El conflicto es algo que sucede de manera natural y frecuente, tanto en el
hogar como en el trabajo; de hecho, la vida sería muy miserable sin ello. No hay dos personas que piensen, actúen o sientan de la misma manera, y debido a que cada individuo tiene una perspectiva única, es imposible evitar por completo los conflictos interpersonales sobre las diferencias en los rasgos de personalidad de las personas.
Los problemas surgen cuando permitimos que estas fricciones se nos
escapen de las manos y permitimos que nuestras personalidades entren en juego (en vez de las ideas). Los conflictos en exceso pueden hacer que la vida sea extremadamente estresante.
Puede haber muchas razones diferentes para los desacuerdos, pero la
principal es que cada individuo prefiere manejar las cosas a su manera. Pero, dada su marca particular de desorden de personalidad, una persona combativa puede ocasionalmente atribuir la causa al menor de los problemas.
Por ello, es fundamental conocer algunos de los rasgos que caracterizan
con más frecuencia a una persona conflictiva, para prevenir este comportamiento o reconocerlo cuando se manifiesta en uno mismo o en los demás:
Competitividad, a veces excesiva.
Malentendidos o formas distintas de ver las cosas. Falta de cooperación, real o imaginaria. Conflictos de personalidad. Problemas con la autoridad. Frustraciones individuales. Deseo de asumir mayor responsabilidad. No querer aceptar responsabilidades. Incapacidad para seguir las normas o ceñirse a los planes. Desacuerdo en la forma de alcanzar las metas acordadas y discrepancia de las mismas. Una persona que es capaz de comprender el conflicto y los factores que contribuyen a él, podrá prevenirlo o resolverlo mejor. Evitar problemas es deseable, pero como todos sabemos, no siempre es posible. Si no eres capaz de detener el conflicto, intenta buscar la solución más constructiva, que es utilizar la inteligencia emocional. Hernández Ramírez Alexis Xavier C.I: 18.810.656
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