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LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS

Para todos aquellos


que hemos vivido una
vida de pareja, sea la
estructura que sea
(noviazgo, matrimonio
o concubinato), no es
un secreto que con
frecuencia se
experimentan
períodos o momentos de crisis que surgen de la convivencia. Pero ¿Cómo saber
que se ha llegado al límite de las situaciones conflictivas, que no hay vuelta atrás y
que no habrá solución posible para salvar esa unión?, en esta oportunidad
estaremos definiendo los cuatro jinetes del apocalipsis que de no atenderse,
particularmente los dos primeros, ocasionaran el fin de la relación en medio de un
torbellino de emociones muy desagradables.

Según las estadísticas algunos los problemas de pareja no tienen solución, en


cambio, se convierten en una suerte de conflicto eterno que se discute a través
de los años y se agrava con el tiempo, de allí que las grandes pasiones de los
primeros momentos de la vida de pareja no constituyan una garantía que defina
la durabilidad ni la felicidad de la misma.
Para el psicólogo norteamericano John Gottman y existen cuatro actitudes
altamente negativas que al presentarse en una pareja se convierten en un virus
casi incurable que dará por terminado el amor entre ambos y acabará con la
relación. Estas por lo general no son la causa fundamental de los conflictos, pues
hay discusiones que son comunes e inevitables en la inmensa mayoría de las
relaciones, al contrario, estas cuatro actitudes son las resultantes de la
interacción de la pareja, representado en patrones de respuesta negativa,
indiferencia y menosprecio al otro, esos que de no afrontarse terminan mutilando
la dinámica relacional.

Estos cuatro jinetes del apocalipsis son predictores altamente probables del
fracaso de las relaciones, mucho más, cuando no se les identifican a tiempo o no
se hace nada para reparar el daño, agudizándose en momentos vulnerables e
incrementándose con el paso del tiempo, haciendo metástasis en cada uno de los
momentos de la vida de la pareja. Definamos entonces estás cuatro actitudes
altamente negativas que de presentarse en una pareja la sumergen en una
espiral autodestructiva
LA CRÍTICA

La crítica, está relacionada con


descalificaciones sobre variables
personales, que en oportunidades se
transforma en ataques implacables y/o
excesivos sobre aspectos de la
personalidad. Más que una queja o una
simple protesta, la crítica implica un
atentado contra la autoestima y el autoconcepto de la otra persona, de este
modo, aquel que hace uso de ella enuncia un juicio valorativo, altamente
negativo sobre el carácter del otro y no sobre sus actos. Entre sus armas
comunes se incluye la difamación, la exageración (nunca – siempre / todo –
nada) y la comparación negativa.

El impacto emocional de la crítica es sumamente corrosivo, pues deja al receptor


con altos niveles de disgusto, vergüenza y humillación. Si bien es cierto que
es saludable conversar y plantear los desacuerdos, el hecho de atacar la
personalidad y el carácter de la pareja ya es pasar a un nivel negativo de
interacción con el otro, que pone en riesgo tu relación; de allí la diferencia entre
decir, “estoy molesto por que no llegaste temprano a cenar” y decir, “Yo no
puedo creer que llegas tarde a cenar. Eres tan impuntual”.
LA ACTITUD DEFENSIVA

Esta actitud deviene como respuesta


de defensa casi automática y rígida
a una situación percibida como
ataque, donde se busca de manera
primordial eludir el compromiso y
la cuota de responsabilidad
resultante de cualquier conflicto,
desmontando las percepciones
de la pareja, a través de un discurso casi escandalizador que busca repeler
las responsabilidades adquiridas en el problema.

Las estrategias de este jinete del fin se basan en el uso constante de la negación o
un discurso cargado de excusas y explicaciones que en oportunidades son
inventadas. En otros casos, se utiliza como recurso la queja constante o el
contraataque, todo esto con el fin de no admitir los errores cometidos. Con estos
argumentos, se busca culpar implícitamente a la pareja de las situaciones
negativas de la relación, invalidando la queja que el otro pueda tener. El mensaje
que se transmite es: “Yo no soy el problema” o “Ese no es mi problema”. Estar
bajo la presencia de este estilo de interacción deja al receptor del contraataque
en un estado de moderada paranoia e hipersensibilidad sobre la responsabilidad
proyectada del malestar del otro.
LA INDIFERENCIA

Este jinete se caracteriza por el uso de


una postura evasiva constante o actitudes
de distanciamiento del otro, se
evidencia un marcado refugio en sí
mismo, desconectándose de la relación
como si no le importara. También es
común de este modelo la proyección de
la superioridad sobre el otro, dejando de lado las emociones, pensamientos e
ideas de la pareja por considerarles poco valiosos.

Las herramientas de este Jinete se basan en el uso de la mirada esquiva, la


inexpresividad, las respuestas de tipo lacónicas o la utilización recurrente del
silencio. Con estas maniobras se deja en claro que se ha condenado de
manera previa a la pareja, minimizando su queja e insensibilizándonos hacia la
búsqueda de salidas a los conflictos. Otro estilo muy común de la aparición de
esta actitud en nuestras relaciones es la no proyección de importancia hacia
la pareja, haciendo caso omiso a sus circunstancias de vida, comentarios e
ideas. En oportunidades esta táctica es utilizada como modo de defensa, para no
atacar a la pareja, no obstante, cuando se abusa de ella refleja el deseo de
escapatoria de la dinámica relacional, produciendo en el receptor
sentimientos de incomprensión, desanimo, desamor u olvido.
EL DESPRECIO

Este último jinete implica una constante y


ostensible falta de respeto hacia la
dignidad e integridad del otro, actitud que
va desde un simple mirar como menos a la
pareja, hasta sentir hacia esta aversión al
punto de caer en la violencia. En este
estilo de interacción se recurre al sarcasmo,
al uso de expresiones faciales de desprecio, disgusto, el humor hostil y la
violencia (verbal y/o física).

Las técnicas utilizadas durante de este nivel van desde la ridiculización del otro a
través de la burla, hasta el insulto directo. Inclusive patrones de infidelidad
donde se deja claro que se desea o se valora más al que cumple el rol de amante
que a la pareja, es otra forma de dar muestra evidente del desprecio que se
siente hacia esta. En este modelo actitudinal negativo el desprecio suele
relacionarse con la indignación y estado de amargura que se incrementan a
medida que el rencor, los pensamientos negativos y el resentimiento hacia el
otro se va acumulando a través del tiempo, llegando al punto de devaluar a la
pareja hasta asumir que esta es indigna de recibir amor.

PARA TERMINAR…

Cabe destacar, que estos cuatro jinetes son mecanismos comunicacionales que
se gestan desde el inicio de la relación y se ven agudizados en los períodos más
vulnerable de la pareja y que cada uno es el predictor de la aparición del
siguiente, siendo el desprecio el jinete más destructivo de todos, por las
implicaciones en el campo de la violencia emocional y física. Estos factores,
funcionan como elementos causa y efecto, ya que en el fondo dejan claro que se
rechaza al otro y se le sentencia con un veredicto de culpabilidad sobre las
tragedias que se suscitan en la dinámica relacional.
Dicho en otras palabras, las peleas no son negativas en sí mismas, puesto que en
ciertos momentos podemos incurrir en este tipo de conflictos para ventilar
sentimientos negativos que hemos percibido en nuestra vida de pareja, el detalle
está en que debemos ser lo suficientemente seguros, asertivos y maduros para
no transformar una queja concreta en un ataque absoluto que tornará a la pareja
en un espacio disfuncional, donde predominan las interacciones negativas
que aceleran la espiral de agresiones.

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