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Edición N°
 

Mayo 2015 |

Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria    [1]

acques–Alain Miller

Desearía, en primer lugar, felicitar a Marie–Hélène Brousse por haber organizado este sem
ono en París. Estoy verdaderamente sorprendido de ver aquí a casi cien personas de diferentes países. Deseaba que se retomara este sem
ono. Hubo hace ya unos años una serie en París, luego lo interrumpimos. Con eso me preocupaba, le pedí a Marie–Hélène Brou
rlo. Es una ocasión importante para mí constatar que la audiencia del Campo freudiano en los países anglófonos, lejos de haber dism
tó en número y en importancia desde hace diez años. El Campo freudiano no está, a mi parecer, suficientemente representado en el
ono, algo que tenemos la intención de cambiar. El Campo freudiano desea promoverse con vigor en el mundo anglosajón –en Gran Breta
ados Unidos, en Australia– y en otros países donde el inglés es esencial para transmitir la enseñanza de Lacan y nuestra acción.

título de este seminario elegí: "Psicosis ordinaria". Aunque esta no sea una categoría de Lacan, es, me parece, una categoría lacaniana.
n que concibo como extraída de lo que nosotros llamamos "la última enseñanza de Lacan", que es en sí misma con un efecto retor
ollo pragmático de su enseñanza a lo largo de treinta años de seminario. Tengo la intención de darles, en esta exposición informal s
to de psicosis ordinaria, un mayor eco del uso práctico que hacemos de este término desde hace muchos años con mis colegas, entre los
s han contribuido a darle un sentido más preciso.

se planteó la famosa pregunta: "¿Qué quiere una mujer?". Él se la planteó en tanto que hombre. Quizá en tanto que mujer también. A pe
trás treinta años de enseñanza de Lacan, nosotros no tenemos la respuesta. Sin embargo, la hemos buscado. No se trata por lo tanto
n de discriminación.

otra pregunta que me ha perturbado durante años: "¿Qué quieren los norteamericanos?" ¡Tengo la respuesta! Una respuesta parcial. Qu
Žižek. Quieren al Lacan de Slavoj Žižek. Lo prefieren por sobre el Lacan del Campo freudiano. Quizá, por el momento.

gunta es la siguiente. ¿Ellos quieren conceptos bien definidos? ¿Quieren un espacio para discutir? ¿Un espacio de disputa?, lo que es
conceptos de psicoanálisis. Otto Kernberg, por ejemplo, decía estar muy perturbado por el hecho de que no podía atrapar la definición
conceptos lacanianos. "Cambian todo el tiempo", decía. Pueden imaginarse bien al querido Otto –que lee francés– buscando y que
rar en Lacan la definición del Nombre del Padre, del significante… y no encontrar una, sino una pluralidad de definiciones. Él enc
iones contradictorias y se encuentra siempre perdido en la enseñanza de Lacan. Quizá sea porque Otto es de descendencia aleman
nos, se sabe, quieren significaciones muy rígidas, pero a decir verdad, esto también incluye al espíritu norteamericano. Recuerdo que Ker
as yo daba una conferencia en Nueva York en 1985 –la única que di en la IPA–, cuando terminé, en una de las preguntas que me plan
"Pero, el cincuenta por ciento de la vida psíquica son los afectos". ¿Cómo hacía él para medir el cincuenta por ciento de la vida psíquic
go, ¡era Otto Kernberg! Él quería definiciones precisas. Y es, en parte, lo que los americanos quieren: un saber bien definido, utilizab

a parte, tengo la sensación de que los americanos reclaman un espacio para transmitir sus opiniones, para poder decir: "Tú piensas
de otra manera. Yo tengo mi propia idea", sin por eso faltarle el respeto al prestigio y al saber. Es una forma muy democrática de cuestio

la impresión de que el alma americana, o el espíritu americano, si me lo permiten, se encuentra desgarrado entre, por un lado, un deseo
a precisión y los números y, por el otro, el deseo de ser capaz de expresar el propio pensamiento y de seguir las propias ideas.

sicosis ordinaria definida a posteriori

osis ordinaria se sitúa más bien sobre esta segunda vertiente. Es la razón por la cual elegí para renovar este seminario, porque la p
ria no tiene una definición rígida. Todo el mundo es bienvenido para dar su impresión y su definición de la psicosis ordinaria. Yo inve
to con la psicosis ordinaria. Inventé una palabra, una expresión, un significante, dando un esbozo de definición para atraer los dife
os, los diferentes reflejos de sentidos alrededor de ese significante. No di un saber–hacer sobre la utilización de ese significante. Hice la a
ese significante podía provocar un eco en el clínico, en el profesional. Quería que tomara amplitud y ver hasta dónde podía llega

inspirado por lo que Lacan había hecho con el pase. Saben que él llamaba al verdadero fin de análisis "El pase". Pero no dio más q
ión esbozada, porque no quería que la gente lo imitara. Si ustedes dicen que pueden reconocer el fin del análisis cuando el sujeto hace
o o dice esto o aquello, todo el mundo va a hacerlo inmediatamente. Es el caso de la Universidad. Si tienen necesidad de una nota, deben
as de una cierta manera y en un cierto estilo. Y entonces la gente se conforma con eso y vive un mundo de sombras, una "Ciudad de fanta
n el artículo de Jean–Louis Gault. Debo confesarles que la Universidad es una ciudad de fantasmas con gente que imita lo que son sup
can dio solo un esbozo de definición del pase y propuso que se experimente para ver, una vez definido el momento, lo que surgía, aque
gente contribuiría. Quisiera hacer algo de ese tipo con la psicosis ordinaria. Y creo que eso atrajo el sentido en potencia. Mucha gente se
ara decir: "¡Yo conozco un caso de psicosis ordinaria!" Si nos vemos tentados de darle una definición, es pues una definición

ínica binaria y el tercero excluido

puedo reflexionar sobre la razón por la cual había sentido en su momento la necesidad, la urgencia y la utilidad de inventar ese sin
s ordinaria. Diría que para esquivar la rigidez de una clínica binaria, neurosis o psicosis.

que cada significante es fundamentalmente definido, en la teoría de Roman Jackobson –que es una teoría antigua en la actualidad–,
n en relación a otro significante o a una falta de significante. La idea de Jackobson es una definición binaria del significante. Durante añ
níamos esencialmente una clínica binaria, neurosis o psicosis. Un "o bien o bien" absoluto. Teníamos también la perversión, pero ella no
misma forma en la balanza, por la sencilla razón de que las verdaderas perversiones no se analizan verdaderamente y, por lo tanto, aquell
en análisis son sujetos que presentan rasgos de perversión. La perversión es un término discutible que desbandó al movimiento gay.
ría que tiende a ser abandonada.

estra clínica tenía un carácter esencialmente binario. Resultado: durante años veíamos a los clínicos, a los analistas, a los psicoterap
tarse si su paciente era neurótico o psicótico. Cuando ustedes recibían a esos analistas en control, podían verlos retomar, año tras añ
te x, y si le hubiesen preguntado: "¿Ya decidió si es neurótico o psicótico?", ellos habrían dicho: "No, no lo he decidido por el momento"
uó así durante años. Claramente, no era una manera satisfactoria de considerar las cosas.

ramente una dificultad en los casos de histeria. Cuando en la histeria no hay una identificación narcisista al propio cuerpo "suficiente
–ese "suficientemente buena" es un término winnicottiano que me gusta mucho–, porque en la histeria tienen a menudo algunas mar
ausencia del cuerpo, entonces podían preguntarse si este abandono llegaba hasta el punto de no concernir ya a la histeria sino a la ps
así gente que intentaba, durante años decidir de qué lado estaba su paciente. O bien, cuando tienen sujetos que testimonian de un vac
mentan en sí mismos, pueden preguntarse si ese vacío es también histérico. ¿Es el sujeto barrado que reenvía a la nada en la neurosis? ¿
sicótico, el agujero psicótico? Aunque, año tras año, a pesar de la diferenciación supuestamente absoluta entre la neurosis y la psicosis
de la forclusión del Nombre del Padre –verdadero credo lacaniano: yo te bautizo neurótico si hay Nombre del Padre, yo te bautizo psicó
ay–, ciertos casos tenían el aspecto de estar entre los dos. Y esta frontera terminó, a lo largo del tiempo –en el control y en la práctica
harse. ¡Un ensanchamiento creciente como el que ustedes encuentran alrededor de su cintura!

es, había algo que no iba bien porque, si era una neurosis, no era una psicosis, y si era una psicosis, no era una neurosis.

osis ordinaria era una forma de introducir el tercero excluido por la construcción binaria, uniéndose al mismo tiempo a la posición d

a manera de decir, por ejemplo, que si tuvieron durante años razones para dudar de la neurosis del sujeto, pueden apostar a que se tra
e un psicótico ordinario. Cuando se trata de la neurosis, ¡Ustedes lo deben saber! La contribución de ese concepto permitía decir
is no es un fondo de pantalla (wallpaper).

rosis es una estructura muy precisa. Si no reconocen la estructura muy precisa del paciente, pueden apostar o deben intentar apostar a
cosis disimulada, una psicosis velada.

pues, seguro que la psicosis ordinaria sea una categoría objetiva. Se tienen que preguntar si es una categoría de la cosa–en–sí. ¿Puede
psicosis ordinaria existe objetivamente en la clínica? No es seguro. La psicosis ordinaria interesa al saber de ustedes, a la posibilidad que
ocer algo del paciente. Ustedes dicen: "psicosis ordinaria", cuando no reconocen signos evidentes de neurosis, y así son conducidos a de
psicosis disimulada, una psicosis velada. Una psicosis difícil de reconocer tal cual, pero que deduzco de pequeños índices variados. S
una categoría epistémica que objetiva. Esta última concierne a nuestra manera de conocerla.

onstrucción lacaniana de la psicosis en los Escritos

mundo imaginario movedizo

exto clásico sobre la psicosis, "La cuestión preliminar…" [2], de los Escritos, de todos modos, Lacan debuta con las neurosis. Él piensa la p
erspectiva de la neurosis. Hace derivar la estructura de la psicosis de la de la neurosis, como una derivación fundamental de la neurosis
idad. Hay una conexión entre neurosis y normalidad: el complejo de Edipo. En Lacan –y en Freud igualmente–, el complejo de Edipo
traduce como metáfora paterna– es tanto el fundamento de la realidad común como de la neurosis. El complejo de Edipo es el lazo
idad y neurosis. Podemos decir que la neurosis es la normalidad. Una persona supuestamente normal es un neurótico que no sufre
is o que no sufre demasiado de su neurosis, o más todavía, que no cura su neurosis por el análisis, que cura su neurosis viviendo. ¡Es
ante! Es más interesante curar la neurosis por el análisis, pero la gente no siempre piensa así y sigue viviendo. Y entonces, me siento c
Knock, en la famosa obra de teatro francesa de principio de siglo que decidía que todo el mundo estaba enfermo sin saberlo.

es la base común entre neurosis y psicosis desde el punto de vista de Lacan? ¿Cuál es el inicio de la vida psíquica? El inicio de la vida ps
acan clásico es lo que llama lo imaginario. Es el Lacan clásico. Esto se puede poner en tela de juicio porque está la incidencia del lengu
desde el inicio el sujeto está inmerso en el lenguaje. Pero en su texto clásico sobre la psicosis, como en casi todos sus textos de los
ión de los últimos–, Lacan construyó la dimensión fundamental de sujeto como perteneciendo a la dimensión imaginaria. Es, p
ento supuesto común, que sea un futuro neurótico, un futuro normal, un futuro perverso, un futuro psicótico, depende de cómo
mos decir, el estadio del espejo.

dio del espejo es la primera estructura del mundo primario del sujeto, lo que indica que es un mundo muy inestable. El mundo estruc
estadio del espejo es un mundo de transitivismo. Transitivismo quiere decir que no saben si ustedes o el otro que lo ha hecho. Es cuan
da un golpe al compañero y dice: "Él me pegó". Tienen ahí una confusión. "¿Soy yo o es él?" Este es un buen ejemplo para entender
e un mundo de arenas movedizas. Es un mundo inestable, sin consistencia. Es un mundo de sombras. En el primer seminario de Lacan
ma en que describe el mundo primario o, más bien, la manera en que se construye. Digo "construye" porque hay que comenzar por
ción del lenguaje que está presente desde el inicio. Es a partir de ahí que se estructura la psicosis. Es también para él el mundo de la mad
tamente un mundo cuya fuerza pulsional es la del Deseo de la Madre, el deseo desordenado de la madre con respecto al niño–sujeto. D
manera, esto equivale a decir que la locura es el mundo primario. Es un mundo de locura.

en simbólico viene en un segundo tiempo de esta construcción. Es a nivel simbólico que se debe insistir sobre la palabra "orden". Estar
os de decir "el orden imaginario", "el orden real", pero es inexacto. En efecto, esto quiere decir que el orden viene al mundo imaginario
ico. La estructura lacaniana introduce lo simbólico –el lenguaje, la metáfora paterna– como la potencia que impone el orden, que imp
ía, la estructura, la constancia, que estabiliza el mundo imaginario movedizo. Lacan condensa esta potencia ordenatriz de lo simbólico,
e del Padre –utilizo la P mayúscula para representar la palabra francesa "Père"– que es un elemento más. Es un plus (+) que tiene
uencia un menos (–), un goce en menos. El goce imaginario, que vuelve posible el mundo imaginario, es expulsado, sustraído. Y encuent
texto de Lacan, la idea según la cual el goce es evacuado por lo simbólico. Lacan utiliza esta expresión de diferentes maneras. Podemos
acción, de sustracción, pero es siempre la misma idea. Cuando se introduce el elemento ordenador del Nombre del Padre, se obtie
ción a nivel de la libido, del goce y las pulsiones. En términos del falo tenemos el falo imaginario completo Φ de un lado, y del otro el
que quiere decir "castración", la palabra freudiana para esta extracción de goce.
r de ese momento, como bien saben, Lacan construye la psicosis como una falta del Nombre del Padre, P0 y la falta de ese falo castra
Φ0. Tenemos dos agujeros correlativos al esquema I –debemos escribirlo así, con tres flechas– a nivel del goce, que es de hec

oce imaginario que está "en demasiado" continúa existiendo, entonces el Nombre del Padre no es operatorio. Esto quiere decir que
es operatorio. De hecho, es menos–phi cero. No voy a explicar de nuevo esta construcción de la psicosis en Lacan, pero lo que introd
tiempo, mientras que lee el caso Schreber, es la idea de la metáfora delirante. No tiene la metáfora paterna normal en el caso Schreber p
mento preciso, se nos revela el hecho de que no está unido al significante del Nombre del Padre, desencadenando su psicosis extraord
de un primer tiempo de perplejidad del mundo –un mundo que antes estaba estabilizado, había llegado a obtener una posición muy e
magistrado, su mundo tenía su orden, pero cuando fue solicitado a responder desde el punto de vista del Nombre del Padre, no alcan
adenó entonces su psicosis extraordinaria– observamos una suerte de mundo ordenado que se reorganiza a sí mismo. Schreber logró
sivamente un mundo vivible. Lacan dice que él no tiene una metáfora paterna, sino más bien una metáfora delirante.

os modos, un delirio es simbólico. Un delirio es un cuento simbólico. Un delirio es también capaz de ordenar el mundo. Pregúntense si
nuestro mundo no es, en gran parte, delirante. Si lo trasladan al saber científico, esas historias de Dios–todo–poderoso, de padre, madr
ducen a decir que es un delirio. No diría esto –no osaría–, pero la gente del siglo XVIII osaban en decir que, en efecto, en parte es un del
freudiano es un delirio, no tiene una existencia bien delimitada. Es algo para unas miles de personas en el mundo que hablan del C
no, pero eso no tiene existencia precisa a decir verdad. Cuando leen a propósito de Mohammed –Dios no permita que yo diga lo que sea
mmed– que se fue solo, que llevaba un mensaje divino y que escribía, ese discurso ordenó a un millón de personas en el mundo. Era un
En efecto, la hipótesis según la cual un delirio puede ordenar el mundo no es completamente tirada de los pelos.

er tenía un delirio privado, él no pudo lograr hacer de su delirio un delirio para todos en la Prusia de finales del siglo XIX. Lo tu
zar. Montó una empresa delirante para él solo. Entonces, pueden tener un orden simbólico delirante.

nombre propio al predicado

decir que un su última enseñanza, Lacan está próximo a decir que todo el orden simbólico es un delirio, incluida su propia construcci
simbólico. La vida no tiene ningún sentido. Producir sentido es ya delirante. Es una convicción profundamente inculcada en Lacan
a, cuando comprenden lo que el paciente dice, están capturados por su delirio, por su manera de producir sentido. El trabajo de usted
ue clínicos, no es comprender lo que el paciente dice. De esa manera, ustedes no participan de su delirio. El trabajo de ustedes es ca
a particular, insólita de dar sentido a las cosas, de dar sentido a la repetición de la vida.

troduce un cambio de estatuto para el Nombre del Padre. En los textos clásicos de Lacan, se utiliza el Nombre del Padre en tanto que n
Cuando preguntamos: "El sujeto, ¿tiene Nombre del Padre o no tiene Nombre del Padre?", utilizamos lógicamente el Nombre del Pa
que nombre propio, el nombre propio de un elemento particular que se llama el Nombre del Padre. Siguiendo la idea del orden sim
te, podemos decir que el Nombre del Padre no es más que un nombre propio sino un predicado definido en la lógica simbólica.

mento tal que funciona como Nombre del Padre para el sujeto. Este elemento es el principio que ordena su mundo. Eso no es el Nom
pero tiene la cualidad, la propiedad. Es igualmente muy útil cuando pensamos el hecho de que Schreber llevó una vida aparentemente n
e cincuenta años. Su psicosis se desencadenó recién cuando tenía cincuenta y un años, durante lo que se llama en medicina el climateri
asculina. La idea nos ayuda a comprender cómo podía funcionar su mundo. ¿Qué habría pasado si Schreber hubiese venido al análisi
encadenamiento de su psicosis? No había todavía psicoanálisis en esa época, pero imagínense si él hubiera sido tratado por Freud. Quiz
cincuenta y un años ustedes podrían ya haber observado particularidades en la construcción de su mundo que les habría hecho decir que
co ordinario. Freud no conocía la psicosis ordinaria –es evidente que él conocía muchas otras cosas mucho más importantes–, pero q
sotros llamamos psicosis ordinaria es una psicosis que no se manifiesta hasta su desencadenamiento. Es, por ejemplo, una de las mane
el concepto sobre el cual ustedes debatieron.

es, la cuestión se centra sobre el Nombre del Padre en tanto que predicado. Eso quiere decir que es un sustituto sustituido. El Nomb
se sustituye él mismo al Deseo de la Madre, impone su orden al Deseo de la Madre. Y lo que llamamos el predicado del Nombre del Padre
to que es una suerte de make–believe del Nombre del Padre, un compensatory make–believe (un hacer creer compensatorio) del Nom
en la psicosis. ¡Vamos a creer –make–believe– que estamos haciendo un estudio altamente científico! ¡Y deberíamos dec
os la intención de observar y de hacer una lista completa de todas las formas posibles de CBM en la psicosis! De hecho, es más difícil q
difícil que este tipo de bromas.

sorden […] en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto." [3]

ntentamos captar hablando de la psicosis ordinaria? Es decir, cuando la psicosis no va de suyo, cuando no tiene el aspecto de ser una ne
no tiene la firma de la neurosis ni la estabilidad ni la consistencia ni la repetición de la neurosis. Una neurosis es algo estable, una form
. Cuando ustedes no comprueban –es también una prueba para el clínico– que tienen los elementos bien definidos, bien recortado
is, la repetición constante y regular de lo mismo–, y cuando no tienen claros fenómenos de psicosis extraordinaria, entonces llegan a de
psicosis, aunque no sea manifiesta sino, por el contrario, disimulada.

entonces darse a la búsqueda de pequeños índices. Es una clínica muy delicada. A menudo es una cuestión de intensidad. Una cuestión d
os. Eso los orienta hacia lo que Lacan llama "un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto".
obre la cual insisto desde hace años en mis cursos y en las discusiones con mis colegas, en la página 224 del tomo II de los
nte edición anglófona de Bruce Fink, en la página 466, está traducido por "a disturbance". Esa es una muy buena traducción de desorden
rastorno, que habría sido un término del DSM, sino "disturbance": "a disturbance that accuredat the inmost junctureof the subject's s
Y bien, es eso lo que buscamos en la psicosis ordinaria. Ese desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto. "
traduce por "sentimiento de la vida" o "cómo viven ustedes su propia vida". Es muy difícil de analizar ese término. Los psiquiatras inte
r ese "sentimiento de la vida". Ellos hablan de síntesis, de sentimiento general del sujeto, de "estar en el mundo".

orden se sitúa en la manera en que sienten el mundo que los rodea, en la manera en la que sienten su cuerpo y en la manera de referirs
s ideas. Pero, ¿qué hay de ese desorden, dado que los neuróticos también lo sienten? Un sujeto histérico siente ese desorden en relació
, un sujeto obsesivo siente ese desorden en relación a sus ideas. ¿Qué es entonces ese desorden que llega a "la juntura más íntim
iento de la vida en el sujeto?" Es algo muy difícil de formular.

triple externalidad
ntentar organizar ese desorden en el sentimiento de la vida en relación a una triple externalidad: una externalidad social, una extern
al y una externalidad subjetiva.

dicios hay que localizarlos en los tres registros.

a externalidad social

ue concierne a una externalidad social, en lo que concierne a la externalidad social en la psicosis ordinaria, la cuestión es la siguiente:
tificación del sujeto con una función social, con una profesión, con su lugar bajo el sol, como se dice en inglés? El índice más claro se enc
elación negativa que el sujeto tiene con su identificación social. Cuando tienen que admitir que el sujeto es incapaz de conquistar su lug
asumir su función social. Cuando observan un desamparo misterioso, una impotencia en relación a esta función. Cuando el sujeto no se
el sentido de la rebeldía histérica, o la manera autónoma de la obsesión, sino cuando hay una suerte de fosa que constituye misteriosa
Cuando observan lo que llamo un desenganche, una desconexión. Ven a veces sujetos que van de una desconexión social
ectarse del mundo de los negocios, desconectarse de la familia, etc. Ese es un trayecto frecuente en los esquizofrénicos.

quizofrenia. Esa puede ser la realidad del sujeto, aunque pueda parecer una psicosis ordinaria, porque no va de suyo. Pero la psicosis ord
onces, desde el punto de vista de ustedes. Una vez que dijeron que es una psicosis ordinaria, traten de clasificarla de un modo psiquiátri
decir simplemente que es una psicosis ordinaria, deben ir más lejos y encontrar la clínica psiquiátrica y psicoanalítica clásica. Si no hacen
s el peligro del concepto de psicosis ordinaria– es lo que se llama un "asilo de la ignorancia". Eso se transforma en un refugio para no sa
mos de psicosis ordinaria, ¿de qué psicosis hablamos?

os, por ejemplo, constatar esto en el último coloquio de las Secciones Clínicas francófonas [el círculo UFORCA, la conversación
ones subjetivas de desinserción social en la Maison de la Mutualité el 28 y 29 de junio de 2008] cuando, en el caso de una psicosis ord
ga –un psicoanalista y psiquiatra– dijo: "es una paranoia sensitiva, en el sentido de Kretschmer". Se trataba de una psicosis ordinaria p
manifiesta, pero una vez que ustedes dicen que es una psicosis ordinaria, eso quiere decir que es una psicosis. Y si es una psicosis, en
ser trasladada a las categorías nosológicas clásicas. Tuve la impresión de que mi colega tenía razón, que en ese caso se trataba de una pa
va de Kretschmer. El término de psicosis ordinaria no debe darnos el permiso de ignorar la clínica. Es como una invitación a pasarse de e

or la identificación social negativa, pero deben también percatarse de cómo se viven las identificaciones sociales positivas en la p
ria. Es decir, cuando los sujetos invisten demasiado su trabajo, su posición social, cuando tienen una identificación demasiado intensa
n social. Pueden ver entonces, y se ve a menudo, psicóticos ordinarios cuya pérdida del trabajo desencadena la psicosis porque su t
decir más que un trabajo o una manera de vivir. Tener ese trabajo era su Nombre del Padre. Lacan dice que en nuestros días el Nombre
es el hecho de ser nombrado, de ser asignado a una función, de ser nombrado para. El Nombre del Padre hoy es acceder a una posición
tamos, en efecto, que ser miembro de una organización, de una administración, de un club, puede ser el único principio del mundo
. Por ejemplo, hoy tener trabajo tiene un valor simbólico extremo. Las personas están dispuestas a llenarse de trabajos mal
ara tener el valor simbólico de estar en el trabajo. Los gobiernos son suficientemente inteligentes para entender esto claramente
les trabajos miserablemente remunerados. El gobierno francés quiere en este caso extenderlo a los psicólogos y a los psicoterapeutas
lo que hablamos en estos días. Ellos quieren crear una nueva profesión de psicoterapeutas que estaría peor pagada que la kinesioterapia

or la externalidad social, con la vertiente positiva y negativa de la identificación social.

a externalidad corporal

unda externalidad concierne al Otro corporal, al cuerpo como Otro para el sujeto, partiendo del principio de que "no se es un cuerpo, si
e un cuerpo", como dice Lacan. En la histeria tienen la experiencia de extranjeridad del cuerpo, el cuerpo hace a su antojo. En el cuerpo
n tienen al menos una parte del cuerpo que hace igualmente a su antojo: el pene, es bien conocido.

sicosis ordinaria debe haber algo de más, un desajuste. El desorden más íntimo es esta brecha en la que el cuerpo se descompone y do
es llevado a inventarse lazos artificiales para reapropiarse de su cuerpo, para "ceñirse" a su propio cuerpo. Para decirlo en término
ca, tiene necesidad de una prensa para unirse a su propio cuerpo.

cultad reside en el hecho de que todos esos medios artificiales que parecían anormales hace años, hoy son banalizados. Hoy los
da. Los tatuajes también. La moda está claramente inspirada en la psicosis ordinaria. Ciertos usos de los tatuajes son un criterio de la p
ria cuando perciben que para el sujeto es una manera de ligarse a su propio cuerpo. Este elemento suplementario oficia de Nombre del
uaje puede ser un Nombre del Padre en la relación que tiene el sujeto con su cuerpo. ¿Cómo lo comparamos con la histeria? No podemos
modo que en términos de tonalidad –no tiene el mismo tono– y en términos de exceso, eso excede las posibilidades de la histeria. La h
ligada por los límites de la neurosis, está limitada por el menos  phi. A pesar de la rebelión y el desasosiego, la histeria está siempre som
ación, mientras que se siente el infinito en la falla presente en la relación del psicótico ordinario a su cuerpo.

a externalidad subjetiva

a discutir la vida sexual. Luego de la realidad social –el Otro social– y el Otro corporal, les hablaré del Otro subjetivo. Lo más habi
ar en esa experiencia el vacío, la vacuidad, la vaguedad en el psicótico ordinario. Pueden encontrarlo en diversos casos de neurosis, per
s ordinaria busquen un indicio de vacío o vaguedad de una naturaleza no dialéctica. Hay una fijación espacial de este indicio.

a también desarrollar la relación a las ideas, pero lo dejaré para la próxima vez.

én deben investigar sobre la fijación de la identificación con el objeto a como desecho. La identificación no es simbólica, sino bien real,
El sujeto puede transformarse en un desecho, descuidarse al punto más extremo. Digo que es una identificación real po
va en la dirección de realizar ese desecho en su persona. Finalmente, puede defenderse de eso con un extremo manierismo. Podemo
es los dos extremos. Puedo referirme acá a la exposición de Pierre–Gilles Guéguen [1] sobre Genet. Recuerdan que Pierre–Gilles Guéguen
dentificación no dialéctica de Genet al desecho. Introduciría igualmente una referencia a la exposición de Jean Louis Gault
aire de su sujeto. Él dice que el verdadero partenaire de la vida de ese sujeto no era, de hecho, una persona, sino más bien el lenguaje mi
n ver en ese sujeto un eco especial de la palabra del Otro. En la neurosis, encuentran también eso, pero en el caso de Jean–Louis Gault
un estigma producido por cada enunciado de esos otros. Y, en efecto, es algo así como una relación fundamental, no a una person

ya referirme al caso de Julia Richards que van a escuchar este viernes: "Un dialecto capitalista en el caso de una psicosis ordinaria"
onde el sujeto se presenta con una demanda de "encontrar el diez por ciento que le falta siempre para estar sano de nuevo". Ya en esta m
sentarse pueden ver de entrada que él tiene el sentimiento de no estar sano. Él dice eso en un primer tiempo, luego se le pregunta co
ón kernbergiana, ¡Kernberg sabe que los afectos representan el cincuenta por ciento! Y bien, ¡este sujeto sabe que tiene necesidad de u
nto más! De hecho, ¡supongo que es americano! Él nos da una precisión con números. En esta primera frase con la que se presenta pued
rio. El diez por ciento de delirio. "¡Me falta el diez por ciento!" Hay algo que no marcha y él le atribuye un número. "Me falta el diez por
ración". [Risas] No es divertido, pero en las conferencias clínicas la gente se ríe mucho de cosas que no son divertidas. Este sujet
n: "¿Por qué habría un Dios bondadoso? Soy afortunado, esto explica esta mortaja funesta, esta paranoia… no debería quejarme
ado a la referencia a Dios. Es también una pequeña clave, una "mortaja funesta" –esto puede ser dicho por un neurótico romántico–
mente, eso se inclina más bien hacia la psicosis. Cuando dice más adelante que "el centro no se sostiene más, todo se divide, es cien
esos laberintos de frases parecen tener la misma ausencia en su centro. Julia Richards agrega que "su punto de identificación más
e imaginario, está construido con cada fragmento de identificación paterna a su disposición". Esto es completamente característico
s ordinaria, las identificaciones que son construidas como un popurrí. Pregunté cómo traducir popurrí en inglés antes de la exposici
Flotsam and jetsam". Me gusta mucho. ¡Mr. Flotsam and Dr. Jetsam!

consecuencias teóricas de la psicosis ordinaria

la impresión de que las consecuencias teóricas de la psicosis ordinaria van en direcciones opuestas.

rección nos conduce hacia una afinación del concepto de neurosis. Como ya lo he dicho, la neurosis es una estructura particular, no es un
). Ustedes necesitan ciertos criterios para decir "es una neurosis": una relación al Nombre del Padre –no
; deben encontrar algunas pruebas de la existencia del menos  phi –φ, de la relación a la castración, a la impotencia y a la imposibilidad
ber –para utilizar los términos freudianos de la segunda tópica– una diferenciación tajante entre el yo y el ello, entre los significante
nes; un superyó claramente trazado. Si no hay todo esto y otros signos, entonces eso no es una neurosis, es otra cosa.

dirección somos conducidos a afinar el concepto de neurosis, pero por otra parte, y es la consecuencia opuesta, somos conducidos hac
lización del concepto de psicosis. Lacan sigue esta dirección. Esta generalización de la psicosis significa que no hay un verdadero Nom
Este no existe. El Nombre del Padre es un predicado. Es siempre un elemento específico entre otros que, para un sujeto específico, fu
un Nombre del Padre. Entonces, si dicen esto borran la diferencia de la neurosis y la psicosis. Es una perspectiva que acuerda con "
está loco", con "todo el mundo delira a su modo". Lacan lo escribió en 1978. Comenté esta frase en las últimas lecciones de mi curso
Todo el mundo está loco, es decir, delirante". Ese no es un único punto de vista, pero en un cierto nivel de la clínica es así. Ustedes no p
nar como psicoanalistas si no son concientes que lo que saben, que el mundo de ustedes es delirante –fantasmático, podemos decir–
ente, fantasmático quiere decir delirante. Ser analista es saber que el propio mundo, el propio fantasma, la propia manera de dar sent
te. Es la razón por la cual intentan abandonarlo, para poder percibir el delirio propio del paciente, su manera de dar sentido.

oy conciente de haber sido sensato durante una hora y media. Entonces, ¡tengan cuidado con lo que digo!

untas del público

: –Seguí con gran interés lo que usted dijo, particularmente su advertencia sobre "dar sentido". Hay, sin embargo, algo que n
o para mí. Hay casi una contradicción entre dos ejes que usted siguió. Comenzando con la clínica binaria inicial –la distinción entre neu
s– y con la emergencia, podemos decir, de la noción de psicosis ordinaria, para llegar a la ampliación o al oscurecimiento de la distinción
is y psicosis, pero enseguida, del otro lado, pone mucho cuidado en resituar el concepto de psicosis ordinaria en la clínica psiquiá

: –Lo hice así. Dije Neurosis/Psicosis con el espesamiento de la frontera.

: –Entonces, de una cierta manera, poco importa el espesamiento de esa frontera, eso debe volver a situarse del lado de la p
eme por oscurecer lo que usted esclareció. Pero, entonces, la tendencia casi opuesta es aceptar la modificación del concepto de neuro
sta se volvería una estructura muy específica. Usted dice de una forma divertida que la neurosis no es un fondo de pantalla (
s es el fondo de pantalla (wallpaper), la neurosis casi dio lugar a una modificación específica del Nombre del Padre contra la posibilida
encia de la psicosis. Tenemos casi simultáneamente la distinción de la clínica binaria y el oscurecimiento de esta distinción. Me pregunta
í en lo que me pierdo.

: –En la neurosis el Nombre del Padre está en su lugar. El Nombre del Padre tiene su lugar bajo el sol y el sol
entación del Nombre del Padre. Se supone que en la psicosis, cuando se la detecta, y cuando se la construye a la manera lacaniana c
os un agujero en ese lugar. Es una diferencia clara.

mbre del Padre está ahí (en la columna de la izquierda). El Nombre del Padre no está ahí (en la columna del medio). En la psicosis ordin
el Nombre del Padre, pero hay algo ahí, un aparato suplementario.

os decir entonces, y bien, es una tercera estructura. En efecto, a la izquierda, hay algo, y ahí, a la derecha, no lo tienen. En la psicosis ord
algo que se ajusta más o menos. En realidad es la misma estructura. Al fin de cuentas, en la psicosis, si no es una catatonía completa,
e algo que hace posible para el sujeto salirse o continuar viviendo. En cierta manera, el verdadero Nombre del Padre no vale más qu
make–believe que conviene más.

bien, logro tener una clínica binaria, una clínica ternaria, y una clínica unitaria, ¡todo en uno! ¡Como la Santa trinidad!

as las psicosis toman la forma de una psicosis desencadenada, explotada. Hay psicóticos que van a vivir toda su vida de psicótic
amente como en la psicosis ordinaria. Ustedes tienen psicosis durmientes, como tienen espías durmientes, que no se despertarán jamá
erencia entre las psicosis que pueden desencadenarse y aquellas que no. La psicosis es un vasto continente, un continente inmenso. Ob
encia entre un buen paranoico, agudo y enérgico, que se construye verdaderamente un mundo para él y para los otros, y el esquizofréni
de salir de su cama. Nosotros llamamos a todo eso psicosis.

o se trata de una paranoia, el make–believe Nombre del Padre es mejor que el de ustedes, es más sólido. Suponemos que cuando recibe
ico en su consultorio, no lo van a clasificar como un psicótico ordinario, porque percibirán la psicosis. Pero, hay algunas, como
ia–sensitiva que mencioné antes, que no son claras desde el inicio. Fue recién luego de tres años de análisis que la analista percibió que a
a, que el sujeto construía cada día su paranoia. Están también las esquizofrenias socialmente desconectadas, mientras que los para
mente, están totalmente conectados. Ciertas grandes organizaciones están dirigidas frecuentemente por potentes psicóticos cuya identifi
r social. El campo de las psicosis es por lo tanto inmenso.

ar el desencadenamiento sirve cuando se trata de ese tipo de psicosis, compensado por un CBM. Llega un momento en que el
creer", cae, se rompe. El mundo del sujeto se deshace en ruinas, el desencadenamiento se vuelve entonces manifiesto. Luego, el sujeto
nizarse, sea tan bien como antes, sea con un déficit –del orden de un "no suficientemente bueno"– que desconecta progresivamente al su
dad social. Schreber tenía claramente eso. Tenía una identificación compensatoria, y luego de ser ascendido su mundo se dispersó. D
er un buen paciente, según los informes médicos. Pudo continuar sus conversaciones con su mujer y escribir su libro. Se volvió escritor.
encadenamiento logró restablecerse en una suerte de actividad compensatoria.

osis ordinaria prende con alfileres la existencia de "un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de vida del sujeto". Eso quier
demos conectar todos los pequeños detalles que aparecen distantes los unos de los otros con un desorden central. Se trata por lo ta
r el caso. En los casos que se dice borderline, eso no parece ser ni una psicosis ni una neurosis. Nosotros no creemos en eso. La categ
s ordinaria tiene su origen en la práctica, en dificultades prácticas. Si no reconocen una neurosis, si no ven signos evidentes de ps
n los pequeños índices. Esta es una clínica de los pequeños índices de forclusión. Por ejemplo, en la breve lista de pequeños índices que
emos que una identificación social al trabajo es normal. Pero puede haber ahí una intensidad de la identificación con el trabajo que indi
ón. Es una clínica de la tonalidad. Ese es su uso. Pero debe ser reducible a una forma clásica de psicosis o a una forma original de psicosi

rticipante de Israel: –Esta concepción nos conduce hacia el concepto de sujeto como defensa. Todas las estructuras son de defensa
sa de qué? ¿Cuál es el estatuto de eso de lo que nos defendemos?

: –No mencioné la palabra "defensa" más que una sola vez. ¡Usted es el que eligió hacer un Nombre del Padre d
ción! La idea general es que nos defendemos de lo real, de lo que no podemos volver sensato o que volvemos locamente sensato. Solame
os sueños pasa que lo que no tiene sentido resurge. Es verdad, los sueños tienen sentido, pero las pesadillas que nos despiertan, nos desp
lmente sobre un elemento de no–sentido. Es ahí que tocamos quizá de más cerca la verdad. Es claro que los delirios están const
dor de ese real que no tiene sentido, y fuera de sentido aparece y produce agujeros en el discurso del paciente. Incluso en la presentac
os, en una hora de tiempo, pueden ver esas flechas que Lacan dibujó en el esquema I traspasar el discurso del paciente. El discur
te está tejido alrededor de lo real. Pueden incluso llamarlo una defensa.

: –Personalmente, partiendo de mi experiencia clínica, encontré que el concepto de psicosis ordinaria era una idea brillant
va, pero quisiera justamente informarle de la existencia de algunos antecedentes poco agradables al respecto. Esto atañe al lugar com
s psiquiatras habían abusado seriamente en la Unión Soviética. Hay un segundo plano teórico al respecto. Estaba la teoría de
nevsky de base, que comportaba la idea de psicosis con progresión lenta. Esta idea tuvo dos consecuencias sociales. Por un lado, duran
oviéticos, los psiquiatras buscaban índices menores. Preguntaban: "¿Cuál es su autor preferido?", si la respuesta era: "Bien, me gusta
, no había para el psiquiatra más dudas posibles sobre el diagnóstico. Así, los disidentes eran considerados como psicóticos por r
tes. Como segunda consecuencia, aun hoy, –es específico de la Escuela de Psiquiatría de Moscú, una clínica psiquiátrica en la que t
e años– ellos tratan a los pacientes neuróticos como psicóticos, dándoles grandes dosis de neurolépticos, aunque sean neuróticos, po
stico preferido de la Escuela de Snezhnevsky, la Escuela de Psiquiatría de Moscú, era la esquizofrenia con aspecto de neurosis o una psic
pecto de esquizofrenia.

: –Bien. Durante años, yo estuve en contra de la idea de una psicosis no desencadenada, porque me asustaba el abus
de psicosis durmiente. Pero los hechos clínicos están ahí. Cuando tienen una psicosis que se desencadena, el período que precede
o de psicosis no desencadenada. Yo estaba entonces a favor de la localización de la psicosis durmiente que podía desencadenarse. E
mente necesario. Pero el paso siguiente es el de comprender que ciertas psicosis no van hacia un desencadenamiento: psicosis con un de
ntura más íntima que evolucionan sin ruido, sin explosión, pero con un agujero, una desviación o una desconexión que se perpetúa.

ue concierne a la psiquiatría soviética que hacía su diagnóstico sobre la lectura de Kafka, de hecho, lo que se reveló en 1992 si recuerd
ue la Unión Soviética era en sí un delirio! En efecto, ¡eso desapareció completamente! Era una realidad delirante. ¡Fue el sueño de

: –En la clínica freudiana, con el apego de Freud al Padre y al Complejo de Edipo, la neurosis y las psicosis extraordinarias estaba
de la clínica, por lo tanto, no se podía hacer otra cosa que errar. Me parece que con la clínica de la psicosis ordinaria tenemos una ver
ción lacaniana de la psicosis que la extraemos del trabajo de Lacan, lo que produjo claridad sobre la psicosis. Las antiguas fórmul
mos adoptado –esquizofrenia, manía, parafrenia– podemos observarlas en el presente como una suerte de variantes de la psicosis o co
psicosis, pero la psicosis ordinaria elucidó algo más básico sobre la psicosis. Digo esto a partir del trabajo clínico. ¿Si elegimos una ca
a esquizofrenia, debemos entender los momentos entre los episodios como signos de una esquizofrenia durmiente, silenciosa o lat
os tomarlo como una psicosis ordinaria? En otras palabras, según mi criterio, pienso que puede haber una noción restrictiva y específic
s ordinaria a la que Marie Hélène Brousse [9] hizo alusión –la psicosis ordinaria banal, muy estable y bien delimitada–; pero la noc
s ordinaria abre a una teoría más general sobre la psicosis, a partir de la cual podemos articular la estructura específica de la esquizofren
noia. La utilidad del concepto se sitúa en la manera por la cual se amplía nuestra capacidad para conceptualizar la psicosis y hace refle
vías de estabilización de una manera que no existía en la literatura anteriormente. Leyendo la literatura de los años sesenta o de lo
sobre la psicosis; parece que fuera una literatura muy diferente de la literatura de los últimos diez años. Pienso que el proye
gación desembocó en una noción más general de las psicosis.

: –Estoy de acuerdo. En lo que concierne a Freud, él no era, evidentemente, psiquiatra. Estudió a Schreber a través de sus
ubo un caso de psicosis ordinaria, el Hombre de los lobos. Era psicótico y era una psicosis ordinaria porque estaba lleno de rasgo
is. El Hombre de los lobos ayudó a Freud a esclarecer la neurosis. Cuando leen a Freud, pueden dudar de su psicosis, pero cuando los sig
Mack Brunswick, es difícil dudar. Hace mucho tiempo comenté con mis colegas el caso del Hombre de los lobos durante un año. Algunos
a un neurótico, otros decían que era psicótico, y mi placer consistía en dejar eso en suspenso porque estimulaba así un gran interés en m
tarios interesantes de mis colegas. Pero de todos modos, el punto de capitón de esta cuestión no está en el libro de Freud, sino en el li

: –Mi pregunta se relaciona con la eventualidad de poder esclarecer o no algo alrededor del desencadenamiento. Hubo una dis
nes a propósito de esas psicosis sobre las cuales uno se preguntaba si estaban desencadenadas o no. Había una pregunta alrededo
cia entre los episodios de descompensación, que son la irrupción del fenómeno, y el desencadenamiento estructural de la psicosis.

: –Creo que respondí a la pregunta diciendo que desde el momento que ustedes van por primera vez de una situación d
na abertura tal del agujero, y eso continúa sin cesar, tienen ahí un desencadenamiento. Hay "descompensaciones múltiples" cuando s
repetitivo que es compensado sin cesar. Por lo tanto, ahí no hablamos de desencadenamiento. Decimos "desencadenó" cuando
e una vez. Por otra parte, tenemos lo que podemos llamar en términos desarrollistas una "psicosis evolutiva". Tienen psicosis con una r
n psicosis con una decadencia cuando es un proceso continuo, una psicosis evolutiva.

: –Usted evocó la sexualidad para no hablar de ella. Habló del Otro corporal y del Otro social. ¿Cuál es la sexualidad de una p

: –Eso no es típico. No tienen vida sexual típica. Ustedes podrían hacer una lista de ciertas experiencias extrañas en
Hemos publicado un libro sobre diversos casos clínicos bajo el título El amor en la psicosis[11], en el que tienen diferentes percepcione
era de vivir la sexualidad. A veces en los hombres hay un empuje a la mujer a través del acto sexual. A veces tienen lo contrario, una sexu
rmite reapropiarse de su cuerpo. A veces el cuerpo se fragmenta. No tienen por lo tanto nada específico. Busquen simplemente el desor
ura más íntima del acto sexual y generalmente lo encontrarán.

: –Tengo una pregunta sobre el desencadenamiento como encuentro con Un–Padre y la generalización de este encuentro
s ordinaria como siendo cualquier cosa que viene a irrumpir el CMB.

: –Cuando hablamos de CMB, se trata de una compensación de la forclusión del Nombre del Padre. Entonces, supuesta
esencadenar esta psicosis tienen que tener un elemento que venga a un tercer lugar bajo la modalidad de Un–Padre. Si suponemos q
ión del Nombre del Padre, no tienen que tener necesariamente Un–Padre, pero sí algo que venga a ese lugar tercero en relación al sujeto

Traducción: Damasia Amadeo de Freda

Brousse, M.–H.: Quarto 94–95.
Quarto 94–95.
Guéguen, P.–G., Quarto, 94–95.
Lacan, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis" (1957–1958), en Escritos 2, Siglo XXI editores, Bs. As., 1989.
Escrits, W.W. Norton & Company, 2007.
Mack Brunswick, R., Suplemente del "Extrait de l'histoire d'une néurose infantile" Freud (1928). L'homme aux loups par ses psychanalistes et par
, textos reunidos y presentados por M. Gardiner, NRF, Gallimard, Connaissances de l'inconscient, París, 1981.
Miller J.–A. y otros., bajo la dirección de J.–A. Miller, El amor en la psicosis, Paidós, Bs. As., 2006.
 Quarto 94–95.

Conferencia pronunciada al seminario anglófono "Psicosis ordinaria" realizado en París en julio de 2008 y publicada en la revista
enero de 2009 en Bruselas (ECF) y en Freudiana N. 58 en abril de 2010, cuya traducción realizaron Sandra Arís y Catherine Galaman.
Agradecemos a la responsable de Freudiana, Gabriela Galarraga, y a las traducciones de la ELP, su colaboración para esta publicación. La
traducción que aquí publicamos corresponde a Damasia Amadeo de Freda, tal como fue publicada en la edición impresa de El Caldero de la
, Nueva Serie, Número 14, Buenos Aires, Año 2010. Nuestro especial agradecimiento a Jacques–Alain Miller por su amable autorización
para que también sea publicado en esta edición digital de Revista Consecuencias.
Lacan, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis" (1957–1958), en Escritos 2, Siglo XXI editores, Bs. As. 1989, p.

., p. 540.

Escrits, W.W. Norton & Company, 2007, p. 466.


Guéguen, P.–G., Quarto, 94–95; p. 29–33.
Quarto 94–95; p. 66–71.
 Quarto 94–95; p. 104–107.
Brousse, M.–H.: Quarto 94–95; p. 10–15.
Mack Brunswick, R., Suplemente del "Extrait de l'histoire d'une néurose infantile" Freud (1928). L'homme aux loups par ses psychanalistes et par
, textos reunidos y presentados por M. Gardiner, NRF, Gallimard, Connaissances de l'inconscient, París, 1981, p. 268–313.
Miller J.–A. y otros., bajo la dirección de J.–A. Miller, El amor en la psicosis, Paidós, Bs. As., 2006.

2008 - 2022 | Departamento de psicoanálisis y filosofía | CICBA  

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