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Síntomas

cognitivos
del Alzheimer
En esta guía te explicamos los principales síntomas
cognitivos de la enfermedad
Índice
Introducción p.3
¿Cómo se manifiestan los síntomas cognitivos
en la vida cotidiana? p.4
Los principales síntomas cognitivos del Alzheimer en detalle p.8
Amnesia: afectación de la memoria
Afasia: problemas del lenguaje
Apraxia: alteración para realizar movimientos precisos y coordinados
Agnosia y falsos reconocimientos
Anosognosia: falta de conciencia de la enfermedad

La información contenida en esta guía es meramente informativa y no sustituye, en


ningún caso, el consejo médico o profesional especializado e individualizado. Cual-
quier duda particular sobre las actuaciones más idóneas a emprender en cada caso
debe ser consultada con el profesional sanitario de referencia.

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Introducción

La enfermedad de Alzheimer conlleva la aparición de distintos


síntomas que comportan un deterioro progresivo de la autonomía
de la persona que la padece. Algunos síntomas del Alzheimer
son de tipo cognitivo y otros son de tipo conductual, pero todos
tienen una repercusión funcional, es decir, una afectación directa
sobre las actividades de la vida cotidiana.

Es importante conocer y poder identificar los síntomas del


Alzheimer para poder actuar ante su aparición, tanto para
poder buscar una orientación médica de diagnóstico, como
para sobrellevar de la mejor manera posible la evolución de la
enfermedad.

El conocimiento e identificación
de los síntomas resultará útil para
los familiares y, particularmente,
para las personas cuidadoras, para
poder adaptarse a las necesidades
y exigencias de cada fase de la
enfermedad. Además, poder informar
adecuadamente de los síntomas al
especialista, puede ser de gran ayuda
para que valore el tipo de tratamiento
más adecuado en cada momento.

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¿Cómo se
manifiestan
los síntomas
cognitivos en la
vida cotidiana?
Los síntomas cognitivos del Alzheimer suelen aparecer de
manera progresiva y pueden manifestarse, inicialmente, a
través de alteraciones en la memoria o en el lenguaje. Con la
progresión, también aparecerá lo que se denomina agnosia, que
es la dificultad para reconocer y asociar de manera adecuada
con su significado lo que se percibe a través de cualquiera de los
sentidos, siendo las más frecuentes la agnosia visual y la auditiva.

Otros síntomas del Alzheimer de carácter cognitivo son las


apraxias, o lo que es lo mismo, la dificultad para ejecutar bien
actos motores y voluntarios como algunos de los necesarios
para vestirse o comer, sin que puedan atribuirse a dificultades de
movilidad físicas.

Pueden existir, además, dificultades para planificar, razonar de


manera lógica o comprender la ironía y, además, alteraciones
en las funciones visuoespaciales, lo que puede provocar errores
en la estimación de distancias o para reconocer correctamente
el espacio en el que la persona se encuentra. Las alteraciones
visuoespaciales pueden ser causa de caídas, accidentes o
confusión.

A continuación explicamos con más detalle algunas


manifestaciones de los síntomas cognitivos del Alzheimer:
• Olvidarse de aquello que acaba de suceder.
• No poder encontrar la palabra exacta.
• No saber atarse los cordones de los zapatos.
• Perder la capacidad para planificar.
• Problemas para calcular las distancias.
• No reconocer aquello que se ve, se oye o se toca.
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Olvidarse de aquello que acaba de suceder
Es uno de los síntomas del Alzheimer más característicos: la
pérdida progresiva de memoria. Ya en las primeras fases de
la enfermedad, las personas que sufren Alzheimer suelen
tener dificultades para recordar cosas que han sucedido
recientemente. Sin embargo, no suelen tener problemas para
rescatar recuerdos de cuando eran jóvenes o conocimientos
que han adquirido a lo largo de la vida hasta fases mucho más
avanzadas.

A medida que Esto ocurre porque, en la mayoría de casos, la primera zona que
se ve afectada por la enfermedad es la del hipocampo, donde se
la enfermedad forman y se almacenan nuevos recuerdos. La memoria episódica,
avanza, la por la cual recordamos aquello que vivimos, es la primera que
presenta alteraciones, que se van extendiendo a otras formas de
desorientación memoria a medida que la enfermedad progresa.

puede llegar Aquí también hallamos la razón por la que otro de los primeros
síntomas que suele manifestarse en personas que sufren
a alterar el Alzheimer es la desorientación, tanto en el espacio como en
recuerdo de datos el tiempo. No hay que perder de vista que, para orientarnos,
nuestro cerebro ha de retener información nueva y adaptarse
relacionados con a contextos cambiantes. A medida que la enfermedad avanza,
la desorientación puede llegar a alterar el recuerdo de datos
su identidad. relacionados con la propia identidad.

No poder encontrar la palabra exacta


Es común que las personas que padecen Alzheimer manifiesten
problemas con el lenguaje. Una de las dificultades más típicas es
la denominada anomia, una alteración debida a la destrucción
neuronal en regiones del cerebro relacionadas con el lenguaje.

Esto puede hacer que la persona con Alzheimer tenga frecuentes


y acusados problemas para encontrar la palabra adecuada
en el transcurso de una conversación. Con el progreso de la
enfermedad, las dificultades de comunicación y de comprensión
se incrementan. Dado que la memoria inmediata no funciona
correctamente, la persona es incapaz de retener y comprender
en detalle el discurso de sus interlocutores e interactuar, en
definitiva, con normalidad.

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No saber atarse los cordones de los zapatos
Otro síntoma característico es el de la alteración de la ejecución
motora o apraxia, que dificulta a la persona afectada la correcta
realización de determinados movimientos, en cuanto a su
precisión y secuenciación. Así, pueden presentarse dificultades
en actividades tan cotidianas como hacer gestos comunicativos
con las manos, atarse los cordones de los zapatos, abrocharse los
botones o usar los cubiertos para comer o los utensilios para el
aseo.

Perder la capacidad para planificar


Las funciones ejecutivas son las que integran y coordinan distintas
capacidades cognitivas para poder desenvolverse adecuada
e independientemente en la vida cotidiana. A medida que la
enfermedad avanza, la persona con Alzheimer puede tener más
dificultades para decidir cosas, organizar el día a día y razonar
con lógica, así como para captar sentidos figurados o irónicos.

Problemas para calcular las distancias


Otra tipología de síntomas cognitivos es la que hace referencia
a la dificultad para procesar información visual del espacio que
nos rodea. Normalmente, estas dificultades se manifiestan con
problemas de orientación espacial, incapacidad para calcular las
distancias, reconocer entornos o localizar objetos.

Esta pérdida puede derivar en caídas o en accidentes, lo que hace


que esa persona, por ejemplo, no deba conducir.

No reconocer aquello que se ve, se oye o se toca


La agnosia, o alteración del reconocimiento de la información
sensorial estando los sentidos preservados o corregidos
adecuadamente, dificulta una adecuada comprensión del
entorno. Pueden producirse diferentes tipos de agnosia,
dependiendo de la entrada de información: visual, auditiva,
táctil, olfativa o gustativa, siendo las más frecuentes las dos
primeras.

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Se manifiesta con serias dificultades para relacionar aquello que
se percibe con su significado, sin que exista ningún problema
físico en la capacidad perceptiva. Así, en la agnosia visual
la persona no presenta dificultades de visión, o éstas están
adecuadamente corregidas. Lo que ocurre es que esa persona no
reconoce el estímulo, porque hay una alteración en la conexión
entre aquello que percibe con la información almacenada en el
cerebro.

Ante la aparición súbita de síntomas


En el transcurso de la enfermedad puede producirse la aparición
de síntomas cognitivos del Alzheimer de manera repentina y que
afecten considerablemente al estado de la persona con Alzheimer.

En estos casos, es vital acudir al médico para que valore


los síntomas. Es común que, dependiendo del estadio de la
enfermedad, las personas que padecen Alzheimer no sepan bien
cómo expresar el dolor o el malestar que sienten y que pudiera
estar producido, por ejemplo, por una infección o un proceso
viral.

Todos estos síntomas del Alzheimer contribuirán a una


progresiva pérdida de autonomía de la persona enferma y,
consecuentemente, a una mayor dependencia de quien la cuida.

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Los principales
síntomas
cognitivos
del Alzheimer
en detalle

| Amnesia: afectación de la
memoria
Cuando aparecen los primeros síntomas del Alzheimer, es
habitual que quienes lo padecen no se acuerden de algunas cosas
del día en curso o de días recientes, pero, en cambio, recuerden
perfectamente cosas sucedidas hace muchos años. ¿Por qué
sucede esto? ¿Hay diferentes tipos de memoria?

Los síntomas del Alzheimer guardan relación con las áreas del
cerebro afectadas por la enfermedad. Las primeras alteraciones
neuropatológicas de la enfermedad de Alzheimer afectan al
hipocampo, una estructura que
tiene un papel fundamental en la
formación de nuevas memorias y
en su elaboración para que puedan
mantenerse a largo plazo.

La evocación de los recuerdos


consolidados dependerá de la función
de otras áreas cerebrales y el hipocampo
ya no es clave para su recuperación. Por
esta razón, en las primeras fases, una
de las consecuencias del Alzheimer es
que las personas afectadas no recuerdan
cosas sucedidas recientemente, pero
lo hacen con claridad cuando se trata
de hechos pasados o cosas aprendidas
tiempo atrás.

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¿Qué tipos de memoria existen?
Para comprender cómo afecta la enfermedad de Alzheimer a la
memoria, hay que entender que la memoria no es un concepto
único y que existen distintos tipos de memoria. La primera gran
clasificación es la que distingue entre la memoria a corto plazo y
la memoria a largo plazo.

La memoria a corto plazo es aquella capacidad que permite


retener información por un periodo de tiempo muy corto,
normalmente, inferior a un minuto. Aquí se ubica la memoria
inmediata, que es la que nos permite retener información muy
brevemente, como por ejemplo un número de teléfono que
vamos a marcar o una dirección hasta que la anotamos en un
papel. Otra forma de memoria a corto plazo es la memoria de
trabajo, que nos sirve para retener unos datos brevemente y
manipularlos para, por ejemplo, resolver un problema de cálculo.

La memoria a largo plazo también puede dividirse en dos tipos.

En primer lugar, la memoria no declarativa o implícita, que


normalmente no es accesible de forma consciente. Una de sus
formas es la memoria procedimental, que nos sirve para llevar a
cabo acciones secuenciadas y automatizadas, como ir en bicicleta.
También es implícita la memoria condicionada, que relaciona
estímulos y reacciones, como el malestar que sentimos al oler
un alimento que un día nos sentó mal, o recuperar recuerdos o
activar emociones cuando se escucha determinada música. Estas
formas de memoria son muy resistentes a la evolución de la
enfermedad.

La memoria declarativa o explícita incluye la memoria


semántica, que contiene, por ejemplo, los conocimientos
adquiridos a lo largo de nuestra vida y el vocabulario, el
significado de las palabras. Ciertos problemas de lenguaje que
aparecen con la evolución de la enfermedad, tienen que ver
con la alteración de esta forma de memoria. La otra forma de
memoria declarativa es la memoria episódica, que nos sirve para
recordar los hechos que hemos vivido, tanto si son recientes
como lejanos en el tiempo.

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Los primeros síntomas de la enfermedad
En los inicios de la enfermedad, es frecuente que las personas
afectadas tengan dificultades o no puedan recordar lo que
han tomado para desayunar, pero puedan explicar con detalle
anécdotas o vivencias de su juventud. Esto tiene que ver, como
decíamos, con el hecho de que el hipocampo sea una de las
primeras estructuras en verse afectada por la enfermedad y su
relevancia en la formación de nuevos recuerdos.

Esta preservación de los recuerdos lejanos puede generar


confusión y dificultar la aceptación del diagnóstico por parte de
los familiares, que pueden tener dudas sobre si lo que ocurre es
un problema de memoria o simplemente de actitud.

Así pues, los primeros síntomas de la enfermedad normalmente


están relacionados con la alteración de la memoria episódica,
la que nos permite recordar los hechos vividos, particularmente
los recientes. A medida que la enfermedad progresa, se van
afectando también recuerdos más lejanos en el tiempo y van
apareciendo nuevos síntomas relacionados con otras formas de
memoria y otras funciones cognitivas.

La desorientación es otra consecuencia de la pérdida de


capacidades para retener informaciones nuevas o cambiantes.
Esto puede hacer que la persona enferma se encuentre
desorientada en el espacio o en el tiempo, ya que a la persona
con Alzheimer cada vez le resulta más difícil integrar la
información necesaria para procesar los cambios de día o de
lugar. A medida que la enfermedad avanza, la mayor gravedad
de la alteración cognitiva será también responsable de la
desorientación acerca de datos biográficos de la propia persona.

La memoria está implicada en prácticamente todos nuestros


actos cotidianos. La mayoría de las funciones cognitivas están
mediatizadas, de alguna forma, por la memoria. Por todo ello, es
evidente que el Alzheimer es mucho más que un problema de
memoria.

Los primeros síntomas de la enfermedad


normalmente están relacionados con la
alteración de la memoria episódica reciente,
relacionada con el recuerdo
de los hechos vividos.
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| Afasia: problemas
del lenguaje
Uno de los síntomas cognitivos de la
enfermedad de Alzheimer es la pérdida
de capacidad para expresarse y para
comprender el lenguaje. Es lo que, en
términos especializados, se conoce
como afasia. En esta enfermedad,
esta alteración del lenguaje aparece
de forma gradual, haciendo cada vez
más difícil la comunicación con la
persona afectada. Normalmente, las
alteraciones del lenguaje verbal se
manifiestan, de forma más o menos
simultánea, con las del lenguaje
escrito (en este caso, se llama agrafia,
apareciendo también dificultad para
representar las letras y números
adecuadamente).

La afasia afecta tanto a la expresión como a la


comprensión
Con la enfermedad de Alzheimer, el lenguaje se ve alterado,
progresivamente, tanto en la expresión como en la comprensión:

El lenguaje expresivo se refiere a la capacidad de hablar y


ser entendido
En fases iniciales, pueden aparecer dificultades para encontrar
las palabras adecuadas, provocando silencios o bloqueos
cuando la persona afectada se expresa. Con la progresión
hacia la fase moderada, se hará cada vez más frecuente y, para
compensarlo, es habitual que se den rodeos para indicar una
palabra (técnicamente, circunloquios), que se emplee una
palabra por otra (parafasias), incluso que se empleen palabras no
existentes, inventadas (neologismos).

Cuando se alcanzan fases avanzadas, el lenguaje expresivo se ve


limitado a un número reducido de palabras y la persona afectada
por la afasia puede farfullar o murmurar, siendo francamente
difícil, incluso imposible, entender lo que está diciendo.

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El lenguaje receptivo se relaciona con la capacidad de
entender a los demás
Al principio, la falta de comprensión está muy ligada a la
dificultad para retener y procesar información a corto plazo, por
lo que las cuestiones complejas, frases largas, conversaciones
con mucha información, etc. van a provocar que su comprensión
global se vea limitada. Más adelante, muchos términos y vocablos
van dejando de tener significado para la persona con Alzheimer.

La interpretación del lenguaje no verbal, los gestos, las


expresiones faciales, el tono de voz, está mucho más conservada
respecto al verbal a lo largo de toda la enfermedad. Por eso,
es clave acompañar muy bien la comunicación de todos estos
elementos.

En la mayor parte de los casos, las dificultades para expresar


y comprender no corren paralelas. Así, una persona puede
entender más de lo que es capaz de decir o, al contrario, hablar
bastante bien pero comprender poco de lo que se le dice. Por
esta razón, es importante tener la precaución de no decir nunca
ante la persona con Alzheimer cosas que no queremos que oiga
o comprenda, así como no hablar nunca en su presencia como si
no estuviera.

La afasia, además, no es un buen indicador del grado de


pérdida de otras funciones. Por ejemplo, una persona con
una gran alteración del lenguaje tal vez pueda desenvolverse
razonablemente bien en muchas actividades cotidianas en las que
el lenguaje no sea esencial para su desarrollo.

Cómo actuar ante situaciones concretas de


alteración del lenguaje por el Alzheimer
Existen ciertas actuaciones que pueden ayudar a resolver algunas
situaciones concretas con referencia a la afasia, como, por
ejemplo:

• La persona afectada tiene mucha dificultad para encontrar las


palabras adecuadas.
• Lo que dice parece incomprensible y tiende a aislarse para
evitar tener que comunicarse.

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• La persona afectada no comprende lo que se le explica.
• Muestra inquietud o incomodidad cuando se le habla.
• Dice muchas palabrotas o expresiones malsonantes.

La persona afectada tiene mucha dificultad para encontrar


las palabras adecuadas
Ante estas dificultades hay que dar tiempo a la persona para
que se exprese, no mostrar impaciencia ni completar las frases
por ella. Es necesario acostumbrarse y aceptar con normalidad
los rodeos que utiliza para referirse a las cosas y no corregir ni
proporcionar constantemente la palabra que está buscando,
lo que le puede frustrar. Hay que ser paciente y mostrar
nuestra voluntad de comprenderla. Puede ayudar, si se bloquea,
ofrecerle, pausadamente, palabras de forma interrogativa, para
que, tal vez, pueda escoger la correcta (Por ejemplo: “¿Te refieres
a la… radio?... televisión?... al ordenador?...).

Lo que dice parece incomprensible y tiende a aislarse para


evitar tener que comunicarse
En estos casos, es útil animar a la persona a expresarse de formas
alternativas o a ampliar los canales de comunicación. Podemos
animarle a señalar, a gesticular, a tocar las cosas o a las personas
a las que se refiere… Pero también es clave que sus posibles
interlocutores estén al corriente de sus dificultades y darles
algunas indicaciones para facilitar la comunicación.

La persona afectada no comprende lo que le se le explica


Decirle Ante problemas de comprensión hemos de asegurar, en primer
las cosas lugar, que la persona nos escucha y nos presta atención. Decirle
las cosas lentamente y con tono suave facilitará su comprensión.
lentamente y Hay que intentar emplear frases cortas, con vocabulario simple,
y dando tiempo a que procese una parte de la información
con tono suave (tratando de asegurar que la ha comprendido) antes de pasar a la
siguiente. Potenciando la comunicación no verbal (señas, gestos,
facilitará su expresividad facial, tono de voz…) daremos más elementos de
comprensión. apoyo para facilitar la comprensión.

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Muestra inquietud o incomodidad cuando se le habla
Esta actitud puede ser a consecuencia de la excesiva
sobreprotección o la tendencia al paternalismo por parte de
quienes le rodean. Debemos tratar de evitar hablarle de forma
similar a cómo lo haríamos tal vez con un niño. A veces, aunque
con la intención de mostrar cariño o hacer el lenguaje más
Debemos comprensible, se emplean formas de expresión que pueden
tratar de evitar atentar contra la dignidad de la persona, y ésta lo puede percibir
así.
hablarle de Por eso, hay que procurar huir del abuso de una entonación
forma similar exagerada o el frecuente uso de diminutivos, o de dirigirnos a
la persona por apelativos que, de no ser por su enfermedad,
a cómo lo no emplearíamos con ella (“cielito”, “tesoro”, “precioso/a”...)
haríamos tal y llamarla por su nombre o como siempre haya sido de su
preferencia. No cuidar estos detalles puede contribuir a que la
vez con un niño persona con Alzheimer se retraiga y se muestre esquiva.

Dice muchas palabrotas o expresiones malsonantes


Algunas personas con demencia recurren al uso de palabras
malsonantes, incluso cuando antes nunca lo hacían. Todos las
empleamos en alguna ocasión, pero tenemos la capacidad
de controlar su uso o reprimirlas si conviene. Cuando se
altera la habilidad comunicativa, las palabrotas pueden surgir
espontáneamente cuando la persona hace esfuerzos por
expresarse.

No es algo intencionado, sino, una vez más, resultado de las


alteraciones cerebrales que sufre. En algunos casos puede ser
de ayuda intentar anticiparse a las frustraciones que pueda
experimentar y reducir así el estrés que pueda sentir. No
obstante, la mejor forma de abordar situaciones de lenguaje
malsonante es aceptar que se trata de un producto de la
demencia y que la persona afectada tiene escaso control sobre
ello.

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| Apraxia: alteración para
realizar movimientos
precisos y coordinados
La apraxia es un síntoma de disfunción neurológica
que se manifiesta con una alteración de la
capacidad para ejecutar movimientos precisos
y coordinados, sin que se pueda explicar por
problemas motores físicos o sensoriales. La apraxia
constituye uno de los síntomas cognitivos habituales
de la enfermedad de Alzheimer y, aunque es un
fenómeno complejo y que se puede categorizar en
distintos tipos, propondremos algunos consejos para
tratar de gestionar su impacto en el desarrollo de las
actividades de la vida diaria.

La apraxia en personas con Alzheimer


La apraxia es
un síntoma Desenvolverse autónomamente en la vida cotidiana requiere
llevar a cabo un gran tipo de acciones de movimiento precisas
de disfunción y coordinadas, algunas requiriendo el uso de herramientas
o instrumentos (como para cocinar, comer, peinarse, lavarse
neurológica que los dientes…) y otras no (como realizar gestos que ayudan a la
comunicación: saludar con la mano, pedir silencio…).
se manifiesta con
Actividades como vestirse o asearse, por ejemplo, requieren,
una alteración además, una secuencia de acciones en distintos pasos y
de la capacidad movimientos finos de los miembros superiores (como para
ponerse un jersey, abrocharse botones, atarse los cordones de los
para ejecutar zapatos…).

movimientos Ejemplos de la manifestación de la apraxia


precisos y La manifestación de la apraxia, de alguna forma, se debe a que,
coordinados. dada la afectación neuronal, se produce como una desconexión
entre la idea de realizar una tarea y la propia ejecución de la
misma. Por ejemplo:

• La persona puede notar y coger los botones (no hay ninguna


falta de sensibilidad o de movimiento que justifique que no
pueda), pero no puede coordinar el movimiento de los dedos
adecuadamente como para conseguir abrochar la prenda de
ropa.

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• La persona con Alzheimer se sienta de forma brusca o rara,
porque quizás esté experimentando confusión acerca de
cómo alinear adecuadamente su cuerpo con la silla o el sillón
o tal vez tenga francos problemas para emplear los cubiertos
adecuadamente.
Es difícil aislar un problema apráxico del resto de problemas
cognitivos que presenta una persona con demencia. Así, sea por
la apraxia o por la agnosia, puede usar un cepillo de dientes para
peinarse, sea porque no reconoce adecuadamente el objeto, o
porque confunde la forma de uso del mismo y el programa de
movimientos asociado relacionados con su uso.

También puede suceder que, sea por la apraxia o por la alteración


de otras funciones cognitivas complejas (como las funciones
ejecutivas, que están relacionadas, entre otras cosas, con la
secuenciación y la planificación) cometa errores en el orden del
vestir y se ponga la ropa interior encima de los pantalones.

A veces ocurre que, acciones que las personas afectadas no son


capaces de realizar cuando se les solicita, sí pueden hacerlas por
imitación o, de forma espontánea, si se encuentra en el contexto
natural en que se realizan tales actos. Por ejemplo, si le pedimos
que diga adiós con la mano tal vez no sepa cómo hacerlo, pero al
despedirse de alguien probablemente lo hará correctamente y sin
esfuerzo, o nos imitará cuando nosotros lo hagamos. Es como si
el cerebro de la persona afectada, sin contexto, no fuera capaz de
programar expresamente los movimientos a realizar.

¿Cómo abordar algunas situaciones concretas?


• La persona se frustra por su incapacidad o torpeza para
hacer algunas cosas. Observemos qué es lo que no puede
hacer para poder ayudarle, siempre tras anunciárselo, en vez
de hacerlo por ella.
• No quiere hacer actividades de habilidad manual. No se
deben proponer, ni esperar que la persona afectada realice,
actividades que requieran de una habilidad que la persona
ya ha perdido. Es el caso, por ejemplo, de determinadas
actividades manuales elaboradas, como puede ser hacer
bricolaje o coser. Insistir en ello, probablemente generará
malestar y frustración. Es preferible optar por actividades que
le resulten fáciles y agradables, para minimizar la apatía.

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• Muestra problemas en la realización de tareas básicas. Ante
la aparición de dificultades en las actividades de la vida diaria
hay que simplificar. Por ejemplo, podemos:
– Sustituir los zapatos de cordones por otros de cierre de
velcro.

– Facilitarle que pueda comer con la mano, potenciando así su


autonomía en los momentos de la comida, cuando el uso de
cubiertos se haya vuelto muy difícil.

– También podemos usar “pistas” motoras que desencadenen


determinadas actividades. Por ejemplo, darle un toquecito
o hacer una suave presión en la parte trasera de las rodillas
para que se siente.

• Unas actividades las realiza sin problema, mientras que


es incapaz para otras. La capacidad para realizar acciones
y actividades no se altera en el mismo orden en todas las
personas con Alzheimer. Dependiendo de la experiencia
previa con cada actividad, o de la intensidad de otros
síntomas cognitivos, el patrón de comportamiento puede
variar considerablemente. En cualquier caso, es importante
hacer todo lo posible para fomentar la autonomía de la
persona afectada el máximo tiempo posible y tratar de
potenciar las habilidades conservadas. Por eso es importante
no insistir en lo que vemos que obviamente no puede realizar
y animarla a seguir haciendo aquello que, aunque sea con
ayuda, aún puede hacer.
Como ante tantas otras situaciones, cuando nos enfrentemos
a las consecuencias cotidianas de la apraxia en una persona
con Alzheimer, necesitaremos altas dosis de paciencia, afecto y
empatía.

Cuando nos enfrentemos a las


consecuencias cotidianas de la
apraxia en una persona con
Alzheimer, necesitaremos altas
dosis de paciencia, afecto y
empatía.

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| Agnosia y falsos reconocimientos
Uno de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer es la
dificultad para reconocer objetos cotidianos o personas
conocidas; esta alteración cognitiva se conoce como agnosia.
La agnosia afecta al día a día de las personas con Alzheimer y de
quienes conviven con ella. Es importante conocer los distintos
tipos que existen y disponer de algunas pautas para saber cómo
actuar en cada caso.

¿Qué es la agnosia?
La agnosia es una alteración cognitiva que hace referencia a la
dificultad o incapacidad para reconocer cosas familiares, sin
tener ninguna alteración de la percepción. Es decir, estando
los sentidos preservados. Puede aparecer a consecuencia de
distintas alteraciones cerebrales y es uno de los síntomas de
la enfermedad de Alzheimer. Normalmente aparece en fases
avanzadas.

El término “agnosia” proviene del latín: gnosis es “conocimiento”


y el prefijo a, indica negación o “falta de”. A consecuencia de
esta alteración, la persona no puede reconocer y asociar lo
que se percibe a través de alguno de los sentidos (vista, oído,
tacto, olfato y gusto) de manera adecuada con su significado. En
función del canal de entrada de la información, se dará el nombre
al tipo de agnosia. Así, existe la agnosia visual, la auditiva, la táctil,
la olfativa y la gustativa.

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Otras formas de agnosia
Hay, además, otras formas más complejas de agnosia, que
tienen que ver con la falta de reconocimiento de las propias
sensaciones o señales internas del cuerpo. En este último
grupo estaría la anosognosia, que es la falta de reconocimiento
de la propia enfermedad y de las alteraciones que se padecen,
muy característica en el Alzheimer. Pero también incluiríamos
aquí la mala percepción de la temperatura, no interpretando
adecuadamente las señales de frío o de calor, pudiendo emplear
ropa de excesivo abrigo en verano o, a la inversa, en invierno, o
una percepción alterada del dolor.

La persona con Alzheimer puede llegar a ser incapaz de


reconocer caras familiares o no reconocerse a sí misma
en el espejo. Las agnosias no suelen responder bien a las
intervenciones o estrategias para revertirlas, puesto que son
debidas a la atrofia en determinadas áreas del cerebro. Además,
los progresivos problemas de memoria que suceden con la
evolución de la enfermedad añaden dificultad a la interpretación
de la percepción, dando lugar a falsos reconocimientos. Lo mejor
es aceptar el fenómeno y adaptar el entorno a ello.

Ejemplos de agnosias y de falsos reconocimientos:


¿cómo afrontar estas situaciones?

No reconoce caras familiares


Esta forma específica de agnosia se llama prosopagnosia. Ante
esta situación hay que recordar que, el hecho que una persona
con Alzheimer no reconozca las facciones de sus familiares, no
significa que haya olvidado la relación con su pareja o con sus
hijos. Simplemente ya no puede reconocer sus caras, porque la
conexión entre la imagen que percibe y la correspondencia con
la persona en cuestión está alterada. Aunque resulte doloroso,
hay que procurar no tomarlo como algo personal, aceptarlo
e intentar ayudar potenciando otras ‘pistas’ a través de otros
canales, como la voz, el olor, los gestos, algún rasgo característico,
etc.

No se reconoce en el espejo
Es frecuente que, en algún momento de la enfermedad, la
persona afectada no sea capaz de reconocer su propia imagen en
un espejo (podría corresponderse a una forma de prosopagnosia,
no reconociendo, en este caso, su propia cara).

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En consecuencia, puede interpretar la imagen como alguien que
viene hacia él o ella, o como si hubiera un extraño en casa, siendo
posible causa de ansiedad, preocupación o miedo. Si esto sucede,
suele ser de ayuda cubrir o retirar los espejos durante un tiempo.
Es algo que suele darse de manera temporal.

Esta falta de reconocimiento de caras familiares e incluso de


la propia, puede darse también al observar fotografías. Incluso
puede no reconocer el concepto de “fotografía” o “espejo” y
hablar con las imágenes que está viendo. Si no es algo que le
genere estrés, no es necesario actuar.

Cree que su casa no es su casa


Para reconocer un espacio hay que percibir e integrar la
información conjunta de muchos objetos, distribución, etc. y,
después, emparejarlo con los espacios conocidos que tenemos en
la memoria. En el caso del Alzheimer, sabemos que los recuerdos
más antiguos están mejor preservados que los presentes. Por
esta razón, el recuerdo de su casa de la infancia o de la juventud
será mucho más vívido que el de la actual. Si se produce esta
situación, no hay que generar una discusión ni intentar convencer
a la persona afectada. Es aconsejable tratar de orientarla con
cosas familiares. Por ejemplo, indicándole que “este es tu sillón
favorito” o “aquí está la foto que tanto te gusta”, etc. También
se puede intentar mejorar la iluminación o emplear aromas que
puedan ayudar al reconocimiento.

Confunde a los familiares entre ellos o, por ejemplo, a su


hija con su esposa cuando era joven
Puede suceder que la persona afectada confunda a su hija/o con
su esposa/o cuando era joven o a su pareja con su madre o su
padre. Sucede algo similar a lo explicado respecto a tener más
vivos los recuerdos y memorias de tiempos pasados.

Ante estas situaciones, hay que evitar corregirle constantemente


y no avergonzarle, algo que sería contraproducente. Proporciona
mejores resultados recordarle amablemente, en cualquier
momento y no necesariamente en respuesta a su confusión,
quiénes somos y que es una persona querida por todos los que
se encuentran a su alrededor.

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No reacciona cuando suena el teléfono o el timbre de la
puerta
Aunque pueda oír perfectamente los sonidos, una persona
con agnosia auditiva puede no reaccionar adecuadamente a
ellos porque no los relaciona con su significado. Es decir, oye el
timbre, pero no sabe qué significa, qué es lo que lo produce… A
veces, funciona, simplemente, diciéndole que están llamando a la
puerta y si puede ir a abrir.

| Anosognosia: falta de conciencia


de la enfermedad
La introspección es la capacidad mental de percibir y
monitorizar lo que uno hace, piensa o siente, es “mirar al
interior” o, en definitiva, ser conscientes de nuestro estado.
Cuando nos referimos, específicamente, a la incapacidad de
introspección para percibir y reconocer una enfermedad que uno
mismo padece, hablamos de anosognosia. La anosognosia es uno
de los síntomas habituales de la enfermedad de Alzheimer.

¿Qué es la anosognosia?
El término “anosognosia” proviene del griego
y está formada por la conjunción del prefijo
a (no, o sin), nosos (enfermedad) y gnosis
(conocimiento), o sea: “sin conocimiento
de enfermedad”. La anosognosia es un
síntoma que puede aparecer en diferentes
patologías, trastornos o enfermedades,
como en la esquizofrenia, el trastorno bipolar,
tras algunos tipos de ictus u otras lesiones
cerebrales… y en muchos casos de demencia,
como suele ser habitual en la enfermedad de
Alzheimer.

Debido a esta falta de introspección, la persona con anosognosia


no es que intencionadamente se niegue a reconocer sus propios
olvidos o errores, es que no tiene modo alguno de saber que los
está cometiendo: no tiene conciencia de la enfermedad que
padece. Este síntoma aparece de forma temprana en algunas
personas con demencia y más tarde en otras, conduciendo a la
falta de conciencia de la enfermedad, en distinto grado.

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La anosognosia se puede expresar de distintas formas o en
distintos grados
Por el hecho de que una persona padezca deterioro cognitivo o
demencia no hay que asumir, directamente, que tenga falta de
conciencia de lo que le sucede o, al menos, no de todo lo que le
sucede.

Se puede dar de forma más acusada en algunos aspectos y no tanto


en otros. No todas las personas con Alzheimer presentan el mismo
grado de falta de conciencia ni una misma persona en distintos
momentos de la enfermedad. Lo más frecuente, no obstante, es
que la persona conserve una capacidad parcial de introspección y
de percepción de sus propios déficits, siendo consciente de algunos
aspectos o teniendo una conciencia de ellos fluctuante.

Si en las primeras fases de la enfermedad la anosognosia no ha


aflorado, la persona con Alzheimer probablemente se mostrará
preocupada por su situación, incluso puede llegar a deprimirse,
pero también puede mostrar interés por planificar su futuro. Sin
embargo, en otros casos, esta falta de conciencia puede aparecer
ya en fases iniciales, por lo que puede negar rotundamente
padecer ninguna enfermedad o déficit.

Existe otro término técnico, anosodiaforia, que puede entenderse


como una variante de la anosognosia, y se usa para definir la
actitud de cierta indiferencia hacia los propios problemas de
salud. Viene a ser como si la persona expresara: “Sé que me falla
la memoria, pero no le doy la importancia que realmente tiene, y
tampoco a la causa que lo provoca”.

Es aquella situación, por ejemplo, en la que la persona con


Alzheimer, presentando ya problemas muy importantes de
memoria, parece no darle ninguna importancia. Por ejemplo,
puede decir que no recuerda el año en qué nació ni la edad
que tiene, o la calle donde vive y no darle ninguna importancia,
incluso riéndose de ello. Es decir, reconoce el déficit, pero su
reacción puede sorprender por lo despreocupada que es.

Cómo actuar ante la anosognosia o la falta de conciencia de


la enfermedad
La pérdida de introspección representa un cambio importante y
provoca conductas aparentemente ilógicas. Debido a la falta de
conciencia y la consiguiente falta de reconocimiento de déficit,
estas personas a menudo son consideradas como testarudas y de
trato difícil por parte de las personas de su entorno más cercano.

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Por ejemplo, ante un episodio de incontinencia, la persona
afectada culpa a otra persona por el hecho de ir mojado o
aparenta ignorar el asunto. O la persona no asocia su propia
conducta con las alteraciones que ocasiona, como desorden en su
entorno o trastornos a los cuidadores. La persona también puede
insistir en que su memoria y su cognición están intactas, incluso
ante una evidencia desbordante de lo contrario, y no comprender
quizás por qué no puede seguir conduciendo.

La disminución de la capacidad de introspección es


Ante la manifestación un síntoma habitual en la enfermedad de Alzheimer
que no puede recuperarse, por muchas explicaciones
de anosognosia, que se den. Por esta razón, ante la manifestación de
hay que evitar anosognosia, hay que evitar discutir con la persona
afectada ya que será inútil e, incluso, puede ser
discutir contraproducente porque la puede alterar. El mejor
consejo es comprender que la persona ha perdido esta
con la persona capacidad de autoconciencia y aceptar su punto de
afectada ya que vista, desde la empatía. Hay que permitirle mantener
su autoestima y emplear medios alternativos para
será inútil e, incluso, manejar las situaciones. Así, en el primero de los casos,
podemos sugerir que se cambie de ropa diciendo
puede ser “parece que te has salpicado al lavarte las manos”,
en vez de confrontarlo con la realidad del episodio de
contraproducente incontinencia. En el segundo caso, podemos trasladar
porque la puede que ha sido el médico quien ha dado la orden de que
deje de conducir y que, tal vez, en la próxima visita lo
alterar. podrá consultar con él.

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En la Fundación Pasqual Maragall
investigamos la detección precoz
y la prevención de la enfermedad
de Alzheimer. Trabajamos también
para mejorar la calidad de vida
de las personas afectadas y sus cuidadores.

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