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Historia de la Sastrería

 Trabajo Práctico Nº 2
 Fecha de entrega: 07/06/2021
 Alumnas: Noelia Salinas
 Curso: 3º “B” T.V.
 Materia: Taller de Producción Sastreril
 |Profesor: Fabricio Koslowski
BREVE RESEÑA DE LA HISTORIA DE LA SASTRERIA

En la Antigüedad la palabra traje significaba vestido, especialmente el de las mujeres;


también se utilizaba el término en el sentido de porte o aspecto propio de una persona.

La sastrería es el arte de diseñar, crear y ajustar prendas. La palabra «Tailor», que aparece
por primera vez en el Diccionario de Oxford en 1297, proviene de una palabra francesa,
tailler, que significa «to cut»

El arte del Tailoring se remonta a la Edad Media cuando los primeros sastres fabricaban
prendas de lino para que los soldados llevarán debajo de la cota de malla.

La tradición actual del traje masculino nacería en Francia hacia el siglo XVIII, como moda
consistente en vestir los hombres chaqueta, chaleco y pantalón de distintos tejidos y de
colores muy vivos. Eran prendas de corte amplio, ya que estaban destinadas a facilitar las
cosas en las labores del campo.

Eran prendas muy sencillas pero un oficio importante del cual salieron los primeros gremios
de sastrería en las principales ciudades europeas. Desde sus primeros días, la sastrería fue
un comercio jerárquico y dominado por hombres del que surgieron varias compañías y
escuelas importantes como los Merchant Taylors en Londres o los Maîtres Tailleurs d’Habits
en Paris. Sin embargo, la sastrería se enseñaba mediante el aprendizaje, donde un maestro
sastre instruía a un aprendiz a través de la experiencia práctica. El taller típico tenía un
maestro sastre y varios cortadores y aprendices, cada uno era responsable de una tarea
específica como la costura de entretelas, los bolsillos o las mangas. Debido a este método
de enseñanza, no existieron manuales escritos para la confección hasta mucho tiempo
después de la aparición del oficio. El más importante se publicó en 1889, El History of the
Art of Cutting por E. B. Gilles, convirtiéndose en un documento histórico importante.

Antes del advenimiento de las máquinas de coser en el siglo XVIII, algunas prendas podrían
requerir más de un par de manos al mismo tiempo. Muchos sastres se sentaban uno al lado
del otro o uno frente al otro con las piernas cruzadas. En francés, la forma de sentarse con
las piernas cruzadas todavía se llama «assis en tailleur» o «sentado en pose de sastre».

Los sistemas de medición cambiaron radicalmente durante la historia de la confección. Los


sastres siempre han tenido la difícil tarea de crear prendas tridimensionales para formas de
cuerpo asimétricas y muy variadas. El sastre combinaba los principios de la ciencia y el arte
para producir prendas diseñadas bajo modelos escultóricos y de ingeniería pero a diferencia
de la escultura estática, las prendas también debian permitir al usuario moverse libremente.
Por mucho tiempo se utilizaron los ells (abreviatura de codos, elbows), como sistema de
medición. Después en 1769, Garsault en su manual de sastreria ilustró la tira de papel que
utilizó para tomar medidas hasta que el sistema métrico se introdujo en Francia en 1795. A
la cinta métrica pronto se le unió un compás, una regla y un papel de calco para producir
sistemas geométricos elaborados que se utilizaron durante todo el siglo XIX.
En el siglo XVIII, los sastres comenzaron a pensar en formas de reducir la cantidad de fittings
y comenzaron a crear sistemas de corte. Estos sistemas, en combinación con la invención
de la máquina de coser en 1790, cambiaron la industria textil para siempre.

Pero el traje masculino como hoy lo entendemos nació en 1860. Sus primeros usuarios
fueron los miembros de la pequeña nobleza y la burguesía que lo usaban ocasionalmente
para montar a caballo, de donde vino la costumbre de dejar un corte en la parte posterior
de la chaqueta.

Como las cacerías a las que asistían vestidos con el nuevo atuendo se iniciaban al amanecer
y el frío era un inconveniente, se optó por posibilitar el cierre de la chaqueta hasta el cuello,
por lo que se añadió a la prenda un botón en la parte alta. Éste se abrochaba en el ojal que
todavía queda como mudo testigo de aquella práctica funcional en su día, y que suele
utilizarse para colocar una flor o un botón decorativo. Aunque al principio el traje era vestido
con cierta prevención, no tardó en ser considerado prenda cómoda y práctica que empezó
a llevarse también en la ciudad.

A ese fin, los sastres del siglo XIX perfeccionaron su corte en la última década de aquel siglo
haciendo de él una especie de uniforme imprescindible en la vida de los negocios. Hubo
multitud de experimentos en lo que al corte del atuendo masculino se refería, sobresaliendo
de entre aquellos ensayos, en 1830, el de un sastre alemán de la ciudad de Maguncia llamado
Wildgans, que diseñó por primera vez un traje de una pieza para hombres, según cuenta
Max von Boehn en su magnífica Historia de la moda.

El traje de caballero también puede tener chaleco. En este caso se llama terno. Los distintos
elementos que componen el terno ya se utilizaban antes de nacer tan afortunada
combinación (saco-pantalón-chaleco). El chaleco es de origen turco, y se encuentra
mencionado por Miguel de Cervantes en su novela El Quijote. Chaqueta y pantalón son
palabras que al parecer introduce en el castellano procedentes de la lengua francesa Leandro
Fernández de Moratín sobre 1800.

Desde entonces aparecen los tres componentes del terno o los dos del ambo (saco y
pantalón) como indumentaria genuinamente masculina.

Por otra parte, la sastrería femenina se remonta a principios siglo XIX cuando el
estilo masculino era un rasgo característico en la ropa de montar femenina, las amazonas
usaron trajes oscuros que los sastres confeccionaban inspirándose en las levitas y chaquetas
masculinas.

Hacia 1880 la indumentaria de ambos sexos era muy parecida e inclusive se comentaba que
desde lejos no era fácil distinguir a una joven amazona de un joven jinete a esto también
contribuyo el uso de sombreros de copa, corbatas, chalecos y pantalones bajo la falda.
La mayoría de las chaquetas femeninas estaban adornadas con detalles militares, los galones
eran uno de los motivos decorativos que más se usaban y estaban inspirados en los
uniformes de los regimientos militares.

Un ejemplo es la chaqueta de diario de los militares, caracterizada por una fila de galones
aplicada a todo el ancho del pecho conocida como crow´s feet o pata de gallo, debido a su
forma característica.

Diferentes épocas de la Sastrería

Siglo XIV

Las leyes suntuarias determinan los textiles y colores que pueden ser usados por clases altas
y bajas. El hombre de la corte utiliza el vestuario para maximizar su cuerpo y ostentar poder
mediante prendas suntuosas de cuero, piel, ricos brocados, bordados y joyas incrustadas
Se maximiza el cuerpo marcando hombros, pectorales, y piernas. Entrepierna con bragueta
con adornos Colores fuertes: rojo, azul marino, vino, oro y negro. Calza con medias de lana
sujetas por cintas (jarreteras). Sombreros y boinas con plumas. Jubón rellenado, con
hombreras y mangas atadas con agujetas y acuchillados.
Siglo XVIII
La indumentaria continúa al servicio del poder político y el
palacio de Versalles en Francia, determina los estilos de
moda. El hombre de la corte francesa expresa el poder del
estado mediante el adorno de su indumentaria. Figura más
estilizada con chaqueta sin botones, ajustada a la cintura y
amplia en la cadera. Sombrero de fieltro adornado con
plumas. Calzón de terciopelo bordado con sedas, lentejuelas
y espejuelos. .Camisa con volados y encajes

Siglo XIX

Desde el final del siglo XVIII, Inglaterra ha sido árbitro de la elegancia en moda masculina.
La Revolución Francesa y la Revolución Industrial no solo cambiarán el mapa social,
económico y político de toda Europa, sino que provocarán uno
de los hitos de moda más importantes de la historia del traje,
aquello que Flügel denominó “La gran renuncia masculina a la
moda”: la creación del traje
moderno masculino. Los excesos
de adornos en el traje masculino
del siglo anterior darán paso a un
traje mas simple y despojado
donde los colores serán
reducidos al igual que las
pelucas, maquillaje y colores.
Mientras tanto, en Inglaterra,
debido a la Guerra Civil que
desemboco en la democracia, se
empezaron a germinar las bases
de la futura y renombrada
sastrería inglesa. La sastrería se
aleja de todas las parafernalias y
adornos que se respira en el resto
de Europa y adoptan un estilo
más práctico y sobrio, de tonalidades oscuras, marcado por las
primeras normas de vestimenta que llaman al uso de
sombreros de copa y levitas, las cuales se fueron acortando
para mayor comodidad. Los tejidos utilizados eran principalmente lanas de alto gramaje,
telas muy tupidas y bastas realizadas en lana de carda. Esto
facilitaba la tarea del sastre y sus oficiales para disimular cualquier
imperfección o defecto en la hechura de la prenda. Otro de los
mayores cambios que se dieron en esta época fue el pantalón. En
un principio se vestía un pantalón corto, por debajo de las rodillas,
pero que dejaba ver al completo los calcetines. Eran una especie
de pololos o bombachos. A partir de finales de l siglo XIX y
principios del XX, se alarga el pantalón hasta alcanzar las medidas
que se toman en la
actualidad. El Siglo XIX
con variados cambios y
ajustes creará una
estética de hombre
urbano sofisticado:
Sombrero de copa,
cabello rizado y tupé
elevado sobre la frente,
barba bajo la
mandíbula de forma sutil, poco bigote y muy
fino, chaqueta con faldones, abiertas para
exhibir el chaleco bordado y de color (de cintura
alta), camisas de lino, cuellos de camisa
elevados, pantalones muy estrechos, grandes
sobretodos y capas

En la versión femenina de esta chaqueta los galones


son mas cortos y se remata en la parte derecha con
unos bucles de fantasía, de igual forma en los cuellos
esto rompiendo con los uniformes masculinos, esta
novedosa combinación de galones verticales y
horizontales realza la longitud del cuerpo en el
pecho y hace que la cintura luzca mas estrecha.

En estos años la compañía especializada en sastrería


femenina Messrs Redfern y Co. Confeccionaba trajes
sastres femeninos, chaquetas deportivas, chaquetas
de paseo, todas estas con un corte irreprochable.
Durante los años 1880 y 90 las chaquetas y los
abrigos de linea masculina se convirtieron en
prendas populares del guardarropa femenino, todas
estas ceñidas y entalladas, como:

 Frock Coats
 Ulters
 Chesterfilds
 Eton.

La chaqueta de la siguiente
imagen se conocía con el
nombre de reefer de doble
botonadura y estaba basada en
la holgada prenda del mismo
nombre, fue muy popular usarla
en primavera cuando las
mujeres dejaban de usar los
pesados abrigos por chaquetas
más ligeras.

Las hechuras de moda tenían solapas anchas con los filos con dobles o triples pespuntes,
bolsillos de tapa sobre las caderas y se abrochaban con tres botones de cada lado, se
permitían adornos discretamente femeninos como solapas cortadas en forma de hoja
vistosos galones serpenteando a lo largo de los delanteros y mangas amplias fruncidas sobre
el hombro.

El movimiento por la reforma de la indumentaria femenina no surgió en Europa sino en


Estados Unidos, a mediados del siglo XIX. La estadounidense Amelia Bloomer fue la primera
en proponer, en 1851, un nuevo tipo de indumentaria femenina constituida por pantalones
anchos. Amelia Bloomer, sin embargo, no era una feminista ante litteram: su idea de
vestuario se basaba en formas que garantizaran la comodidad, la higiene y la buena salud,
pero se inspiraba más bien en presupuestos médicos que políticos. Las mujeres que
militaban en el American Women’s Rights Convention, el primer movimiento feminista
estadounidense, se convirtieron en defensoras empedernidas de este nuevo modo de vestir.
Las ideas médicas de Bloomer pasaron rápidamente a un segundo plano ante el mensaje
político, desencadenando la reacción de la opinión pública conservadora: la adopción del
pantalón se veía como una amenaza a lo que era, y sigue siendo, uno de los símbolos más
potentes de la masculinidad.

Cuando las mujeres comenzaron a participar con más frecuencia en un mayor número de
actividades, necesitaron vestidos más prácticos, los trajes sastres ya confeccionados
ayudaban a cubrir las necesidades de estilos de vida más diversos, los vestidos de lana lisos
se consideraban apropiados para la vida diaria y se podían usar también para practicar
deporte como golf y el tiro.
Hacia 1870 empezó realmente a imponerse el estilo sastre en el vestido femenino, los
sistemas de corte que se usaban para la ropa masculina se adoptaron a elegantes faldas y
cuerpos estilizados, las mujeres adoptaron rápidamente el nuevo estilo.

Estas chaquetas muestran como el sastre ha


modificado sus técnicas para conseguir una
elegante silueta poniendo especial atención en
aumentar el número de medidas necesarias para
poder interpretar en papel la silueta femenina, un
sistema de patronaje específico para el talle de la
mujer y una confección donde paño se ciñe a la
figura con la ayuda de una entretela de lienzo con
cabello y añadiendo plastrones internos, pinzas que
siguen los contornos del cuerpo ambos
perfectamente armonizados mediante hilvanes y un
planchado especial para conseguir formas
femeninas detalladas, que moldean el paño para un
hormado perfecto del busto, un entalle impecable
en la cintura y una forma de caderas caprichosa.

Chaqueta de John Redfern, de 1885.

En Francia la incorporación de las marcas estampilladas en el interior de los trajes femeninos


(las etiquetas) que fueron una aportación de las casas de moda, esta práctica rápidamente se
adoptó en toda Europa las etiquetas que en ningún modo pueden ser comparables a la firma
de un artista tenían una importante función considerando como señalábamos al principio
que la internacionalización de la moda es una constante a lo largo del siglo XIX la etiqueta
venía a garantizar su calidad sobre todo en aquellas prendas destinadas a la exportación.

Belle Époque (1890-1914) se conoce genéricamente


como Belle Époque. A p artir de 1890 se inaugura una
nueva etapa que deja atrás el uso del polisón, encargado
de dar volumen y ahuecar las faldas.

Éstas pierden el protagonismo de la etapa anterior y


dejan paso a formas concebidas con una menor rigidez y
concierto movimiento que intenta responder a los ritmos
sinuosos del Modernismo.
Para aquellas mujeres que montaban bicicleta, la
solución fue la invención de la falda-pantalón que
llegaba hasta media pierna –lo cierto es que era muy
distinta de los pantalones de Bloomer de treinta años
atrás– que se difundió en pocos años por toda Europa
y América. En 1892, el ministro del Interior francés
estableció que las mujeres también podían llevar
pantalones (pero únicamente si montaban en bicicleta),
derogando una ley que les prohibía utilizar prendas
masculinas. Montar en bicicleta se convirtió en símbolo
de emancipación. Rápidamente los corsés se dejaron
de lado, sustituidos por corpiños ligeros ideados para
esta actividad (y que en el siglo XX se convertirán en las
prendas íntimas de millones de mujeres

SIGLO XX

1900 – 1910

Comenzando con lo que se desarrollaba desde fines del 1800, la moda de la


ostentación se traslada hasta la primera década del siglo XX como resultado de
continuar con las
costumbres de exponer la
riqueza y la
extravagancia. Nuevos
estilos de sombreros,
como el marinero, se
impusieron en la
sociedad y fueron
utilizados para distintas
actividades de recreación
como el tenis, caballería y
criquet.
En estos años, los trajes se componen de tres
piezas. En la parte superior se encontraban el
chaleco y su correspondiente capa en
combinación con la parte inferior, compuesta
por el pantalón hasta los tobillos.

A partir de 1910, se anuncian cambios en la indumentaria femenina, que introducirán


elementos y detalles que triunfarán tras la Primera Guerra Mundial.
Túnicas, sobrefaldas y faldas pantalón, reales o disimuladas, se acortan progresivamente
dejando ver tímidamente el tobillo, novedad importante aunque con precedentes anteriores
a lo largo del dilatado siglo XIX.

Al mismo tiempo que las faldas se acortan se


estrechan. Pero, sin lugar a dudas, una de las
notas de modernidad, no exenta de críticas,
fue la incorporación de la falda pantalón
hacia 1911. De clara reminiscencia oriental,
fue Paúl Poiret quien introdujo esta nueva
modalidad, aunque, dado el atrevimiento, su
uso no se generalizó de manera inmediata.
No hay que olvidar que la falda se identifica
con la esencia de lo femenino por ser una
prenda imprescindible, la moda no escatimó
esfuerzos para introducir novedades que
marcarían su evolución.
1920

El fenómeno de la unificación de clases se daría en 1920, periodo en que las consecuencias


de la guerra se trasladarían a la expresión en la indumentaria, prendas que eliminan creencias
preestablecidas. Se establece un nuevo estilo y se abandona el dress code demasiado formal.
De este modo, el look deportivo gana terreno y se propone un gran abanico de opciones.

Sombrero 'canotier' - Antes de la hegemonía del borsalino,


este sombrero de paja fue el más popular entre los hombres.
Inspirado por los gondoleros de Venecia, triunfó en el cine
gracias a Chevalier

Las mujeres usan el vestido como la prenda más habitual. En este período se caracteriza
por ser de líneas rectas, liso y cuadrangular. Se trata de un modelo de talle largo, a la altura
de las caderas, sin marcar la cintura.El corto del vestido deja ver las piernas por debajo de
la rodilla.Dentro de ese modelo encontramos cortes evasée, escotes en forma de V,
o cuellos con grandes solapas o canesús.Son habituales los plisados y los volantes en las
faldas, así como los bordados en la parte superior de los vestidos o camisas. Se utilizan
telas con mucha caída como sedas, rasos, muselinas, encajes y tafetanes.

1930

Los buenos tiempos de la posguerra quedarían atrás y los tonos se volverían más frívolos. El
pantalón, al igual que las mangas de las camisas, tendría forma cónica que haría del traje
una prenda más suave y flexible.
El movimiento Gangster se instala como una
exageración del traje drapeado y el traje a rayas
diplomáticas se ubica como un elemento
indispensable en el armario masculino de la época,
acompañado por un sombrero de fieltro. La
recesión se siente en las calles y el casual style
incrementa su presencia en las principales
ciudades. Con una chaqueta de amplios hombros
y solapas, y con pantalones de talle alto, el traje
encontró en Gable el perfecto galán para ser lucido
como se merecía. Se impone el traje de rayas,
popularizado por los gánsters de la época, como Al
Capone. También destacamos la chaqueta cruzada
y otros estampados como la pata de gallo o los
cuadros.

Son años en los que Hollywood consolida su estatus de creador de tendencias, y son sus
estrellas femeninas las que marcan los gustos estéticos de las mujeres de todo el mundo:
cejas depiladas, pelo rubio y con ondas, cuerpos atléticos y delgados.

Se impone una silueta larga, el uso de colores oscuros, las mangas toman volumen y los
nuevos estampados influenciados por los movimientos artísticos como el surrealismo o el
dadaísmo, suponiendo en muchos aspectos verdaderas revoluciones estéticas, llegando
incluso a las portadas de Vogue como la que encabeza el post creada por Salvador Dalí.

Pero también son años de pequeñas revoluciones.


Empiezan a aparecer de forma tímida trajes con
pantalones o el uso de prendas más habituales del
vestuario masculino en la mujer (como este traje
de Elsa Schiaparelli) potenciado por el auge de los
movimientos sufragistas que buscaban la
igualdad, y aunque todavía era muy extraño ver a
una mujer con pantalones, los trajes de chaqueta
y falda sí se confeccionaban muchas veces con una
visión mucho más cercana a la sastrería masculina
y se empieza a generalizar el uso de la falda-
pantalón.

1940

La época bélica a comienzos de los 40’s llevaría


a una gran influencia en toda la década. Uso de
fibras artificiales y botones como detalle
supremo conformarían prendas simples y
funcionales. Los hombres comenzaron a utilizar
trajes sin chalecos y los bolsillos aparecían sin
alas. Trajes con un mínimo de tela para abaratar
costos y producir mayor cantidad

Trajes sin chalecos y bolsillos sin alas, pantalones


sin pliegues, las corbatas más angostas.
Desaparece el pañuelo en el bolsillo superior del
saco y el uso de sombrero . La seda da paso a
telas y tejidos sintéticos (viscose parecido a la
seda artificial y el rayón derivado de la pulpa de
madera).
Los pantalones empezaron a hacerse sin
dobladillos y sin pliegues, y la chaqueta cruzada
comenzó a desaparecer (había que ahorrar tela y
abaratar costes por la guerra). Jersey de pico - Cary
Grant . Creada a imagen y semejanza de los jerséis
usados en la práctica del críquet, esta prenda de
punto se caracteriza por su fuerte personalidad
british y tuvo embajadores tan ilustres como Cary
Grant.

El New Look

El 12 de febrero de 1947, después de la guerra y


en plena reconstrucción, Christian Dior presenta
la primera colección de su maison couture, con
una centena de modelos: el New Look. La
redactora jefe de Harper’s Bazaar, Carmel Snowl,
presente en el desfile, le dijo: “dear Christian,
your dresses have such a new look!”. Et voilà, así
nace la expresión New Look.

El diseñador busca una vuelta a la feminidad y al


chic del siglo precedente. Quiere dejar atrás la
época de las «mujeres soldado», los looks
espartanos. El New Look consigue muchísimos
pedidos, sobre todo en el entorno de las stars del
momento. Christian Dior acaba de agitar los
códigos de la Moda con esta Nueva Silueta.
El Tailleur Bar forma parte de esta colección y es
uno de los modelos con más éxito. Se trata de
una chaqueta de cintura fin a y pecho alto y
marcado y una falda de línea corolle.
1950

La era del denim tiene su auge


y, utilizado por las principales
celebridades del momento, se
convierten en un ítem obligado
para los jóvenes de la época. De
esta forma, el look informal
continúa su crecimiento entre
las masas y surgen los preppies,
jóvenes de chaqueta lisa y
corbata estrecha.

Los jóvenes optaban por looks más atrevidos y casuales: muchos


de ellos emulaban a actores como James Dean y comenzaron a
utilizar los jeans y las chaquetas de cuero.
Cazadora 'bomber' - James Dean: Ligera e impermeable, esta
cazadora es imprescindible para entender en qué consiste el
estilo preppy americano. Sin embargo, el modelo original
proviene de Inglaterra, se llamó G9 y fue creado por la firma
Baracuta.

Campera de cuero motera - Marlon Brando. Gracias a Brando en


el filme Salvaje, la cazadora perfecto de cuero negro se convirtió
en prenda clave para vestir con
estilo biker… y hacer gala de una actitud rebelde (con causa).
El tailleur femenino y el pret-a-porter

El español Cristóbal Balenciaga debe abandonar


España por la Guerra Civil e interrumpe
temporalmente sus tres casas de Madrid y Barcelona.
Después de una estancia en Londres se establece, al
igual que otros modistos, en París. Todos los
apasionados de la moda tenemos en la cabeza la foto
de su Tailleur de jour de Vogue (1951). Es el introductor
del tailleur semiajustado en el delantero y con mucho
volúmen en la espalda.

La francesa Gabrielle (Coco) Chanel, con el


Tailleur Chanel (1954), anunciando los años
60. La apariencia, aunque simple, está muy
buscada. Está compuesto de una chaqueta en
tweed con doble botonadura y una falda lápiz
a la altura de las rodillas. Coco diseña prendas
cómodas para una mujer elegante y moderna,
oponiéndose a las formas más encorsetadas
de otros diseñadores. Lo presenta como un
outfit válido para el día y la noche,
simplemente cambiando de complementos.
1960

También llamada la revolución del pavo real, los colores


fijarían su foco en la década del ’60 con novedosos
estampados y tramas. Las cenas londinenses se vestían
del estilo dandy para su desarrollo y la chaqueta
cruzada se apoyaba en esta elección. El terciopelo
constituye la principal opción y la variedad de otros
modelos a rayas y brocatto forman el listado de
productos.

Traje 'sixties' . En los inicios de su carrera, The Beatles se


vestían con trajes de chaqueta ligeramente entallados y
pantalones pitillo confeccionados por Dougie Millings,
un sastre del Soho. Después llegaría Pierre Cardin y
modificaría el cuello para darle un toque más moderno.

En estos años, el movimiento hippie


tiene su base y a pesar de su gran
impacto en los jóvenes, no llega a ser
más que una contracultura del
momento. Ellos adoptan los
pantalones denim deshilachados y
de campana, al igual que camisas
teñidas como su sello diferenciador.
Llegamos a 1966: Yves Saint Laurent propone una
versión del traje de chaqueta más masculino,
andrógino: el smoking negro en tejido grain de
poudre o terciopelo. Pierre Bergé, que acompaña
a Saint Laurent desde 1958, dice: «en 1966 las
mujeres no tenían derecho a ir al trabajo con
pantalones, incluso en New York, en los
restaurantes chics, las mujeres en pantalón eran
rechazadas. Para las clientas que se visten en alta
costura, era impensable salir sin llevar otra cosa
que no fuese un vestido largo». El modisto quiere
cambiar esto, democratizar la costura y no vestir
solamenta a mujeres ricas, y lo consigue.

1970

La Fiebre del sábado por la noche llevaría el éxito a nivel


mundial a la expresión en la moda, con su protagonista
John Travolta. Se trata de una moda sugerente que rozaba
los extravagantes y que establecieron a la discoteca como
lugar de modas masivas.

Traje tres piezas - John Travolta: Un personaje, Tony


Manero, y
una película, Fiebre del sábado noche, impusieron el traje
tres piezas en la moda masculina. Se confeccionaba
en poliéster y se combinaba con una camisa de de nylon
que imitaba la seda con cuellos de pico.

En el ámbito formal, la dualidad del blanco y el negro expresaría elegancia y los trajes de
tres piezas volverían
al ruedo.
En contraste, el movimiento
hippie caería en un nuevo
resultado, impulsado por la
utilización de un estilo
anárquico: el movimiento
punk, una contracultura que
se identificó por el uso de
jeans ajustados, botas y
camisetas, y fueron
impulsados por la imagen de
Vivianne Westwood y Malcom
McLaren.

1980

Intentando exponer riquezas y prestigio, la sociedad


se vuelca al sistema de marcas, desplazando la Alta
Costura en estos años. Ya sea de esmoquin negro o
blanco, la elección del hombre ochentoso pasará por
el accesorio a utilizar, teniendo en cuenta el color y su
combinación. Finalmente, un nuevo estilo se
establece: el formal/informal. Encuadrado en la serie
Miami Vice, despierta una borrosa distinción entre lo
casual y lo estructurado, desprendiéndose de la
sastrería por unos años.

Este tipo de traje informal en tonos pastel y con


hombreras de, por ejemplo, Armani, se remangaba y
se combinaba con camiseta. Así lo puso de moda
Johnson como Sonny Crockett en la serie “Miami
Vice”.

El tailleur femenino vuelve con mucha fuerza, sobre todo gracias al cine, a las working girls
de las películas americanas. Los trajes de chaqueta de grandes firmas representan el poder,
y se convierten rápidamente en un básico del guardarropa de las mujeres de negocios.
Karl Lagerferld toma las riendas de Chanel en 1983, y
presenta tres prendas en una sola: la robe manteau
(vestido abrigo) que da la impresión de ser un traje
por las bandas horizontales que lleva sobre las
caderas. El modisto juega con sus propias reglas,
pero mantiene el estilo de la maison.
Es imperativo hablar de Giorgio Armani y de su
tailleur para la Business Woman, de líneas latinas y
elegantes. Sus trajes son modernos, simples y
atemporales. Su filosofía es hacer sentir cómodos y
seguros de sí mismos a hombres y mujeres y no
simplemente «decorar por decorar».

1990

El grunge se afianza con la imposición de Kurt Cobain y nuevamente la antimoda propone


combinar ropas de diferentes estilos, usadas y sobre todo de tamaños grandes, creando un
estilo de hombre que pareciera no preocuparse por la prolijidad de su aspecto y que no
logra identificarse con un estilo particular, siendo la GENERACIÓN X que concluye el Siglo
XX.
La nueva era del Siglo XXI deja su reciente evidencia y las semanas de la moda marcan su
punto indeleble en la elección de los atuendos diarios. El nacimiento del ámbito digital
propone un nuevo punto de vista sobre estilos a adoptar y la sociedad genera su propio
criterio. Múltiples firmas invaden las tiendas de las principales ciudades y advierten distintas
propuestas.

Las creaciones de Donna Karan se adelantaron siempre a su tiempo y defendió el punto de


vista femenino a través de la ropa. Era consciente que también decía mucho de quienes la
vestían. Fue, además, la primera modista en proponer ropa para una posible y futura
presidenta. La campaña In women we trust, de 1992, con la modelo Rosemary McGrotha
fotografiada por Peter Lindbergh como la primera mujer presidente norteamericana, marcó
una época y representó una nueva y quizás impensada posibilidad dentro del famoso mantra
yanqui Make America great again. En ese año de elecciones en Estados Unidos el extenso
registro fotográfico en blanco y negro de Lindbergh visibilizó lo que muchos no se animaban
ni siquiera a pensar: ver a la “presidente” en las diferentes facetas que siempre fueron
masculinas. Los años 90 y el crecimiento del empoderamiento femenino sirvió de excusa
para esta suerte de declaración feminista donde la ropa contaba una historia en paralelo.
Las fotos muestran a una mujer impecable jurando por su país sobre la Biblia, por la ciudad
subida al auto saludando bajo una lluvia de papeles donde, curiosamente, no tiene un
hombre que la acompañe; de una mujer trabajando rodeada de hombres en su despacho
presidencial y también dando discursos. En todas está vestida con un tailleur de saco cruzado
y es el otro protagonista. No era la campaña de las mujeres al poder, era la campaña de las
mujeres en el poder. Una mujer presidente en el gran país del Norte es todavía hoy una
fantasía.

2000

La moda de los revivals se impone también en lo masculino, buscando influencias en


décadas pasadas del Siglo XX. Si bien el fenómeno se da igualmente en la moda femenina,
los ciclos en las tendencias masculinas continúan siendo mas lentos y progresivos. Los años
actuales se basan en un resurgimiento de las tendencias del Siglo XX y marcan un fenómeno
de inspiración en el pasado. Surge el streetstyle como expresión de las sucesivas
manifestaciones personales de los transeúntes y, con ella, estilos innovadores y
combinaciones repensadas para el uso actual. Acompañando a éste se encuentra el hipster
que, a grandes rasgos, compone a una persona que utiliza un look muy marcado. Por último,
los complementos, los
detalles y las prendas
entalladas constituyen
ítems que reúnen la
identidad de la imagen
personal. Inspiración en
el pasado y combinación
de indumentaria venida
de diferentes capas
sociales, deportes y
tribus urbanas ponen en
evidencia lo ecléctico y
diverso del universo
masculino en el nuevo
siglo.

El traje femenino ya es parte del guardarropas de la mujer, siendo un equipo


imprescindible para aquellas que trabajan en oficinas y ocupan cargos ejecutivos.
LOS CLÁSICOS DE LA INDUMENTARIA MASCULINA:
Los seis principales trajes del hombre actual

EL CHAQUÉ. La versión de máxima etiqueta del armario masculino, suele usarse en


ceremonias de día –su término en inglés es literalmente 'morning dress', o 'traje de día'-,
mientras que el frac se reserva
para la noche. Como otras
prendas de vestir masculinas,
los primeros chaqués se
utilizaron en la práctica de la
monta a caballo, de ahí la caída
de la cola, con una abertura que
permite al jinete subirse a la
montura con comodidad. La
parte más vistosa del chaqué es
la levita, que siempre va
combinada con chaleco,
además de pantalón (de rayas,
si es posible), camisa y corbatón, junto a otros accesorios como el sombrero de copa o los
guantes. El zapato, Oxford.

DOBLE BOTÓN. Los trajes de doble botonadura se caracterizan por superponer sobre pecho
y el vientre los dos extremos frontales de la chaqueta, abotonando la prenda con dos filas
paralelas de botones. En la actualidad, sólo una de las filas suele ser funcional, mientras que
la otra es meramente
decorativa, añadiendo un
botón interior a modo de
'ancla', que sujete la pieza en
su sitio. Los primeros trajes de
doble botonadura se remon
tan a las prendas de carácter
naval de los años 30, e
incorporaban un total de seis
botones, que se reducirían
más tarde a cuatro. Las
chaquetas suelen llevarse
siempre abotonadas.
DOS O TRES BOTONES. El blazer o americana consiste en una única fila de botones, y es un
tipo de chaqueta
ligeramente más informal
que la anterior. Existen
variedades con un único
botón, o cuatro, pero
siempre respetando la norma
de la hilera única. El corte es
más entallado, y es el tipo de
chaqueta más popular entre
los trajes de estilo slim-fit. El
tamaño y el acabado en pico
de la solapa también
admiten variaciones.

TRAJE DE CUELLO MAO: Se trata de una


adaptación occidental de un tipo de
indumentaria popular en la China
Imperial. Es un tipo de cuello corto
elevado, que sube entre tres y cinco
centímetros, sin incorporar vuelta ni
solapas. Suele acabar en puntas
redondeadas.

DINNER JACKET. O esmoquin, como se la conoce en los países hispanohablantes. La dinner


jacket (su denominación
británica original), es un tipo
de atuendo de etiqueta que
suele emplearse por la
noche, y aunque es más
elegante que un traje, no
llega al nivel de ceremonia
del chaqué o frac. El
esmoquin ha evolucionado
mucho en los últimos años,
permitiendo diseccionar los
diferentes elementos e
incorporar la chaqueta a
looks más relajados o informales. Oficialmente, el esmoquin se compone de chaqueta,
camisa de cuello pajarita, fajín (o chaleco), y corbata o pajarita.

TRAJE EJECUTIVO. La pieza


clave del armario masculino,
especialmente en lo que
respecta al día a día, combina
pantalón y chaqueta, y sólo
en algunas ocasiones,
chaleco. Puede ser de dos o
tres botones, o de doble
botonadura. Puede ser de
corte italiano (ceñido en
forma de 'uve'), americano
(cuerpo recto) o británico
(menos marcado en los
hombros), aunque por
definición la chaqueta es más espaciosa y cómoda que un blazer. Los colores suelen ser
neutros y oscuros, con preferencia por los grises y azules.
Bibliografia

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