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MARIANO EPULEF

RELATO DE SUS HIJOS

ELVIRA, MANUEL Y MERIDIANA

A SU BIZNIETO
EULOGIO EDGARDO «QUITO» AYILEF

PRIMERA EDICIÓN

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Autor: Eulogio Edgardo Ayilef

Agradecimientos a los que colaboraron:


En relación de texto: Amalia de Jesús Olmedo.
Compaginación y Formato: Francisco Peralta y Macarena Cangioli
Compaginación Fotográfica: Luis Llevilao
Fotografías antiguas:
Florinda Pino (viuda de Epulef)
Aníbal Inés (Fallecido)
Montero Ricardo (Fallecido)

Dedicado a los que confiaron, a los que me apoyaron en la realización de


esta propuesta.

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GOBERNADOR
Mario Das Neves

MINISTRO COORDINADOR DE GABINETE


Cdor. Pablo Sebastián Korn

VICE MINISTRO COORDINADOR DE GABINETE


Dr. Gonzalo Carpintero

SECRETARIO DE CULTURA
Lic. Jorge Orlando Fiori

DIRECCION GENERAL DE GESTION, INVESTIGACION Y


PATRIMONIO CULTURAL
Dra. Fernanda Carol Mujica

DIRECTOR DE PATRIMONIO CULTURAL Y MEDIOS


Arq. Fernando López Guzmán

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Meridiana Epulef - Hija menor de Mariano Epulef

Este es un relato postergado. Se basa en datos adquiridos de mi


abuela Meridiana Epulef, e información que Manuel y Elvira confia-
ron a Raúl Mario Silva -viejo colaborador de años en la Aldea-, dichos
de parientes y testimonios escritos, como así también el libro histórico
de la Escuela Nº 129 y la «Breve historia de mis abuelos y abuelas
paternos y maternas» de R. Casamiquela, editado por la Fundación
Ameghino.
Con la autoridad que me confiere el ser descendiente directo del
osado Cacique Don Mariano Epulef, intento en este ensayo poner a la
luz esta historia para que no se pierda en la modernidad de los días. Y
así nuestras generaciones presentes y futuras, conozcan, valoren y se
involucren, con todo lo que atañe a nuestra milenaria cultura.

Eulogio Edgardo «Quito»Ayilef

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MARIANO EPULEF

Mariano (izq.) y Manuel Epulef

Don Mariano Epulef fue uno más de los integrantes de las tribus
más fuertes del Neuquén que conformadas por Cayulef, Namuncura,
Calfucura, etc., llevaban una forma de vida con organización y cultura
propia, practicaban la religión (Nyipun, camaruco). Estas tribus eran
nómades, se trasladaban con sus animales y familias según las estacio-

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nes del año, buscando un lugar a gusto para establecerse mejor. A raíz de
esto cuenta una leyenda que debido a este asentamiento nació un río de
donde sólo había un ojo de agua con el ruego de las gentes, aunque no se
tiene información precisa del lugar.
Don Mariano con su mujer Sita tuvieron cuatro hijos: el mayor era
Manuel, lo seguían Julia, Mariano y Amalia (Huimileo). Los últimos eran
muy chicos aún (Mariano aproximadamente 6 años y Huimileo 4 años)
cuando llega al poder como presidente de la Nación, Julio Argentino
Roca y con él se inicia la campaña del desierto, a lo que los Mapuche
denominaron «el tiempo malón».
Este acontecimiento significó un gran golpe a las tribus Mapuche,
ruptura de familias, luchas sangrientas con mayor persecución a los jefes
de las tribus Calfucura y Namuncura. Entonces los miembros de las fa-
milias (mujeres y niños) tomaron diferentes rumbos en pos de su propia
supervivencia. Fue allí cuando don Mariano Epulef junto a sus hijos
más chicos, acompañado también por Cayulef, Huircapan, Tracallao,
Cañumil y otros huyeron rumbo al sur perseguidos por las fuerzas milita-
res. Como don Mariano traía los dos chicos optó por hacerse a un lado
evitando ser visto, astucia que le dio resultado. El grupo de paisanos
siguió camino hasta que los alcanzaron; allí los Mapuche dieron batalla a
los soldados a quienes que ya no les quedaban balas y ellos con lanza y
boleadora matan aproximadamente treinta soldados. Los blancos venci-
dos huyeron mientras que el grupo de Mapuche sigue su camino, su-
mándose don Mariano y sus hijos montado en un petizo blanco. Este
grupo, ya sin presión, sigue hasta la cordillera donde años más tarde se
fundaría la ciudad de Esquel.
La tradición cuenta que de aquella batalla nació el departamento
Languiñeo (Langneyu=lugar de muerte) donde se encuentra el actual
pueblo de Colan Conhué(kulan=fuego - cohué=al rojo) nombre que nace
al quemarse los toldos de los mapuche cazadores en Reserva Epulef.
La meta del grupo era encontrar un lugar para descansar, y en la cor-
dillera encuentran un valle muy lindo de huncales y menuco. Llegado al

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lugar se encuentran con sus familiares en la zona del arenal; allí murió un
joven que llevaban herido y fue enterrado envuelto en cuero; la tumba
es excavada con palos y manos. Al día siguiente siguen camino hasta
donde hoy es Trevelin, otro valle similar pero sin tanto menuco. En ese
lugar se alimentaban de hierba y animales silvestres que podían cazar
mientras los más pequeños eran escondidos en los arbustos y cuevas de
liebres para no ser descubiertos por el ejército.
Este era uno de los pocos grupos que quedaban, ya que lo más pode-
rosos fueron vencidos. Don Mariano y su grupo estuvieron a salvo por
encontrarse en una zona poco conocida por ese entonces.
Los hermanitos Mariano y Huimileo nunca se separaban y disfruta-
ban de sus travesuras, comidas silvestres (frutillas, calafate, etc.) ya que
los mayores regresaban por la noche para comer y dormir, sólo encen-
dían fuego por la noche o para cocinar algún animal si cazaban.
Tiempo después este grupo regresó a su lugar de origen creyendo que
se había establecido la paz; al llegar se dieron cuenta de que el gobierno
tenía en sus manos el control total, aunque no era brutal el cautiverio. El
objetivo de la fuerza era poner cautivos a los jefes de las tribus y niños,
a estos últimos «civilizarlos» y evangelizarlos en la fe católica. Es así
como Mariano y su hermanita son llevados cautivos. Sus padres no pu-
sieron resistencia ante el avasallamiento quedando solamente la familia
con dos de sus hijos: Manuel y Julia.
Don Mariano conocía mucho de los malos tratos y era consciente de
que la resistencia lo llevaría al fusilamiento o cautiverio. Los menores
que fueron llevados por los blancos fueron educados y evangelizados en
Viedma (Río Negro). Mariano demostró ser muy inteligente y religioso,
de ahí que es muy apreciado por los curas, mientras que su hermana
Amalia se vuelca permanentemente a los libros. A pesar de ser amigo de
la iglesia y estar con su hermana, Mariano extrañaba a sus hermanos y a
sus padres; al ver esto los curas lo entregan a su familia. Su hermana
siguió estudiando en Viedma y nunca regresó. Su familia, con el transcu-
rrir del tiempo, vía carta supo que se había recibido de docente.

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Mariano, regresado de Viedma se queda un tiempo a vivir con sus
padres, pero ya no era lo mismo, el trato y las relaciones habían cambia-
do. Siendo un adolescente inquieto se fue a vivir con su abuelo paterno,
con quien se terminó de criar. Para ese entonces la situación de su fami-
lia había cambiado, teniendo un buen pasar económico.
Según me contó mi abuela Meridiana, sobre su madre María Coilla,
que su integración a la familia Epulef se debió al hecho de que un día
«una señora humilde llamada Segunda apareció en la casa de don Mariano
(padre) pidiendo ayuda y asilo para criar a sus dos hijas pequeñas (María,
mi bisabuela y Luisa, mi tía bisabuela); a lo que el dueño de la casa no
dudó en recibirlas».
Con el pasar de los años Mariano hijo y María Coilla se enamoraron y
se casaron. De esa unión nacieron Amalia, Mariana, Antonia y Elvira;
disgustado porque su mujer no le diera un hijo varón primogénito, la
abandona y se une en pareja con su cuñada Luisa con quien tiene como
hijo a Felipe (Marianito), luego a Virginia. Esta pareja no funcionó y
vuelve a unirse con María con quien tienen a Manuel, que naciera en
Catanlil zona de Las Coloradas (Neuquén.)
Por otra parte Manuel (el hermano) se había casado con Gualaray,
una mujer hechicera que se dedicaba a enseñar y hacer maleficio, fue así
como le enseñó a Luisa a hacer brujería para que se vengue de María.
Hubo diferencia familiar, desencuentro entre Luisa y María que llevó
hasta la agresión. Mariano, al ver lo que estaba pasando, apenado y sa-
biendo que había cometido un gran error se alejó de ellas abandonándo-
las sin avisar a nadie.
En su nueva travesía cruzó el río Limay cerca de Mencué a trabajar
en una estancia. Don Mariano padre al no poder seguir sosteniendo a
María y sus hijos busca a su hijo y le pide que se haga cargo de ella ya que
lo estaban pasando muy mal a causa de hambrunas y enfermedades.
A causa de las continuas desgracias trajeron machis de Chile para
hacer una rogativa con el fin de ahuyentar los malos espíritus, a quienes
recompensaron con animales a falta de dinero.

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Mariano y María juntos de nuevo tuvieron otros hijos: Eduardo, Ro-
que, Manuel, Meridiana, y Dominga (que actualmente viviría en Puerto
Deseado, Santa Cruz, apellidada Díaz.
María no hallaba paz, lo que lo llevó a consultar a unos curanderos
quienes le aconsejaron que para hallar tranquilidad debería alejarse de
ese lugar y atravesar uno o dos ríos. Fue así como se inicia el viaje una
tarde, sin que nadie lo viera. Parte al sur acompañado de su familia, su
padre y un peón llamado Juan Lefiú. Tuvieron dos días muy agotadores
hasta llegar al río Limay a la altura de Mencué, allí descansaron y al día
siguiente temprano nguillatearon para que los animales (yegüerizos y
ovejas) crucen tranquilos. Cuando finalmente logran cruzar vieron que
el lugar era lindo y decidieron pasar el otoño e invierno. Pasado el tiem-
po frío se trasladan a un lugar llamado Michiguao en el Departamento
Mencué. Transcurría 1913, año en que nace mi abuela que debió llamar-
se Paula por haber nacido el 29 de junio, sin embargo le pusieron otro
nombre: «el mismo se debe a un sueño de mi bisabuelo», la noche del
nacimiento soñó que un anciano le dijo que el recién nacido debía lla-
marse Meridiana, nombre que él no podía pronunciar hasta que logró
despertarse. Al levantarse hace una rogativa. Este nombre fue toda una
sorpresa para la familia. En esa zona permanecen unos años aunque
siempre cambiando de paradero según las estaciones hasta que después
llegan a un lugar llamado Huenchuguagún donde busca refugio para su
familia y animales y deja de encargado a su peón y futuro yerno Juan
Lefiú, mientras él se interna en la provincia del Chubut a los fines de
encontrar un lugar a su gusto.
Mariano, aventurero como él solo, recorrió hasta Río Mayo y comien-
za su vuelta tomando dirección norte. Se encuentra con un valle encan-
tador, dos lagunas de sal y muchos animales que era de posesión de
gente con gran poder económico. Había solo un poblador humilde lla-
mado Juan Carriman; a Mariano le gustaron las tierras a las que pensó
suyas en el futuro. Al regresar a los suyos, comentó de lo fascinante de
su hallazgo y de la idea de poblar ese lugar, por lo que se hizo la idea de
formar su propia comunidad con otros hermanos mapuche dispersos y
vivir en un lugar tranquilo y estable.

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La familia seguía instalada en Río Negro, es por eso que Mariano
Epulef padre, sabiendo el paradero de su hijo, pasa los últimos días de
su vida junto a sus seres querido. Cuando esto sucede la familia reinicia
el viaje hacia el sur. Era otoño del año 1917. Un tiempo muy bueno,
pero al poco de partir de allí lo sorprende una nevada, en una zona don-
de el viento poco castigaba y había abundante leña. Los más perjudica-
dos eran sus hijos que hacían de pastores. Al finalizar el invierno busca-
ron un lugar más verde porque ya se acercaba la parición, por lo que
tuvieron que esperar un tiempo hasta que los animalitos crezcan.
Pasado ese tiempo siguieron camino sin detenerse hasta llegar a un
valle cerca de Cerro Meza en la Provincia del Chubut; ahí se detienen
para pasar el invierno y esperar nuevamente otra parición por lo que
tuvieron que emprender viaje en enero del año siguiente. Llegan por fin
al río Chubut en Paso Arancibía (actualmente Paso del Sapo.) Ahí fue-
ron guiados y aconsejados por un baquiano muy sabio. Esperaron un
buen día e hicieron rogativa, hasta que el anciano les dijera: «Hoy es el
día». Entonces todos iniciaron la marcha: los animales, ovejas, yegüerizos,
carro y toda la familia.

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EL PRIMER ASENTAMIENTO
Cruzado el río permanecieron hasta marzo allí, luego continuaron a
paso firme llegando a destino un 4 de abril de 1919 a lo que hoy es
Reserva Mariano Epulef. Hacen un campamento para aquerenciar los
animales, una tarea no poco sencilla que les demandó dos años, por otro
lado su vida pasaba por cazar animales autóctonos como alternativa de
sustento.
Don Mariano buscaba contacto con sus hermanos que se encontra-
ban en distintos lugares distantes de la recién iniciada Comunidad Epulef,
mientras sus chicos más pequeños hacen lo propio con sus correrías.
Hoy solo se puede observar las piedras que fueran testigo de aquel pri-
mer asentamiento.
Mariano sale a recorrer la zona y juntar testimonios de los primeros
integrantes, recogiendo los documentos que se detallan a continuación:

Huircapan Andrés * Tracallao José (Chico)


González Gregorio * Torres Eugenio
Epulef Mariano Huanquitripay Bernardina
Pino Feliciano* de Huentecoy
Carrilero Juan González Lucía*
Martínez Pedro Calfunahuel Joaquín
Huaniman Andrés Huenchuyan Juan Bautista**
González Arturo* Pailacura Francisco
Feliciano Pino Tracalaf Rosa de Pardo
Montero Francisco Estrella Gregorio
Colilaf María Quintuqueo José
Ayilef Francisco *** Millapán Juan

*Eran apellido Tracalaf y cambiaron por González. ** Flia. de 30 miembros


fueron eliminados por Gendarmería (envenenados). *** Eran 3 hermanos todos
con diferente apellido

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Aldea Epulef

Con esa documentación viaja a Buenos Aires a los fines de solicitar


28 leguas de campo al Estado Nacional; ese viaje le llevó tres meses.
Cuando regresa seguro de sus tierras le comunica a su señora María Coilla
que el viaje le fue exitoso, por lo que no tardan en trasladarse al valle y
levantar un campamento provisorio de neneo, el que no le dura mucho
ya que sus hijos pequeños, estando solos, le prenden fuego por lo que
cambian de lugar y una vez terminado el nuevo campamento trasladan
los animales.

Primer asentamiento de Mariano

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Arturo Gonzalez, secretario de Mariano
Los integrantes de la comunidad ya comienzan a ubicarse en distin-
tos lugares siempre guiados por don Mariano; todo este movimiento
comienza a molestar al encargado que estaba en el lugar, por lo que da
aviso al encargado general de apellido Velásquez quien residía a pocos
km de Languiñeo (Colan Conhué); éste da aviso a su superior, un galle-
go llamado Eloy Vicente Marinero, quien denuncia a Mariano Epulef
para que abandone el lugar. Él se resiste pero la policía no lo deja en
paz. Eso hace que Mariano nuevamente programe viaje a Buenos Aires.
Transcurría el mes de septiembre, varios de sus hijos estaban enfermos.
Todo era muy triste porque tuvo que salir de noche, a escondidas para
no ser visto y los chicos quedan llorando al ver como su padre los tiene
que dejar cuando tanto lo necesitaban.
La policía apareció al día siguiente y no logran ubicar a Mariano.
Doña María los encara y les dice que no tienen por qué preguntar por su
marido porque son ellos quien tendrían que saber. Los días transcurren
y nada se sabe de Mariano, para eso el encargado programa como orga-
nizarse para llevarse los animales de María. Fijan un día para que aparte

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los suyos porque aparentemente habría existido mixtura. María va
confiada, ignorando el engaño, mientras la policía y los peones le arrean
todos sus animales. Ella logra verlos pero ya nada puede hacer, es
todo en vano porque incluso se llevan como baquiano a su peón de
apodo Chagallo. Elvira, la mayor, que había salido a buscar los caba-
llos y ya venía de regreso al campamento, es interceptada y le quitan
los animales. María estaba furiosa al ver que su hija regresa sin nada,
hace que lleve a Roque al anca y agarren una yunta pampa, así los

Documento Oficial a través del que se otorgan las tierras a Mariano Epulef
Buenos Aires, julio 11 de 1923.- Visto este expediente en que el indíge-
na Mariano Epulef solicita para sí y un grupo de 28 familias indígenas
la reserva de una superficie de tierra en el territorio del Chubut; atento
lo informado por la Dirección General de Ren-
tas, El Presidente de la Nación Argentina DE-
CRETA: Art. 1º.- Resérvase con destino a la ra-
dicación de los indígenas, las mitades Este de
los lotes 14, 17 y 24; los lotes 15, 16 y 25 de la
Fracción B, Sección I´´; las mitades Oeste de
los lotes 11, 20 y 21 de la Fracción A, Sección
I´; Angulo Nord-Este del lote 4; mitad Norte
del lote 5, Fracción C, Sección I´´ y el Angulo
Nord-Oeste del lote nº1 Fracción D, Sección I´
del Territorio del Chubut.- Art. 2º.- Acuérdase
permiso de ocupación a título precario, a la
agrupación indígena que aparece representada
por don Mariano Epulef debiendo la Dirección
General de Tierras ponerlos en posesión de esa superficie por medio de
un empleado de la repartición, siempre que se constate que hay pobla-
dores para toda esa superficie y de que poseen haciendas, ubicándolos
en dicho caso, en la forma más ventajosa posible.- Art. 3º.- Comuní-
quese, publíquese, dése al Registro Nacional y vuelva la Dirección Ge-
neral de Tierras a sus efectos.-
nº 7856 (Fdo.) ALVEAR (Fdo) T.E. Le Breton

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alcanzan y mientras los animales van en marcha, saltan del caballo y
agarran la yunta; la policía y los peones quedan sorprendidos por la vaquía
y los dejan. Cuando llegan doña María los manda a que vayan a ver a su
cuñado Juan Lefiú para que se entere de lo que sucedía, pero como éste
no sabía leer va a lo de Arturo González quien era el secretario de Mariano.
Cuando éstos llegan al campamento de don Mariano, reciben la orden
de María para que le haga un radio, para lo cual había que ir a Tecka y allí
debían esperar la respuesta. Mariano ya estaba en Buenos Aires por lo
que no tardó en contestar y pedir que hagan lo que las autoridades deci-
dan. Ellos informan a María por lo que no le queda otra que aceptar su
traslado, mientras se daba el gusto de carnear capones; estuvo cerca un
mes, cuando de repente llegan dos vagonetas de seis caballos cada una,
propiedad del señor Juan Camilo García, un paisano gallego y justo le
agarra una nevada que alcanzaba el metro de altura, pero como era un
laburador carga y se lleva a la familia, demorando dos días para hacer un
trayecto de 20 kilómetros. Una vez llegado a su primer lugar de asenta-
miento se quedan cuidando sus animales y esperando a que llegue Mariano
cosa que no resultó tan sencilla porque pasaron varios meses, hasta que
el entonces Presidente de la Nación firma el decreto de las Reservas y
colonias pastoriles. Ahí fue cuando obtiene el permiso de ocupación
precaria de 28 leguas de campo, lo cual se detalla bajo expediente 1865
E1923 (CI 8489 E 1923 MA)
El decreto Mariano Epulef lo obtiene el 11 de julio de 1923; tenien-
do en su mano el derecho de ocupación regresa con toda la tranquilidad
del mundo, las tierras estaban aseguradas para sus integrantes y sus hijos
en el futuro. Las autoridades de la Nación notifican al supuesto dueño a
que deje libre las 28 leguas de campo detalladas y retire sus animales,
por lo que no le queda otra que aceptar las órdenes.
María, al tener la noticia, no tardó en armar otro campamento, la
policía hace un último recorrido.
Hoy es el lugar más importante porque ahí da comienzo la ceremonia
del camaruco.

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Al ver que había gente que estaba trabajando pegan la vuelta, las
tierras ya tenían dueños. Una vez finalizado el campamento se viene
Mariano con la familia y animales a quedarse definitivamente. Luego él
sale a ver al resto de los pobladores que enviaron su documento para
que vayan tomando posesión de los campos y así conformar la comuni-
dad.
El lugar cuenta con historias buenas y no tan buenas; cuando se con-
forma la comunidad todos los integrantes hablaban el Mapuzungún (len-
gua mapuche), pero como don Mariano tiene mucha personalidad y ca-
rácter y conoce la organización y modernización de los blancos quienes
lo evangelizaron y educaron en escuela de curas, comienza a descuidar
la lengua mapuche desde su casa, prohíbe el habla de su familia para que
hablen el castellano. A doña María le cuesta mucho, es una paisana muy
dura por lo que no le es fácil aprender y nunca lo llegó a lograr.
A la casa de Mariano llegaban muchos paisanos y huincas; es así como
algunos le piden permiso para instalarse por poco tiempo y hasta la fe-

Manuel (izq.) y Meridiana Epulef junto a Valenciano Ayilef

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cha permanecen ocupan-
do campo de los Mapuche
que le fuera vendido por
Instituto Autárquico y
Colonización en la déca-
da del 1970.
Mariano era católico
y patriota por haber vivi-
do esa vida, el día más
respetado era el 9 de Ju-
lio por haber tenido el
honor de estar en el acto
junto al Presidente de la
Nación. La familia vivía
muy bien, hasta que un
día a mediados de no-
viembre, tiempo de los
chulengos, su yerno Lefiú
junto a otros amigos sale
a cazar dejando a su se-
ñora y un chico en la casa.
Aprovechando esto, unos
Anita Millapán y Quito Ayilef
peones supuestamente
pagos por Marinero, quien
fuera el dueño del campo, matan a Amalia Epulef y el chico de 17 años.
Cuando Juan regresa encuentra a su mujer muerta en el piso, con un jarro
de agua y llena de puntazo de cuchillo, el chico había escapado pero a
pocos metros estaba muerto de igual manera (Algunas personas que vi-
vieron en el lugar cuentan que de vez en cuando escuchaban llantos en
el lugar de la muerte). Para sus padres fue un golpe muy duro, ella era la
hija que más los ayudaba y sufrió en su arduo viaje.
En 1925 llega desde Neuquén Felipe (Marianito) hijo de Mariano y
Luisa Coilla, en compañía de un primo a quien tuvo el honor de cono-

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cerlo en Trelew, Silverio Epulef. Llegan y se quedan un tiempo largo
hasta que a Felipe le toca el servicio militar, luego de lo cual se quedaría
definitivamente en Puerto Madryn. Mientras tanto Silverio hizo lo pro-
pio, pero en tareas de campo terminando en Trelew.
Don Mariano, muy talentoso, reanuda el camaruco tal como lo
hacía su familia en Neuquén en el mes de febrero de 1926 en los cuales
los primeros Piuchenes son: Calfunahuel Eusebio, Epulef Roque, Epulef
Meridiana y Millapan Anita.
Tiempo más tarde gestiona la creación de una escuela al Estado Na-
cional, por lo que le responden que es posible, para lo cual la comunidad
debe poner una parte y ellos la otra. Mariano muy feliz acepta y busca a
un albañil llamado Ramón Corbalán, sus ayudantes son sus hijos Roque,
Manuel y gente allegada. La escuela abre sus puertas un 1º de febrero de
1932 con el Nº 111, más tarde Escuela Nacional Nº 138; la misma con-
taba con dos salones y se dividía en 1º Superior e Inferior. En el primer

Sepelio de Manuel Epulef

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año hubo 49 inscriptos, su
director fue Carlos Siciliano
Marinari y lo acompañaba
Bautista Básala; ellos per-
manecieron dos años. Eran
tiempos difíciles, no se co-
nocían vehículos, todo se
hacía vía caballo y carro.
Más tarde llega Jesús Cam-
po Rivero quien permane-
ce un tiempo, se cansa y
deja la escuela sin darlo a
conocer a sus autoridades;
cuando éstos se enteran
hacen una investigación y
encuentran que la escuela
estaba cerrada con llave,
por lo tienen que venir ha-
cer cambio de cerradura. El
24 de enero de 1936 asu-
me la conducción Rodolfo
Gregorio Pacheco quien
permaneció hasta 1946, y
durante ese tiempo tiene
una muy buena relación con
don Mariano.
Mariano y su señora
nunca faltaban a las reunio-
nes que se realizaban en la
escuela, pero por destino de
la vida María lo abandona
ese año. Mientras, él sigue
firme y a los dos años re- Carta de Manuel a la Legislatura de la
anuda el camaruco con sus Provincia
hijas; la principal es Elvira.
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En 1947 llega Ramón Rosa Morales de Catamarca quien dio un
cambio importante en la escuela que para ese entonces pasa a ser con
internado y era la única de una amplia zona. Recibía ayuda del Gobier-
no, de gente con estancia como Escoín, Rossi, etc., Funcionó hasta 1960
y de la cual quedaron muchas anécdotas.
Años más tarde llega Alicia Arriegada de Santa Fe, quien está un
tiempo muy corto y luego llega de Capital Federal Ramón Augusto Ba-
rros quien solo está tres meses, llegando en su lugar el 11 de noviembre
de 1963, en carácter de interino, Walter E. Amaya de Trelew quien per-
maneció hasta 1966 dejando obras en ejecución. Queda dicha responsa-
bilidad para el próximo director que llegaría el 16 de agosto de 1966,
que fue Elvecia del Carmen Sing de Guil quien dio finalidad a las obras
de lavadero, baño y cocina gracias a un subsidio del Gobierno. El lugar
es visitado por el entonces Gobernador, Contralmirante Guillermo Pérez
Pitón, quien propone la construcción de un tanque de agua que funcio-
nará por medio de un molino de viento, obra que se lleva a cabo y se
inaugura el 25 de enero de 1970. Esta directora permaneció hasta el 22
de noviembre de 1972, cuando es reemplazada por Francisco Alberto
Abellán quien está un largo tiempo, hasta que por causa desconocida se
aleja comunicando solamente al señor Romelio Jaramillo (Gallo Pelao),
peón de don Manuel Epulef.
Mariano Epulef fallece el 4 de febrero de l969 y el cacicazgo no
tiene una persona definida, se disputaba entre Manuel y Elvira, hasta
que en 1976 por decisión unánime de la gente dejan a Manuel Epulef
quien permanece como cacique hasta el día en que fallece el 14 de
enero de 1989. Para él fueron años muy duros ya que siempre peleó los
títulos de las tierras y no lo pudo lograr, por los distintos cambios políti-
cos; los que recién se lograron años después no en su totalidad.
Otra vez la Comunidad queda sin cacique hasta 1997 y por decisión
de la gente queda como cacique Ayilef Narciso quien venía llevando la
responsabilidad de Cabecilla el del camaruco desde fines de 1980 con
Elvira Epulef (su tía); ella ya enferma le deja la responsabilidad a su
hermana Meridiana quien lo lleva adelante hasta que fallece el 14 de

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noviembre de 2001, con cual toda la familia allegada a Narciso colabo-
ran para que el mismo siga hasta la fecha.
En abril de 1977 llegan dos docentes: uno, de Misiones, don Víctor
Moreira y una docente del pueblo de Alejandra, Santa Fe, Aída María
Estela. Ambos fueron llevados al lugar por un cura misionero, Padre
Sergio Micheli y a la vez acompañados por el Juez de Paz de Languiñeo
don Tito Arnoldo Garcindía, por encontrarse la escuela cerrada. Estos
llegan y se ponen a trabajar hasta el cierre del período que por tradición
era hasta el 25 de mayo. A partir de la fecha la escuela deja de funcionar
como internado por falta de presupuesto. Por ese entonces, alrededor de
la escuela solo había cinco casitas humildes de padres que estaban muy
distantes, cosa que tampoco era sencilla porque para trasladarse lo te-
nían que hacer en carro, aquel que tenía, o en pilchero; la leña había que
buscarla y acarrearla, por otro lado, para comprar sólo había un pequeño
negocio a unos cuatrocientos metros de un señor discapacitado llamado
Alberto Quilán, que era abastecido desde Colán Conhué por don Ma-
nuel Daut, quien trabaja en la zona desde principios de 1960 y era de
esos comerciantes a quienes no les importó la distancia, tiempo ni cami-
no, por otra parte también lo hacía don Héctor Rivera (actualmente cam-

Boliche de Alberto Quilán

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Rosa Tracalaf

pesino) a quien tampoco lo detenía ni el mal tiempo. Además de ser


comerciantes, hacían primeros auxilios por ser los únicos que tenían ve-
hículos; los enfermos que debían trasladarse a Esquel tenían que esperar
un mínimo de 48 horas, porque no era sencillo llegar a Colán Conhué...

Muchos iban a las curanderas en cerro Negro, zona de San Martín


otros a lo de doña Feliciana Perdo, quien falleciera a fines de 1970.

24
Feliciana Perdo (Curandera)

25
26
COMIENZO DE CLASES
El primero de septiembre de 1977 comienzan las clases con mucho
entusiasmo. Fueron unos días para no olvidar aunque ir a la escuela no
era solo estudiar sino que también se trabajaba para mantener la escuela,
lo que hacía que uno valore las cosas. No había personal de cocina ni
peón de patio, pero todo marchaba muy bien y si había que trabajar fuera
del horario de clase también se lo hacía, como regar la huerta para tener
buenas verduras. Un grupo grande íbamos de a caballo a la escuela y yo,
no por creerme el mejor, no faltaba un solo día, no me importaba el
clima.

Manuel Epulef, Florinda Pino y Angélica Epulef (niña) frente a la Escuela Nº 138

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Así fue como transcurrió el tiempo hasta que se implementó un plan
de viviendas VEPAM con adobes, aunque no fue posible porque fraca-
saron algunas partes. Luego se empezó a cortar bloques y así se logran
construir doce viviendas lo cual hace que la Aldea se empiece a formar.
Otros construyen sus casitas de adobe y en diciembre de 1989, por de-
creto de la Provincia, se crea la Comuna Rural.

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MARÍA COILLA
María Coilla era hija de Se-
gunda y Raymundo Coilla; doña
María no llegó a conocer a su
padre porque él muere siendo un
joven de aproximadamente 23
años, según le contara su madre
y María trasmitiría a sus hijos.
La triste historia que se trans-
forma en leyenda con el tiempo,
cuenta que era un joven humil-
de y trabajador que se dedicaba
a la caza, a cuidar sus pocos ani-
males y hacer algunas changas de
arreo. Cuando disponía de tiem-
po libre se juntaba con sus ami-
gos a correr guanacos, gozaba de
paz y felicidad con su familia,
hasta que un día cualquiera sale
con sus amigos a correr en una
planicie llamada Cura Malal (co- Hijos de María Coila
rral de piedra) en Neuquén. Era (Dominga y Eduardo)
un lugar poco accesible por la
gran cantidad de piedras que tenían los guanacos como refugio y escape,
pero entre sus amigos y él acuerdan en subir esa planicie y sacar de ese
lugar a las cuadrillas.
El que va es Raymundo que contaba con muy buenos perros, el resto
del grupo lo esperaba de a caballo; él va tranquilo hasta que llega a un
lugar lleno de piedras que formaban un corral y en la entrada observa
dos plantitas de foye, una planta que usaban los machis en Chile.

29
Al verlos se pregunta ¿Cómo puede ser que haya aquí si sólo se en-
cuentran al otro lado de la cordillera? Corta unas hojas, las mastica y era
el mismo foye, sigue caminando hasta donde están los guanacos, pero
sus huesos se comienzan a debilitar, por lo que regresa hasta su caballo
y le dice a un amigo que sigan porque él no se encontraba bien, saca el
cojinillo y se tira a descansar, se duerme, en ese momento tiene una
pesadilla, que unos brujos llegan enojados, lo retan, lo atan y le pregun-
tan ¿Quién le dio orden a que entre al corral y corte remedios? ya que
ellos estaban curando un enfermo; él los escuchaba, el conocimiento no
lo perdía, los brujos comienzan a debatir sobre qué iban a hacer con el
intruso; unos quieren sacarle el corazón, otros no porque no perdonaría
ni a su propia familia, hasta que deciden extraer su estómago; él escu-
chaba lo que estaban haciendo y diciendo.
Cuando hacen la cirugía siente algo frío dentro de él; lo cosen y lo
curan con un polvo verde y a la vez le aconsejan que tiene que conseguir
un caballo pasuco para que el organismo ande bien, pero que al cabo de
dos años morirá, en ese mismo día del año. Luego se duerme y cuando se
despierta tenía mucho dolor, como puede sube al caballo y se va hasta
su toldo en donde lo esperaba su mujer y sus pequeñas hijas Luisa y
María.
Allí se recupera, pero sabiendo lo que le sucedería cambia su men-
talidad, ya no era el mismo, comete muchas maldades y al ser pobres le
roba a los crianceros, ocupa peones y al que no le obedece lo mata,
llevaba animales de Argentina a Chile y de Chile a la Argentina. Allá
tenía un cuñado que vivía en un pueblo llamado Quintín, éste hacía de
cómplice en Chile y también tenía que recibir órdenes de Raymundo,
hasta que un día se cansa y da aviso a las autoridades, pero por ser
cuñado manda un peón con un mensaje diciendo que agarre su caballo
bayo para escapar porque la policía lo detendrá.
Lo querían vivo o muerto por las maldades y asesinatos cometidos, él
obedece, agarra su bayo y lo deja preparado, por ser de noche se acuesta
un rato, en eso siente que llegan los milicos, éste muy ágil monta su
caballo y dispara por las montañas más fea, lo siguen a balazos pero no
logran alcanzarlo, lo pierden y él logra cruzar la cordillera.
30
La policía vuelve hasta el toldo de Raymundo, ahí está su madre, su
señora y sus nenas, todos lloran, piensan que Raymundo está muerto; la
policía les dice: ¡Por qué lloran si ese desgraciado merece estar muerto...!
Se quedan unos días vigilando el lugar y nada, cuando se cansan se
van y aparece Raymundo todo cambiado; ya era no era el malo, se apega
a la familia, el día indicado por los brujos ya llegaba, no alcanza a estar
casi nada con los suyos porque una mañana se levanta descompuesto,
sin ánimo, acaricia sus hijas y se tira en su cama, le agarra un ataque y se
muere.
Su mujer Segunda queda a las buenas de Dios con sus dos pequeñas
hijas de 3 y 5 años aproximadamente.
María Coilla es asentada en 1880 y fallece un 6 de agosto de 1949,
gozaba de buena salud y años por vivir. Según cuentan su muerte se
debe a un error que cometieron con Mariano en un camaruco que lleva-
ron a cabo un 3 de octubre al que le tocó un temporal de nieve, ellos
presentían algo malo y le tocó a ella.

31
32
CAMARUCO

Camaruco en Aldea Epulef (Década del 40)

El ritual del Camaruco de esta comunidad nace en Neuquén en la


zona del lago Wechu Lafquen de donde se dice que tienen origen los
cuarenta Tailes que se cantan en el Camaruco.
La leyenda cuenta que allí vivió una familia muy humilde que se ali-
mentaba de cosas silvestres como plantas y animales. Era primavera y
las aves ponían sus huevos. La señora tenía tres hijos que la ayudaban; la
mayor era mujer, muy hermosa y tenía aproximadamente 12 años. Su
mamá la manda a juntar huevos, ella sale a recorrer pero encuentra muy
pocos. En el lago flotaba una isla la cual tenía abundante hierba y hue-
vos que se podían observar desde la orilla, por lo que ella dice a sus
hermanos que se anima a sacar esos huevos. Le responden que no lo
haga porque su madre ha dicho que eso es peligroso, que no se sabe lo
que puede suceder, pero ella desobedece y salta a la isla. Cuando lo
hace, la isla se aleja rápido y se hunde; los hermanitos vuelven desespe-
rados al toldo a avisarle a su madre, salen a buscar auxilio y lo consiguen
porque cerca de ahí estaban por hacer Camaruco. La familia Ñancucheo
y otras tratan de ayudar, hacen ruego, cantan, piden que aparezca la

33
niña, pero parece ser que es en vano. Luego de transcurridos tres días,
unas niñas conocidas por ella salen a jugar a escondidas de los padres y
de pronto se les aparece la niña perdida, de cabello rubio a la altura de la
cintura y les dice que ella no volverá, que está muy bien y que les va a
enseñar unos cantos.
Ellas la escuchan y aprenden, se vuelven sorprendidas y cuentan a
sus mayores lo sucedido. Todos lo toman con seriedad y los tailes los
aprenden.
Mariano padre dice que recordaba ese momento a pesar de ser joven.
Fue así que puso en práctica los tailes que aún se siguen llevando a cabo
en el Camaruco que se realiza de la siguiente manera:
En luna llena de febrero de cada año la Comunidad Mariano Epulef
realiza el camaruco desde 1926, un ritual al que no se le conoce el co-
mienzo específico, solo se sabe que arranca en la provincia del Neuquén
cerca del lago Huechu Lafquen, lugar significativo por los tailes (cantos
sagrados).
Los preparativos comienzan una semana antes de la junta del ruego,
así el mushai se puede fermentar bien.
El cacique (lonco) y sus colaboradores (werken) hacen un ruego el
día de la junta del inicio del camaruco casi de madrugada en el Rukúm
para que todo salga bien, una vez realizado se vuelven a la casa de don-
de se sale para acampar; no hay una hora exacta.
Sus piúchenes son dos varones y dos mujeres, siempre son adoles-
centes porque son considerados libres de cualquier culpa para recibir la
bendición de Futa Chau (padre Dios) identificado con los colores azul
(el cielo) y amarillo (el sol) los caballos gateado y moro, la bandera azul
y otra amarilla. Los primeros en llegar son los chicos piúchenes y los
caballos, luegos los participantes, cuando ya hay un número importante
se comienza con la ceremonia.
Se ponen los caballos frente de la casa histórica, los hombres se for-
man en fila de un lado y de otro y las mujeres se ponen de pie, los

34
Las piuchenes pintan las cañas para la ceremonia

piúchenes se pintan las mejillas y comienzan a pintar el Kultrún, luego


atan la bandera y pintan la caña, las mujeres están acompañando con sus
tailes y los hombres pegando cuatro gritos los cuales representan las
cuatros estaciones del año y además alegría, se pone la cascahuilla a los
caballos, se les atan las colas y se comienza a pintar el anca, la paleta, los
ojos (en el garrón y fin de la paleta se le figura los dedos del choique
(avestruz) por ser animal de la región más hábil, en el pecho se le figura
un corazón. Luego se ensilla, se lleva a la bandera, las cañas, kultrún,

Comienza la formación de los participantes

35
Degüello de las reses

Meridiana (izq.),Celia y Florinda

36
Los participantes se dirigen al rukún (campamento)

trutruca, etc. Se dan cuatro vueltas alrededor de la casa acompañados


de gritos y tailes; los que van de a caballo van en fila de cuatro, primero
los piúchenes, las cañas y demás concurrentes y se dirige al rukúm (cam-
pamento).
Se llega al rukúm, los piúchenes se quedan montados en sus caballos,
sosteniendo las banderas hasta que el resto de colaboradores hayan plan-
tado las restantes diez cañas; estas significan los doce meses del año.
Otros encienden los fogones, las familias comienzan a llegar para acam-
par cuatros noches y algunos hacer nuevos fogones. Cuando llega la ma-
yoría se desensillan los caballos y se los ata al frente de donde se realiza-
rá la ceremonia. Se vuelve al fogón, se preparan unos buenos mates y se
pone asados en los fogones para comer y así comenzar con la primera
noche de tailes que son dos. Se junta a las mujeres y los piúchenes alre-
dedor del fuego y se da comienzo, en donde se tailquea un total de cua-
renta cantos; cada uno tiene un significado y todos son referidos a los
astros, animales, y referencias a la naturaleza, por ejemplo: lagos, mon-
tañas, aves, lluvia, luna, sol, etc.
Mientras que los hombres cuentan sus anécdotas del año saboreando
los mates, recién se acuestan cuando las mujeres terminan con los tailes
que es más o menos a la 1 de la madrugada y siendo las 4 de la mañana
ya hay que levantarse porque a eso de la 5 las más ancianas cantan doces;
ahí los hombres acompañan con gritos y ya nomás se busca a los caba-

37
llos y a ensillar primero los piúchenes, luego el resto de la gente para dar
comienzo con el primer Agún mientras que las mujeres hacen lo propio
con el purrúm, al paso que le marca el kultrún; en el agún se dan cuatro
vueltas frente de las cañas y se hacen cuatro paradas, al frente se acom-
paña con pifilka, gritos y trutruca.
Cuando se finaliza las Calfú Malen (Piuchenas) comienzan a preparar
los jarros, el mushaí, las fuentes para la yerba y el azúcar mientras algu-
nos ya están llegando con los animales (ovejas, chivas). Allí dos jóvenes
asistentes de los piúchenes agarran un capón y una oveja, con pinta en
los ojos y las patas; eso forma parte de la rogativa al igual que los caba-
llos son los Weké, una vez atados se los pinta con la tradicional pata de
choique; ya pintados los piúchenes varones agarran un cuchillo y las
chicas un jarro para que en ellos caigan gotas de sangre de las orejas de
lo que se encargan los varones. Muchas veces no es sencillo cortar las

Nguillatún (ruego de Futachao)

38
orejas porque los caballos se dan cuenta de lo que les harán y se ponen
mañeros, pero no siempre. Luego se les hace a los weke; éstos son más
fácil dominar, las gotas de esas sangres las Calfú Malen las ponen en los
jarros.
Los jefes de familia que tienen su propio fogón agarran animales de
su propiedad para carnear, mientras que el resto sigue formando fila,
gritan y las mujeres tailquean y todos desuellan a la vez.
Una vez muerto cada animal se lo deja ahí con un agujero en la panza
para que tire el aire, y ya dar comienzo con el nuillipum; en primer lugar
lo hacen los hombres dos veces frente al rehué y luego se sube a caballo
dando cuatro vueltas, dos de mushaí y dos con yerba y azúcar, siempre
con la mirada en alto y sin gorra.
Terminado las Calfú Malen vuelven a preparar todos los jarros y fuentes
para que comiencen a guillatear las mujeres, mientras los hombres ha-
cen un picado de asado a la ligera porque cuando tienen que acompañar
con grito el ruego de las mujeres, los piúchenes varones permanecen a
caballo, ellas hacen dos veces frente al rehué y dos alrededor de las
cañas, cuando terminan los espera un asado; en ese momento largan los
weké (la oveja y el capón lleno de mushaí) Los dueños de los animales
carnean sus reses, las vísceras las tiran en un pozo, mientras que la cabe-

Calfú malen nguillateando

39
Elvira y Meridiana nguillateando

za, el corazón, y el hígado se los deja hasta la finalización del camaruco.


El Lonco agarra la cascahuilla y las plumas para dar comienzo con el
choiqué purrúm que harán de un día entretenido y se lo entrega al punte-
ro de una cuadrilla de cinco (el número solo fue un gusto del lonco en el
comienzo) una vez listo se sube al caballo y se hace un Agún de dos
paradas al frente y los choiqué comienzan con el revoloteo; a la vez el
Kultrún comienza a sonar y ellos al compás del mismo se vienen hasta el
rukum (cerco) y empiezan a trotar alrededor del rehué, las mujeres co-
mienzan con sus tailes y el kultrunero le pone otro ritmo. Cada uno de
los choiqué tiene un tail diferente que le llaman kempen; se debe al
apellido o descendencias, los sonidos del kultrún son todos diferentes,
las Calfú Malen permanecen frente a la bandera y con un jarro le tiran
agua en forma de lluvia, esto es un pedido de lluvia para que no haya
sequía a lo largo del año, lo propio hacen chicos y chicas, es un esparci-
miento (hoy por hoy poco se concreta debido al cambio climático que
existe en el mundo). Termina esta cuadrilla y entra otra, mientras hom-
bres y mujeres se prenden con la olla para preparar un rico puchero que
estará cuando finalicen de purruquiar el choiqué purrum; ahí se desensilla
y purruquean hombres y mujeres en el rehué enfrentado a las cañas y en
dirección opuesta; ahí se acompaña con tail, pifilka y kultrún, otro hace

40
sonar la trutruca; terminado las ancianas guillatean con la espuma del
puchero y torta frita, otras las acompañan con un tail. El resto de los
participantes también le dan agua a sus caballos y los dejan que coman
un rato, mientras todos están almorzando.
En ese momento se comparte conversación y a la vez se descansa
para comenzar luego de una hora. Lo primero es traer los caballos, ensi-
llar acompañado de tail y gritos. Ya nomás el Lonco hace entrega de las
cascahuilla al puntero de la cuadrilla que entrará en primer turno y que al
día siguiente volverán a repetir las dos.
La tarde pasa y llega la hora de desensillar y atar los caballos y
nuevamente juntarse en los fogones a tomar, compartir conversación y
cocinar unos asados, estando la panza llena nuevamente mujeres y
piúchenes se reúnen en el mismo fogón de la noche anterior a tailquiar
nuevamente los cuarenta tail.
Es el día más agotador, por el poco dormir, soportar frío, sol y humo
de los fogones. Esa noche se echa ceniza alrededor del rehué para que
no entre el gualicho.

Comienza el Loncomeo (danza de cabeza)

41
Baile del Choike Purrun

Se termina al mismo horario de la noche anterior y se vuelven a


levantar alrededor de las cuatro de la mañana para completar el segundo
día con los doce tailes, terminado se ensilla y se hace todo lo del día
anterior: niyipum, loncomeo, purrun de hombres y mujeres y el niyatun
con espuma del puchero y torta frita.
Después del almuerzo se vuelve con el choiqué purrun (loncomeo)
para que esas cuadrillas completen el día. Terminado se deja atados los
caballos y se ponen los asados, mientras que un integrante de la familia
agarra una pala y echa cenizas por donde se purruquió para que gualicho
no entre a bailar; luego de comer el que quiere ya se puede acostar por-
que ya no se tailquea y si quiere quedarse a charlar y tomarse unos mates
lo hace porque al otro día ya se puede dormir media o una hora más. La
tercera mañana ya es más aliviada aunque los cuerpos están sintiendo el

42
(Avestruz en castellano)
cansancio y se viene el día más entretenido porque ahí bailan el loncomeo
todos aquellos que no hayan podido bailar y lo quieran hacer. Al medio-
día se vuelve hacer el puchero, se desensilla un rato y por la tarde se
sigue con el loncomeo a los fines de que puedan completar el par, éstos
dejan de purruquiar a eso de 6 ó 7 de la tarde. Cumplido esto, todos a
subir caballo para aunquiar porque se levantan las cañas, las que son
llevadas por los mismos diez que las llevaron al rukum; se hace un agun
grande de cuatro vueltas frente al rehué y cuatro paradas al frente, las
mujeres todas purruquean. Es el último del año por lo que cada acción
se vive a pleno, cuando se está por hacer la última parada para ya termi-
nar lo de las cañas se cortan y se van a los gritos a la casa de la salida.
Terminado, las Calfu Malen plantan sus cañas con la bandera y el caci-
que forma su gente de un lado y del otro a gritar y así comenzar con la
finalización, lo primero es desensillar los cahuel (caballos) sacarle las
cascahuilla (cascabel) luego la cola, al lado se tiene dos baldes de agua y
dos de mushaí, los piúchenes comienzan a bañarlos enteros con agua,
una vez mojados se les comienza a echar el mushai hasta dejarlos cu-
biertos, sostienen los cahuel dos jóvenes.

43
Los cuatros piúchenes agarran su jarro, lo llenan de agua y una vez
largados los caballos se les tira de atrás para que se vayan o si hacen
algunas señas raras, los gritos son muchos al igual que los tailes. Ya es lo
último: si estos se van bien es seguro que todo andará bien a lo largo del
año.
Se llenan nuevamente dos baldes con agua y comienza la lavada de
cabeza de los piúchenes, primero los varones, luego las mujeres, los tailes
y gritos no dan respiro.

44
Ceremonia de la ceniza

Los cuatros
piúchenes se acercan al
rehué donde todavía
flamean las banderas y
las desatan con los mis-
mos tailes que a su sali-
da, una vez desatadas se
deja las cañas apoyadas en
ramas en donde se cuel-
gan las cascahuilla (casca-
bel) y el anum (pluma); el
lonco agradece a todos los
presentes por el acompa-
ñamiento y que todos re-
ciban las bendiciones de
Futa Chao. Celia Ayilef (izq.) y Luisa Calcumil
preparando el puchero

45
Los que tienen caballos los atan, otros los largan, luego se reúnen en
los fogones a charlar tomar unos buenos mates calientes si hace frío,
mientras los asados se cocinan mansamente, todos con la ilusión de
repetir el año siguiente. Luego de comer el asado ya hay que preparar la
cama para descansar y levantarse a las 5 ó 6 de la mañana, tomar mate
tranquilo y charlar porque sucede que en algunos casos se reúnen una
vez al año a pesar de estar en la misma comunidad, pero por razones de
trabajos no se sale. Alrededor de las 8 se comienza a juntar huesos, ca-
bezas de los animales carneados para llevar al pozo, verduras, etc. Otros

46
cocinan los últimos asados, algunos ya se van al campo.
Teniendo todo preparado se comienza con en Niguipum; un grupo de
mujeres Niyatean, otras tailquean, los piúchenes con un jarro tiran agua
continuamente al pozo mientras que los hombres presentes gritan; cuan-

47
do se termina se tapa el
pozo con ramas de molle
y se va al fogón a comer
y preparar las cosas que
se llevaron para perma-
necer las cuatros noches,
la mayoría lo hace en
auto por estar en un mun-
do avanzado; yo lo hago
en carro; años antes se
hacía en pilcheros, ca-
rros, vagones, eso hacía
que a las gentes que es-
Mujeres Niyateando
taban lejos no les era fá-
cil.
Tantos días de no salir ni un solo rato del rukum, el sonido queda
grabado en la cabeza; los gritos y tailes, cuando uno va alejándose por el
campo, parece que lo escucha como si aún el camaruco no hubiera ter-
minado. Sin embargo hay que esperar hasta el año siguiente. Siempre y
cuando Futa Chao lo acompañe.

48
ANEXO FOTOGRAFICO

Acceso a Aldea Epulef - 1973

49
Elvira, Manuel y Meridiana Epulef - 1980

Mariano Varela (izq.), el Padre Sergio, Manuel y Meridiana Epulef

50
Manuel Epulef y su Sra. Florinda Pino

51
Manuel Epulef reunido con pobladores de Aldea Epulef debatiendo el
tema de la tenencia de tierras - 1977.

Emilia Choiman (izq.), Florinda Pino y Margarita González.


52
Celia Ayilef, hija de Meridiana Epulef junto a su tío, Manuel.

53
Fermín Perdo (hijo de Rosa Tracalaf)
junto a su Señora e hijo.

54
Felipe Epulef (izq.) hijo de Mariano y
Luisa Coilla junto a su hijo y nuera.

Mónica (niña mayor), Izabel, Tito, Orlando y


Lorenzo González (nietos de Arturo González).
55
Martina Notao (izq.), Florinda Pino, Aimé Painé y Meridiana Epuelf -
1980

Aimé Painé, en una de las tantas visitas a la Escuela deAldea Epulef-1981


56
Meridiana Epulef, en su casa, junto a su bisnieta Sol Ayilef - 1997.

57
Calfu Malen: Nadia Ayilef y Vanesa Ayilef

58
GLOSARIO

Agún: Galopar alrededor del cerco en donde se realiza la ceremonia


Aunquiar: Galopar
Cahuel: Caballo
Calafate: Fruto silvestre (el que come Calafate, siempre regresa)
Calfú Malen: La piuchena (adolescente) vestida de azul.
Chos malen: La piuchena (adolescente) vestida de amarillo.
Calfucura: Cacique (Jefe de la tribu del mismo nombre)
Camaruco: Ceremonia religiosa
Cascahuilla: Cascabel de bronce que usaban los carreros.
Cayulef: Integrante de la tribu Cafulcurá
Choiqué Purrun: Baile que representa los pasos del avestruz
Chulengo: Hijo del guanaco/ pequeño.
Don Mariano Epulef (Padre): Integrante de la tribu de Cafulcurá
Don Mariano Epulef (Hijo): Fundador de comunidad EPULEF
Futa Chao: Dios grande/ Padre grande
Gualicho: Hechizo
Guillatear: Rogar a Futa Chao
Huncales: Juncos que nacen en el agua
Menuco: Vertiente de agua dulce
Kultrún: Tambor sagrado/ construido en madera/ dividido en cuatro
campos.
Kultrunero: El que toca el tambor
Lago Wechu Lafquen: Ubicado en Neuquén
Loncomeo: El que baila el Choique Purrun
Machis: Curanderas
Mapuche: Gente de la tierra/ habitante del lugar
Mestura: Mezcla de animales/ entrevero de animales
Mushai: Bebida de los mapuches, Se usa en la ceremonia/ Trigo y maíz
fermentado.
Namuncura: Integrante de la tribu de Cafulcurá/ Papá de Ceferino
Namuncura.
Neneo: Arbusto de meseta de forma semicircular. Alimento de ovejas y

59
chivos.
Ngillipum: Ceremonia/ Rogativa/También se le dice Guillatun
Nguillatearon: Rogaron
Pasuco: Caballo con paso peruano
Pifilka: Instrumento musical de viento
Pilchero: Caballo que se usa de carga
Piuchenes: Jóvenes (adolescentes) son los abanderados del camaruco
Purrum: Baile que se realiza alrededor de la cañas acompañado con
golpes de kultrún
Rukúm: El reparo que se realiza en la ceremonia.
Tailes: Canciones sagradas. A los animales, al cielo, a los integrantes del
camaruco.
Tailquea: Que canta las canciones sagradas.
Trutruca: Instrumento de viento, realizado con una caña y cuerno de
toro.
Weké: Animales (ovejas) sagrados

Caballos:
Moro: Representa el color azul (cielo)
Gateado: Representa el color amarillo (sol)
Yunta pampa: Dos caballos de cara blanca.

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