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Índice...................................................................................................................................................... - 1 -
Introducción............................................................................................................................. - 2 -
Desarrollo ................................................................................................................................ - 3 -
Análisis capítulo primero: El Principio de Peter .................................................................... - 4 -
Análisis capítulo segundo: El Principio en acción................................................................. - 5 -
Análisis capítulo tercero: Excepciones aparentes ................................................................ - 6 -
Análisis capitulo cuarto: Impulso y ascenso ......................................................................... - 9 -
Análisis capitulo quinto: empuje y ascenso ........................................................................ - 10 -
Análisis capitulo sexto: subordinados y dirigentes ............................................................. - 11 -
Análisis capitulo séptimo: Jerarquiología y política............................................................. - 12 -
Análisis capitulo octavo: Indicios y prefiguraciones ............................................................ - 13 -
Análisis capitulo noveno: La Psicología de la Jerarquiología ............................................. - 14 - Análisis
capitulo décimo: La espiral de Peter ..................................................................... - 15 -
Análisis capitulo undécimo: La patología del éxito ............................................................. - 15 - Análisis
capitulo decimosegundo: Indicios no médicos de colocación final ........................ - 16 -
Análisis capítulo decimotercero: Salud y felicidad en el CA cero. ¿Posibilidad o sueño fantástico?
......................................................................................................................... - 16 -
Análisis capítulo decimocuarto: incompetencia creadora ................................................... - 17 -
Análisis capítulo decimoquinto: La extensión darviniana.................................................... - 17 -
Conclusiones......................................................................................................................... - 19 -
Bibliografía ............................................................................................................................ - 20 -
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En nuestra vida cotidiana, nos toca involucrarnos de una u otra forma en diferentes áreas, ya
sea por acceso a los servicios básicos, por empleo o por mera casualidad, y no tardamos en
descubrir que el sentido común parece haberse convertido en el menos común de los sentidos.
“El Principio de Peter” es una majestuosa obra literaria que fue publicada en el año 1960.
Habla sobre cómo ese fenómeno convertido en Principio es más común de lo que creemos. A
menudo lo vemos, en otras ocasiones nos hacemos cómplices, y en muchas otras, nos convertimos
en protagonistas.
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Las personas se han acostumbrado a culparse, señalarse, de manera que como nos ilustra el
libro en su introducción, el banquero culpa a las escuelas, los maestros culpan a los políticos; los
gobiernos y empresarios culpan a sindicatos; los ateos culpan a las iglesias y las iglesias culpan a
los medios de comunicación.
Vivimos en el mundo donde todos se preocupan por subsistir individualmente, sin pensar en
el bienestar colectivo. Donde ser competente perdió sentido y crecer profesionalmente se ve muy
esforzado. Donde una relación personal es más importante para obtener beneficios que demostrar
ser un profesional idóneo. Vivimos en el mundo del yo sí sé, aunque no sepa nada; del yo si lo he
visto, aunque no haya visto nada.
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El libro, en su primer capítulo cita ejemplos reales y diversos, obtenidos por el autor en
medio de su investigación. En unos casos empleados ascendidos a jefes de sección, área o
departamentos, en los que, previamente cuando fungían un puesto inferior, lo desempeñaban con
eficiencia; y una vez ascendidos a un puesto superior demostraban total incompetencia.
Leyendo esos ejemplos, encontraba respuesta a muchos otros ejemplos que en mi vida y
crecimiento personal, me había tocado vivir. Pero aun no entendía la causa hasta que el Dr.
Laurence J. Peter lo definió como un Principio: “En una jerarquía, todo empleado tiende a
ascender hasta su nivel de incompetencia”.
Un concepto tan claro, vigente y aplicable a todo sector de la sociedad, y nunca lo habíamos
tenido como un Principio, hasta leer este libro.
Sentimos que fuimos incompetentes en muchas labores para las que fuimos ascendidos, sin
entender por qué no éramos capaces de crecer ante los nuevos retos.
Muchas veces, el nivel de incompetencia tiene relación con falta de: preparación,
experiencia, motivación u orientación. Pero en todos los casos existe un denominador común. Una
persona que viéndose competente en su cargo actual, escala uno o varios niveles, y tarde o
temprano llegará a un nivel para el que no será competente.
Mejor se explica en el propio libro cuando cita “Para cada individuo, para usted, para mí, el
ascenso final lo es desde un nivel, de competencia a un nivel de incompetencia”.
Otra definición citada en el libro declara “Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado
por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones”.
Queda demostrado que inevitablemente, ya sea por un efecto de gravedad inversa, o paso
del tiempo, en cualquier ambiente de desarrollo laboral el Principio de Peter va a
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Los golpes, la experiencia, y los reiterados errores pueden ser pilares que enseñan a un
individuo a ser más competente en el puesto que desempeña. Otros individuos no aprenden la
lección quizás por su nivel de incompetencia es tal, que ni de sus errores aprende.
En su capítulo segundo, el libro grafica tres clases que van desde ser competente a ser
moderadamente competente y llega a incompetente.
Son citados varios ejemplos que reflejan esta realidad en un ambiente escolar y que de una
u otra forma podemos verlos muy presentes en nuestra vida diaria. Nos solo en el terreno escolar.
En empresas de servicios donde los que atienden público carecen de flexibilidad para manejar con
las diferencias personales de cada individuo. En ambientes de ventas, donde los vendedores son
tímidos y no ofrecen sus productos. O en organizaciones gubernamentales donde paradójicamente
las personas se “caen hacia arriba”.
En el desarrollo escolar de una persona desde sus primeros pasos en enseñanza primaria,
encontramos ejemplos claros del tránsito de la competencia a la incompetencia.
El niño que en primaria obtenía muy buenos resultados académicos. Sus padres le
apoyaban con sus tareas y transitó a secundaria donde le correspondió hacer tareas
individualmente y se vio frustrado su proceso de aprendizaje.
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Y aquellos que toda su vida escolar fue satisfactoria, se incorporan al mundo laboral
donde serán movidos en la rueda de ascensos hasta sentirse incompetente en algún
lugar de su jerarquiología.
Cualquiera de los ejemplos precedentes el autor los clasifica en su libro como “ascensos de
función”. Sin embargo existe otra forma de ascender que el autor lo nombre como “ascenso de
categoría”.
Muchas veces hemos oído hablar, o hemos sido testigos de cómo una persona que era
evidentemente incompetente en su puesto de trabajo ha escalado a una responsabilidad superior.
Parece ilógico, inaceptable, pero, paradójicamente sucede. Popularmente a este fenómeno se le ha
llamado “caerse para arriba”.
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Existen tres factores que el Principio de Peter menciona para entender este hecho:
- Refuerza la moral del personal, como señuelo, para que otros se sientan capaces de
llegar a ese puesto.
Estos tres factores, si bien no justifican el hecho de que deba ascenderse a alguien con
incompetencia demostrada, nos ayudan a comprender cómo las organizaciones sacan provechos
de estos arraigados fenómenos.
No nos extrañemos ver una institución con más jefes que empleados, o que hayan
fragmentado las funciones de un vicepresidente para tener cinco vicepresidentes.
Existen otros ejemplos interesantes que en su investigación, el autor denominó “la cúspide
flotante”. Ejemplifica el caso de una compañía que solo tenía un director ganando mucho dinero,
y en la base no existían empleados. Es decir, una institución que la compone solo su director.
¿Y qué decir de aquellos que brindan servicios, tienen información útil que ayudaría a sus
clientes y autoritariamente deciden no brindar información?
Parece irreal pero existen ejemplos que nos pueden haber sucedido. Llegar muy enfermo a
urgencias de un hospital, y que te hagan esperar por protocolos de llenados de documentos o
tomas de temperaturas. Intentar realizar trámites de legalización y que los abogados dicen solo
parte limitada de las opciones que tienes para aplicar. Ir a un restaurant a cenar y quien te atiende
no conoce los ingredientes principales del plato en oferta. Solicitar una entrevista con la
especialista de atención al cliente, y te atienden con distracción.
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Peter cometa sobre el caso de una enfermera que despertaba a sus pacientes para
suministrarle el siguiente somnífero.
Según el Dr. Peter Laurence “La competencia de un empleado es determinada no por los
extraños, sino por su superior en la jerarquía. Si el superior se encuentra todavía en un nivel de
competencia, puede valorar a sus subordinados en atención a la realización de trabajo útil; por
ejemplo, el suministro de servicios médicos o de información, la producción de salchichas o patas
de mesa, o el logro de los objetivos declarados de la jerarquía. Es decir, valora el resultado. Pero
si el superior ha alcanzado su nivel de incompetencia, probablemente evaluará a sus subordinados
con arreglo a valores institucionales: Considerará la competencia como el comportamiento que
secunda las reglas, rituales y formas del statu quo. La diligencia, la pulcritud, la cortesía con los
superiores, el papeleo interno, serán tenidos en gran estima. En resumen, un funcionario de este
tipo valora el trámite.”
Muchas personas escalan por ser obedientes, y receptivos. Harían con calidad casi cualquier
cosa que compete a su puesto. Pero no es una persona que toma riesgos y por consiguiente no
toma decisiones. Ese individuo va a escalar una y otra vez hasta que llegue a un puesto donde
tenga que tomar decisiones y mostrará su nivel de incompetencia.
En medio de todo este análisis ¿pudiera darse una situación inversa? ¿Pudiera suceder que
un empleado muy competente no sea nunca ascendido o en el peor de los casos echado de su
puesto?
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Este análisis nos lleva a redefinir las clases de empleados que podemos encontrar graficadas
en el libro:
Impulso y ascenso dan nombre a este capítulo. Donde el autor define impulso como
“relación de un empleado, por sangre, matrimonio, o bien amistad, con una persona situada por
encima de él en la jerarquía”.
Es común ver como muchas personas consiguen ascensos haciendo uso de sus relaciones.
En unos casos, se evidencia en tal medida que provocan reacciones de los empleados. Muchas
veces, no son respetados individuos con capacidad demostrada, o antigüedad.
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- Sea flexible: No esperes que tu madrino pueda hacer por ti lo que no ha logrado para él.
Con estos consejos, indudablemente, cualquier persona puede llegar con mayor rapidez a su
nivel de incompetencia.
¿Cómo saber cuándo una persona está escalando en niveles de competencia, y cuando ha
llegado a su nivel de incompetencia? Laurente Peter ofrece una simple guía.
¿Está la persona realizando algún trabajo útil?:
Como consejo vital, Peter nos dice “Nunca esté de pie si puede estar sentado,
nunca camine si puede subir a un vehículo, nunca empuje si puede impulsarse”.
Consejo que comparto plenamente, puesto que no es necesario sobrecargarse cuando existen
métodos y medios para hacer las cosas más expeditas y efectivamente.
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Dice un viejo proverbio “Para ser un buen dirigente hay que ser un buen subordinado”.
Peter categoriza esta aseveración como una gran “falacia”. Ejemplifica “cuando se le pidió a
la madre de George Washington que explicara cómo había realizado su hijo sus proezas militares,
ella respondió: «Le enseñé a obedecer.» ¿Cómo puede depender la capacidad de dirigir de la
capacidad de obedecer? Lo mismo podría decirse que la capacidad de flotar depende de la
capacidad de hundirse.”
Como una rara excepción, Peter cita “Un cabo, L. Bravo, asumió el mando, rechazó al
enemigo y puso a salvo a sus camaradas. Fue ascendido en el mismo campo de batalla. Bravo no
habría conseguido ese ascenso en tiempo de paz: tenía demasiada iniciativa. Fue ascendido sólo
porque el sistema normal de grados y antigüedad había saltado hecho pedazos, y la jerarquía
había quedado destruida o temporalmente suspendida.”
Por tanto, el buen subordinado puede conseguir muchos ascensos, pero no por eso
puede llegar a ser un buen dirigente.
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Tomaré a EEUU como ejemplo. Barack Obama, primer negro en ocupar la silla
presidencial. Subo hace muchas promesas, tenía buen discurso, su oratoria convenció a las
mayorías. Y terminó dirigiendo por dos periodos exactamente con las mismas promesas del
primer día. En sus 8 años de mandato, no se presenció la transformación real que se prometió. De
hecho la economía padeció muy fuertemente. Era un presidente carismático, con buen discurso,
pero pocos resultados. Donald Trump, empresario que por sus características arrogantes,
orgulloso, déspotas, etc, etc, etc. Nadie podía imaginar que llegara a ser presidente. ¿Qué lo llevo
a la silla? Decir que “haría a los EEUU grande otra vez”.
Por tanto, ya sea para puesto de Presidente, alcalde, representante, gobernador, o político de
“abajo”, la estrategia es siempre la misma. Prometer y no cumplir. Principio de Peter a la
máxima expresión.
Me llama la atención particularmente el análisis que realiza el autor sobre lo dicho por Karl
Marx, principalmente porque es lo que me enseñaron en el sistema me hice profesional, muy
común la frase de Marx “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”. Como
plantea Peter, para cumplir con la primera parte de esa legendaria frase, las personas no podrían
ascender a su nivel de incompetencia, ya que si llegan allí, no ganarían nada.
Y qué decir de lo dicho por C.W. Dodgson, en Alicia en el país de las maravillas:
“Habiendo llegado hasta aquí, necesitas correr todo lo que puedas para permanecer en el mismo
lugar”. Para ser sincero, leer esta frase me ha dejado atónito. En primero por el carácter vigente
que tiene, y segundo por la carrera que en lo personal me ha tocado emprender, en medio de
estudios y crecimiento profesional en mi país, emigración, trabajo una y otra vez, para descubrir
que he tenido que volver a estudiar y correr muy
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El Dr. Estívenson Girón, en su libro “Y nuestro mercadeo qué”, menciona algunos ejemplos
de cómo las estructuras se vuelven ineficiente. Y coincidiendo con lo establecido por Peter, ya
podemos encontrar estructuras donde se ha creado un vicepresidente para atender asuntos sin
importancia, y existen más jefes que subordinados.
Recuerdo en mis inicios como profesor de informática, fui compañero de departamento con
una señora que antes, había sido mi profesora de “Lógica de programación”. En la misma escuela
donde estudié, pocos años después me vi impartiendo clases como profesor. Fue una muy buena
oportunidad para conocer aquella que alguna vez nunca pude entender. Mientras fui adquiriendo
conocimientos y experiencias, notaba cuan incapaz era “Martha” en su labor. ¿Cómo era posible
que impartiera clases de lógica y viviera culpando a los estudiantes de sus fracasos? Con cada
grupo el esquema era el mismo, encontraba uno o varios estudiantes en lo que achacar la
culpabilidad de su malos resultados como docente. Martha era muy buena excusando sus defectos
en los demás. Encontraba culpable a otros profesores, al sistema de educación, y una interminable
lista de los que provocaban su incapacidad. “La incapaz no soy yo, son ellos que no me saben
entender”, decía.
Este ejemplo y muchos más se ponen de manifiestos en personas que alcanzan su nivel de
incompetencia. Algunos adquieren complejos de culpabilidad y allí quedan estancados. Otros
encuentran culpable al mundo entero. Y otros son muy hábiles para distraer la atención y no se
vea si incapacidad.
Existen ocasiones de “colocación al azar”, Peter las explica. Para mí, es cuestión
de suerte aparente, que después te lleva a mostrarte incapaz para el puesto que ocupas
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No se puede negar que existen casos de personas que llegan a la máxima escala jerárquica
de su institución y siguen siendo competentes. Ellos son ejemplo de competencia en el cargo que
ocupan, la vida, el tiempo o el azar, nos le han permitido escalar aún más para llegar a su nivel de
incompetencia.
- Incompetencia física: cuando las exigencias del puesto requieren de un esfuerzo que
físicamente el nombrado no logra ejercer.
- Incompetencia social: cuando se ocupa un puesto que implica relaciones con
personas y el nombrado no logra ser flexible ante las diferencias y características de las
personas.
- Incompetencia emocional: cuando se ocupa un puesto donde debes –y no logra- ser
capaz de aplicar el concepto de Inteligencia emocional de Daniel Goleman “capacidad
de entender, sentir, controlar y modificar estados de ánimo propios y ajenos”.
- Incompetencia intelectual: cuando el nombrado no tiene los conocimientos básicos
para el puesto que desempeña.
Considero que en muchos casos, se ven personas que en su nivel de incompetencia ponen
más de una de las clasificaciones mencionadas.
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Igualmente es común que esos directivos incompetentes hagan de conocimiento general sus
patologías, así son tomados solidariamente en consideración por su personal. Evitando cargarlo
con las responsabilidades e informaciones que atañen a su puesto.
El autor menciona muchos otros síntomas muy interesantes, y que de alguna forma he sido testigo
de casos de archivofilia, papirofibia y estructurofilia. No le hallaba sentido hasta que leo este capítulo.
Ellos se encontraban sufriendo el síndrome de colocación final.
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Muchas veces tienden a concentrarse en tareas que hacen bien, pero ello no les exonera de las
responsabilidades de las que no logra realizar. Toda esta confusa situación les lleva a buscar métodos que
Peter define y que solo mencionaré: Confirmar la necesidad, estudiar métodos alternativos, obtener
consejos de expertos, definir prioridad a lo que debe hacer primero siempre.
Al criarme e iniciar mi vida profesional en un país socialista, donde la política dice que “todo
es de todos”, los ciudadanos compartimos la idea de que todo aquello que es de todos no es de nadie. Lo
que conlleva a no desear recibir más compromiso que el estrictamente necesario. Al final el salario
obtenido por un ascenso es muy similar al de los empleados, por no mencionar casos donde los jefes
cobran menos que los empleados, aludiendo que aquellos que producen debían cobrar unos centavos más
que los que administran. Cosas del sistema social- comunista que nunca acabé de comprender, pero que
guardan relación a cómo una persona puede preferir quedarse en su puesto que ascender.
Ya sea por la evolución del Homo-sapiens al Homo-erectus, como por la grandiosa tarea que tuvo
Noé de construir un Arca y salvar la especie. En cualquiera de las dos tendencias, hubo ascenso a niveles
de incompetencias que requirieron de un desarrollo de nuevas habilidades.
Peter cita “la competencia tiene en sí misma la semilla de la incompetencia”. Para sustentar esta
definición me basaré en algunas consideraciones:
¿Pudiéramos analizar qué hizo que los dinosaurios desaparecieran? O ¿qué hace que muchas
especies hoy en día estén declaradas en peligro de extinción? Causa: las mismas
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Similar sucede con las personas, se preparan y se desempeñan en un medio en el que siendo
competentes, ascienden, pero al ascender no toman en cuenta que cada puesto lleva una dinámica
diferente, y requiere de conocimientos y capacidades distintas. Al querer seguir haciendo las cosas como lo
hacían antes, quizás por el recuerdo de que allá lo hacían bien, se vuelven inadaptados y sus capacidades se
transforman en incapacidades.
Los sistemas de educación y el individuo en general no escapan de esta realidad. Y para ello me
gustaría citar el criterio de Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, 1976.
“Como el sueldo de un maestro no depende del éxito y del nombre que su actuación despierta, esto
hizo que el personal de las escuelas hayan disminuido si educación. Como el individuo tiende a vivir de la
forma más cómoda posible, al tener asignado un sueldo, no hace esfuerzos para mejorar su trabajo;
descuida así sus obligaciones, y es indulgente con los compañeros que hacen lo mismo.”
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El buen subordinado puede conseguir muchos ascensos, pero no por eso puede llegar a ser
un buen dirigente.
Muchos incompetentes se excusan culpando a su entorno de sus malas prácticas, sin ver
que la causa está en si mismo.
Pude ser más inteligente y cómodo rechazar un ascenso que comprometerse con algo que
no sabemos si seremos competente.
El libro analizado mantiene una vigencia con alcance internacional a tal grado que parece
ser escrito en el presente.
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