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ACEDIA, EL PECADO DE LA FLOJERA ESPIRITUAL

“LA PEREZA HUNDE EN LA SOMNOLENCIA Y EL ALMA


APÁTICA PASARÁ HAMBRE”. (PROVERBIOS, 19-15)
1. LA ACEDIA ES LA FLOJERA O LA PEREZA EN EL
PLANO ESPIRITUAL Y RELIGIOSO

 En pocas palabras, la acedia es la flojera o la pereza en


el plano espiritual y religioso.
 Oímos la Palabra del Señor, no obstante nos da
cansancio cumplirla. Esta acedia, algunas veces se
acompaña de una cierta tristeza, que nos confunde y
nos pone lento para los ejercicios que necesita el
espíritu y por general, culpamos a la fatiga corporal.
 En todo caso, no deja de ser negligencia y en muchos
casos indolencia, por tanto nos aleja de la virtud de
la caridad con nuestros hermanos, a quienes les
dejamos de lado por la acedia.
 En efecto, la acedia, no hace sentir un negativo
malestar con las cosas que nos exige la fe, en otras
palabras, un cierto disgusto de las cosas
espirituales, lo que nos motiva a ser negligentes e
irresponsable con nuestra profesión de fe, queremos
abreviar todo, y nos hace buscar motivos
insignificante para no cumplir con lo que sabemos
es necesario para seguir los caminos de los
consejos evangélicos.
 El que está dominado por la acedía, siempre tiene
un motivo para no participar de una actividad
religiosa, lo peor, es que busca a través del engaño,
compasión por sus dificultades.
 Es así como podemos definir la acedia como
tedio, aburrimiento, fastidio, tristeza, flojera,
pereza espiritual, ansiedad del corazón y del
espíritu del que la padece y que le provoca
esa modorra que lo vence ante las
obligaciones como hombre de fe, de orar, ir
asistir a Misa, atender a un hermano
necesitado, atender su compromiso de
comunidad, etc.
 Pero también, la acedia, es parte de esa falsa humildad
en el sentido de que nos sentimos desmoralizados y por
tanto no hacemos nada por confiar en la providencia,
porque eso implica paciencia y esperanza y nos da
mucha pereza tener que esperar por la ayuda de Dios.
 Por tanto, la acedia nos puede llevar a la decisión
espiritual que se puede transformar en una auténtica
huida de Dios, con la disculpa que lo único que
deseamos es paz, que nos dejen en paz, pero solo por
la flojera de los deberes que debemos cumplir ante
Dios y no queremos hacer nada.
 Si es así, por la acedia postergamos nuestro camino de
santidad o derechamente no vamos hacia el camino de
perfección.
2. LO QUE DICE NUESTRA IGLESIA Y EL CATECISMO
SOBRE LA ACEDIA
 Del Catecismo: “Se puede pecar de diversas maneras contra el amor
de Dios.
 La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad
divina; desprecia su acción preveniente y niega su fuerza.
 La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y
devolverle amor por amor.
 La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor
divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento de la
caridad.
 La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de
Dios y a sentir horror por el bien divino.
 El odio a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios
cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige
penas”. (CIC 2094).
 En síntesis, es un pecado contra el amor de Dios y, por ende, contra
el Primer Mandamiento.
 Del Catecismo se pueden desprender la existencia de muchas faltas que
cometemos como consecuencia de la acedia, porque este mal, es parte
de la indiferencia, la ingratitud, la tibieza, la pereza para las cosas
relativas a Dios y a la salvación, a la fe, la esperanza y la caridad.
 Este relajamiento, nos hace descuidar aspectos tan solicitados por el
Señor como es la oración y la vigilancia de no caer en tentaciones.
 Todos, por muy cercanos que nos sintamos del Señor, podemos caer en
este mal. Como lo relata el Evangelio de Mateo cuando Jesús invita a
tres de sus amigos a una propiedad llamada Getsemaní, y les dice: “Mi
alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo”
y luego viene donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a
Pedro: ¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad,
para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la
carne es débil. Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: Padre
mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Volvió otra vez y los encontró dormidos” (Mateo 26, 36-43)
 Otro ejemplo claro sobre la acedia, lo
encontramos en Mateo: “Un hombre tenía dos
hijos. Llegándose al primero, le dijo: "Hijo, vete
hoy a trabajar en la viña." Y él respondió: "No
quiero", pero después se arrepintió y fue.
Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él
respondió: "Voy, Señor", y no fue. ¿Cuál de los
dos hizo la voluntad del padre? (Mateo, 21-28-
31)
3. LA ACEDIA EN OPINIÓN DE LOS SANTOS Y
ERUDITOS EN EL TEMA
 San Juan Damasceno definió la acedia como "una especie
de tristeza deprimente";
 Santo Tomás la describe como "tristeza mundana"
 San Gregorio Magno la denomina como la apatía en torno a
los preceptos.
 Santo Tomás afirma que siempre es algo malo; ya sea por
sí misma o por sus efectos. Es mala en sí misma cuando la
tristeza es causada por un bien verdadero, pues el bien
espiritual sólo debería alegrar. Es mala en sus efectos,
cuando la tristeza es causada por algo que verdaderamente
es un mal (y por tanto, tendría razón de entristecer) pero
entristece al punto de abatir el ánimo y alejar de toda obra
buena.
 En este sentido San Pablo, hablando del pecador, dice a los
corintios: “por lo que es mejor, por el contrario, que le
perdonéis y le animéis no sea que se vea ése hundido en
una excesiva tristeza” (2 Corintios 2,7)
 Santo Tomás de Aquino define también la
acedia como «tristeza del bien espiritual»;
indicando que su efecto propio es el quitar el
gusto de la acción sobrenatural. Es una
desazón de las cosas espirituales que prueban
a veces los fieles e incluso las personas
adentradas en los caminos de la perfección; es
una flaccidez que los empuja a abandonar toda
actividad de la vida espiritual, a causa de la
dificultad de esta vida.
 Guigues II, uno de los primeros cartujos, fue Prior
de la Cartuja hacia el 1174, la describió la acedia
de la siguiente manera: "Cuando estás solo en tu
celda, a menudo eres atrapado por una suerte de
inercia, de flojedad de espíritu, de fastidio del
corazón, y entonces sientes en ti un disgusto
pesado: llevas la carga de ti mismo; aquellas
gracias interiores de las que habitualmente
usabas gozosamente, no tienen ya para ti ninguna
suavidad; la dulzura que ayer y antes de ayer
sentías en ti, se ha cambiado ya en grande
amargura".
 San Ignacio: "Llamo desolación... [a] oscuridad de alma,
turbación de ella, moción a las cosas bajas y terrenas,
inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a
infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa,
tibia, triste y como separada de su Criador y Señor". Es decir,
es el tedio de la vida espiritual, así de la vida activa como de la
contemplativa, incapacita y nos hace sentir desolados y lo peor
es que nos pone pesimista.
 Evagrio el Monje, (345-399) fue un monje y asceta cristiano.
Era muy conocido por sus cualidades de pensador, escritor y
orador. El describía al acedioso diciendo: "La acedia es la
debilidad del alma que irrumpe cuando no se vive según la
naturaleza ni se enfrenta noblemente la tentación.
4. EL PECADO DE ACEDIA
 El Pecado de la acedia es un vicio especial que se opone al
gozo que debería procurar el bien espiritual en cuanto al
bien divino.
 Entristecerse del bien divino es un pecado contra la virtud
teologal de la caridad: "entristecerse del bien divino, del cual
goza la caridad, pertenece al vicio especial que es llamado
acedia".
 Este "entristecerse" ha de entenderse como: descontentar,
sentir hastío, pereza, aburrimiento, desgana, apatía,
displicencia. Propiamente consiste en el fastidio a la virtud
cuando ésta no va acompañada de consuelo; antipatía a la
"virtud crucificada". La acedia, en cuanto pecado especial,
"produce tristeza del bien interno y divino", así como "amar
este bien lo hace la caridad como virtud específica". La
acedia tiene su raíz en el desorden de la carne y domina
cuando domina en el hombre el afecto carnal.
 Por tanto la acedia no sólo es un pecado simple, es
lo que se llama pecado capital, donde es el principio,
cabeza o madre de otros pecados.
 «El pecado capital es aquel del que nacen otros
vicios en razón de causa final". Esto quiere decir que
el vicio capital tiene un fin intrínseco para cuya
consecución engendra otros pecados; por ejemplo, la
avaricia, que tiene como fin la indefinida
acumulación de riquezas, engendra el fraude, el
dolo, el robo, la dureza del corazón, la inmisericordia
(sin estas actitudes difícilmente el avaro podría
enriquecerse como apetece).
 Por eso dice Santo Tomás que "llamamos pecados
capitales a aquellos cuyos fines poseen cierto
predominio sobre los otros pecados para mover el
apetito".
5. PECADOS NACIDOS DE LA ACEDIA
 ¿Cuáles son los pecados que la acedia engendra como vicio
capital? Si consideramos que equivale a lo que San Gregorio
llama tristeza, debemos admitir con este último seis pecados
derivados ("las hijas de la tristeza"): malicia, rencor,
pusilanimidad, desesperación, indolencia en lo tocante a los
mandamientos, divagación de la mente por lo ilícito.
 San Isidoro de Sevilla indica, en cambio cuatro derivadas de la
tristeza: el rencor, la pusilanimidad, la amargura, la
desesperación; y seis de la acidia propiamente dicha: la
ociosidad, la somnolencia, la indiscreción de la mente, el
desasosiego del cuerpo, la inestabilidad, la verbosidad, la
curiosidad.
 Santo Tomás conoce las dos primeras enumeraciones y se
esfuerza por darles un sentido lógico y armonizarlas tomando
como base la de San Gregorio. Parte de lo que dice Aristóteles:
"nadie por largo tiempo puede permanecer con tristeza y sin
placer", por lo que, de la tristeza nace necesariamente un doble
movimiento: huida de lo que entristece y búsqueda de lo que da
placer.
 En síntesis, de la acedia se originan los seis pecados siguientes:
MALICIA PROPIAMENTE DICHA

 El término designa, "indignación y odio contra los


mismos bienes espirituales".
 Es un punto probablemente no querido ni sospechado
por el acidioso, pero en el que lógicamente puede
desembocar el resentimiento y animadversión que
experimenta (cuando no es combatido) por los bienes
espirituales o las personas que con ellos nos
relacionan: se empieza por "amar menos", se sigue por
"preferir" otra cosa a los bienes espirituales; puede
terminar por odiar aquello que ya desistimos de
conseguir o buscar.
RENCOR O AMARGURA
 Santo Tomás entiende esta expresión como
"indignación contra las personas que nos obligan
contra nuestra voluntad a los bienes espirituales
que nos contristan". Es decir, los superiores en la
vida religiosa, y, para los perezosos en general, los
virtuosos. Los primeros porque tienen autoridad
para exigirnos el cumplimiento de la virtud. Los
segundos porque el virtuoso, como el santo,
"acusa" con su virtud eminente la desidia de los
flojos.
PUSILANIMIDAD.

 La acedia engendra la "pusilanimidad y


cobardía de corazón para acometer cosas
grandes y arduas empresas". El tedio a la
dificultad que comporta la virtud (al menos en
los comienzos de la vida austera) engendra
miedo al trabajo y a la perseverancia en las
buenas obras y consecuentemente el ánimo se
achica o se viene abajo.
DESESPERACIÓN.

 Ha de entenderse como el natural fastidio y


consecuente huida de aquella obra difícil que
produce tristeza. El fastidio y el aburrimiento no
combatidos (al menos mediante la
perseverancia y firmeza en no abandonar la
obra comenzada o el deber contraído) pueden
terminar en el abandono, en la desesperación
de no poder llevar adelante tales obligaciones.
INCUMPLIMIENTO DE LOS PRECEPTOS.

 Primero voluntariamente (ociosidad y


somnolencia voluntarias ante los deberes de
estado o simplemente ante los mandamientos
divinos), y a la postre como una imposibilidad
de obrar el deber fruto de la indiferencia
adquirida.
DIVAGACIÓN POR LAS COSAS PROHIBIDAS

 (inestabilidad del alma, curiosidad, locuacidad,


inquietud corporal, inestabilidad local). Divagar
significa "apartarse del asunto que se debe o
se está tratando". Indica aquí el dirigirse hacia
lo ilícito como fruto de la deserción de los
bienes sobrenaturales. Es un volcarse hacia las
creaturas del pecado en general y propio de
este pecado en particular.
6. COMO COMBATIR LA ACEDIA

 Finalmente, con el deseo de poner freno a este


mal de acedia, hay que reflexionar el modo de
cómo sacarla de nuestra vida, para lo cual, hay
que dar prioridad a la Palabra del Señor, oírla y
orarla, buen remedio para no caer en
tentación. “Vino donde los discípulos y los
encontró dormidos por la tristeza; y les dijo:
¿Cómo es que están dormidos? Levántense y
oren para que no caigan en tentación. (Lucas
22, 45-46)
 Un buen consejo nos viene de Santo Tomás:
"Cuando pensamos más en los bienes espirituales,
más nos agradan, y más de prisa desaparece el
tedio que el conocerlos superficialmente provocaba".
Y el mismo en otro lugar: "Cuanto más pensamos en
los bienes espirituales, tanto más placenteros se
nos vuelven, y con esto cesa la acedia". Condición
fundamental para el amor es que la voluntad
perciba como "bien para ella" aquello que debe
amar. El verse objeto del amor de Dios enciende
nuestro amor por Dios, lo que se puede lograre con
la contemplación.
 Hacer crecer la caridad hacia Dios y los dones por los
que Dios se nos participa: la gracia, los dones del
Espíritu Santo, los mandamientos divinos, los consejos
evangélicos. Todos los medios para acrecentar la
caridad son remedios para vencer la acedia:
 La vida fraterna,
 La misericordia,
 El trato asiduo con la Eucaristía,
 La oración perseverante,
 El hábito por la lectura de la Sagrada Escritura,
 La Lectio Divina, etc.
 Pero la mejor arma, es la firmeza del propósito de no
dejarse dominar por la acedia, para lo cual es
necesario el trabajo perseverante y decidido contra
el ocio, lo que se puede hacer por medio de la
lectura espiritual, la lectura de los salmos, la oración,
dedicarse a las buenas obras y darle importancia y
prioridad a la cosas espirituales por sobre las
mundanas, algo difícil en esto tiempos, donde somos
tentados a diarios por la radio, la televisión, la vida
superficial.
 Se puede perfectamente, hacer una vida cristiana
entretenida con la cual se puede combatir el tedio,
se puede de buena forma participar de la vida
moderna, pero todo ello, siempre atento a la palabra
del Señor, para no caer en esta torpe tentación de la
somnolencia espiritual.
 Recomienda el sabio: “Adquirir sabiduría,
cuánto mejor que el oro; adquirir inteligencia
es preferible a la plata. El camino de los rectos
es apartarse del mal; el que atiende a su
camino, guarda su alma…. El que está atento a
la palabra encontrará la dicha, el que confía en
el Señor será feliz. (Proverbios 16,20)
 El Señor nos cuide y nos bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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