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La unidualidad del hombre

La unidualidad del hombre


¡¡¡Bienvenid@s a nuestro segundo Encuentro Virtual!!!

Gracias por participar de este curso a pesar de las dificultades del contexto que nos
toca vivir. Vamos a tratar de pensar juntos a la distancia, experimentando nuevas
formas de vincularnos y de trabajar en conjunto.

La semana que pasó tuvimos nuestro primer encuentro. A pesar de ser asincrónico,
hemos coincidido en nuestra actividad inaugural: el Foro. Much@s de ustedes
participaron, creando conocimiento alrededor del interrogante “¿Qué es el hombre?.
Los aportes fueron variados y riquísimos. La mayoría decidió responder recurriendo a
teorías filosóficas, y otros decidieron acudir al arte. En fin, las respuestas fueron
variadas: los invito nuevamente a que lean los aportes de los compañer@s.

A partir de los variados aportes podemos afirmar que no hay una sola definición de
hombre, y que éste es un ser que tiene diferentes atributos y cualidades. Una de las
cualidades que quiero rescatar en el día de hoy, y que será objeto de esta clase, es la
complejidad del hombre. Para trabajarla acudiremos a la teoría del pensador Edgar
Morin en su texto la “La Unidualidad del Hombre”.

Antes de ir a la teoría, propongo que conozcamos un poco de este importante


pensador. Para ello cito la página web de la Cátedra Itinerante UNESCO “Edgar Morin”
que afirma lo siguiente:

“Edgar Morin (1921) es un pensador y escritor francés de destacada labor intelectual


con una singular reflexión y un comprometido protagonismo en los debates sobre los
acontecimientos más destacados del siglo XX. Miembro de la resistencia
francesa enfrentó al nazismo en su juventud, luego acompañó al ejercito francés en la
ocupación de Alemania para colaborar en la comunicación de posguerra. Se incorpora
al partido comunista y permanece hasta fines de los ´60 cuando rompe con el mismo,
para iniciar una crítica al marxismo y profundizar en los estudios sobre las causas del
totalitarismo de estado.

Su pensamiento excéntrico con respecto al clima cultural europeo, caracterizado por el


protagonismo del estructuralismo y el posestructuralismo, lo llevó a investigar en forma
independiente y alejado de la vida académica, sobre lo que luego denominará “humana
condición” y la complejidad de la identidad humana. Su preocupación por encontrar un
enfoque no reduccionista de los fenómenos complejos como es el caso de lo humano y
su entorno, lo impulsa a transitar distintos paradigmas en búsqueda de una plataforma,
un pensar y un camino (método) que denominará “pensamiento complejo”, en un
contexto inédito de la relación de la humanidad con el planeta, que junto con otros
pensadores, caracterizará como “era planetaria”, ubicando el nacimiento de la misma
en el descubrimiento de América.
La inédita circunstancia de la humanidad en relación con el desafío de una nueva
escala de organización política, lo lleva a investigar sobre las condiciones de
posibilidad de una antropolítica civilizatoria que de cuenta de la construcción de una
“Tierra-patria” y al mismo tiempo, contemple un proyecto educativo acorde con los
desafíos que ello implica. En ese sentido, a partir de la década de los ´90 centrará sus
esfuerzos en proponer alternativas al déficit principal del sistema educativo, consistente
en la organización fragmentaria de sus contenidos, efecto y al mismo tiempo causa del
fenómeno de la hiperespecialización, cuya tendencia obstaculiza el estudio de los
desafíos más urgentes de la vida planetaria que desbordan ese orden fragmentario de
conocimientos. Su propuesta de articulación de saberes y su pregunta sobre cuál es la
visión de transdisciplinariedad más apropiada a las circunstancias, son el eje de sus
aportes a las reformas educativas del presente.

Más de cincuenta libros, muchos de ellos traducidos a numerosos


idiomas, doctorados Honoris Causa de más de treinta universidades del planeta,
premios y reconocimientos internacionales, dan cuenta de la destacada labor de Edgar
Morin.”

En el texto “La Unidualidad del Hombre” Morin trabaja la “cuestión de la definición y la


unidad del género humano” y lo presenta como un problema que a la base de sus
aspectos científicos se encuentran aspectos sociales, políticos y éticos ya que la tardía
idea de unidad del hombre es “disuelta” por el etnocentrismo y el sociocentrismo.

A ello lo podemos observar en la DOBLE CONCIENCIA de la que depende la idea de


hombre y que se hace visible en el trato que damos a los seres humanos. Por un lado,
nos dice Morin, a todo extranjero lo reconocemos como un ser perteneciente a la
misma especie humana (primera conciencia); por otro lado, hay una segunda
conciencia que lleva a reconocer como hombre sólo aquellos que pertenecen al mismo
grupo, “siendo el extranjero otro”. Esta segunda conciencia posee la característica de
ser etno-sociocéntrica.

En otras palabras, la primera conciencia reconoce a todos los hombres como


pertenecientes a un mismo grupo, como humanos; pero la segunda conciencia oculta la
primera cuando consideramos a algunos seres humanos como “otros”, ya sea como
seres superiores (un dios o humanos superiores) o como seres inferiores (“humanos
inacabados, insuficientes, bárbaros). Esta segunda conciencia se hace evidente en las
relaciones cotidianas.

Ejemplos prácticos de esta doble conciencia:


Este es un titular del canal de noticias Crónica que muestra claramente la distinción
que algunos establecen entre los humanos, cuando consideran “personas” a los que
pertenecen al grupo de argentinos (a los parecidos a mi) y “otros” a los que no son
cercanos, a los que son diferentes. En este caso la frase “un boliviano” pareciera tener
connotación negativa, haciendo evidente la descalificación a las personas
pertenecientes a esa nacionalidad.

Por otra parte, la doble conciencia lleva a que algunas personas consideren
superiores a “otros”, a los que no son iguales. Ejemplo de ello lo podemos encontrar en
las relaciones entre españoles y originarios durante el período de conquista, cuando
algunos americanos veían como dioses a los visitantes.

Este imaginario sigue vigente y se visibiliza con frecuencia cuando, por ejemplo,
emitimos juicios donde revalorizamos los productos europeos y despreciamos los
propios.
Morin afirma que “la idea de unidad del hombre se afianzo y afirmó en y por el
humanismo. El humanismo funda al hombre aislándolo de la naturaleza y
autonomizándolo en el derecho; el hombre es autosuficiente y adquiere su legitimidad y
su fundamento en la (su) Razón” Esta idea humanista es universalista y pretende ser
emancipadora porque reconoce a todos los hombres como seres libres e iguales en
derechos, prescindiendo de la consideración del hombre como un ser natural.

El problema de esta idea es que se queda en la formalidad del derecho y no logra


sobreponerse ante la segunda conciencia; es más, es causa de la caracterización del
hombre como “el hombre blanco occidental con sus caracteres técnicos, adultos,
masculinos”, cuya consecuencia es que todo aquel que pertenece a la especie humana
y que no responda a esas características sería considerado “inacabado”, “incompleto”,
“insuficiente”, “pervertido”. Ideas que se encuentran a la base de la dominación colonial
y que son denunciadas por desconocer “la virtud de la diferencia y el derecho a la
diferencia”.

De esta forma, la idea de hombre concebida por el humanismo, que separa la razón de
la biología humana, es incapaz de concebir la diversidad y la diferencia en la unidad.
Esto se debe a que pertenece a un “paradigma disyuntor” donde la “unidad puede ser
concebida ocultando la diversidad, donde la diversidad sólo puede ser concebida
excluyendo u ocultando la unidad”.

Morin sostiene la necesidad de un paradigma que pueda concebir y explicar lo uno en


lo diverso y lo diverso en lo uno. Un paradigma que vuelva al concepto de hombre pero
teniendo en cuenta su entrada natural y cultural, ya que es un ser totalmente “bio-
cultural”, porque todo acto humano es biocultural y todo acto humano es a la vez
totalmente biológico y totalmente cultural.

El hombre es totalmente biológico: cada acto del hombre, cada gesto, provienen de
rasgos primates o mamíferos. Todo lo humano tiene una fuente biológica.

El hombre es totalmente cultural: de igual manera, cada acto y cada gesto del hombre
están culturalizados.

Pongamos un ejemplo. Comer es un acto totalmente natural, y lo sabemos por el


simple hecho de que tenemos hambre y si no comemos morimos. Es un acto vital y
compartido con todos los animales. Pero a su vez es un acto totalmente cultural:
comemos sentados en una mesa, con cubiertos, cocinamos siguiendo recetas, etc.

Ejemplos como este se pueden multiplicar en cada acto humano.

Esta nueva definición de hombre, que viene a remplazar la vacua idea humanista,
permite llenar de contenido el concepto y permitiría operar una “soldadura
epistemológica” que ensamblaría las ciencias que estudian al hombre para verlo como
un ser bio-cultural, como un ser complejo, y quizás superar el paradigma disyuntor y la
doble conciencia que históricamente subyace a esta idea.
Hemos hecho un rápido recorrido por el texto. Ahora l@s invito a que pensemos la
doble conciencia y el concepto bio-cultural del hombre del que nos habla Morin. Para
ello, primero, l@s invito a que leamos el texto propuesto y que está adjunto a esta
clase; segundo, vamos hacer el intento de trabajar en grupos con una actividad sencilla
y que también está adjunta a esta clase.

Los grupos han sido armados por mí en la plataforma. No sé cómo se pueden


comunicar entre ustedes, pero espero puedan hacerlo y trabajar colaborativamente.

L@s saludo y los espero en el próximo encuentro!!!

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