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DERECHO PENAL
CARNÉ: 2220035
FECHA: 18/03/2023
En los capítulos I, II y III se trata sobre el contrato social, según el cual los
hombres por libre acuerdo se determinaron a la convivencia común,
sacrificando una parte de su libertad, la menor posible, en vista de una utilidad
mayor; esta concepción influye sobre toda su manera de examinar la cuestión,
induciéndole a considerar al derecho penal como fundado, es decir que hay que
castigar porque se ha pecado, y también sobre el principio relativista y
pragmático sobre que hay que castigar para que no se peque. Lo que en esta
obra importa es la ruda energía con que se examina una cuestión tan grave
como la reforma de la legislación penal, y, en muchos casos, la oportunidad
práctica de los remedios propuestos.
La pena ha de ser asimismo rápida (cap. XIX), con el doble fin de que los
imputados salgan pronto del penoso estado de incertidumbre sobre su suerte,
y de aclarar bien en las mentes de los ciudadanos la relación causal entre culpa
y castigo. Con una buena legislación, no tiene razón de existir la gracia, que
parece como si quisiera reparar posibles torpezas de la ley, debilitando así en
cierto modo su autoridad (cap. XX). Las penas deben ser (caps. XXI-XL)
siempre proporcionadas a los delitos, pero en general es mejor tratar de
prevenir los delitos (cap. XLI), haciendo de modo que las leyes resulten claras
para todos y sean respetadas y temidas, instruyendo al pueblo de modo que
"el conocimiento acompañe a la libertad" y recompensando a la virtud.