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ESPERANDO A LOS BARBAROS MIENTRAS TODO SE DESMORONA:

ESCLAVITUD, BARBAROS Y CRISTIANOS EN LA DECADENCIA DEL


SISTEMA IMPERIAL ROMANO

ASIGNATURA HISTORIA ANTIGUA II: GRECIA Y ROMA

PROFESOR: DARÍO CAMPOS R.

ESTUDIANTE: SANTIAGO ANDRES MOLANO SIERRA

ENSAYO FINAL

INTRODUCCIÓN

El año 476 d.C. es la fecha oficial que designa el final del imperio romano de Occidente.
Sin embargo, la caída del imperio romano no puede contarse como una destrucción del
sistema político, un incendio de la capital, ni con una revolución, ni siquiera con una guerra
civil fratricida. La caída del imperio romano solo puede ser entendida debido a la
acumulación de diferentes causas.

Se prefiere considerar esta etapa no como una caída, pues a consideración personal, el
imperio no llegaría a finalizar hasta varios siglos después, e incluso después de esta
finalización se desarrollaron diversas reivindicaciones para la restauración de su gloria,
incluso a día de hoy podemos encontrar importantes vestigios de su cultura, por ello
considero mucho más preciso, pese a la ambigüedad de la palabra, hablar de “decadencia”
del sistema imperial.

Habiendo hecho esta aclaración, a fin de entender correctamente el fenómeno de la


decadencia del imperio se debe analizar inicialmente las causas de su auge y ascenso.

“El auge de Roma representó un nuevo ciclo de la expansión urbano-imperial, que significó
no sólo un desplazamiento geográfico del centro de gravedad del mundo antiguo hacia
Italia, sino un desarrollo socioeconómico del modo de producción iniciado en Gracia que
hizo posible un dinamismo mucho mayor y más duradero que el producido en la época
helenística. Los primeros pasos de la República romana siguieron el curso normal de
cualquier ciudad-Estado clásica en su fase de ascensión: guerras locales con las ciudades
rivales, anexión de tierras, sometimiento de los “aliados”, fundación de colonias.”
(Anderson, 1997, pág. 48).

Esta fue la dinámica principal de expansión del imperio romano, durante su periodo
monárquico la ciudad-Estado intentara crearse un nombre frente a sus propios, y en algunos
casos más prósperos, vecinos. Este proceso de expansión de la mano con el control del
sistema de esclavitud para los cautivos y vasallaje para los vencidos, brindo a Roma el
combustible para encender la maquina conquistadora que terminaría por apoderarse de toda
la bota itálica.

El crecimiento de Roma fue tal, que empezó a alertar a otros vecinos mucho más
poderosos, como lo era la ciudad de Cartago, dando pie a una inevitable trampa de
Tucidides, donde una potencia en ascenso se toparía contra una ya consolidada y dejando
lugar una guerra que determinaría el dominio del mediterráneo como fueron las guerras
púnicas.

Tras el triunfo romano, el apetito expansionista no se hizo esperar, Hispania, Africa


consular, la Hélade, y posteriormente las Galias, serian solo pasos en el crecimiento
aparentemente infinito de la República. Roma tenía una sola idea, al igual que los demás
imperios:

“los Imperios sólo tiene una idea fija: cómo no acabar, cómo no sucumbir, cómo prolongar
su era. De día persiguen a sus enemigos. Son taimados e implacables, envían a sus sabuesos
por doquier. De noche se alimentan de imágenes de desastre: saqueo de ciudades,
aniquilamiento de poblaciones, pirámides de huesos, hectáreas de desolación.” (Coetzee,
1980, pág. 117)

Este proceso de expansión descontrolado, motivado por la búsqueda de la grandeza de


Roma, era fundamental para el sostenimiento del modelo económico basado en la mano de
obra esclava, y sería lo que permitirá la influencia romana en el cinturón mediterráneo.

Asi pues, entender las causas de su crecimiento es clave para entender la posterior caída del
imperio, la cual a mi propia consideración puede atribuírsele a tres causas interrelacionadas,
como lo son, (i) la decadencia del modelo esclavista de producción; (ii) las invasiones
bárbaras; y (iii) la introducción del cristianismo en la sociedad romana. En el presente
texto, se pretende reflexionar en torno a estos tres fenómenos, donde especialmente
haremos énfasis en la influencia del cristianismo en el proceso de “caída” del Imperio
romano.

CONTENIDO

El modo de producción esclavista

El modo de producción esclavista de la Antigüedad, a diferencia del sistema económico


feudal o del modelo esclavista de los siglos XVI y XVII en América, “no disponía de
ningún mecanismo natural e interno de autorreproducción” (Anderson, 1997, pág. 73). La
disponibilidad de la mano de obra esclava, provenía de las conquistas de las legiones en las
fronteras del imperio, y en menor medida de los comerciantes. Con la muerte de Trajano
(117 d.C.), y el cierre final de las fronteras imperiales de Adriano, se cerraría el constante
suministro de esclavos que había permitido a Roma tener tales niveles de éxito.

“La infraestructura de la esclavitud encontró una de sus expresiones más concentradas


dentro de la propia superestructura imperial. De esta forma pudo expandirse el Estado, pero
la economía urbana obtuvo pocos beneficios de este desarrollo; antes bien su magnitud y su
peso tendieron a ahogar la iniciativa comercial privada y la actividad empresarial. Y una
vez que la expansión exterior hubo cesado ya no se produjo ningún aumento de la
producción en la agricultura ni en la industria dentro de las fronteras imperiales que pudiera
detener la silenciosa decadencia de su mano de obra servil” (Anderson, 1997, pág. 79)

Los desarrollos de inventos como el molino de agua o la maquina segadora, no pudieron


suplir el déficit de una mano de obra esclava, que era cada vez más costosa. La conclusión
de esto sería “una incipiente crisis, a principios del siglo III, en el sistema económico y
social que muy pronto se transformó en un colapso general del orden político tradicional en
medio de violentos ataques exteriores contra el imperio.” (Anderson, 1997, pág. 80)

La caída en la cantidad de esclavos, pudo verse solventada parcialmente por la llegada de


migraciones de pueblos barbaros provenientes de Germania, Dacia o el Mar Negro, sin
embargo la llegada masiva, y la debilidad en las fronteras generaba dificultades para
asimilar toda esta mano de obra recién llegada en el sistema productivo, que se centraba en
la producción de grano especialmente de las provincias africanas del imperio.
Otro aspecto fundamental que también influiría, y sobre el que retomaremos más adelante,
tiene que ver con la difusión del cristianismo y el rechazo de la misma al sistema esclavista,
sin embargo la principal causa de su decadencia fue que no existiera un mecanismo de
reproducción de la mano de obra de esclava, algunas fuentes lo mencionan y es que las
mujeres esclavas eran poco comunes, y no había espacio para el relacionamiento y la
procreación de la mano de obra esclava, dejando asi una dependencia total de los esclavos
importados.

Esperando a los barbaros.

Otro elemento a tener a consideración en el proceso de decadencia del Imperio romano, es


el fenómeno de las invasiones “bárbaras”, estos procesos de invasiones tendrían su gran
desarrollo en torno a los Siglos IV y V, y tendrían su punto más álgido en 410 cuando
Alarico, el godo, saquearía Roma. Sin embargo, el bárbaro Alarico decepciono a los
propios romanos, pues este:

“No era un tarugo salvaje e irracional, sino un cristiano y un hombre de palabra. Sus tropas
no eran una horda de maleantes, sino un ejército organizado y eficiente que no sitió
Roma para robar un botín inmediato de oro y joyas, sino con previsión, con idea de
ejecutar un plan a largo plazo. En pocas palabras, Alarico el godo, el bárbaro, el saqueador
de Roma, tenía mucho de romano. Había luchado y aprendido en el ejército y revelaba una
forma de pensar estratégica y una mente preparada y calculadora que no se parecía a la
de un invasor bárbaro, sino a la de un excelente general romano: un César, un Augusto,
un Vespasiano o un Constantino. Pero en un aspecto era muy poco romano.” (Baker,
2017, págs. 321-322)

No obstante, la llegada de Alarico a Roma, inicia varios años atrás, cuando los hunos,
motivados por las riquezas del mar Negro, cabalgaron hacia el oeste, saqueando y
expulsando a los godos de las tierras que poseían, lo que los obligo a acercarse cada vez
más a las fronteras romanas. “Allí, cerca del Danubio, en la frontera norte, se habían
congregado unos 200.000 godos. No eran un ejército invasor, sino una nación de familias,
hombres, mujeres y niños, que buscaban cobijo en masa” (Baker, 2017). El imperio romano
se asemejaba a una tierra prometida para los godos, quienes consideraron que la esclavitud
en Roma era el peor de los males.
El emperador Valente los recibió con los brazos abiertos, toda esta mano de obra le venía
como anillo al dedo, sin embargo la espera llevo las tensiones con los godos a un nivel muy
alto. Cuando los generales romanos de las guarniciones del Danubio intentaron asesinar a
los caudillos godos, fracasaron y lo único que consiguieron fue el levantamiento de la masa.
Ante tal situación, Valente tuvo que acudir de emergencia, y tras varios días de marchas
forzadas esperaba llegar a Adrianópolis, donde Valente esperaba sofocar a la turba
enardecida mediante la fuerza y disciplina militar romana, sin embargo, Valente no
encontraría una turba enardecida, sino que encontraría un ejército organizado, descansado y
bien equipado de unos 20.000 hombres.

El enfrentamiento seria voraz. Extenuados, superados en número y desbordados por la


caballería, el 9 de agosto de 378 d.C.

“Había tenido lugar algo impensable para los romanos: una fuerza bárbara había extirpado
el corazón del ejército romano oriental, infinitamente menos numeroso. El general
principal, no menos de treinta y cinco tribunos militares y cerca de 13.000 soldados habían
muerto. La batalla de Adrianópolis fue la mayor derrota que sufrió el ejército romano ante
un enemigo extranjero desde la batalla de Cannas, frente a Aníbal, hacía casi seiscientos
años.” (Baker, 2017)

La derrota de Adrianopolis solo sería el comienzo de la presión que ejercerían los godos
sobre los romanos, años más tarde y liderados por un nuevo Caudillo, Alarico y Ataúlfo
asediarían Roma en el año 408 d.C. Esto les daría una posición de poder para negociar con
el emperador Honorio, sin embargo este se negaba a reconocer la posibilidad de que un
bárbaro ocupara un lugar en la corte del imperio. Pero como se ha venido mencionando,
Alarico no era el bárbaro estereotípico, todo lo contrario, demostró ser un gran diplomático,
guerrero y un cristiano ejemplar. Y pese a las fallidas negociaciones con Honorio, el no
pretendía la destrucción del imperio, todo lo contrario, él quería sostener la grandeza del
imperio, pero asegurando un lugar para su pueblo en él.

Las escaramuzas y la presencia de Alarico en la península itálica, recordaba la indefensión


de Roma, cuando Aníbal y su ejército expedicionario marchaba por la península, dicha
situación llevo a que se propusiera una nueva oferta, que Alarico iba a aceptar, sin embargo
llegando a la capital imperial de Ravena cayeron en una emboscada encabezada por el
general Saro, quien actuando sin autorización pretendía acabar con Alarico de una vez por
todas. Alarico y sus hombres logran escapar, pero habían sido traicionados por última vez.
Y bajo el sol abrasador de mediados de agosto de 410 d.C., los caudillos godos volvieron a
Roma por última vez.

Cuando los hombres de Alarico se formaron frente a las imponentes murallas de Roma, el
ruido de las armas contra los escudos era ensordecedor, Alarico orgulloso y ambicioso a
causa de la última traición de Roma, ordeno el ataque, pero cuando lo ordeno, sabía que
había perdido. “La última vez que la ciudad había sufrido un saqueo había sido en 390 a.C.,
a manos de los celtas. Ahora, ochocientos años después, se concentraba fuera otra horda de
soldados” (Baker, 2017), como ya se ha mencionado, Alarico pese a ser considerado un
bárbaro, se guiaba por las costumbres romanas y cristianas, y esto se puede ver en el saqueo
de Roma, pues,

“No se trató del irracional acto de salvajismo perpetrado por una horda de bárbaros, como
habría cabido esperar. Alarico no sólo era cristiano, sino que había sido auxiliado por
obispos durante los dos años anteriores. Por respeto a ellos y a su fe, las basílicas de San
Pedro y San Pablo se convirtieron en refugios. Con excepción de un cáliz eucarístico de
plata maciza donado por Constantino, los tesoros y las iglesias cristianas que los
albergaban fueron respetados y conservados. A diferencia de los infames saqueos
romanos de Cartago y Corinto en 146 a.C., en los que la destrucción total, el asesinato en
masa, la esclavización y el pillaje fueron la norma, el saqueo de Roma fue muy poco
romano.” (Baker, 2017)

Tiempo después del saqueo Alarico fallecería a causa de una enfermedad en África sin
poder ver su sueño cumplirse, pese a ello los godos encontrarían su asiento en la Galia, y
reforzarían el ejército romano frente a futuros ataques de los vándalos, alanos o suevos.

Este episodio de la llegada de los Alarico a Roma, podemos encontrarlo ejemplificado en el


poema de Konstantinos Cavafis de 1904, el cual desarrolla bastante bien la idea de un
enemigo externo como los barbaros, que fue un mito moldeado y utilizado para justificar el
expansionismo romano y la recaudación de impuestos, pues todo lo recaudado debía ser
usado para defendernos de los barbaros que en palabras contemporáneas “Se querían meter
a los conjuntos”.
“-¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado?


¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los senadores?
Ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto


y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo su corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron


hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores


a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto


y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?


Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.” (Cavafis, 1904)

En el poema de Kavafis finalmente no llegan los bárbaros. Y contrario a lo que se puede


pensar que esto sería una situación de alegría y jolgorio, en la población cunde la
desolación entre los habitantes de la ciudad. Pues los barbaros no representan el inicio del
caos, sino el fin de la decadencia, y el inicio de algo diferente. Y en el poema de Kavafis,
los presagios eran falsos. Los gobernantes vuelven, escondidos, a entrar en las murallas.
Los comerciantes han perdido su mercancía. Pero los bárbaros no existen. ¿Quién los
salvará ahora?, La lectura de Kavafis puede leerse de manera atemporal, ya sea en la Grecia
de Pericles, en la Roma del siglo V o incluso en la xenofobia que se puede ver en Europa a
partir de la llegada de una gran cantidad de refugiados desde oriente próximo o desde
África.

La consecuencia final de las invasiones, el asentamiento y sincretismo de los barbaros, fue


el creciente separatismo “entre los terratenientes de provincias. Estas oligarquías eran los
centros locales de poder autonómico que organizaban las recaudaciones de impuestos y de
quienes dependía la capital de Occidente para la eficacia del gobierno.” (Baker, 2017)

Y asi, la crisis que los hunos empezarían, los hunos la terminarían entre 441 y 447 d.C.
Atila invadiría el imperio romano de oriente, y la horda de las estepas irrumpiría en
ciudades fortificadas usando la misma maquinaria de asedio que los romanos usarían para
someter Jerusalén en tiempos de Tito Flavio Vespasiano. Y serían los mismos barbaros que
Roma había repudiado durante años, godos, francos, burgundios y celtas, los que tomarían
las armas y se sumarian a las filas de Aecio para hacerle frente a los hunos en la batalla de
los campos cataláunicos. Entonces al igual que en un primer momento, cuando Valente
acepto a los godos, lo hizo porque estos le sirvieron a sus fines, y se podía ignorar su origen
bárbaro, pero cuando sus fines se separaron, la percepción volvió a cambiar, ya lo relata
Coetzee en su libro inspirado en el poema de Kavafis.

“Un día el Imperio decidió que los bárbaros eran una amenaza a su integridad. Primero
llegaron al pueblo fronterizo policías, que detuvieron sobre todo a quienes no eran bárbaros
pero sí diferentes. Torturaron y asesinaron. Después llegaron los militares. Muchos.
Preparados para realizar heroicas campañas. El viejo magistrado del lugar trató de hacerles
ver que los bárbaros habían estado desde siempre allí y nunca habían sido un peligro, que
eran nómadas y no se les podría vencer en batallas campales, que las opiniones que tenían
sobre ellos eran absurdas ... Vano intento. El magistrado solo logró la prisión y el pueblo,
que había aclamado a los militares cuando llegaron, su ruina.” (Coetzee, 1980)

Pero el triunfo en los campos cataláunicos no sería suficiente, y en 452 d.C. los hunos
incursionarían nuevamente y tendrían importantes éxitos atacando la bota itálica, pero con
la inesperada muerte de Atila, el gran imperio que este había formado, asi de rápido como
se había construido iba a desaparecer, y los barbaros nuevamente se mezclarían con los
locales o regresarían a su origen, sin dar solución definitiva a la decadencia del imperio.

Cristianismo

Finalmente, en este último apartado de estas reflexiones, queremos abordar el aspecto de la


cristianización de la sociedad romana, y es a su vez la reflexión más arriesgada pues
intentare comparar y analizar en conjunto dos procesos históricos diferentes y enfocarlo en
la forma en la que el cristianismo puede arraigarse en sociedades con religiones y
costumbres diferentes.

Durante gran parte del siglo XVIII, Edward Gibbon dedicó tres volúmenes de su Historia de
la decadencia y caída del Imperio Romano a responder a estas mismas preguntas.
“Reflejando las ideas de su época, Gibbon describió casi trescientos años de historia del
Occidente romano (desde 180 a 476) y dijo que el cristianismo había sido el principal
culpable. Creer en la otra vida, sugirió, socavó profundamente la férrea resolución y
disciplina necesarias para sufrir privaciones por el bien del imperio. La opinión de Gibbon
sobre un proceso a todas luces inevitable, complejo y desarrollado con lentitud fue muy
influyente en los siglos posteriores. Pero los últimos estudios sostienen un punto de vista
diferente. El imperio romano se hundió de manera sincopada; no cayó inevitablemente, sino
bajo el impacto de espectaculares y potentes ondas expansivas que se dejaron sentir en el
último siglo; y los causantes de estas crisis fueron los invasores bárbaros.” (Baker, 2017,
págs. 320-321)
Esto es esencial, porque el reconocer el mérito de la crisis económica o de las invasiones
bárbaras no tiene por qué restarle valor a la influencia del cristianismo en la decadencia del
imperio. Aunque por lo general la sociedad romana era muy tolerante, algo propio de las
sociedades politeístas, Hollywood y sus películas sobre la persecución a los cristianos,
inspiradas en el actuar de algunos emperadores como Nerón o Domiciano (Cuesta
Fernández, 2012), terminan por generar una imagen de odio de los romanos a los cristianos
en el imaginario colectivo.

Desde siempre, a partir de los procesos de expansión romana, de los que hemos hablado
previamente, llevo a que en Roma coexistieran una gran cantidad de cultos, incluso algunos
de los dioses extranjeros paradigmáticos fueron los cultos a Mitra, dios de los contratos y la
protección en Persia; Cibeles, diosa de la fertilidad y de la tierra en Asia menor; o Isis y
Serapis provenientes del panteón egipcio.

Asimilar el cristianismo, era una tarea difícil puesto que reconocía a un único dios,
rechazaba la idolatría, atacaba el culto a los emperadores, reprochaba la guerra y la
desigualdad latente en la sociedad romana. Una de las alternativas para facilitar la
asimilación fue la de sustituir varios dioses menores o intermedios como santos.

Fue Teodosio I quien en el año 380 d.C. quien mediante el Edicto de Tesalónica,
convertiría el cristianismo como el culto oficial del Imperio. Sin embargo, incluso antes de
Teodosio el cristianismo había obtenido suficiente popularidad, especialmente porque tenía
elementos que lo hacían atractivo a las clases más marginadas, pobres y esclavos podían
encontrar consuelo en una religión que les concedería el reino de los cielos por su humildad
y ascetismo.

Sin embargo, la cristianización no se dio de manera completa en todos los estratos de la


sociedad romana, pues

“Todos los grandes invasores germánicos eran todavía paganos en vísperas de su irrupción
en el Imperio. La organización social tribal era inseparable de la religión tribal. El paso
político a un sistema territorial de Estados fue igualmente acompañado de forma invariable
por la conversión ideológica al cristianismo, que en todos los casos parece haberse
producido una generación después del cruce inicial de las fronteras. Este hecho no fue el
fruto del celo misionero de la Iglesia católica, que ignoro o desdeño a los recién llegados al
imperio, sino la obra subjetiva del proceso remodelado del propio trasplante, cuyo signo
interior fue un cambio de fe. La religión cristiana consagraba el abandono del mundo
subjetivo de la comunidad clanica: un orden divino más amplio era el complemento
espiritual de una autoridad terrenal más sólida.” (Anderson, 1997, pág. 116)

Otro elemento a tener en consideración es el cambio de lo dicho del Edicto de Milán donde
se ponía fin a la persecución de los cristianos, al Edicto de Tesalónica donde permitía la
coexistencia del paganismo y el cristianismo, al Edicto de Constantinopla el cual prohibió
totalmente el paganismo. Sin embargo lejos de inaugurar una nueva era de tolerancia, se
invirtieron los roles de perseguidores a perseguidos, dando lugar a episodios como el
asesinato de Hipatia de Alejandría quien se negó a traicionar el conocimiento científico,
aunque se mostraba tolerante con la religión fue acusada de paganismo y neoplatonismo.

Este fenómeno nos permite identificar el proceso en el cual el cristianismo se compagina


con una sociedad y se inserta tratando de modificar el sistema de valores imponiendo su
visión dicotómica de lo bueno y lo malo. Pero es importante, pensarse el cristianismo como
un proyecto civilizatorio y no únicamente como religión en el sentido espiritual. A
diferencia del Islam, que parte de la existencia de la diferencia y de la existencia de grupos
diferentes. El cristianismo, especialmente en Europa, no tiene esa preocupación, y busca la
expulsión de las personas que no encajan, esto se puede comprender especialmente en la
hegemonía del cristianismo en Europa, dificultando que se pueda analizar las cosas fuera
del prisma cristiano.

Habiendo disertado en torno a la influencia del cristianismo en la sociedad romana y el


cambio en los valores base de la sociedad y como esto influyo en la persecución en los
paganos durante la decadencia del imperio, quiero realizar una comparativa entre dos
procesos que parecen diferentes pero que guardan muchas similitudes, como lo es la
inserción del cristianismo en la sociedad romana del Siglo V, como la introducción del
cristianismo en la colonización europea del áfrica occidental durante el Siglo XVIII.

Para realizar esta comparación tomaremos extractos de la novela de Chinua Achebe, Todo
se desmorona para entender ese choque de cosmovisiones entre la sociedad clanica africana
y la sociedad cristiana occidental. En su novela podemos ver a través de los ojos de
Okonkwo uno de los hombres más importantes de su clan quien había sido condenado al
exilio durante siete años.

Umuofia había cambiado en los siete años que Okonkwo había estado en el destierro. Había
llegado la iglesia y haba arrastrado a muchos por el mal camino, No solo los humildes y los
parias se habían unido a ella sino también algunos notables. (Achebe, 2010, pág. 173)

Este hecho, también lo podemos encontrar en la aceptación y rápida propagación del


cristianismo en las clases bajas de la sociedad romana, donde estas clases marginadas
encontraban consuelo y esperanza en la palabra de Dios. Pero no únicamente se acercaron a
estas sociedades con el evangelio, sino que se acercaban con su modelo de civilización pues
“además de la iglesia, los blancos habían llevado un gobierno. Habían construido un
juzgado donde el comisario del distrito juzgaba los casos con total ignorancia. Tenía agente
que le llevaban a los hombres para que los juzgara.” (Achebe, 2010, pág. 174). Entonces se
empieza a separar la sociedad en estructuras religiosas y otras seculares, conceptos propios
del cristianismo, pero que en las sociedades africanas están estrechamente relacionados en
la figura de los ancianos, quienes son los encargados de llevar los ritos y de gobernar la
comunidad.

Asimismo, el proceso de asimilación en ambas sociedades llega a un punto donde la


confrontación directa no es una posibilidad, pues decantaría en una guerra civil, dado la
influencia del cristianismo sobre la sociedad. Un caso notable es el de Juliano “El
Apostata” quien sería el último emperador pagano y fracasaría en su empresa de restaurar la
religión a los antiguos dioses, pues ya no contaba con el apoyo masivo a la religión. Este
fenómeno también es notable en una de las conversaciones entre Okonkwo y su amigo
Obierica quien le dice:

“Ya es demasiado tarde. Nuestros propios hombres y nuestros hijos se han incorporado a las
filas del extranjero. Han aceptado su religión y ayudado a imponer su gobierno. Sería fácil
echar a los blancos de Umuofia si nos lo propusiéramos. Solo hay dos. Pero ¿y los nuestros
que siguen sus costumbres y les han dado poder?” (Achebe, 2010, pág. 175)

Finalmente, uno de los puntos claves para entender la facilitación de la difusión del
cristianismo en las sociedades africanas pre coloniales, es el carácter monoteísta de su
religión. El monoteísmo tradicional africano (MTA) es un fenómeno interesante, porque
permite la existencia de varias divinidades, pero todas supeditadas a una divinidad
principal, la cual es omnipotente, omnisapiente y omnipresente, pero que al ser tan grande y
poderosa, las personas deben acudir a él a través de sus sirvientes. Este hecho lo podemos
ver en la conversación que tiene el Misionero Brown y uno de los hijos de los jefes del
clan:

“Dices que hay un Dios supremo que hizo el cielo y la tierra. También nosotros creemos en
Él y le llamamos Chukwu. Él creó el mundo y a los demás dioses. –No hay otros dioses.
Chukwu es el único Dios y los otros son falsos. Talláis un trozo de madera como ese y lo
llamáis dios. Pero sigue siendo un trozo de madera.

-Si. Es realmente un trozo de madera. El árbol del que procede fue creado por Chukwu, lo
mismo que todos los dioses menores. Pero Él los hizo para que sean sus mensajeros y
podemos acercarnos a Él por su mediación. Es como tú mismo. Eres el jefe de tu iglesia”
(Achebe, 2010, pág. 178)

Finalmente, el otro punto de similitud que podemos encontrar son los dos momentos de
sincretismo entre el cristianismo y el MTA. En un primer momento, hay un papel por parte
del padre Brown quien trata de entender la cosmovisión del otro y como puede atraer a
nuevos feligreses a la iglesia, es aceptado por la comunidad y no busca la confrontación.
No obstante, poco tiempo después el padre Brown es reemplazado por el Padre Smith quien
no está interesado en entender a los paganos, sino que busca la confrontación, atacando
directamente, incluso coludiéndose para el asesinato de uno de los espíritus de la tribu. Este
relato, tiene su similitud con los dos momentos que tienen los cristianos, un momento de
sincretismo y tolerancia generalizada entre paganos y cristianos, pero con el aumento en la
cantidad de los cristianos y los Edictos de Tesalónica y Constantinopla inicia un periodo
similar al del padre Smith mucho más confrontativo y violento contra los paganos.

Conclusiones

Habiendo analizado las que considero las principales causas de la decadencia del sistema
imperial, es preciso mencionar que estas no son univocas, pueden existir diferentes causas,
que no se pudieron mencionar, como el derroche y despilfarro de la sociedad romana,
también la dificultad y el costo del mantenimiento del ejército.
Pero al centrarnos en los efectos del sistema esclavista con las invasiones bárbaras,
podemos encontrarnos que se generó una “colisión catastrófica de dos modos anteriores de
producción – primitivo y antiguo- en disolución produjo finalmente el orden feudal que se
extendió por toda Europa medieval.” (Anderson, 1997, pág. 127)

Asimismo, vale la pena recordar la importancia de las migraciones bárbaras no como un


fenómeno único y delimitado, sino como un fenómeno paulatino y progresivo que permitió
la asimilación de mucha población en la sociedad del imperio, y como la construcción del
concepto de bárbaro se fue diluyendo, hasta casi no haber una diferencia real, entre los
romanos y lo que ellos llamaban bárbaro.

Además, resulta interesante, la forma en la que el cristianismo se inserta en las diferentes


culturas de una forma tolerante en primera instancia y luego evoluciona hacia la
confrontación con otras religiones, como se evidencio en el ejemplo con el contexto
africano.

Finalmente, la decadencia del sistema imperial no puede atribuírsele a una única causa, la
acumulación causal extensiva, es la mejor forma de entender el proceso, donde surgen
hechos que tienen que ver con factores micro hasta factores macro. Pero si algo es cierto es
que la influencia de Roma en las sociedades occidentales es evidente, en muchos casos
responde más a la construcción de una leyenda que ha sido reforzada por diferentes
superestructuras como el Derecho, la Religión o la Academia. Comprender las razones de
su caída, nos permite desmitificar el imperio y darle un rol mucho más importante a otros
factores o elementos que habitualmente no se tienen en consideración en los espacios de
discusión y de educación histórica.

Bibliografía
Achebe, C. (2010). Todo se desmorona. Bogotá: Penguin Random House.
Anderson, P. (1997). Transiciones de la Antiguedad al Feudalismo. Madrid: Siglo
veintiuno editores.
Baker, S. (2017). Roma, Auge y caida de un imperio. Barcelona: Ariel.
Cavafis, C. (1904). Esperando a los Barbaros.
Coetzee, J. M. (1980). Esperando a los barbaros.
Cuesta Fernández, J. (2012). El cristianismo primitivo ante la civilización romana. Sobre la
imagen como "persecutores christianorum" de Nerón y Domiciano a través de las
primitivas fuentes cristianas. Antesteria, 127-141.

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