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FACULTAD DE POSGRADO

PROGRAMA MAESTRÍA EN DERECHO CONSTITUCIONAL


MODALIDAD ONLINE
EL NEOCONSTITUCIONALISMO
GUÍA DIDÁCTICA
2
María Fernanda Viteri Sánchez, Msc.
Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

ÍNDICE

Contenido
1.- INTRODUCCIÓN 3
2.- OBJETIVOS DE LA GUÍA 4

2.1. OBJETIVO GENERAL 4


2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS 4
3.- DESARROLLO DE LAS UNIDADES 5

3.1. UNIDAD I: PRINCIPIOS JURÍDICOS DEL NEOCONSTITUCIONALISMO. 5


3.1.1. Definición de Neoconstitucionalismo. 5
3.1.2. Medir el objeto de estudio. Variables, dimensiones, indicadores y escalas de medición. 8
3.1.3. Consideraciones de género y metodologías cuantitativas. 9

3.2. UNIDAD II: CONSTITUCIÓN Y DERECHOS EN EL NEOCONSTITUCIONALISMO. 13


3.2.1. Derechos de los ciudadanos. 13
3.2.2. Derechos de las personas. 15
3.2.3. Derechos y moral. 20

3.3. UNIDAD III: VISIÓN DEL NEOCONSTITUCIONALISMO. 22


3.3.1. El neoconstitucionalismo como modelo jurídico. 22
3.3.2. Relación del neoconstitucionalismo con los derechos. 23
3.3.3. Relación del neoconstitucionalismo con los derechos. 26

3.4. UNIDAD IV: NEOCONSTITUCIONALISMO Y ESTADO. 27


3.4.1. Estado de Derecho y Estado Constitucional de Derechos. 28
3.4.2. Diseño Institucional en el Neoconstitucionalismo. 31
3.4.3. La argumentación jurídica en el Neoconstitucionalismo. 36

4.- BIBLIOGRAFÍA 42
5.- ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS 43
6.- ACTIVIDADES A REALIZAR Y RECURSOS DIDÁCTICOS A UTILIZAR 44
7.- SISTEMA DE EVALUACIÓN ONLINE 45

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María Fernanda Viteri Sánchez, Msc.
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1.- INTRODUCCIÓN
Actualmente se concibe a la Constitución como un aparato capaz de transformar la realidad,
e incluso determinar la forma como este aparato irradia sobre las prácticas de los actores políticos
y sociales de un Estado que genera necesariamente la existencia de normas de estructura de poder,
que a su vez son producto de una realidad empírica. Dos elementos trascendentales, que se
destacan de esta concepción de la Constitución son precisamente las relacionados con la
juridificación que refiere a la organización y sistematización del poder y la soberanía que entiende a
esa racionalización en la Constitución y su conexión con el proceso político.

En lo formal del texto Constitucional, el enfoque está encaminado a la forma como se fija el
orden y la supremacía de ésta como norma primaria, mientras que, en la concepción material, se
observarán las acciones sociales en relación con los parámetros fijados sea por convencimiento o
por medio de la coerción a través de la institucionalización del Estado, con el objetivo de garantizar
la eficacia Constitucional, especialmente en la cuestión de derechos y garantías.

El nuevo paradigma ecuatoriano bajo la denominación de estado constitucional de derechos


y justicia social determinado en el Art. 1 de la Constitución, constituye un concepto y un sistema que
conllevan una profunda significación de un salto trascendental del positivismo jurídico (supremacía
de la legalidad) a la constitucionalidad, sobre todo con el basamento del reconocimiento de la
supremacía de la Constitución como norma jurídica que vincula y sujeta a las actuaciones de todo el
aparato estatal y sus relaciones con los ciudadanos y las estructuras de poder.

Para entender el encauzamiento de la materia y el desarrollo de los sistemas estatales, es


necesario precisar que El Estado absoluto, anterior al Estado legalista, el poder es centralizado y
concentrado, por el cual, el rey, monarca, emperador, etc., “el Estado soy yo” es por sí mismo todo
el Estado, es decir, concentra las funciones de hacer leyes, ejecutarlas, administrar justicia,
sancionar, ejecutar las sanciones. En fundamento del poder se basa en asuntos de sangre o de
fuerza. La ley se la expide de forma arbitraria y sin ningún control. La sociedad generalmente está
dividida en estamentos: rey, nobleza, clero, burguesía y plebeyos (campesinos, artesanos,
agricultores, etc.).

En el Estado de derecho o Estado legal de derecho, el ejercicio del poder ya no está


concentrado, está dividido en poderes. Se entiende que concentrar todos los poderes en una misma
persona, lo torna arbitraria e injusta, aunque en la práctica, este ideal de ponerle límites al ejercicio
del poder del monarca, lo que logro es cambiar el titular del poder: del monarca al legislativo, el
cual, mediante leyes controla al ejecutivo y al judicial.

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2.- OBJETIVOS DE LA GUÍA


2.1. OBJETIVO GENERAL
Conocer la teoría general del Neoconstitucionalismo y los conceptos fundamentales que la
rodean especialmente en relación con la implicación del moderno constitucionalismo ecuatoriano,
a partir de la existencia del Estado Constitucional.

2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS


• Conocer la teoría dogmática del Neoconstitucionalismo.
• Comprender la estructura del Estado desde el Neoconstitucionalismo.
• Identificar las características del Estado ecuatoriano desde la visión del
neoconstitucionalismo.

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3.- DESARROLLO DE LAS UNIDADES


3.1. UNIDAD I: PRINCIPIOS JURÍDICOS DEL
NEOCONSTITUCIONALISMO.

3.1.1. Definición de Neoconstitucionalismo.


Este precepto parte de la cuestión de considerar si el Neoconstitucionalismo en un nuevo
constitucionalismo, para ello deberemos tomar como base el prefijo “neo”, que en su origen griego
significa nuevo o reciente.

El neoconstitucionalismo aparece como un resurgimiento del constitucionalismo, o bien de


un constitucionalismo nuevo que conserva el carácter de programa que da forma la organización
del poder, sus criterios de legitimación y la relación entre éstos y el derecho.

Es entonces una teoría jurídica que plantea que las Constituciones (como normas positivas
de la más alta supremacía jurídica) que tienen como fin delimitar estrictamente los poderes estatales
y proteger con claridad los derechos fundamentales, para lo cual resulta indispensable una mayor
intervención del Estado y la creación de espacios de participación democrática en base a los
postulados de la libertad y la igualdad.

El Neoconstitucionalismo consiste en la existencia de una forma de interpretación de la


Constitución distinta y un enfoque diferente, que centra a la Constitución como el centro del
ordenamiento jurídico, con efecto irradiador en todos los ámbitos y materias, que se aparta de la
concepción de legalidad.

Esta concepción abarca la interpretación de los principios que de ella emanan, siendo los
derechos humanos la fuente principal que guía la interpretación constitucional. Esta nueva
concepción abarca incluso las concepciones de estructura del Estado, significando un importante
salto del Estado de Derecho (fuente principal la ley) al Estado Constitucional de Derecho, distinción
efectuada por uno de los máximos exponentes del Neoconstitucionalismo: Luigi Ferrajoli.

El neoconstitucionalismo tiene un carácter parcial respecto al constitucionalismo, que le


interesa especialmente una parte de la problemática constitucional, que se relaciona con la
problemática constitucional y la relaciona con la protección de los derechos humanos, pero presta
menos atención a la organización estatal, su meta no es limitar y controlar el poder, por lo que
promueve y plantea una nueva relación del poder judicial con los demás órganos del gobierno y con
la sociedad civil para el logro de la vigencia efectiva de los derechos humanos

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Es entonces que el Neoconstitucionalismo, aparece con una fuerza arrolladora a crear nuevas
formas de percibir, aplicar e interpretar la Constitución como eje fundamental cuyo contenido y
existencia tiene como fin la garantía y materialización de los derechos constitucionales, la obligación
de garantizar al ciudadano la protección más amplia de sus derechos, sin importar si se encuentra
en la Constitución o un Tratado Internacional o en una norma infra constitucional.

Se trata entonces, por lo tanto, de no entender a la Constitución como un edificio concreto,


como algo acabado y concluso, sino de concebir el Derecho Constitucional como un conjunto de
materiales de construcción con los cuales la política constitucional realiza diversas combinaciones.

Los principios constitucionales son directrices que los Estados a través del poder
constituyente ha establecido como mecanismos que permiten encaminar la aplicación y
materialización de los derechos, en un sistema jurídico que supera la legalidad como norma
fundamental, siendo en este modelo, los derechos constitucionales de directa e inmediata
aplicación, transversalizando al derecho y a la moral. El Neoconstitucionalismo representa un debate
contemporáneo en el abordaje de la teoría constitucional.

Actualmente, se ha provocado una gran consagración del valor primordial de la Constitución,


cuyo carácter es norma suprema es ahora esgrimido como elemento articulador de la totalidad del
ordenamiento jurídico

Desde este análisis, el Neoconstitucionalismo puede ser concebido como una teoría o una
ideología del derecho, que integra nuevos elementos estructurales del sistema jurídico y político, es
posible definir en base a lo antes precisado las siguientes precisiones en cuanto a rasgos del
Neoconstitucionalismo:

• Cambio del Estado Legislativo de Derecho al Estado Constitucional de Derecho (para el caso
ecuatoriano de Derechos)
• Constitución con alta densidad normativa o alto contenido normativo
• Constituciones con fuerza normativa vinculante, aplicación directa y constitucionalización
del derecho.
• Consideración de los derechos fundamentales como “valores” en la argumentación fundante
de decisiones jurisdiccionales.
• Método de ponderación para la solución de conflictos entre derechos fundamentales o entre
derechos fundamentales y otros principios constitucionales
• Superación del positivismo

El tratadista Comanducci, concibe al Neoconstitucionalismo como una ideología que prima y


garantiza los derechos humanos sobre la política, como metodología puesto que sostiene que los
principios constitucionales y los derechos fundamentales; y una teoría porque se aleja del
formalismo interpretativo que adopta un modelo no solo descriptivo de la norma constitucional sino
con gran carga axiológica.

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Así, sus facetas ideológica y teórica establecen su esencia práctica, es decir, su naturaleza
como un conjunto de reglas e instituciones que conforman un sistema jurídico-político que permite
establecer el funcionamiento del Estado, limitar sus prerrogativas, establecer sistemas económicos,
y definir la protección y observancia de los derechos fundamentales, tanto en el espacio interno,
como en una proyección hacia lo exterior. Los valores que promueve consienten la modificación, en
muchos casos sustancial, de los paradigmas recurrentes en la organización de los sistemas estatales
e internacionales, así como en los modelos, sustantivos y adjetivos, referentes al ejercicio de los
derechos que tienen los individuos y colectividades.

Finalmente, es posible encontrar el término neoconstitucionalismo, aplicado a un nuevo


“modelo de constitucionalismo” o “paradigma” como teoría del derecho, cuyo rasgo más distintivo
sería la reincorporación de la moral al derecho, a través de los principios de justicia material que se
encontraban presentes en los textos constitucionales, y el consecuente y militante rechazo del
positivismo jurídico como inadecuado para dar cuenta de esta reincorporación

GARANTÍA FUERZA
JUDICIAL VINCULANTE
DE LA
CONSTITUCIÓN

SUPREMACIA PRESENCIA DE
JERÁRQUICA UN DENSO
EN EL SISTEMA CONTENIDO
DE FUENTES NORMATIVO

EFICACIA O GRAN
APLICACIÓN CATÁLOGO DE
DIRECTA DE LA DERECHOS
CONSTITUCIÓN CIUDADANOS

Fuente: Elaborado por Mgs. María Fernanda Viteri S.

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3.1.2. Medir el objeto de estudio. Variables, dimensiones, indicadores y


escalas de medición.

El neoconstitucionalismo se origina tras el rompimiento de las rígidas normas positivistas,


considerando que la Constitución es base fundamental para la organización estatal y la protección
de los derechos implica un ejercicio mucho más difícil que la aplicación de normas meramente
legales.

Surgió entre los siglos XVII y XVIII, marcado en Inglaterra, y las revoluciones Francesa y
Americana. Consecuencia, de la existencia de nuevos modelos de organización política del Estado.
Sustento fundado en el principio de la División de poderes y en la defensa de los derechos del
hombre, tal es así que el artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano
se sostiene que una sociedad que no tiene como premisa la división de poderes y la garantía de sus
derechos del hombre, no cuenta con una Constitución

El neoconstitucionalismo primigenio u originario, es una teoría que nace en Europa (centro),


que surge como respuesta a las particularidades en torno a demandas sociales y reivindicaciones de
índole económica, política y social. A partir de ello se han generado diseños constitucionales
adaptados a sus realidades, esta aprehensión ha significado la inauguración del
neoconstitucionalismo transformador. Es la consecuencia del impacto que en la cultura jurídica
europea tuvo la Segunda Guerra Mundial, como una ausente capacidad del derecho concebido
esencialmente como acto o decisión de voluntad puesta a regir a fin de contener las atrocidades del
poder político beligerante, totalitario y genocida.

En lo que concilian el neoconstitucionalismo originario y el transformador, consiste en el


respeto y observancia de los derechos humanos considerando la existencia de una visión
antropocéntrica, el ser humano como sujeto de derechos, principio y fin en sí mismo, que busca un
cambio profundo en el pensamiento jurídico y político, desde un Estado concebido por y para sí
mismo hacia un Estado que acciona por y para los individuos, pueblos, colectivos y nacionalidades;
que trasciende los ámbitos nacionales; que busca posicionar el respeto y la reparación integral a los
derechos humanos en el Sistema Internacional, como un asunto de vital importancia.

El modelo constitucional en cuestión propicia una mayor protección de los derechos de


individuos y pueblos, a la vez que da mayor operatividad al Estado. El cambio del paradigma
constitucional es evidente en la cultura jurídica y en la práctica política que continúa reinventándose
y mejorando, conforme se vayan construyendo los procesos y mecanismos propios de la transición.

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3.1.3. Consideraciones de género y metodologías cuantitativas.

La crisis política del Ecuador, orquestada en un primer momento por el golpe de Estado en
contra el presidente Lucio Gutiérrez en 2005, en medio de un juicio político orquestado por el
Congreso y sostenido principalmente por la denuncia mediática, la movilización popular (los
forajidos) y la avenencia militar, no fue sino un episodio más dentro de un nuevo patrón de
inestabilidad política desde el regreso a la democracia (1979), que inició en Ecuador con la caída del
presidente Abdalá Bucaram en el año 1997.

Una parte relevante de los actores políticos vinculados a la tendencia de izquierda, generó
frente a la crisis que desencadenó un proyecto radical, cuya máxima expresión fue la Asamblea
Constituyente de 2007-2008, proyecto que básicamente tenía como objeto el refundar la patria, la
moral y política del Estado, en rechazo al orden económico y político imperante, identificado en gran
medida por los radicales republicanos, con los males de la economía y la política que fueron
etiquetados con los conceptos neoliberalismo y partidocracia respectivamente. La organización
política que expresó este lenguaje con mayor intensidad y respaldo electoral fue el movimiento
Acuerdo País.

Ya electo, el 15 de enero de 2007, mediante decreto 002, el presidente Correa convocó a una
consulta que permitiría la instalación de la Asamblea Constituyente. El electorado ecuatoriano
aprobó la consulta con un 82% de aprobación, y eligió luego, a una mayoría de asambleístas de entre
los candidatos de Acuerdo País (62% de los escaños). Este apoyo popular, sumado a la composición
interna del Acuerdo País y a la estrategia del gobierno en funciones para controlar la Asamblea,
permitió al presidente Correa dominar en gran medida el proceso constituyente.

La República del Ecuador aprobó una nueva Constitución el 28 de septiembre de 2008 a


través de referéndum, la misma que, a diferencia de todas las constituciones en la historia
republicana del país de más de 200 años, establecidó que Ecuador es un Estado Constitucional de
derechos y justicia.

Esta declaración junto al extenso contenido de la carta magna tiene diferentes fundamentos,
entre los que se encuentran principalmente:

• Influencia de las corrientes neoconstitucionales


• Pensamiento ancestral
• Ecología
• Economía social y solidaria
• Concepción de la revolución ciudadana
• Democracia participativa

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La influencia del neoconstitucionalismo en la Constitución se aprecia en la existencia de


modificaciones en el sistema jurídico tradicional: del Estado legislativo de derecho, al Estado
constitucional de derecho; de la prevalencia del principio de legalidad como criterio exclusivo de
existencia y validez del derecho, al principio de constitucionalidad como criterio rector de la
juridicidad; de la reducción del derecho a la ley y el predominio de esta sobre las restantes fuentes
del derecho, al reconocimiento de la fuerza normativa de la Constitución y el carácter obligatorio de
la jurisprudencia emanada del máximo órgano de control, interpretación y administración de justicia
en materia constitucional.

La Constitución ecuatoriana, involucrada en las nuevas corrientes neoconstitucionales


contienen reflexiones que tiene como característica esencial, reformar e incluso revolucionar el
constitucionalismo moderno y dilucidar el conjunto de textos constitucionales que comienzan a
surgir a partir de la década de los setenta. Son constituciones que no se limitan a establecer
competencias o a separar los poderes públicos, sino que contienen alto nivel de normas materiales
o sustantivas que condicionan la actuación del Estado por medio de la ordenación de ciertos fines y
objetivos.

Este salto cualitativo en el campo del derecho en general y del derecho constitucional
especialmente radica en el paso del Estado de Derecho, al Estado Constitucional, en el cual se
entiende que la Constitución no es simplemente la norma fundante o legitimadora del resto del
andamiaje jurídico del Estado, sino que es supraordenadora, fuente de derecho y derecho mismo,
condicionante de los poderes políticos y de los poderes de los particulares.

La Constitución, bajo la propuesta neoconstitucional, deja de ser meramente formal para


considerarse además desde el punto de vista material, provista de un denso contenido sustantivo,
conformado por normas que regulan no solo cómo ha de organizarse y adoptar sus decisiones el
poder, sino también qué es lo que puede e incluso, a veces, qué es lo que debe decidir. La
Constitución ecuatoriana tiene doble función: Dogmática porque regula derechos, obligaciones y
garantías; y Orgánica, porque organiza el poder del Estado

Los derechos fundamentales o para el caso ecuatoriano derechos constitucionales, tienen


fuerza normativa, generan obligaciones, pero en principio solo frente al legislador, sin embargo, el
modelo ecuatoriano manda a aplicar de manera directa a la Constitución por parte de todo servidor
público y judicial.

En razón de la existencia de los derechos fundamentales, el individuo se erige dentro de la


comunidad y frente a ella como un sujeto libre, autónomo, capaz de determinarse en lo público y lo
privado, y titular de ciertos intereses y necesidades, cuya protección y satisfacción fundamenta la
propia existencia del ámbito social. Los derechos fundamentales y todos los principios establecidos
en las actuales constituciones, consisten claramente en valores morales y políticos de justicia
altamente compartidos.

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Los derechos fundamentales, independientemente de su origen fines u objetos, han servido


de base para el desarrollo de las constituciones modernas, como reguladores de las relaciones de
poder, atribuciones y límites de potestades públicas de quien ejerce ese poder, a tal punto que,
sobre la base de su existencia y positivización, la humanidad y los ciudadanos la consideran como
una aspiración racional. Se puede considerar que los derechos fundamentales establecidos en las
cartas cumplen un rol sustancial en el control del poder político a través de su expresión más amplia,
atenuada por los derechos colectivos y asistenciales, públicos y bajo el neoconstitucionalismo, es
posible la garantía de los derechos constitucionales desde los distintos órganos estatales, en tanto
se redimensionan las relaciones entre el poder y el derecho por vía constitucional.

La interpretación constitucional, donde se tipifican reglas técnicas como la proporcionalidad


y la ponderación, las mismas que, a través de un proceso discursivo, pueden alcanzar resultados
aceptables y válidos para la ciencia jurídica, este proceso discursivo que aspira a fundamentar
valoraciones o juicios morales tiene como fin guiar la conducta a través de normas, llegando a la
conclusión de lo bueno en razón del conjunto de propiedades que contiene el acto.

Los argumentos, por lo tanto, no serán un instrumento que se improvisa o una herramienta
que use el juez de forma arbitraria sin estar sujeto a reglas. Muy por el contrario, fundamentados,
como se dijo anteriormente, en la teoría del discurso general, el neoconstitucionalismo presenta
una teoría discursiva en el ámbito jurídico que instrumentaliza las reglas de inferencia y análisis que
deben ser accesibles de forma general, las mismas que pueden permitir llegar a establecer criterios
de corrección, de la misma forma que se puede establecer la verdad en enunciados facticos. Por
tanto, si no cabe una adecuación literal de la norma constitucional, las sentencias deben
fundamentarse en máximas según el punto de vista del interés general o, en caso de intereses
enfrentados, según el interés fundamental o regresar a la vista del iusnaturalismo.

Estructura de la Constitución Ecuatoriana:

• Preámbulo
• Título I: Elementos constitutivos del Estado
• Título II: Derechos
• Título III: Garantías constitucionales
• Título IV: Participación y organización del poder
• Título V: Organización Territorial del Estado
• Título VI: Régimen de desarrollo
• Título VII: Régimen del buen vivir
• Título VIII: Relaciones Internacionales
• Título IX: Supremacía de la Constitución

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El neoconstitucionalismo constituye un salto en la evolución de la naturaleza de la relación


entre el juez y la ley, al priorizar la sujeción de la decisión judicial, ante todo a la Constitución, y
asignarle al juez la crítica de las leyes inválidas a través de su reinterpretación en sentido
constitucional o su denuncia por inconstitucionalidad. La forma en que son designados los jueces de
la Corte Constitucional ecuatoriana, en correspondencia con la amplitud de sus funciones, afecta la
democraticidad del sistema.

La regulación constitucional ecuatoriana de la actuación de los jueces, tanto ordinarios como


constitucionales, constatan la adscripción constitucional a las corrientes neoconstitucionales. En el
constitucionalismo ecuatoriano, los principios son un conjunto de valores que tienen estructuras
distintas a las reglas y operan como mandatos de optimización, que deben desarrollarse en la
jurisprudencia, lo que hace que el juez juegue un rol diferente. El juez creador de Derecho, más aún
constitucional, que actúe a través de valoraciones de forma arbitraria y libre, puede constituir un
riesgo aún mayor que los defectos imputables al legislador cuando crea Derecho y al cual se
pretende superar.

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3.2. UNIDAD II: CONSTITUCIÓN Y DERECHOS EN EL


NEOCONSTITUCIONALISMO.
3.2.1. Derechos de los ciudadanos.
Los derechos ciudadanos son aquellos derechos que poseen todas las personas desde el momento
en el que son registrados como miembros de un Estado. Aparte de los derechos civiles y políticos los
ciudadanos tienen los mismos derechos humanos como, por ejemplo:

Derecho a la Derecho a <la


privacidad educación

Derecho a la Derecho a la salud


alimentación

Derecho a la libertad y Derecho a la


seguridad por parte participación
del Estado

Derecho a la igualdad Derecho al trabajo


ante las leyes digno sin exclusión

Fuente: Elaborado por Mgs. María Fernanda Viteri S.

Los y las ciudadanos deberían tener una vida digna con trato igualitario haciendo respetar
sus derechos y cumpliendo con sus obligaciones, sin exclusión de ningún tipo.
En la actualidad se está trabajando en una nueva concepción de ciudadanía, la cual incorpora los
derechos de participación, es decir aquellos que tienen que ver con el bienestar de la población,
como los sociales, comunitarios y fundamentalmente ambientales. Desde esta nueva perspectiva,
son ciudadanos todas las personas del género humano, sin importar la nacionalidad, la edad y su
condición social.

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Todas las personas, incluso los niños en temas que podrían involucrarse, tienen el derecho
de expresar sus opiniones y puntos de vista sobre los asuntos que les conciernen, criterios que deben
ser tomados en cuenta por las personas que toman las decisiones al nivel que corresponda.

En esta tarea de la participación ciudadana, un puntal básico en materia ambiental fue el


llamado Informe “Nuestro Futuro Común” o Informe Brundtland (en honor a la presidenta de la
Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de la ONU, la política noruega Gro Harlem
Brundtland), en el cual se definió en 1987 el concepto de desarrollo sostenible, frase que caracterizó
la Comisión como aquel que garantiza las necesidades del presente sin comprometer las
posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

La Comisión que elaboró el informe indicado demandó de los gobiernos, que llamó sistemas
políticos, que garanticen una efectiva participación ciudadana en los procesos de decisión pública,
es decir, pidió más democracia a niveles nacional e internacional.

A partir de ese momento los proyectos que se ejecutaban en los Estados debían haber
contado con procesos de participación ciudadana en aquellos que provocan impactos ambientales.
Años más tarde, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo y Medio Ambiente,
efectuada en Río de Janeiro, Brasil, entre el 3 y el 14 de junio de 1992, se avanzó sustancialmente
sobre el nuevo concepto de ciudadanía que trato de esclarecer.

En efecto, en la Declaración de Río, en la Cumbre de la Tierra, como se conoce a esa


Conferencia, se señala en el principio 10 que: El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es
con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano
nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de
que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades
que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de
adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación
de la población poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso
efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y
los recursos pertinentes.11

El Principio 10 reconoce como ciudadanos a todas las personas naturales, sin importar su
edad, sus antecedentes penales, su capacidad económica, social o el lugar de su procedencia. Tan
solo se requiere que los sujetos estén interesados en las cuestiones ambientales motivo de su
preocupación, sobre los cuales los Estados están en la obligación de proporcionarles toda la
información disponible relacionada con el proyecto que se discute. Y es insuficiente que los
ciudadanos entreguen sus criterios sobre la obra que causará algún impacto ambiental, porque de
manera consiguiente las opiniones y criterios aportados por las personas deberían ser tomados en
cuenta y analizados por las autoridades pertinentes antes de otorgar la licencia ambiental de un
proyecto, el cual, si produce daños ambientales grandes, que se encuentran evidenciados en el
proceso de participación ciudadana, sencillamente aquel debe quedar sin ser ejecutado.

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A pesar del Principio 10 establecido en la Cumbre de la Tierra, la participación ciudadana en


materia ambiental es todavía un deseo, más que una realidad, porque en general los gobiernos
sudamericanos torpedean y en muchos casos reprimen con la fuerza las iniciativas y formas que se
plantea la ciudadanía para discutir sobre la ejecución de proyectos ambientales que causan un grave
daño al ambiente. La excusa que los gobernantes dan en muchos casos es que ellos fueron elegidos
para hacer obras, caso en el cual el impacto que aquellas tengan sobre el ambiente y la población.
Pero de ninguna manera la participación ciudadana debe circunscribirse al proceso de licencia
ambiental de una obra que cause un daño al ambiente, pues el derecho a la participación ciudadana
debería ser ejercido en los temas trascendentes de una comunidad, sin importar el origen de las
personas que son parte de aquella sociedad.

Los procesos de participación ciudadana en temas ambientales, sociales u otros, lleva


implícita la participación ciudadana de las personas inmigrantes que viven en el país en igualdad de
condiciones que los nacionales de un Estado sudamericano.

De lo expuesto, se puede colegir que el avance de la participación en asuntos de interés


nacional de las personas de distintas nacionalidades en los diferentes Estados sudamericanos donde
viven es parte de un proceso que se ha venido construyendo a través de las normativas
constitucionales y nacionales actuales, a través de los procesos de integración regional y de acuerdos
y declaraciones mundiales, especialmente en materia ambiental, a partir de la definición de
desarrollo sostenible adoptada en 1987.

Por lo mismo, el proceso de participación ciudadana es de carácter irreversible en


Sudamérica, no tan solo por los hechos comentados, sino porque tiende a profundizar en conceptos
que todavía se encuentran en plena construcción y desarrollo en los diferentes Estados y organismos
de integración regional.13

3.2.2. Derechos de las personas.


En el artículo 10 de la Constitución del Ecuador se hace hincapié en que todas las personas
que habiten en el Estado, ya sea de cualquier pueblo, cultura o nacionalidad, disfruten de todos los
derechos que la contempla.

Respetar los derechos de los demás es una obligación que todos deberían aplicar, así como
cumplir con las responsabilidades que esto conlleva, para poder garantizar paz en la convivencia de
la comunidad ecuatoriana y mantener una vida estable y de calidad como seres humanos, sin
conflictos ni problemas que puedan perjudicar a los miembros del Estado.

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Existen nueve principios establecidos en la Constitución del Ecuador que permiten poner en
práctica los derechos de los ciudadanos al buen vivir se encuentran reconocidos en la constitución
ecuatoriana dividida en ocho secciones bien diferenciadas en las que se encapsulan todos los
aspectos requeridos por la población para tener una buena calidad de vida tratando de establecer
una convivencia ciudadana acorde al país diverso que es y con respeto y armonía con la naturaleza
y alcanzar de esta manera el buen vivir o Sumak Kawsay.

Agua y alimentación: Como recursos básicos para la vida la constitución ecuatoriana


garantiza ciertas condiciones sobre el agua y alimentación que se dé para todos quienes gocen de
los derechos concedidos por el estado ecuatoriano. El primer derecho establecido en esta sección
por el artículo 12, es el libre acceso al agua, estableciendo el uso público de esta y convirtiéndolo en
un recurso inalienable, inembargable, imprescriptible dada su esencialidad para el desarrollo de la
vida. El estado deberá evitar a toda costa la apropiación de cualquier fuente de agua, ya sea dulce o
salada, y garantizará a todos los ciudadanos libre acceso a ella para la realización de cualquier
actividad para la que esta sea requerida siempre y cuando no afecte a los derechos de otros grupos,
nacionalidades, comunidades, pueblos o personas específicas.

El artículo 13, en la sección primera por su parte garantiza que todas las personas tengan
derecho a alimentos suficientes, nutritivos y sanos, mismos que serán de preferencia producidos
localmente. Los alimentos consumidos deberán ser acordes a las tradiciones locales de la población.
Este artículo es muy controversial ya que tiende mucho a ser malinterpretado y causar
inconvenientes para el estado y, por ende, para evitar el abuso de este, el gobierno establece planes
continuos de producción para ayudar a la adecuada y suficiente producción local en búsqueda de
suplir las necesidades de la población, logrando de esta manera la soberanía alimentaria.

Ambiente sano: Dentro de los derechos del buen vivir se busca brindar las condiciones
adecuadas para que las personas logren alcanzar satisfacción y bienestar integral, esto incluye que
las personas puedan vivir en un entorno sano y adecuado para su desarrollo. Es por esta razón que
la sección segunda de los derechos del buen vivir intervienen para este objetivo. En el artículo 14 de
la sección segunda se establece el derecho de las personas a desenvolverse en un ambiente sano
que permita a estas personas tener un equilibrio ecológico que a su vez pueda brindar las
condiciones adecuadas para la sostenibilidad del ecosistema.

El estado ecuatoriano defenderá la biodiversidad de los ecosistemas y evitará el daño al


medio ambiente, y en caso de encontrarse dañado buscará mejorar la situación de la zona mediante
intervención directa.

Por su parte el artículo 15 de esta sección dicta que el estado deberá ayudar a implementar
en todos los sectores del país el uso de fuentes de energía y tecnologías verdes, es decir sanas para
el medio ambiente, que no contaminen el entorno. y estipula que jamás se antepondrá la soberanía
energética sobre el adecuado trato del ambiente o afectación de los derechos estipulados en la
sección primera. También se encarga de la regulación de armas químicas, biológicas y nucleares,
quedando estas totalmente prohibidas, al igual que cualquier químico u organismo que sea nocivo
para el ser humano o los ecosistemas de la nación.

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María Fernanda Viteri Sánchez, Msc.
Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

Comunicación e información: La comunicación e información es un bien muy valioso, permite


tener a la ciudadanía informada de la actualidad, hacerles llegar espacios culturales y educativos,
generar nuevo conocimiento y compartirlo o simplemente generar entretenimiento para la
población. El primer aspecto, de la libertad de acceso a las tecnologías de información y
comunicación, se subdivide en 5 derechos:

• Comunicación libre y al alcance de todos sin barreras de lengua o símbolos: todas las
personas deberán estar en capacidad de comunicarse sin importar el medio o forma con
otras personas en la lengua o símbolo nativo de estos sin restricción alguna, esto fomenta el
mantenimiento de las raíces ancestrales de los pueblos y de la conservación del idioma y
escritura nativos ya que evita la imposición de una lengua foránea para ellos en su
desenvolvimiento diario.

• Acceso universal a la información: Todas las personas podrán acceder a la información en


cualquier medio de comunicación de cualquier tipo o tecnología existente, la información
deberá estar al alcance de todos.

• Creación de medios de comunicación en igualdad de condiciones: la creación de medios


históricamente ha estado en manos de grupos muy reducidos y privilegiados permitiendo
incluso la manipulación de la información brindada en los medios de comunicación. Es por
esto que en la constitución ecuatoriana se garantiza la igualdad de oportunidad para todos
los ciudadanos a acceder a una frecuencia radioeléctrica para radio y televisión en todos sus
aspectos, así como el espacio acorde para el uso de redes inalámbricas.

• El acceso y uso de sistemas de información que permitan la inclusión de personas con


discapacidad: Las personas con discapacidad fueron un segmento muy desatendido por la
sociedad. Para evitar esto, el estado ecuatoriano toma medidas muy novedosas para
incentivar la inclusión de los discapacitados en el público de los medios de comunicación ya
que es para ellos un derecho poseer información y acceder al contenido, al igual que los
grupos de atención no prioritarios, en formas que sean comprensibles para ellos.

• Integrar los espacios de participación en la comunicación: todas las personas tienen derecho
a participar activamente en espacios de comunicación destinados para esto, es decir, se
integra un espacio especial para que las personas puedan expresarse en caso de así desearlo.

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María Fernanda Viteri Sánchez, Msc.
Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

El segundo aspecto abordado en esta sección es fomentar la pluralidad y diversidad de la


comunicación, se subdivide en 3 derechos:

• Se distribuyen las frecuencias radioeléctricas de manera igualitaria y transparente: Todas las


personas deben estar en igualdad de condiciones en las asignaciones de espectros
radioeléctricos ya sea para radio, televisión o cualquier otro y esta asignación debe ser
transparente y justa.

• Se fomenta la creación de medios de comunicación en todas sus variedades y ayuda al acceso


de estos por parte de las personas que lo tiene de manera limitada o no lo tienen: El estado
promoverá la creación de medios de comunicación tanto públicos como privados
aumentando la diversidad de estos, y además mejorará la condición y el acceso a las
tecnologías de información y comunicación de la población general.

• Se prohíbe el oligopolio o monopolio de los medios de comunicación: al igual que en todos


los sectores del mercado, se prohíben los monopolios u oligopolios en todas sus formas.

El tercer aspecto trata sobre la libertad de la información y se divide en 2 derechos:

• Derecho a recibir, producir y difundir información verificada y oportuna sin censura previa:
todas las personas tienen derecho a crear, recibir e intercambiar información sobre cualquier
tema de manera libre sin restricciones ni censura alguna, siempre que esta información sea
verificada, veraz, oportuna y contextualizada. La información difundida deberá tomarse con
responsabilidad propia.

• Derecho al libre acceso a información de entidades que manejen fondos del estado o
cumplan alguna función en el sector público: Cualquier persona puede tener acceso a la
información que se genere en cualquier entidad que maneje fondos del estado o persona
que cumpla alguna función pública, sin ninguna restricción excepto las expresas en la ley con
la única condición de que si existe caso de violación de derechos humanos se eliminan las
excepciones de confidencialidad de la información.

• El cuarto aspecto establecido en el artículo 19 de la constitución busca regular los contenidos


emitidos en todos los medios de comunicación, de manera que prevalezcan sobre los demás
los contenidos que sean de tipo cultural, de educación o de información. También busca
impulsar el crecimiento de contenido nacional evitando de esta manera un monopolio
extranjero de contenido y fomentando el conocimiento de la cultura local. Busca también
controlar cualquier tipo de publicidad que induzca alguna forma de violencia, discriminación
de algún tipo o intolerancia. El estado garantiza, según el artículo 20 de la constitución, la
confidencialidad de las personas y la reserva de las fuentes, ya sea de información, opiniones
o cualquier otra forma de comunicación y deja a conciencia profesional de los comunicadores
el correcto uso de la información.

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María Fernanda Viteri Sánchez, Msc.
Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

• Cultura y ciencia: Esta sección establece las normativas de libertad cultural, desarrollo
adecuado de aspectos artísticos, esparcimiento y acceso a las mejoras científicas. La
constitución garantiza que cualquier persona pueda crear y mantener su propia identidad
cultural o simplemente acogerse a una o varias ya existentes y difundir su cultura sin
restricciones y sin que esto sea fuente de discriminación de cualquier tipo siempre que no
vaya en contra de los derechos establecidos en la constitución. Las personas tienen derecho
a poder extender su creatividad en actividades de tipo cultural y artístico y a obtener
beneficios por derechos de autor, morales y patrimoniales de sus producciones, sean del tipo
que sean. Se puede acceder a espacios públicos sin restricción alguna, propiciando espacios
de intercambio cultural, deliberación, y promoción de la igualdad. Estos espacios pueden ser
aprovechados para la promoción cultural siempre que no esté contrario a ninguna otra ley
en vigencia. Se reconoce como un derecho de las personas el practicar deportes, tener
momentos de recreación, esparcimiento y tiempo libre. Todos los progresos científicos
beneficiarán a todas las personas, así como el conocimiento ancestral del pueblo.

• Educación: El estado tiene el deber de proporcionar a la población con educación y la


población por su parte tiene la responsabilidad de participar en el sistema educativo. La
educación es participativa, obligatoria e intercultural y garantiza el desarrollo integral del ser
humano siempre tomando en cuenta el desarrollo del sentido crítico, artístico y físico. La
educación es un pilar fundamental para el desarrollo del país y por ende es tomado en cuenta
como un eje estratégico para el desarrollo. La educación es obligatoria en su nivel inicial,
básico y bachillerato y no estará a favor de ningún interés individual ni corporativo y sin
influencia religiosa de ningún tipo para proporcionar una educación laica siendo los
principios, creencias y pedagogía escogidos por los padres para sus hijos.

• Hábitat y vivienda: Todas las personas tienen el derecho a poseer una vivienda adecuada y
un entorno seguro sin importar la situación socioeconómica. Todas las personas tienen
derecho a deleitarse libremente de todos los espacios disponibles en su ciudad y en el país
sin ningún tipo de discriminación.

• Salud: La constitución establece en el artículo 32 que es obligación del estado realizar


prestación de servicios de salud de manera equitativa y para cumplir esto se deberá
establecer políticas económicas, sociales y culturales que garanticen la correcta asignación
de recursos y una atención médica eficiente sin ningún tipo de exclusión. Establecerá
también programas de salud de manera oportuna acorde a las necesidades de la población.

• Trabajo y seguridad social: El trabajo por ser la base de la economía nacional y de las familias
ecuatorianas será regulado por el estado, obligando a los empleadores a brindar
remuneraciones justas, una vida decorosa y manteniendo la honra y dignidad del trabajador
en todo momento. El trabajo deberá ser escogido por el trabajador de manera voluntaria sin
ningún tipo de presión para este. Conocidos los riesgos y problemas que se puedan dar
dentro y fuera de las jornadas laborales, el estado garantizará la seguridad social de los
trabajadores de todo tipo, incluyendo, pero no limitando, a las amas de casa no
remuneradas, trabajadores del campo o personas con fuentes propias de ingreso.

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Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

3.2.3. Derechos y moral.


El neoconstitucionalismo principialista sostiene la conexión necesaria entre el Derecho, al
menos el Derecho de los modernos Estados constitucionales, que son los únicos que interesan a una
concepción que no tiene inconveniente en confesarse «particular» y la moral a través de distintas
vías argumentales:

• Una primera que supone la apertura o ampliación del orden jurídico mediante la directa
incorporación al mismo de valores morales objetivos
• Una segunda que implica, al contrario, su restricción o limitación merced a la eliminación de
sus normas notoriamente injustas
• Una tercera que, invirtiendo los términos de la relación, concibe al propio orden jurídico
constitucional y democrático como un centro generador de la moral, como una suerte de
fábrica de la eticidad.

Es innegable que la presencia de principios y derechos en la constitución ha supuesto la


plasmación jurídica de pautas que tienen indudablemente un carácter moral, aunque en última
instancia toda norma, ya sea principio o regla tiene fundamento en la moral trascendente consiste
en que el juez y la autoridad al decidir lo hagan con fundamento al ordenamiento jurídico.

El neoconstitucionalismo, tomado en su conjunto, resulta en este punto contradictorio; más


concretamente, que los dos primeros argumentos son en el fondo incompatibles con el tercero. El
constructivismo ético y, sobre todo, la ética discursiva que están detrás del tercer argumento
pulveriza las premisas mismas del constitucionalismo re-materializado como limite a lo que puede
ser democráticamente acordado. Si resulta que la democracia es la consecuencia del discurso moral
y la moralidad que resulta unida al Derecho se ha desembarazado de todo contenido normativo
determinado y convertida en un procedimiento de fundamentación de contenidos morales posibles,
si esto es así,́ sencillamente no se comprende que algunas normas puedan ser jurídicas sólo por su
valor moral si no son identificables mediante los hechos que constituyen el procedimiento
democrático, fuente a un tiempo de la moralidad y del Derecho.15

Frente a este aserto fluye una interrogante: si los derechos fundamentales son mandatos
que ordenan la realización de un derecho en la mejor forma posible, ¿solo gozan ellos entonces de
una visión axiológica? Y si lo axiológico es una expresión de razonabilidad, ¿los mandatos sobre
derechos fundamentales acaso no gozan de coercitividad? Desentrañar esta duda nos remite a un
necesario escenario de diferenciación: un primer plano de creación del derecho y uno de realización
del mismo. Los derechos fundamentales, en el plano de su concepción, implican una creación débil
del derecho, en tanto suponen mandatos de optimización. Sin embargo, en cuanto los mismos
resultan insertos en decisiones jurisdiccionales que disciernen sobre derechos fundamentales, los
derechos fundamentales abandonan su carácter de razón débil, y abordan la dimensión de una
razón fuerte, para convertirse en expresiones sustantivas de realización de postulados no solo
prescriptivos desde una visión de la Constitución, sino en realizaciones tangibles de sus contenidos
intrínsecos de juricidad y moralidad. Así, en el lenguaje de Hesse, la Constitución “se realiza”.

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Lo antes señalado, ¿acaso significa que los postulados constitutivos y prescriptivos de la


Constitución son solo enunciados axiológicos y que no reúnen fuerza obligacional? En modo alguno
y por el contrario, su condición de mandatos de optimización exige que en todo tiempo y lugar, los
intérpretes constitucionales opten por preferir, bajo la égida de los principios pro homine y de
humanidad, la realización de estos derechos.

Una idea previa a establecer es la denominación que reciben conceptualmente los derechos
fundamentales, la misma que no es absoluta y por el contrario, nos remite a una aproximación a los
conceptos de derechos humanos, así como se acercan a las ideas de “derechos naturales”,
“derechos morales”, “derechos innatos”, “derechos individuales”, “derechos del hombre, del
ciudadano y del trabajador”, “derechos públicos subjetivos”, “libertades fundamentales”,
“libertades públicas”, entre otros. No se trata, como observamos, de categorías excluyentes sino
por el contrario, de las suyas complementarias. El derecho a la vida, por ejemplo, es considerado un
derecho fundamental en el escenario de la justicia constitucional de los Estados. Sin embargo, la
denominación del derecho a la vida como derecho fundamental, en caso la pretensión de una
persona natural trascienda al plano del sistema interamericano de justicia, recibe la categorización
de derecho humano, lo cual no es sino una relación de correspondencia con las cláusulas de
derechos humanos que enuncia la Convención Americana de Derechos Humanos, sistema ante el
cual solo pueden ser llevadas causas que involucren la responsabilidad de los Estados y no así la de
las personas naturales.

El constructivismo y la ética del discurso no militan así ́ a favor de un constitucionalismo


fuerte, sino, más bien al contrario, de una democracia basada sólo en el principio mayoritario. De
manera que, si con la apelación al constructivismo se ha pretendido sustituir el solipsismo por el
diálogo y la autonomía por la heteronomía, lo que no puede pretenderse también es fundar normas
morales y jurídicas al margen del procedimiento democrático, o sea del Derecho positivo, ni invalidar
normas nacidas de ese mismo procedimiento. Y, al contrario, si quiere mantenerse la idea de que
algunas normas morales ingresan en el Derecho sólo por ser morales (y, por tanto, en algún sentido,
objetivas) y que algunas normas jurídicas pierden su condición por resultar inmorales o injustas,
entonces la apelación al procedimiento democrático como fuente única de la justicia resulta del
todo improcedente.

El objetivismo moral y el cognoscitivismo ético constituyen rasgos característicos de todo


neoconstitucionalismo, como de todo iusnaturalismo, y a su vez también que ambas posiciones son
incompatibles con el positivismo. Sin duda, es una idea bastante extendida que el positivismo
incorpora un cierto punto de vista sobre la moral y el conocimiento moral. Y es cierto que
particularmente los dos primeros argumentos antes señalados parecen requerir ese compromiso
ético y metaético.

Es difícilmente sostenible si no se parte de algún objetivismo y cognitivismo. Sin embargo, y


aun suponiendo que esto resulte acertado, me parece más discutible la afirmación contraria, esto
es, que dichas posiciones éticas se muestren necesariamente incompatibles con el positivismo.

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Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

3.3. UNIDAD III: VISIÓN DEL NEOCONSTITUCIONALISMO.


3.3.1. El neoconstitucionalismo como modelo jurídico.
El mejor modelo de ciencia jurídica de la cultura contemporánea es sin duda el modelo
elaborado por el neoconstitucionalismo, que defiende una concepción de la ciencia muy alejada de
la propugnada por la epistemología moderna.

Una de las tesis básicas de la meta-ciencia neoconstitucionalista es que no se puede


identificar el derecho sin valorarlo. Han sido proporcionados diferentes argumentos a los efectos de
justificar dicha tesis. Los más importantes son:

• Como el derecho es una práctica social consistente en justificar, o proporcionar razones, en


relación con decisiones coactivas, no podemos dar cuenta de dicha práctica justificativa sin
comprometernos con ella, apoyándola con ulteriores razones.
• Como la gran mayoría de las normas jurídicas son “derrotables”, estas están sujetas a
excepciones implícitas no susceptibles de enumeración exhaustiva, debido a la influencia de
la moral sobre la determinación del contenido de los principios constitucionales.
• Como no hay distinción real entre lenguaje y metalenguaje, entre ética y metaética, entre
enunciados del derecho y enunciados sobre el derecho, cualquier enunciado aparentemente
“neutral” sobre la solución de una cierta cuestión jurídica es en realidad una oración interna,
de carácter preceptivo, que recomienda que dicha solución sea efectivamente aplicada o
escogida.
• En los estados constitucionales de derecho, la ciencia jurídica debe ser una ciencia militante,
ya que su tarea consiste en adherirse a los valores constitucionales, dándoles plena
actuación.

El neoconstitucionalismo, además de ser necesariamente una ciencia jurídica valorativa, sería


también una ciencia ordenadora, por las siguientes razones:

• El neoconstitucionalismo, en general, asume que un sistema reconstruido sobre la base de


los principios fundamentales no contiene verdaderos conflictos. Sin embargo, este resultado
se debe a la tarea de sistematización de los juristas realizada con materiales jurídicos de
distinto tipo.
• Como es sabido, el neoconstitucionalismo sostiene una distinción fuerte entre dos tipos de
normas: reglas y principios, las primeras se aplicarían tajantemente, de manera todo-o-nada,
mientras que las segundas tendrían la dimensión del peso y requerirían un proceso de
ponderación y concreción para poder ser aplicadas.

El neoconstitucionalismo, suele caracterizarse por sostener que no hay real conflicto entre
principios, ya que el conflicto entre ellos concierne sólo a casos individuales y no conlleva nunca la
pérdida de validez de uno de los dos principios, so pena de vaciar de contenido axiológico el sistema
jurídico.

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El conflicto entre reglas es usualmente solucionado por los juristas por medio de uno de los
tradicionales criterios de solución de los conflictos que conlleva la invalidez, la abrogación o la
inaplicabilidad de la norma que sucumbe en el proceso de solución de la antinomia. Sin embargo, el
método para evitar las antinomias entre reglas que propone el neoconstitucionalismo es más bien
el argumento a coherencia, que recomienda al intérprete que asigne a las fuentes jurídicas
significados que no conduzcan a un conflicto normativo. Una aplicación particularmente importante
de esta estrategia se encuentra en la llamada interpretación conforme de las disposiciones de rango
legislativo respecto de la de rango constitucional. Según el neoconstitucionalismo, un intérprete
competente está siempre en condiciones de concretizar los materiales jurídicos mediante el uso del
argumento a coherencia.

El neoconstitucionalismo sostiene, además de la tesis de la necesaria coherencia de los


sistemas jurídicos, también la tesis de la necesaria completitud: un sistema coherente de valores y
principios es también completo, ya que en el conjunto general de los valores y principios que
caracterizan el ordenamiento siempre es posible encontrar una respuesta para todo caso.

Esto se realiza sobre todo mediante la llamada sobre–interpretación o hiper–interpretación


de las disposiciones constitucionales, aquella actividad que tiene el resultado de no dejar espacios
vacíos de derecho constitucional, creando nuevos derechos a partir de los ya existentes. Por esta
razón, tal y como ocurría con las antinomias, las lagunas sólo se dan al nivel de las reglas, pero no al
nivel de los principios. Cabe cuestionarse entonces, si ¿tiene carácter predictivo la ciencia jurídica
tal y como es concebida por el neoconstitucionalismo?, evidentemente, la respuesta es
rotundamente negativa, ya que la actividad relatada por el neoconstitucionalismo no es descriptiva
de fenómenos jurídicos, sino que es constructiva de dichos fenómenos. Si es útil y relevante para la
práctica no es por la razón que permite predecir las decisiones judiciales, sino porque propone
directamente modelo de decisiones justificadas a los órganos de la aplicación judicial. Sin embargo,
no dice absolutamente nada acerca de si dichos modelos serán adoptados o no por los tribunales.

3.3.2. Relación del neoconstitucionalismo con los derechos.


Se trata de una noción puramente operativa que sólo pretende resaltar la naturaleza
mediadora del Derecho, su carácter entrelazante y heterónomo. Heterónomo quiere decir aquí que
el Derecho no tiene una esencia original, que no se constituye autónomamente. Es un compuesto
de tres elementos que pertenecen a órdenes diferentes y sin embargo se entrelazan alrededor de
uno de ellos: las normas jurídicas. Las cuales sirven de nexo entre conductas que se quieren regular
(coactiva o coercitivamente) y valores que se pretende alcanzar mediante esa regulación. Esto
significa que el Derecho surge cuando una voluntad política preexiste e interviene desde el
momento en que informa a la sociedad que se constituye y se da un régimen, es decir, determina
su orden, teniendo en cuenta ciertos fines considerados como valores. En suma, el Derecho puede
ser considerado como una relación entre conductas y valores, o, como entre ética y política.

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Así, por ejemplo, con la aceptación de Derecho como sistema estructurado de normas y
principios; con la noción de Derecho en sentido objetivo, como conjunto de normas coactivas
relativamente autónomas; con la noción de Derecho en sentido subjetivo, como interés
jurídicamente protegido; con la noción de Derecho en sentido positivo, como normas
exclusivamente humanas constituidas a través de otras que determinan su modo de creación, etc.

Se puede adoptar la definición clásica, según su objeto o finalidad ideal (la noción platónica):
el arte de gobernar dictando normas con fines de construcción social o promoción de los intereses
de una comunidad; noción que, con otras formulaciones, pero idénticas a ésta en lo esencial, ha sido
aceptada hasta volverse de sentido común.

Consideramos la política en sentido clásico como el arte de gobernar y en sentido positivo


(relación de fuerzas con objetivos de poder). En cualquier caso, el poder resalta como el problema
esencial de la política, ya sea para alcanzarlo o mantenerlo.

El poder considerado en sentido jurídico político: como un encargo, un mandato, una


potestad externa; como en sentido ético: la capacidad intrínseca de afectar y ser afectado, dentro o
más allá de la política y el Derecho.

La relación entre el derecho y la política no es un tema nuevo, por el contrario, es recurrente


dentro del ámbito del pensamiento político como del jurídico.

Sin embargo, cuando hablamos de esta relación, debemos aclarar que no nos vamos a referir
ni a la dependencia del Poder judicial respecto del poder político, ni tampoco a la forma en que el
Poder Judicial puede intervenir y procesar distintos conflictos políticos. Por el contrario, nuestra
inserción en este vínculo será para considerar una de las funciones de la justicia dentro de un
régimen democrático, la democracia judicial.

Aceptando como hipótesis que el Derecho es básicamente normativo, un examen, aunque


sea ligero del vocablo norma nos revela inmediatamente su carácter mediador, su esencia
instrumental, su naturaleza de utensilio, de útil, es decir, de medio para un fin.

No hay que olvidar que el concepto de norma o regla resulta de la aplicación de la idea de
instrumento, que sólo tenía inicialmente un sentido físico, el de un modelo, molde o referente que
servía para medir, comparar, etc. (una escuadra, una regla, una plomada).

Sentido que después se aplicó por extensión a otro tipo de realidades, no físicas, a partir de
la intuición evidente que esas realidades (las normas de conducta), a pesar de su textura síquica,
también tenían una naturaleza esencialmente instrumental; servían para algo, eran medio para algo,
es decir, no tenían un fin en sí mismas. En consecuencia, sólo se pueden concebir las normas en
relación a conductas que intentan regular, y sólo se puede concebir la voluntad de regir conductas
en vista del logro de ciertos valores, sin lo cual esas normas carecerían de sentido.

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Tanto en las normas jurídicas como en la política se trata de lo mismo; regular o dirigir la
conducta social hacia determinados fines. Tan estrecha es esta relación que se define
significativamente la política fundiéndose con el Derecho, con el arte de gobernar dictando leyes y
haciéndolas cumplir, promoviendo el bien público y remediando las necesidades de los ciudadanos
y habitantes de un país.

La política implica esencialmente el acto de gobernar, y gobernar no sólo es dictar leyes sino
también hacerlas cumplir. Por eso se define el gobierno como el centro del poder último en la
respectiva sociedad, es decir, que puede obligar a todos los demás grupos a acatar sus decisiones,
mientras que estos a su vez no pueden coaccionar.

En este punto la política se fusiona con el Derecho en la común posibilidad de hacer cumplir
sus dispersiones por la fuerza. El derecho se diferencia de los demás sistemas normativos en esto
precisamente: el carácter coactivo de sus normas. En países como el Ecuador en los cuales los
modelos liberales fueron impuestos buscando una homologación y que evidentemente no
funcionaron, con un modelo de Estado nación adaptado a un Estado formado por una diversidad
cultural, que solo buscaba invisibilizar a ciertos sectores. Un país en el que los principios del
liberalismo de igualdad, libertad y justicia no fueron llevados a la realidad de todas las personas,
en el que la independencia fue promovida y lograda por un reducido grupo de nobles criollos que al
final solo buscaban garantizar sus propios intereses, manteniendo relegado a la gran mayoría, de allí
el dicho popular “último día de despotismo y primero de lo mismo”.

En este país de desiguales y de desigualdades, y de privilegios, se cambia el paradigma


constitucional, con una nueva propuesta de Estado, dejando atrás el modelo por el cual el Estado se
limita a un “no hacer” como enemigo de los derechos de las personas para pasar a un Estado cuya
principal obligación es el “hacer”, el Estado amigo e impulsor de los derechos, el Estado equilibrador,
que reconoce las diferencias, pero las valora y toma medidas positivas para lograr la igualdad
material.

El Estado Constitucional en consecuencia significa el paso del sometimiento a la ley, y por lo


tanto a las mayorías legislativas al sometimiento formal y material es decir de contenido, de todo el
Estado incluida la propia ley a la Constitución y a la voluntad del constituyente reflejado en el texto
constitucional.

El Estado de derechos, conlleva a que la máxima del Estado sea el reconocer y garantizar los
derechos de las personas, en el cual el ser humano es el principio, el centro y el fin, cambiando el
modelo de derechos y prohibiciones del Código Civil y Penal, a un modelo de derechos consagrados
en la Constitución, pero que no excluye otros y reconoce a todos los que provengan de la dignidad
humana conforme los reconoce en el numeral 7 del artículo 11.

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El Estado de derechos avanza del monismo jurídico al pluralismo jurídico, reconociendo que
existen otros sistemas, tal como el sistema de justicia indígena, con sus instituciones, principios,
reglas y valores propios. Finalmente, el Estado de derechos está reconocido en toda la Constitución,
con una obligación a todas las instituciones del Estado, en la economía, en la producción, en las
políticas públicas, en el endeudamiento, en el modelo de desarrollo, etc.

3.3.3. Relación del neoconstitucionalismo con los derechos.


El neoconstitucionalismo no trata solamente de regular conductas normativamente o de
gobernar dictando leyes, sino, en ambos casos, de algo más: hacer uso legítimo de la fuerza, se trata
de interpenetración, imbricación y hasta fusión práctica del orden político y del orden del Derecho.
Si política es arte de gobernar dictando y haciendo cumplir leyes, hablemos no sólo de relación entre
Derecho y Política, sino del carácter político del Derecho.

En el primer caso, basta con reflexionar en las circunstancias concretas e inclusive


anecdóticas de la creación de nuestra Constitución actual; por ejemplo, el peso específico de la
participación y la actividad de las fuerzas políticas en la Asamblea Constituyente; el papel de las
relaciones de fuerza en la gestación de la Constitución. Así como nadie puede negar el predominio
de ciertos grupos políticos en dicha Constituyente y, consecuentemente, en el contenido de la
Constitución, así tampoco se puede negar el rol de la política y el poder en el Derecho.

En cuanto a los fines de la política y el Derecho hay que señalar una última relación, cuyo
problema puede ser planteado así: ¿El Derecho pertenece a la razón del imperio o al imperio de la
razón?

Si el Derecho debiera pertenecer a la razón del poder, de la política como relación de fuerza
pura, la vida jurídica se reduciría a la ley de la jungla, a una pura superioridad de hecho, a una función
de poder puro, cuyo vicio es paradójicamente la fragilidad, la inestabilidad, su carácter efímero y
precario; sin el elemento de duración, continuidad y estabilidad que requiere el Derecho para ser
tal.

En todo caso, el Derecho perdería su carácter mediador: el de dar forma tanto a la voluntad
política que se ordena al interior de un régimen o constitución, como a los valores delante de los
cuales hace responsables a los individuos.

El Derecho y los actos del poder deben reposar en el argumento, en la discusión, en el


debate, en la objetivación de criterios, en el convencimiento previo, y todo ello en juicios de valor,
es decir en un acto de razón, de lógica, eso se sostiene, con razón, que el Derecho es una lógica de
valores. Y también la política, pues, ambos buscan el interés de las polis, la construcción social, la
salud de la comunidad, esencial punto de fusión entre política y Derecho.

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3.4. UNIDAD IV: NEOCONSTITUCIONALISMO Y ESTADO.


El tratadista Ferrajoli es quien más ha insistido en que la diferencia fundamental entre el
Estado legislativo de Derecho y el Estado constitucional de Derecho reside, no meramente en la
presencia de una ley suprema, sino en la rematerialización constitucional que se extrapola con las
cuestiones formales de las leyes, para además considerar las cuestiones de contenido dogmático o
declarativo de derechos, principios, deberes y garantías; dejando de lado la carga de importancia
que significa una ley, la misma que ya no puede agotarse en la legitimidad democrática del órgano
que lo emite, sino que vale en tanto y en cuanto tiene adecuación con la Constitución, imperante e
irradiante.

La existencia de Constituciones (bajo la concepción del neoconstitucionalismo) con plena


fuerza normativa y dotadas de un denso contenido sustantivo o moral impide seguir concibiendo la
identificación del resto de las normas del sistema como una mera cuestión de hecho, pues la validez
de las mismas descansa no sólo en el respeto a las condiciones formales de competencia y
procedimiento, sino también en su adecuación a los principios y derechos fundamentales que
representan otras tantas condiciones materiales. Bien puede decirse entonces que los problemas
de justicia (más precisamente, de la concepción de la justicia incorporada a la Constitución) se han
transformado en problemas de validez o identificación de las normas.

Un primer escenario se refiere a qué tipo de Estado es aquel en el cual los derechos
fundamentales logran un tipo de realización tangible; y un segundo esquema de reflexión, se vincula
a cuál es el nivel de realización de los derechos fundamentales en el plano de los Estados
constitucionales, que se ha alcanzado y cuál es su nivel de trascendencia con relación a los derechos
fundamentales de las personas, en directa relación con los estándares que deben manejar los
Estados por una defensa permanente de tales derechos en un contexto en el cual la progresividad
de estos derechos significa que no son viables restricciones ni retrocesos respecto a los mismos.

En este contexto se pretende desarrollar ítems de vinculación en la perspectiva de que los


derechos fundamentales pueden lograr un desarrollo sustantivo sobre la base de un Estado de
Derecho en el cual la observancia por estos derechos no solo se constituya en una legítima aspiración
de los ciudadanos, sino en el cual, en la perspectiva de los valores axiológicos, morales y éticos que
caracterizan a los derechos fundamentales, podamos formarnos una visión de lo tangible que resulta
estandarizar las pautas de defensa de estos derechos.

Parte de esta reflexión, de igual forma, alude a ese permanente contraste entre razón fuerte
y razón débil, que en buena cuenta representa la controversia permanente entre la norma jurídica
en su expresión de regla de racionalidad, y los derechos fundamentales, también denominados
principios, en su despliegue de razonabilidad, aceptabilidad o mandatos de realización de la mejor
forma posible, en su calidad de mandatos de optimización. He aquí un detalle de relevancia para
comprender mejor el sentido prescriptivo de realización de los derechos fundamentales, los cuales
no gozan de la estructura silogística de las reglas jurídicas.

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Entonces, si el mandato de realización de los derechos fundamentales es el mejor posible en


el sentido de que se optimice de la mejor forma posible su contenido, entonces los mismos
constituyen un valor axiológico, un componente valorativo que entra a tallar en el plano de examen
de los intérpretes constitucionales desde una perspectiva garantista.

3.4.1. Estado de Derecho y Estado Constitucional de Derechos.


El constitucionalismo es la rama del derecho público que estudia la estructura del Estado
dentro del marco de la Constitución, la situación del individuo frente al poder del Estado, la
organización y funcionamiento de ese poder en sus aspectos fundamentales y las instituciones
políticas que constituyen el soporte de la vida estatal.

El concepto de estado de derecho es un concepto muy complejo, hay un valor transversal a


él, propio de la visión liberal: Eliminación y arbitrariedad del Estado, y de la inversión de la relación
entre poder y derecho. Ahora, derecho sobre poder. Antecedente: Concepto de Estado de Razón,
afín al despotismo ilustrado, en muchos casos, el concepto “Estado de derecho” estuvo vinculado,
bajo un criterio formal, a la autoridad estatal. Fue un planteamiento vacío de contenido político-
constitucional, en el que encuadrar estados totalitarios El totalitarismo llegó a verse como
culminación ideal de la “Legalidad”, la restauración del verdadero Estado de Derecho, que implica
la imposición eficaz del orden jurídico en contra de la anarquía social. Desconoce la naturaleza de la
ley como límite del poder estatal, los fines y funciones de un Estado fundado en ella, las potestades
de un parlamento libre y los derechos de los ciudadanos.

Es importante entender las características de la Ley como norma general y abstracta en el


Estado de Derecho:

• La generalidad es la esencia de la Ley en el Estado de Derecho


• La generalidad es premisa para la realización del principio de separación de poderes
• Es garantía de la imparcialidad del Estado y de la igualdad jurídica
• Vinculado a la generalidad está la abstracción

En contraste, el modelo de “Rule of Law” en Inglaterra tuvo un desarrollo distinto. Este


concepto tuvo origen en las luchas del parlamento como órgano de representatividad y garante de
derechos, contra el absolutismo monárquico. La ley en esta concepción, es producto de la justicia,
más que de una voluntad política soberana. La ley, es solo una pequeña parte de un sistema jurídico
complejo denominado “common law”, que está integrado también, entre otras cosas, por la
tradición, las prácticas sociales y la elaboración judicial.

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El Estado de Derecho representa una visión construida a partir del término de las
revoluciones europeas, hacia mediados del siglo XIX, cuando los Estados europeos, tras guerras
sucesivas, van inclinando su situación política hacia un statu quo de relativa mayor estabilidad
fundamentalmente política. El simple Estado de Derecho deviene en un Estado social a partir del
mensaje de las revoluciones europeas por los derechos de los ciudadanos. El poder omnímodo del
monarca ya había quedado rezagado desde bastante atrás, cuando Juan sin Tierra en 1215 se ve
instado, sin retroceso, a aceptar una carta mínima de derechos a favor de los ciudadanos
anglosajones frente al poder de los normandos, consagrándose, por primera vez, el derecho al
debido proceso.

El Estado de Derecho se basa principalmente en el reconocimiento del positivismo jurídico


como ciencia de la legislación positiva y la concentración de la producción jurídica en la instancia
legislativa, el derecho y la justicia se reduce estrictamente a los que está dispuesto exclusivamente
en la ley, mientras que la actividad del jurista es un mero servicio a la ley, mientras la ciencia del
derecho se remite a la exégesis.

La soberanía legislativa descrita implica la existencia de una fuerza normativa absoluta, pero
también va aparejada de una máxima responsabilidad. Este modelo es, así, el punto culminante del
absolutismo y del derecho natural racional: se trata de un absolutismo parlamentario bajo la figura
de la ley, mientras que la ley es el sustento del Estado, así ahora no provenga del Rey sino del
parlamento.

El Estado de derecho gira en torno a las exigencias de la sociedad, no a las exigencias del
Estado, aquí la ley es la garantía de los derechos. Y todo está subordinado a la ley (expedida por el
parlamento), mientras que la administración, los jueces y los derechos mismos, en el marco del
principio de separación de funciones, es la base esencial para el Estado liberal.

Por otra parte, el principio de legalidad considera que la ley básicamente está por encima de
todo: del ejecutivo, del poder judicial y de los ciudadanos. Nada es posible de opinión, mucho menos
los derechos. El derecho, se reduce a la ley, y todas las demás fuentes se excluyen, o se subordinan
a ella. Esto ya significa un triunfo sobre el absolutismo, pues el orden jurídico ya no proviene del rey.
El legislativo es soberano y centraliza el poder político. En el modelo francés la soberanía reside en
la nación representada en una Asamblea Legislativa, que es, en reemplazo del rey, el nuevo poder
absoluto.

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Se contraponen “Estado soberano” desarrollado en Alemania, y modelos que conservan un


dualismo monárquico representativo, propio del constitucionalismo europeo de la restauración.
Esto muestra un panorama de “soberanía indecisa”, que demanda compromisos políticos más
fuertes que le brinden estabilidad. En ese marco es que la ley de erige como fuente de derecho por
excelencia y soluciona dichas tensiones.

Por su parte la Constitución y el Estado Constitucional de Derecho, ejercen una Función


Unificadora de la Constitución, basado en el principio de Constitucionalidad (superando el principio
de legalidad), puesto que la Constitución se erige como un mecanismo de solución a la mecanización
y proliferación normativa, puesto que prevé un derecho “más alto” dotado de fuerza obligatoria,
incluso por el legislador.

Tiene por objetivo contener y orientar los desarrollos contradictorios en la producción de


normas, implica una noción de derechos más profunda que la que implica el positivismo legislativo
y con el principio de constitucionalidad recoge la idea de unidad.

Este modelo de estado buscó garantizar los denominados derechos sociales como: salud,
asistencia sanitaria, educación pública, trabajo, vivienda digna, defensa del medio ambiente, entre
otros.

El reconocimiento constitucional procuró de esta manera disminuir la desigualdad de clases


sociales, fue posible con la ejecución de un conjunto de medidas económicas como: redistribución
de la renta por medio de impuestos y gasto público.

Es importante señalar que la ley es una causa de inestabilidad, pues el acceso al Estado de
fuerzas múltiples y heterogéneas que demandan protección, exige nuevas reglas e intervenciones
jurídicas. Producto de cambiantes relaciones de fuerza y no de diseños generalizados, que provocan
leyes oscuras, contradictorias, expresan que todo es susceptible de transacción, incluyendo valores
y derechos, cuestión grandemente superada por el Estado Constitucional.

Por otra parte, 1802 es un año emblemático para la jurisdicción constitucional cuando el Juez
Marshall otorga prevalencia a la cláusula de supremacía de la Constitución, frente a la falta de
constitucionalidad de la norma de entrega de títulos judiciales, en el emplazamiento que sufría el
secretario de Estado James Madison frente a la exigencia de William Marbury, quien no obstante
haber sido nombrado por el saliente Presidente John Adams, no podía ejercer sus funciones de juez,
por disposición expresa del entrante mandatario Thomas Jefferson, quien dispuso se detuviera la
remisión de las resoluciones de nombramiento pendientes de entrega, mientras el nuevo congreso
con mayoría demócrata- republicana disponía la derogación de la ley objeto de cuestión.

Los hechos antes descritos de alguna forma van perfilando el concepto de jurisdicción
constitucional, en tanto inducen ya los primeros rasgos no solo de un conjunto de potestades de
los jueces, sino en razón de que estructuran, de igual forma, un plano de postulación de los derechos
fundamentales ante el Estado, derechos que inicialmente, si concordamos este haz de facultades
con la vinculación histórica de los derechos humanos, representan los derechos de primera
generación, esto es, una imposición de prestaciones de no hacer o de actuación negativa del Estado.

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3.4.2. Diseño Institucional en el Neoconstitucionalismo.


Como se ha venido determinando en líneas anteriores, el neoconstitucionalismo constituye
una nueva etapa del constitucionalismo que presenta rasgos de su evolución y que se construyó
como la base nuclear de estas constituciones.

Las características o cualidades del estado ecuatoriano vienen dadas desde la declaración
contenida en el Artículo 1 de la Constitución, que se auto define como un “estado constitucional de
derechos”, que trae consigo el sometimiento a la Constitución, puesto que en estado de derechos,
el Estado y el Derecho están condicionados a los derechos de las personas descritos y prescritos a
través del gran desarrollo del catálogo de derechos (sumados los derechos contenidos en
instrumentos de derechos humanos con mayor desarrollo). Adicionalmente se debe destacar los
distintos sistemas normativos diferentes al derecho producido por el Parlamento que trae como
consecuencia el reconocimiento de otras fuentes del derecho. El estado de justicia significa la
superación de las condiciones de inequidad, concepciones como igualdad material e igualdad real
son las que se contienen en estas nuevas concepciones de equidad social, medias de acción
afirmativa, dar a cada quien, según su necesidad, son parámetros que conllevan a una verdadera
igualdad en el plano de la realidad: por todas estas consideraciones estamos hablando de la
existencia de un estado que deben consolidarse necesariamente muy fuerte.

El Estado de derechos, conlleva además a reconocer un nuevo y actualizado concepto de


igualdad, concepto que ha sufrido cambios en la sociedad: a) En el Estado de naturaleza, se da una
indiferencia de las diferencias, es decir, las desvaloriza e ignora; b) Pasamos a encontrar una
diferencia de las diferencias, valorizando unas pero despreciando otras: ser blanco, negro, educado,
católico, etc.; c) A una homologación de las diferencias esto es las reconoce pero las niega, es decir,
planteando la abstracta y falsa idea que todos somos iguales. Finalmente, y una obligación en el
Estado de derechos es reconocer las diferencias y valorarlas, tomando medidas positivas para lograr
un equilibrio entre los grupos que históricamente han sido relegados y que en la práctica no han
llevado la vida y no han sido parte de la historia en igualdad de condiciones, en nuestro país un
ejemplo evidente los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianos y montubios.

Que el centro y fin del Estado sean los Derechos, está consagrado a lo largo de todo el texto
constitucional, de la siguiente manera:

Art. 3.- Son deberes primordiales del Estado:


1. Garantizar sin discriminación alguna el efectivo goce de los derechos establecidos en la
Constitución y en los instrumentos internacionales, en particular la educación, la salud, la
alimentación, la seguridad social y el agua para sus habitantes.

Art. 11.- El ejercicio de los derechos se regirá por los siguientes principios:
9. El más alto deber del Estado consiste en respetar y hacer respetar los derechos
garantizados en la Constitución.

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Art. 84.- La Asamblea Nacional y todo órgano con potestad normativa tendrá la obligación
de adecuar, formal y materialmente, las leyes y demás normas jurídicas a los derechos
previstos en la Constitución y los tratados internacionales.

Art. 85.- La formulación, ejecución, evaluación y control de las políticas públicas y servicios
públicos que garanticen los derechos reconocidos por la Constitución.

Art. 88.- La acción de protección tendrá por objeto el amparo directo y eficaz de los derechos
reconocidos en la Constitución, y podrá interponerse cuando exista una vulneración de
derechos constitucionales, por actos u omisiones de cualquier autoridad pública no judicial;
contra políticas públicas cuando supongan la privación del goce o ejercicio de los derechos
constitucionales…

Art. 95.- […] La participación de la ciudadanía en todos los asuntos de interés público es un
derecho, que se ejercerá a través de los mecanismos de la democracia representativa,
directa y comunitaria.

Art. 172.- Las juezas y jueces administrarán justicia con sujeción a la Constitución, a los
instrumentos internacionales de derechos humanos y a la ley.

Art. 204.- […] La Función de Transparencia y Control Social protegerá el ejercicio y


cumplimiento de los derechos

Art. 217.- La Función Electoral garantizará el ejercicio de los derechos políticos

Art. 226.- Las instituciones del Estado, sus organismos, dependencias, las servidoras o
servidores públicos y las personas que actúen en virtud de una potestad estatal tendrán el
deber de coordinar acciones para el cumplimiento de sus fines y hacer efectivo el goce y
ejercicio de los derechos reconocidos en la Constitución.

Art. 275.- El régimen de desarrollo es el conjunto organizado, sostenible y dinámico de los


sistemas económicos, políticos, socio-culturales y ambientales, que garantizan la realización
del buen vivir, del sumak kawsay. El Estado planificará el desarrollo del país para garantizar
el ejercicio de los derechos.

Art. 290.- El endeudamiento público se sujetará a las siguientes regulaciones:


2. Se velará para que el endeudamiento público no afecte a la soberanía, los derechos, el
buen vivir y la preservación de la naturaleza.

Art. 319.- […]El Estado promoverá las formas de producción que aseguren el buen vivir de la
población y desincentivar aquellas que atenten contra sus derechos o los de la naturaleza

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Art. 339.- […] La inversión extranjera directa será complementaria a la nacional, estará sujeta
a un estricto respeto del marco jurídico y de las regulaciones nacionales, a la aplicación de
los derechos

Art. 424.- […] La Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos ratificados
por el Estado que reconozcan derechos más favorables a los contenidos en la Constitución,
prevalecerán sobre cualquier otra norma jurídica o acto del poder público.

Art. 426 […] Los derechos consagrados en la Constitución y los instrumentos internacionales
de derechos humanos serán de inmediato cumplimiento y aplicación. No podrá alegarse falta
de ley o desconocimiento de las normas para justificar la vulneración de los derechos y
garantías establecidos en la Constitución, para desechar la acción interpuesta en su defensa,
ni para negar el reconocimiento de tales derechos.

Art. 437.- Los ciudadanos en forma individual o colectiva podrán presentar una acción
extraordinaria de protección contra sentencias, autos definitivos y resoluciones con fuerza
de sentencia.

Este paradigma se encuentra ligado al hecho de impedir que las reformas constitucionales,
recaigan en manos de legislador, estableciéndose procedimientos especiales y agravados para la
reforma; pero no solamente eso, sino que, adicionalmente, ponen a la mayor parte de la producción
normativa bajo tutela de la jurisdicción constitucional. Este modelo constitucional ha aumentado el
contenido normativo y, en cuanto a la observancia y el sometimiento de la Constitución a los
poderes públicos, la transversalidad y prevalencia de los derechos fundamentales y las libertades
individuales.

El tratadista Luigi Ferrajoli relaciona el surgimiento de las constituciones rígidas con la


evolución del Estado legislativo de derecho al Estado constitucional de derecho: Señala este autor
que existe una subordinación de la legalidad a la Constitución, la subordinación de la ley a los
principios constitucionales equivale a introducir una dimensión sustancial no sólo en las condiciones
de validez de las normas, sino también en la naturaleza de la democracia, para la que representa un
límite, a la vez que la completa.

Un límite porque a los derechos constitucionalmente establecidos corresponden


prohibiciones y obligaciones impuestas a los poderes de la mayoría, que de otra forma serían
absolutos, se establece la idea de que estas constituciones, y los derechos que contienen,
constituyen un límite sustancial para las mayorías legislativas (por más legitimadas que se
encuentren), la regulación de procedimientos específicos para el ejercicio del poder constituyente
derivado, la existencia de una instancia jurisdiccional de control de constitucionalidad que pueda
pronunciarse sobre la constitucionalidad específica del acto legislativo (y no solamente sobre el
resultado de la aplicación de la ley integrada a un sistema de fuentes presidido por la constitución,
en un proceso concreto).

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Por su parte, Luis Prieto Sanchís ha sostenido que el neoconstitucionalismo viene a resolver
un dilema entre constituciones garantizadas sin contenido normativo, y constituciones con
contenido normativo más o menos denso, pero no garantizadas. El neoconstitucionalismo implicaría
un modelo de constituciones normativas y garantizadas. Al menos en estos términos, tal afirmación
debe ser matizada, ya que no corresponde a la evolución general de las constituciones de posguerra.
Sobre esta base, lo novedoso del diseño constitucional bajo la figura del neoconstitucionalismo está
en la inclusión de un órgano de jurisdicción constitucional.

Fuente: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/noticias/1/camino-a-las-reformas-a-la-carta-magna-esta-
lleno-de-dificultades

Dentro de los rasgos que efectivamente destacan en el diseño y praxis institucional dentro
del neoconstitucionalismo, es la inclusión de la constitución como fuentes para la aplicación
operativa del derecho. Dentro de las variadas comprensiones que hay de ella, la idea de fuerza
vinculante de la constitución se entiende como opuesta a una noción de constitución como
manifiesto político cuya concreción e inclusión en el ordenamiento jurídico queda entregada a las
demás fuentes del derecho.

La fuerza vinculante de la constitución implica que el texto constitucional es considerado, en


el mismo plano que las demás fuentes escritas, como base para la construcción normativa, sin que
las respectivas partes del texto constitucional puedan ser cerradas, en su función normativa, por el
alegato de necesidad de complemento de la ley o de otro acto creador de textos normativos.
De allí que pueda identificarse la noción de fuerza vinculante de la constitución con la de su
aplicación directa (sin necesidad de intermediación, ni desarrollo normativo). El fenómeno de
constitucionalización del derecho, en cambio, requiere de condiciones que exceden el mero
reconocimiento de la fuerza vinculante de la constitución. Junto a la existencia de una constitución
rígida, mecanismos de garantía jurisdiccional de la constitución, y la asunción de su fuerza
vinculante.

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Por su parte, Guastini menciona otros cuatro requisitos para que se pueda hablar
propiamente de constitucionalización del ordenamiento jurídico: la sobreinterpretación de la
constitución, la aplicación directa de las normas constitucionales, la interpretación conforme de las
leyes y la influencia de la constitución sobre las relaciones políticas.

La sobre interpretación de la constitución presupone su fuerza vinculante y corresponde a


un enfoque interpretativo inclinado por la interpretación extensiva de tal manera que resulta
posible extraer de ella las normas implícitas, no expresas, idóneas para regular cualquier aspecto de
la vida social y política, por ello toda decisión legislativa estará pre regulada y en consecuencia no
existen márgenes para la discrecionalidad legislativa ni para una doctrina de las cuestiones políticas.
Del enfoque de Guastini es importante resaltar su opinión respecto de que tanto la
sobreinterpretación de la constitución como la aplicación directa de la constitución corresponden a
la postura de los intérpretes, o bien a la actitud de los jueces respecto de la constitución: la clave del
neoconstitucionalismo es comprender que no corresponde a un desarrollo necesario a partir de la
evolución del constitucionalismo de la posguerra, sino que a ciertas opciones asumidas por ciertos
agentes institucionales e intelectuales. La aplicación directa de las normas constitucionales
dependería, según Guastini, de la difusión, en el seno de la cultura jurídica, de cierta concepción de
la constitución, y de la actitud de los jueces, derivada de la misma, y consistiría en que las normas
constitucionales pueden producir efectos directos y ser aplicadas por cualquier juez con ocasión de
cualquier controversia.

El origen inmediato de la evolución que lleva a la consideración de los derechos


fundamentales como valores, pues lo notable de esta faceta del neoconstitucionalismo es que tal
calificación —la de los derechos fundamentales como valores— no suele, salvo excepciones, ir
acompañada de una discusión o al menos de una toma de posición respecto de qué es lo que se
entiende por "valor", como si no se tratase de uno de los términos de sentido más elusivo en las
ciencias humanas y sociales. Quizás lo más destacable, en este punto, del neoconstitucionalismo, no
sea la afirmación (trivial en un sentido, altamente compleja desde un punto de vista lógico en otro)
de que los derechos fundamentales son valores, o constituyen valores (o cualesquiera otras
expresiones similares), sino que la ausencia del intento por precisar en qué consiste este predicado,
o de justificar un sentido para el mismo o de hacerse cargo, incluso en las doctrinas que sostienen
la existencia de un orden material de valores, del problema de la compatibilidad entre la percepción
de los valores y el orden racional .

Sin embargo, su respuesta a la pregunta clave que subyace tanto a un discurso en base a
valores como al discurso moral en general, a saber, cómo se pueden justificar los preceptos morales,
o simplemente, la moral, consiste en plantear como una paradoja. Se puede compartir plenamente
la segunda oración de esta cita; pero, a partir de ella, resulta altamente criticable el mantenimiento,
a un mismo tiempo, de este predicamento y de la tesis que afirma que es posible una justificación
racional, basada en la moral, de las decisiones jurídicas. Porque si en definitiva la moral no admite
justificación racional, esto significa que una decisión jurídica basada en juicios morales no puede
encontrar, tampoco, una justificación racional.

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Por otro lado, la calificación de los derechos fundamentales como valores, y su conversión,
en el plano deóntico, a principios, conlleva unas consecuencias que sólo se hacen evidentes al llegar
al momento de la aplicación del método de ponderación como vía para la solución de casos
concretos en que se presenta colisión de principios (lo que se trata más adelante). Pero es
importante destacar un punto: la distinción entre reglas y principios sólo es posible para una teoría
que no distingue entre textos normativos y norma como entidad de significado resultante de un
proceso de construcción normativa.

De este modo, es posible decir de una constitución que en uno de sus artículos expresa "Se
garantiza la libertad religiosa", que ella resguarda el principio de la libertad religiosa. Esto no es un
predicado respecto de lo que la constitución contiene, normativamente, sino que respecto de cómo
se va a leer la constitución: una alternativa sería tratar de desarrollar un proceso interpretativo
destinado a justificar ciertas reglas en la fórmula "Se garantiza la libertad religiosa"

3.4.3. La argumentación jurídica en el Neoconstitucionalismo.


Otro punto teórico que se debe resaltar es la distinción entre reglas y principios como parte
de la argumentación jurídica. La argumentación jurídica siempre va dirigida a producir una regla y
sólo una regla aplicable al caso. No es posible la construcción racional de un sistema argumental que
permita sostener que en un caso se puede predicar que "debe ser A", y que, en el mismo caso, sin
variación en los elementos jurídicamente relevantes, "debe ser B".

El método o enfoque principialista confunde no sólo las entidades semióticas (las señales)
con las entidades semánticas (de significado), sino que también el proceso de construcción
normativa (que incluye la consideración, examen, afirmación, descarte, recuperación, etc. de reglas
y principios) con el resultado de la construcción normativa que siempre ha de ser un juicio que
permita calificar un deber ser disyuntivo ("debe ser" o "no debe ser": y no, en cambio, "debe ser en
mayor o menor medida") . Se profundizará en este tema al tratar el método de ponderación.

La afirmación de que los derechos fundamentales constituyen valores, o un orden de valores,


así como la más amplia afirmación de que ciertos principios constitucionales se insertan dentro de
un sistema axiológico, nos permite cuestionarnos sobre la existencia de una reflexión iusteorética
sobre la relación entre el derecho y la moral que se identifica como un rasgo propio del
neoconstitucionalismo. Lo que habría cambiado ahora con la vigencia del neoconstitucionalismo
sería que estos principios, con el advenimiento de la constitución como norma con fuerza vinculante
y directamente aplicable, se habrían juridificado, produciendo de esta manera la conexión entre
moral y derecho y los requerimientos de un nuevo enfoque, o método, para enfrentar estos
principios morales en la aplicación del derecho (en especial del derecho constitucional al resto del
ordenamiento jurídico).

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De este modo, la vigencia de las fuentes del derecho, vista desde el punto de vista de su
producción conforme a los procedimientos previstos en el ordenamiento jurídico y dentro de éste,
del orden constitucional, queda ahora supeditada o al menos indisolublemente unida a la cuestión
de la validez de dichas fuentes a la luz de los principios (morales) contenidos en la fuente superior
que, por su primacía, condiciona en esta dimensión de validez también la dimensión de vigencia de
las demás fuentes.

Este postulado plantea problemas teóricos y metodológicos de envergadura. Por lo pronto,


y aunque se auto entiende como un rechazo o superación del positivismo (en este plano, junto a la
voz neoconstitucionalismo es usual encontrar la referencia a este enfoque como pospositivismo) no
se aporta una explicación de por qué la constitución, que en sí es derecho puesto, en el respectivo
acto constituyente tendría la especial aptitud, en cuanto tal derecho puesto, para recibir y positivar
una moral objetiva, y no así el resto de las fuentes del ordenamiento jurídico.

La única forma de entender este fenómeno sería atribuir al poder constituyente originario
una cualidad distinta a la de otros poderes normativos: no sólo en el plano que permite explicar la
legitimidad de un orden fundamental que no se remonta, a su vez, a una norma jurídica, sino
también en un plano que permita explicar cómo, o a título de qué, se transforma en legislador moral
de la respectiva comunidad política.

Esto plantea una suerte de paradoja metafísica ya que implica afirmar que los actos del poder
constituyente, siendo, tal como las leyes y demás actos de creación de textos normativos obra de
seres humanos, o sea, fuentes de derecho positivo, tendrían, sin embargo, una naturaleza distinta
que la de éstos. Lo notable de esta paradoja es que, para el lector avisado, no podrá pasar
desapercibida lo cerca que ella deja a las tesis neoconstitucionalistas de los planteamientos teóricos
de Kelsen, con una variante; para Kelsen, en el plano lógico, la norma constitucional ha de fundarse
en una norma hipotética, supuesta para dar coherencia al sistema jurídico.

Sin embargo, estos problemas, que, ni con mucho, son abordados al momento de plantear
la conexión reseñada entre derecho y moral, son menores frente a los que plantea la aplicación
práctica de una tesis de conexión entre derecho y moral como la que se despliega en algunas tesis
vinculadas al neoconstitucionalismo.

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La racionalidad de un sistema jurídico está en directa relación con la función comunicativa


que cumple el respectivo sistema semiótico para conectar las consecuencias de determinados actos
al sentido que es posible anticipar para los mismos. Dicho de otro modo, un sistema jurídico es tanto
más racional cuanto más es posible constatar una regularidad entre las predicciones que permite su
sistema de fuentes sobre las consecuencias de determinados actos, y las consecuencias que se
atribuyen a los mismos, al menos en la instancia jurisdiccional.

A la inversa, la racionalidad del sistema decae si, frente a un conjunto de fuentes, no es


posible o resulta muy difícil predecir cuál podría ser la decisión para el caso. Desde esta perspectiva,
Comanducci aborda una primera dificultad que plantea la comprensión de un sistema jurídico
derivado de una cantidad de principios fundamentales fundados en la moral objetiva, en lo que él
llama la determinación ex ante del derecho. Comanducci sostiene que, dado que la configuración
de los principios no puede eliminar la parcial indeterminación del derecho, eventualmente podría
reducirlas si se dieran al menos dos condiciones; la existencia de una moral objetiva, conocida y
observada por los jueces, y la construcción de un sistema integrado de derecho y de moral
internamente consistente.

Pero en el plano de los hechos, este autor constata cuatro obstáculos que, incluso dejando
de lado la cuestión de fondo (si es posible afirmar la existencia de una moral objetiva), no permiten
el cumplimiento de estas condiciones: suponiendo que existiese una moral objetiva, no todos los
jueces las conocen ni/o comparten; al menos a nivel de los jueces, no existe una moral positiva
compartida por todos ellos; los jueces no son coherentes en el tiempo con sus propias decisiones,
ni se ocupan de elaborar un sistema consistente de derecho y moral para resolver los casos y, por
último, los jueces no siempre deciden ni argumentar racionalmente.

Por el contrario, Comanducci constata que la configuración de principios no sólo no ayuda a


disminuir, sino que tiende a aumentar la indeterminación ex ante del derecho, por la vaguedad de
los principios frente a las reglas porque a falta de una moral común, la creación y configuración de
principios aumenta la discrecionalidad de los jueces para decidir los casos fundados en su particular
concepción de justicia (y esta apertura a las posibilidades de decisión a su vez aumenta la
indeterminación ex ante) y por último porque este campo de discrecionalidad, de por sí ampliado al
configurar las posibilidades de decisión sobre principios, se expande aún más en su aplicación caso
por caso y sin marco alguno de jerarquía entre principios, como se da a través de la ponderación.

Un segundo problema que plantea la tesis de conexión entre derecho y moral, entendida en
el sentido de que cualquier decisión jurídica, y en particular la decisión judicial, está justificada si
deriva, en última instancia, de una norma moral, está emparentado con la ya comentada ausencia
de reflexión sobre los valores, al momento de calificar los derechos fundamentales como valores.
Porque si se asume esta tesis ¿qué tipo de norma moral debiera ser aquella que justifica la decisión
judicial? ¿La moral individual del juzgador, con independencia de si se conforma o no a la moral
positiva? ¿Aquella que resulta de un discurso racional, como moral crítica?

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Podría decirse que estas son precisamente las cuestiones que resuelve la remisión a una
moral objetiva plasmada en la constitución. Sin embargo, esto no es así: el texto constitucional no
se torna ni más claro ni más evidente porque sustituyamos el respectivo derecho fundamental, o
principio, por el correspondiente valor.

El discreto rendimiento que el texto constitucional presenta para la construcción


normativa—jurídica del derecho a la vida no cambia cuando se busca comprender el contenido
(moral) del valor vida o del valor que es el derecho fundamental a la vida. De este modo resulta
evidente que la comprensión de los derechos como valores, o de cualesquiera otros valores en su
faz de principios, y su inclusión dentro de la argumentación jurídica (o jurídico—moral) está
condicionada por el orden o sistema moral al cual se adscribe el decisor.

Finalmente es importante destacar las formas de interpretación constitucional que han sido
reconocidas por la Ley Orgánica de Garantías Jurisdiccionales y Control Constitucional que al
respecto señala:

Métodos y reglas de interpretación constitucional. - Las normas constitucionales se interpretarán


en el sentido que más se ajuste a la Constitución en su integralidad, en caso de duda, se interpretará
en el sentido que más favorezca a la plena vigencia de los derechos reconocidos en la Constitución
y que mejor respete la voluntad del constituyente. Se tendrán en cuenta los siguientes métodos y
reglas de interpretación jurídica constitucional y ordinaria para resolver las causas que se sometan
a su conocimiento, sin perjuicio de que en un caso se utilicen uno o varios de ellos:

1. Reglas de solución de antinomias. - Cuando existan contradicciones entre normas


jurídicas, se aplicará la competente, la jerárquicamente superior, la especial, o la
posterior.

2. Principio de proporcionalidad. - Cuando existan contradicciones entre principios o


normas, y no sea posible resolverlas a través de las reglas de solución de antinomias,
se aplicará el principio de proporcionalidad. Para tal efecto, se verificará que la
medida en cuestión proteja un fin constitucionalmente válido, que sea idónea,
necesaria para garantizar, y que exista un debido equilibrio entre la protección y la
restricción constitucional.

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Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

3. Ponderación. - Se deberá establecer una relación de preferencia entre los principios


y normas, condicionada a las circunstancias del caso concreto, para determinar la
decisión adecuada. Cuanto mayor sea el grado de la no satisfacción o de afectación
de un derecho o principio, tanto mayor tiene que ser la importancia de la satisfacción
del otro.

4. Interpretación evolutiva o dinámica. - Las normas se entenderán a partir de las


cambiantes situaciones que ellas regulan, con el objeto de no hacerlas inoperantes o
ineficientes o de tornarse contrarias a otras reglas o principios constitucionales.

5. Interpretación sistemática. - Las normas jurídicas deberán ser interpretadas a partir


del contexto general del texto normativo, para lograr entre todas las disposiciones la
debida coexistencia, correspondencia y armonía.

6. Interpretación teleológica. - Las normas jurídicas se entenderán a partir de los fines


que persigue el texto normativo.

7. Interpretación literal. - Cuando el sentido de la norma es claro, se atenderá su tenor


literal, sin perjuicio de que, para lograr un resultado justo en el caso, se puedan
utilizar otros métodos de interpretación.

8. Otros métodos de interpretación. - La interpretación de las normas jurídicas, cuando


fuere necesario, se realizará atendiendo los principios generales del derecho y la
equidad, así como los principios de unidad, concordancia práctica, eficacia
integradora, fuerza normativa y adaptación.

Es importante mostrar cómo el fenómeno de la constitucionalización ha cobijado todo


cuanto le ha sido posible, reflejando no solo su capacidad para influir en la forma de entender el
derecho, sin además cómo incluso ha abarcado terrenos que tradicionalmente se consideraban
ajenos a la esfera de lo público en cualquier manifestación, como quiera que correspondían a la
órbita de lo estrictamente privado.

La sujeción del Estado, su funcionamiento, los órganos de poder a esta nueva forma de
entender el derecho, es decir, la sujeción del poder al derecho, requiere obviamente, una mayor y
mejor justificación de las decisiones judiciales, pues en el esquema del neoconstitucionalismo, si
bien el legislador mantiene un protagonismo fundamental, la última palabra se encomienda,
irremediablemente, a los jueces. De ahí que se pretenda abarcar una mayor cuestión hacia el
activismo judicial, puesto que el Estado constitucional ya no sería sólo el estado de la división de
poderes y del gobierno limitado, sino que sería además el estado de los deberes del gobierno. Por
supuesto que si el ejercicio del poder se va a ver limitado por esa nueva forma de entender el
derecho, se requiere que los jueces sustenten sus decisiones en razones plausibles, adecuadas, que
puedan ser aceptadas no solo por las partes en conflicto, sino que además sean de buen recibo por
la comunidad, y dentro de está especialmente por la comunidad jurídica.

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Guía Didáctica de Neoconstitucionalismo

La actividad de los jueces ecuatorianos y la interpretación constitucional parten de


comprender el alcance de principios, métodos y reglas de interpretación establecidos en la
Constitución y la ley, y asumen que la actividad interpretativa del juez se presenta como connatural
y consustancial a la actividad de juzgar, sin que la concreción judicial, ni la actuación legislativa, ni la
ponderación, pretendan suprimir la subjetividad de los intérpretes de la Constitución.

El Ecuador se ha matriculado como un Estado constitucional y lo que ello implica, es


menester analizar el grado de constitucionalización que se está desarrollando en todas las esferas
del Derecho y se constituye como una expresión referida a una nueva cultura jurídica en la cual, si
he entendido bien al autor, el Estado de derecho se nutre de valores y principios de naturaleza
moral, estableciéndose en consecuencia una conexión necesaria entre derecho y moral. El mismo
autor refiere cómo lo anterior genera varias consecuencias, de las cuales destacamos la referente al
hecho de que la validez de las normas o de las decisiones “ya no depende de su mera existencia u
origen social, sino de su adecuación formal y sustantiva a la Constitución y, más aún, de su
consistencia práctica con ese horizonte de moralidad que preside y se recrea en la argumentación
constitucional.

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4.- BIBLIOGRAFÍA
Básica
• Agustín Grijalva.(2012).Constitucionalismo en el Ecuador,biblioteca virtual Pearson. URL:
https://www.biblionline.pearson.com/Pages/BookRead.aspx

• Parras, R.(2019).El neoconstitucionalismo en el Ecuador (Pág. 6-47),biblioteca virtual


Pearson. URL: https://www.biblionline.pearson.com/Pages/BookRead.aspx

• Ávila, R.(2008).Neoconstitucionalismo y Sociedad, biblioteca virtual Pearson.URL:


https://www.biblionline.pearson.com/Pages/BookRead.aspx

• Celi, I. Año: (2008).Neoconstitucionalismo en el Ecuador,biblioteca virtual Pearson.URL:


https://www.biblionline.pearson.com/Pages/BookRead.aspx

• Gil(n/a).El neoconstitucionalismo y los derechos fundamentales, biblioteca virtual Pearson.


URL: https://www.biblionline.pearson.com/Pages/BookRead.aspx

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5.- ESTRATEGIAS METODOLÓGICAS


El estudio online es más flexible en temas de horarios y estudio y permite al estudiante ahorrar
costos; sin embargo, exige autodisciplina y compromiso de estudio. Por lo cual, se considera tres
grandes pilares que permiten un mejor desempeño:

● Uso del campus virtual


● La interacción entre estudiante-docente.
● El trabajo autónomo del estudiante.

Campus virtual
El Aula Virtual está diseñada para que el estudiante tenga un aprendizaje contextualizado,
trabajando de manera colaborativa las unidades del programa, permitiéndole un rápido
entendimiento de los temas de estudio.

Es de vital importancia que el estudiante determine un horario y lugar de estudio, para que pueda
revisar e interactuar en la plataforma donde se realizan una serie de actividades como:

1. Interacción y colaboración (foros y debates de apoyo al caso y a la lección).


2. Actividades prácticas (grupal online).
3. Presentación de deberes y proyectos.

La interacción entre estudiante-docente

El estudiante debe dar a conocer cualquier inquietud que le pueda surgir a lo largo de su aprendizaje.
El docente está dispuesto a atenderlo.
El estudiante debe presentar o defender virtualmente, los trabajos y ejercicios solicitados en base a
las indicaciones del docente; por lo cual, es necesario primero leer las orientaciones del trabajo
previo a su desarrollo.

El trabajo autónomo del estudiante


Realizar un esquema de trabajo que permitirá estructurar las ideas para el desarrollo del trabajo, lo
que facilitará su lectura.
Buscar una o más fuentes de información general para documentarse, para comprender el contexto
del tema y conocer el estado actual de lo que se sabe. Las fuentes sugeridas para encontrar
información general son enciclopedias, libros especializados e investigaciones en revistas indexadas.

Es necesario que el documento presente las ideas con continuidad y en tercera persona, aplicando
las normas APA 6ta o vigente.

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6.- ACTIVIDADES A REALIZAR Y RECURSOS


DIDÁCTICOS A UTILIZAR

FORO DE DISCUSIÓN: Uno por semana

CONSULTAS: Permanentemente abierto a


través del correo electrónico de plataforma

SESIÓN SINCRÓNICA: Un encuentro


semanal.
CLASES GRABADAS: Una sesión teoría
y/o práctica por unidad.
DIAPOSITIVAS De cada unidad del
Syllabus.

Lecturas adicionales

● Artículos académicos y científicos: Es un escrito que sustenta una tesis (hipótesis central) y
se expresan varias ideas para sustentar. Por lo general, los artículos científicos tratan un solo
tema y muestran resultados de investigación de forma fundamentada. Los artículos
científicos se encuentran en revistas indexadas.

● Libros de consulta: Libros especializados, se les llama de consulta porque no se leen en su


totalidad.

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7.- SISTEMA DE EVALUACIÓN ONLINE


METODOLOGÍA DE EVALUACIÓN

COMPONENTES ACTIVIDADES Y PESO CALIFICACIÓN


RECURSOS

Taller (tipo de
evaluación asincrónica) 20% 2
individual

Taller (tipo de
evaluación asincrónica) 30% 3
EVALUACIONES final
AUTÓNOMAS
Evaluación asincrónica.
Contenido de las
unidades 1 y 2
10% 1
Guia didáctica,
diapositivas del docente
autor.
ACTIVIDADES Foros, artículos
ASINCRÓNICAS científicos, revisión de
clases grabadas, 10% 1
material de estudio y
videos.
EVALUACIÓN Examen Final
SINCRÓNICA Contenido de las
Unidades 1, 2, 3 y 4
Guía didáctica, 30% 3
diapositivas del docente
tutor, artículos
científicos.

Nota mínima por asignatura para aprobar: 7/10


Desarrollo académico de uso de la plataforma, mínimo 80%

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