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A partir de la primera era moderna, las naciones empiezan a constituirse y cada país va adoptando ciertas modas e industrias
que utilizara como muestra de poder. Se pasa del feudalismo al poder en manos de la burguesía acomodada (banqueros,
mercaderes, comerciantes y artesanos). Los grandes centros industriales de textiles son las ciudades de Lyon, Amberes y
Flandes, dando origen a los primeros gremios fuertes.
El nuevo paradigma de pensamiento antropocentrista marcará la silueta de la época. Figuras ajustadas con gran cantidad de
pieles que representan la riqueza burguesa.
Los elementos característicos del arte del Quattrocento se encuentran en la moda que es elegante y refinada, sobria,
luminosa, lineal. Se adapta y exalta a los hombres y las mujeres que viven en el mundo imaginado por los humanistas, en la
ciudad ideal concebida por los nuevos arquitectos. Cuando el antiguo sistema feudal que prevaleció durante mucho tiempo
se desmorona en toda Europa, con consecuencias importantes en todos los ámbitos, cuando la actividad comercial del
Trecento se consolida, los banqueros ricos y poderosos van a sentar las bases de las futuras señorías: la alta burguesía. Harán
decorar sus casas, todavía sin muebles, con decoraciones diversas, cambiarán también la forma de la indumentaria en
particular la de los hombres. Entre los pintores y los escultores, la belleza masculina tenía la misma popularidad que la belleza
femenina. Muy a menudo los “garzoni” servían de modelo y sus rasgos se idealizaban.
1) Según Vitrubio el cuerpo humano representaba la belleza de la proporción en la naturaleza, lo cual tuvo una enorme
repercusión en las líneas de las prendas, que se acomodaban en esta época. Leonardo de Vinci presintió que la ropa acabaría
por “abrazar la forma del cuerpo con gracia y sencillez sin aplastarlo con pliegues artificiales”.
2) Las prendas eran confeccionadas por sastres, y se adaptaban a los gustos de la clientela. La tienda, el hogar y el taller se
localizaban en el mismo lugar. Los sastres ambulantes atendían a la gente del campo, que no podía acceder fácilmente a los
centros urbanos. Los cortesanos requerían un extenso guardarropa, y a menudo vendían sus ropajes en establecimientos de
segunda mano para recuperar parte de su costo, lo cual denota por qué la moda era pasatiempo de las personas acomodadas.
3) Se popularizó el estilo denominado “Acuchillado”, surgiendo como resultado de la derrota de Carlos el Temerario en 1477,
cuando los suizos cayeron sobre sus tropas en Nancy, para celebrar la victoria cortaron los estandartes, las tiendas y los
lujosos vestidos del ejército de borgoñón, atando tiras a los desgarrones de sus vestidos.
El acuchillado se caracteriza por tener las costuras abiertas, o cortar deliberadamente una prenda dejando visible el forro de
la misma.
4) Los hombres y mujeres de la clase media utilizaban prendas con mangas desmontables o con doble manga, una estrecha
sujeta a la prenda interior, y otra más amplia sujeta al cuerpo del vestido, permitiendo de esta manera cambiar el aspecto
de una prenda. Otra característica importante del traje renacentista eran las agujetas, se usaban para sujetar las calzas a la
cintura del jubón, o las mangas desmontables a la sisa de un jubón o un cuerpo. Las agujetas generaban suntuosidad en el
vestido.
5) Se usan muchos colores y gran variedad de tejidos decorados. Se apreciaba mucho el color (el empleo de nuevos
colorantes era reciente). En Florencia, se prefería el tejido rosado. Cosme de Médicis gustaba decir que “dos varas de tela
rosada” distinguían al hombre de bien y convertían al burgués en engreído pero elegante. Los colores más utilizados eran
los fuertes, como el azul marino, el oro, el rojo, naranja, amarillo intenso y en menor medida el negro.
La lana, el lino y el algodón eran los textiles más utilizados para la indumentaria diaria.
Alemania, Irlanda y Escocia producían el mejor lino, en España e Italia se fabricaban terciopelos de alta calidad (de seda o
algodón): damascos (de sarga o raso con dibujos muy elaborados), brocados (algunos con hilos de plata y oro) y rasos (lisos
y pesados). En Francia, en Lyon se fabricaban: Tafetanes (de seda, brillosos), Chifones livianos, y crepe (con textura arrugada).
Se buscaron nuevos tejidos preciosos, la seda suplantó a la lana en popularidad, más humilde y usual (que había enriquecido
Florencia en la Edad Media); tejidos ligeros no trabajados como el tafetán, o espesos como el terciopelo, los brocados con
hilos de oro, el damasco, se pusieron de moda.
También realizaban encajes, de bolillos y de aguja, se producía en talleres familiares, conventos y orfanatos, se vendía en las
mercerías y lo utilizaban tanto hombres como mujeres (en el siglo XVI serán muy utilizados en las gorgueras).
También se usaban pieles delicadas: armiño, ardilla, cordero, zorro, conejo, marta (cibelina), nutria y visón.
6) Se ponen en uso las leyes “Suntuarias” que limitaban el uso de determinados materiales para el vestir a la gente del pueblo
y se reservaba sólo a la clase noble. Tales como las pieles y telas suntuosas. Los que contravenían las leyes suntuarias tenían
que pagar fuertes multas que se inscribían en los registros apropiados. A pesar de la promulgación regular de leyes suntuarias
contra los gastos innecesarios, sobre todo los de la vestimenta, el lujo conservaba una irresistible atracción. De la misma
manera que los palacios, los caballos y las carrozas, la ropa respondía al deseo de brillar en sociedad.
7) La ropa debía ser: elegante / refinada / luminosa y de caída lineal. Se debía “brillar” en la sociedad
8) Se llevan a cabo grandes fiestas y banquetes con vestimenta temática o disfraces. Esto es muy popular en todas las cortes
(hasta el siglo XVIII) quienes competían en originalidad y lujo.
9) Nace el “Dibujante de Vestes”, protodiseñador. Artista que concebía el diseño de los vestidos y disfraces cortesanos.
Prendas Masculinas
Prendas Interiores Prendas de “Vestir” Prendas de Abrigo
Bragas Saya o sayo o gonela Paletoque o capote
Calzas o trusas Jaqueta Caftán
Camisa Giornea, journade o huca Tabardo
Jubón Hopa u Hopalanda Manto o capa
Haicelain Garnacha
Sayón
Prendas interiores:
Las bragas.
Los hombres podían vestir unas bragas largas, medianas o pequeñas y ajustadas (como un slip o más pequeño aún), para
llevar bajo las medias calzas que llegaban hasta la cintura.
La Camisa.
Por regla general, la camisa del hombre quedaba totalmente oculta bajo el resto de la ropa, aunque podía verse por las
aberturas de las mangas. Son camisas anchas, con cordones en las muñecas y el pecho, con cuello simple, barco o con tirillas.
Las bragas y la camisa en tejidos de lino o algodón. La camisa suele tener terminaciones bordadas porque se mostraba a
través del vestido. El escote rectangular marca el cambio.
El jubón.
Al igual que las calzas, el jubón era una prenda forrada, que se ajustaba muy estrechamente al torso del hombre y que no
era demasiado flexible. A él se unían las calzas por medio de agujetas (cintas) formando así una prenda compuesta de dos.
El jubón podía forrarse con lienzo o algodón. El jubón quedaba cubierto por las otras prendas que los hombres vestían
encima. El cuello del jubón, llamado collar, que junto con las mangas era lo único que se veía del mismo, era muy rígido. Las
mangas y el collar podían ser de distinta tela que el cuerpo del jubón. Se utiliza el acolchado con mangas amovibles,
acuchilladas o rasgadas para dejar ver la camisa u otro tejido en su parte interior.
Podían ser escotados (en V), unidos con “trena”, de cuello alto, cerrado con agujetas (jubón Borgoñón) o con botones.
Bragas, camisa, calzas y jubón conforma la “ropa interior” del hombre. De cualquiera así vestido se decía que estaba
“desnudo”, debiendo completar su atuendo con ropas “de vestir” y que se llevaban encima de éstas.
Prendas de “vestir”
Jaqueta
Traje masculino, que cubre el tronco y los brazos y se viste sobre el jubón. Es una prenda acolchada y ceñida: hasta 1400 se
distingue entre jaquetas cortas y largas según cubran o no los muslos, pero a partir del siglo XV todas son largas. Las
mangas se adecuan a las modas, por ejemplo durante el siglo XV son abombadas y se recogen en la muñeca. Los tejidos son
ricos y de colores llamativos.
Giornea, journade o huca: Prenda sin mangas y abierta en los costados, como si fuera un poncho de los que se usaban sobre
la armadura para mostrar el escudo heráldico. Podía estar forrada de piel y caer en pliegues.
Hopa u Hopalanda
Traje de abrigo de lujo, con mangas, forrado de piel y que no admite manto por encima. Puede ser suelto, amplio y talar,
así como ceñido a la cintura y de cortes variados. Mangas fantasía o jironadas. Podían tener una gran riqueza de tejidos
muy ricos y sofisticados.
Sayón: Túnica larga (hasta el talón) con mucha tela, de color oscuro reservado para eruditos y doctores.
Caftán: prenda abierta de origen oriental, abierto por delante, con o sin mangas.
Tabardo: Manto corto de gala corto, holgado con mangas cortas y abierto en los laterales.
Garnacha
Prenda de abrigo amplia, larga, generalmente de mangas cortas formando cuerpo con el resto del vestido, más holgado y
con mucho vuelo. Se viste suelta, sin cinturón, y es un traje concebido para viajar o andar por la ciudad. Entre sus variantes
están las escotaduras laterales para sacar los brazos en vez de mangas, o las mangas tubulares muy estrechas, rasgo
característico del tabardo.
Prendas Femeninas
Prendas Interiores Prendas de “Vestir” Prendas de Abrigo
Camisa Gonela o saya Tabardo
Blanchet Gonete Hopalanda
Cos Falda o basquiña Capas
Verdugado Brial
Prendas interiores:
Camisa: Se generaliza su uso en este siglo. La moda italiana de la época ensanchó las mangas permitiendo que una parte de
la misma asomara a la altura de los codos. Después los alemanes incorporarán las cuchilladas, rasgar la superficie de las
prendas exteriores dejando entrever lo que está debajo. Las bocas de mangas y cuellos se abrochaban con cordoncillos,
cintillas y botones.
Blanchet: O bata. Era una especie de vestido de base, con poca decoración y largo, generalmente de lino. También llamado
camisón, además de ser la base de los vestidos ornados, se podía usar para dormir.
Cos: Prenda semiinterior femenina con forma de corpiño ajustado, sin mangas o con mangas estrechas, equivalente al jubón
masculino. El tejido más habitual para el cos es el lino o la tela de Holanda o Bretaña, nunca la piel. Se trata de una prenda
cubierta casi en su totalidad, ya que solo eran visibles las mangas y el escote.
Verdugado: Falda con aros rígidos de mimbre, metal, etc., que llevaban las mujeres debajo de la basquiña u otras faldas para
ahuecarlas; fue muy usado entre los siglos XV y XVI. Estaba formado por un armazón de alambres de madera o ballenas, o
de aros ("verdugos") forrados y cosidos por su parte externa creando un cuerpo cónico. Se registra su aparición hacia 14681
y serían el modelo para otros “inventos” posteriores (guardainfante, el panier, el tontillo, el miriñaque o la crinolina).
Gonete
Prenda femenina corta que cubre el cuerpo y los brazos. Su extensión varía entre la cintura y la cadera, pero siempre se ciñe
únicamente al cuerpo, no incluye falda. Las mangas son especialmente vistosas, normalmente de distintos colores, tamaños
y estilos. En cuanto a los tejidos, pueden ir forradas de telas como el raso, la grana, el terciopelo o el lienzo, o de pieles como
los armiños, las martas o los conejos.
Basquiña
Falda exterior femenina que queda totalmente al descubierto cuando se viste con gonete y parcialmente tapada cuando se
viste con mongil. Para su confección se emplean las mismas telas que en los vestidos: grana, londres, terciopelo, damasco,
cetí o raso. Se adornan con tiras de otra tela o color.
Brial
Prenda femenina de lujo para vestir a cuerpo (sobre las prendas interiores), ajustada al talle, de corte similar a la saya (cubre
brazos, torso y piernas), pero de largo mucho mayor que arrastra varios palmos sobre el suelo. Para las grandes ocasiones
briales con una larga cola. Requiere más del doble de tela necesaria para hacer la saya y se ajusta con cintas o botones. En
España era con ausencia de mangas y las sisas en ángulo, permitiendo que se vean camisas bordadas con sedas de colores.
En cuanto al tejido, su carácter suntuoso da lugar a telas ricas como la seda, el brocado, el aceituní, el damasco o el raso. El
lujo también se manifiesta en la guarnición del brial, consistente en cortapisas con incrustaciones de piedras finas y perlas o
tiras bordadas.
ACCESORIOS
Escarcelas: Como los trajes (tanto femeninos, como masculinos) no incluían bolsillos (aún no se habían inventida) se usaban
bolsas de colgar de diferentes materiales y pequeño tamaño, para llevar monedas, y pequeños objetos. Eran de cuero, telas
decoradas, bordadas o con piedras preciosas. Se colgaban del cinturón (en el caso de los hombres) o se guradaba en los
pliegues de la ropa de abajo.
También se utilizaban bufandas, velos y pañuelos confeccionados en seda, chiffon y crepe.
Calzado
Ya en la baja edad media surgió el zapato de punta retorcida como distintivo de clase social: mientras más centímetros
medía la punta, mayor prestigio social denotaba quien lo calzaba. Se llegó al absurdo, de modo que a menudo era
imposible caminar con tales artefactos, pero en vez de renunciar a tan absurdo aditamento lo que se hizo fue sujetar la
punta a la rodilla mediante una cadenita.
En este siglo se siguieron usando estos zapato alargado y puntiagudo también llamados Poulaines o Cracovianas que
alcanzaban el medio metro y cuyo usuario tropezaba con sus propios pies.
La de los chapines (femeninos), moda que triunfó en Venecia y Florencia donde hicieron furor los zapatos de plataforma,
de madera ligera forrados de tisú o cuero. Para caminar sobre este zapato femenino se requería el apoyo de un galán o de
una sirvienta; las caídas eran peligrosas, y se vio gran número de mujeres tullidas por haber caído de lo alto de sus chapines
que alcanzaban los veinte centímetros de altura.
En muchas ocasiones el calzado era fuente de problemas. Estrenarlos suponía una tortura en una época en la que no existía
la idea de zapato a medida. En la Edad Media este trabajo se confiaba a un criado, encargado de llevar los zapatos nuevos
durante una temporada para que tomaran la forma del pie. Además, existía la idea de que estrenar algo nuevo era cosa
plebeya, de mal gusto.
Sombreros y Tocados
El retrato alcanza su cima durante el renacimiento, y es lo que nos brinda la información acerca de la indumentaria, tocados
y accesorios utilizados.
A mediados del siglo XV se pone de moda el pelo liso cortado a lo tazón para los varones. El cogote, las sienes y las patillas
se afeitan. Lo llamaban Peinado a la escudilla o en redondo
Es este siglo los varones reemplazaron los sombreros de tela arrollados por un gorro cónico relativamente elevado cuyo
borde posterior se levantaba manteniéndolo hacia la parte delantera.
En el siglo XV, las mujeres se inspiraban de la moda francesa: adornos y rodetes levantados en pirámide y mantenidos con
pequeños arcos de mimbre o de paja. A menudo con una corona de cabellos postizos, el peinado se adornaba con finas
cadenas de oro o de perlas, también con cintas, velos y joyas. El peinado adoptará a continuación formas más sobrias,
dividiendo los cabellos en dos bandas lisas separadas en medio de la frente, rodeado con una cinta adornada con piedras
preciosas. El color ideal que se quiere dar tanto a los cabellos naturales como a los postizos, es el color rubio. Como el sol
tenía la reputación de teñir de rubio la cabellera, había mujeres que exponían sus cabellos a pleno sol, permaneciendo así
durante largas horas; además, se empleaban mordientes y otras mixturas para teñirlos.
Las joyas
A principios del siglo XV, en Florencia existían más de cien talleres de orfebrería registrados. Las joyas tenían un significado
particular para los ricos florentinos. Su belleza y su valor comercial era símbolos del prestigio familiar, jugaban un rol muy
importante en la concertación de matrimonios. Las mujeres que llevaban estas joyas conocían sus connotaciones, así como
su valor simbólico.
Los collares de órdenes de caballería eran comunes en los varones nobles de la época, que llevaban orgullosos como insignias
militares, como el Toisón de oro (en Flandes).
Otras joyas más modestas adornaban a las jóvenes y adolescentes, regalos de sus padres, con gemas más humildes como el
coral que en la iconografía profana es invocado como un signo de protección. Lindas ristras de perlas de coral rodeaban las
gráciles cuellos o colgantes en forma de camafeo o en pendientes para las orejas.
El maquillaje
Las mujeres del Renacimiento mejoraron el arte nunca abandonado del maquillaje. A ellas les gusta depilarse. Las sirvientas
“depilaban las cejas y la frente de las mujeres, les daban masaje en las mejillas y les embellecían la piel del cuello retirando
ciertos pelos”; todas querían ser rubias y se peinaban con mucha imaginación; algunas incluso utilizaban pelucas.