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Fides Ratio et Veritas

Iacobus Moralis
Cuando me hablaste por primera vez sobre tu acercamiento con la
naturaleza solemne de Dios, se me alegró el corazón, pero de igual
manera surgió un tipo de preocupación singular, pues el camino a
la iluminación está lleno de obstáculos, engaños, sofismas y
problemas solo aparentes. Al escribir esto espero poder proveerte
de conocimiento que puedan consolidar tu fe y tu corazón en la
dirección correcta. Santo Tomás hace tres tipos de distinción al
momento de hablar de virtudes: las virtudes morales, teologicas e
intelectuales. Como todo ser humano, nuestra responsabilidad de
desarrollar esas virtudes no lleva a la necesidad de explorar
racionalmente y con un genuino interés de aprender la naturaleza
divina de la fé y de la religión, con un espíritu crítico, para así
satisfacer las principales dudas de nuestra cosmología y así
empoderar la verdad. Pretendo redactar un texto de suficiente
calibre para conseguir darte algo con que trabajar, te entrego esto,
que es solo una pequeña fracción de lo que tengo en mente. Dos
semanas dedicadas al sacrificio de Jesús podrían servirme de
iluminación para continuar. Mientras tanto, que esta guía te sirva
para conocer como puedes alcanzar una mayor conexión con
nuestro padre.
Con esperanza y deseando la guía de Dios dirigiendo mis palabras,
tu amigo, quien te ama profundamente.
De la fe y la razón………………………………..………..4

Sobre si podemos tener conocimiento cierto y verdadero de las


cosas…………………….....................................................8

Metafísica…………………………………………………10
De la fe y la razón

Para poder hablar de la fe, de Dios, de lo que es verdad y


cognoscible, habremos de establecer la relación de la fe con la
razón para evitar problemas de asociación que muchos creyentes,
ateos y agnósticos sufren frecuentemente. Veamos tres graves
errores que suelen cometerse para definir esta relación.

El falso dilema entre la fe y la razón en la forma de ateísmo:


Establece que la naturaleza divina y la razón natural son
conflictivas entre sí. “No puedes defender ambas, fe y razón, pues
están irremediablemente enfrentadas y por tanto, como no puede
probarse y argumentar por vías empíricas ningún tipo de Dios es
por tanto preferible rechazar la divinidad”

El falso dilema y el teísmo irracional: Considera que la razón y la


fe sí que están enfrentadas la una con la otra, pero que a pesar de
ello elige la religión sobre lo demás. “La biblia es todo lo que
necesitamos y cualquier cuestionamiento al respecto tiene que ser
desechado a pesar de que señale problemas racionales dentro de
nuestro mismo pensar.”

La fe subjetiva y personal: Toma la verdad divina como


únicamente personal y que solo es verdad para nosotros. Mi
relación con Dios y su providencia solamente aplica a mí y no
importa que no pueda ser compatible a gran escala. Podemos
encontrar ejemplo de esto en corrientes budistas, Dharmicas
(Hindús) y establecer un paralelismo con el relativismo.
Estas tres opciones son todas incorrectas y es necesario para
conseguir un acercamiento defendible de Dios el rechazo a estos
preceptos, pues de lo contrario caemos en falacias y mentiras.
Empecemos desmontando cada uno de estos postulados y
reemplazarlos con lo que podemos considerar un acercamiento más
válido por su estructura argumental que el resto:

El falso dilema entre la fe y la razón y las dos posturas que son


consecuencia, que llamaremos escepticismo (Negación de Dios) y
fideísmo (Aceptación de Dios) respectivamente, sufren del mismo
error fundamental, al igual que la solución que les refuta. La fe y la
razón nunca pueden estar en conflicto porque ambas sirven para
explicar una unidad mayor que constituye la verdad. No es posible,
por ejemplo, que la lógica y la matemática se contradigan, pues
aunque se traten de disciplinas que pueden funcionar
independientemente, existe una concordancia entre ambas y estas
nunca están realmente en conflicto. La lógica no fue tomada por el
positivismo como parte integral de su teoría del conocimiento hasta
hace poco, al no ser dependiente del método científico ni de la
comprobación empírica, por lo que la reducción del conocimiento
y de la razón humana a únicamente lo que puede demostrarse por
la experiencia sensible no puede darse para considerar la totalidad
del conocimiento verdadero de las cosas. Conocimiento no es solo
lo que se descubre con el método científico, que no existió hasta el
siglo XIV por la gracia de la Iglesia, por eso hay que aprender a
diferenciar conocimiento, verdad, razón y ciencia empírica, que no
son sinónimos. Siendo que la fe busca dar una explicación
verdadera del universo, así como la ciencia, la lógica y las
matemáticas, estas no pueden sobreponerse una sobre la otra
porque atienden problemas separados. En su conjunto cada una de
estas son conocimiento que se complementan entre sí, como lo ha
demostrado la matemática analítica, que de seguir un estricto
modelo positivista y empirista no sería posible, de la misma manera
la fe se complementa con el resto de disciplinas.
La subjetividad de la fe, por otro lado, tiene un terrible error, y es
que al considerar a Dios y la verdad divina que emana de él como
entonces nos vemos con una serie de problemas si intentamos dar
por cierto esta predicación.
1. Si Dios existe y es fuente de la verdad, como la verdad
trascendental tiene, lógicamente, que existir algo que sea
cierto y algo que no lo sea, al haber un origen divino de la
misma, pero esta no puede depender de cualquier otra
arbitrariedad que la del mismo Dios. La idea de que Dios
tendría una verdad diferente de acuerdo a los pensamientos
del individuo no corresponde con una coherencia interna
entre la verdad divina y la subjetividad como fuente de la
misma, porque son mutuamente excluyentes la verdad
absoluta y la no verdad. Podemos decir que Dios se
manifiesta en distintos modos a cada quien, pero no podemos
creer que la verdad que él trae consigo cambia de acuerdo a
la persona, su percepción quizá, pero no la verdad en sí
misma. Si aplicamos esto como una máxima y lo aplicamos
al resto de características del universo nos veríamos en la
situación de que, si yo fuera atravesado por una espada, pero
yo creyera que no es factible que muriese porque la verdad es
dependiente de la subjetividad individual, entonces habría de
sobrevivir, pero te aseguro que, si me atraviesan con un
espada directo al corazón, moriré y eso no lo necesito ni
quiero comprobar empíricamente. Sucede que la fe busca dar
explicación a algo que sucede fuera de muestras mentes: La
realidad. Si siguiéramos el razonamiento de la fe subjetiva
nos vemos en una serie de posibles alternativas que no son
favorables. Si la verdad divina es subjetiva, pero Dios es
fuente primera de todas las cosas, incluyendo las verdades
físicas, tendría que haber una justificación de por qué Dios le
concedería la prerrogativa de decidir que es verdad y que no
a todo particular con quien se encuentre, de acuerdo ni
siquiera a la razón natural, pero a su propia arbitrariedad,
¿Recuerdas la definición de Dios como un ser que es
omnipotente de acuerdo a lo que es lógicamente posible? Si
la verdad divina dependiera de la arbitrariedad individual,
entonces los pensamientos ilógicos serían también verdad, al
ser la verdad divina subjetiva a un individuo de mentalidad
imperfecta, lo que contradice la definición de Dios.
2. Para rematar, todo el postulado de la verdad subjetiva
depende de la inexistencia de la verdad absoluta, que ya de
por sí es incompatible con Dios omnipotente, pero que a su
vez es incompatible consigo mismo. Demos por sentada la
imposibilidad de una verdad absoluta y ya tenemos una
verdad absoluta, demos la proposición como falsa y entonces
ya tenemos una verdad absoluta. En cualquier caso, la verdad
es inevitable, así como Dios lo es.

Si la fe no está en conflicto con la razón ni puede ser subjetiva en


su validez, ¿Entonces cómo es la fe? La fe busca definir lo que le
corresponde, que es la naturaleza divina por nuestra razón, en
forma de la teología y por revelación divina y, como se basa en la
realidad ajena a nuestras mentes, debe ser razonable. Hay
situaciones excepcionales donde pueda parecer necesario elegir,
pero no es así. Tú no debes temer a defender la racionalidad de tu
fe, porque lo es, pues es racional. El mundo occidental ataca la
religión porque la hegemonía cristiana protestante en las naciones
anglosajonas ha fallado en definir una relación factible entre Dios
y la razón, nosotros no. Pero no hablemos aún de cristianismo, pues
tenemos mucho que ver aún antes de llegar a eso.
Sobre si podemos tener conocimiento cierto y
verdadero de las cosas

Ya hemos demostrado con medios racionales la necesidad de la verdad, si


nos vamos a medios empíricos y matemáticos llegaremos a la misma
respuesta positiva, pero hay un principio universal que demuestra que
podemos tener conocimiento cierto y verdadero de las cosas, se llama
“Principio de no contradicción”.
Aristóteles lo define de la siguiente manera: Es imposible que, al mismo
tiempo y bajo una misma relación, se dé y no se dé en un mismo sujeto, un
mismo atributo» o, sintetizado por mi: «Algo no puede ser cierto y falso al
mismo tiempo, en el mismo sentido y respecto a la misma cosa»,
expliquemos esto y como afecta nuestro entendimiento de la verdad y el
conocimiento real.
Existe gente que considera que no podemos tener verdad objetiva, que no
podemos tener conocimiento real de las cosas, que todo es relativo, en la
antigüedad estos eran los sofistas, pensadores anteriores a Sócrates, en la
actualidad lo vemos en filosofías contemporáneas: nihilismo, del cual parte
el pesimismo; el existencialismo, que tantos males ha provocado. Sin
embargo, aquí es dónde el principio de no contradicción sirve como piedra
angular de algo más grande.
Veamos esos ejemplos utilizados para atacar la posibilidad de la verdad
como algo que puede ser alcanzado. Ya demostramos la inevitabilidad de la
verdad, no necesitamos refutar individualmente las filosofías mencionadas
porque les hemos arrebatado las bases fundamentales sobre las cuales
trabajan.
Digamos que estás viendo un prisma de cristal y la luz entrante, quizá por
causa del sol, cambia el espectro del color únicamente desde la posición
dónde tú estás. Es entonces que dices “El cristal está emitiendo x o y
colores”, sin embargo, otra persona que está en un lugar físico diferente, por
una ilusión visual que desconocemos está viendo que el espectro del color
reflejado es diferente, es entonces que le responde con una negativa y
empiezan a argumentar. El neófito podría decir: “Lo que para uno es verdad
para el otro no y viceversa, como estamos limitados por nuestros sentidos no
podemos alcanzar ningún tipo de verdad”, pero aquí el principio de
Aristóteles, redescubierto por Santo Tomas nos recuerda que sí que podemos
tener verdad. Estos dos hombres hablando del espectro de la luz no estaban
discutiendo lo mismo, no sucede que estén al mismo tiempo en lo correcto o
equivocados, sucede que no están hablando respecto a la misma cosa ni en
el mismo contexto. Una vez ese sesgo se puede superar y ambos se
encuentran libres de dicha ilusión llegarán a la misma conclusión porque la
verdad es independiente de lo que creemos de ella, está ahí. El principio de
no contradicción no dice que la gente no pueda tener opiniones conflictivas,
sesgos, pero que las cosas, la realidad extramental, tienen una verdad
alcanzable.
Quiero que sepas de los sofistas. Para entender a los tres padres de la filosofía
occidental, Sócrates, Platón y Aristóteles debemos entender que llevo a estas
figuras a surgir. Si le pedimos a un estudiante ignorante de filosofía que nos
defina esta palabra este responderá de dos maneras: con su origen
etimológico o con una definición estúpida y pretenciosa. Si le preguntamos
a Aristóteles, este nos respondería que es la búsqueda de la verdad. En la
antigua Grecia existieron los sofistas, quienes promovían que la verdad era
solo lo que tú creías que era verdad, se vendían como educadores y todos sus
engaños tenían motivaciones políticas evidentes que, irónicamente,
buscaban callar cualquier tipo de crítica a tremenda ambigüedad, ¿Te suena
familiar? La gran revolución que llevó a Sócrates a la muerte, es esa
convicción milenaria que nos legaron: Que existe la verdad y su alcance, en
oposición al escepticismo y al relativismo, está para nosotros. ¡Existe el
conocimiento cierto y verdadero! El como se obtiene es tema de la crítica del
conocimiento, pero no te quiero confundir más de lo que es debido.
Este principio está implícito en todas y cada una de las disciplinas del
conocimiento: Matemáticas, lógica, física, ética real. Este principio no puede
ser comprobado empíricamente, pero no necesita serlo, es evidente a la razón
natural. El hecho de que un principio que no puede ser probado
empíricamente sea base en todas las disciplinas, incluso las que necesitan de
la evidencia empírica, es señal de que tiene que haber un orden del saber,
algo más allá de la materia, lo que da paso a la más necesaria y la más
despreciada en tiempos actuales de todas las disciplinas, pero que hasta el
cientificista más acérrimo da por sentados sus supuestos y principios sin
enterarse, y nosotros le llamamos...
Metafísica

En el gran árbol del conocimiento encontramos muchas ramas con distintos


seres de estudio. La física estudia a los seres de acuerdo al fenómeno del
movimiento, la biología a los seres vivos, la lógica a los pensamientos por
su coherencia, la ética al fenómeno de la moral, ¿Pero existe alguna
disciplina que estudie la idea del ser? Sí, de ella deriva las disciplinas de la
teoría del conocimiento, la cosmología, la epistemología y la teleología. Yo
sé que estos términos pueden ser confusos y por eso no vamos a enfocarnos
en ellos por ahora.
Santo Tomás define la metafísica, heredada de los clásicos, como el estudio
de la causa de la existencia de las cosas por como existen.
Muy revoltoso, lo sé, pero permíteme ayudarte. La utilidad de la metafísica
es el orden de todas las disciplinas en una sola teoría armónica y consistente
entre sí, y la fe, que es nuestra atención principal, se sirve de ella para
organizar el conocimiento con la abstracción, con la razón siempre en
comunión con ella. A partir de los principios metafísicos evidentes a la razón
natural que explora áreas del saber que el método científico no puede, surge
la justificación teológica y lógica de la moral, del bien, el mal, la belleza y la
exploración de Dios y la revelación divina en la forma de las sagradas
escrituras. Por eso no podemos refutar a Dios con física, con Biología, por
eso no podemos refutar la biología con la moral, porque son áreas del saber
en categorías diferentes y como gracias al orden del conocimiento provisto
por la metafísica y el saber epistemológico, no estarán nunca en conflicto.
Por mucho que quieran reducir la metafísica y que los negadores de su orden
y conocimiento quieran eliminar la definición de filosofía como búsqueda de
la verdad, quizá podrían utilizar otro término para una doctrina que no busca
conocimiento real, y ya está en la forma de los asesinos de Sócrates: Sofistas.
Dicen que la búsqueda o la existencia de la verdad mataría la filosofía porque
no les importa el conocimiento, aman las ilusiones que les permiten justificar
sus estilos de vida, pero como la verdad existe, Dios existe, el conocimiento
real existe, no podemos sino despreciarles.

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