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OPINIÓN DOCUMENTADA

Rodríguez Guerra Manuel

El caso del día de hoy nos presenta a una paciente de 50 años que llega a consulta por
presentar durante 4 años prurito generalizado molesto en la noche y fatiga generalizada,
además refiere que hace dos años se agrega hipertransaminasemia y fosfatasa alcalina
elevada. Como antecedentes presenta asma bronquial y madre con rinitis alérgica. En el
examen físico evidencia algunas excoriaciones en miembros superiores, tórax y miembros
inferiores. En el análisis laboratorial evidencia AMA positivo, bilirrubina normal, TGO y TGP
aumentadas, el resto de examen (hemograma, perfil renal, glucosa, serología de hepatitis,
anti DNA) sin hallazgos positivos. Finalmente, se realizó histopatología y se evidenció
inflamación crónica y fibrosis obliterativa de los conductos biliares intrahepáticos.

La conclusión de nuestro caso fue un prurito debido a cirrosis biliar primaria. El análisis del
caso parte desde la presencia de prurito crónico el cual es motivo de una anamnesis íntegra
y exhaustiva, analizando la duración, localización, curso, naturaleza, intensidad, momento
de presentación, factores agravantes, desencadenantes y aliviantes. Por otro lado se
interroga acerca del cuidado de la piel, uso de medicamentos, consumo de sustancias
tóxicas, presencia de alergia, antecedentes de enfermedades sistémicas y dermatosis. Esto
será de gran importancia al momento de orientar nuestro plan diagnóstico.

Es interesante además analizar cómo el prurito no solo es un síntoma de una enfermedad


de la piel sino que llega a ser parte del cuadro clínico de una enfermedad sistémica como
en nuestro caso: Cirrosis biliar primaria. Relacionadas a este órgano también se puede
presentar en otras patologías como: colangitis esclerosante primaria, coledocolitiasis
obstructiva, carcinoma del conducto colédoco, hepatitis, entre otras. El prurito en la cirrosis
biliar se presenta de forma generalizada, migratoria, de mayor intensidad en manos y pies y
regiones que se cubren, se intensifica en la noche y no se alivia con el rascado. Este
síntoma aparece incluso años antes de las manifestaciones de dicha hepatopatía. Por ende,
ante un o una paciente con prurito generalizado crónico, de las características antes
mencionadas; será importante hacer un estudio de las vías biliares mediante interconsulta a
gastroenterólogo el cual será el mejor para guiar el tratamiento de la patología base. Si bien
dicho profesional es el más preparado para su tratamiento, los médicos generales, como en
el caso, pueden hacer el diagnóstico guiándose de algunas pruebas que puede solicitar
como el estudio de AMA, fosfatasa alcalina, como se pudo evidenciar en nuestro caso, el
médico a cargo, además de la biopsia solicitada en su momento, haciendo que, en suma,
hagan diagnóstico de cirrosis biliar primaria.

Las teorías aceptadas en cuanto a la patogénesis del prurito colestásico son: prurito por
acumulación de ácidos biliares, por acumulación intrahepática de opioides los cuales
generan prurito por neurotransmisión o neuromodulación en el SNC y, finalmente, por
acción del ácido lisofosfatídico el cual es un activador neuronal, y la autotaxina la enzima
que produce dicho ácido a partir de la lisofosfatidilcolina.

Para el tratamiento farmacológico abordamos la patología base con ácido ursodesoxicólico


(UDCA) a 13-15 mg/kg/d y frente al prurito utilizamos colestiramina, rifampicina o
naltrexona.
Así como pasa en una hepatopatía, el prurito se puede asociar a enfermedades renales,
hematológicas, neoplasias, endocrinas, metabólicas, autoinmunes, entre otras; por ende
hay que ser muy cautelosos y observar clínica asociada principalmente; de esta forma
seremos buenos clínicos y tendremos muchas patologías en mente para orientar nuestro
diagnóstico.

Referencias bibliográficas

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