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Bárbara R íos

Aquel
bosque de
magia
Índice

1. Introducción
2. Presentación
3. Cuento
4. fábula
5. Leyenda
6. Mito
7. Conclusión

Introducción

Básicamente, este compendió se basa


en un mundo mágico y mítico al leerlo te
transportará a otro mundo te hará viajar te
Llevara a un mundo muy fuera de lo común
Por ello ponte muy comodx , trae una cobija
acomodate en tu cama y lee con mucha
Atención, ya que apartir de ahora te
teletransportaras
a otra dimensión.
presentación

CENTRO EDUCATIVO:UVEG
Semestre: 4to
Área disciplinar: Cominicacioy
Modulo: Literatura
Unidad: l
Nombre del alumno: Barbara ríos
Gutiérrez
Nombre de la actividad: Compendió
Número de la actividad: 1
Fecha: Viernes 31 de Marzo del 2023

a gran carrera
L
Duendes y hadas habitaban todos juntos en el reino de Mundo Mágico, un lugar donde la magia y la fantasía
brotaban por todas partes.

Un día, a alguien se le ocurrió organizar una competición para ver quiénes eran mejores, si los duendes o las hadas. A
todos les pareció una gran idea, pero no se ponían de acuerdo en el tipo de competición que sería más justa. Las hadas
tenían alas, y eso era una gran ventaja si decidían hacer una carrera. Después de mucho discutir, decidieron entre
todos que lo mejor sería hacer una carrera ciclista.

Duendes y hadas empezaron a montar en bici durante varias horas al día. Tenían que ponerse en forma para la
carrera. El premio era increíble: el que ganara gobernaría sobre Mundo Mágico para siempre.

La noticia de la carrera ciclista de Mundo Mágico llegó a todos los rincones del reino. Cuando las brujas se
enteraron salieron de los escondites en los que las hadas las habían castigado a permanecer por sus fechorías.
Gobernar Mundo Mágico era algo por lo que merecía la pena arriesgarse a incumplir el castigo que las hadas les
habían impuesto.

- Esas brujas jamás podrán con nosotros -decían los duendes-. Y si hacen trampa, serán descalificadas.
- ¿Qué se habrán creído esas? -decían las hadas-. Si apenas pueden caminar sin bastón, ¿cómo pensarán hacer para
montar en bicicleta?

Hadas y duendes estaban muy confiados en que las brujas no tenían nada que hacer, y siguieron con sus
entrenamientos, sin prestar atención a lo que ellas hacían.

Y llegó el día de la carrera. El juez dio el pistoletazo de salida. El equipo de las hadas se colocó enseguida en cabeza,
pedaleando con furia. Los duendes pronto las alcanzaron, seguros de que podían ganarles. Las brujas se quedaron
detrás, pedaleando con dificultad.

A dos vueltas del final, las brujas empezaron a pedalear cada vez más y más deprisa. En media vuelta habían acortado
la distancia y casi habían alcanzado a duendes y hadas, que se disputaban el primer puesto.

- ¡Tenemos que hacer algo! -dijo un duende.


- ¡Nos han engañado! -dijo un hada-. Nos han hecho pensar que estaban débiles y ahora no tenemos nada que hacer.
Estamos agotadas.
- ¡Nosotros también! -dijo otro duende-. ¡No podemos pedalear más rápido! - ¿Y si nos juntamos en un mismo equipo y
pedaleamos todos juntos? Entre todos podemos plantarles cara. El más fuerte y rápido de los duendes y la más
fuerte y rápida de las hadas, que aceleren. Los demás crearemos un pelotón lento y cerrado que impida pasar a las
brujas.

A todos les pareció un idea excelente. Los más rápidos aceleraron, mientras los demás empezaron a pedalear más
despacio, formando un muro de varias hileras por el que no había manera de pasar.

Y así fue como hadas y duendes unieron sus fuerzas para evitar que las brujas ganaran la carrera y se hicieran con el
control de Mundo Mágico.

Pero, ¿quién ganó la carrera? El duende y el hada que salieron delante decidieron cruzar juntos la línea de meta,
porque ganar una carrera no hacía a unos mejores que a otros. Ya habían demostrado que juntos podían solucionar
grandes problemas
El regalo

En un reino lejano se celebró el bautizo del príncipe.


Acudieron dos hadas buenas para ofrecerle algún regalo.

– Yo te regalaré una vista prodigiosa, como la de un águila-


dijo una de las hadas- Con esa mirada podrás ver todo lo que
sucede en tu reino y no se te escapará nada.

– Yo te ofrezco la virtud de usar esa vista de águila para


hacer el bien– dijo la segunda hada- De esta forma, no solo
tendrás la capacidad de verlo todo, sino que además sabrás
qué hacer para conseguir una buena obra. Mi regalo es este:
la grandeza de espíritu.

Y cuando el príncipe creció y comenzó a gobernar, se


convirtió en el rey más justo y bondadoso del mundo.

Moraleja: «Las mejores virtudes no sirven para nada si no se


usan para hacer el bien»
l hada del árbol
E

Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos admiraban y
que encerraba montones de historias. De una de aquellas historias formaba parte un
hada, que había vivido en su interior durante años. Pero aquella hada se convirtió un día
en una mujer que mendigaba y pedía limosna al pie del mismo pino.

Muy cerca, vivía también un campesino (al que la gente consideraba tan rico como
egoísta), que tenía una criada. Aquella criada paseaba cada mañana junto al viejo pino y
compartía con la mujer mendiga todo el alimento que llevaba consigo. Pero cuando el
campesino se enteró de que la criada le daba el alimento a la señora que mendigaba,
decidió no darle ya nada para comer para no tener así que regalárselo a nadie.

Tiempo después, el campesino avaro acudió a una boda en la que tuvo la ocasión de
comer y beber casi hasta reventar cuando, regresando a casa, pasó cerca del pino y de la
mujer que mendigaba a sus pies. Pero en lugar de un árbol, el campesino vio un palacio
precioso que brillaba a más no poder. Animado aún por la boda, el campesino decidió
entrar y unirse a lo que parecía otra fiesta. Una vez dentro del palacio, el campesino vio a
un hada rodeada por varios enanitos disfrutando de un festín. Todos invitaron al
campesino a compartir la mesa con ellos y no lo dudó dos veces, a pesar de que había
acabado muy lleno de la boda.invitaron al campesino a compartir la mesa con ellos y no lo
dudó dos veces, a pesar de que había acabado muy lleno de la boda.El campesino, ya
sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto pudo en los bolsillos, puesto que ya no
le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el hada y los enanitos se fueron a un
salón de baile y el campesino decidió que era el momento de volver a casa. Cuando llegó,
quiso presumir de todo cuanto le había pasado ante su familia y sus criados y, para
demostrarlo, sacó todo cuando había metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los bolsillos
no salió nada.

El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de su casa
y que comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven salió de la casa
entristecida, y acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto, poco antes de llegar, notó
algo muy brillante en los bolsillos de su delantal. Eran monedas de oro.

Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar nunca más al hogar del campesino
egoísta, y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para darle algunas monedas.

Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. – Dijo la joven.
Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada, recompensando la
actitud de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y su felicidad eternas.

El bosque
En una graciosa casita en los bordes de la Selva Negra (Alemania) vivía la familia de un carpintero. Éste tenía una hijita tan dicharachera que cantaba todo el
día y llenaba la casa con sus juegos y sus risas: se llamaba Rayito de Sol.

—Mujer —dijo el carpintero un día—, mi serrucho hace tiempo que está mudo porque no tengo ni una tabla para hacer un banquito. Si no trabajo, no gano dinero
para comprar la madera que necesito, y sin madera, ¿cómo puedo trabajar?

La mujer suspiró hondamente.


—¡Qué problema! —dijo— ¡No se qué hacer! No queda ni una miga de pan…

—Yo sabía la solución —continué el carpintero—. En este bosque nay hayas, pinos, robles… Podría ir a hacharlos.

—¡Por Dios no vayas —pidió la esposa—. En el bosque hay gnomos y sílfides, duendes invisibles y brujas… Ellos apresan al que osa entrar en su reino… ¡No
vayas o no te volveré a ver! —y la pobre mujer prorrumpió en llanto.

—Ánimo —la consoló el marido—, verás que no me pasará nada. Además no llores tan fuerte, que Rayito de Sol te puede oír…

Pero la pequeña, que dormía al lado del fogón, se había despertado y oído todo.

A la mañana siguiente, al despuntar el alba, el carpintero se fue alejando de su casita adormecida y no advirtió que un pequeño ser vestido de rosa lo seguía a la
distancia. Era Rayito de Sol, que había escuchado la noche anterior la conversación sobre los terribles peligros del bosque, y seguía a hurtadillas a su papá
para protegerlo.

El carpintero caminaba a grandes pasos y Rayito de Sol corría tras él afanosamente. A medida que penetraban en el bosque, la pequeña, exhausta, caminaba
cada vez más lentamente e iba quedando atrás. Su padre ya no era más que un puntito que aparecía y desaparecía entre los árboles.

Ahora al papá no lo veía.


Entonces Rayito de Sol lo llamaba llorando.


Pero en la oscuridad del bosque sólo le respondía el canto del cuclillo.


El carpintero ya estaba demasiado lejos para oír la voz de Rayito de Sol y avanzaba bajo el techo verde de los grandes árboles.

Al fin vio un pino imponente como no había visto jamás, con tronco recto y grueso y una copa frondosa que se reflejaba en el agua oscura del estanque. El
carpintero alzó el hacha y dio un golpe.

Del tronco herido salió un extraño silbido, pero el hombre no le hizo caso. Sus hachazos retumbaban seguros y rítmicos en el silencio de la selva.

Al escuchar el ruido de los hachazos contra el pino, Rayito de Sol dejó de llorar y quedó a la expectativa. Luego, con el corazón c-n la boca, se puso en marcha:
el ruido de los golpes la guiaría hacia donde estaba su papá.

El carpintero mientras tanto continuó su trabajo, cuando de pronto, a un golp emás fuerte, del tronco salió un grito. El carpintero se detuvo con el hache en
alto. El corazón le lata con violencia.

—¿Quién… quién es? —preguntó con voz trémula.


—Soy el hada del bosque— respondió una voz muy dulce y dolorida—. Yo no puedo impedirte que haches este tronco, pero piensa que al herirlo, me hieres a mí…

De la corteza lastimada caían grandes gotas de resina, brillantes como lágrimas de ámbar. El hombre bajó el hacha sin decir palabra.

Se acercó a otro árbol. ¡Debía procurarse madera! Alzó el hacha para golpear. Pero en seguida la bajó suspirando. ¿Y si estuviera allí otra criatura del
bosque? Ya no se animaba a hachar otro árbol.

Los hachazos, que habían guiado a Rayito de Sol hacia el padre, cesaron. La niña echó a correr desesperadamente y llegó por fin al claro.

El carpintero, de pie al lado del pino encantado, estaba pensando melancólicamente que tendría que volver a su casa con las manos vacías.

Entonces la niña, con un grito de alegría, abrió los bracitos y corrió hacia el padre. Pero no vio el agua del estanque entre la maleza y cayó en ella.

El carpintero dio un grito y se lanzó tras su hijita, pero el fondo fangoso del estanque lo aprisionó.

Entonces, lentamente, el soberbio pino bajó una rama larga hacia el agua y por el vestido sujetó a la niña, que ya estaba por ahogarse.

El carpintero asió a su pequeña con el corazón rebosante de gratitud hacia el hada del bosque que así había querido retribuir su gentileza, y volvió a casa.

Con la pequeña en los hombros apareció todo sonriente en el umbral de la casita y le gritó a la esposa, que corrió ansiosa a su encuentro:

—¡Qué nos importa el dinero, si con Rayito de Sol tenemos un tesoro mil veces más precioso!
Conclusión

Bueno pues espero y hayan sido de tu


agradó tales lecturas, la verdad yo disfruté
en sobre manera haciéndolas me ayudó a
fortalecer demasiado mi imaginación, mi
ortografía y demás ,pues la verdad a mí
parecer mis lecturas son muy buenas y espero
tu opines lo mismo, bueno creo que eso sería
todo espero volver a verte pronto mis páginas
siempre estaran abiertas para ti.......

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