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Cómo Bolivia pasó de exportar hidrocarburos a importarlos

Bolivia vive desde hace ya algunos meses importando más gasolina y


diésel que el gas que exporta, lo que lo ha instalado en un déficit
comercial energético, Los datos reflejan el encarecimiento de los
combustibles provocado por la guerra de Ucrania, pero también el
descenso en la producción de gas de los últimos años.

"El negocio del gas requiere que se invierta en exploración para tener
campos alternativos disponibles cuando se agoten los que ya están
en explotación, y en Bolivia casi no se ha invertido en explotación, así
que los campos se han ido agotando".
La caída de la producción de gas hace que Bolivia se esté
beneficiando mucho menos de lo que debería del contexto
internacional de alto precio de las materias primas energéticas
provocado por la guerra de Ucrania. Con menos exportaciones,
entran menos divisas en el país y las reservas internacionales con las
que cuenta se han reducido notablemente, hasta el punto de que el
Banco Central anunció la semana pasada que vendería dólares
directamente a los particulares en medio de denuncias de que la
divisa empezaba a escasear en sucursales bancarias y casas de
cambio.El gas boliviano ve peligrar también sus principales mercados.
Brasil y Argentina,
"El gran problema de fondo es el déficit fiscal", ya que el Estado ha
visto caer sus ingresos, pero no ha reducido sus gastos, lo que
explica que haya consumido gran parte de sus reservas
internacionales."La solución está en una corrección fiscal mayúscula".
Tres factores pueden generar un escenario crítico
para la economía

Con relación al primer factor, la cantidad de divisas en las


reservas internacionales ha disminuido de un máximo de
11.357 millones de dólares alcanzados en 2015 a 1.481
millones al 10 de junio de este año.

El Banco Central de Bolivia (BCB) comenzó a buscar efectivo con


diferentes políticas: desde la orden para repatriar inversiones a
empresas públicas hasta una ley para comprar oro y monetizarlo.

El segundo factor tiene que ver con el desbalance entre los


ingresos y el gasto público. En 2021 hubo por octavo año
consecutivo déficit fiscal, el segundo más alto: 9,2 por ciento
del PIB.

Esta tendencia de gastar más de lo que se obtiene se repitió en


los últimos años desde 2014. En 2021 se tuvo ingresos por el 25
por ciento del PIB, pero los gastos llegaron al 34,2 por ciento

El tercer factor es el aumento del volumen y costo de las


importaciones de combustibles. Este panorama se ha
agudizado por el conflicto bélico en Ucrania, que disparó el precio
de los hidrocarburos.

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