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pudiera ofrecer. Al menos, eso era lo que no paraba de decirles a mi
madre y a mi padre.
Mi curiosidad parecía tan enorme como el propio internet: un
espacio ilimitado que crecía de manera exponencial, incorporando
páginas web día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto, sobre
temas de los que no sabía nada, de los que nunca había oído hablar;
pero en cuanto oía algo sobre ellos, desarrollaba un deseo insaciable
por entenderlos con todo detalle, dejando poco lugar al descanso, a las
comidas o incluso al baño. Mi apetito no se limitaba a temas
tecnológicos serios como saber arreglar una unidad de CD-ROM, claro.
También pasaba un montón de tiempo en sitios web de videojuegos
buscando códigos de trucos en modo dios para el Doom y el Quake. Por
lo general, sin embargo, me sentía tan abrumado con la mera cantidad
de información que tenía a mi disposición de inmediato que no estoy
seguro de que supiera distinguir dónde acababa un tema y empezaba el
siguiente. Un curso intensivo para aprender a fabricar mi propio
ordenador me llevaba a un curso intensivo sobre arquitectura de
procesador, con incursiones paralelas a informaciones sobre artes
marciales, armas, coches deportivos y (exclusiva total) porno más o
menos blando y más o menos gótico.
A veces tenía la sensación de que necesitaba saberlo todo y no iba
a desconectarme hasta conseguirlo. Era como estar en una carrera
contra la tecnología, igual que los chavales adolescentes de mi entorno,
que competían entre ellos por ver quién crecía más o a quién le salía
vello en la cara primero. En el colegio, estaba rodeado por niños —
algunos, de países extranjeros— que solo intentaban encajar e
invertían unos esfuerzos enormes por parecer guais, por ir a la moda.
Sin embargo, tener la gorra No Fear más moderna y saber cómo
doblarle la visera era un juego de niños (lo era, al pie de la letra) en
comparación con lo que yo estaba haciendo. Me resultaba tan
increíblemente exigente seguirles el ritmo a todos esos sitios web y
tutoriales de aprendizaje que empezó a sentarme mal que mis padres
me obligasen a apartarme del ordenador de noche cuando tenía clase
al día siguiente (esa era su respuesta a algún boletín de notas
especialmente bajo o a algún castigo impuesto en el colegio). No podía
soportar que me revocasen mis privilegios, angustiado ante la idea de
todo el material que no dejaba de aparecer mientras yo estaba
desconectado y que me estaba perdiendo. Después de repetidas
advertencias parentales y amenazas de no dejarme salir de mi
habitación, al final cedía e imprimía el documento que estuviese
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reencarnaciones contemporáneas de los británicos, cuyos rigurosos
impuestos habían prendido el fervor de la independencia.
Esta revolución no aparecía en los libros de texto de historia, sino
que estaba ocurriendo justo entonces, en mi propia generación, y
cualquiera de nosotros podía formar parte de ella con las habilidades
que tuviese en su mano. Era emocionante: participar en la fundación
de una nueva sociedad, basada no en el sitio donde habíamos nacido,
ni en cómo nos habíamos criado, ni en nuestra popularidad en la
escuela, sino en nuestro conocimiento y en nuestra capacidad
tecnológica. En el colegio, tuve que aprenderme el preámbulo de la
Constitución de Estados Unidos, y esas palabras estaban ya
almacenadas en mi memoria junto con la Declaración de
Independencia del Ciberespacio de John Perry Barlow, que empleaba
la misma primera persona del plural, obvia y autootorgada: «Estamos
creando un mundo al que todos y todas podemos acceder sin
privilegios ni prejuicios por motivos de raza, poder económico, fuerza
militar o lugar de nacimiento. Estamos creando un mundo en el que
cualquiera, desde cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin
importar su singularidad, sin miedo de verse coaccionado o
coaccionada a callarse o a conformarse».
Esta meritocracia tecnológica era sin duda motivo de
empoderamiento, pero también podía serlo de humildad, según llegué
a entender cuando entré a trabajar en la Intelligence Community. La
descentralización de internet no hacía más que subrayar la
descentralización del conocimiento informático. A lo mejor en mi
familia, o en mi barrio, yo era la persona más experta en informática,
pero trabajar para la IC suponía poner a prueba mis habilidades frente
a todo el país y a todo el mundo. Internet me enseñó la cantidad y
variedad de talento que existía, y me dejó claro que, para prosperar,
debería especializarme.
Como tecnólogo, tenía a mi disposición varias carreras distintas.
Podría haberme hecho desarrollador de software o, por su nombre
más común, programador, y escribir el código que hace funcionar a los
ordenadores. Otra opción era convertirme en especialista en hardware
o en redes, y montar los servidores en sus bastidores y meter los
cables, cosiendo el enorme tejido que conecta todos los ordenadores,
todos los dispositivos y todos los archivos. Los ordenadores y los
programas informáticos me parecían interesantes, y también las redes
que los vinculaban. Sin embargo, me intrigaba más su funcionamiento
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personal de una agencia con insignia azul. Una vez consolidada esa
caracterización de descrédito, el Gobierno pasó a acusarme de
«cambiar de empleo sistemáticamente», para insinuar que yo no era
más que un trabajador descontento que no se llevaba bien con sus
superiores, o bien un empleado excepcionalmente ambicioso
empecinado en medrar a toda costa. Lo cierto es que ambas cosas eran
mentiras por conveniencia. La IC sabe mejor que nadie que cambiar de
trabajo forma parte de la carrera de cualquier empleado externo: se
trata de una situación de movilidad que las agencias mismas crearon, y
de la que se benefician.
En el ámbito de la contratación externa para la seguridad
nacional, sobre todo en el terreno de la tecnología, es muy frecuente
trabajar físicamente en las instalaciones de una agencia, pero de
nombre —sobre el papel— estar trabajando para Dell, Lockheed Martin
o alguna de las tropecientas empresas más pequeñas que suelen acabar
absorbidas por Dell, Lockheed Martin y similares. Por supuesto, en
esas adquisiciones de empresas también entran los contratos que ya
tenga cerrados el negocio más pequeño, así que de repente en tu tarjeta
de visita aparecen un empleador distinto y un nombre diferente para
tu puesto. Tu trabajo diario, no obstante, sigue siendo el mismo:
seguirás sentado en las instalaciones de la agencia haciendo tus tareas.
Nada habrá cambiado en absoluto. Por su parte, los diez o doce
compañeros que tengas sentados a tu derecha e izquierda —los mismos
con los que trabajas a diario en los mismos proyectos— quizá sean
técnicamente empleados de diez o doce empresas distintas, que a su
vez pueden estar separadas por unos cuantos eslabones de las
entidades corporativas que ostentan los contratos primarios con la
agencia.
Ojalá recordase la cronología exacta de mis contrataciones, pero
ya no conservo ninguna copia de mi currículum. Ese archivo,
Edward_Snowden_Resume.doc, está bloqueado en la carpeta
Documentos de uno de mis antiguos ordenadores personales desde
que el FBI los incautó. No obstante, sí me acuerdo de que mi primer
gran curro como contratado externo fue en realidad una
subcontratación: la CIA había contratado a BAE Systems, que había
contratado a COMSO, que me había contratado a mí.
BAE Systems es una subdivisión estadounidense de tamaño medio
de British Aerospace, montada exprofeso para conseguir contratos de
la IC estadounidense. COMSO era básicamente la encargada de
reclutar a trabajadores: un puñado de gente que se pasaba el tiempo
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SQLMAP For Dummies v2 - TheAnonMatrix
TheAnonMatrix@gmail.com
Feel free to comment the doc and post questions.
With --schema we would end up with the same result, but for every table in the database. But
how does this help us?
Imagen we got a table named “admin”, we could use --column to view this and see what
information we can get. What about a larger table like “User_credentials”? We could see the
information and select the fields we wanna dump! In other words, we could skip the unusable
primary key values and number of posts, and instead only select the username, password and
mail columns in the table.
In this example we will select the columns CHECK_OPTION and TABLE_NAME. Note they are
splitted using a comma, this applies to all places in SQLMAP where we can select more than
one database (-D) or table (-T).
Our command line arg. Notice there is no space between CHECK_OPTION and TABLE_NAME
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And this is our result! Imagen the possibilities by selecting the columns we want to get dumped!
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12.02.2012
Revision 1 done. Needs to be filled out and small parts to be added. Should work as a tutorial
for beginners now!
11.02.2012
Written the section about Information gathering and Basic SQLMAP Introduction.
10.02.2012
Written tutorial introduction and disclaimer. Starting up with Proxychains and TOR setup.
08.02.2012
Document launched. Menu done and text to be done.
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