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Todos hemos oído hablar de la famosa presión de grupo. Al estar inmersos en una masa
social, las personas solemos amoldarnos al canon imperante, formando incluso una
personalidad grupal en algunas ocasiones.
Si todas las personas de un grupo tienen una misma idea sobre algo, la presión que ejerce
puede hacer que acabes creyendo en ella (aun cuando al principio puede que no lo
hicieras).
Esta influencia del grupo se ve muy claramente en la adolescencia.
La influencia del grupo sobre el adolescente
Como vimos en “¿Qué le pasa a mi hijo cuando se convierte en un adolescente?”, en esta
etapa se producen cambios físicos, psicológicos y sociales.
Estos últimos derivan casi exclusivamente del grupo de amigos que tenga el adolescente.
Pero ¿es siempre una influencia negativa? ¿Existe siempre esa influencia, o tu hijo puede
anteponer a ella sus ideas y principios?
Conforme al grupo
En 1951, el psicólogo Solomon Asch realizó un famoso experimento sobre la presión de
grupo y el comportamiento de las masas.
En él juntó a un grupo de estudiantes a los que se les daba unas fichas con líneas verticales
con el fin de que las comparasen y dijesen cuáles eran las de mismo tamaño (las
diferencias se apreciaban claramente).
Sin embargo, sólo uno de los estudiantes era objeto de estudio; el resto eran cómplices que
responderían según se les mandase.
Al principio las respuestas eran todas correctas, pero en un momento los compinches
respondían conjuntamente de forma errónea.
Las personas objeto del estudio afirmaron que sintieron un gran malestar ante esta
situación, y casi el 37% de las veces respondieron de forma incorrecta, aun sabiendo que lo
era, porque el grupo lo había hecho.
Parece ser que sí tendemos a dejarnos llevar por la opinión del grupo, aun cuando ésta
pueda no parecernos la adecuada, como si llevar la contraria a la mayoría fuera algo mal
visto o inadecuado.
Puede que nos sintamos rechazados oque nos parezca que estamos equivocados por el
simple hecho de opinar de forma distinta.
Adolescencia, etapa de formación
Una de las necesidades del ser humano es la de pertenencia. Necesitamos sentirnos parte
de un grupo y ser partícipes de él. En la adolescencia se forma el primer grupo importante:
el de los amigos.
Es lo que llamamos un grupo de iguales, pues suelen ser personas semejantes a nosotros,
de nuestra misma edad, gustos y características.
El grupo pasa a ser la referencia, el marco en el que el adolescente se fija, y las ideas,
principios y opiniones que surjan del mismo influirán en las suyas propias.
El adolescente absorbe todo lo que le rodea; está en una etapa de desarrollo, crecimiento,
aprendizaje y formación de su personalidad, y está formándose la persona que va a ser. Su
grupo es una pieza clave que actúa moldeándole.
Como demostró Asch, el grupo influye en la decisión del individuo, y este fenómeno
aumenta en el adolescente.
Él no tiene desarrollada una opinión clara sobre muchos aspectos de la vida, y además
siente la necesidad de formar parte de un grupo de gente en el que sentirse aceptado y libre
para expresarse.
Por ello la influencia de los demás es tan importante en esta etapa. Pero en la formación de
su personalidad no sólo influye su grupo de amigos; también lo hace su entorno familiar.
Los parientes sois fundamentales en su crecimiento.
Las influencias no tienen porqué ser malas
Solemos creer que las influencias siempre son malas, pero no tiene porqué. Algunos de los
hábitos poco saludables que tanto teméis, como el fumar tabaco, se desarrollan con más
posibilidad en un adolescente que ha visto fumar a sus padres. De ahí la importancia como
padres de dar un buen ejemplo a los hijos.
Pero su grupo puede influir positivamente si está rodeado de personas con valores y
normas adecuados, pues en él aprenderá ese estilo de vida.
Además, pertenecer a una cuadrilla de amigos en la que se sienta libre, feliz y bien
considerado supone un plus en su autoestima que no hay que menospreciar.
Obviamente, siempre vas a querer conocer a sus amigos y saber lo que hace, pero hazlo
sin transmitir desconfianza ni preocupación excesiva; simplemente mostrando interés.
Si tienes miedo a que su grupo influya en las decisiones que tome, la solución es que
enseñarle a desarrollar su autonomía: déjale que exprese sus opiniones desde bien pronto,
que no se sienta cohibido.
De esta forma desarrollará sus ideas y podrá defenderlas en grupo.
Recuerda: interésate, no interrogues. Deja que se exprese y que se sienta libre de formar
sus propias opiniones.
Y no le escondas de los peligros que hay en el mundo, o los descubrirá por sí mismo.