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Romanticismo[editar]

Retrato de la archiduquesa  Sofía de Baviera (1830), por Joseph Karl Stieler

Tras la derrota de Napoleón y la restauración de la monarquía en Francia, Europa vivió un


nuevo período en el que predominó el conservadurismo, lo que se reflejó en la moda, que
puso sus ojos en la indumentaria de períodos históricos como el gótico, el Renacimiento,
el rococó y la Restauración inglesa.168 Se acentuó la diferencia entre sexos, con una ropa
masculina de inspiración militar y una indumentaria femenina que evocaba su fragilidad.
La moda masculina fue en la primera mitad de siglo bastante uniforme: frac, chaqueta,
pantalones bombachos, botines y sombrero de copa, además de bastón y guantes. Las
prendas eran generalmente de tonos vivos, lo cual cambió en la segunda mitad con tonos
más oscuros.169

Las nuevas modas para mayo de 1829, vestidos de mañana y noche, ilustración de World of
Fashion (1829)

En el ámbito femenino, hacia 1820 las faldas se hicieron más largas y amplias, con telas
vistosas y costuras invisibles. El vestido ceñía el busto y el talle, y el cuello y las mangas
eran abombados.169 Las faldas tenían forma de campana, con un ligero acortamiento a la
altura del tobillo, lo que permitía ver las medias, decoradas con vistosos motivos
ornamentales, así como los zapatos, de seda bordada y adornados con lazos o rosetas.
Los vestidos eran también muy adornados, así como los sombreros, que llevaban lazos,
plumas y flores.168 Surgió la línea A, con una hechura de forma acampanada, de cintura
estrecha y vientre ancho. Para dar forma de campana, se llevaban varias enaguas bajo la
falda y se acolchaban con un pequeño polisón en su parte posterior. Para el talle de
cintura se usaba de nuevo el corsé, con ballenas de madera o marfil en la parte delantera
y encaje en la trasera. Hacia 1840 se fue estrechando aún más la cintura con refuerzo de
ballenas. Los corpiños se cosían a la falda creando un vestido de una pieza, que se
abrochaba por detrás. Los materiales más usados eran la seda, la organza y el tartán. Los
escotes eran en pico o en barco,nota 6 con hombros al aire y mangas cortas para la noche y
largas para el día. Las mangas eran voluminosas, tipo gigot d'agneau («pierna de
cordero», también llamada «manga jamón»), a veces acuchilladas. Los hombros se
tapaban en ocasiones con encajes o cuellos de lino, llamados esclavinas o cuellos capa.
También se cubrían con mantones de encaje o cachemira, o sobretodos como
mantos, mantelets, paletones o capas Tudor. Como accesorios se usaban manguitos,
guantes, cinturones con hebillas, bolsos «ridículos», abanicos, parasoles y
sombreros poke, de ala alta y atados a la barbilla. En el cabello estuvo de moda el
peinado à la chinoise, con moños altos con rizos por los lados.171 También llevaban gran
profusión de joyas, como broches, brazaletes, guardapelos, camafeos y cadenas de oro
con pequeños frascos de perfume.172 Por influencia de la literatura romántica, estaba de
moda el aspecto melancólico, lo que se tradujo en una tez pálida y un cierto aspecto
enfermizo y delicado en la mujer, y misterioso y taciturno en el hombre.168

Beau Brummell

En esta época surgió el fenómeno del dandismo, en el que el culto a la belleza se llevaba


al propio cuerpo: los dandis vestían ropa elegante, se preocupaban de forma excesiva de
su imagen personal, les interesaba la moda y procuraban estar a la última en las
novedades del vestir; les gustaban los complementos, tales como sombreros, guantes y
bastones. Por lo general, eran personajes urbanos, de origen burgués —aunque en
ocasiones renunciasen a esta distinción—, a menudo con profesiones liberales y
aficionados a las novedades tecnológicas. En cuanto a carácter, solían ser altaneros y
polémicos, y gustaban de ser admirados y hasta ser considerados como celebridades.173
Traje de maja (1858), Museo del Traje (Madrid)

El prototipo del dandi fue George Brummell, más conocido como Beau («bello»)


Brummell, que influyó con su forma de vestir en la moda masculina de principios del
siglo XIX. Era amigo del príncipe de Gales —futuro Jorge IV—, quien le nombró «Ministro
Presidente del Buen Gusto». Entre cosas, propició el abandono del calzón hasta la rodilla
por el pantalón largo, así como el uso del frac y la corbata. Vestía siempre de forma
impecable, con trajes de un corte excelente y corbatas diligentemente anudadas.174
Brummell fue el primero en almidonar el pañuelo del cuello, de los que usaba dos
versiones: una corbata doblada que daba la vuelta al cuello y se anudaba por delante o
una tela almidonada llamada stock que se abrochaba por detrás. También popularizó los
cuellos de camisa altos, con unos extremos llamados winkers que podían llegar hasta los
ojos. También fue pionero en el cuidado extremo de la higiene personal, al bañarse,
afeitarse y lavarse los dientes todos los días. Otro factor que puso de moda fue el
peinado à la Brutus, rizado y adelantado en mechones sobre la frente.175
En esta época estuvo de boga en Europa la moda inspirada en España, en los trajes
castizos, de majas y toreros, especialmente las capas españolas para hombres y las
mantillas, peinetas y abanicos para mujeres. Lo español resultaba pintoresco, como se
aprecia en la literatura de Byron, Gautier o Victor Hugo, y se llegó incluso a resucitar
vestigios de la moda española del siglo XVI como la lechuguilla, si bien una variante más
modesta. También fue por influjo español que las faldas se cubriesen de encajes y
volantes, sobre todo en la tercera década del siglo. Esta tendencia se dio también en el
peinado, con unos peinados «a la española» inspirados en las majas.176
En Latinoamérica, los procesos independentistas fomentaron la formación de nuevas
identidades culturales, que incluían la vestimenta como signo de identidad nacional.
En Argentina, los gauchos desarrollaron un tipo de vestimenta práctico pensado para
montar a caballo, compuesto por unos pantalones holgados (bombachas) y una manta
(chiripá) que se colocaba entre las piernas, atada a la cintura. En 1837 se fundó
en Buenos Aires la revista La Moda, inspirada en la francesa La Mode. Una prenda típica
de toda Sudamérica —de origen andino— es el poncho, un tipo de abrigo formado por
una tela rectangular con un agujero en el centro para la cabeza. En Perú surgió el tipo
femenino de la tapada limeña, que llevaban una saya, un tipo de falda de seda grande y
larga, y un manto que les cubría la cabeza dejando tan solo un ojo a la vista. En México,
se puso de moda entre las mujeres el vestido de china poblana, inspirado en el sari indio,
compuesto por una camisa blanca, una falda llamada castor, trabajada con lentejuelas y
camarones que formaban dibujos geométricos y florales, unos porabajos blancos, una
banda para la cintura y un rebozo, una prenda parecida al chal. En este país surgió el tipo
del charro, como se denominaba a los jinetes de los estados del centro-oeste, vestidos
con un traje generalmente negro decorado con bordados y costuras en hilos de oro y
plata, o bien unas aplicaciones de ante denominadas grecas, compuesto por una
chaqueta tipo bolero, un moño de tela al cuello, pantalón decorado con botones de
alpaca, oro o plata, botas y sombrero de charro, de copa alta y ala ancha; también puede
llevar un mantón (sarape) al hombro.177

Gaucho
 

Charro
 

Poblanas
 

Tapada limeña
Época victoriana y alta costura[editar]

La emperatriz Eugenia con sus damas de honor, de Franz Xaver Winterhalter (1855), Musée du
Second Empire, Compiègne

Desde mediados de siglo se apreció un cambio en las tendencias artísticas. La aparición


del estilo neogótico en las artes influyó en un retorno a formas medievales en el vestido:
hombros caídos, mangas largas y ceñidas —tipo pagoda—, uso de telas pesadas. El
cuerpo del vestido acababa en punta, unido a la falda por un fruncido, con pliegues
alternos. La amplitud de la falda se conseguía con enaguas armadas con crin, hasta que
en 1856 surgió la crinolina, una nueva versión del miriñaque, formada por aros de acero
forrados de tela, sujetos a la cintura con cintas. La falda era acampanada, decorada con
volantes, guirnaldas, plisados y festones; entre los adornos más populares se encontraba
el motivo de clave griega. A medida que la crinolina aumentaba —llegó a su máxima
amplitud hacia 1859—, se añadían a la falda godetsnota 7 para ganar anchura en la parte
inferior y que quedase ajustada a la cintura, lo que dio lugar a la llamada «línea
princesa».157 El uso de crinolina no permitía llevar abrigos, por lo que se complementaban
con chales o capas.179 Durante el Segundo Imperio, Eugenia de Montijo, esposa
de Napoleón III, introdujo la moda de la superposición de faldas, sostenidas por aros de
hierro, con volantes y pliegues en cuello y mangas.169

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