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DERECHO PRIVADO DEL TURISMO II

CURSO 2019-2020

Profesor Dr. Fabio Veiga1


E-mail: fabiojus@ual.es

TEMA III
Clase 7

1. LA PROTECCIÓN JURÍDICA DE LOS CONSUMIDORES


O USUARIOS2

1
Doctor en Derecho Mercantil por la Universidad de Vigo. Premio Extraordinario de Tesis de Doctorado.
Ha sido Profesor de Derecho Mercantil en el Máster de Abogacía de la Universidad Europea de Madrid
(2016/17/18) y en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (2019). Contacto: fabiojus@ual.es
2
Como marco general de la legislación española sobre la protección de los consumidores o usuarios,
téngase en cuenta el Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes
complementarias. Igualmente, dentro de la materia operan normas autonómicas, como hemos estudiado en
las clases anteriores. Aun así, dentro de la materia abarcan, en carácter menos cercano al turismo, pero de
modo general a los consumidores, la Ley 2/2009, de 31 de marzo, por la que se regula la contratación con
los consumidores de préstamos o créditos hipotecarios y de servicios de intermediación para la celebración
de contratos de préstamo o crédito (BOE de 1 de abril), el Real Decreto 106/2011, de 28 de enero, por el
que se crea y regula el Registro estatal de empresas previsto en la Ley 2/2009, de 31 de marzo, por la que
se regula la contratación con los consumidores de préstamos o créditos hipotecarios y de servicios de
intermediación para la celebración de contratos de préstamo o crédito (BOE núm. 36, de 11 de febrero); la
Ley 16/2011, de 24 de junio, de contratos de crédito al consumo (BOE de 25 de junio), modificada por la
Ley 3/2014, de 27 de marzo (BOE de 28 de marzo; corrección de errores en BOE de 14 de mayo) y la
Orden EHA 2899/2011, de 28 de octubre, de transparencia y protección del cliente de servicios bancarios
(BOE de 29 de octubre; corrección de errores de 3 de diciembre).
Asimismo, téngase en cuenta la Ley 7/2017, de 2 de noviembre, por la que se incorpora al ordenamiento
jurídico español la Directiva 2013/11/UE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2013,
relativa a la resolución alternativa de litigios en materia de consumo (BOE 4 de noviembre). En el Derecho
Europeo, ocupa un lugar de destaque para los 27 estados miembros de la UE la importante Directiva sobre
los derechos de los consumidores (Directiva 2011/83/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 25 de
octubre de 2011, sobre los derechos de los consumidores), que entró en vigor en el año 2014.
Bibliografía: DE LA VEGA JUSTRIBÓ, Bárbara. Contratación de la empresa turística:
contrato de viaje combinado, en: Candelario Macías, María Isabel (dir). Manual práctico
de derecho mercantil, Valencia: Tirant Lo Blanch, 2019, p.129-149; FRANCH FLUXÁ
(et al). Manual de contratación turística, Barcelona: Atelier, Barcelona, 2019;
RONCERO SÁNCHEZ, Antonio. El Derecho empresarial. Empresario y consumidor, en
Candelario Macías, María Isabel (dir). Manual práctico de derecho mercantil, Valencia:
Tirant Lo Blanch, 2019, p. 25-47; SÁNCHEZ CALERO, Fernando. SÁNCHEZ-
CALERO GUILARTE, Juan. Principios de Derecho Mercantil. Tomo I, 24ª edición,
2019.

1.1. PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL

Dentro de la evolución del Derecho mercantil se ha enmarcado la preocupación


por la tutela de los consumidores y usuarios. Protección que se ha elevado a principio
constitucional el derecho de consumo - principio rector de la política económica y
social - recogido en el artículo 51 de la Constitución y desarrollado por varias
disposiciones, que en buena medida han sido refundidas por la Ley de Consumidores.

De ser así, la protección de los consumidores y usuarios constituye un principio


constitucional que mandata a los poderes públicos para que garanticen su defensa
“protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los legítimos
intereses económicos de los mismos”. Se trata de un principio que, por tanto, inspira todo
el ordenamiento jurídico y, en consecuencia, también las normas mercantiles, que asumen
entre sus objetivos la protección de intereses generales de acuerdo con el mandato
constitucional.
Artículo 51 – Constitución:
1. Los poderes públicos garantizarán la defensa de los consumidores y
usuarios, protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad,
la salud y los legítimos intereses económicos de los mismos.
2. Los poderes públicos promoverán la información y la educación de
los consumidores y usuarios, fomentarán sus organizaciones y oirán a
éstas en las cuestiones que puedan afectar a aquéllos, en los términos
que la ley establezca.
3. En el marco de lo dispuesto por los apartados anteriores, la ley
regulará el comercio interior y el régimen de autorización de productos
comerciales.

1.1.1. Vulnerabilidad del consumidor

La necesidad de ofrecer una protección al consumidor se origina cuando éste


contrata con un profesional, con un empresario3. Es por tanto una necesidad que deriva
directamente del tráfico económico profesional, del tráfico empresarial: cuando en la
relación interviene un empresario-profesional frente a un no profesional (consumidor), se
provoca una situación de desequilibrio y vulnerabilidad por parte de la posición del
consumidor señalando la debilidad entre una de las partes del contrato, que es lo que
determina la necesidad de protección4.
Los consumidores son propensos a sufrir un perjuicio o una lesión de sus
derechos, pues suelen estar “en desventaja” frente a los empresarios. Asimismo,
entendiese, además, que un relevante porcentaje de consumidores se encuentran en esa
situación como consecuencia de factores socioeconómicos como pueden ser unos bajos
ingresos, tener una edad avanzada, una educación inferior a la normal o general o
pertenecer a un grupo minoritario. Esta visión de la desventaja quedaba confirmada por

3
En este sentido, véase RONCERO SÁNCHEZ, Antonio. El Derecho empresarial. Empresario y
consumidor, en Candelario Macías, María Isabel (dir). Manual práctico de derecho mercantil, Valencia:
Tirant Lo Blanch, 2019, p. 46.
4
La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) hace tiempo que ha subrayado de
forma incisiva en sus pronunciamientos de la última década que el reequilibrio que el legislador procura en
una relación jurídica considerada desigual se basa en la inferioridad económica, negociadora e informativa
en que se encuentra el consumidor frente al empresario. Sentencias del TJUE como las de 19 enero 1993
(Shearson Lehmann Hutton, C-89/91, ECLI:EU:C:1993:15, § 18), 3 julio 1997 (Benincasa, C-269/95,
ECLI:EU:C: 1997:337, § 17) u 11 julio 2002 (Gabriel, C-96/00, ECLI:EU:C:2002:436, § 39), la especial
tutela frente al empresario se justifica «por el interés en proteger al consumidor como parte del contrato
considerada económicamente más débil y jurídicamente menos experimentadas que su contratante».
los estudios que demostraban que esos tradicionales consumidores en desventaja no
utilizan las vías de reclamación de sus derechos5.
A través de normas usualmente imperativas se pretende reemplazar el equilibrio
formal que el contrato establece entre los derechos y obligaciones de las partes por un
equilibrio real que pueda restablecer la igualdad entre éstas6. Por ello, a día de hoy se ha
distanciado el postulado de plena igualdad de los contratantes propio de las codificaciones
decimonónicas del Derecho privado, ajenas a la contratación en masa tan común en la
actualidad.

1.2. Concepto de consumidor

Para delimitar su ámbito de aplicación, la normativa específica sobre consumo


contiene un concepto general de empresario y otro de consumidor. La técnica para la
definición de consumidor ha sido tradicionalmente negativa, en el sentido de que se ha
entendido por consumidor a quien no puede calificarse como empresario o, pudiendo
serlo, actúa al margen de su actividad o tráfico empresarial. En nuestro Derecho vigente,
el concepto general de empresario en el marco de la normativa sobre consumidores y
usuarios se contiene en el artículo 4 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de
noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de
los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias, tras la reforma introducida
en 2014 para adaptarlo a la Directiva 2011/83/UE, de 25 de octubre, sobre los derechos
de los consumidores. Dicho precepto determina que por empresario ha de considerarse
a:

“toda persona física o jurídica, ya sea privada o pública, que actúe


directamente o a través de otra persona en su nombre o siguiendo sus

5
El estudio promocionado por la Unión Europea denominado “The Consumer Empowerment Index” tiene
como objetivo una estrategia de política del consumidor de la UE en donde enfatiza la importancia de una
mejor comprensión de cómo se comportan los consumidores y se establece como un objetivo principal
“empoderar a los consumidores de la UE”.
Véase en: https://ec.europa.eu/jrc/en/publication/eur-scientific-and-technical-research-reports/consumer-
empowerment-index (accedido en marzo de 2020).
6
En este sentido, véase: STJUE de 14 jumo 2012 (Banco Español de Crédito, C618/10,
ECLI:EU:C:2012:349, § 40) y 17 julio 2014 (Sánchez Morcillo, C169/14, ECLI:EU:C:2014:2099, § 23).
instrucciones, con un propósito relacionado con su actividad
comercial, empresarial, oficio o profesión”.

Por su parte, el artículo 3 de esa misma Ley, define como consumidor o usuario
a:

“las personas físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad


comercial, empresarial, oficio o profesión” así como también a las
“personas jurídicas y las entidades sin personalidad jurídica que
actúen sin ánimo de lucro en un ámbito ajeno a una actividad comercial
o empresarial”.
El consumidor y usuario, definido en la Ley, es la persona física o jurídica
que actúa en un ámbito ajeno a una actividad empresarial o profesional. Esto es, que
interviene en las relaciones de consumo con fines privados, contratando bienes y servicios
como destinatario final, sin incorporarlos, ni directa, ni indirectamente, en procesos de
producción, comercialización o prestación a terceros.
La clave por tanto de la diferenciación (consumidor o usuario y al empresario
personas físicas) radica en la actuación con un propósito relacionado con la actividad
comercial, empresarial, oficio o profesión: si se actúa con dicho propósito estaríamos ante
la figura de empresario y, en caso contrario, ante la de consumidor o usuario. Este
concepto funcional de consumidor implica que un empresario puede ser también
calificado de consumidor o usuario cuando actúe al margen (con propósito ajeno) a su
actividad empresarial.
Si bien la definición de consumidor que contiene la Ley general para la defensa
de los consumidores y usuarios puede ser aceptable, más discutible es que lo sea también
la de empresario. A este respecto, entender que es empresario quien actúa con un
propósito “relacionado con su actividad comercial, empresarial, oficio o profesión”
implica una ampliación muy considerable del concepto de empresario que se desprende
de la normativa mercantil, aproximándose a las definiciones de empresario que se
utilizan en otros sectores del ordenamiento jurídico (Derecho del trabajo, Derecho
tributario), aunque sin confundirse con ellas (así, no todos los empleadores que se
califican como empresarios por el Derecho del trabajo, pueden considerarse también
como empresarios en relación con la aplicación de las normas sobre consumidores y
usuarios —por ejemplo, un empleador que contrata a un empleado de hogar y compra
productos o servicios para la limpieza de su domicilio que serán utilizados por su
empleado, actuaría como consumidor y no como empresario).
Según estas disposiciones, por tanto, cualquier profesional o, incluso, cualquier
trabajador por cuenta propia, podrá ser calificado como empresario a los efectos de
aplicación de las normas sobre protección de consumidores y usuarios siempre que actúe
con un propósito relacionado con su oficio o profesión.

PRECEPTO LEGAL
Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras
leyes complementarias7.

Artículo 1. Principios generales.


En desarrollo del artículo 51.1 y 2 de la Constitución que, de acuerdo
con el artículo 53.3 de la misma, tiene el carácter de principio
informador del ordenamiento jurídico, esta norma tiene por objeto
establecer el régimen jurídico de protección de los consumidores y
usuarios en el ámbito de las competencias del Estado.
En todo caso, la defensa de los consumidores y usuarios se hará en el
marco del sistema económico diseñado en los artículos38 y 128 de la
Constitución y con sujeción a lo establecido en el artículo 139.

Artículo 3. Concepto general de consumidor y de usuario.


A efectos de esta norma y sin perjuicio de lo dispuesto expresamente en
sus libros tercero y cuarto, son consumidores o usuarios las personas
físicas que actúen con un propósito ajeno a su actividad comercial,
empresarial, oficio o profesión.
Son también consumidores a efectos de esta norma las personas
jurídicas y las entidades sin personalidad jurídica que actúen sin ánimo
de lucro en un ámbito ajeno a una actividad comercial o empresarial.

7
Véase: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2007-20555
Artículo 8. Derechos básicos de los consumidores y usuarios.
Son derechos básicos de los consumidores y usuarios:
a) La protección contra los riesgos que puedan afectar su salud o
seguridad.
b) La protección de sus legítimos intereses económicos y sociales; en
particular frente a las prácticas comerciales desleales y la inclusión de
cláusulas abusivas en los contratos.
c) La indemnización de los daños y la reparación de los perjuicios
sufridos.
d) La información correcta sobre los diferentes bienes o servicios y la
educación y divulgación para facilitar el conocimiento sobre su
adecuado uso, consumo o disfrute.
e) La audiencia en consulta, la participación en el procedimiento de
elaboración de las disposiciones generales que les afectan
directamente y la representación de sus intereses, a través de las
asociaciones, agrupaciones, federaciones o confederaciones de
consumidores y usuarios legalmente constituidas.
f) La protección de sus derechos mediante procedimientos eficaces, en
especial ante situaciones de inferioridad, subordinación e indefensión.

1.3. Carácter imperativo de los preceptos de la ley de consumidores

La Ley declara que es nula la renuncia previa de los derechos que reconoce a los
consumidores y usuarios en la adquisición de los bienes y servicios (art. 10). Lo que es
congruente con el carácter tuitivo de la misma, pero, al tiempo que prohíbe la renuncia
previa de esos derechos, permite a los consumidores y usuarios que puedan renunciar
posteriormente a los derechos adquiridos, siempre que efectivamente tal renuncia
posterior no entrañe una violación indirecta del principio sentado por la Ley. Por otro
lado, con una finalidad puramente reiterativa y quizá para facilitar su conocimiento por
parte de los consumidores, la Ley declara que los actos realizados en fraude de Ley son
nulos, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 6.º del C.c., aun cuando quizá con
este precepto también se haya pretendido destacar el carácter imperativo de las normas
contenidas en la Ley de Consumidores.
Artículo 10. Irrenunciabilidad de los derechos reconocidos al consumidor y
usuario:

La renuncia previa a los derechos que esta norma reconoce a los


consumidores y usuarios es nula, siendo, asimismo, nulos los actos
realizados en fraude de ley de conformidad con lo previsto en el
artículo 6 del Código Civil.

1.4. ARBITRAJE DE CONSUMO

La institución del arbitraje presta indudables ventajas para la solución rápida de


los conflictos en el ámbito de las relaciones de consumo (correspondiendo a la Ley
60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje), por lo que tal institución se muestra
especialmente útil para resolver las reclamaciones de los consumidores.
Los artículos 57 y 58 de la Ley de Consumidores, han dado un nuevo régimen
especial al «arbitraje de consumo», tanto con relación a la organización del sistema
arbitral como al procedimiento del arbitraje de consumo.
Artículo 57. Sistema Arbitral del Consumo.
1. El Sistema Arbitral del Consumo es el sistema extrajudicial de
resolución de conflictos entre los consumidores y usuarios y los
empresarios a través del cual, sin formalidades especiales y con
carácter vinculante y ejecutivo para ambas partes, se resuelven las
reclamaciones de los consumidores y usuarios, siempre que el conflicto
no verse sobre intoxicación, lesión o muerte o existan indicios
racionales de delito.
Artículo 58. Sumisión al Sistema Arbitral del Consumo.
1. La sumisión de las partes al Sistema Arbitral del Consumo será
voluntaria y deberá constar expresamente, por escrito, por medios
electrónicos o en cualquier otra forma admitida legalmente que
permita tener constancia del acuerdo.
Se considera el Sistema Arbitral de Consumo, como el sistema de resolución
extrajudicial de conflictos8, de carácter vinculante y ejecutivo para solventar las
controversias surgidas entre los consumidores o usuarios y las empresas o profesionales
con relación a los derechos legal o contractualmente reconocidos al consumidor
(aunque no serán vinculantes para los consumidores los acuerdos de arbitraje suscritos
con un empresario antes de surgir el conflicto – art. 57, n.º 4).
Pero no todos los conflictos que surjan entre ellos y que versen sobre materias de
libre disposición de las partes conforme a Derecho pueden ser objeto de arbitraje de
consumo. En ese sentido quedan exceptuados los que versen sobre intoxicación, lesión o
muerte o aquellos en que existan indicios racionales de delito, incluida la responsabilidad
civil por daños y perjuicios derivada directamente de ellos9.
El sistema de organización arbitral de consumo está regulado de forma detallada
por el Real Decreto 231/2008 a través de las Juntas Arbitrales de Consumo, la Comisión
de esas juntas, el Consejo General del sistema arbitral y los órganos arbitrales. Los
primeros organismos tratan de organizar el sistema arbitral, su promoción y la
designación de los órganos arbitrales. Estos últimos son los árbitros especializados – que
pueden ser uno o tres – que designados por turno por el presidente de la Junta Arbitral,
tras el oportuno procedimiento han de resolver el conflicto emitiendo el laudo. La
iniciación del procedimiento presupone la existencia de un convenio arbitral, que expresa
la voluntad de las partes de resolver el conflicto por el sistema arbitral. El procedimiento
está regulado por el mencionado Real Decreto y en lo no previsto se aplica
subsidiariamente la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje.

8
Extrajudicial significa que el juicio y la decisión a respecto del conflicto será dado por un órgano fuera
del sistema judicial tradicional (los tribunales del Estado). O sea, un tribunal de arbitraje (suele ser cámaras
de comercio, entre otros tipos) va a emitir una decisión que pasa a tener carácter vinculante entre las partes
involucradas en el conflicto.
9
Véase SÁNCHEZ CALERO, Fernando. SÁNCHEZ-CALERO GUILARTE, Juan. Principios de Derecho
Mercantil. Tomo I, 24ª edición, 2019, Cap. 2, IX.
PRÁCTICAS N. 7

1. Dña. Vivian Costa tiene 16 años y quiere continuar una actividad empresarial en
el sector turístico, relacionada con el turismo activo. Indica:
a) Si tiene o no capacidad para ser empresario y por qué.
b) Si podría constituir una sociedad para el desarrollo de la actividad elegida.

2. El art. 10 de la Ley General Defensa de Consumidores y Usuarios contempla el


principio de irrenunciabilidad de los derechos del consumidor. Razone su
respuesta en virtud de la(s) opción(es) correcta:
A. Se deberá contar con una previsión clara en la cláusula que establezca
la renuncia de los derechos de los consumidores establecidos por la Ley.
B. Será nula cualquier cláusula que limite los derechos de los consumidores
establecidos por la Ley.
C. Se deberá acudir al juez para interpretar la cláusula que establezca la renuncia
de un derecho por un consumidor .
D. todas las anteriores respuestas son correctas.

3. Qué significa el principio de la vulnerabilidad del consumidor?

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