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Este poema explora las emociones contradictorias que experimentan las madres durante el puerperio, incluyendo la felicidad por el nuevo bebé y la tristeza por la pérdida de la mujer que eran antes. El puerperio es un período estresante debido a los cambios físicos y hormonales en el cuerpo de la madre, así como a las opiniones no solicitadas de los demás. Aunque es la etapa más hermosa, también es dolorosa y abrumadora. El poema recuerda a la autora sus propias experiencias
Este poema explora las emociones contradictorias que experimentan las madres durante el puerperio, incluyendo la felicidad por el nuevo bebé y la tristeza por la pérdida de la mujer que eran antes. El puerperio es un período estresante debido a los cambios físicos y hormonales en el cuerpo de la madre, así como a las opiniones no solicitadas de los demás. Aunque es la etapa más hermosa, también es dolorosa y abrumadora. El poema recuerda a la autora sus propias experiencias
Este poema explora las emociones contradictorias que experimentan las madres durante el puerperio, incluyendo la felicidad por el nuevo bebé y la tristeza por la pérdida de la mujer que eran antes. El puerperio es un período estresante debido a los cambios físicos y hormonales en el cuerpo de la madre, así como a las opiniones no solicitadas de los demás. Aunque es la etapa más hermosa, también es dolorosa y abrumadora. El poema recuerda a la autora sus propias experiencias
PROFESIONALES LÍDERES DEL SOCIALISMO MATERIA: PENSAMIENTO BOLIVARIANO
POEMA: MEDITACIÓN MATERNA
Estudiante: Laura Sepúlveda
Cédula: V-28.572.674 Profesor:
El Vigía, Diciembre del 2022
Meditación materna: Me siento triste ante mi propia falta de auto-comprensión. Me hago un ovillo y acabo hecha un lío. Mirarse hacia adentro sin odiarse. Sanar lo errado sin juzgarse. Sincerarme sin faltarme. Me miro en el espejo y quiero romperlo, porque no me reconozco, me desubico en los caminos construidos. Nadie me habló de esta revolución. Nadie me dijo que lo sería. ¿Tanto miedo tenemos a ser juzgadas? ¿Tanto nos importa desnudarnos en público? Hacerlo por la otra, para que la de al lado no se sienta sola. Pero por nosotras mismas también. Reivindicar lo legítimo y lo que nos pertenece. Mi estado de tristeza no es un monstruo al que esconder. Forma parte de mí en este momento, aun siendo efímero como todo lo demás. No por ello menospreciarlo o acallarlo. Ser madre es una rebeldía. Debería serlo. Parir es una rebeldía. Debería serlo. Entrar en contacto profundo con nuestra esencia y nuestros estados Siempre será antisistema y revolucionario. Por ello nos visten con la vergüenza si osamos alzar la voz en contra de lo establecido y nos infantilizan si no acatamos por automatismo. Me levanto y digo que hay momentos en los que añoro mi yo interior, libre y despreocupada, variable e imprevisible. Pero estoy en conversa con mi ego, porque esa realmente no soy yo. Tampoco la que pretendo ser ahora. Yo soy más lejos que una actitud, un hábito o un estado. Aparto el YO y me sumerjo en las profundidades de sólo estar, sin pensar. Observar. Meditación materna. Mientras lo nutro a él me nutro a mí. Él me nutre. No me importa que los demás no entiendan mi luto. Estoy asistiendo a mi propio entierro. Cuando él nació yo también lo hice. Por eso me sentí sacudida. Túnel de la vida intervenido. Lugar de encuentro entre vida y muerte, sé bienvenido. Yo me suelto y me doy. Que afloren adentro pues, las junglas con sus bestias: aquí estoy, tomadme y veamos qué sacamos de mí. “Meditación materna” un poema escrito en pleno puerperio. Una etapa que no todo el mundo comprende, (incluidas nosotras mismas como madres) y con emociones tan contradictorias y bellas como la vida misma. Conlleva la llegada de nuestro bebé y un nuevo YO, pero también el luto que le damos a lo que éramos hasta ahora y a lo que estábamos acostumbradas a ser. El puerperio expuesto de esta manera y según lo que he vivido, es un período transitorio sí, pero bastante abrumador, que te agita y te saca de un ensimismamiento en el que hasta ese momento estabas. Es confuso, pues tendrías que sentirte una mujer plena, feliz, dichosa, es lo que se espera de una, y es así, no me malinterpreten, pero el cambio es abrumador. Tantas cosas te cargan, tu cuerpo se modifica y eso es estresante, y para que me entiendan mejor y se den una idea de lo que más o menos es, para quienes me leen y no lo han vivido, el sangrado incesante te estresa, la leche brotando sin ningún control te estresa, sentir tus órganos prácticamente fluyendo dentro de ti luego de pasar tanto tiempo apretados te estresa. Sí, es la etapa más hermosa que una mujer puede vivir y la pasamos con mucho amor, pero desde el primer momento en que sientes los dolores del parto, comienza a ser realmente estresante y doloroso. Hablando desde el ámbito personal, siento que todas las mujeres nos vemos cargadas con costumbres innecesarias pero que con el tiempo han tomado fama y sólo sirven para abrumar a la puérpera y como si no fuera suficiente el estrés al que nuestros cuerpos nos someten con todo aquél coctel de hormonas, llega todo el globo terráqueo creyendo que sus opiniones son las únicas válidas y teniendo algo qué decir. Que sí, ayudar a la madre no está de más, pero no deben entrometerse en el instinto materno que cada una de nosotras lleva consigo. Todas estas opiniones logran colar en tu mente y te preguntas si lo haces bien o lo haces mal e incluso a veces llegas a sentirte indigna de un bebé como el que cargas contigo, tan fuerte y sano, pero si es así es porque debes de estar haciendo las cosas bien caramba. Este poema tala bastante dentro de mí, pues me recuerda lo contradictorios que fueron aquellos días, la felicidad envuelta en la tristeza de extrañar una versión de mí que nunca más volvió, pero el regocijo también de ver tanta ternura antes mis ojos, como lo fue amamantar por ejemplo a mi bebé, verlo en las madrugadas aún embargada por el sueño era cautivador, escuchar por primera vez su llanto, nunca más un sonido ha logrado estremecer de aquella forma mi corazón, no ha habido nada igual. Es ese nuestro secreto para no dejarnos embaucar por sentimientos de depresión o culpabilidad, tan sólo observarlos, ver aquello tan perfecto que Dios puso en nuestras manos con la tarea de cuidarlos, pues ellos, nuestros hijos, siempre serán la razón por la cual las madres siempre diremos, yo puedo.