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La filosofía es un hacer, pero no se puede definir, sino que se debe vivirla; así, no tiene
sentido reducir un sistema filosófico determinado a una fórmula explicativa, que tiene
sentido pero no dice mucho al que no recorrió el proceso de razonamiento anterior.
En la Edad Media, filosofía, todavía, era la ciencia total de las cosas en general, pero se le
separa la teología como disciplina aparte, referida a los conocimientos sobre Dios; y en la
Edad Moderna (s. XVII) se van separando las distintas disciplinas particulares: matemáticas,
física, química, astronomía; quedando la filosofía como comprensiva de lo restante.
Hoy, separadas las ciencias particulares que circunscriben un trozo de realidad parcial,
especializado, la filosofía es la ciencia de los objetos desde la perspectiva universal, total.
Comprende la ontología (reflexión sobre los objetos) y la gnoseología (el estudio sobre el
conocimiento). Hay otras disciplinas en la periferia de la filosofía pero con tendencia a la
especialización: ética, estética, filosofía de la religión, psicología y sociología.
Lección 2: el método.
El método filosófico debe surgir de su práctica. Para empezar, hay que adoptar una
disposición de ánimo infantil, en el sentido de problematizar, admirarse y preguntarse por
todo2; y asumir una “exigencia de rigor”, de exactitud o racionalidad en el pensamiento,
descartando tradiciones y el saber popular; y, también, oponiéndose a la asimilación de la
filosofía con la ciencia, porque, aunque son igual de rigurosas, tienen distinto objeto, método
y propósito.
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Morente era decano en la Facultad de Filosofía de Madrid; con la guerra civil, tuvo que rajar y vino a
dar clases a Tucumán: este libro es la transcripción de esos cursos. Después, se hizo cura (!)
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Que Sócrates identifica con los jóvenes -bien- y con las mujeres (!)
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Se llama así por el mito de la reminiscencia, según el cual las almas humanas antes vivían en un
mundo de puras esencias intelectuales accesibles. Cuando “bajan” a la tierra y ocupan un cuerpo
humano, olvidan estas ideas; pero, como ya estuvieron allí, a través de unas preguntas bien dirigidas
pueden acceder por medio de la reminiscencia a un vago recuerdo de las mismas.
Aristóteles desenvuelve el método dialéctico, estudiando las leyes que guían ese
movimiento de la razón intuitiva de una afirmación a la siguiente. Así, estructura la lógica,
como método de la filosofía que consiste en las leyes del pensamiento racional que pasa de
una proposición a otra mediante la inferencia, o sea, el razonamiento silogístico.
En la edad media, los escolásticos (Santo Tomás de Aquino), aplican el método de la lógica,
y la completan con un proceso dialéctico de contraposición de opiniones divergentes, de
todo lo cual extraen las conclusiones firmes; siendo la segunda etapa lo más importante.
Descartes (renacimiento), en cambio, ejercita el método filosófico como previo a la intuición
y como medio de obtenerla. Lo importante ahora ya no es cómo afianzar, probar o depurar
la intuición, sino el camino que lleva a esa intuición, que se obtiene dividiendo en partes
todo objeto confuso, oscuro, hasta que una de esas partes sea en sí un clara y evidente.
Trascendencia e inmanencia: para Platón, nuestro mundo es un reflejo pálido de otro mundo
trascendente, distinto, que es el de la verdad absoluta, y al que debemos “fugar” para
acceder a esa verdad. Para Descartes, en cambio, el mundo es uno sólo, que al principio
aparece confuso y revuelto, pero en el que, a través de un análisis metódico, podemos
comprender, aclarar, las ideas inmanentes.
Filosofía romántica alemana: Kant distingue el mundo sensible -de las cosas en mi- y el
mundo de las cosas en sí, independiente de mi; y, a partir de eso (cómo?), plantea la
existencia de un coso incógnito, profundo y misterioso (Dios?) que existe en cada cosa del
mundo. A partir de esto, Hegel, Schelling (?) & co. (s. XIX) plantean que el método esencial
de la filosofía es la intuición intelectual (es un oxímoron?), que consiste en una primera
etapa de intuición o iluminación mística que hace al filósofo penetrar esa esencia de la
verdad, y otra de desenvolvimiento de esa intuición en una construcción lógica apriorística
que comprenda toda la estructura del universo y el hombre (?).
¿Existe? Mavale. Morente distingue tres intuiciones: (i) la intuición sensible, cuando
percibimos un objeto (árbol) de una sóla mirada4; (ii) la intuición espiritual, que se da con
una sola visión del espíritu, con una evidencia inmediata, directa y sin necesidad de
demostración, referida siempre a relaciones (es formal)5; y (iii) la intuición espiritual real, que
penetra al fondo mismo de la cosa y llega a captar su esencia, su existencia, su
consistencia. A su vez, esta se puede clasificar, según predomine por parte del filósofo la
actitud intelectual, la actitud emotiva, o la actitud volitiva.
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Pero la intuición filosófica es necesariamente distinta de la sensible, porque se refiere a objetos no
sensibles y, además, generales, no particulares.
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Así, cuando yo aplico mi espíritu a pensar el objeto "que una cosa no puede ser y no ser al mismo
tiempo” (principio de contradicción), o cuando digo que el color rojo es distinto del azul.
● Intuición intelectual: se aplica las facultades intelectuales, con correlato objetivo en la
esencia o consistencia del objeto (lo que es). Es la de Platón, Descartes, Schelling y
Schopenhauer.
● Intuición emotiva: actúan motivos emocionales y tiene como correlato el valor del
objeto (bueno o malo, bello o feo, etc.) Es la de Plotino (?) y San Agustín y,
modernamente, de Spinoza y Hume.
● Intuición volitiva: los motivos derivan del querer; el correlato es existencial, que es y
existe como algo distinto de mí. Es la de Fichte.
Morente se enoja porque cada filósofo quiere tener su propio método original y
revolucionario, y caracteriza las modalidades de la intuición como método a partir de tres
filósofos: (i) Bergson ; (ii) Dilthey; y (iii) Husserl. Estos tres tipos de intuición no se excluyen,
sino que los tres pueden ser usados según las capas de realidad en que estén situados los
objetos a que nos dediquemos: así, por ejemplo, al objeto “construcciones intelectuales”
corresponde la intuición fenomenológica de Husserl.
(ii) Dilthey desarrolla la intuición volitiva. Plantea la falsedad de todos aquellos sistemas
filosóficos para los que la última y más profunda realidad es el intelecto, el pensamiento, o la
razón, y dice que la existencia de las cosas debe captada por una intuición de carácter
volitivo. Esta consiste en autopercibirnos como agentes deseantes antes que pensantes,
que queremos y enfrentamos dificultades para lograr lo que deseamos: esas dificultades son
las que nos dan, inmediata e intuitivamente, noticia de la existencia de las cosas.
Lección 4: la ontología.
¿Qué es el ser? Esta pregunta es incontestable, porque definir algo supone incluirlo en un
concepto más general, y no hay ningún concepto más general y extenso que el ser. Definir
un concepto es enumerar sus notas características: más amplio -extenso- es, menos notas
características tiene. Y el concepto más amplio de todos, el concepto de ser, no tiene, en
realidad, notas que lo definan. Por eso, Hegel identifica el “ser” y la “nada”: porque predicar
todo sobre algo equivale a no decir nada.
Y ¿quién es el ser? El ser no puede definirse, pero puede señalarse: invitar al interlocutor a
que dirija su intuición hacia un determinado sitio en donde está el concepto de ser. O sea
que hay un ser auténtico y otro falso. Para distinguirlos, cuando algo pretenda ser “el ser”,
hay que “preguntarle” ¿qué eres?: si podemos disolverlo, reducirlo, en otra cosa distinta de
él, es que no es un ser auténtico sino compuesto; pero si no podemos definirlo, disolverlo,
reducirlo a otros seres, entonces ese es el ser.
Estas dos preguntas nos plantean los dos significados de la palabra “ser”: consistir, ser esto
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o lo otro; y existir, estar ahí. A partir de eso, y de las preguntas iniciales, Morente plantea
✔️ ✔️ ❌
cuatro interrogantes para ver si tienen o no respuesta: (i) ¿qué es existir? , (ii) ¿quién
existe? , (iii) ¿qué es consistir? ; y (iiii) ¿quién consiste? . Así, toooda la ontología
queda reducida a estas dos preguntas posibles: ¿quién existe? y ¿qué es consistir? La
primera es objeto de estudio de la metafísica, que busca identificar quién es el ser en sí, el
ser que no es en otro o reductible a otro. La segunda es estudiada por la teoría del objeto o
de la consistencia de los objetos.
Metafísica: ante la pregunta “¿quién existe?”, la respuesta más obvia es “las cosas (res)”:
esta hoja, ese mate, aquel puchito, ese señor, el cielo; bueno, eso es el realismo metafísico,
y, así planteado, no lo bancó ni un solo filósofo, nunca, porque es claro hay cosas que en
realidad no existen, o que están compuestas de otras. Desde los griegos6, la filosofía se
centró en discernir entre lo que existe de verdad, en sí, primordial e irreductible (el
“principio”) y lo que sólo tiene una existencia meramente aparente.
Primero, Thales de Mileto plantea la cosa que es el principio de todas las demás, el ser, el
principio, de la cual todas las demás son meros derivados es el agua. Y el agua, ¿qué es?
EL agua no consiste en nada; existe, con una existencia primordial, como principio esencial.
Anaximandro, en cambio, dice que el principio es una protocosa indefinida llamada
“apeiron”. Anaxímenes, que es el aire, y así. La crítica -es raro pensar que el mármol viene
del agua-, lleva a buscar el principio no en una sino en varias cosas. Así, Empédocles (!)
plantea el principio en cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego.
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Que inventaron la filosofía. “Nos han llenado la cabeza (...) de las filosofías orientales, de la filosofía
india, de la filosofía china. Esas no son filosofías. Son religión, son sapiencia popular más o menos
genial, más o menos desarrollada” MM dice que surge con el uso metódico de la intuición racional.
Lección 5: la metafísica de Parménides.
Parménides de Elea critica a Heráclito: la concepción del devenir de las cosas tiene una
contradicción lógica, porque si lo que es en este momento ya no es sino que pasa a ser otra
cosa, quiere decir que el ser no es, y esto es imposible. Así, plantea el principio lógico del
pensamiento: el ser, es; el no ser, no es. A esto lo llamamos “principio de identidad”, y a
partir de este podemos afirmar que el ser es único, eterno, inmutable, infinito -más bien
ilimitado, para mi-, e inmóvil -bah, que no está en ninguna parte-.
Las cosas que vemos y sentimos no son como ese ser único, inmóvil, ilimitado, inmutable y
eterno. Las cosas son, por el contrario, en movimientos, seres múltiples, que van y vienen,
que se mueven, que cambian, que nacen y perecen. Entonces, Parménides postula la
existencia de un mundo sensible, ilusorio, que es ininteligible y absurdo, porque es ilógico; y
otro inteligible, no visible pero comprensible, sujeto a la ley lógica de la no contradicción: el
mundo del pensamiento. Así, accedemos a la realidad del ser mediante el pensamiento: ser
y pensar son lo mismo.
Otros eleáticos (de Elea): Zenón, partiendo de que sólo es aquello que se puede pensar
coherentemente, trató de demostrar que el movimiento no existe (!) porque, dice, el
movimiento es traslación de un punto en el espacio; el espacio es siempre extenso y, por lo
tanto, divisible en un número infinito de puntos; y, por lo tanto, el tránsito sólo puede
entenderse en un infinito de tiempo, y es ininteligible. Por eso, el movimiento pertenece al
mundo sensible7.
Platón y el eleatismo: para Platón, el eleatismo es una metafísica formal, sin contenido (así,
el razonamiento de Zenón de Aquiles y la tortuga es correcto en lo formal matemático, pero
obvia las condiciones existenciales del ser). Parménides confunde la existencia de algo con
la unidad de sus propiedades: mezcla esencia y existencia. No hay que confundir las
condiciones formales del pensamiento con las condiciones reales del ser. Del eleatismo,
Platón toma la noción de que el pensamiento es el medio para llegar al ser; la distinción
entre los dos mundos, el sensible y el inteligible; y el arte de discutir tesis, o dialéctica.
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Si Aquiles corre una carrera contra una tortuga, dándole una pequeña ventaja, nunca podrá
alcanzarla: porque, como el espacio se divide en un número infinito de puntos, cada vez que Aquiles
llega a donde estaba la tortuga, esta habrá avanzado algo.
Platón y Sócrates: Platón toma de Sócrates los conceptos o logos. ¿Qué son? Sócrates
aplica a las cuestiones morales el método de la geometría. Este consiste en reducir las
formas complejas de la realidad sensible a unas pocas formas elementales llamadas
“figuras” (triángulo, cuadrado, coso), y luego dan su razón, o sea, las tratan de definir
racionalmente, explicarlas en su génesis y propiedades. Sócrates hace lo mismo con la
variedad de acciones, propósitos, resoluciones y modos de conducta del mundo moral, y las
reduce a un número reducido de virtudes: justicia, valor, amor, etc., sobre las que aplica la
intuición intelectual para explicarlas, o sea, dar su logos o concepto.
A partir de esto, Platón concluye que el conocimiento consiste en elevarnos por medio de la
dialéctica desde el mundo sensible hasta una intuición intelectual del mundo suprasensible
de las ideas. Estas ideas tienen un orden jerárquico: todas penden de la idea superior del
bien, desde lo cual desarrolla su teoría política del Estado.
Morente contrapone dos interpretaciones del platonismo, la de Natorp (?) y la clásica, que
denomina “realismo de las ideas”. Según esta, Platón considera las ideas como entes
reales, existentes en un mundo trascendente10. Sin embargo, esta concepción da lugar a
críticas que fueron expresadas por Aristóteles: una sobre la confusión entre esencia y
existencia, similar a la de Parménides; y otra sobre la relación de las cosas con las ideas,
que Platón denomina “participación”.
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Platón inventa la palabra “idea”: una visión, una intuición intelectual.
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De la misma manera que las cosas de la realidad se identifican con figuras geométricas pero nunca
son exactamente esa forma: un pizarrón es rectangular pero no es un rectángulo.
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Para Natorp, en cambio, Platón entiende las ideas como unidades lógicas de pensamiento: puntos
de vista desde los cuales el pensador organiza sus sensaciones para darles objetividad.
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Aristóteles de Estagira fue hijo del Médico de Filipo y, él mismo, tutor de Alejandro. Fue amigo y
discípulo de Platón, además de su crítico.
… y también mantiene tres elementos de Platón: (i) la problematización del ser de las cosas
sensibles: igual que Platón y Parménides, parte del interrogante sobre el ser de las cosas;
(ii) la noción de que para descubrir ese ser problemático de las cosas sensibles se debe
buscar lo intemporal y eterno que hay detrás de ellas; y (iii) que, aunque critica la confusión
entre esencia y existencia, también las confunde planteando una función entre ellas.
Aristóteles intenta traer las ideas trascendentes de Platón y fundirlas con las cosas reales de
nuestra experiencia sensible. Para ello, toma la cosa como la vemos y sentimos, y distingue
tres elementos en ella: (i) substancia, el sujeto de una proposición, la cosa de la que se dice
algo; (ii) esencia, todo lo que debe tener la substancia, la suma de sus predicados; y (iii)
accidente, lo que decimos sobre la substancia, pero que si no estuviera no dejaría de ser.
A la vez, Aristóteles usa la palabra “substancia” en otro sentido, más amplio, que es la
totalidad de la cosa, con sus caracteres esenciales y accidentales. Eso es lo que existe. O
sea, no existe un concepto genérico de hombre, sino que existen fulano, Aristóteles o
Gustavo Chizzo: lo que existe son las cosas individuales.
Teología de Aristóteles: esta metafísica lleva necesariamente a una teología, una teoría de
Dios. Para Aristóteles, la existencia de algo implica necesariamente la existencia de Dios.
Una existencia cualquiera es siempre contingente, podría existir como no; entonces, quiere
decir que tiene su fundamento en otra existencia. Y está segunda existencia contingente, en
otra, y así sucesivamente hasta llegar a una existencia necesaria que explique a todas las
anteriores13. Y esta es inmóvil, porque lo que se mueve es contingente14 (hey Zenón). Pero,
si está inmóvil, es inmaterial, porque lo material siempre está en movimiento15. Y, como no
puede moverse, piensa en sí mismo.
Aristóteles es la expresión más pura y clásica del realismo metafísico. Su estructura del ser
se divide para su exposición en tres problemas: (i) la estructura del ser en general, que es, a
su vez, una estructura del pensamiento, consiste en considerar el ser desde los diferentes
puntos de vista (“categorías”) de su substancia, su cantidad, su cualidad, su relación con
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Porque eran todos medio geómetras.
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https://bit.ly/2wUG2RQ
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Porque el movimiento es ser y no ser sucesivamente.
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Estamos vivos porque estamos/ en movimiento.
otros, su lugar, su tiempo, su acción y su pasión. A veces agrega también otras dos
categorías que son su posición y su estado16.
… (ii) la estructura de la substancia, que es lo que existe, en unidad con su esencia y sus
accidentes. Así, esta estructura de la substancia es dual porque abarca existir y consistir. Y
ese ser en ambos sentidos se descompone en la pareja de conceptos "forma" y "materia",
constituyen una unidad indivisible en la existencia individual17: la substancia. A esta pareja
corresponde otra, “real” y “posible” (aspecto lógico), y otra, “acto” y “potencia” (aspecto
genético).
Cosas sueltas18:
● Para Aristóteles nuestro mundo de las cosas sensibles es inteligible porque estas
fueron hechas racionalmente, lo cual prueba la existencia de Dios. Por eso, la
metafísica aristotélica concluye necesariamente en una teología.
● Para Aristóteles, el mundo es un conjunto perfectamente sistemático, racional y
accesible al conocimiento, donde “conocer” es formar concepto de algo, aplicar esos
conceptos generales a las cosas individuales y combinar esos juicios.
● El hombre es un ser entre los otros, pero se distingue por el pensamiento “participar
de la inteligencia divina”; su naturaleza es pensar y le corresponde hacerlo.
Crisis: desde el siglo XV, la creencia en el realismo aristotélico entra en crisis a partir de tres
hechos: la crisis del catolicismo y el surgimiento del protestantismo, que desafían la verdad
única; el descubrimiento de que la tierra es redonda; y el “descubrimiento del cielo”, los
desarrollos científicos de Kepler y Copérnico sobre el sistema solar.
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Kant le critica que estas categorías no surgen de un metódicamente de un principio general, sino
que son azarosas. Morente agrega que “substancia” no es un punto de vista, es el ser mismo.
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También explica algo sobre una substancia segunda no metafísica que se predica respecto de
conjuntos, no de individuos, pero no lo entendí.
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Me aburrí.
Mientras el desarrollo anterior de la filosofía de Parménides & co. es espontáneo, autóctono
y libre de cargas históricas, en el siglo XVI Descartes inicia una segunda etapa menos
inocente y más cautelosa; para evitar errores, retrotrae el pensamiento a los aspectos
previos, esenciales, y por eso antes de plantearse el problema metafísico se ocupa del
conocimiento. Cuando lo que se tenía por cierto se revela falso la preocupación pasa a ser
cómo descubrir la verdad o, por lo menos, una verdad sólida de la que no queden dudas.