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1. Mi testimonio: en el último año y medio me ha tocado vivir una situación familiar muy difícil que
puso a prueba mi Fe, en el sentido de que pensé que nunca podría perdonar el mal que me
hicieron. Sin embargo entiendo que el Señor permitió que me tocara vivir esta situación para que
comprendiera la dimensión del amor y perdón de Dios. Durante muchos meses el Señor me tuvo
leyendo y releyendo la Parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32), hasta que logré mirar las
cosas de una manera diferente. El Padre perdonó al hijo pródigo (y cada uno de nosotros lo fue
antes, delante del Señor), sin preguntar nada, sin reprender siquiera, y no sólo eso, sino
volviéndole a su status original, aun cuando había malgastado la herencia. De repente no
dimensionamos la magnitud del pecado del hijo pródigo con su padre: en la cultura hebrea de esa
época, pedir en vida la herencia era como maldecir al padre, era de una enorme gravedad. Y sin
embargo el padre perdonó a su hijo, como Dios nos perdonó a nosotros, borrando nuestros
pecados de una vez y para siempre, sin pedir nada a cambio.
2. Pero ¿Qué he aprendido del perdón? ¿Cómo perdonar cuando hemos resultado heridos tan
profundamente, como me ha ocurrido a mí?
Pero, ¿qué nos dicen las Escrituras respecto del Perdón? Veamos algunos de los versículos de Efesios 4. El
Señor, sin duda, le habla a los Cristianos y a las relaciones que deben existir entre ellos.
Dios, sin duda, nos manda perdonar. Esto está ratificado más de 100 veces en las Escrituras. Entre los
versículos más conocidos tenemos:
LUCAS 6:37
“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis
perdonados.”
Marcos 11:25
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está
en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.”
a. El perdón que le das a alguien que te lo pide. Alguien que se arrepiente genuinamente, y
que no está siendo solamente amable. Alguien que cambia realmente. A esto se refiere
Jesús cuando dice en Lucas 17: “si tu hermano peca contra ti, repréndelo, y si se
arrepiente, perdónalo.”
b. La segunda clase de perdón es un poco más difícil. Es el perdón que tú le das a alguien
que no se arrepiente; que no cambia, sino que te sigue causando problemas. Jesús dice
en Mateo 6 que si nosotros perdonamos a aquellos que pecan contra nosotros, Dios nos
perdona también. Si no perdonamos, Dios no nos perdona. Jesús aclara en Mateo 18 que
si alguien prosigue pecando contra ti, tú debes seguir perdonándolo. Cuántas veces? 70.
El punto es perdona siempre.
Mateo 18:22-23
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano
que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta
setenta veces siete.”
c. El tipo de perdón más difícil es el que se le da a alguien que no solo no te lo pide, a
alguien que no solo no cambia, que no solo no lo merece, sino a alguien que ni siquiera
piensa que necesita tu perdón (y en esto he sido probado) Eso fue lo que hizo Jesús en
Lucas 23 cuando dijo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
d. Marcos 11:25 agrega, “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno,
para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras
ofensas.”
Ahora bien, la pregunta que nos surge es ¿y cómo podemos trabajar el perdonar?
a. Pídele a Dios que te ayude. Yo doblé rodillas y lloré por meses, porque no era capaz de
perdonar. Pero en el Encuentro el Señor me hizo levantarme y perdonar… Cuando Jesús
les enseñó a sus discípulos cómo orar, uno de los temas con los que trató fue acerca del
perdón. El dijo en Lucas 11:4 “Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros
perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, más líbranos del
mal.”
Ese es el amor del Calvario. Y es también un modelo de nuestro perdón para con los
demás. Si necesitas perdonar a alguien entonces te recomiendo que vayas con el
especialista en perdón: El Señor Jesucristo, y busca su ayuda.
c. No divulgues la ofensa. No riegues el veneno. Deja que la ofensa muera. Si sientes que
debes divulgar la ofensa, pregúntate el porqué.
• ¿Cuál es el motivo? • Qué estás esperando lograr? • Son tus acciones motivadas por
amor o por algo menos honorable? La Biblia dice “Sin leña se apaga el fuego” Prov. 26:20.
en otras palabras, si dejas de alimentar la ofensa, eventualmente se extinguirá. El perdón
es la clave para abrir la puerta del resentimiento y las esposas del odio. No te amargues
pensando en el hecho. Déjalo ir.
d. Prosigue adelante con tu vida. El perdón restaura el presente, provee la base para el
futuro y te libera del pasado. Robert E. Lee visitó a una mujer en Kentucky… “Córtelo y
olvídese.” Siga adelante, en otras palabras.
f. Recuerda que tú también necesitas perdón. Jesús dijo que no olvidemos la viga delante
de nuestros ojos cuando examinamos la paja en el ojo ajeno. Pregúntate honestamente si
eres completamente inocente en el problema. Tal vez tendrás algo de culpa?
g. Deja la justicia en las manos de Dios. El ha prometido que El pagará, El cumplirá su
palabra. Historia del niño que quería comprar la estatua de Washington. Alguien le dijo:
“34 centavos no es suficiente, no está en venta, si eres americano ya es tuya.”