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Un aforismo es, 

según nos dice la RAE, una sentencia breve y doctrinal que se


propone como regla en alguna ciencia o arte. Del latín aphorismus, y este del
griego ?φορισμ?ς (definir), un aforismo es una declaración breve que pretende
expresar un principio de una manera concisa, coherente y en apariencia cerrada.

Parece que el término aforismo fue utilizado por primera vez por Hipócrates. Y fue


posteriormente aplicado a la ciencia y, finalmente, a todo tipo de principios.

He aquí unos ejemplos de aforismos:

Lo que no te mata, te hace más fuerte. - Friedrich Nietzsche

El tiempo perdido nunca se vuelve a encontrar. - Benjamin Franklin

A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se
disfraza de aquello que es por dentro. - Chesterton

La duda es uno de los nombres de la inteligencia. - Jorge Luis Borges

Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad. - José Martí

Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino


voluntad de bien. - Antonio Machado

El futuro nos tortura, el pasado nos encadena. He aquí por qué se nos escapa el
presente. - Gustave Flaubert

Pero, tras estos aforismos famosos, hoy nos queremos detener en Baltasar Gracián
(1601-1658), nuestro escritor español del Siglo de Oro, como máximo exponente de la
creación de aforismos. Gracián construyó a partir de frases breves un estilo muy
personal, contundente y concentrado, con gran capaciadad para jugar con las palabras
y relacionarlas con ideas.

He aquí tan sólo dos ejemplos de sus aforismos:

"Atención a no errar una, más que acertar ciento. La censura popular no tendrá en
cuenta las veces que se acierte, sino las que se falle. Los malos son más conocidos
por murmuraciones que los buenos por aplausos. Todos los aciertos juntos no bastan
para desmentir un solo y mínimo error". Baltasar Gracián.

"La realidad y las formas. Los malos modos todo lo estropean, hasta la justicia y la
razón. Los buenos todo lo remedian: doran el no, endulzan la verdad y hermosean la
misma vejez. En las cosas tiene gran parte el cómo. Lo más estimado en la vida es un
comportamiento cortés. Un bel portarse resuelve singularmente cualquier situación.
Señorío en el decir y en el hacer". Baltasar Gracián.

Releyendo a Gracián y sus aforismos uno se pregunta: ¿fue Baltasar Gracián quien


escribió los primeros libros de autoayuda?

“La razón del hombre:


Si no se le escucha, todo es oscuro.
Si se la consulta demasiado, nada es seguro”.
Alexander Pope

Otra variante, en la que domina el símil:

“Las virtudes se pierden en el interés como los ríos se pierden en el mar”.


La Rochefoucauld

Otro ejemplo a modo de sentencia breve:

“Poco bien alegra al pobre”.


Séneca

Si tenemos en cuenta las funciones del lenguaje es de señalar otros con la función expresiva:

¿Me preguntas por qué compro arroz y flores?, compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo
que vivir.
Confucio

También podemos destacar ciertos aforismos que emplean la función conativa como cuando se trata
de dar un consejo, aviso, o sencillamente el autor se dirige a alguien (distinto de la mayoría, que tiene
una función representativa):

No debe afligirnos el que los hombres no os conozcan. Lo lamentable es que no seáis dignos de ser
conocidos por los hombres.
Confucio

Es lo que llamaríamos un aforismo sentencioso, con el que podríamos pasar fácilmente al refrán en
boca del pueblo:

“Haz bien sin mirar a quien”.

Concluyamos.

Hemos citado a Hipócrates como constructor de aforismos para uso profesional en la medicina y el
famoso dedicado a la alimentación, pero antes de él tenemos los de los sabios de Grecia, así como los
de poetas como Teognis, Esquilo, Sófocles, Plutarco; o bien Salomón; también Confucio y Laotsé en
Oriente. En Roma, Cicerón, Salustio, Horacio, Séneca, Epicteto…

La relación a través de la Historia sería inacabada. Pero no podemos olvidar a La Rochefoucauld ni a


La Bruyére, ni a Schopenhauer ni a Nietzsche, así como a la legión de escritores de la modernidad,
sensibles a la tentación de encerrar en unas pocas palabras un pensamiento profundo al que se le
quiere dar una valoración irrefutable por su contundencia significativa.

Puede que el lector no quede convencido con esta clasificación, pero creo, personalmente, que se
podría reducir la complejidad de las denominaciones a la siguiente sinopsis.

Con valor científico tenemos el axioma. Podríamos llamarlo también demostración o aserto, término
que no podemos aplicar a la paremia, al adagio, a la sentencia, al proverbio y, en un nivel más
popular, al refrán.

Uno y otros han generalizado el vocablo aforismo como una frase lacónica construida con escasos
elementos gramaticales y con valor de sabiduría universal, que no sólo convence, sino que también
fascina por su toque de sorpresa para el que lee. 

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