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El culto estaba por terminar, y el pastor quería saber si todos habían recibido el
mensaje que les acababa de compartir. Preguntó a la congregación: "¿Cuántos de
ustedes han perdonado a todos sus enemigos?" Todos levantaron la mano, con la
excepción de una señora muy avanzada de edad.
"¿Señora Ramírez? ¿Usted no quiere perdonar a sus enemigos?" La señora, con una
sonrisa muy dulce, le respondió: "Pastor, yo no tengo ni un solo enemigo." El pastor le
preguntó: "Hermana, ¿cuántos años tiene usted?" La anciana le respondió: "Acabo de
cumplir 98 años."
"¿Noventa y ocho años? ¿Nos podría venir a explicar cómo puede vivir una persona 98
años, y no tener ni siquiera un enemigo?" La hermanita caminó lentamente al frente
de la congregación, miró a todos y les dijo: "No tengo ni un solo enemigo. A mi edad,
¡ya todos se murieron!"
Supongo que es una manera de no tener enemigos para perdonar: ¡vivir muchos
años, hasta que todos se hayan muerto! Pero creo que esta solución no es factible
para la mayoría de nosotros. Es más, aunque vivamos más años que los demás, no
así nos libramos de la responsabilidad de perdonarles.
El evangelio de Mateo en el capítulo 4:23 dice “2 Y recorrió Jesús toda Galilea,
enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y
sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”.
Si vemos Jesús no solamente sanaba enfermedades sino que también sanaba
dolencias, que se refiere a dolores internos en nuestro corazón y una de ellas era
perdonar pecados pasados y posteriormente traer sanidad de enfermedades cuando
ya había sido limpiado.
2. OLVIDATE DE OLVIDAR
"Perdonar y olvidar" es un antiguo proverbio, pero no es un buen consejo. Hay
ciertas cosas que usted y yo nunca vamos a olvidar.
• Si alguien mata a un ser querido,
• Si fuiste víctima de una violación,
• Si tu pareja te fue infiel,
• Si alguien te acusó falsamente de algo terrible,
Las probabilidades son que vas a recordar a esa persona o ese incidente a pesar de
tus mejores esfuerzos.
Estas cosas están grabadas en nuestro subconsciente y se supone que vamos a
recordarlas hasta el día de nuestra muerte. Puede que te olvides del asunto por un
tiempo pero luego:
• ves a la persona que te ofendió,
• escuchas cierta canción,
• estás en conversación con un amigo y se habla otra vez del asunto.
Hay algunos que dirán que el hecho de que te acuerdes del problema es la
prueba de que en realidad no has perdonado a la persona. Yo no estoy de
acuerdo.
De hecho, yo creo que existe una razón por la cual la mente decide recordar. La
razón es porque así podemos aprender de nuestras heridas, y procuramos
protegernos de ser heridos otra vez.
Piensen en este ejemplo:
Supongamos que una niñera maltrata a tu niña o niño. El niño tiene que ser llevado
al hospital con un brazo fracturado. La niñera está arrepentida y te ruega que la
perdones. Tú lo haces. Tiempo después te encuentras con la misma persona y ella se
ofrece a cuidar a tus hijos otra vez. Recordando el pasado, tú te niegas a aceptar sus
servicios. Algunos te dicen que no has perdonado. Sin embargo, no es que no hayas
perdonado necesariamente, sino que has aprendido de esa dolorosa experiencia, y
sabiamente has decidido no repetirla.
3. NO DIVULGUES LA OFENSA
No riegues el veneno. Deja que la ofensa muera. Si sientes que debes divulgar la
ofensa, pregúntate el porqué.
• ¿Cuál es el motivo? • Qué estás esperando lograr? • Son tus acciones motivadas
por amor o por algo menos honorable?
La Biblia dice “Sin leña se apaga el fuego” Prov. 26:20. en otras palabras, si dejas
de alimentar la ofensa, eventualmente se extinguirá. El perdón es la clave para abrir
la puerta del resentimiento y las esposas del odio. No te amargues pensando en el
hecho. Déjalo ir.
4. PROSIGUE ADELANTE CON TU VIDA
El perdón restaura el presente, provee la base para el futuro y te libera del pasado.