Está en la página 1de 1

Invasión de Japón hacia Manchuria 1932-33

La invasión japonesa de Manchuria por el Ejército de Kwantung del Imperio del Japón, comenzó el 19 de
septiembre de 1931, inmediatamente después del Incidente de Mukden. La ocupación japonesa de
Manchuria duró hasta el término de la Segunda Guerra Mundial y daría lugar a la fundación del estado
títere de Manchukuo, desde comienzos del siglo XX, Japón era una de las principales potencias del planeta.
Basaba su prosperidad económica en una moderna industria y en las exportaciones, especialmente las
realizadas a China y Estados Unidos. Su población creció vertiginosamente y su ejército se situó entre los
más poderosos del mundo, poco tiempo después Japón cayo en depresión por el fuerte golpe que hubo
en su economía, Para los líderes japoneses se convirtió en vital la construcción de un imperio propio desde
el que poder controlar el acceso a las materias primas y asegurar un extenso mercado para sus mercancías.
Pusieron sus ojos en el norte de China, más concretamente en la región de Manchuria. En 1931,
Manchuria constituía un territorio de interés para tres Estados: China, Japón y la Unión Soviética;
tradicionalmente se la consideraba territorio chino: «las Tres Provincias Orientales», pero gozaba de
autonomía. En 1932 Japón, alegando la defensa de sus intereses, y una vez expulsadas las tropas chinas,
creó la República de Manchukuo. En realidad, no era sino un protectorado intervenido por los nipones a
través de un gobierno títere encabezado por el último emperador de China, Puyi, apeado del trono tras la
proclamación de la República China en 1912. En 1934 sería nombrado emperador de Manchukuo, hasta
que, en 1945, tras la derrota japonesa en la II Guerra Mundial, desapareció como estado.

La invasión japonesa de Manchuria, en septiembre de 1931, tuvo un amplio eco en la prensa mundial. Lo
que originalmente fue un conflicto local pronto se convirtió en una crisis internacional. En España, donde
acababa de proclamarse la Segunda República, también se siguieron con atención los sucesos de Asia. La
respuesta de Japón fue que su acción se justificaba por la situación de anarquía en que se encontraba
inmersa China, en legítima defensa de sus intereses. Ante la condena de la Liga de Naciones y el no
reconocimiento del nuevo estado, Japón abandonó la organización en 1933.

También podría gustarte