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LA PARÁLISIS DEL SUEÑO

La pesadilla o El íncubo es un cuadro del pintor suizo Johann Heinrich Füssli (1741
– 1825) que describe magistralmente el miedo de muchos: la inmovilidad en el
sueño. Una mujer que duerme, un demonio que la domina y un tenebroso
espectador (en este caso, un caballo de tinte fantasmal en el trasfondo) son los
elementos más notorios del óleo con el que doy inicio a un tema que me impresiona
desde la adolescencia.
De acuerdo a la terminología médica, la parálisis del sueño es una incapacidad
transitoria para realizar cualquier movimiento muscular, que ocurre por lo general
cuando se entra a la llamada fase de Movimientos Oculares Rápidos (MOR o
REM por sus siglas en inglés). Es aquí, también en su mayor parte, cuando
soñamos.

La inmovilidad es un mecanismo absolutamente normal que desarrolla nuestro


organismo para evitar que escenifiquemos nuestros sueños. Por ejemplo, imagina
qué pasaría si en sueños corres por una calle y tu cuerpo deja su estado de reposo
para seguir dicha acción. Es simple. De esta manera se evita cualquier peligro para
el individuo.

Sin embargo, muchas veces se registra una desincronización -la fase REM pasa de
ser una de las últimas a la primera del sueño-  que muchos expertos denominan
parálisis del sueño aislada (PSA). En este estado continuamos con la inmovilidad
casi absoluta, salvo por los ojos y dedos, pero estamos conscientes sobre nuestras
camas. El episodio tiene lugar por lo general cuando empezamos a dormir o
despertar y puede extenderse por algunos minutos, en algunos casos con
repeticiones, y si bien no es tan difícil explicarlo, la experiencia puede resultar
espantosa para muchas personas.

Testimonio de PSA

Mujer durmiendo por Gustave Courbet

Recuerdo que la primera vez que sufrí una PSA veía Kenan & Kel en mi habitación.
Tenía 12 años. Era muy noche de un día como cualquier otro.
De repente no podía moverme, no podía gritar para alertar a mis padres. Tenía
mucho miedo. Sentía que alguien oprimía con mucha fuerza mi pecho. La TV
continuaba encendida y mi hermano dormía a unos pocos metros sin percatarse de
mi problema.

Unos pocos  minutos después recuperé el control de mi cuerpo. Había terminado el


episodio, pero seguía aterrado y, quizá por cosa de los años o por vergüenza al qué
pensarán, no se lo conté a nadie.

Desde entonces los “ataques”, como los empecé a llamar, no cesaron por muchos
años. Por períodos de tiempo se presentaban todos los días y si bien a veces se
marchaban por algunas semanas, retornaban con fuerza.

Son innumerables las experiencias que viví por ese entonces. Desde pasar de creer
que todo era obra de demonios o duendes porque sentía una presencia en el
dormitorio hasta responsabilizar a extraterrestres y secuestros nocturnos porque
parecía que me llevaban o que flotaba. Llegaba a la noche con la clara idea de
enfrentar nuevamente ese trance y no saber si saldría victorioso nuevamente.
Siempre luchaba. Eso sí. Ahora sé que todo tiene una explicación y que no hay por
qué preocuparse.

Alucinaciones en medio de la PSA

Las alucinaciones, como en mi caso, son comunes durante una parálisis del sueño
por desarrollarse en la fase REM. En primer lugar, la idea básica es que seguimos
en nuestra habitación, pero si observamos con atención podemos identificar
algunas distorsiones.

Jason Jam

La gran parte de individuos que experimenta este “ataque” reporta que observa o
siente a una persona  a su lado, siendo muchas veces esta presencia, de acuerdo a
los relatos, la que impone la opresión en el pecho y cuello o la que golpea y lastima
al paciente. En muchas sociedades anglosajonas se denomina como “La vieja bruja”
(Old Hag) a este presunto ser del más allá.

Sumado a la presencia, los afectados por la parálisis del sueño manifiestan que
escuchan sonidos ininteligibles o voces enredadas o de otros idiomas. Cuando
entienden el mensaje, aseguran que el visitante repite el nombre de la persona, pero
a menudo amenazan, advierten, ordenan, piden ayuda o simplemente ríen.
Además, afirman que llegan a ser tocados en las manos.

¿Por qué ocurre una PSA?

Para empezar, los pacientes con PSA no sufren de desordenes mentales. Un


episodio de esta  parasomnia -según se registra en la Clasificación Internacional de
los Trastornos del Sueño- se manifiesta en pacientes con narcolepsia u otros
desordenes como son los trastornos de ansiedad, de bipolaridad, la depresión y el
estrés postraumático. Asimismo, si el individuo tiene horarios de sueños
fragmentados o irregulares es posible la aparición de parálisis.

¿Qué hacer?

Lo primordial es tranquilizarse porque el miedo solo prolongará el trance que en sí


es temporal. Respire profundamente, mueva los ojos y dedos, intente realizar un
movimiento brusco de alguna extremidad. Si logra salir del PSA, manténgase
despierto por unos minutos más para evitar que se repita.

La parálisis del sueño es un fenómeno muy común, que se estima que entre el 50%
y 60% de la población mundial sufre por lo menos una vez en la vida. Sin embargo,
pese a estas evidencias un grueso de la población defiende las explicaciones que
involucran a demonios y visitantes interplanetarios, tal como yo creía hasta hace
unos años.

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