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01 - Artículo 134 - DLGA
01 - Artículo 134 - DLGA
DATOS PERSONALES
Recapitulando, se puede decir que los recursos que reciben los partidos
políticos se dividen en públicos y privados. Pero pueden ser lícitos o ilícites, ya sea
por su fuente, por su monto o por su destino. En el primer caso se trata de recursos
cuya procedencia es ilícita en sí misma, como el capital proveniente del crimen
organizado, de operaciones de lavado de dinero, etc. Por su destino es cuando son
aportados a una persona o institución que tiene prohibido recibirlos. Tal es el caso
de las disposiciones contenidas en el artículo 77 del Cofipe. Los recursos pueden
ser lícitos por su origen y por su destino, pero pueden convertirse en ilícitos si el
dinero de fuente privada excede el monto del financiamiento público recibido por un
partido político o aportaciones procedentes de personas físicas o morales que
superaran el límite de 0.5% anual de gasto fijado para la campaña presidencial.
El texto original del artículo 134 se limitaba a establecer las reglas para las
contrataciones y adquisiciones de los gobiernos federal y del Distrito Federal. La
reforma de 1982 añadió los principios de eficiencia, eficacia, economía,
imparcialidad y honradez en la administración de los recursos públicos e hizo
explícita la responsabilidad de los servidores públicos por incumplimiento, tanto de
esos principios como de las reglas establecidas para la celebración de contratos y
realización de adquisiciones gubernamentales. La reforma de 2007 agregó
fundamentalmente tres elementos. El primero fue la inclusión de una modalidad
específica del principio de imparcialidad, por la cual se obligaba no sólo a los
gobiernos federal y del Distrito Federal, sino también a los estados y municipios, a
aplicar con imparcialidad, en relación con los partidos políticos, los recursos cuya
administración les correspondiese, con el propósito explícito de preservar la equidad
en las contiendas electorales. El segundo fue el establecimiento de una serie de
reglas para la propaganda gubernamental, dirigidas a evitar su uso para beneficio
personal de los servidores públicos. El tercero fue delegar al legislador ordinario la
atribución de establecer un régimen sancionador específico por la violación de estas
normas en los estados. Estas normas tienen claramente la finalidad de proteger la
integridad de la hacienda pública mediante el uso adecuado de los recursos públicos
y el establecimiento de reglas para la celebración de contratos y adquisiciones, de
tal manera que sean efectivamente destinados a fines públicos y no sean desviados
para propósitos diversos.