La emergencia de Japón como la gran potencia imperialista de Extremo Oriente se basó en

una práctica militarista y en una política expansionista en Asia. Ante los efectos de la crisis
económica Japón se planteó disponer de un "espacio vital" propio que le permitiese el
dominio de Asia Oriental, con el fin de extraer materias primas y exportar sus productos.

Con este objetivo, desarrolló una poderosa industria armamentistica y dio entrada en el poder
político al ejército. En 1931, Japón decidió anexionarse la región china de Manchuria.
En 1932, jóvenes ultranacionalistas asesinaron al primer ministro Tsuyoshi, cuya muerte
marcó el fin del gobierno de partidos en Japón.

Asimismo, se acercó a la Alemania nazi y reforzó alianza con el Pacto antikomintern (1936),
al considerar la URSS como el principal enemigo en la zona. Tras el estallido de la Segunda
Guerra Mundial, los japoneses invadieron Indochina francesa y firmaron, en Berlín, el Pacto
Tripartito o Pacto del Eje.

En1941, Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda comenzaron un embargo de petróleo

contra Japón temerosos de su potencia militar. En diciembre, el ataque japonés a la base
estadounidense de Pearl Harbor (Hawái) significó la entrada de Japón en la guerra mundial y,
a su vez, la de Estados Unidos.

Otro de los escenarios de la crisis de las relaciones internacionales en los años treinta fue
Asia y el área del Pacífico. De hecho, el Japón fue el primero que desafió el sistema de
seguridad colectiva.
Japón se encontraba afectado por la crisis económica y se lanzó a una política expansionista
sobre China como remedio a los graves problemas que sufría. En 1931 ocupó militarmente
Manxúria y en 1932 anunció la constitución de el estado de Manxukuo. Las potencias apenas
reaccionaron.
Entre 1932 y 1937, ante la falta de respuesta internacional, Japón se uno
disponer a conquistar China y todo el sudeste asiático. En 1937, aprovechando
un incidente a Pekin, dirigió un ultimátum al gobierno chino e inició la guerra
de conquista de su propio «espacio vital». Británicos y norteamericanos
se limitaron a emitir protestas formales y abandonaron precipitadamente
China, mientras que la Sociedad de Naciones no declaró estado agresor a
Japón ni le impuso ninguna sanción.