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Enfermedad de Alzheimer

Causas, síntomas, tratamiento y prevención

Mayo 2017
1. Alzheimer: definición general
La enfermedad de Alzheimer es una de las enfermedades neurodegenerativas más
frecuentes y conocidas. Se trata de un trastorno crónico y actualmente irreversible,
de causas desconocidas que actúa produciendo un deterioro progresivo en las
facultades mentales de quien lo padece. Inicialmente actúa solo a nivel de corteza,
pero según el deterioro va avanzando termina afectando también a nivel subcortical.
De inicio insidioso, las primeras lesiones aparecen en el lóbulo temporal para
posteriormente ir expandiéndose a otros lóbulos como el parietal y el frontal.

Actualmente su diagnóstico sólo se considera totalmente definitivo después de la


muerte del paciente y del análisis de sus tejidos (antes del deceso se considera su
diagnóstico es solo probable) si bien según van avanzando las técnicas de
neuroimagen se hace posible un diagnóstico más exacto. El curso de la enfermedad
de Alzheimer provoca un deterioro cognitivo homogéneo y continuo, teniendo una
duración media de entre ocho y diez años.

2. Síntomas típicos
Uno de los síntomas más característicos y conocidos es la pérdida de memoria, la
cual suele darse de forma gradual. Se pierde en primer lugar la memoria reciente,
conforme la enfermedad sigue su curso pueden irse olvidando aspectos y elementos
cada vez más lejanos en el tiempo. También disminuye la capacidad de atención,
la capacidad de juicio y la capacidad de aprender cosas nuevas.

La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por una pérdida progresiva de funciones


que se dan especialmente en tres ámbitos, configurando lo que se ha denominado
síndrome afaso-apraxo-agnósico. Dicho de otra forma a lo largo de su deterioro el
paciente va perdiendo la capacidad de hablar (es muy típica la presencia de anomia
o dificultad para recordar el nombre de las cosas), realizar acciones secuenciadas
o incluso de reconocer los estímulos provenientes del exterior, culminando en un
estado de mutismo e inmovilidad. La presencia de caídas, alteraciones del sueño y
la alimentación, alteraciones emocionales y de la personalidad y pérdida de olfato
suelen ser también comunes en quienes padecen Alzheimer.

Con el tiempo, el sujeto tiende a desorientarse, perderse, tener descuidos y


comportamientos extraños, olvidar el valor de las cosas e incluso acaba por ser
incapaz de reconocer a sus seres queridos. A medida que la enfermedad avanza el
sujeto va perdiendo poco a poco su autonomía, dependiendo con el tiempo del
cuidado y la gestión de agentes externos.

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Estadísticamente, la media de edad a la que empieza a aparecer la enfermedad de
Alzheimer se sitúa alrededor de los 65 años, aumentando su prevalencia según la
edad va aumentando. Se considera de inicio temprano si empieza antes de los 65,
y de inicio tardío si ocurre después de dicha edad. A menor edad de inicio, peor
pronóstico, avanzando con más rapidez los síntomas.

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2.1. Los 11 primeros síntomas del Alzheimer
Las proteínas involucradas en el Alzheimer

La causa exacta de esta enfermedad es aún hoy en día desconocida, si bien se


observan algunos cambios en el cerebro de las personas que sufren esta afectación.
Los individuos con Alzheimer presentan una elevada cantidad de ovillos
neurofibrilares y placas de beta amiloide.

Los datos científicos apuntan a la idea de que existen unas malformaciones en dos
proteínas que se encuentran en el cerebro, las proteínas tau y las beta amiloides.
Según un grupo de investigadores del Instituto Neurológico de Montreal, estas
proteínas se expanden por el cerebro como una plaga, y están relacionadas con
envejecimiento y las enfermedades como el Alzheimer.

Si bien las primeras investigaciones sugerían que ambas proteínas inicialmente


emergen en regiones cerebrales separadas, un nuevo estudio publicado en
diciembre del 2016 en el Journal Acta Neuropathologica afirma que ambas proteínas
están presentes en las primeras etapas de la enfermedad y en la misma región
cerebral, lo que sugiere que ambas contribuyen al inicio de la enfermedad y están
más conectadas de lo que se creía anteriormente. Esta investigación fue llevada a
cabo por la Universidad de Aberdeen.

2.2. Síntomas tempranos del Alzheimer


Este estudio concluye, por tanto, que las moléculas supuestamente contribuyen al
proceso inicial de la enfermedad, es decir, están presentes en etapas muy
tempranas del Alzheimer. Se encuentran en un área del cerebro que participa en la
formación de la memoria y el procesamiento de la información, lo que podría tener
implicaciones para el desarrollo de nuevos fármacos, pero también puede
proporcionar información importante para el diagnóstico temprano de la
enfermedad.

Dentro de los síntomas y signos característicos de las personas con Alzheimer en


etapas tempranas se pueden mencionar los siguientes:

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2.2.1. Caídas frecuentes

Aunque las caídas son algo frecuentes en la tercera edad, aún lo son más en
personas que sufren Alzheimer. Esto es lo que encontró un estudio en el que
participaron 125 sujetos adultos y a los que se les hizo un seguimiento de la
frecuencia con la que en un período de ocho meses se caían o tropezaban.

Resulta que cuando el grupo de investigadores realizó las pruebas de escáner


cerebral, los sujetos con Alzheimer se habían caído más. Las caídas son habituales
en las personas con esta enfermedad debido a la deambulación o la falta de
orientación. Asimismo, estos individuos suelen presentar trastorno hipercinético,
que les hace estar más activos y moverse más, aumentando las probabilidades de
caída.

2.2.2. Olvido en aspectos de la rutina

Los problemas de memoria son característicos en el Alzheimer, por lo que en la


etapa temprana de la enfermedad es posible detectar que el recuerdo de estas
personas falla. La manera más fácil de observarlo es en los objetos funcionales y
aquellos que se usan a diario. Por ejemplo, la persona no recuerda donde se
guardan las llaves o los platos sucios. Tiene serias dificultades para llevar a cabo
tareas sencillas que antes hacía con normalidad.

2.2.3. Incapacidad para reconocer el sarcasmo

Las personas con Alzheimer no comprenden el sarcasmo, por lo que ante esta
situación pueden volverse extremadamente serios y tomarse las cosas de manera
literal. Un estudio de la Universidad de California en San Francisco, dirigido por
Katherine Rankin, encontró que los pacientes de Alzheimer y aquellos con
enfermedad frontotemporal no reconocían el sarcasmo en los encuentros cara a
cara.

La causa parece estar en que el hipocampo posterior del cerebro se ve afectado


con la enfermedad de Alzheimer, y es una región donde se almacena la memoria a
corto plazo, lo que afecta al sarcasmo.

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2.2.4. Pérdida de pertenencias

Se ha comentado que las personas con Alzheimer pueden olvidar aspectos de la


rutina, como no saber dónde guardar las llaves o no acordarse si han comido o no
a lo largo del día. Esto causa que muchas veces pierdan sus propias pertenencias,
por no saber dónde las han puesto. Es frecuente que incluso pongan sus cosas en
lugares equivocados, por ejemplo, el reloj en la nevera.

2.2.5. Cambios en su comportamiento social

Las personas con Alzheimer muestran una serie de comportamientos que hacen
pensar que algo les está ocurriendo. Su forma de comportarse en lo que a sus
proyectos se refiere va cambiando o deja de hacer las actividades que disfrutaba
anteriormente. La persona cada vez va retirándose de la vida social y es posible
que duerma más o pase más tiempo mirando la televisión en vez de socializar con
otras personas.

2.2.6. Dificultades en la solución de problemas

Es frecuente que los personas tengan dificultades para solucionar problemas. De


hecho, les resulta complicado hacer operaciones matemáticas o seguir una serie de
directrices. Por ejemplo, sería muy complicado que pudieran seguir una simple
receta culinaria.

2.2.7. Cambios de humor

Los cambios de humor son habituales en las personas que padecen Alzheimer,
pueden llegar a ser muy problemáticas e incluso conflictivas en etapas avanzadas.
De hecho, su personalidad cambia de manera radical a medida que la enfermedad
va avanzando, y los familiares son los que más sienten este comportamiento.

La ansiedad, la tristeza, el miedo o la frustración son emociones que pueden


padecer estos con frecuencia. Se pueden enfadar fácilmente, tanto en su hogar
como en lugares fuera de su ambiente.

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2.2.8. Confusión respecto al tiempo y los lugares

Los individuos con esta enfermedad pueden estar confusos respecto a la hora y el
lugar. Dicho de otro modo, se pueden sentir desorientados y pueden perderse con
cierta facilidad. Esto les causa serios problemas, y como se ha dicho anteriormente,
la desorientación también puede provocar que sufran caídas.

2.2.9. Pérdida del sentido común

El juicio de una persona son sus opiniones y sus decisiones. Los individuos que
sufren Alzheimer pueden ver mermada esta capacidad, lo que provoca que presten
menos atención a su autocuidado o que tomen decisiones poco entendibles y lejos
del sentido común.

Por ejemplo, al regalar mucho dinero a un vendedor desconocido que le ofrece una
oferta. Estas decisiones pueden parecer extrañas e irresponsables al resto de las
personas, pero a ellos no.

2.2.10. Agitación excesiva

No es nada raro que las personas con Alzheimer se sientan angustiadas o agitadas,
lo cual causa que estén en continuo movimiento. La agitación suele ser el resultado
del miedo, la confusión o por intentar comprender el mundo que comienza a no tener
sentido en algunos momentos. Esto también causa los cambios de humor antes
mencionados, y es una señal clara de que la persona está cambiando.

2.2.11. Dificultades para comunicarse

Con esta enfermedad, el lenguaje y las habilidades de comunicación del


afectado disminuyen notablemente. Es muy común que incluso en el vocabulario se
puedan apreciar estos síntomas: dificultades para encontrar la palabra correcta,
llamar a las cosas por nombres equivocados, sustituir palabras familiares por
algunas inusuales o incorrectas o llamar a los conocidos como si fuesen extraños
(por ejemplo, a un amigo como “ese tipo”).

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3. Proceso de deterioro: fases de la enfermedad
Como hemos dicho la enfermedad de Alzheimer provoca un deterioro progresivo de
las funciones mentales del paciente. Dicho progreso puede observarse a lo largo de
las tres fases en las que se ha diferenciado el proceso de degeneración.

Además de estas fases, se ha de tener en cuenta que en ocasiones puede haber


un periodo de tiempo previo al inicio del trastorno en que el individuo padece un
deterioro cognitivo leve (generalmente de tipo amnésico).

3.1. Primera fase: Inicio de los problemas

En los primeros momentos de la enfermedad, el paciente empieza a experimentar


pequeños déficits de memoria. Le cuesta recordar lo que acaba de hacer o comer,
así como retener nuevas informaciones (dicho de otro modo, padece amnesia
anterógrada). Otro síntoma especialmente típico es la anomia o dificultad para
recordar el nombre de las cosas pese a saber qué son.

El juicio y la capacidad de solucionar problemas se encuentran también


comprometidos, rindiendo menos en actividades laborales y cotidianas. Inicialmente
el paciente es consciente de la aparición de limitaciones, siendo frecuente que
aparezcan síntomas depresivos y ansiosos como apatía, irritabilidad y retraimiento
social. Esta primera fase de la enfermedad de Alzheimer puede durar hasta cuatro
años.

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3.2. Segunda fase: Pérdida progresiva de capacidades

La segunda fase de la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por la aparición del


síndrome afaso-apraxo-agnósico, junto a la aparición de la amnesia retrógrada. Es
decir, el sujeto empieza a tener problemas de comprensión y emisión de lenguaje
más allá de la anomia, así como a tener severas dificultades para realizar
actividades secuenciadas y a reconocer objetos, personas y estímulos, además de
comenzar a tener problemas para recordar hechos pasados (hasta ahora las
pérdidas de memoria se refieren principalmente a sucesos que acababan de
suceder y que no eran retenidos).

El paciente necesita supervisión y no es capaz de llevar a cabo actividades


instrumentales, pero puede llegar a realizar actividades básicas como vestirse o
comer por sí solo. Suele haber desorientación temporoespacial, no siendo extraño
que se pierda.

3.3. Tercera fase: La fase avanzada de la enfermedad de


Alzheimer

Durante la tercera y última fase de la enfermedad, el deterioro del individuo resulta


especialmente intenso y evidente. La pérdida de memoria episódica puede llegar a
remontarse a la infancia. También existe pérdida de memoria semántica. El sujeto
deja de reconocer a sus familiares y seres queridos e incluso, es incapaz de
reconocerse a sí mismo en una imagen o un espejo.

Suelen tener una afasia extremadamente grave que puede terminar en mutismo
total, así como descoordinación y alteraciones de la marcha. Hay una pérdida de
autonomía total o casi total, dependiendo de cuidadores externos para sobrevivir,
no siendo capaces por sí mismos, se pierden las habilidades básicas de la vida
diaria. Es frecuente que aparezcan episodios de inquietud y alteraciones de
personalidad.

Pueden aparecer también hiperfagia y/o hipersexualidad, falta de temor ante la


estimulación aversiva y episodios de ira.

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4. Características neuropsicológicas
La demencia producida por la enfermedad de Alzheimer provoca una serie de
efectos en el encéfalo que termina por provocar los síntomas.

En este sentido destaca la progresiva reducción del nivel de acetilcolina en el


cerebro, uno de los principales neurotransmisores cerebrales implicados en la
comunicación neuronal y que influye en aspectos como la memoria y el aprendizaje.
Dicha disminución en los niveles de acetilcolina provoca una degradación
progresiva en las estructuras cerebrales.

En la enfermedad de Alzheimer la degradación de estructuras empieza en los


lóbulos temporales y parietales, para ir a lo largo del curso del trastorno avanzando
hacia el frontal y poco a poco hacia el resto del encéfalo. Con el tiempo se reduce
la densidad y masa neuronal, dilatándose los ventrículos para ocupar el espacio
dejado por la pérdida neuronal.

Otro aspecto de gran relevancia es la presencia en el citoplasma neuronal de ovillos


neurofibrilares y placas de betaamiloide, que obstaculizan los procesos sinápticos y
provocan un debilitamiento de las sinapsis.

5. Causas desconocidas
La investigación de este tipo de enfermedad ha intentado dar una explicación de
cómo y por qué surge la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aún no se tienen
evidencias de por qué aparece.

A nivel genético se sospecha de la participación de mutaciones en el gen APP, de


la proteína precursora de amiloide, así como en el gen ApoE, vinculado a la
producción de proteínas que regulan el colesterol.

La disminución del nivel de acetilcolina cerebral provoca la degradación de las


diversas estructuras, estando basados los tratamientos farmacológicos en combatir
dicha reducción. Aparece una atrofia cortical de inicio temporoparietal que termina
generalizándose con el tiempo al resto del sistema nervioso.

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6. Factores de riesgo
Las causas de la enfermedad de Alzheimer siguen siendo a día de hoy
desconocidas. Sin embargo, existen una gran cantidad de factores de riesgo que
deben tenerse en cuenta a la hora de realizar tareas de prevención.

Uno de los factores a tener en cuenta es la edad. La enfermedad de Alzheimer


tiende a aparecer a partir de los 65 años, si bien existen casos de inicio aún más
temprano.

Interviene también el nivel educativo o, mejor dicho, la actividad mental del


individuo. Entre más ejercicio mental se realice, habrá mayor resistencia y fortaleza
de las conexiones neuronales. Sin embargo, este efecto, si bien es positivo dado
que retrasa el avance de la enfermedad, puede dificultar la identificación del
problema y su tratamiento.

El historial familiar. Si bien la enfermedad de Alzheimer no suele transmitirse


genéticamente (salvo alguna variante concreta), casi la mitad de individuos con este
problema tienen algún familiar con este trastorno.

Por último, también debe tenerse en cuenta la historia vital del paciente: Al parecer
el consumo de tabaco y de dietas ricas en grasas pueden favorecer su aparición.
Del mismo modo, una vida sedentaria y con altos niveles de estrés potencia la
probabilidad de aparición. La presencia de algunas enfermedades metabólicas
como la diabetes o de hipertensión resultan elementos facilitadores de la
enfermedad de Alzheimer.

7. Tratamientos
A día de hoy la enfermedad de Alzheimer sigue siendo incurable, basándose el
tratamiento en la prevención y retraso del deterioro cognitivo.

7.1. Tratamiento farmacológico

A nivel farmacológico tienden a emplearse diferentes inhibidores de la


acetilcolinesterasa, una enzima que degrada la acetilcolina cerebral. De este modo,
se logra que la acetilcolina se encuentre durante más tiempo presente en el cerebro,
prolongando su funcionamiento óptimo.

Concretamente se usa el donepezil como tratamiento en todas las fases de la


enfermedad de Alzheimer, mientras que en las etapas iniciales suele recetarse
rivastigmina y galantamina. Estos medicamentos han demostrado ser capaces de
retrasar el avance de la enfermedad alrededor de medio año.

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7.2. Tratamiento psicológico

A nivel psicológico suele emplearse la terapia ocupacional y la estimulación


cognitiva como principales estrategias para frenar el ritmo del deterioro. Asimismo,
la psicoeducación es fundamental en el inicio de la enfermedad, cuando el paciente
es aún consciente de la pérdida de facultades.

Es frecuente que los individuos a los que se les informa el diagnóstico de la


enfermedad de Alzheimer sufran episodios de tipo depresivo o ansioso. De este
modo, el clínico debería evaluar el efecto que tiene sobre el sujeto la notificación del
problema.

Se ha de trabajar también con el entorno familiar, asesorándoles de cara al proceso


de deterioro que va a seguir el paciente, su pérdida de autonomía y indicando
estrategias válidas para afrontar la situación.

7.3. Musicoterapia: Escuchar música para paliar los síntomas


del Alzheimer

La memoria auditiva se halla en un área del cerebro diferente de la del resto de


recuerdos, concretamente en el área del lóbulo temporal que está ubicado cerca de
la sien y el oído.

A pesar que esta zona es de las primeras en verse afectadas por el Alzheimer y de
que bajo los efectos de esta enfermedad muchos enfermos no sepan ni su propio
nombre, ni reconozcan a sus parientes más allegados (cónyuges, hijos, hermanos),
es frecuente que estos pacientes recuerden canciones que tal vez escucharon
mucho tiempo atrás, en su más temprana juventud. Es posible que muchos no
tengan capacidad de locución, pero sí puedan tararear canciones y emocionarse
con ellas

El Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa que produce un daño severo


en el cerebro, matando las células nerviosas y rompiendo las conexiones de estas
entre sí, lo que produce una afectación irreversible de la cognición, la conducta y,
habitualmente, de la memoria inmediata. Sin embargo, la intervención basada en
la musicoterapia puede ayudar en su tratamiento, a pesar de no llegar a curar la
enfermedad, se trata de una enfermedad devastadora, no sólo para quien la padece,
sino para los familiares del paciente que observan cómo su pariente se deteriora y
cómo de ser una persona independiente y autónoma se convierte en un ser
completamente dependiente.

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La zona encargada de procesar y almacenar la música parece que la afectación es
menor que en el resto de áreas. Estudios recientes realizados por neurólogos
concluyen que, en su mayoría, los pacientes con un nivel avanzado de esta dolencia
mantienen sus recuerdos musicales. De esta forma, la música puede ayudarles a
relajarse y mejorar su estado de ánimo. En este sentido, la musicoterapia es una
buena opción para paliar los efectos del Alzheimer.

7.3.1. ¿Qué es la musicoterapia?

La musicoterapia es la utilización de la música en intervenciones realizadas en


ámbitos médicos, educativos y cotidianos. Se puede orientar tanto a individuos,
grupos o comunidades con el objetivo de mejorar su calidad de vida en diferentes
aspectos.

El uso de la musicoterapia está aumentando cada vez más en el tratamiento del


Alzheimer y otros tipos de trastornos neurológicos, la depresión, el Parkinson,
la esquizofrenia. Una de las mayores ventajas de la musicoterapia es que cualquier
familiar o cuidador puede practicarla en casa con el paciente.

7.3.2. Sesiones de musicoterapia

La terapia se realiza en grupo, los terapeutas previamente investigan sobre la


biografía musical del paciente, preguntando a sus familiares y averiguando qué
estilo musical es el que el paciente solía escuchar, o qué canción tiene una
significación especial para él, es decir, qué canción o tema está vinculado con un
recuerdo que a su vez representó para el paciente una experiencia vital. Por
ejemplo, la canción que se escuchaba cuando conoció a su cónyuge o aquella
melodía que escuchaba en su infancia.

Una melodía o canción en particular es un nexo hacia recuerdos pasados en forma


de sensaciones y emociones profundamente arraigadas en nuestra mente. Ello se
debe a que somos seres emocionales, las emociones son muy poderosas y estas
preceden a las ideas, puesto que las ideas pueden cambiar en función de las
emociones que sentimos. Además, se puede invitar a que los pacientes bailen, de
tal manera que se mejora su estado físico y pueden interactuar socialmente.

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7.3.3. La eficacia de la terapia musical

Las investigaciones se han orientado en determinar la eficacia y los mecanismos


fisiológicos que producen una considerable mejoría de los síntomas propios de la
enfermedad. Está demostrado que la terapia musical mejora la atención en los
pacientes y mitiga los síntomas negativos como la irritabilidad, la ansiedad y
la tristeza.

En una investigación se determinó las áreas del cerebro que se activaban al


escuchar música y posteriormente se analizó si las áreas antes mencionadas
presentaban un deterioro, o por el contrario, si resistían más el avance de la
degradación neuronal que provoca el Alzheimer. Se concluyó que la estimulación
neuronal mediante la música produce beneficios a nivel cognitivo, es decir, que
mejora la concentración y la orientación, además de mantener las habilidades de
locución y comunicación verbal. A nivel físico produce un efecto sedativo, y a nivel
socioemocional aumenta la autoestima, mejora la interacción social y previene el
aislamiento y la soledad.

8. Prevención
Teniendo en cuenta que las causas de la enfermedad de Alzheimer son todavía
desconocidas y que su tratamiento se basa en frenar o reducir los síntomas, se hace
necesario tener en cuenta factores vinculados al trastorno con el fin de poder
realizar tareas de prevención.

Como ya se ha mencionado, la vida sedentaria supone un factor de riesgo para


desarrollar esta enfermedad. El ejercicio físico ha mostrado ser un excelente
mecanismo de prevención, dado que ayuda a fortalecer tanto el cuerpo como la
mente, siendo útil en una gran cantidad de trastornos.

Teniendo en cuenta que otros de los factores de riesgo incluyen colesterol alto,
diabetes e hipertensión, el control de la alimentación se hace un elemento
preventivo de gran importancia. Es de gran utilidad tener una dieta rica y variada
con pocas grasas saturadas.

Otro aspecto a tratar es el nivel de actividad mental. Ejercitar el cerebro supone


fortalecer la capacidad de aprendizaje y las conexiones neuronales, con lo que leer
o aprender cosas nuevas (no necesariamente conocimientos teóricos técnicos)
puede ayudar a frenar la sintomatología o a que ésta no aparezca.

Por último, uno de los elementos fundamentales de la prevención es la detección


temprana de los síntomas. Dado que con la edad es común la pérdida de memoria
sin necesidad de la implicación de un trastorno, no es raro que los primeros indicios
de la enfermedad de Alzheimer sean ignorados.

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Si las quejas de memoria son muy frecuentes y se acompañan de otras alteraciones
del comportamiento u otras facultades, sería recomendable acudir a un centro
médico donde pudiera evaluarse el estado del paciente. También hay que prestar
atención en los casos de deterioro cognitivo leve, que en ocasiones puede progresar
hasta convertirse en diferentes trastornos, la enfermedad de Alzheimer.

9. Referencias bibliográficas:

 American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico


de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
 Förstl, H. & Kurz, A, (1999). Clinical features of Alzheimer's disease.
European Archives of Psychiatry and Clinical Neuroscience 249 (6): 288-290.

 Santos, J.L. ; García, L.I. ; Calderón, M.A. ; Sanz, L.J.; de los Ríos, P.;
Izquierdo, S.; Román, P.; Hernangómez, L.; Navas, E.; Ladrón, A y Álvarez-
Cienfuegos, L. (2012). Psicología Clínica. Manual CEDE de Preparación PIR,
02. CEDE. Madrid.
 Waring, S.C. & Rosenberg, R.N. (2008). Genome-wide association studies in
Alzheimer disease. Arch. Neurol. 65 (3): 329-34.
 Psicologiaymente net

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