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En la literatura en lengua española, el término 

modernismo denomina a un movimiento literario


que se desarrolló entre los años 1880-1917 que empezó en el país americano de Nicaragua,
fundamentalmente en el ámbito de la poesía. Se caracterizó por una ambigua rebeldía
creativa, un refinamiento narcisista y aristocrático, el culturalismo literario y una profunda
renovación estética del lenguaje y la métrica. Es una recapitulación y una mezcla de tres
corrientes europeas: el romanticismo, el simbolismo y especialmente el parnasianismo. Las
pasiones internas, visiones, armonías y ritmos son expresadas en una música verbal rica y
altamente estilizada.
Tradicionalmente, se ha asociado su comienzo a la publicación, en 1888, de Azul..., de Rubén
Darío, a causa de la innegable repercusión del libro en la literatura de Hispanoamérica
El término modernismo designaba cierta corriente heterodoxa de renovación religiosa, y se
aplicó en el campo de las artes a tendencias surgidas en los últimos veinte años del siglo XIX.
Sus rasgos más comunes eran un marcado anticonformismo y un esfuerzo de renovación. En
su origen el apodo de «modernistas» era utilizado con un matiz despectivo. Hacia 1890,
Rubén Darío y otros autores asumen tal designación con insolente orgullo; a partir de
entonces el término modernismo fue perdiendo valor peyorativo.
Otros exponentes notables fueron Leopoldo Lugones, José Asunción Silva, Julio Herrera y
Reissig, Julián del Casal, Manuel González Prada, Aurora Cáceres, Delmira Agustini, Manuel
Díaz Rodríguez y José Martí. El movimiento fue de gran influencia en todo el mundo de habla
hispana (incluyendo las Filipinas), encontrando un auge temporal también entre la Generación
del 98 en España, quienes plantearon diversas reacciones a su percibido esteticismo.
Y te busqué en las nubes, ¡Dolor! ¡Dolor! eterna vida mía,
Y para hallar tu alma Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!
Muchos lirios abrí, lirios azules.
***
Y los tristes llorando me dijeron:
-¡Oh, qué dolor tan vivo! Goce en buen hora espíritu mezquino
¡Que tu alma ha mucho tiempo que Al son del baile animador, y prenda
vivía Su alma en las flores que el flotante
En un lirio amarillo!- lino
De mujeres bellísimas engasta:
Mas dime -¿cómo ha sido?
¿Yo mi alma en mi pecho no tenía? Goce en buen hora, y su cerebro
Ayer te he conocido, encienda
Y el alma que aquí tengo no es la mía. En la rojiza lumbre de la incasta
Hoguera del deseo:

Yo, embriagado de mis penas, me


devoro,
Y mis miserias lloro,
Y buitre de mí mismo me levanto,
Y me hiero y me curo con mi canto,
Buitre a la vez que altivo Prometeo.

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