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FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS DEL TRABAJO SOCIAL Y SU APORTE A LA

ESPECIFICIDAD DE LA PROFESIÓN

GISELL MARTÍNEZ, MAIDE BUITRAGO, YENSI LAGUADO, ASTRID LIZARAZO

TRABAJO SOCIAL

FACULTAD DE EDUCACIÓN, ARTES Y HUMANIDADES

UNIVERSIDAD FRANCISCO DE PAULA SANTANDER

MAG. MAGDA BAYONA

14 DE SEPTIEMBRE DE 2022
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La epistemología interpela y dinamiza las ciencias. Permite reflexionar acerca de los

principios, fundamentos y métodos del conocimiento, y siendo el Trabajo Social una disciplina

científica, contribuye a la constitución de la profesión, en su quehacer y en su razón de ser.

Preguntas como cuál es el fundamento teórico del Trabajo Social, cuál es su objeto, cuáles son

sus métodos o sus modelos, los paradigmas que lo nutren y si es el Trabajo Social una disciplina

científica o una tecnología profesional (Restrepo, 2002), son unas de las tantas interrogantes que

busca responder la reflexión epistemológica y que, a su vez, va dinamizando el ejercicio

profesional que se basa en estos supuestos. Según Ortiz y Falla (2013)

La epistemología permite dotar de sentido crítico y de contenido a la disciplina, y da

respuesta a la necesidad permanente de repensar y de reflexionar sobre los procesos

propios de la praxis profesional a partir de un análisis crítico sobre la teoría que guía,

orienta o delinea la acción; por ello, la investigación se convierte en un medio que

permite y facilita tal reflexión epistemológica (p. 43).

A lo largo de la historia de la profesión, numerosos autores han debatido sobre estas

cuestiones, algunos incluso mostrando su rechazo al calificarlas de “teoricistas” que alejan de las

urgencias reales, otros insistiendo en la importancia de la epistemología porque “sólo si existe

una sólida reflexión en torno a los supuestos del conocimiento que subyacen a cada proceso

científico específico, será posible elaborar análisis y sugerir soluciones desde los fenómenos

concretos” (Alvarado et al., 2004, párr. 23, citado por Ortiz y Falla), lo que permite redefinir las

teorías y realizar los cambios de paradigmas que van exigiendo los nuevos contextos.
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Afirman Ortiz y Falla (2013) que es necesario que tanto la o el trabajador social

incorpore los fundamentos aportados desde los paradigmas que tienen diversos planteamientos

ontológicos, epistemológicos y metodológicos que trascienden los espacios de actuación

profesional. Castro (2014) define los paradigmas como un conjunto de realizaciones científicas

"universalmente" reconocidas, que durante un tiempo proporcionan modelos de problemas y

soluciones a una comunidad científica. Indica que un paradigma no solamente envuelve, sino

controla, define, delimita todo lo que se percibe, lo que se cree que es.

El Trabajo Social se ha dibujado bajo estas líneas interpretativas y es importante

identificar desde cuáles la investigación y la intervención de la profesión se desarrollan y

construyen. Hernández y Mena (2014) identifican tres paradigmas que han predominado y

aportado a la disciplina: el paradigma positivista, el paradigma interpretativo-hermenéutico y el

paradigma crítico o materialismo histórico.

El positivista, según los autores, trata de verificar la lógica explicativa del mundo de las

cosas con un enfoque determinista, a través de un conocimiento generalizable. Los fenómenos

humanos son en esencia igual a los fenómenos naturales y sociales. Su método es distributivo,

cuantitativo con categoría empírica-analítica (p. 49).

Por otro lado, el interpretativo defiende que los fenómenos humanos son distintos a los

fenómenos naturales. La realidad es creada desde la subjetividad del sujeto, por lo tanto la

realidad social no es fija ni estática. Su método es interpretativo, cualitativo con categoría

hermenéutico-fenomenológico.

Por último, el crítico o materialismo histórico, define los fenómenos y la realidad, según

Ortiz y Falla (2013) como construida históricamente, divergente y contradictoria, identifica las

relaciones de poder de manera antagónica, se comprueban contradicciones existentes en la


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realidad social y la configuración de sujetos sociales capaces de generar procesos de cambio; se

asume el conocimiento como resultado de la interacción y la interacción como praxis, así como

su énfasis en la estructura económica, el poder y la organización de las clases sociales.

Se vislumbran entonces numerosas contradicciones entre estas perspectivas y entre ellas

destacan si son compatibles lo cuantitativo y lo cualitativo en las ciencias sociales. Pérez Serrano

(1994), señala que el encuadre en un paradigma u otro no supone necesariamente la elección en

exclusiva de los métodos coherentes con el mismo. Es posible la combinación de métodos

diferentes en función siempre de la naturaleza de lo que se quiere estudiar, de las exigencias

planteadas en el estudio. Coincide Pérez con Hernández y Mena (2014) que sostienen que el

abordar los diferentes paradigmas permite comprender mejor el objeto de estudio y evitar el

supuesto de que el Trabajo Social con enfoque cuantitativo (explicación, predicción y control del

dato) es superado por el enfoque cualitativo (comprensión, significación y acción en las prácticas

sociales) o viceversa.

Ahora, ¿en qué aportan estos fundamentos epistemológicos a la especificidad en Trabajo

Social? Todo lo anterior permea el ejercicio profesional; por ejemplo, afirman Ortiz y Falla que

el paradigma del materialismo histórico inspirado por Marx, convierte al trabajo social en crítico

y orienta hacia la necesidad de generar transformaciones estructurales en la sociedad, en la que

prima el protagonismo de los sujetos y la lectura de contexto con una dimensión de totalidad.

También determina la importancia de la relación teoría-práctica para lograr una relación directa

entre el pensamiento y la aprehensión de la realidad. Hernández y Mena (2014) alegan que el

Trabajo Social se ha visto sumamente influenciado por un paradigma positivista, enfatizado en la

experimentación, causalidad lineal, explicación y predicción; pretende establecer el porqué de

los hechos sociales buscando con ello encontrar la explicación de carácter casuístico. Se
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evidencia también en los objetivos de formación en torno a los métodos de intervención social a

partir de entender la realidad social como “fraccionada” en individuo y familia, grupo y

comunidad. Esta orientación eminentemente explicativa en el trabajo social es la que le confiere

importancia al empirismo para acceder al conocimiento de la realidad y la intervención centrada

en la perspectiva estructural que se orienta hacia la adaptabilidad e integración de los individuos

a su medio social. (Ortiz y Falla, 2013).

El paradigma hermenéutico también ha aportado significativamente a la perspectiva

profesional, las mismas autoras indican que buscan dar cuenta de la conducta humana a través de

la explicación de cómo esta se configura en una determinada relación social; para ello parte de la

comprensión, interpretación y explicación de los hechos sociales a partir de las expresiones

individuales (actos) que han sido construidos social, histórica y culturalmente. Rodríguez (2011)

habla de que la intervención bajo este paradigma, sería resultante de procesos de coexistencia y

simultaneidad de dos conciencias, a partir de la puesta cara a cara entre el trabajador social y el

otro, y la relación social “nosotros” que le es subsecuente.

Estos fundamentos ayudan a delimitar el campo de acción del profesional y por

consiguiente ayudan a crear una identidad de profesión (Aquin, 1994) le brinda mayor estatus a

la profesión a medida que se logra una actuación cada vez más precisa, eficaz y fundamentada

frente a los problemas que constituyen su objeto. La especificidad del trabajo social se evidencia

cuando descubre su objeto de estudio, elabora sus propios métodos, elige de qué paradigmas

posicionarse, es decir, especifica su ser, su por qué, y su qué, cómo y dónde hacer. En esto

también salen a la luz necesidades como el trabajo interdisciplinario, o la elaboración de teorías

de intervención propias. Con respecto a esto último, Aquin (1994) afirma que
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La intervención, si no está respaldada por una teoría que dé cuenta de ella, se mueve a

ciegas, inconsciente de los efectos que produce, incapaz de reconocer límites y abrir

posibilidades, inhabilitada para la crítica y el perfeccionamiento, condenada si se quiere,

a ser copia de sí misma. La teoría es portadora del poder de la crítica, a la que es poco

afecta la tecnocracia (p. 10)

Finalmente, sin duda la evolución histórica de la disciplina demuestra que es posible

mirar con distintas perspectivas a la realidad social, el conocimiento de la misma, los procesos de

producción y la manera de interpretar sujeto-objeto. Hernández y Mena (2014) hablan que de

superar la ruptura entre paradigmas dependerá la comprensión de nuestro objeto de estudio. Aun

así, en la actualidad consideramos la prevalencia del paradigma crítico por las realidades

históricas y particulares de Colombia y la región latinoamericana. Si bien se consideran útiles los

métodos y perspectivas de los paradigmas positivistas e interpretativos, creemos que absolutizar

lo cuantitativo o lo cualitativo, no da respuestas reales ajustadas a la realidad, mucho más

compleja y dinámica que los datos, y no solo basada en la intersubjetividad de la relación entre el

trabajador social y el sujeto.

Es importante destacar que desde lo crítico, lo político cobra un papel fundamental. Si en

el campo profesional se quiere asumir una postura política y consecuentemente ética, las

relaciones de poder que se establecen deben ser claramente analizadas y develadas; de ello

depende la intencionalidad de la actuación de la o el trabajador social, ya sea en el contexto de la

intervención o de la investigación (Ortiz y Falla, 2013).

Nos remitimos a Nora Aquin cuando decía que "se vuelve a la teoría para enriquecerla,

pues ésta por sí sola, no es transformadora; debe trascender a la práctica para objetivarse y
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materializarse". Siendo la transformación de la realidad nuestro horizonte, creemos que la

relación teoría-práctica es indisoluble y que la construcción del conocimiento científico no

debiera tener fin; nos suscribimos a Castro (2014) que afirma que el crear y construir

conocimiento es un camino en el que metodológicamente se tiene que seguir, un camino que

invita a salir, para visualizar nuevas rutas que permitan al investigador la innovación de

propuestas y no seguir ese camino marcado por el pensamiento y la subjetividad de los otros, o

por la rectitud de los procedimientos metodológicos; en síntesis, la epistemología en Trabajo

Social resulta ser una temática inagotable, profunda y fascinante.


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REFERENCIAS

Restrepo Giraldo, F. J. (2002) Epistemología del Trabajo Social. Revista de Trabajo Social No.

(4), 23-30

Ortiz Nova, Y., Falla Ramírez, U. (2013) Reflexiones en torno al aporte de los fundamentos

epistemológicos de las ciencias sociales al trabajo social: contribuciones a los procesos críticos y

propositivos en la praxis profesional. Tendencias & Retos, 18 (2), 41-59

Castro Guzmán, M. (2014) Epistemología, paradigmas y modelos; tres conceptos esenciales para

la discusión del objeto de estudio de la disciplina de Trabajo Social. Epistemología y Trabajo

Social, Tomo II. Editorial SHAAD

Hernández, J. y Mena, N. (2014) Aportes del Trabajo Social desde la mirada epistémica de la

acción profesional. Epistemología y Trabajo Social, Tomo II. Editorial SHAAD

Pérez Serrano, G. (1994) Investigación cualitativa. Retos e interrogantes. La Muralla.

Rodríguez, R. (2011). La estructura temporal de la intervención en el trabajo social. Un enfoque

desde la fenomenología de Alfred Schütz. Tabula Rasa, 14, 311-322.

Aquin, N. (1994) ¿Por qué desarrollar la especificidad? Prospectiva, Revista de Trabajo Social e

Intervención Social, No. (2) 6-15

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