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En este ensayo voy a contar la historia de Osho, el líder de un movimiento espiritual indio.

Su nombre de nacimiento es Chandra Mohan Jain, pero sus libros (que consta con más de
650 y miles de discursos en audio y vídeo) los firma bajo el pseudónimo de Osho. He
elegido hablar de él porque es uno de los creadores de una hetería soteriológica con uno de
los propósitos más aberrantes que he conocido.

Primero de todo, voy a hablar un poco sobre él. Fue un filósofo de verdad. Habiendo
completado su bachiller universitario en filosofía, ingresó en la Universidad de Sagar, donde
obtuvo su título de maestría filosófica (con honores). En 1974 fue cuando creó su primer
áshram. Los áshrams, en el hinduismo, son lugares de meditación y enseñanza hinduista.
En este caso eran enseñanzas culturales puesto que Osho era anti-teísta. Allí convivía con
sus discípulos, conocidos como neosanniasins. No tardó mucho en atraer a personas de
occidente debido a su clima permisivo y charlas provocadoras. Tenía una capacidad para
convencer muy similar a la de los sofistas.

Su secta se basaba en la filosofía tántrica (que tiene como finalidad conocerse más a uno
mismo a través de la sexualidad, el amor y la meditación). Osho predicaba el disfrute del
momento presente, del aquí y ahora y de todo lo que tenemos, por lo que debemos estar
agradecidos. Además, Osho sostiene que mientras más abundancia y riqueza tengamos en
la vida, más podemos ayudar a los demás y más abundancia podremos crear. Decía que la
pobreza material significaba una pobreza de espíritu. Tan a pecho se tomó esto que,
nuestro querido Osho, hacía que sus seguidores le entregaran todo su dinero hasta
quedarse sin nada. Y por si fuera poco, les hacía trabajar tantas horas al día que llegaban al
límite del trabajo esclavo. Muchos perdían sus familias y les resultaba muy difícil salir de la
comunidad.

Osho creía en la vida después de la muerte, todos tenían una dieta vegetariana. Todas las
mañanas daba charlas en el Ashram que podían durar entre una y dos horas. Era un orador
hábil que mezclaba las enseñanzas con anécdotas. Sus seguidores lo escuchaban con
devoción. De esas conferencias improvisadas salieron los cientos de libros que lo
convirtieron en un ícono de la new age y de la autoayuda. También fue considerado el gurú
del sexo, allí todos podían tener relaciones sexuales con quien quisiera, llegando a montarse
grandes orgías. Y no creo conveniente hablar de lo que pasaba cuando Osho se enteraba de
que alguien había intentado “ligar con la chica que le gustaba”, porque ya nos lo podemos
imaginar.

Llegó un punto en el que tenían tanta gente que el áshram de Pune, tras el incremento de
las cuentas bancarias, se les quedó pequeño. Buscaron otras lugares donde instalarse en
India, pero allí todo el mundo sabía que dentro no había más que pura palabrería, violencia,
prostitución, drogas y abusos. Incluso con menores de edad. ¿Cómo puede ser que algo tan
espantoso siguiera creciendo y creciendo sin que nadie se revelara hasta mucho tiempo
después? La respuesta es que el poder de seducción y convicción de Osho no debía ser
para nada menospreciado.

Más tarde se trasladaron a Oregon, en EEUU y allí montaron una especie de ciudad con su
propia escuela y sus propios servicios médicos. Eran muchos los matrimonios que se
instalaron allí con sus hijos sin saber lo que realmente había dentro. Muchos de esos
chicos, cuando alguno de sus padres consiguió salir o cuando los rescatara otro familiar,
notaron que no sabían casi leer. También contaban que presenciaban cotidianamente
escenas de sexo y que se iniciaron en el consumo de drogas. Osho trató de hacerse con el
poder del pueblo en el que estaban instalados por la fuerza: envenenando restaurantes.

Muchas figuras de Hollywood esparcieron sus enseñanzas y su imagen, se convirtió en su


maestro espiritual. Pero cuando Netflix sacó un documental en el que explicaba lo que
sucedió en Oregon, la “filosofía” de Osho fue cada vez más olvidada.

Tras la muerte de Osho, en 1990, siguió difundiendo su mensaje de new age y de


espiritualidad a través de millones de libros que se venden anualmente. Dejando a parte el
hecho de que es un degenerado mental en toda regla, su libro

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