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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA


PROFESIONALES LÍDERES DEL SOCIALISMO
MATERIA: PENSAMIENTO BOLIVARIANO

POEMA:
MEDITACIÓN MATERNA

Estudiante: Laura Sepúlveda


Cédula: V-28.572.674
Profesor:

El Vigía, Diciembre del 2022


Meditación materna:
Me siento triste ante mi propia falta de auto-comprensión.
Me hago un ovillo y acabo hecha un lío.
Mirarse hacia adentro sin odiarse.
Sanar lo errado sin juzgarse.
Sincerarme sin faltarme.
Me miro en el espejo y quiero romperlo, porque no me reconozco, me desubico en los
caminos construidos.
Nadie me habló de esta revolución.
Nadie me dijo que lo sería.
¿Tanto miedo tenemos a ser juzgadas?
¿Tanto nos importa desnudarnos en público?
Hacerlo por la otra, para que la de al lado no se sienta sola.
Pero por nosotras mismas también.
Reivindicar lo legítimo y lo que nos pertenece.
Mi estado de tristeza no es un monstruo al que esconder.
Forma parte de mí en este momento, aun siendo efímero como todo lo demás.
No por ello menospreciarlo o acallarlo.
Ser madre es una rebeldía. Debería serlo.
Parir es una rebeldía. Debería serlo.
Entrar en contacto profundo con nuestra esencia y nuestros estados
Siempre será antisistema y revolucionario.
Por ello nos visten con la vergüenza si osamos alzar la voz en contra de lo establecido
y nos infantilizan si no acatamos por automatismo.
Me levanto y digo que hay momentos en los que añoro mi yo interior, libre y
despreocupada, variable e imprevisible.
Pero estoy en conversa con mi ego, porque esa realmente no soy yo. Tampoco la que
pretendo ser ahora.
Yo soy más lejos que una actitud, un hábito o un estado.
Aparto el YO y me sumerjo en las profundidades de sólo estar, sin pensar.
Observar.
Meditación materna.
Mientras lo nutro a él me nutro a mí. Él me nutre.
No me importa que los demás no entiendan mi luto.
Estoy asistiendo a mi propio entierro.
Cuando él nació yo también lo hice.
Por eso me sentí sacudida. Túnel de la vida intervenido.
Lugar de encuentro entre vida y muerte, sé bienvenido. Yo me suelto y me doy.
Que afloren adentro pues, las junglas con sus bestias: aquí estoy, tomadme y veamos
qué sacamos de mí.
“Meditación materna” un poema escrito en pleno puerperio. Una etapa que no
todo el mundo comprende, (incluidas nosotras mismas como madres) y con emociones
tan contradictorias y bellas como la vida misma. Conlleva la llegada de nuestro bebé y
un nuevo YO, pero también el luto que le damos a lo que éramos hasta ahora y a lo
que estábamos acostumbradas a ser. El puerperio expuesto de esta manera y según lo
que he vivido, es un período transitorio sí, pero bastante abrumador, que te agita y te
saca de un ensimismamiento en el que hasta ese momento estabas. Es confuso, pues
tendrías que sentirte una mujer plena, feliz, dichosa, es lo que se espera de una, y es
así, no me malinterpreten, pero el cambio es abrumador. Tantas cosas te cargan, tu
cuerpo se modifica y eso es estresante, y para que me entiendan mejor y se den una
idea de lo que más o menos es, para quienes me leen y no lo han vivido, el sangrado
incesante te estresa, la leche brotando sin ningún control te estresa, sentir tus órganos
prácticamente fluyendo dentro de ti luego de pasar tanto tiempo apretados te estresa.
Sí, es la etapa más hermosa que una mujer puede vivir y la pasamos con mucho
amor, pero desde el primer momento en que sientes los dolores del parto, comienza a
ser realmente estresante y doloroso. Hablando desde el ámbito personal, siento que
todas las mujeres nos vemos cargadas con costumbres innecesarias pero que con el
tiempo han tomado fama y sólo sirven para abrumar a la puérpera y como si no fuera
suficiente el estrés al que nuestros cuerpos nos someten con todo aquél coctel de
hormonas, llega todo el globo terráqueo creyendo que sus opiniones son las únicas
válidas y teniendo algo qué decir. Que sí, ayudar a la madre no está de más, pero no
deben entrometerse en el instinto materno que cada una de nosotras lleva consigo.
Todas estas opiniones logran colar en tu mente y te preguntas si lo haces bien o lo
haces mal e incluso a veces llegas a sentirte indigna de un bebé como el que cargas
contigo, tan fuerte y sano, pero si es así es porque debes de estar haciendo las cosas
bien caramba.
Este poema tala bastante dentro de mí, pues me recuerda lo contradictorios que
fueron aquellos días, la felicidad envuelta en la tristeza de extrañar una versión de mí
que nunca más volvió, pero el regocijo también de ver tanta ternura antes mis ojos,
como lo fue amamantar por ejemplo a mi bebé, verlo en las madrugadas aún
embargada por el sueño era cautivador, escuchar por primera vez su llanto, nunca más
un sonido ha logrado estremecer de aquella forma mi corazón, no ha habido nada
igual. Es ese nuestro secreto para no dejarnos embaucar por sentimientos de
depresión o culpabilidad, tan sólo observarlos, ver aquello tan perfecto que Dios puso
en nuestras manos con la tarea de cuidarlos, pues ellos, nuestros hijos, siempre serán
la razón por la cual las madres siempre diremos, yo puedo.

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