedad. Arnaldo Córdova señala, con toda

— 24 —
r
.
razón, que "ninguna clase social puedo conten-
der con otra si no es proponiondo sus propios in-
tereses como los que convienen más a toda la so-
ciedad. Los intereses particulares de una clase
se presentan corno los intereses generales de to-
da la sociedad" (13). Esto parece incuestionable
en el Estado capitalista, pues "se presenta como
una entidad quo encarna, no los intereses de una
clase determinada, sino los intereses do toda la
sociedad, del pueblo. Es el organismo que go-
bierna para todos y que debe ser constituido por
la voluntad do todos. No sólo tiene el monopolio
de la fuerza armada que nadie más que él debe
ejercer, sino que es el único quo decide sobre
cuestiones que interesan a toda la sociedad. Es
la representación de los intereses generales-(14).
Para resumir la naturaleza del Estado capi-
talista nada es más actual que el certero punto
de vista de A. Gramsci, quien señala que: -El
Estado es ol complejo de actividades prácticas y
teóricas, con las que la clase dirigente no sólo
justifica y mantiene su dominio, sino que también
logra obtener el consenso activo de los goberna-
dos"(15). En esta concepción so muestra al Es-
tado como una relación de dominación; es como
un conjunto de actividades que adquiere la for-
ma de un aparato institucional, cuya función es
asegurar la dominación de una clase, recurrien-
do a la coacción y al convencimiento.
4.2 Autonomía relativa del Estado,— En los pá-
rrafos anteriores se dejó establecido un conjunto
de premisas esenciales para comprender el papel
del Estado en la política económica. Se puso de
manifiesto, por ejemplo, que el Estado es produc-
to de la sociedad, lo que quiere decir que no es
expresión de una realidad externa a la misma o
que se hubiera impuesto desde afuera; que es un

— 25 —
poder nacido de la sociedad, pero que se pone
por encima de ella y se divorcia más y más; quo
es el instrumento que asegura el dominio políti-
co de las clases dominantes; que en el capitalis-
mo los intereses de las clases dominantes tienen
que revestir formas mediatizadas y mostrarse co-
mo encarnando el interés general; y que el Esta-
do capitalista aparece cada vez más separado do
la sociedad, como una expresión de lo universal
y como el garante de los intereses de todos.
Estos antecedentes muestran que el Estado ca-
pitalista tiene un doble carácter, un carácter
dual(16). Por un lado, es un instrumento de las
clases dominantes; es decir, corresponde, en últi-
ma instancia, a la existencia y actuación de las
clases dominantes y, por tanto, sus acciones esen-
ciales responden a los intereses de éstas. Por
otro lado, si bien corresponde a los intereses pri-
vados de las clases dominantes, aparece como
una esfera del interés universal;(17) no se trata
de una herramienta pasiva que pueda sor utili-
zada sin restricciones, en cualquier circunstan-
cia y frente a todo tipo de problemas; es decir.
no puede darse una subordinación absoluta, in-
condicional y directa a los intereses de una parte
de la sociedad, pues debe responder siempre y
on cierta medida a las necesidades e intereses
generales de todos sus miembros.
Esto se debo a que el Estado es tanto produc-
to como productor de la sociedad y de las rela-
ciones sociales. Es producto de las clases y sus
luchas; es resultado de procesos que tienen lu-
gar dentro de la sociedad y existe, por lo tanto.
una primado do la sociedad sobre el Estado: ésto
expresa lo esencial de las relaciones de produc-
ción (relaciones de propiedad) predominantes,
habida cuenta de que a cada tipo de propiedad
corresponde una forma de dominación caracte-
rística. Pero. el Estado estuvo siempre presente
en la conformación de las relaciones de produc-
ción y, por tanto, en su reproducción; estuvo pre-
sente en la propia constitución de las clases y
en la reproducción del conjunto de relaciones en-
tre las clases; en este sentido, no se trata de un
mero epifenómeno do la sociedad, sino que desem-
peña un papel constitutivo en las relaciones so-
ciales. En el doble carácter del Estado se eviden-
cia la separación entre éste y la sociedad, pero
al mismo tiempo se hace patente la doble vincula-
ción que se da entre ambos.
En esta discusión sobre el carácter dual del
Estado se retorna al tema, ya mencionado, de la
relación entro la base y la superestructura de la
sociedad. Originalmente Marx lo planteó en los
siguientes términos: "El conjunto de las relacio-
nes de producción forma la estructura económica
de la sociedad, base real sobre la que se eleva
el edificio jurídico y político y a la que corres-
ponden determinadas formas de conciencia social.
El modo de producción de la vida material deter-
mina el proceso de la vida social, politica y es-
piritual en general. No es la conciencia del hom-
1 re la que determina su ser, sino por el contra-
rio, el ser social es lo que determina su concien-
cia".(18)
Esta frase, tomada literalmente y aislada del
contexto del análisis marxista, condujo a muchos
errores y falsos interpretaciones sobre la relación
entro la base y la superestructura; llegándose a
los extremos do suponer una determinación me-
cómica o que se pudieran separar y ensamblar
como si fueran partes de un edificio prefabrica-
do. Empero, como reafirma Engels,(l 9) ésta es
una relación dialéctica dentro de una totalidad
— 27 —
orgánica, en la quo, en última instancia, existo
una determina-dón de la superestructura por la
baso. Las relaciones políticas (y, concretamente.
el Estado) influyen sobre las relaciones económi-
cas, lo que demuestra que no son una simple res-
puesta o reflejo de éstas.(20)

En estos términos, es evidente que puede ha-


blarse do una cierta autonomía relativa de la su-
perestructura con respecto a la base; pero, la mis-
ma debo ser enterd;da dentro del concepto de
interacción dialéctica entro partes constitutivas
de una totalidad orgánica.
Sin embargo, el concepto de autonomía rela-
tiva del Estado capitalista no se reduce a la rela-
ción entro la bcv.e y la superestructura. Es algo
más que eso. La clave para la comprensión de
este fenómeno está cn el hecho de la separación
ce la sociedad civil y el Estado. Pero, además
en de tener en cuenta que las instituciones del
y oder del Estado capitalista presentan una cohe-
sión interna especifica, de manera que la econo-
mía y el Estado, como se ha visto, tienen sus pro-
pios espacios y campos (la relación entre ambos
ue establece a través de la política económica).
Esta es la puerta de entrada para el análisis de
la relación del Estado con el campo de la lucha
do clases: el Estado dispone de una autonomía
relativa con respecto de las clases o fracciones
do las clases dominantes.

Las características do unidad y autonomía re-


lativa se correlacionan. Por una parte, el Estado
capitalista posee una autonomía relativa frente
a las clases y fracciones dominantes sólo en la
medida en que alcanza una unidad propia; por
otra, logra unidad institucional en la medida en
que es relativamente autónomo de esas clases y

— 28 —
fracciones. La autonomía relativa se refiere a que
el Estado no es un instrumento maleable y mani-
pulctble a voluntad por las clases dominantes, ni
expresa única y exclusivamente la voluntad de
osas clases o de sus fracciones hegemónicas; sin
embargo, supone al mismo tiempo que no existe
una autonomía total: en última instancia el Esta-
do está al servicio de los intereses de las clases
dominantes. No es un resultado mecánico de las
relaciones económicas entre las clases, pero tam-
poco constituye una instancia autónoma. El Es-
tado es determinado estructuralmente, poro su au-
tonomía es el modo específico en que se articula
con la totalidad social.(21)
La unidad y la autonomía relativa no son ras-
gos o características que se den de una vez y pa-
ra siempre. Es decir, la cohesión interna de las
instituciones del poder del Estado capitalista no
se mantiene idéntica o inalterable en las distin-
tas fases históricas del desarrollo de la sociedad
capitalista. Lo mismo ocurre con el grado de au-
tonomía relativa, quo puede ampliarse o restrin-
girse según la forma en que evolucionen las re-
laciones de fuerza entre las clases y fracciones
de clases, que se expresan en el Estado. Como
síntesis de la sociedad, el Estado capitalista ma-
nifiesta el poder de las clases dominantes y re-
sume las contradicciones que tienen lugar en la
sociedad en su conjunto (no sólo las contradiccio-
nes entre las clases y fracciones dominantes, si-
no las que existen entre dominantes y domina-
dos).
En este sentido, en las coyunturas de aguda
tensión social en que se hace evidente una si-
tuación, necesariamente transitoria, de equilibrio
o empate entre las grandes fuerzas sociales, la
autonomía del Estado se amplía. En estcm cir-

- 29 —
C
cunstancias o coyunturas existe la posibilidad pa-
ra que el Estado realice un arbitraje entre las
fuerzas que se enfrontan. El equilibrio, aunque
precario, entre las fuerzas en pugna eleva el gra-
do do autonomía con que puede desenvolverse
el Estado frente a las clases (o fracciones) domi-
nantes. En la historia abundan los ejemplos do
cesarismo. bonapartismo, bismarckismo, etc; que
surgen corno reflejo de situaciones o coyunturas
de empato social.
Uno de los aspectos de la lucha de las clases
dominadas consiste justamente en ampliar el gra-
do de autonomía del Estado, procurando que sus
intereses inmediatos sean respetados y sosteni-
dos por el Estado. Una mayor autonomía relati-
va significa que las acciones del Estado (politi-
ca del Estado) tengan más en cuenta las necesi-
dades e intereses de las clases dominadas, que
do esta manera so insertan o van ganando acep-
tación como intereses generales do la sociedad.
La ampliación de la autonomía relativa so tradu-
ce en que se debilita el papel del Estado como
instrumento de las clases dominantes y también
en que se modifica el propio concepto de "interés
general". En este sentido, cuanto mayor es el
poder efectivo quo conquistan las clases domina-
das (obreros y campesinos, por ejemplo), maycr
os, paralelamente, la autonomía relativa del Es-
tado. Esta correlación es de suma importancia
para comprender la naturaleza y características
de la política económica de los países capitalis-
tas.
La autonomía relativa os tanto un resultado
de las condiciones específicas do la sociedad ca-
pitalista, como una necesidad para el cumpli-
miento de las funciones del Estado. Si. como se
ha visto, la legitimidad del Estado capitalista se
— 20
sustenta en la soberanía popular, resulta obvio
quo debe aparecer formalmente COMO una ins-
titución en la que las determinaciones de clase
están ausentes. Esto quiere decir quo debe mos-
trarse como la representación de la unidad po-
lítica de todos los agentes privados; por lo cual
sus dirigentes deben aparecer como individuos
sin determinación de clase, como ciudadanos. Ya
se ha visto que el Estado necesita apoyarse en
!as clases dominadas, mostrándose como su re-
presentante; por eso necesita obtener su acepta-
ción, lograr su consenso. Tal cosa no podría ocu-
rrir si se manifestara identificado con las clases
dominantes única y abiertamente.
Por otra parte, la sociedad capitalista no es
una formación social con una sola clase domi-
nante. Lo mismo que en toda formación social,
en la capitalista tiene lugar el encabalgamiento,
imbricación, superposición o coexistencia do di-
versos modos de producción, donde uno es domi-
nante. Debido a esto, en toda formación social
existe más de una clase dominante, aunque hay
una que ejerce hegemonía sobre las demás. Sin
embargo, la hegemonía no significa supresión
de contradicciones entre las clases dominantes;
ellas subsisten y se desarrollan en el interior de
la sociedad capitalista. En este cuadro, el Esta-
do no puede aparecer subordinado exclusivamen-
te a los intereses de sólo una de las clases domi-
nantes: requiere una autonomía relativa aún
frente a la clase que ejerce hegemonía sobre las
demás.
En esta misma linea de penetración en el aná-
lisis do las clases dominantes, so descubro quo
ninguna clase constituye un todo único, homogé-
neo y sin contradicciones. La burguesía, por ejem-
plo, no os una clase única sin contradicciones In-
ternas; se divide en fracciones tales como la bur-
guesía industrial, comercial, minera, financiera,
etc. Las fracciones de la burguesía no comparten
el poder en condiciones do igualdad; también a-
quí se encuentra una o algunas que ejercen he-
gemonía sobre las demás; tal hegemonía so da en
el seno do una articulación que reviste la forma
do bloque en el poder.(22) La existencia de con-
tradicciones entro las fracciones de las clases do-
minantes, implica que ol Estado debe conservar
un grado de autonomía frente a todas ellas, a
fin de mantener su unidad. mitigar sus conflictos,
unificar sus intereses, asegurar la cohesión del
bloque y, en fin, mantener la dominación.
Esto demuestra que el bloque en el poder cons-
tituye en sí mismo una unidad contradictoria de
clases y fracciones de clase, bajo el liderazgo de
la fracción hegemónica. Al respecto, es útil ano-
tar que el concepto de hegemonía tiene dos sen-
tidos. Por un lado, hay una hegemonía ejercida
por el bloque on el poder (compuesto por diver-
sas clases y fracciones políticamente dominan-
tes) sobre el conjunto de la sociedad. Por otro.
entre las clases y fracciones dominantes hay una
que ejerce dominio sobre las demás y que so pue-
de caracterizar como papel hegemónico. La for-
ma en que so articula el bloque en el poder, así
como las modificaciones en la correlación de sus
fuerzas internas, tienen singular importancia pa-
cambios de la política económica del Estado.

La necesidad de la autonomía relativa surge


también por el hecho de que el capitalismo no
es un todo único, homogéneo, sino que se desarro-
lla en el ámbito de las comunidades macroeconó-
micas más características del universo económico
actual. La manifestación concreta del Estado ca-
pitalista so da en los estados nacionales, pose a

— 32 —
las tendencias intrínsecas hacia la internaciona-
lización do las relaciones de producción. De esta
forma, ol Estado es el representante de la nación
en sus relaciones con otras naciones; on esto pa•
pel establece vínculos con otros estados. Al asu-
mir la representación de los intereses nacionales,
ol Estado necesita aparecer expresando los into-
roses do toda comunidad humana que forma la
nación; no puede mostrarse como el representan-
te de sólo una parto de ella. En suma, la exis-
tencia de relaciones internacionales refuerza la
posibilidad y la necesidad de que el Estado cuen-
te con un cierto margen para sus propias decisio-
nes, un cierto grado de autonomía relativa frente
a las clases dominantes.

Como anotación complementaria so señala


que una do las dimensiones do la autonomía re-
lativa surge en el marco de las relaciones inter-
nacionales, entre los estados imperialistas y los
do la periferia dependiente. Estas relaciones son
de dominación y subordinación de las decisiones
de los estados dependientes, en favor de los es-
tados imperialistas; la política económica de a-
quellos so somete, en última instancia, a los in-
tereses do éstos. Empero, los estados dependien-
tes, disponen también y necesitan disponer, do
un margen para sus decisiones propias y la eje-
cución de sus acciones. La subordinación de un
Estado a los intereses de otros, por muy fuertes
que sean los nexos do la dependencia, no puede
ser total; pues lo contrario significaría su desa-
parición como Estado y su conversión en colonia.
Las colonias no tienen política económica propia.

Elmar Alvater, en su trabajo Notas sobre al-


gunos problemas del intervencionismo de Estado,
(23) explica la autonomía relativa del Estado par-
tiendo de la relación entre el capital global y los

— 33 —
capitales particulares. Una do las característi-
cas del capitalismo es el fraccionamiento del ca-
pital; so trata de una sociedad fortaada o inte-
grada por múltiples unidades de capital. En este
contexto, es importante conocer cómo se coordina
la sociedad y qué papel cumplo el Estado en esa
coordinación; es decir, las acciones del Estado
sobre las diversas unidades de capital. Aquí es
necesario distinguir entre el "capital en general-
y los "capitales particulares-. Las leyes del mo-
vimiento de la sociedad capitalista se relacionan
siempre con el capital social total (capital on ge-
neral), pero las unidades específicas de capital
(capitales particulares) Integran ese capital so-
cial total y es a través de ollas que se logra la
regularidad capitalista. Las unidades individua-
les se constituyen en capital social total por me-
dio de la interacción recíproca que se establec.:
en la competencia El funcionamiento empírico de
la realidad capitalista se da a través do esas uni-
dades do capital, o sea de las empresas,

Las acciones de las unidades individuales do


capital croan las condiciones para la existencia
del cooital total, pero no pueden crear todas las
condiciones necesarias para su propio desenvolvi-
miento. En efecto, hay condiciones generales que
no rinden beneficios y, por tanto, no pueden ser
ejecutadas directamente por las empresas, cuyo
lin supremo es el lucro. "El capital no puedo ge-
nerar exclusivamente a través de las acciones do
múltiples unidades que lo integran, la condición
social necesaria para su existencia '(24). El ca-
pital es incapaz de crear por sí mismo todos los
supuestos necesarios para su reproducción.

En un cuadro como éste, resulta evidente la
necesidad do que algo, o alguien, centralice, coor-
dine y regulo a estas unidades individuales(25) y

— 34 —
sea capaz de crear las condiciones generales pa-
ra la producción. Se requiero de una institución
que no esté dominada por ninguna de ellas, ais-.
ladamente, y que se preocupe por las necea:da;
les inmanentes quo cada capital individual ig-
nora.
Debe ser una institución cuyos actos no estén
condicionados por la necesidad de producir ella
misma plusvalía, (que no esté sometida a la ló-
gica do la producción de plusvalía) y, por tanto,
que no entre en competencia con las unidades de
producción que están operando en su función es-
pecífica. En síntesis, debe tratarse de una insti-
tución que "esto junto a la sociedad burguesa y
al margen de ella".(26)

Al resumir estas condiciones, el Estado os ca-


paz de asumir, idealmente, la representación del
capital total de la sociedad(27). En docto, la so-
ciedad burguesa tiene en el Estado una forma es-
pecifica que expresa los intereses generales del
rapital: por medio do 61 las clases dominantes
aseguran sus intereses comunes. Así, el Estado
es la forma do organización que protege las pro-
piedades e intereses de los capitalistas. Es la ins-
titución que hace posible el establecimiento de
una sociedad en la quo los intereses individuales
son diversos y contradictorios.

El Estado es el encargado de crear las condi-


ciones generales para la producción (incluyendo
las legales) que las empresas privadas no pue-
den crear por si mismas. Así se explica la nece-
sidad dol desdoblamiento de la sociedad busque- •
sa, como sociedad civil y como Estado. La exis-
tencia y las funciones del Estado se relacionan
con la existencia social del capital y es, en reali-
dad, el "capitalista colectivo idear "El Estado

— 35 —
nunca es un capitalista real, material y total, sino
que más bien implica siempre un capitalista to-
tal, idealizado o ficticio."(28)
Empero, sí bien el Estado expresa los intere-
ses generales del capital, no lo hace libre de con-
tradicciones. Es decir, no elimina las contradic-
ciones entre las acciones e intereses distintos de
la multitud do unidades de capital. Los intereses
de los capitalistas particulares pueden no coinci-
dir con los do la clase capitalista on su conjunto.
Al encargarse de las condiciones generales del
proceso do reproducción social del capital, el Es-
tado tiene quo aduar como cristalización de las
relaciones entre fuerzas políticas. Sus acciones
no pueden consistir simplemente en la extensión
de los intereses de los capitales individuales; sino
que constituyen el desarrollo del interés genero:
del capital global.
Para actuar de esta manera, el Estado nece-
,ita cierta autonomía relativa frente a cada una
do las unidades de capital. Como expresión de
los intereses globales del capital on general, el
Estado tiene que ser capaz de hacer que los ca-
pitales individuales se subordinen a los intereses
comunes. Por lo tanto, el Estado tiene una exis-
tencia contrapuesta a las unidades do capital. Su
autonomización es a la vez un resultado y una
necesidad del desenvolvimiento capitalista: debe
representar y organizar el interés a largo plazo
del capital en su conjunto. Así se resume la ex-
plicación de E. Alvater.

Cuando so coloca a la autonomía relativa co-


mo uno do los elementos explicativos fundamen-
tales do la actuación del Estado en lo económico.
se niega explícitamente las dos tosis o versiones

— 36 —
extremas sobre la naturaleza y el papel del Es-
tado en el capitalismo:
a) Tesis insfruntentalista del Estado.— Concibe
al Estado como una cosa, objeto, instrumento, he-
rramienta o máquina al servicio exclusivo de una
clase dominante. En este caso se niega la auto-
nomía del Estado; pues se supone una subordi-
nación total, directa y lineal a la voluntad de la
clase dominante, considerándose al Estado como
una herramienta pasiva, totalmente manipulada.
Los que sostienen esta tesis ven a la burguesía
como una clase única, sin contradicciones inter-
nas, y no tienen en cuenta el papel y lugar de
las clases y fracciones de clase dominantes. Asi-
mismo, ven al Estado como un epifenómeno de la
clase dominante, como la expresión política di-
recta de su poder económico. Finalmente, consi-
deran al Estado como un aparato fundamental-
mente coercitivo, como un simule instrumento de
violencia represiva, que no tiene para en cuenta
el consentimiento o la necesidad de la organiza-
ción del consentimiento.
II) Tesis de la neutralidad del Estado.— Consi-
dera que el Estado es independiente de las da-
•ies sociales, que está por encima de ellas v actúa
"n condiciones de absoluta autonomía. El Esta-
r% es visto como un ente supraindividual y supra-
social, que tiene su poder propio, y actúa como
árbitro, con prescindencia total de los intereses
de las clases y fracciones. Concebido como una
instancia racionalizada de la sociedad, es consi-
derado el representante del interés general y el
encargado de realizar el bien común, en virtud
de lo cual distribuye ventajas y sacrificios por
igual. En síntesis, los sostenedores de esta tesis
ven al Estado como el sujeto del proceso social,
..... 3Z —
que tiene un origen divino o que se sustenta en
el derecho natural.
La realidad objetiva del capitalismo comprue-
ba que ambas tesis son falsas. El Estado no es
objeto, ni sujeto, exclusivamente. Es una creación
social destinada a reproducir las contradicciones
de clase. En si mismo, es el escenario de las con-
tradicciones do clase y no puede ser un bloque
monolítico, sin fisuras.(29) Existen contradiccio-
nes en el interior mismo del Estado, entre las di-
versas ramas y aparatos del Estado, y en el seno
de cada uno de ellos. La política económica se
establece dentro de ese proceso do contradiccio-
nes inscritas on la estructura misma del Estado y
sólo así se puede entender el significado de sus
acciones.(30) En el análisis del quehacer del Es-
tado os imprescindible tener en cuenta que para
asegurar los intereses comunes do las clases do-
minantes, ésto necesita un cierto grado de auto-
nomía, mayor o menor, según la evolución de las
relaciones do fuerza entro las clases sociales.
La existencia de grados de libertad para su
actuación. posibilita al Estado desempeñar los di-
ferentes papeles (activo, pasivo y mediador) que
han sido apuntados al comenzar este capítulo.
Así se explican las diversas características de
la política económica. que en muchos casos es in-
coherente, discontinua y hasta contradictoria. Si
bien en el fondo se descubren las regularidades y
tendencias que delatan la impronta do las clases
dominantes, su imagen inmediata, aparente, es
la de un conjunto de acciones que so lleva a cabo
en interés do toda la sociedad.
La política económica no consiste solamente
en una respuesta directa, lineal y exclusiva a los
problemas, intereses y exigencias de las clases

- 38 -
dothinanteá. No se trata de'una simple y llana
administración de la coyuntura para resolver las
dificultades circunstanciales en el sistema econó-
mico o en el manejo del poder por las clases do-
minantes. Se desenvuelve como resultado de las
contradicciones de todo tipo, pero tiene en cuen-
ta, simultáneamente, lo permanente y lo transito-
rio del acontecer capitalista.
El anterior análisis demuestra que mediante
la política económica, el Estado debe responder
a las' exigencias y necesidades de las. clases do-
minadas; con mayor razón si la organización de
éstas y su capacidad de lucha se acrecientan. Pa-
ra asegurar la supervivencia del sistema y man-
tener el desenvolvimiento social dentro de los lí-
mites del orden imprescindible frente a tal propó-
sito, el Estado puede y ' debe sacrificar lo super:-
fino. conservando lo esencial. En este sentido, a
pesar de las resistencias y reparos que las clases
y fracciones dominantes puedan oponer, el Esta:
do tiene que adoptar medidas para dar salida a
la presión de las clases dominadas, evitando su
explosión a través de mecanismos no institucio-
nales.
ASI seexplica, por ejemplo, la política social
del Estado capitalista. El estableCimiento de las
legislación social (v.g. Draitadón de la jornadci
de trabajar seguridad social; seguridad industrial,
calarlos mínimos, capadtaclón, 'até.) no constitu-
ye únicamente una respuesta 'lúcida a la necesi-
dad de mejorar las condiciones de reproducción
dela fuerza de trabajo o de socializar ciertos cos-
tos de la mano de obra. Dicha legislación fue
arrancada por medio de la lucha sacrificada y
sin tregua, de las clases dorninadas.(31) Con la
legislación social, el Estada puede afectar en: al-
ginict medida la tasa de acmancias de los capita-

- 39 —
listas, disminuyéndola; pero, logra la principal:
mantener intacta la fuente de las ganancias.
Consideraciones similares pueden ser formu-
ladas con respecto a la dimensión regional de la
política económica. El Estado se ve en la necesi-
dad de enfrentar las disparidades regionales que
el propio desenvolvimiento del capitalismo gene-
ra y acentúa. La política regional no sólo res-
ponde a los intereses fundamentales de las cla-
ses dominantes, sino también resulta de las pre-
siones y luchas de los habitantes de las 'regio-
nes problema" o áreas atrasadas.
Una referencia especial merece el caso do los
paises atrasados y dependientes, donde las cla-
ses sociales básicas del sistema capitalista están
todavía en proceso de formación y no adquirie-
ron la madurez necesaria para identificar plena-
mente sus intereses fundamentales o para trans-
mitirlos al resto do la sociedad como intereses ge-
nerales.
En estos países —donde las clases dominan-
tes son débiles y no están en capacidad de ejer-
cer un sólido y consistente liderazgo social, me-
diante la articulación de bloques o alianzas es-
tables y duraderas— la autonomía relativa del
Estor]," tiene, indudablemente, característicar, es-
peciales.
En estos países las relaciones capitalistas de
producción no están plenamente afianzadas en el
conjunto de las actividades económicas y se man-
tienen fuertes resabios de formaciones pre-capita-
listas. De este modo, la burguesía tiene quo com-
partir el poder con otras clases dominantes, on
condiciones que no son totalmente ventajosas pa-
ra ella. La necesidad de hacer concesiones, para
evitar enfrentamientos riesgosos, obliga a las cla-

- 40 —
ses dominantes a establecer compromisos y com-
ponendas que, por lo general, carecen de solidez
y de perspectivas a largo plazo.

La debilidad orgánica de las clases dominan-


tes, expresada en la crónica fragilidad de las es-
tructuras de poder, da lugar a dos procesos típi-
cos: la presencia recurrente de los militares en
el mando del Estado y la penetración de pode-
res externos en la conducción nacional. En estas
condiciones, el manejo estatal adquiero nuevas
características y dimensiones, alejándose de los
prototipos vigentes en los paises de desarrollo ca-
pitalista originario. La autonomía relativa no
desaparece; pero asume modalidades distintas.
La responsabilidad del Estado en la conduc-
ción del desenvolvimiento económico de estos paí-
ses tiende a incrementarse. Con mayor frecuen-
cia, tiene que convertirse en el sujeto y promotor
del desarrollo económico, para cubrir las deficien-
cias do las empresas privadas o para organizar
actividades que no atraen al capital extranjero
(o que éste pretendo mantener asfixiadas). De es-
ta manera, las condiciones his(óricas para ura
mover autonomización del Estado, con respecto a
las clases dominantes, son evidentes. Pero, no se
trata sólo de la relativa autonomización frente a
las clases dominantes locales, sino frente a los
centros imperiales que, en la mayoría do los ca-
sos, tienen bastiones internos fuertemente conso-
lidados a través del ensamblamiento do intereses
con lor grupos locales.
El Estado tiene mayor necesidad, en estos paí-
ses, de aparecer como el representante do la na-
ción. Las clases dominadas identifican a sus ex-
plotadores no sólo en las clases dominantes in-
ternas, sino fundamentalmente en los intereses In-

- 41 —
penales. Por ello, osas clases dominadas tratan
de convertir al Estado en su representante y de-
fensor, llevando a cabo movimientos sociales y
políticos para conseguirlo. Estos son intentos pa-
ra ampliar la autonomía relativa, procurando que
el Estado so identifique más y más con los in-
tereses generales de la nación. Frente a tales si-
tuaciones, las clases dominantes internas confron-
tan la disyuntiva de afianzarse on la nación o
de negarla; es decir, de establecer alianzas con
las clases dominadas —reservando y fortalecien-
do su posición de liderazgo— o de subordinarse
totalmente al poder extranjero.

En esto análisis, cabe destacar que no se tra-


ta de connotaciones diferentes sólo en la cuestión
do la autonomía relativa en los países atrasados
y dependientes. Se trata, asimismo, do importan-
tes diferencias en el carácter, naturaleza y fines
del propio Estado. En su mayoría, los países de-
pendientes tuvieron un pasado colonial (dema-
siado reciente para muchos). Esto quiere decir
que el proceso constitutivo del Estado siguió ru-
tas muy distintas. lo mismo que el propio estable-
cimiento de las relaciones capitalistas do produc-
ción. La génesis y la consolidación do tales esta-
dos se dieron como resultado de una larga y cos-
tosa lucha en contra de los estados de los paises
do desarrolle capitalista originario. Por tanto, no
son una copia, sino, a lo sumo, un mal remedo de
leí estados metropolitanos.
Por esto mismo, no puede aplicarte, sin un
atonto sentido crítico y grandes reservas, la teo-
ría del Estado formulada para los paises capita-
listas de desarrollo originario. Pretender encasi-
llarlos mecánicamente en una explicación gene-
:atizadora (quo Ignore los aspectos particulares
de la génesis, naturaleza y fines de estos estados)

— 42 —
puede conducir a una falsificación. Pero éste es
un desafío cuya respuesta está todavía en la eta-
pa de formulación.
Observaciones como éstas corresponden, igual-
mente, para el análisis de la política económica.
Las acciones del Estado en los Países dependien-
tes tienen un contenido que no es exactamente
igual al de los estados imperialistas. La dinámi-
ca de las luchas sociales que dan origen a la po-
:Itica económica; tiene motivaciones adicionales
a las típicas del capitalismo originario. Así, la
política económica tiene que expresar también
los problemas y aspiraciones de una nación en
lucha por consolidarse frente a los poderes impe-
riales que avasallan sus derechos y exprimen sus
recursos. Esto tiene que ocurrir, pese a las reti-
cencias y resistencias que opongan las clases do-
minates (que generalmente son clases sin con-
ciencia nacional).
4.3 Tipos y formas de Estado.— Una diferencia-
ción importante se refiere a los tipos y formas de
Estado y a las formas de régimen. Cada uno de
éstos conceptos se elab.oran en.distinto nivel de
abstracción.- En el nivel más. alio.ae Fa :relación
Mitre icisociedady 'el Estado; se descubre que el
Estado es producto de la sociedad de clases; Mien-
tras existan las Oasis y, consecuentemente, se di:
vidcm en domincnites..y dominadas, habrá Estado.
Pero una vez que ellas desaparezcan, desapare-
cerá también el Estado. En este sentido, debe en-
tenderse que todo Estado es de clase. Sin clases.
no habrá Estado.
Permaneciendo aún en ese alto nivel, de las
determinaciones generales,• se, comprueba que a
cada .formación
formación social clasista le corresponde un
tipo de -Es.tado.(32) - A partir. de' las

— 43 —.
relaciones de producción dominantes se constitu-
yen las relaciones políticas, jurídicas y demás re-
laciones sociales; o sea, las relaciones de produc-
ción definen el tipo de dominación o tipo de Es-
tado. Es posible, por ejemplo, diferenciar el Esta-
do esclavista, el Estado feudal y el Estado capi-
talista, establecidos a base de las determinacio-
nes generales de los modos de producción domi-
nantes en las formaciones sociales correspondien-
tes. En este nivel de abstracción, el análisis se
mantiene todavía en que la sociedad civil (en-
tendida como condiciones 'materiales de vida o
como relaciones de producción) determina al Es-
tado. De esta forma, la clasificación de los tipos
históricos de Estado se realiza de acuerdo con el
sistema económico - social y el régimen clasista
pertinente.

Las formas do Estado se establecen dentro de


un tipo particular do Estado; es decir, un mismo
modo de producción da lugar al establecimiento
de diversas formas estatales. Sin embargo. debo
aclararse que el análisis de las formas de Estado
se realiza en un nivel de abstracción más bato
que el requerido para el de los tipos de Estado.
Aquí se debe tomar en cuenta no sólo las deter-
minaciones generales, sino también ciertas deter-
minaciones más específicas de cada realidad.
Marx indicó, al respecto, que una misma baso eco-
nómica "puede mostrar en su modo do manifes-
tarse, infinitas variaciones y gradaciones debidas
a distintas o innumerables circunstancias empíri-
cas, condiciones materiales, influencias históricas
que actúan desde el exterior, etc...". La clasifi-
cación tradicional de las formas de Estado es en
monarquías y repúblicas. En la monarquía, el
Jefe de Estado ocupa el cargo por herencia, está
eximido de responsabilidad jurídica y su poder

— 44 —
tiene una duración vitalicia. En la república, los
órganos supremos del poder son elegidos y tie-
nen una duración limitada al período legal.
Dentro de una misma forma de Estado pueden
presentarse diferentes regímenes políticos o for-
mas de régimen político.
Cuando se habla de régimen político se hace
referencia al conjunto de métodos de dominio uti-
lizados por las clases que controlan el poder es-
tatal. Esto análisis so da en un nivel mucho más
concreto que el de las formas de Estado. Se toma
en cuenta las determinaciones más específicas
que tienen lugar en países concretos, referentes,
por ejemplo, al ejercicio del poder, mecanismos
de control, procedimientos do consulta, pactos de
dominación y otros. Así, pueden darse formas de
democracia representativa, dictaduras militares.
regímenes fascistas, etc.
Tanto en el análisis de las formas do Estado,
como en el del régimen político (con mayor razón
en este último), se introducen elementos mucho
más particulares y casuísticos, que se relacionan
no solamente con las determinaciones quo surgen
de la base económica, sino también con el desen-
volvimiento histórico de la propia superestructu-
ra y la dinámica específica de cada país concre-
to. En todo caso, se trata de una progresiva con-
cretización o de aproximaciones sucesivas a la
realidad específica, para establecer y diferenciar
lo común y lo particular en cada situación con-
creta.
Para la comprensión do la política económi-
ca no basta la discusión del papel del Estado en
abstracto, ni siquiera la del Estado capitalista
en general; es necesario penetrar en el estudio
de las formas de Estado dentro del capitalismo e

— 45 —.
incluso, dentro do las formas do régimen político.
Esto muestra, a la vez, que el enfoque do la poli-
tica económica puede hacerse en distintos niveles
que no deben confundirse. No es suficiente, por
ejemplo, señalar que el Estado boliviano os un
Estado capitalista y deducir de allí las referen-
cias generales de su política económica. En este
nivel, las acciones del Estado boliviano tendrían
nue ser las mismas que lleva a cabo el Estado ite
,-;lés o el Estado sueco, que son también capitalis-
tas. Por ello, es preciso caracterizar al Estado bo-
liviano como producto de su historia y de la rea-
lidad concreta en que se desenvuelve. determi-
nando la fase coyuntural de democracia represen-
tativa o dictadura militar que está viviendo.

En realidad, la caracterización del Estado, des-


de sus perfiles generales hasta sus aspectos más
concretos, es el punto do partida para ol estudio
/1” la política económica. Aquí no puede igno-
rarse que todo Estado es diferente de los demás:
que tiene sus rasgos propios, resultantes de su
devenir histórico. Además, os preciso tenor en
cuenta que el fenómeno estatal, como la propia
sociedad que lo produce, es cambiante y comple-
jo. Poro, no debe perderse do vista la existencia
de similitudes o rasgos comunes, según los regí-
menes políticos y las formas de Estado. So rei-
tera que las dos perspectivas de análisis, desde
lo general a lo particular y desde lo particular a
lo general, se complementan y enriquecen mutua-
mente. Así, el estudio de la política económica
del Estado capitalista, como tipo de Estado, debe
profundizarse con la investigación de regímenes
concretos; lo mismo que el estudio de experien-
cias particulares en un país determinado debe
afianzarse en el conocimiento de las prácticas ge-
nerales del Estado capitalista.

— 46 —
4.4 Las funciones del Estado.— En las funciones
se manifiesta la naturaleza y so concretan los fi-
nnes del Estado, pues ellas se refieren a las orien-
:aciones fundamentales de su actividad. De lo
que se ha dicho en los puntos anteriores se infie-
re que la misión fundamental del Estado, expre-
sada en el nivel más alto de abstracción, consiste
en mantener la cohesión interna de una forma-
ción social. Tiene que asegurar el equilibrio in-
terno y las condiciones generales de reproducción
del sistema.
La conservación del equilibrio implica un pa-
pel de regulación de las relaciones entre las cla-
ses, las fracciones, los grupos y los individuos.
En este campo, lo primero que aparece os la re-
gulackn de las relaciones entre las clases domi-
nantes y las clases dominadas; relaciones quo,
como es obvio, son de dominación. La función
suprema del Estado es asegurar el predominio de
las clases dominantes; para lo cual requiere no
sólo justificar el dominio sino mantenerlo. Pero.
también el Estado regula las relaciones entre las
clases y fracciones de clase dominantes.
Según esto, es claro que el Estado tiene la
función de asegurar la unidad política de las cla-
ses dominantes, bajo la dirección de la clase o
fracción hegemónica; la unidad os una condición
para la permanencia en el poder. Por ello, el Es-
tado organiza la unidad de las clases dominan-
tes en el seno del bloque en el poder; es decir,
desempeña la función de organización política
de las clases dominantes, tanto al interior del
bloque, como con respecto a las clases domi-
nadas. Esta función apareja, al mismo tiempo,
la desorganización política y el aislamiento de

— 47 —
las clases dominadas. Ambos aspectos, de orga-
nización y desorganización, respectivamente, son
necesarios para la conservación del equilibrio del
sistema.
A fin de mantener el dominio de unos sobre
otros y, asimismo, justificarlo, el Estado debe lle-
var a cabo dos tipos de actividades generales quo
se pueden clasificar así:

a) Actividades tendientes a reprimir directamen-


te, mediante la coerción, y

b) Actividades tendientes a obtener el consenso


activo de los dominados, mediante la ideolo-
gía.
Do esta forma, el Estado os represor, pero tam-
bién es el organizador del consentimionto.(33)
Como ya se dijo, la dominación implica dirección
ideológica y coacción. La sola fuerza no es sufi-
ciente, es necesario el consenso. Las funciones
represiva e ideológica se complementan y, según
las circunstancias, una puede recibir mayor én-
fasis que la otra y viceversa. Lo evidente es que
el Estado reserva para si el monopolio do la co-
acción: es la única instancia legítima para su
utilización.

Al respecto, es útil transcribir el siguiente pá-


rrafo escrito por James O'Connor: "Nuestra pri-
mera premisa os que el Estado capitalista debe
tratar de cumplir dos funciones básicas y con fre-
cuencia mutuamente contradictorias: la acumula-
ción y la legitimación. Esto significa quo el Es-
tado debe tratar de mantener o crear las condi-
ciones en que es posible la acumulación rentable
del capital. Sin embargo, el Estado debe tratar
de mantener o crear las condiciones para la ar-
monía social. Un estado capitalista que utiliza

—49—
abiertamente sus fuerzas coorcitivas para ayu-
dar a una clase a acumular capital a costa de las
otras clases pierde su legitimidad y por lo tanto
mina la base de su lealtad y apoyo. Pero un es-
tado quo ignora la necesidad de ayudar al proce-
so de acumulación de capital se arriesga a ago-
tar la fuente de su propio poder, la capacidad do
producción de excedentes de la economía y los
impuestos derivados do oso excedente (y otras
formas de capital)".(34)

Los párrafos anteriores so refieren a las fun-


ciones más trascendentes del Estado; es decir,
las que son formuladas en el nivel más alto de
abstracción. En esto sentido, deben ser tomadas
como marco general para las demás funciones
que se plantean en niveles mucho más concretos.
Así, en el plano más próximo al tema específico
de la política económica es necesario destacar las
funciones económicas. Como ya se dijo, se trata
de funciones y actividades que no pueden ser rea-
lizadas por las empresas privadas o unidades in-
dividuales do capital, sino por una instancia dis-
tinta.
Elmar Alvater, en el trabajo ya mencionado,
(35) las resume de esta manera:
1) Creación de las condiciones materiales genera-
les de la producción ("Infraestructura"). El Esta-
do es responsable de la creación de los pro - re-
quisitos de la producción material, con el fin do
contrarrestar la tendencia a la caída de la tasa
de ganancia, las tendencias al estancamiento y las
tendencias cíclicas del desenvolvimiento capita-
lista. Estas funciones se refieren a la creación
de economías externas que permitan elevar el ni-
vel de rentabilidad de las empresas; pueden ir
desde la ejecución de obras básicas de riego,

— 49 —
energía, transportes, etc., hasta la producción .de
ciertos insumos y bienes de utilización final. -
11) Establecimiento del sistema legal en el cual
ocurren las relaciones entre los sujetos.— El Esta-
do tiene a su cargo la creación de los pre-requisi-
tos generales para la libre competoncia, incluyen-
do la eliminación de las fricciones, a través de
un régimen legal general. El Estado establece el
marco jurídico regulador de las condiciones ge-
nerales del comercio entre los propietarios do me:-
cc-ncias, las condiciones generales del trabajo, do
la producción, etc., asegurando los medios para el
cumplimiento do las leyes.
111) Regulación de los conflictos entro trabajadc-
res y capitalistas.— Esto se debe a quo las empre-
sas no pueden acometer individualmente las fun-
ciones de pacificación y represión, habida cuenta
de que en ol mercado de trabajo la relación en-
tre los capitalistas y los trabajadores; aparece co-
mo una relación entre Sujetos básicamente igua:
les. Por ello, ol Estado debe actuar como diri-
midor on los conflictos y usar, en su caso, la re-
nresión política.
IV) Gramalla y expansión del capital nacional lo-
!nl en el mercado mundial.— En las relaciones in-
12:nacionales, el Estado representa al conjunto de
las unidades individuales de capital. Es el en-
cargado de impulsar la expansión del capital na-
cional, frente a los capitales do otras naciones.
Con ese propósito establece barreras de protec-
ción del mercado interno en favor del capital na-
cional y procura, al mismo tiempo, la apertura do
los mercados exteriores.
Estas cuatro funciones económicas ( -infraes-
tructura -, marco jurídico, regulación de conflic-
tos y -expansión del capital nacional) pueden ser

— 50 —
desagregadas en rubros mucho más específicos
que muestren más directamente ol cuadro del ac-
cionar económico del Estado. Sin embargo, tal
como so presentan aquí satisfacen los propósitos
de esto capítulo porque permiten ver las diferen-
tes dimensiones de la política económica estatal.
dejando on claro sus vínculos con las funciones
generales.

La comprensión do la política económica exi-


ge tenor en cuenta los diferentes niveles en que
se formulan las funciones estatales. Es evidente
que la mayoría de las funciones económicas no se
incluyen entre las fundamentales quo so refieren
a la esencia misma del Estado capitalista (que
es un campo con unidad y dominio propios, dis-
tinto de lo especificamente económico). Como so
ha visto, la función más general o sea la sustan-
tiva, consiste en asegurar la supervivencia de la
organización social, utilizando la represión y la
ideología. En un plano más concreto aparecen las
funciones económicas; las quo, con las mediacio-
nes pertinentes, se conectan con aquella !unción
general.
Lo quo acaba de anotarse permito ver que se
puede desglosar a las funciones del Estado en
fundamentales (o sustantivas) y accesorias. Las
primeras son aquellas que se relacionan con la
razón de ser del Estado y, por lo tanto, éste no
puede dejar de cumplirlas, sino a riesgo de desa-
parecer junto con el tipo de sociedad quo lo sus-
tenta. Por ejemplo, si el Estado dejara de cumplir
su función de mantener la cohesión interna de la
formación social, esta, con todo y su Estado, sería
reemplazada por otro tipo de organización social.
En cambio, puede prescindir del cumplimiento de
las funciones accesorias, a costa, solamente, de
ciertos conflictos y desajustes superables. Podría.

— 51 —
por ejemplo, dejar do cumplir algunas de las fun-
ciones económicas y, sin embargo, la formación
social capitalista no estarla bajo la amenaza de
desaparecer, ni el Estado perdería su legitimidad.

La importancia de esas funciones, y el lugar


que ocupan como sustantivas o accesorios, va mo-
dificándose con el desenvolvimiento histórico. Nin-
gún estado nació con todas sus funciones dadas
do una voz y para siempre. Ellas fueron formán-
dose y acumulándose en el curso de su devenir
histórico. Así, la función reguladora no tenía ma-
yor trascendencia antes do la crisis de 1929; pe-
ro, ahora no puedo abandonarla sin que la econo-
mía capitalista so enfrente seriamente no sólo a
la posibilidad de un estancamiento sino do un co-
lapso. En este sentido, hay funciones económi-
cas que adquieren, en la etapa actual, caracte
risticas vitales para el sistema; en tanto quo otra::
funciones perdieron importancia.
Quizá podría aparecer redundante, pero es
útil remarcar quo para los fines del análisis de
la política económica. es preciso examinar las
funciones de cada Estado en concreto. Según ca-
da contexto histórico y el momento particular de
la coyuntura, la matriz de funciones estatales se-
rá distinta. Empero, debe tenerse en cuenta que si
bien, en la mayoría de los casos, las funciones
sustantivas no aparecen explícitas en cada acción
estatal, están siempre presentes, formando el te-
lón de fondo inseparable de la vida misma de la
sociedad y el Estado.
Es necesario reiterar que en los paises de la
periferia capitalista dependiente, el Estado no tie-
ne exactamente las mismas funciones o el signifi-
cado do éstas no os idéntico a las de los países
centrales; pues, los problemas que so enfrentan

— 52—
son do características diferentes. En el proceso
histórico se fueron definiendo las funciones esta-
tales, no sólo como resultado de la dinámica cla-
sista interna, sino también teniendo en cuenta las
exigencias de la nación en su conjunto. Do una
forma u otra, en estos paises, las funciones del
Estado llevan el signo do la dependencia poro
también reflejan la lucha de la nación por un
desenvolvimiento autónomo. Como es obvio, el
contenido de las funciones económicas se mani-
fiesta a través de las acciones del Estado en lo
económico, hecho que explica las diferencias, ya
anotadas, en la política económica de los países
dependientes con respecto a la política económi-
ca de los paises centrales.

Con todo, al referir las funciones económicas,


apenas se ha llegado a la puerta de entrada pa-
ra el análisis del contenido específico de la poli-
tica económica. Más aún, no debe olvidarse quo
!a política económica da lugar al surgimiento y
fortalecimiento do nuevas funciones económicas,
neto también al deterioro y extinción de otras.
rn el fragor do las luchas sociales, las funciones
estatales van modificándose de acuerdo con el
vaivén de las relaciones de fuerza. El Estado, co-
mo la sociedad, está haciéndose y rehaciéndose
permanentemente.
4.5 Les aparatos del Estado.— En el análisis del
Estado es imprescindible distinguir los conceptos
de poder del Estado y de aparatos del Estado. Lo
que define la esencia del Estado es el poder o
sea la capacidad de éste para cumplir sus fun-
ciones. En realidad, no existe el poder al margen
de las clases; de ahí que, en esencia, el poder
estatal no es otra cosa que el poder de ciertas
clases y fracciones, a cuyos intereses corresponde
el Estado. En los términos más generales, "el Es-

53 —
tado es una organización especial de la fuerza,
una organización especial de la violencia para
reprimir a una clase cualesquiera ..."(36). N.
Poulantzas concibe al Estado como la condensa-
ción material de una relación de fuerza entre cla-
ses y fracciones de clase.(37) De esta manera, el
poder del Estado es la capacidad para asegurar
y Mantener el dominio de una clase sobre otra u
otras; es la capacidad para imponer los intereses
de una clase sobre el conjunto de la sociedad.
El poder del Estado se manifiesta a través de
los aparatos del Estado, que constituyen la en-
carnación directa de éste. Es decir, para cumplir
sus funciones, el Estado debe actuar como un sis-
tema de instituciones, órganos u organizaciones.
Por eso,.los aparatos no pueden sor separados de
las funciones. De la misma manera que las fun-
ciones son enfocadas en diferentes niveles de abs-
tracción, el estudio de los aparatos del Estado pue-
de realizarse desde distintas perspectivas. Así, en
lo más general, el Estado mismo constituye un
aparato especial encargado de asegurar la cohe-
sión interna y la reproducción de la formación so-
cial. • En este sentido. el Estado responde, como
aparato, a su función sustantiva relacionada con
la supervivencia del orden establecido. Tenien-
do en cuenta que de esta función general derivan
las demás funciones estatales, se comprende que
el Estado actúa como un conjunto de aparatos u
órganos espeaalizados.(38)•
La mayor parte dé los trabajos teóricos sobre
los aparatos del Estado han acentuado el énfasis
en los que se relacionan con las funciones repre-
sivas e ideológicas. Louis Althusser, por ejemplo,
señala que el aparato del Estado comprende dos
cuerpos: 1) El cuerpo de las Instituciones que re-
presentan el aparato represivo del Estado y 2) El

--• 54 —
cuerpo do las instituciones que representan el con-
junto de les aparatos ideológicos del Estado. Al-
thusser anota, asimismo, que "todos los aparatos
del Estado funcionan a la vez mediante la repre-
sión y mediante la ideología, con la diferencia
do que el aparato represivo del Estado funciona
masiva y predominantemente mediante la repre-
sión, mientras que los aparatos ideológicos del
Estado funcionan masiva y predominantemente
mediante la ideología".(39)
A primera vista —al reducir aparatos del Esta-
do a los represivos e ideológicos— parecería que
se incurro en una omisión demasiado evidente,
pues no se hace referencia directa a aquellos que
se utilizan para el cumplimiento de las funciones
económicas del Estado. Ernost Mando' hace notar
que las funciones (y los aparatos correspondien-
tes) que han recibido mayor análisis son las re-
presivas y las integradoras, poro que se ha pres-
tado menor atención a las de creación de las con-
diciones generales de la producción y la repro-
ducción. Sin embargo, podría apuntarse al res-
pecto que las funciones económicas responden
principalmente a la necesidad de organizar ol con-
senso y, por lo tanto, Manan parte del conjunte
de actividades designadas como ideológicas o in=
tearadoras. Do esta manera, los mecanismos eco.:
nórnicos del Estado deberían ser considerados co-
mo formando parte, esencialmente, del aparato
ideológico. Pero, dada la hipertrofia de las fun-
ciones económicas y de los órganos correspondien-
tes en el Estado capitalista actual. tal incorpora-
ción exige un considerable esfuerzo teórico.
En la práctica, las funciones económicas y los
mecanismos por medio de los cuales se ejecutan,
han adquirido tal' preponderancia quo van justi-
ficando su tratamiento como un aparato especial.

— SS —
El aparato económico está constituido, entonces.
por el conjunto de instituciones, órganos u orga-
nizaciones a través de las que se consubstancia la
acción del Estado en la economía. Su estudio es-
pecializado debe formar un capítulo especial y re-
levante en el análisis del Estado. Por lo demás,
es conveniente aclarar aquí, que el Estado no os
una simple suma de aparatos separables y ensam-
bables, sino que éstos forman un sistema, es de-
cir. una totalidad orgánica. Ese conjunto de luz-
:ituciones que integran el aparato económico —co-
rrientemente conocido como sector público.— está
indisolublemente ligado a los demás mecanismos
del Estado.
La identificación del aparato represivo no ofre-
ce mayores dificultades: a través de él se ejerce
la violencia física. Está constituido por el ejérci-
to, la policía, los tribunales, los organismos es-
peciales de seguridad y otros instrumentos de
fuerza que so utilizan para la represión. Debo
aclararse. sin embargo, que la represión estatal
ro es siempre abiertamente violenta: utiliza tam-
bién chas modalidades. De ahí que, en su caso.
otros aparatos pueden servir también a los reque -
rimientos de la coacción. Cuando hav necesidad.
el Estado capitalista utiliza, sin vacilación y sin
límites, los aparatos de fuerza: pero, esa no os
:111 característica fundamental. "La hipertrofia del
sistema represivo está mostrando la superviven-
cjet de formas estructurales (estatales) precapita-
listas o la decadencia de las formas estatales ca-
pitalistas. La primacía de la ideología resulta.
en cambio, lo característico del modelo superes-
tructura) aue corresponde al modo de producción
capitalista". (401
El aparato ideológico está constituido por los
organismos e instituciones estatales en los que
— 56 —
se forma o transmite la ideología de la clase do-
minante. Incorpora, entre otros, los quo tienen a
su cargo la instrucción, la educación, la cultura
y los medios de comunicación. En este sentido,
este aparato incluye la escuela, la universidad.
los centros ideológico - intelectuales, la prensa y
otros mecanismos usados por el Estado con el fin
de elaborar o transmitir la ideología de las clases
dominantes. Aquí es necesario recalcar, aunque
es obvio, que "no todas las funciones de la su-
perestructura caen dentro de la jurisdicción del
Estado, y mucho menos las que corresponden a
los intereses de las clases subordinadas".f41) Se
trata del aparato que tiene por objeto asegurar
que la ideología dominante de la sociedad sea
aquella que expresa los intereses de las clases
que están en el poder. Tal ideología puede ser
elaborada dentro o fuera del Estado, pero éste la
hace suya, la sanciona y la transmite. Por esta
razón, el aparato ideológico es algo más difuso
que el represivo: las clases dominantes tienen tam-
bién aparatos ideológicos que funcionan al mar-
gen del Estado, en tanto que el ejercicio de la
coacción es una función exclusiva del Estado (y
la ejerce a través de sus organismos especiali-
zados).
Ya se hizo referencia a lo sustantivo del apa-
rato económico: por medio de él se realizan las
acciones del Estado en lo económico. Está forma-
do por el conjunto de agencias, instituciones y
empresas aue tienen a su cargo la participación
estatal en la producción, acumulación, financia-
miento y distribución, así como en la regulación
del comportamiento de los agentes económicos y
en la gestión estatal. Abarca no solamente a los
organismos estatales vinculados con la produc-
ción material, sino también a los responsables de

57 —
los llamados "servicios generales"; aunque debe
destacarse quo lo más característico del aparato
económico son las empresas del Estado (que, se-
gún las modalidades actuales, pueden ser de pro-
piedad total o do participación, mayoritaria o mi-
noritaria, del Estado). Sin embargo, aquí también
deben puntualizarse las imprecisiones en la deli-
mitación del aparato económico, puesto que mu-
chos órganos y organismos que típicamente for-
man parte de otros aparatos, sirven a las funcio-
nes económicas. En efecto, tanto la represión co-
mo la ideología cumplen su papel en la repro-
ducción do las relaciones de producción.
4.6 La intervención del Estado en la economía--
Las acciones del Estado en lo económico son ac-
ciones de intervención en el proceso económico o
en los factores determinantes del comportamiento
de los agentes que tienen a su cargo las activida-
des económicas. En general, la política econó-
mica consiste en la intervención del Estado en la
economía, puesto que se refiere a su accionar en
ese campo. Esto parecería una redundancia, des-
pués de todo lo que se anotó en lo que va de este
capítulo. Pero se trata de un tema en el que tam-
bién existe controversia o, por lo menos, puntos
de vista dispares. Por eso es necesario presentar
algunas consideraciones al respecto.
Elmar Alvater, en su ya referido trabajo so-
bre el intervencionismo de Estado, apunta, en la
primera nota de pie de página, lo siguiente: "La
propia categoría 'intervencionismo do Estado' es
problemática. Su acepción corriente implica una
relación imprecisa entre la sociedad, su estruc-
tura económica y el Estado. En cierto sentido, es-
te ensayo es un intento de criticar ene punto de
vista. Sin embargo, dado que otros conceptos ta-
les como 'rogulaclón estatal', 'capitalismo planili-

- 58 —
cado', 'crisis do administración', y otros similares,
no son alternativas válidas, nosotros utilizaremos
el concepto problemático de intervencionismo del
Estado".(42) Aquí puede verse que Alvater cues-
tiona el concepto de intervencionismo, mostrando
sus limitaciones; poro no lo supera debido a que
no encuentra otra categoría más apropiada.
Sin embargo, Pedro Pires es mucho más preci-
so, al presentar los aspectos quo hacen discutible
el concepto do intervencionismo estatal. Dice que
relaciones capitalistas do producción su-
ponen. on forma estructural, que el Estado tenga
parte en las relaciones económicas, constituyen-
do así un 'carácter general' del Estado capitalis-
ta. Debe tenerse en cuenta que el Estado ha sido
un elemento actuante en toda etapa del desarro-
llo capitalista.. Este carácter general del Esta-
do capitalista so manifiesta en ferinas distintas y
en grados diferentes según las etapas y fases del
desarrollo do las relaciones capitalistas do pro-
ducción y, aún, de la coyuntura do que se trate.
Según lo entendemos, no se trata de una 'inter-
vención' del Estado en la economía, sino de zu
articulación estructural en la reproducción de kin
sociedades capitalietas".(43)

to.que Pires destaca–es que. si el Estado se


articula estructurabnenle 'en la reproducción, no
se puede hablar de "intervención" puesto que ella
supone "un actor que interpone su conducta o ac-
ción en otro u otros actores, o bien en sus accio-
nes o ámbitos (interposición connotada do excep-
cionalidadr.(44) Si la articulación del Estado y
le economía es estructural, no corresponde utili-
zar el concoptc de intervención

No hay duda de que el Estado estuvo siempre


constitutivamente presente en las relaciones eco-

- 59 —
nómicas. Esto ocurrió en todas las épocas histó-
ricas y no sólo en el capitalismo. Pero, uno de los
rasgos que se ha destacado, con mucho énfasis en
este capítulo, es la distinción fundamental entre
el Estado y la sociedad en el capitalismo, distin-
ción que ha sido remarcada por Carlos Marx. Se
ha mostrado que en el capitalismo se presenta
una separación relativa entro el Estado y la eco-
nomía, pues ambos tienen sus propios espacios y
campos. Esto significa que, sin negar el rol del
Estado en la propia constitución de las rotacio-
nes capitalistas de producción, es preciso recono-
cer que existe una separación y, por lo tanto, la
relación que se establece entre ellos adquiere con-
notaciones especiales. De ahí que la "interven-
ción estatal" debe ser entendida no como una in-
terposición excepcional de un actor independien-
te sobre otro, sino dentro del concepto de auto-
nomía relativa. Debe ser interpretada como uno
forma do relación entre partes constitutivas de
una totalidad orgánica y no en el sentido de que
un actor autónomo "introduce" su acción en otro.
también autónomo.

Lo característico del Estado capitalista no con-


siste en su intervención en la economía; lo típico
del capitalismo es que el proceso económico este
a casco de las empresas privadas. El Estado ca-
pitalista no se organizó para llevar a cabo la pro-
ducción y la distribución. sino para asegurar las
condiciones generales en que ellas se realizan.
Cuando se dice, por ejemplo, que "el Estado es
la atmósfera de la producción", no so está seña-
lando quo él sea el que ejecuta esa actividad.
El funcionamiento ideal del capitalismo (en el
sentido de la "mano invisible" de A. Smith) sMo
puede darse en ausencia de todo tipo de inter-
ferencia en el funcionamiento del mercado. Cucm-

- 60 --
to más expontáneo sea el funcionamiento de las
leyes económicas, más cerca estará el capitalis-
mo de su funcionamiento ideal. Por ello, cuando
el Estado deja de ser la simple "atmósfera" y lle-
va a cabo acciones para afectar, de una forma u
otra, el desenvolvimiento del mercado, está pe-
netrando en un campo que no es ol suyo propio.
especifico. Tales acciones son, pues, interven-
ciones.
Hay también otra acepción del concepto que
es preciso aclarar. Suzanne de Brunhoff en su li-
bro "Estado y capital- establece una diferencia
—quo ya fue señalada en el capítulo I de este
trabajo— entre la intervención del Estado y la
política económica. Esta autora no niega el con-
cepto de intervención del Estado, sino que le da
otras dimensiones, diferentes, o más amplias, de
la política económica. Así, dice que "el eje prin-
cipal de la intervención económica del Estado,
sea o no política económica, es la gestión de la
fuerza do trabajo como mercancía particular".(45)
También dice que la política económica sólo so
desarrolla "cuando la fuerza de trabajo deviene
clase obrera";(46) o sea que puede interpretarse
que el intervencionismo estatal es política econó-
mica sólo cuando la fuerza de trabajo llega a sor
(deviene) clase obrera.
Aunque esta discusión corresponde más al
concepto y contenido de la política económica, es
necesario reiterar que ésta no se refiere única-
mente a ciertas formas particulares de interven-
ción —específicamente, las que surgieron después
de la crisis de los años 30— sino a todas las ac-
ciones del Estado que persiguen objetivos econó-
micos. Ya se mencionó que la política económica
no es sólo gestión de la coyuntura. Al pretender
diferenciar las intervenciones económicas del Es-

- 61 —
lado que son política económica, do aquellas que
no lo son. so está abriendo !a puerta para un con-
junto do imprecisiones que pueden no sólo com-
plicar el análisis sino también distorsionarlo. Por
eso, es preciso tenor clara la idea de que las ac-
ciones de política económica se refieren a la in-
tervención del Estado en el proceso económico y
que esa intervención forma el contenido do la po-
lítica económica.

La necesidad de la intervonción del Estado ha


existido desde el surgimiento mismo del capitalis-
mo; basta recordar, por ejemplo, el papel quo des-
empeñó en el período de la acumulación origina-
ria. Sin embargo, esa necesidad fue modificándo-
se según los diversos estadios del desarrollo ca-
pitalista y do acuerdo con las exigencias de la
burguesía en su lucha por conquistar, consolidar
o mantener el poder. Así, el Estado mercantilis-
ta tuvo que llevar a cabo una amplia intervención
para favorecer el ascenso y consolidación de 3a
burguesía, quo necesitaba do ese apoyo. Más tar-
de, el Estado liberal redujo al mínimo esa inter-
vención porque ya la burguesía on el poder, ne-
cesitaba libertad para actuar.
Con la crisis de 1930 surgió ol Estado anti-
cíclico que desempeñó un papel altamente inter-
vencionista. cuando las fuerzas del mercado re-
sultaron insuficientes para superar la crisis y la
burguesía requería de nuevo el apoyo estatal.
Posteriormente, después do la Soqunda Guerra
Mundial, el Estado desarrollista dio nuevas ca-
racterísticas a la intervención estatal al propo-
nerse superar las tendencias al estancamiento del
capitalismo, en una etapa en que la burguesía
comenzó a ver seriamente amenazado su poder
por el ascenso del socialismo. En la actualidad
ss están modificando las formas de la interven-

- 62 —
ción, poro ésta no deja do estar presento, como
elemento cada vez más vital, en el funcionamien-
to del sistema.
Esto quiere decir que la política económica del
Estado capitalista fue distinta, según las diferen-
tes etapas del desarrollo del sistema. Al modifi-
case las características de la intervención, am-
pliándose o restringiéndose, la política económi-
ca adquiriría nuevas dimensiones y perspectivas;
pero no dejó do existir en ningún momento, aún
en la etapa del mayor apogeo del liberalismo.
Decir que la intervención económica del Estado
mercantilista no constituyó política económica, es
llevar las cosas demasiado lejos. Hubo política
económica mercantilista. lo mismo que hubo polí-
tica económica liberal; las intervenciones esta-
tales en el proceso económico no persiguieron los
mismos objetivos ni emplearon iguales instrumen-
tos, poro en eso consiste justamente el carácter
histórico do la política económica.
4.7 El personal del Estado.— El manojo do los
aparatos dol Estado y el cumplimiento de sus fun-
ciones está a cargo de un "cuerpo de funcionarios
capacitados para ejercer la función do adminis-
trar. Este cuerpo do funcionarios es lo que se de-
nomina burocracia-.(47) La burocracia no es una
clase ni una fracción de clase: "es una capa so-
cial de naturaleza específica encargada de la ad-
ministración de los asuntos públicos-148) Pero.
también la burocracia es un tipo de organización
pues, el Estado requiere de "un cuerpo especiali-
zado de funciones y técnicas administrativas, un
personal, un aparato y un patrimonio".(49) Sin
embargo, aunque aquí sólo so hará referencia a
la burocracia estatal, debe destacarse quo ella no
es un fenómeno exclusivo del Estado, ya que on

— 63 —
el capitalismo contemporáneo penetra también en
la organización de la vida económica y la acti-
vidad privada.
En lo más general, la burocracia es "un siste-
ma de administración que se efectúa mediante un
aparato especial dotado de funciones y privile-
gios específicos y colocado aparte y por encima
del pueblo".(50) Sus rasgos principales consis-
ten en la tendencia al aislamiento, la tendencia
a convertirse en casta, la esterilización de la ini-
ciativa de sus componentes, la proclividad a la
formalización, la fetichización de las normas, la
estandarización de las obligaciones, el conformis-
mo de sus miembros, el culto a la autoridad, la
subordinación, obediencia, devoción y lealtad al
cargo y a las funciones inherentes. La burocra-
cia se articula como un sistema institucionaliza-
do en el que "a cada miembro corresponde, se-
gún su ubicación, diferentes grados y posibilida-
des de poder, responsabilidad, ingreso, privile-
gios, prestigio, promoción '.(51)
Para el ejercicio de sus actividades, la buro-
cracia se ensambla a través de una jerarquía ver-
tical de mando. Una de sus características impor-
tantes consiste en el establecimiento de un apa-
rato de estructura jerárquica y no democrática,
de poder descendente y no ascendente. "El acce-
so al cargo, las funciones y las atribuciones, los
derechos y las obligaciones, las actividades y las
conexiones recíprocas, las fijan los jefes y nive-
les superiores, de arriba hacia abajo, de manera
oficial, legalizada e impersonal".(52) En reali-
dad, la burocracia es una forma de dominación
política que considera los intereses sociales úni-
camente como espacios sujetos a control y pla-
nificación. "La burocracia niega progresivamen-
te la participación pública"(53).
— 64 —
La burocracia os una categoría histórica. Sur-
gió con la división de la sociedad on clases y con
la aparición del Estado. Sus formas se modifica-
ron al pasar do una formación social a otra. Así.
on la sociedad esclavista existía una jerarquía do
órganos y cargos burocráticos muy compleja. En
la sociedad feudal el Estado tuvo un gran apara-
to burocrático. En el capitalismo la burocracia so
desarrolló notablemente a través del estableci-
miento de sofisticados aparatos administrativos
tanto en el Estado como en la empresa capitalis-
ta, los partidos y otras organizaciones no estata-
les de la burguesía. "El Estado moderno mues-
tra una tendencia hacia la organización burocrá-
tica del poder; hacia el Estado burocrático".(54)

Es evidente que las formaciones sociales pre-


capitalistas no conocieron el fenómeno burocráti-
co con las características quo muestra en la so-
ciedad capitalista. Con sus formas modernas, la
burocracia surge en el período do la transición
del feudalismo al capitalismo. Lenin anota que
"...toda burocracia es,... por sus fuentes con-
temporáneas y por su misión, una institución pu-
ra y exclusivamente burguesa... -.(55)

La base do la burocracia, en su forma moder-


na, está on la separación entro ol Estado y la so-
ciedad civil. La administración aparece entre la
sociedad civil y el poder político: es un nexo en-
tro ambos.
Al respecto, es conveniente recordar que en el
Estado so diferencian dos esloras do acción: una
esfera de acción política y una calera de acción
administrativa. La esfera de acción política se de-
fine por el poder y se refiere a la adopción de
las decisiones fundamentales sobro los aspectos
que interesan al conjunto do la sociedad. La es-

- 65 —
fera de acción administrativa consiste en la eje-
cución do las decisiones asumidas en el nivel
político y se define por la estructura formalmen-
te jerarquizada (aparato administrativo) que tie-
ne a su cargo el cumplimiento de las funciones es-
tatales. El punto focal de la confrontación de las
clases, fracciones y grupos sociales so da en el
nivel político; es decir, en el nivel en que se to-
man las decisiones. El control do las clases do-
minantes so concentra en el nivel del poder.

La burocracia está formada por el grupo hu-


mano que tiene a su cargo el manejo del aparato
administrativo utilizado para la aplicación de las
decisiones adoptadas en la esfera del poder. En
este sentido, la burocracia constituye un instru-
mento y un sistema de transmisión al servicio de
los que toman las decisiones. Como es obvio, las
decisiones responden a los intereses fundamenta-
les de las clases dominantes y, por tanto, la bu-
rocracia sirve, finalmente, a las clases dominan-
tes. Es evidente que "en la medida en que la ad-
ministración do los asuntos públicos supone la
preservación del sistema dentro de cuyos marcos
opera, la burocracia está siempre on última ins-
tancia al servicio del orden establecido y de la
clase dominante o su fracción hegemónica y la
configuración de las relaciones sociales funda-
mentales fija los limites extremos do su acción"
(56).
Para afianzar la conclusión del anterior pá-
rrafo. debe rocordarse que las clases que contro-
lan el poder político presentan sus intereses co-
mo intereses generales de la sociedad. La buro-
cracia os la personificación de esa "aparente uni-
versalidad del Interés particular". No hay me-
jor lugar quo ésto para citar a Marx. quien, en
la Crítica de la filosofía hegeliana del Derecho,

— 66 —
dice que la burocracia "hace de sus objetivos 'for-
males' su contenido ...por todas partes entra en
conflicto con los objetivos 'reales'. Por eso se ve
obligada a presentar lo formar por el contenido,
y el contenido, por algo formal. Las tareas esta-
tales se transforman en tareas oficinescas, o las
tareas oficinescas, en estatales".(57) Apunta asi-
mismo que "la supresión de la burocracia sólo es
posible si el interés general so transforma real-
mente en interés particular, y no sólo —como pa-
ra Hegel— en ol pensamiento, en la abstracción;
esto, a su vez, será posible sólo si el interés par-
ticular se transforma realmente en general".(58)
El apego de la burocracia a las normas so
transforma en el culto de las normas. Ello se de-
be a que sus actividades cotidianas consisten en
la aplicación de normas y, a su vez, su propia exis-
tencia se fundamenta en las mismas, en estatu-
tos especiales, que determinan sus funciones, atri-
buciones, deberes y responsabilidades. Llega a
considerarse a sí misma como la encarnación del
interés general y del poder estatal, lo que se tra-
duce en "actitudes y comportamientos que —en
parte pretendida y en parte realmente— consa-
gran la neutralidad, el distanciamiento profesio-
nal, la objetividad, la conducta desapasionada
respecto a los problemas y las personas, la subor-
dinación de las actividades administrativas a nor-
•as ligadas a principios y finos abstractos".(59)
la mayoría de los componentes de la burocracia
está convencida de que rea'mente sirve a la so-
ciedad sin favoritismos ni privilegios en favor de
nadie. Esa mayoría no reconoce otra subordina-
ción que a la ley, al orden establecido y a los in-
tereses generales de la sociedad, pero ignora o
confunde el verdadero significado de estos con-
ceptos. Sólo los segmentos de la alta burocracia,

— 67 —
que se fusionan con las Mitos do la empresa pri-
vada (especialmente de los monopolios y oligo-
pollos), tiene clara conciencia de su verdadero
papel en la sociedad.
La burocracia tiene también su propia fuente
de poder en el saber burocrático que acumula a
través de su experiencia y quo consiste en el con-
junto do conocimientos, técnicas y procedimientos
que utiliza en el desempeño do sus funciones. Al
tener a su cargo el manejo de los aparatos del Es-
tado. la burocracia llega a constituirse en la "me-
moria estatal". La racionalización de las activi-
dades administrativas coloca a la burocracia en
una situación de privilegio, acrecentando su po-
der, por medio del manejo do las técnicas y del
cdticulo.(60) La necesidad de una especialización
creciente provoca el paulatino desplazamiento de
los políticos por los funcionarios. La formación
del cuerpo especializado de funcionarios, que des-
empeñan un papel técnico cada voz más comple-
jo, es una necesidad y un resultado do la raciona-
lización de las actividades on la sociedad moder-
na. El saber burocrático es monopolizado por los
funcionarios, según su jerarquía, y por la buro-
cracia como un todo, convirtiéndose en una pa-
lanca de poder que afianza su tendencia a con-
vertirse en una fuerza social con intereses y va-
lores propios, superando su papel meramente téc-
nico o instrumental.

La concentración del poder refuerza necesa-


riamente la tendencia a la conversión do la buro-
cracia en una fuerza social capaz do plantearso
sus propios objetivos. El manejo do los aparatos
estatales, la aplicación de las normas legales, la
administración del creciente patrimonio público y
el sabor burocrático, cada voz más especializado,
junto con otros factores, proporcionan a la buro-

- 68 —
cracia un enorme campo de maniobra dentro del
cual puede desenvolverse con un alto grado de
discrocionalidad. De manera que la burocracia
dispone tambión de una cierta autonomía relati-
va en relación con las clases dominantes. Aún
más, va logrando ampliar constantemente esa au-
tonomía.
La autonomía relativa do la burocracia con-
siste en que dispone de márgenes entre los cuales
puedo asumir sus propias decisiones. Si bien, en
esencia, está al servicio de quienes toman las de-
cisiones en la esfera del poder, no constituyo un
instrumento manipulable a entera voluntad de las
clases dominantes. Por su naturaleza y función
tiene que estar subordinada a los intereses de las
clases dominantes, pero dispone también do una
cierta independencia —formal y efectiva— deter-
minada por el orden jurídico y por las prácticas
quo lleva a cabo en la sociedad y el Estado. Los
estatutos legales que rigen su actividad señalan,
formalmente, que debo actuar al servicio del con-
junto do la sociedad y con prescindencia do presio-
nes extornas. Pero, además, la burocracia bus-
ca expandir su esfera de influencia no sólo como
resultado do sus facultades legales, sino por la
necesidad do su desenvolvimiento como fuerza so-
del capaz do plantearse objetivos propios.
La burocracia tiende a superar su función téc-
nica y a participar en la actividad política. Su-
pera su papel de instrumento y procura afianzar
un grado creciente de autonomía, unidad y diná-
micas propias. Los funcionarios desplazan ten-
dencialmonte a los políticos. Así, poco a poco.
la burocracia adquiere y amplía funciones de con-
ciliación y mediación entre clases, fracciones y
grupos sociales, colocándose, unas veces formal
y otras realmente, por encima de la sociedad. De

— 69 —
esta manera, tiende a volverse cuorpo indepen-
diente y centro de decisiones. En muchos casos,
puede oponerse y enfrontar ciertos intereses de las
clases dominantes. para lo cual busca apoyarse
no sólo en los cuerpos legales que regulan sus
funciones, sino también en el movimiento social
y político do las clases dominadas.

En resumen, el personal del Estado constitu-


ye una categoría social específica, con unidad pro-
pia y autonomía relativa frente a las clases do-
minantes. Nicos Poulantzas anota que "la ideo-
logía dominante, que el Estado reproduce e incul-
ca. constituye el cemento interno do los aparatos
..statales y de la unidad do su personal-A61) Es
la ideología del Estado neutro, árbitro entre las
clases en lucha. representante del interés general
y de la voluntad colectiva.
Aunque los párrafos anteriores so orientan a
caracterizar la burocracia en sus aspectos más
generales, también se deslizaron algunas anota-
ciones para mostrar que no existe una homoge-
neidad total en su seno. No se trata de un grupo
social que so desenvuelva al margen de las de-
terminaciones clasistas. Por eso el personal del
Estado está también dividido: el personal de las
altas esferas proviene generalmente de la bur-
guesía, mientras que el personal do niveles inter-
medios y subalternos so recluta en la pequeña
burguesía o incluso en sectores populares. Las lu-
chas sociales tienen que afectar, necesariamente,
al personal del Estado en sus diferentes niveles.

Si bien, como se ha apuntado, la burocracia


tiende al aislamiento y a convertirse en casta, no
puede sustraerse totalmente do las luchas socia-
les que afectan a la sociedad global. Tiene que
reflejar, por fuerza, las tensiones y pugnas que

— 70 —
u-

se dan entro las clases sociales, puesto que cons-


tituyo un nexo entre la sociedad y el Estado, for-
mando ella misma parte de la sociedad poro ad-
ministrando, a su vez, el aparato del Estado. Los
diversos segmentos de la burocracia se relacio-
nan con segmentos distintos de la sociedad y se
enfrentan con problemas diferentes. Las actitudes
y comportamientos concretos no pueden sor, por
tanto, inexorablemente iguales. Es evidente, por
ejemplo, que determinados segmentos do la bu-
rocracia se relacionan más, en su quehacer co-
tidiano, con las clases dominantes, mientras otros
lo hacen con las clases dominadas. Y las rela-
ciones sociales son siempre relaciones dialécti-
cas; es decir, de influencia recíproca. Así, una
parto de la burocracia asumirá el papel do por-
tavoz directo do las clases dominantes, en tanto
que otra reflejará los problemas quo afectan a
las clases dominadas.
A medida que el Estado incorpora nuevas fun-
ciones estatales, distintas de las tradicionales, tie-
ne quo ampliar no sólo el personal administra-
'ivo, sino también confronta una diversificación
do los problemas a resolver. La extensión de la
democracia abro la posibilidad para que las ma-
sas logren la atención del Estado para sus de-
mandas, ampliando sus funciones y los aparatos
que las ejecutan. Así se presenta la paradoja de
que la ampliación de la democracia significa al
mismo tiempo la ampliación de la burocracia. El
reclutamiento de nuevo personal para los nuevos
aparatos y funciones, significa una apertura, ma-
yor o menor, a nuevas ideas, actitudes y compor-
tamientos, quo tienen que impactar sobro las prác-
ticas rutinarias.
Por otro lado, la burocracia no es un circulo
totalmente cenado, con trabas insuperables para

— 71 —
el ingreso o la salida de sus miembros. Existe
siempre una movilidad desde y hacia la burocra-
cia; movilidad que permeabiliza y contrarresta las
tendencias al aislamiento. Si bien la fuerza de
la ideología dominante en el Estado es suficien-
te para imponerla sobre el promedio o el común
de los miembros, nunca logra modificar del todo
la mentalidad, sensibilidad y perspectiva sobre
los problemas fundamentales de la sociedad. En
el funcionario no desaparece del todo el indivi-
duo con determinación de clase; es decir, con ideo-
logía e intereses que reflejan su situación origi-
naria. Esto es aún más evidente en los regíme-
nes políticos donde el reclutamiento del personal
del Estado tiene bases más amplias y no se es-
tablecen requisitos de filiación partidista, ideoló-
gica, religiosa, étnica o de otra índole. En tales
circunstancias, la burocracia puede constituir tam-
bién un espacio de las luchas sociales, políticas e
ideológicas, debilitándose las tendencias a con-
vertirse en casta. El prototipo del funcionario
puro, que absorbe en su integridad al individuo,
es una abstracción.
Nicos Poulantzas señala que la crisis actual
del Estado capitalista se manifiesta también en
el personal del Estado (además de afectar sus ins-
tituciones y aparatos/. Se trata, dice, de la crisis
de la burocracia en sentido amplio. Entre los ras-
gos de esa crisis apunta la reorganización del con-
junto de los aparatos estatales; las luchas y con-
tradicciones de clase en el seno del personal del
Estado; y las reivindicaciones y luchas propias de
este personal. Las luchas de clase que impreg-
nan al personal del Estado, se traducen en con-
tradicciones internas; en querellas entre miem-
bros de distintas ramas del Estado, fricciones en-
tre camarillas, facciones, grupos, etc. Además,

— 72 --
continúa Poulantzas, la crisis ideológica penetra
en el ámbito del personal del Estado, abriendo
grietas y provocando divisiones internas.
Resulta así quo el estudio fructífero do la bu-
rocracia debe incorporar, simultáneamente, las
características sustantivas y tendencias genera-
les que presiden su desenvolvimiento, y los pro-
blemas, limitaciones y aspectos concretos que éste
asumo. Si se reduce el análisis a lo más general;
es decir, si se queda en el nivel más alto do abs-
tracción, se corro ol riesgo do presentar un proto-
tipo sin correspondencia con la realidad. Por el
contrario, si no se avanza más allá do las mani-
festaciones inmediatas del fenómeno, resulta im-
posible conocer sus aspectos esenciales y sus ten-
dencias intrínsecas. En ambos casos no so podría
llegar a un conocimiento verdadero del papel real
de la burocracia en el acontecer de la sociedad
y en ol accionar del Estado en los distintos cam-
pos.
Las anotaciones que se hicieron en esto punto
sobro la burocracia llevan a la conclusión do que
no todas las acciones de política económica se
deciden en la quo se ha definido como esfera de
acción política; sino que muchas de ellas surgen
en la esfera administrativa. Es evidente quo las
decisiones fundamentales que afectan a toda la
sociedad o a partes importantes de ella, sólo pue-
den adoptarse en la esfera del poder, en el nivel
político. En esto sentido, las acciones de mayor
trascendencia en la política económica responden
a decisiones que se toman on el centro del poder.
quo es donde las clases dominantes concentran su
principal atención.
Pero, la política económica no se refiere sólo
a dichas acciones trascendentes, sino también al

— 73 —
quehacer cotidiano de los diferentes aparatos del
Estado. Muchas de estas decisiones, aún siendo
importantes, no se formulan on los máximos ni-
veles del poder. Aquí es donde resulta de mu-
cha utilidad el concepto de autonomía relativa de
la burocracia porque se refiere a los grados de
libertad o márgenes de maniobra que ella dispo-
ne en su quehacer como responsable del manejo
de los aparatos del Estado y del cumplimiento do
sus funciones. En efecto, gran parte de la polí-
tica económica se gesta, aprueba, aplica y eva-
lúa en los niveles administrativos; sin que esto
niegue el carácter de la política económica como
resultado de las luchas sociales. Según su jerar-
quía, cada funcionario tiene una cierta parcela
de poder —formal y efectivo— que usa como par-
te del cumplimiento normal de sus atribuciones y
responsabilidades. En este sentido, el poder real
del Estado os inseparable de quienes lo adminis-
tran.
En muchas circunstancias, las clases dominan-
tes tienen que enfrentarse a la propia burocra-
cia en su lucha por imponer sus intereses sobro
el conjunto de la sociedad. Como es sabido, los
bloques y alianzas entre fracciones y clases do-
minantes no son permanentes, sino, por el contra-
rio, transitorias. Los cambios de gobierno no sig-
nifican un cambio de toda la burocracia, sino úni-
camente de los "funcionarios de confianza-. El
grueso de la burocracia queda y sobrevive al de-
rrumbe de los pactos, alianzas y bloques en el
poder. Así os como se va constituyendo en la
"memoria estatal" y, en cierto sentido, asume el
papel de guardián de lo permanente frente a la
fugacidad do los gobiernos o de los bloques en
el poder. La identificación de la burocracia con
las distintas fracciones de clase dominantes no es

— 74 —
la misma y los vínculos de obediencia y lealtad
tampoco son iguales. Debido a eso son muy fre-
cuentes las fricciones y contradicciones entre las
clases y fracciones do clase dominantes y ciertos
segmentos de la burocracia e incluso, la burocra-
cia en su conjunto. Dichas contradicciones se re-
suelven a través do cambios en el seno de la bu-
rocracia; cambios que a veces asumen las carac-
terísticas do extirpaciones profundas quo afectan
a ramas amplias del aparato estatal.

Cuanto mayor es el empeño por racionalizar


la acción estatal, mayor es el grado de autono-
mía relativa de la burocracia y más importante
su papel on la política económica. La racionali-
zación de las actividades públicas significa supe-
rar la anarquía, eliminar la improvisación forta-
lecer la congruencia, compatibilizar las acciones
y. en fin, elevar los índices do eficacia y eficien-
cia en el manojo estatal. De modo quo la racio-
nalización implica perfeccionar al Estado para el
cumplimiento de sus funciones; es decir para que
éste sea más eficiente en la creación de las con-
diciones generales de la producción (quo las em-
presas por sí solas no pueden croar). La raciona-
lización de las actividades estatales coincide ple-
namente con los intereses fundamentales de las
clases dominantes. Pero, aquí también debe ano-
tarse que no siempre están ausentes los conflic-
tos entre los intereses fundamentales y los inte-
reses inmediatos de las clases y fracciones de
clase dominantes. En los períodos de relativa es-
tabilidad, cuando los intereses fundamentales pa-
recen asegurados. las clases y fracciones se olvi-
dan de ellos y anteponen los intereses inmediatos
que, por lo general, son causa de tensión y de
conflicto.

— 75 —
Pero, dicha racionalización y los pasos que
so dan para lograrla, amplía la cuota de poder
de /a burocracia y la capacita para enfrentar las
presiones que no coincidan con los propósitos efi-
cientistas del Estado. Al respecto se debe ano-
tar que la anarquía de la producción capitalista
se traduce on presiones de diverso tipo sobre el
Estado, ocasionando las incongruencias, contra-
dicciones, incompatibilidades y discontinuidades
que son tan frecuentes en la politica económica
capitalista. Do ahí que para organizar racional-
mente sus acciones, el Estado tenga que verse en
la necesidad do enfrentar a las fracciones y gru-
pos que actúan sobre él tratando do hacer pre-
valecer sus intereses circunstanciales. Para cum-
plir con celo su función racionalizadora (para in-
troducir orden en el desorden) la burocracia tiene
que enfrentarse con las clases y tracciones a las
que, en última instancia, está subordinada.
En los paises atrasados, do la periferia depen-
diente, el papel de la burocracia asumo caracte-
rísticas especiales. El escaso desarrollo de las
clases sociales otorga a ésta condiciones singula-
res para el manejo del Estado. El control de los
aparatos le permite ejercer una gran influencia
sobre la esfera del poder. En estos países existe
mayor necesidad de que la burocracia aparezca
más identificada con los intereses do la nación,
pues, frente a la debilidad de las clases y frac-
ciones dominantes, ella tiene que asumir el rol
de protagonista principal en el fortalecimiento y
consolidación do la nación. De ahí también que,
con frecuencia, uno de los segmentos do la buro-
cracia —los militares— se sientan predestinados
para llenar el vacío provocado por la debilidad
o inmadurez do las clases dominantes y pretenda
temar para sí la responsabilidad principal en la
formulación y ejecución de la política económica.

— 76 —
El papel de la burocracia debo ser estudiado,
entonces, con todo rigor, porque permite explicar
muchas de las características específicas de la
política económica. Es preciso tener claro el con-
cepto de que ella no es simplemente el brazo eje-
cutor de las decisiones que toman las clases do-
minantes en la esfera del poder; su papel acen-
túa la complejidad inherente al proceso de gesta-
ción y evaluación de la política económica. Al
mismo tiempo, contribuye a esclarecer el signifi-
cado de las acciones estatales en lo económico,
que a la luz de este análisis aparecen como algo
más que la simple gestión estatal de la coyun-
tura o la solución de los problemas circunstancia-
'es de las clases y fracciones de clase dominantes.

Así se comprende que la política económica


no es una respuesta lúcida, integral y homogé-
nea que, delineada en lo sustantivo por las cla-
ses dominantes, es interpretada o impuesta por
el Estado al resto de la sociedad mediante una
correa de transmisión constituida por la burocra-
cia. Tampoco es una manifestación coherento del
Estado como un ente suprasocial que, colocado
por encima de las clases dominantes, adopta las
medidas necesarias para administrar con eficien-
cia los intereses de esas clases, observando los
principios de la lógica económica, pero sin con-
sultarlas ni ser influido por ollas. La política eco-
nómica es una síntesis de las luchas sociales; lu-
chas en las que la burocracia no es sólo un re-
ceptáculo sino también un actor.

Esta larga reflexión sobre el Estado y su pa-


pel en la política económica respondo a un pro-
pósito que no sólo se refiere a la necesidad de
conocer el significado exacto de las acciones (pro-

- 77 —
ceses) estatales en lo económico, sino de mostrar,
además, quo la política económica os el resulta-
do de las luchas sociales que abarcan al conjunto
do la sociedad y atraviezan, en todas sus dimen-
siones, al Estado. Las luchas sociales que dan
erigen y constituyen la esencia de la política eco-
nómica no se refieren sólo a las que llevan a
cabo las clases y fracciones dominantes. También
dejan su huella las luchas de las clases domina-
das, en tanto éstas consiguen penetrar en el Es-
tado y logran obtener que sus intereses vayan
siendo reconocidos y tomados en cuenta como in-
tereses generales de la sociedad.

Se ha tratado de poner en evidencia, a partir


de un análisis en el más alto nivel de abstracción,
que la política económica expresa los intereses
sustantivos de las clases dominantes y que las ac-
ciones del Estado responden a la necesidad de
asegurar la supervivencia y reproducción del sis-
tema capitalista, creando y mejorando las con-
diciones en quo éste se desenvuelve. La presen-
tación del tema en un nivel do generalización tan
elevado responde a la necesidad de dejar en cla-
ro, para los estudiantes y lectores no especializa-
dos, las causas últimas aue determinan la actua-
ción del Estado. La política económica, como el
Estado que la ejecuta, está al servicio de las cla-
ses dominantes, pero no puedo dejar de tener en
cuenta las necesidades e intereses do las clases
dominadas, con mayor razón si éstas tienen una
alta conciencia de clase y comprenden que sólo
la lucha persistente y tenaz puede evitar la con-
culcación de sus derechos y el menoscabo de sus
intereses.
Durante mucho tiempo, y aún es visible en la
actualidad, primó el criterio de quo la política
económica es un campo en quo se desenvuelven

— 78 —
únicamente las clases y fracciones de clase domi-
nantes; so ha considerado que ese es su terreno
propio en el que pueden moverse con exclusivi-
dad. Esta apreciación proviene de una aplica-
ción rigorista y un tanto a-histórica de aquella
frase célebre: "El gobierno del Estado moderno
no es más que una junta que administra los ne-
gocios comunes de toda la clase burguesa-.(62)
Según esta forma de ver, la política económica
no es más que el conjunto de acciones del Esta-
do para la gestión do los intereses comunes de la
burguesía, sin que tengan cabida los plantea-
mientos y proposiciones de las clases dominadas.
No es que la frase sea falsa; pero, desde 1848, en
que fue acuñada, la realidad social del capitalis-
mo ha cambiado mucho: la burguesía se ve cada
vez más y más arrinconada por el empuje do la
clase obrera y del movimiento popular en gene-
ral. El régimen de la burguesía está perdiendo
sus pilares de sustentación, y el Estado capitalis-
ta está en la necesidad de tener en cuenta cada
vez más los intereses generales de la sociedad,
porque so le va haciendo progresivamente más
difícil organizar el consenso.

Por esto, la política económica tiene que re-


flejar, necesariamente, los problemas y vicisitu-
des del Estado y la sociedad capitalista. Si la
burguesía quiere conservar el poder, sólo tiene
dos caminos: hacer mayores concesiones a las
clases dominadas, sacrificando aquellos intereses
no vitales, o recurrir a la violencia desnuda y des-
enfrenada para mantener a raya al resto de la
sociedad e imponer sus intereses a sangre y fue-
go. De modo que la política económica puedo ad-
quirir connotaciones más acentuadas para lograr
el consenso o tiene que sustentarse, en forma
abierta y descarnada, en la violencia, la repte-

-- 79 —
sión y la tortura. El primer camino es el do las
reformas de corte socialdemócrata y, el segundo,
es el del fascismo. Las reformas, al igual que la
autonomía relativa, tienen limites determinados
por los intereses fundamentales de las clases do-
minantes: sólo pueden avanzar hasta el punto on
quo éstos no peligren. Poro también el fascismo
tiene sus límites: están dados por la capacidad
de resistencia y ataque de las clases dominadas.
que constituyen la mayoría do la sociedad.
De todas formas, la política económica es un
campo en el que se hará sentir cada vez más la
presencia do las clases dominadas. Si hien en
otras épocas los intelectuales orgánicos de las
clases dominadas asignaron a la política econó-
mica ese carácter de coto cerrado en el que sólo
podían campear los intereses de las clases domi-
nantes, en la actualidad una actitud de ese tipo
tiene que ser considerada como una actitud retró-
grada. Las clases dominadas están en la necesi-
dad y tienen la oportunidad do formular sus pro-
pios programas do política económica y proponer-
los al conjunto de la sociedad como la alternati-
va más adecuada frente a los problemas que se
enfrontan. Esto significa disputar a las clases do-
minantes lo que hasta ahora ha sido considerado
su campo propio y exclusivo.

La disputa por el espacio de la política eco-


nómica implica, sin embargo, aue las clases do-
minadas puedan identificar y distinguir con cla-
ridad sus intereses inmediatos y sus intereses fun-
damentales y, además, que sus intelectuales or-
gánicos sean capaces de adecuar sus análisis, lle-
vándolos desde las formulaciones generales y ca-
tegorías abstractas, hasta los niveles más concre-
tos en que tienen lugar las acciones de política
económica. De esta manera, los enfoques sobre

— 80 —
este tema tienen que avanzar hacia lineas do pro-
fundización quo trascienden el marco do las ge-
neralizaciones o de las simplificaciones quo si
bien pueden ser muy útiles como punto de parti-
da —como premisas o hipótesis de trabajo— tam-
bién pueden convertirse en vallas que obstaculi-
zan el egtudio pormenorizado en el rico y variado
campo do la polStica económica, cuando se con-
vierten en dogmas o adquieren la solemnidad de
las categorlas canonizadas.
Al insistir en la necesidad y la posibilidad
de que las clases dominadas disputen el campo
de la política económica (lo que significa enfren-
tar a las clases dominantes en el interior de sus
propias trincheras) se pretende contribuir a derri-
bar dichas barreras mentales que durante mucho
tiempo han impedido a los portavoces de las cla-
ses dominadas —concretamente de la clase obre-
ra— llevar su lucha hasta el seno mismo del Es-
tado. Poro es imprescindible aclarar quo no so
trata, do ningún modo, de proponer que las refor-
mas del Estado capitalista y de su politica eco-
nómica, permitirán a las clases dominadas reali-
zar sus intereses fundamentales; es decir, no se
plantea la posibilidad de la transformación del
Esto-lo por medio de reformas. Las reformas no
trascienden el marco del orden establecido (con
dominantes y dominados) y tienen sus límites ptitr-
(solamente definidos. Esto no niega, sin embar-
go, que, según su profundidad, las reormas ponen
a pruulm la resistencia del sistema. En realidad.
las reformas marcan loa límites de la superviven-
cia del sistema, pero no los superan. Las clases
dominadas sólo podrán deja de ser tales por me-
dio do la revolución social y ésta tiene sus pro-
pios caminos.
Pero, ol estudio pormenorizado de lo que sig-
nifica la politica económica, contribuye también a
determinar nuevas formas de lucha —que no pue-
den ser desconocidas en el proceso do la revolu-
ción social— para las clases dominadas. En la
perspectiva de esa utilidad so escribo este texto
do política económica, que no sólo está destina-
do a los estudiantes universitarios y profesiona-
les do la materia, sino a todos los quo participan
en las luchas sociales.

— 82 --
I/ El tratamiento de este tema exige llegar a un alto
nivel de abstracción que, en relación con los de-
más capitulos de este Curso, pudiera dar la impre-
sión do estar fuera de contexto. Sin embargo, la
complejidad de la actuación del Estado hace ine-
vitable penetrar hasta sus aspectos esenciales, lo
que sólo puede lograrse llevando el análisis hasta
el nivel más alto de las generalizaciones, para lue-
go descender, progresivamente, a los temas más
concretos de la realidad en que se lleva a cabo la
politica económica. Puntos de referencia obligados
en este análisis son los aportes teóricos de Marx,
Engels, Lenin y Gramsci, a quienes se debe lo más
importante en la investigación del estado moderno.
2/ Engels, Federico: El origen de la familia, la propie-
dad privada y el Estado, Editorial Progreso, Mos-
e& p. 170.
3/ Poulantzas, Nicos: Las transrormaciones del Es-
tado capitalista: la crisis política y la crisis del
f Estado, pp. 49-47.
4/ Córdova, Arnaldo: Sociedad y Estado en el mundo
moderno. Editorial Grijalbo, S. A. (Teoría y Pm,
xis), México 1976, p. 35.
5/ Mosca, Gaetano: The raling elass; citado por Mar-
cos }tapian en "Estado y Sociedad"; UNAM, 1980;
p. 145.

— 85 —
6/ Marx, Carlos: El capitaL Tramo III Fondo de Cul-
tura Económica, México, pp. 732-733.
7/ Córdova, Amaldo: Sociedad y Estado en el mundo
moderno. Editorial Grijalbo, S. A. (Teoría y Pra-
xis), México 1976, p. 32.
8/ Carlos Marx utiliza el concepto de sociedad Civil
para designar las "condiciones materiales de vida"
pero también lo emplea en el sentido del con-
junto de las relaciones de producción. Gramscl
incluye en el concepto de sociedad civil "aquellos
organismos vulgarmente llamados privados" que
cumplen con la función de legitimar la dominación
(por ejemplo la escuela, medios de comunicación,
etc.). O sea que para Gramo' la sociedad civil
son las mediaciones que ligan el nivel económico
y el nivel político, e incorpora las instituciones y
organismos superestructurales no integrantes del
aparato estatal strictu sanan.
9/ A esto Juan Jacobo Rousseau denomina el "con-
trato social".
10/ En el análisis de la sociedad capitalista es impres-
cindible penetrar más allá do las aspiraciones, pues-
los aspectos esenciales de su funcionamiento están
encubiertos. René Zavaleta, partiendo de una cita
de Marx, apunta que: "La forma mistificada_ co-
rrespondo necesariamente al modo de producción
capitalista. La "formación aparente" de la sociedad
no coincide jamás con lo que la sociedad es: la
explotación está enrnascaradi como igualdad; las
clases colectivas como individuos; la represión
como ideología; el valor se representa como precio
la base económica como superestructura y la plus-
valía como ganancia. Todo está travestido y dis-
frazado". (Zavaleta, René: Las formaciones aparen-
tes en Marx; p. 18).
— 86 --
11/ Córdova, Amoldo: Obra citada, p. 40.
12/ Marx, Carlos: La Ideología alemana, Trad. W. Ro-
ces, Montevideo 1959, p. 40.
13/ Córdova, Amaldo: Obra citada, p. 244.
14/ Córdova, Amado: Obra citada, p. 244.
15/ Citado por Juan Carlos Portantiero: Estado y So-
ciedad, Revista Investigación Económica, N' 152;
abril—junio 1980, p. 26.
161 Kaplan, Marcos: Estado y Sociedad UNAS!, 1980,
160.
17/ Poulantzas, Nioos: Hegemonía y dominación en
el Estado moderno. Cuaderno Pasado y Presente
N^ 48 México 1977, pp. 38-86.
18/ Marx, Carlos: Contribución a la Crítica de la Eco-
nomía Politica.— Prefacio.
19/ "Según la concepción materialista de la historia;
el factor que en última instancia determina la his-
toria es la producción y la reproducción de la vida
real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más
que eso. Si alguien lo tergiversa diciendo que el
factor económico es el único determinante conver-
tirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta;
absurda. La situación económica es la base, pero
los diversos factores de la superestructura
ejercen también su influencia sobre el curso de las
luchas y determinan, predominantemente en mu-
chos casos, sus formas". (Carta de Federico En-
rola a Joseph Bloch, 22 de septiembre de 1890).
20/ Correspondió a Antonio Gramsci profundizar en
la investigación de la politica corno una actividad
autónoma, dentro de los limites y condicionamien-
tos impuestos por el desarrollo histórico.

— 87 —
21/ Pires, Pedro: Estado y Economía: Dos perspecti-
vas teóricas. p. 22.
22 Los conceptos de hegemonía y bloque ea el poder
forman parte de los aportes teóricos de Antonio
Gramsci.
23/ Reproducido por Heinz Rudolf Sonntag y Rector
Valecillos, en Estado en el capitalismo contera•
poráneo, Siglo XXI Editores; Mexico 1077, pp. 88-
133.
24/ Alvater, Elmar: Obra citada, p. 21.
25/ Portantiero, Juan Carlos: Estado y sociedad. Re-
vista Investigación Económica No 152, p. 17.
26/ Alvater, Elmar: Obra citada, p. 91. Pero la frase
corresponde originalmente a Carlos Manc (La idea
logia alemana).
27/ Portantiero, J.C.: Obra citada, p. 18.
28/ Alvater, Elmar: Obra citada, p. 9.
29/ Poulantzas, Nicos: Las transformaciones actuales
del Estado. La crisis politica y la crisis del Estado
p.p. 56.
30/ Poulantzas, Nicos: Obra citada, p. 55.
31/ La conquista de la jornada de 8 horas por ejem-
plo, significó una lucha tenaz de varias generacio-
nes de la clase trabajadora y tuvo costos Lit altos
como la Masacre de Chicago. del 1 de Mayo; eje-
cutada por el gobierno de Estados Unidos. Cada
medida en favor de los trabajadores tiene su costo
no es un regalo.
32/ Portantlero, J. C.: Obra citada, pp. 24-25.
33/ "La función de hacer acatar el mando de la clase
dominante por medio de la coerción (el ejército;
la policía, el derecho y el sistema penal) fue la dl-

- 88 —
mansión del Estado. que d'Aun-415mo clásico•inves-
tlgó más do cerca. Más tarde, Lukáca y Gremial
pusieron mayor énfasis en sU iiincidn'integradoiti:
quo adjudicaron esencialmente a la ideología de
la clase dominante". Mandel, Emest: El capita.
'llamo tardío, Ediciones ERA, México.'capítulo XV:
p. 462. ' •.
34/ 0 •Connor, James: Estado y:espinas:me en la So-
ciedad contemporánea, Ediciones Periferia B.R.L.
• 'Introducción, -p. 15.
:16/ Alvator, Ebnar: Obra citada, pp. 94-101. •
Lenin. .EI Estado y.1 revolución, p:312:
37/ Poulantzas, Nicos: Las transformaciones actuales
del Estado. La crisis política y la críala dei Estado.
p. 54.
'38i Se reitera que las delineaciones o dásagregado-
nes tienen, en general, contenido discresional; es
decir obedecen a los propósitos qué se persiguen
con el análisis. En el' presente Cato, la clasifica-
• alón de.les. aparatos ,responde 11. 1a, 110celiclad. de
lograr una mayor comprensión' en el mindio de la
política .económica. Por. Silo .se:enfatiaken,31 apa•
rato '•'econoinico;.:Paro en-M:1 M • S505/ San 1S
propósitos,. podrá dar relieve a los -aparatos admi-
nistrativo, politico—militar, etc
•• 391 Altbusser,•_Lcads: Ideología. y 'aparatos fdeelégteris

40/ Zavaleta, René: Las formadones apM:e.ntes en


Marx. Revista Ristórtat,y SociedatUNI 113;.Méxict
1978, p. 20 .
41./ Mandel; Ernest:•ElteapitalisMo tardío. Ediciones
ERA, México 1979, capítulo XV, p. 461:-
—.89—
42/ Alvater, Elniar: Obra citada, p. 88.
43/ Pires, Pedro: Obra citada, p. 13.

44/ Pires, Pedro: Obra citada. p. 1.

45/ Brunhoff, Suaanne de: Estado y capital. Editorial


Villamar, Esparta 1978, p. 13.

16/ Bninhoff, Suzanne de: Obra citada p 11


47/ Valenti, Juana, y Pérez, Liba: Ciencia y racionan'
dad (notas de investigación). Revista UAM—Arcs-
pobralco, p. 193
48/ Kaplan, Mareos: Estado y sociedad p. 170

49/ Kaplan, Marcos: Obra citada, p. 172.

30/ Rumizinstsey A. y otros: Diccionario. Editorial


Progreso, Misal 1981, p. 31.

M/ Kaplan, Marcos: Obra citada, p. 172.

331 Kaplan, Marcos: Obra citada, p. 172.

53/ Valenti, Juana, y Pérez, Ltlia: Obra citada, p. 194.

64/ Bobblo, Norberto: Existe una Mona maniata del


Estado. Universidad Autonóma de Puebla. Insta-
tufo de Ocricias, Puebla, Pue., México 1978 pp
37-40

55/ Lenin, I.: El contenido económico del populis-


mo y mi crítica en el libro del señor Strnye. Obrita
completas, C.1, p. 440.

36/ Kaplan, M.: Obra citada, p. 170.


57/ Marx, C.: (aldea de la filosofía hegeliana del Dr-
recho. Carlos Marx y Federico Engels. Obras t
1, p. 271.
58/ Mane, C.: Obra citada, p. 271.
59! Kaplan. Marcos: Obra citada, p. 174

60/ Pan un conocimiento más completo de la buro-


cracia y de su poder creciente, los trabajos de Max
Weber constituyen una referencia obligada. En-
tro osos trabajos, los principales son: Mica pro-
testante y espíritu del capitalismo, Edit. Diez, Bue-
nos Aires 1974; Historia económica general, Edit.
F.C.E.: 1974 Economía y sociedad, Edit. F.C.E.:
1977.
61 , Pot:Ionizas, Bicos: Hegemonía y dominación en el
Estado Moderno. Cuadernos Pasado y Presente N
48, México 1977 .

62/ Marx. C. y Engels, 1.: El manifiesto comunista.


Edit. Progreso, Moscú 1970, p. 32.
El presente libro, se termino
de imprimir el dIci 13 de ene-
ro de 1984, en los talleres ti-
pográficos de la Impronta de
!a Universidad Mayor de San
Andrés.
La Paz - Bolivia

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