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Manuel Colmeiro Guimarás

uno de los máximos exponentes de la pintura gallega,  nació en Chapa, ayuntamiento de


Silleda, provincia de Pontevedra, el 7 de agosto de 1901, era hijo de Balbino  Colmeiro y
María Guimarás. Los primeros años los vivió en el mundo campesino, entre Chapa y San
Fiz de Margaride. Cuando tenía nueve años, sus padres emigran a Argentina en busca de un
mejor trabajo que el del campo y en 1913, con doce años, viaja a Buenos Aires para
reunirse con sus padres. Allí continúa con los estudios primarios  y empieza a dar sus
primeros pasos artísticos, haciendo bodegones caseros y asistiendo desde los dieciséis años
a clases nocturnas de dibujo y pintura en la Academia de Bellas Artes,  que compagina con
un trabajo en una industria de zapatería. Se integra en las tertulias intelectuales de la época
y participa en la creación de la revista “Fuego”, en la que escribe varios artículos. A los
veinte años participa en su primera exposición colectiva de arte, con cuadros en los que
pinta la naturaleza, el puerto y las calles de Buenos Aires y empieza a interesarse por la
literatura y la filosofía.

Cuando cumplió los veinticinco años regresa a España aquejado de una grave enfermedad y
se instala en la que va ser su residencia más permanente en Galicia, San Fiz de Margaride,
donde nuevamente el campo y la pintura vuelven a unirse, centrándose en el estudio del
ambiente campesino. En 1928, obtiene una beca de la Diputación de Pontevedra, asesorada
por Castelao, que le permite viajar a Madrid para asistir a la Academia de San Fernando
aunque él prefiere formarse por libre y visitar el Prado  y este mismo año,  realiza su
primera exposición individual en los salones del “Faro de Vigo”. Posteriormente viajó
Barcelona, donde  estableció importantes relaciones con pintores, escultores e intelectuales
catalanes, sin perder la relación con las gentes del arte y de la cultura gallega como Otero
Pedrayo, Valle Inclán, Vicente Risco, Castelao, etc. A pesar del ambiente muy politizado,
nunca militó en ningún partido. Estos años viajo frecuentemente a Holanda para estudiar a
fondo a Rembrandt. Goya, Velázquez y los holandeses se convirtieron en sus referencias
preferidas.

En 1929, se casa  con Emilia González, con quien tiene tres hijos y reside periódicamente
en San Fiz de Margaride y en Vigo, desplazándose con frecuencia a Santiago y Pontevedra,
donde participa en las tertulias de la época. Se interesa por las iconografías del mundo rural
y de la antropología gallega: el paisaje, el bodegón, la temática social, la mitología, las
maternidades, la etnografía y la antropología. Comienza a investigar en el campo de la
abstracción, la pintura mural y el simbolismo.

Durante la República, se relaciona con los artistas renovadores de la pintura gallega,


conocidos como los “Novos” o los “Renovadores”: Fernández Mazas, Eiroa, Maside,
Laxeiro, Souto, etc. Galicia, en esos momentos,  estaba recogiendo los frutos de las
“Irmandades da Fala” fundadas por Vilar Ponte y del grupo “Nos” y es la época de  la gran
labor del “Seminarios de Estudios Galegos”, que se desplazaron a Deza para estudiarla y
plasmar sus estudios en un libro que por desgracia desapareció y nos está privando de una
importante fuente de información sobre nuestra tierra.
En 1936, a los cinco meses de comenzar la Guerra Civil española, su compromiso político
con el nacionalismo gallego le lleva al exilio en  Buenos Aires, donde se encuentra con sus
padres y de nuevo comienza a intensifica su labor artística realizando también obras
murales como las del famoso “Pasaje Florida”, expone en Montevideo, Buenos Aires y
Brasil, realiza muchos dibujos e ilustra libros. Se relaciona con Luis Seoane, Lorenzo
Varela, Rafael Dieste, Alberti, Alejandro Casona y otros. Durante esta época su pintura se
centra en el recuerdo de Galicia y en la guerra, pinta maternidades, escenas familiares,
interpretaciones simbólicas, etc. Rafael Dieste publica la primera monografía sobre
Colmeiro “Breve discurso acerca de pintura, con el ejemplo de un pintor”.

En 1948, sintió la necesidad de volver a Europa y se afincó en Paris, alternando esta ciudad
con su estudio de Vigo y con su casa de San Fiz de  Margaride, cada vez con visitas más
frecuentes a estos últimos lugares. Expone en Paris, Londres, Lisboa, Vigo, Madrid, donde
se vincula a la galería madrileña Biosca y los estudiosos del arte lo incluyen en “Los
pintores españoles de la Escuela de Paris”, donde figuran artistas tan importantes como
Gris, Picasso, uno de sus mejores amigos, Gargallo, Miró, etc.

En 1982, se le concede el Pedrón de Ouro, y al año siguiente la Xunta de Galicia en unión


con el ministerio de Cultura, organizaron una “Muestra Antológica”, en el Museo Español
de Arte Contemporáneo de Madrid, muestra que después viajó por distintas ciudades del
país y así pudo apreciarse mejor su obra en toda España. En 1986, se le concedió el Premio
de las Artes de la Xunta y el premio “Celanova, casa dos poetas” y se le dedicó una
exposición en la Bienal de Arte de Pontevedra.

Un antecedente en la pintura de Colmeiro, fue Cezanne con el que se identifica plenamente


en el geometrismo del paisaje y la figura, añadiéndole una visión humilde de campesino de
Silleda,  en la feria, en el trabajo del campo,  en la romería, con el pan, el sacho o con la
santiña, en una atmosfera difuminadora de las líneas y conformadora de volúmenes que
trasmite esencialmente la quietud y el silencio de la montaña gallega. Colmeiro, decía: “El
Arte es ante todo una relación profunda del hombre con la vida”. La vida de Colmeiro en
Buenos Aires o Paris se traducía en campesinos, prados y panes de su tierra, en su vida de
ciudad supo mantener la memoria profunda y ensoñadora de su ser campesino.

Manuel Colmeiro Guimarás, uno de los máximos exponentes de la pintura gallega, falleció
en octubre de 1999 a los 98 años de edad en su residencia de Salvaterra do Mino
(Pontevedra) y fue enterrado en su parroquia natal San Fiz de Margaride en la más estricta
intimidad. En su tumba reza la inscripción “Pinté y amé a mi pueblo”. Sobre su figura se
publicaron números estudios y monografías y su obra cuelga en varios museos españoles y
extranjeros.
La Siega – 1935

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