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RESUMEN: La exhortación apostólica Verbum Domini (nº 12) recupera un tema de la tradición
patrística y medieval, Verbum Abbreviatum. La expresión aparece en Isaías 10,23 y
Romanos 9,28, y ha recibido diversas interpretaciones a lo largo de la historia; de
entre ellas, destaca la identificación del Verbum Abbreviatum con Jesucristo. El pre-
sente trabajo se propone profundizar en esta interpretación cristológica, destacando
una triple dimensión: Palabra engendrada, Palabra encarnada, Palabra confesada. El
sacramento de la Eucaristía presenta a su manera estos tres aspectos: es presencia
humilde, cuerpo de Cristo y confesión de fe; haciendo presente a Jesucristo, Palabra
abreviada, la Eucaristía es también Verbum Abbreviatum.
Verbum Abbreviatum
ABSTRACT: The Apostolic Exhortation Verbum Domini (No. 12) uses an expression of the pa-
tristic and medieval tradition, Verbum Abbreviatum. The expression appears in Isaiah
10:23 and Romans 9:28, and it has received various interpretations throughout his-
tory; among them, the identification of Verbum Abbreviatum with Jesus Christ stands
out. This paper aims to study this Christological interpretation in depth, highlighting
a triple dimension: Begotten Word, Incarnate Word, Confessed Word. The sacrament
of the Eucharist gathers together these three aspects: it is humble presence, the body
of Christ and a confession of faith; making Jesus Christ present, abbreviated Word, the
Eucharist is also Verbum Abbreviatum.
1 No pretendo una interpretación exhaustiva de la historia y las versiones del texto bíblico;
remito para ello a la bibliografía consultada. Para aproximarse a la cuestión, cf. S. PIÉ I NINOT,
«Los seis temas teológicos de la “Verbum Domini”», Phase 51 (2011) 123-145 (136). Sobre Pablo
e Isaías, cf. los comentarios de J. FITZMYER, Romans, Doubleday, New York 1993, 574-575 y U.
WILKENS, La carta a los Romanos II: Rm 6-16, Sígueme (BEB 62), Salamanca 1992, 253-254. Una
explicación técnica sobre la traducción de los LXX de Is 10, 23 ofrece R. L. TROXEL, LXX-Isaiah
as Translation and Interpretation. The Strategies of the Translator of the Septuagint of Isaiah, Brill
(JSJS 124), Leiden-Boston 2008, 283-286. Sobre la Vulgata, son útiles las sencillas notas de M.
ADINOLFI, Il Verbo uscito dal silenzio. Temi di cristologia biblica, Dehoniane, Roma 1992, 155-164
(158-159).
2 Cf. F. MANNS, «L’origine du thème “Verbum abbreviatum”», Antonianum 56 (1981) 208-210.
3 Traducción de E. GIRALT LÓPEZ, «La ideología judía reflejada en el Targum de Miqueas», ’Ilu.
Revista de ciencias de las religiones 3 (2000), 95-110 (101). Manns traduce: «Est-ce que la Parole
qui vient de Dieu a été abrégée?» F. MANNS, «L’origine du thème», 209.
4 VD 12a, nota 34: ORÍGENES, Peri archon, 1, 2, 8 (SCh 252, 127-129).
5 ORÍGENES, Peri archon, 1, 2, 8 (SCh 252, 128,255-256).
6 Cf. H. CROUZEL-M. SIMONETTI, SCh 253, 46-47, nota 48; J. RIUS CAMPS (ed.), Tractat dels
toda la patrística griega»7. El resto del trabajo desarrolla esta tesis inicial,
aportando testimonios de la tradición cristiana, desde los padres a la ac-
tualidad. De la lectura de esta breve contribución resulta con claridad que
la fórmula recogida por Verbum Domini no se encuentra textualmente en
ningún padre de la Iglesia; se trata de una creación de Balthasar, un centón
del pensamiento de tres padres griegos: Orígenes, Gregorio Nacianceno y
Máximo el Confesor. De Orígenes toma von Balthasar el abreviarse del Lo-
gos; la fórmula la proporciona Gregorio Nacianceno en uno de sus discursos
navideños: «el Verbo se hace espeso (ho Logos pachynetai)»8. En Máximo,
por fin, encuentra Balthasar una triple interpretación de la expresión del
Nacianceno: primero, la Palabra se condensa en el lenguaje llano de Jesús,
que explica misterios inefables por medio de parábolas; segundo, el Verbo
se espesa haciéndose visible en las cosas creadas; y tercero, la encarnación
del Verbo, que toma nuestra carne «espesa»9.
El Verbum abbreviatum se introduce en VD 12a con una frase acuña-
da por Balthasar («Ho Logos pachynetai o brachynetai»); en ella, se combi-
na la abreviación del Verbo (Orígenes) con su «hacerse espeso» (Gregorio
Nacianceno).
7 Cf. H. URS VON BALTHASAR, «Das Wort verdichtet sich», IKZ Communio 6 (1977), 397-
400. Recogido también en otras ediciones de Communio: Italia, nº 35 (1977), 31-35; Francia, nº
13 (1977), 33-38. El primer texto en que se ocupa de la cuestión es su estudio sobre Máximo el
Confesor: Kosmische Liturgie. Das Weltbild Maximus’ des Bekenners, Johannes Verlag, Einsideln
19612, 518-520. Después, lo retoma en otras obras, como Gloria. Una estética teológica VII: Nuevo
Testamento, Encuentro, Madrid 1989, 74, nota 20; «Fe y espera inminente del Reino de Dios»,
Communio (España) 22 (2000), 430-439 (433).
8 GREGORIO NACIANCENO, Discurso 38,2 (SCh 358, 106,16-17). Cf. H. URS VON BALTHASAR,
al uso del Nacianceno, cf. D. GARCÍA GUILLÉN, «El misterio de la Encarnación redentora en Grego-
rio Nacianceno», Facies Domini 2 (2010), 43-86 (64-65).
10 BENEDICTO XVI, Homilía durante la misa de Nochebuena (24 diciembre 2006): AAS 99
(2007), 12.
11 La aportación fundamental es, sin duda, la realizada por H. DE LUBAC, Exegèse Medievale.
Les quatre sens de l’Écriture III, Aubier (Théologie, 42), Paris 1961, 181-197, resumida en L’Écri-
ture dans la Tradition, Aubier, Paris 1966, 232-246. Creemos imprescindible A. ORBE, En torno a la
encarnación, Instituto Teológico Compostelano, Santiago de Compostela 1985, 87-105 («El Verbo
se empequeñece»). Por último, pero no menos importante, destacan las aportaciones señaladas de
von Balthasar.
12 Algunos han estudiado el tema desde una perspectiva histórica, cf. la recentísima aportación
(que no hemos podido aprovechar) de P. ROSZAK, «Cristo como Verbum Abbreviatum en la teología
medieval», Ciencia tomista 138 (2011) 581-598. Nuestra perspectiva es sistemática, en la línea de
los trabajos de Henri de Lubac y de M. ADINOLFI, Il Verbo uscito dal silenzio.
1. Palabra engendrada
El primer sentido del Verbum abbreviatum se deriva de la considera-
ción del Verbo como «Palabra engendrada». El Verbo que viene del Padre lo
expresa y revela; como «Imagen del Dios invisible» (Col 1,15), lo manifiesta
y hace visible. Aunque no establece una relación explícita con el Verbum
Abbreviatum de Is 10,23 y Rm 9,28, la patrística prenicena nos ofrece testi-
monios del Verbo que «abrevia» al Padre: nos fijaremos en Ireneo, Tertulia-
no y Orígenes. Tras la afirmación de la divinidad del Hijo en Nicea, apenas
quedará espacio para afirmar que el Hijo es «pequeño» respecto al Padre;
aún así, hallaremos algunas huellas de esta teología en autores como Gre-
gorio de Nacianzo.
invisible and incomprehensible» J. OCHAGAVÍA, Visibile Patris Filius. A Study of Irenaeus’ Teaching
on Revelation and Tradition, Pontificium Institutum Orientalium Studiorum (OCA 171), Roma
1964, 41. Ireneo describe al Padre con los términos que definen al eón supremo del gnosticismo
valentiniano, cf. E. LANNE, «La vision de Dieu dans l’oeuvre de saint Irénée», Irenikon 33 (1960),
311-320 (316.319).
15 IRENEO DE LYON, AH IV,20,5 (SCh 100,638,104-106). Traducción: A. ORBE, Teología de San
puede ser medido el Padre inmenso? ¿cómo se da a conocer el que, por de-
finición, es incognoscible? La respuesta, que escapaba a los adversarios de
Ireneo, se encuentra en Jesucristo, Palabra eterna de Dios; él es el nombre
propio de la dilectio paterna. Si el conocimiento inmediato del Padre es im-
posible, la mediación del Hijo nos permite asomarnos al Misterio del Padre:
«es imposible conocer a Dios en su grandeza: porque el Padre es incapaz de
ser medido (por el hombre). En cambio, por su amor –es su amor el que nos
lleva mediante el Verbo a Dios– los que le obedecen aprenden siempre cuán
grande es Dios»17. El mismo Hijo expresa esta necesaria mediación cristoló-
gica del conocimiento del Padre al afirmar que «nadie conoce al Padre sino
el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27)18. Se com-
prende bien que Ireneo presente al Hijo como el conocimiento del Padre en
persona19, y como Aquel que hace visible al Padre invisible20.
A diferencia del Padre inmenso e invisible, el Hijo sí tiene medida:
«muy bien estuvo quien dijo que el propio Padre inmenso fue medido en
el Hijo, porque el Hijo es la medida del Padre (mensura Patris Filius), por
cuanto lo conoce (quoniam capit eum)»21. Al afirmar que el Padre fue me-
dido en el Hijo, Ireneo se está refiriendo a la generación del Hijo. El santo
obispo se negaba a especular sobre el modo en que sucedió la generación,
tratando así de frenar la incansable curiosidad de los gnósticos con el texto
de Is 53,8: «¿Quién contará su generación?»22. Pero la generación inena-
rrable es, precisamente, la que permite que el Hijo que está en el seno del
Padre haya podido narrarnos al Padre. «A Dios nadie lo ha visto jamás: el
Hijo Unigénito que está en el seno del Padre nos lo ha narrado» (Jn 1,18)23.
ORBE, Espiritualidad de san Ireneo, Pontificia Università Gregoriana (AnGr 256), Roma 1989,
241-257; IDEM, «La revelación del Hijo por el Padre según S. Ireneo (Adv. haer. IV, 6). Para la
exégesis prenicena de Mt 11, 27», Gregorianum 51 (1970) 5-86, reproducido íntegramente en:
Teología de San Ireneo IV, 50-103.
19 «Agnitio Patris Filius», cf. IRENEO DE LYON, AH IV,6,3 (SCh 100,442,46-47); AH IV,6,7 (SCh
100, 452-454,129-130); IDEM, Demostración de la predicación apostólica, 7 (FP 2, 68). Más refe-
rencias y una extensa explicación ofrece D. SCORDAMAGLIA, Il Padre nella teologia di Sant’Ireneo,
204-222.
20 «Visibile… Patris Filius» IRENEO DE LYON, AH IV,6,6 (SCh 100,450,100).
21 IRENEO DE LYON, AH IV,4,2 (SCh 100,420,33-35). Traducción: A. ORBE, Teología de San
646,163-164) y IV,20,11 (SCh 100,660,278-279) y V,1,1 (SCh 153,16,3-6). Puede verse al respecto
A. ORBE, Teología de San Ireneo IV, 68-69; Y. DE ANDIA, «“In sinu Patris”: exégèses grecques et
latines de Jn 1,18b», en: IDEM–P.L. HOFRICHTER (ed.), Gott Vater und Schöpfer: Forscher aus dem
Osten und Westen Europas an den Quellen des gemeinsamen Glaubens, Innsbruck-Wien 2007,
199-226 (203-206).
24 IRENEO DE LYON, AH III,11,5 (SCh 211,154,129-131). Traducción: A. ORBE, Espiritualidad, 252.
25 IRENEO DE LYON, AH III,11,6 (SCh 211,156,134-135). Traducción: A. ORBE, Espiritualidad, 253.
26 IRENEO DE LYON, AH IV,6,3 (SCh 100,442,40-43). Traducción: A. ORBE, Espiritualidad,
246. En los tres textos citados hemos modificado ligeramente a Orbe, traduciendo «enarro» como
«narrar»
27 «En virtud de la “inenarrable” generación divina del Verbo, el Infinito se circunscribe en la
persona del Hijo, como en “Imagen” y “medida” personal de Dios» A. ORBE, Espiritualidad, 246s.
28 El Hijo «custodia» la invisibilidad del Padre, cf. IRENEO DE LYON, AH IV,20,7 (SCh 100,
648,175-176).
29 «Comprender» y «caber» son las dos traducciones posibles de «capit» cuando Ireneo afirma
«mensura enim Patris Filius quoniam capit eum» en AH IV,4,2. Comenta Ochagavía: «If the Son
received as His “dimensions” the “breadth and the length, the height and the depth” of the pleroma,
His dimensions can be rightly called the circumscription of the Father’s infinity (…) if the Son is
the circumscription of the Father’s unlimited vastness, it follows that only the Son can manifest the
Father to creatures» J. OCHAGAVÍA, Visibile Patris Filius, 111-112.
30 Cf. IRENEO DE LYON, AH IV,19,3 (SCh 100, 620-622,51-54). Sobre la identificación de la
«mano de Dios» con el Hijo, cf. D. SCORDAMAGLIA, Il Padre nella teologia di Sant’Ireneo, 11-12,
nota 4.
31 IRENEO DE LYON, AH IV,7,4 (SCh 100, 462,55-62). Traducción: A. ORBE, Teología de San
la tradición precedente, San Dámaso (Dissertationes theologicae 6), Madrid 2011, 39.
34 Cf. TERTULIANO, Adversus Praxean IX, 1 (CCh 2, 1168,11-12).
35 TERTULIANO, Adversus Praxean IX, 2 (CCh 2, 1168,12-18). Jn 14,28 aparece también en
70), Paris 1966, 941-944. Es significativo que Moingt incluya «modulus» entre los términos que
expresan consustancialidad.
39 Cf. TERTULIANO, Adversus Praxean VIII, 5-7 (CCh 2, 1167-1168); XXVII, 1 (CCh 2, 1198);
40 Cf. M. MARTÍNEZ PASTOR, Teología de la Luz en Orígenes (De Princ. e In Ioh.), Comillas
1963; A. ORBE, Estudios sobre la teología cristiana primitiva, Ciudad Nueva, Madrid 1994, 41-52
(«Orígenes: Splendor lucis»).
41 Cf. ORÍGENES, De principiis I,2,7-8 (SCh 252, 124-129). En adelante: Princ.
42 Cf. ORÍGENES, Princ I,2,7 (SCh 252, 124,200-216).
sus discípulos, que «el que me ve a mí, ve al Padre» (Jn 14,9) y que «el
Padre y yo somos uno» (Jn 10,30). Y así hay que entender también la
expresión: «El Padre está en mí y yo en el Padre» (Jn 10,38)43.
de Jerónimo y, prudentes, concluyen: «il est difficile de se prononcer entre Rufin et Jérôme» H.
CROUZEL-M. SIMONETTI, SCh 253, 46-47, nota 48. Rius Camps, en cambio, ha optado por sacar del
texto las que considera interpolaciones de Rufino y ponerlas a pie de página, cf. J. RIUS CAMPS (ed.),
Tractat dels principis, 110-111.
46 El ejemplo más claro es que reserva el título de «Dios en sí (autotheós)» al Padre: «El Dios
es el Dios en sí…, mientras que, todo aquello que, con la excepción de Dios en sí es deificado por
participación en su divinidad, sería más justo no llamarlo el Dios, sino Dios. Por eso, en modo abso-
luto, el primogénito de toda criatura (cf. Col 1, 15), en cuanto está junto a Dios y es el primero que
se impregna de su divinidad, es el más digno de honor entre todos los que además de él son dioses»
ORÍGENES, In Iohannem II, 17 (SCh 120, 217-218). Traducción de L. LADARIA, El Dios vivo y ver-
dadero, 161. Más textos sobre el subordinacionismo de Orígenes, cf. G. AEBY, Les missions divines
de saint Justin à Origène, Editions Universitaires (Paradosis 12), Fribourg 1958, 160-161, nota 7.
47 Es necesario recordar, sin embargo, que la tradición cristiana ha leído el De Principiis con
las supuestas interpolaciones; así ocurre con el «Verbum abbreviatum» de VD 12a, que se encuen-
tra, precisamente, en los comentarios de Rufino. No es casual, en este sentido, que importantes
conocedores del pensamiento origeniano hayan interpretado el ejemplo de las dos estatuas desde
la perspectiva de la encarnación en base a las interpolaciones, cf. M. HARL, Origène et la fonction
révélatrice du Verbe incarné, Seuil (Patristica Sorbonensia 2), Paris 1958, 230.
transcendance totale du Père (...) C’est avec Origène que l’on constate le mieux le changement de
perspective intervenu depuis les Apologistes. Leur position ressemble à celle critiquée par Celse,
tandis qu’Origène affirme précisément que le Verbe n’apparait pas parce qu’il serait un Dieu plus
facile à contempler que le Père» G. AEBY, Les missions divines de saint Justin à Origène, 157.
52 Cf. ORÍGENES, Princ I,2,13 (SCh 252, 141-143) y la extensa explicación en SCh 253, 53-55,
nota 75.
53 Cf. H. CROUZEL, Théologie de l’image de Dieu chez Origène, Aubier (Théologie, 34), Paris
1955, 119-121.
54 «Para poder llegar al conocimiento de Dios teníamos necesidad de alguien que estuviera,
por un lado, “vuelto hacia Dios”, pero que fuera asequible, por otro, a nuestra condición humana.
De ahí que, el Logos, que “estaba en el Principio vuelto hacia Dios”, se “hiciera carne”, a fin de que
pudiera caber (…) en los que previamente habían devenido “carne” a causa del pecado y que no lo
podían contemplar, por tanto, en cuanto que era Logos-dios» J. RIUS CAMPS, El dinamismo trinita-
rio en la divinización de los seres racionales según Orígenes, Pontificium Institutum Orientalium
Studiorum (OCA 188), Roma 1970, 290. Cf. una afirmación similar en L. LADARIA, El Dios vivo y
verdadero, 164-166 a propósito de In Iohannem II, 17.
55 La diferencia entre la teología prenicena y la posterior se observa con claridad en la inter-
pretación de Jn 14,28 («El Padre es mayor que yo»). La primera teología cristiana apenas le prestó
atención, pues no ofrecía problemas: Tertuliano la comenta dos veces (cf. supra, nota 34) e Ireneo
sólo una, cf. IRENEO, AH II,28,8 (SCh 294, 288,233-234). Con la llegada de Eunomio, pasa a la
primera línea del debate teológico, cf. M. SIMONETTI, «Giovanni 14:28 nella controversia ariana»,
en: P. GRANFIELD – J.A. JUNGMANN (ed.), Kyriakon, Fs. Johannes Quasten, Münster 1970, 151-161 y
nuestro Padre es nombre de relación. Dios Padre en la Teología de Gregorio Nacianceno, Gregorian
& Biblical Press (AnGr 308), Roma 2010, 138-144.
56 Cf. GREGORIO NACIANCENO, Discurso 30, 2-16 (SCh 250, 226-260).
57 IDEM, Discurso 30, 20 (SCh 250, 266-268,5-12; BPa 30, 213). Cf. IDEM, Discurso 38, 13
Verbo («ho logos brachynetai») será, ante todo, su encarnación («ho logos
pachynetai»).
2. Palabra encarnada
El espesor de la carne asumida por el Hijo de Dios («pachynetai»)
recibe interpretaciones diversas en las distintas tradiciones cristianas; el
contraste es mayor entre las tradiciones asiática y alejandrina59. Ireneo de
Lyon, fiel a las tradiciones joánicas del Asia Menor, considera que «la índole
crasa del cuerpo humano… fue positivamente fijada por Dios Padre»60. Muy
distinta es la opinión de un alejandrino como Gregorio Nacianceno: cuando
dice que «el Verbo se hace espeso» indica que el Hijo de Dios ha asumido la
carne espesa que impedía al hombre la contemplación de Dios; divinizada
en Cristo, la carne se volverá capaz de ver a Dios61.
A pesar de las diferencias de acento, todas las tradiciones sitúan en el
centro el acontecimiento de la encarnación (cf. Jn 1,14); cada época destaca
a su manera la abreviación de la Palabra, que se hace densa, espesa, frágil
y tangible. Aparece ya en uno de los esbozos cristológicos más antiguos del
Nuevo Testamento: Flp 2,6 -11. El que existía en forma de Dios y era igual a
Dios (v. 6), se anonada (kenoun) y toma forma de esclavo, a semejanza de
los hombres (v. 7). La «kénosis» (literalmente: vaciamiento) se convierte
en sinónimo de la abreviación del Verbo que, por amor al hombre, se hizo
pequeño. Un antiguo poema cristiano afirma que «su bondad ha empeque-
ñecido su grandeza»62. La carne que asume por nosotros nos permite la
contemplación de Dios que, de otro modo, nos hubiera resultado tan im-
posible como mirar directamente el sol63. Para el Verbo, la kénosis supone
renunciar a la gloria, no a su divinidad; no pierde lo que era (Dios), sino
que adquiere algo nuevo (la humanidad). Un buen testimonio es la homilía
de Hipólito sobre la Pascua:
59 Cf. E. ROMERO POSE, «“El tema del hombre” y las tradiciones patrísticas», en: Un siglo de
por el aspecto se hizo semejante a mí, para que pudiese revestirme de Él» Odas de Salomón VII,
3-4, en: A. PERAL–X. ALEGRE, «Odas de Salomón» en: A. DÍEZ MACHO (ed.), Apócrifos del Antiguo
Testamento III, Cristiandad, Madrid 1982, 61-100 (74-75). Otra traducción en A. ORBE, En torno
a la encarnación, 98.
63 «Si no hubiese venido en carne, ¿cómo mirándolo a Él habrían sido salvados los hombres,
cuando no pueden resistir a los rayos del sol que un día dejará de existir y es obra de sus manos?»
Epístola de Bernabé V,10 (BPa 50, 89-90).
64 HIPÓLITO, In Pascha 45, 2 (SCh 27, 165,13-18). Traducción: A. ORBE, En torno a la encar-
nación, 89-90.
65 TOMÁS DE AQUINO, Expositio ad Romanos 9,24-30 (ed. Vivès, 20, Paris 1876, 522a). Sobre
naventure’s Interpretation of the Evangelical Preaching of St. Francis», en: San Bonaventura II,
Grottaferrata-Roma 1973, 209-223; C.V. POSPISIL, «Il Verbum Abbreviatum nel capitolo IX della
Regola bollata e nel Breviloquium», Antonianum 79 (2004), 129-141.
68 Cf. BUENAVENTURA, Collationes in Ioannem (Ioh 1, 14), collatio II, 4 (ed. Quaracchi, VI),
1893, 537b.
69 «Y esta palabra, que el profeta llama “abreviada”, el evangelio dice más claramente (mani-
festius) que se hizo carne» BERNARDO DE CLARAVAL, Sermón segundo en la circuncisión del Señor, 3
(Sancti Bernardi Opera IV, ed. J. Leclerq, Editiones Cistercienses, Roma 1966, 279; BAC 469, 255).
Opera V, ed. J. Leclerq, Editiones Cistercienses, Roma 1968, 40; BAC 469, 686).
71 GUERRICO DE IGNY, Sermón quinto en la Natividad del Señor, 3 (SCh 166, 228-230). Tra-
ducción: T. GALLEGO (ed.), Camino de Luz. Sermones litúrgicos I, Monte Carmelo, Burgos 2003,
92-93.
72 GUALTIERO DE SAN VÍCTOR, Sermón XII, 4 (CChM 30, 106-107).
73 «(Dieu) créa la Vierge Marie, c’est-à-dire Il fit apparaître sur terre une pureté si grande que,
nedicto XVI destaca cada año, con ocasión de la misa del Gallo, la relación
entre encarnación y humildad de Dios:
Dios es tan grande que puede hacerse pequeño (…) El Creador que
tiene todo en sus manos, del que todos nosotros dependemos, se hace
pequeño y necesitado del amor humano (…) La señal de Dios es que
Él se hace pequeño; se convierte en niño; se deja tocar y pide nuestro
amor (…) En el niño Jesús, Dios se ha hecho dependiente, necesitado
del amor de personas humanas, a las que ahora puede pedir su amor,
nuestro amor74.
74 Textos de las homilías de la misa del Gallo de los años 2005, 2008, 2009 y 2011.
75 Cf. I. CARBAJOSA, «La progresiva condescendencia de la Palabra de Dios en Israel», en: IDEM-
L. SÁNCHEZ NAVARRO (ed.), Palabra encarnada. La Palabra de Dios en la Iglesia, Facultad de
Teología San Dámaso (Presencia y diálogo, 20), Madrid 2008, 15-66.
76 Cf. Ex 17,14; 24,4; Jos 24,27; Is 8,1; Jr 30,1-2; 36,1-2; Hab 2,2.
77 «El destino de toda palabra decisiva es el de ponerse por escrito para no pasar, para per-
manecer. Si la palabra de Dios “permanece para siempre” (cf. Is 40,8) en función de su misma
naturaleza, en virtud de la dinámica de la encarnación que domina en la historia sagrada la palabra
hablada se hace palabra escrita» I. CARBAJOSA, «La progresiva condescendencia», 47-48.
78 Cf. PÍO XII, Encíclica Divino Afflante Spiritu: AAS 35 (1943), 316.
79 CONCILIO VATICANO II, DV 13. Sobre el texto, su historia y el motivo de la «condescenden-
cia», cf. N. CAPIZZI, «Parola di Dio e synkatábasis divina», Gr 89 (2008), 396-419.
80 Cf. Mensaje final del sínodo II,5: Ecclesia 3438 (2008), 24; VD 11a.
81 Sobre los misterios de la vida de Cristo, cf. Facies Domini 2 (2010), 11-144, con contribu-
Quedó empequeñecido (minoratus) el Hijo de Dios (…) cuando se revistió de la naturaleza huma-
na. Y para que fuese imposible desentenderse del remedio de la corrupción humana, todavía se em-
pequeñeció más» BERNARDO DE CLARAVAL, Sermón segundo en la circuncisión del Señor, 1 (Sancti
Bernardi Opera IV, 277; BAC 469, 253).
Los años de vida pública de Jesús abrevian la vida entera del Señor;
a su vez, su vida pública se abrevia en los tres días de su pasión, muerte
y resurrección87. Esta conexión del Verbum abbreviatum con el misterio
pascual queda bien subrayada por Von Balthasar: «De cara a la muerte,
la palabra pronunciada se vuelve “contraída y condensada”, al irse la voz
de Dios, a través del Antiguo Testamento hasta el Bautista, intensificando
ininterrumpidamente hasta que la gran voz asumió por fin fuerza humana y
(…) dio un gran grito y expiró»88.
algunos Himnos de san Efrén de Nisibe», Estudios Marianos 64 (1998), 203-253 (222), accesible
también en http://www.sanefren.es/pdfs/211043.pdf.
87 Ambas ideas son de REMIGIO DE AUXERRE, citado por M. ADINOLFI, Il Verbo uscito dal silen-
belleza del Verbum abbreviatum et crucifixum, cf. B. FORTE, En el umbral de la belleza: para una
estética teológica, EDICEP, Valencia 2004, 8.
89 Cf. D. GARCÍA GUILLÉN, «El misterio de la Encarnación», 77-79; L. LADARIA, Jesucristo,
Ofrece una perspectiva interesante, aunque diversa de la nuestra, G. BENZI, «Verbum abbreviatum.
Cristo come chiave ermeneutica della Scrittura», en: N. VALENTINI (ed.), Le vie della rivelazione di
Dio. Parola e Tradizione, Studium, Roma 1996, 47-72.
94 «En sí sólo habló Dios una vez, porque engendró una sola Palabra» AGUSTÍN DE HIPONA,
Enarración sobre el salmo 61, 18 (BAC 246, 554), reproducido por BERNARDO DE CLARAVAL, Ser-
mones de diversis, sermo 73 (Sancti Bernardi Opera VI/1, ed. J. Leclerq-H. M. Rochais, Editiones
Cistercienses, Roma 1970, 311; BAC 497, 394). También la famosa expresión de san Juan de la
Cruz, que inspiró Dei Verbum 4: «Lo que hablaba (Dios) antes en partes a los profetas, ya lo ha
hablado en él todo, dándolo al Todo que es su Hijo» JUAN DE LA CRUZ, Subida al Monte Carmelo
II, 22 (BAC 15, 522). Mons. Zoungrama citó el texto en el concilio, cf. H. DE LUBAC, «Comentario
al preámbulo y al capítulo I», en: B. DUPUY (ed.), La Revelación divina, I, Taurus, Madrid 1970,
283-284.
95 «Semel locutus est Deus, et plura audita sint» AMBROSIO, In Ps. LXI, 33-34 (PL 14, 1180BC),
Eccl. h. 13 (PL 175, 204D), citado por H. DE LUBAC, Exegèse Medievale III, 188 (nota 1). En la
misma línea, Martín Lutero traducía Hb 1,1 («En diversas ocasiones y de muchas maneras») como
«in multos dispertito et diviso spiritu», cf. M. LUTERO, citado por H. DE LUBAC, «Comentario al
preámbulo y al capítulo I», 265.
breviata, nato scilicet, passo, sepulto et resuscitato» BUENAVENTURA, In Lucam XXIV (Lc 24, 26),
33 (ed. Quaracchi, VII), 1895, 595b. Otros señalan que una multitud de palabras se ha reunido
y concentrado en el seno de María, cf. los textos de Ruperto de Deutz y el sacramentario de Lyon
(s. XI) recogidos por H. DE LUBAC, Exegèse Medievale III, 189, nota 1, en que se emplea el verbo
«coadunare» para hablar de esta «unificación» de la Palabra en Jesucristo.
101 BUENAVENTURA, Expositio super regulam Fratrum minorum (ed. Quaracchi, VIII), 1898,
430. M. ADINOLFI, Il Verbo uscito dal silenzio, 159-163 proporciona abundantes testimonios
patrísticos y medievales.
102 Cf. VD 12b y las profundas reflexiones del escriturista T. SÖDING, «Gottes Wort im Munde
Jesu und sein Echo im Neuen Testament», Revista catalana de teología 33 (2008), 115-132.
plarse, porque es una persona: «soy Yo, el que está hablando contigo» (Jn
4,26)103. Su realidad personal es tan rica, tan densa, que ni todos los libros
del mundo podrían contener la carne de la Palabra (cf. Jn 21,25).
103«Ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro que
podemos ver: Jesús de Nazaret» (VD 12a).
104 Cf. M. D. CHENU, El evangelio en el tiempo, Estela, Barcelona 1966, 13-31. Cf. J. ESPEJA,
108 Ibidem (PG 87, 2033AB). Procopio copia párrafos enteros del comentario a Isaías de Basi-
lio de Cesarea, cf. BASILIO DE CESAREA, Commentarii in Esaiam X, 22-23 (§ 246) (PG 30, 552C),
aunque algunos discuten que la obra sea de Basilio, cf. Clavis Patrum Graecorum II, § 2911.
109 MÁXIMO EL CONFESOR, Centurias gnósticas II, 37 (PG 90, 1141CD). Comentario en H. URS
monástica del siglo XII; el fundamento de esta imitatio Christi no es otro que Cristo mismo o, más
exactamente, su gesto de «abreviarse» en la encarnación, cf. I. BIFFI, «Aspetti dell’imitazione di
Cristo nella letteratura monástica del secolo XII», Scuola Cattolica 96 (1968), 451-490, recogido
en IDEM, Cristo, desiderio del monaco, Jaca Book, Milano 1998, 35-81 (aquí 38). Cf. la sección «Il
Verbum abbreviatum: fondamento oggettivo dell’imitazione di Cristo», Ibidem, 38-46.
3. Palabra confesada
La fórmula balthasariana de VD 12a afirma que el Verbo se espesa
(pachynetai) y se abrevia (brachynetai). Ambos términos griegos admiten
una traducción castellana común: «el Verbo se condensa». La «palabra con-
densada» es, a la vez, una palabra concentrada y resumida. En esta línea,
algunos Padres leyeron el Verbum abbreviatum como invitación a evitar la
charlatanería: Gregorio Nacianceno admira la simplicidad de los pescadores
(los Apóstoles) y censura los excesos de Eunomio y sus secuaces al hablar
de Dios112. Ambrosio sugiere «estrechar» la palabra y no responder a los
ataques, a ejemplo de Susana que callaba ante los hombres y sólo hablaba
cara a Dios113.
Los ejemplos anteriores muestran que Verbum abbreviatum se en-
tiende también como invitación a la concisión y el resumen. Comenzaremos
examinando, en primer lugar, los intentos por hallar un elemento de la fe
111 «La Palabra de Dios la “encarna” el santo bajo la acción del Espíritu Santo. Esa interpreta-
ción de la Palabra en la carne del santo es el fruto más logrado del Espíritu, la exégesis querida por
Dios para su Palabra, continuación a lo largo de la historia de la exégesis que llevó a cabo la huma-
nidad de Jesús en obediencia al Espíritu» J. J. AYÁN, «La carne, intérprete de la Palabra de Dios», en:
I. CARBAJOSA -L. SÁNCHEZ NAVARRO (ed.), Palabra encarnada, 97-118 (118). «Es el objetivo final de
la exégesis: que, gracias al Espíritu Santo, prenda Cristo, Logos salido del Padre, en el corazón de
cada creyente, reunido en la asamblea de la Iglesia, y fructifique en un himno de alabanza y agrade-
cimiento al Padre. El soporte físico de la palabra no será tanto el códice cuanto el corazón, la carne
y sangre de los creyentes unidos en la Iglesia» P. DE NAVASCUÉS BENLLOCH, El cuerpo de Cristo, el
libro de la Vida. Apuntes hermenéuticos en torno a San Hipólito, Facultad de Teología San Dámaso
(Subsidia 28), Madrid 2008, 47. Cf. J. RATZINGER–BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret I, La esfera de
los libros, Madrid 2007, 106; VD 48-49.
112 Cf. GREGORIO NACIANCENO, Discurso 16, 2 (PG 35, 936); IDEM, Discurso 27, 1 (SCh 250,
70,9).
113 Cf. AMBROSIO, De Tobia 20, § 78-79 (CSEL 32/2, 565-566).
30, 552C); CIPRIANO, De Unitate Ecclesiae, 15 (CCL 3/1,223-224); JERÓNIMO, in Is 10, 23 (PL 24,
143) citado en: M. ADINOLFI, Il Verbo uscito dal silenzio, 163, nota 29. En la edad media, cf. BUE-
NAVENTURA, Expositio super regulam Fratrum minorum (ed. Quaracchi, VIII), 1898, 430; TOMÁS DE
AQUINO, In duo praecepta caritatis et in decem legis praecepta expositio, II (ed. Vivès, 27: Opuscula
Varia, Paris 1875, 145b).
118 IRENEO DE LYON, Demostración de la predicación apostólica, 87 (SCh 62, 153-154; FP 2, 68).
119 Cf. J. N. D. KELLY, Primitivos credos cristianos, Secretariado Trinitario, Salamanca 1980,
28-39.
120Sobre su origen histórico, cf. el resumen de S. DEL CURA ELENA, «Símbolos de fe», en: X.
PIKAZA–N. SILANES (ed.), Diccionario teológico El Dios Cristiano, Secretariado Trinitario, Salaman-
ca 1992, 1292-1307 (1293-1294) y la exposición más extensa de B. SESBOÜÉ, «El contenido de la
tradición: regla de fe y símbolos (siglos II-IV)», en: IDEM-J. WOLINSKI (ed.), El Dios de la salvación,
Secretariado Trinitario (Historia de los Dogmas, I), Salamanca 1995, 64-77, y el libro de J. N. D.
KELLY, Primitivos credos cristianos.
121 Cf. B. SESBOÜÉ, «El contenido de la tradición», 62-63.
122 ORÍGENES, In Rom 7, 19 (PG 14, 1154), traducción tomada de S. PIÉ I NINOT, «De la Dei
Verbum al Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios del 2008», EE 83 (2008) 223-237 (230).
Puede leerse su interesante exposición sobre la regula fidei como Verbum Abbreviatum, cf. Ibidem,
230-232.
123 Cf. RUFINO DE AQUILEYA, Comentario al símbolo apostólico, 1 (CChL 20, 133). Conta-
mos con dos traducciones castellanas del comentario: una debida a Pablo Cervera (Ciudad Nueva,
BPa 56, Madrid 2002) y otra de Carmelo Granado, cf. Communio (Sevilla) 35 (2002), 265-358.
Aunque de más difícil acceso, preferimos esta última, por su introducción y notas.
124 Cf. CIRILO DE JERUSALÉN, Catecheses V, 12 (PG 33, 520-524), citado en el CCE 186. Cf.
también AGUSTÍN, De fide et symbolo 1 (PL 40, 181); IDEM, De symbolo ad catechumenos, 1 (PL
40, 628). Más textos en H. DE LUBAC, La fe cristiana. Ensayo sobre la estructura del símbolo de los
apóstoles, Secretariado Trinitario, Salamanca 19882, 30-32.
125 La confesión de fe del Concilio de Antioquía recibe este nombre en JUAN CASIANO, De
incarnatione VI, 3 (CSEL 17, 328,11-21). Lutero conserva esta tradición, hablando del símbolo
apostólico como una pequeña carta que contiene todo el evangelio, cf. M. LUTERO, citado en: C. VON
SCHÖNBORN, Unità nella fede, Piemme, Casale Monferrato 1990, 49.
126 Cf. Concilio sexto de Toledo, I (MANSI 10, 661).
127 Cf. A. GRILLMEIER, «Vom Symbolum zur Summa. Zum theologiegeschichtlichen Verhältnis
von Patristik und Scholastik», in: J. BETZ-H. FRIES (ed.), Kirche und Überlieferung, Fs Joseph Rupert
Geiselmann, Herder, Freiburg-Basel-Wien 1960, 119-169.
128 En el ámbito monástico, «Verbum abbreviatum» sigue designando el símbolo, cf. BERNARDO
DE CLARAVAL, Sermón 79 sobre el Cantar de los Cantares, 2 (Sancti Bernardi Opera II, ed. J. Le-
clerq, Editiones Cistercienses, Roma 1958, 273; BAC 491, 982).
129 Cf. R. IMBACH, «Summa», LThK3 IX (2000), 1112-1116.
130 Parece que el título que Buenaventura elige para su compendio de teología, Breviloquium,
está directamente relacionado con la interpretación franciscana del Verbum Abbreviatum, cf. C. V.
POSPISIL, «Il Verbum Abbreviatum», 140.
* * *
131 Lo mismo puede decirse de la propuesta rahneriana de «fórmulas breves de la fe», cf. K.
RAHNER, Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristianismo, Herder, Barcelo-
na 19985, 515-527. Como dice Ratzinger con acierto, las fórmulas son interpretación de la «cosa»,
mientras el símbolo es la «cosa» misma, cf. J. RATZINGER, Teoría de los principios teológicos. Mate-
riales para una teología fundamental, Herder, Barcelona 1985, 153.
132 Cf. TOMÁS DE AQUINO, Compendium Theologiae, 1-2. Seguiremos la traducción de J. I.
SARANYANA, Rialp, Madrid 1980, señalando entre paréntesis las páginas de esta edición.
133 «Dios
Dios ha compendiado en pocos y sucintos artículos de fe la enseñanza de la verdad nece-
saria para la salvación del hombre, tal como dice el Apóstol a los romanos: “Palabra abreviada hará
el Señor sobre la tierra” (Rm 9, 28), y ésta es la palabra de fe que nosotros predicamos» TOMÁS DE
AQUINO, Compendium Theologiae, 1 (39-40).
134 «Dios ha rectificado también la intención del hombre por medio de una oración corta,
mediante la cual, no sólo nos enseñó a orar, sino que, al mismo tiempo, nos mostró el fin al que
debemos dirigir nuestra intención, y en el que debemos fundar nuestra esperanza» TOMÁS DE AQUI-
NO, Compendium Theologiae, 1 (40).
135 «Él ha resumido en un solo precepto de caridad toda la justicia humana, que consiste en
el cumplimiento de la ley; porque “el amor es el cumplimiento de la ley” (Rm 13, 10)» TOMÁS DE
AQUINO, Compendium Theologiae, 1 (40).
Compendium tenía, así pues, como programa las tres virtudes teologales:
«la fe, por la cual se conoce la verdad; segundo, la esperanza, que dirige
nuestros deseos a su legítimo fin; y tercero, la caridad, que ordena totalmen-
te los afectos»136. Santo Tomás sólo consiguió acabar el tratado de fe y mu-
rió apenas iniciado el de esperanza; pero en su introducción, como hemos
visto, el Verbum abbreviatum se ofrece como clave interpretativa de todo
el misterio cristiano: la Palabra del Padre, su Imagen perfecta, se abrevia
en la carne para salvar al hombre. El modo en que esta salvación alcanza al
hombre son las virtudes teologales, como salvación abreviada en el credo, el
Padrenuestro y el mandamiento del amor.
La síntesis de Santo Tomás converge con la triple interpretación del
Verbum abbreviatum que nosotros hemos ofrecido. En la eternidad, la Pa-
labra se abrevia reflejando al Padre, siendo su imagen perfecta; la palabra
divina toma una carne frágil en Jesucristo; por fin, en el credo, la Palabra
hecha carne pide volverse, de nuevo, palabra hablada en los labios del cre-
yente. Palabra engendrada, Palabra encarnada, Palabra confesada. Los tres
participios que acompañan a la Palabra, que vive más allá del Libro.
137Cf. Job 23,12; Sal 19,11 y 119,103; Prov 9, 5; Eclo 15,3 y 24,21.
138El texto principal es Ex 16, aunque también se encuentran referencias en otros lugares: cf.
Nm 11,4.6; 21,5; Dt 8,3.16; Sal 78, 23-25. 105,40; Sab 16,20-21; Neh 9,20. Un breve comentario
a cada uno de los textos ofrece J. ALONSO AMPUERO, «El don del maná y la Eucaristía», Toletana 1
(1999), 9-29 (11-18).
139 Cf. J. ALONSO AMPUERO, «El don del maná y la Eucaristía», 15.
gusto de cada uno (cf. Sab 16,20-21)140. Así pues, y a pesar de su apariencia
débil, este pan de sustancia concentrada anticipa el pan «supersustancial»
que el cristiano pide en su oración diaria; así interpretaron algunos padres
la expresión de Lc 11,3: «el pan nuestro de cada día (ton arton hemon ton
epiousion)»141. El maná, que reúne en sí todos los sabores, anuncia a gritos
el pan «que contiene en sí todo deleite».
La relación entre palabra y maná se hace mucho más evidente en el
evangelio de Juan: su prólogo presenta a Jesús como la «Palabra» que desde
el principio estaba junto al Padre (1,1), la Palabra por medio de la cual fue
creado todo lo que existe (1,3.10). Esa palabra, nos dice el mismo prólogo,
«se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros» (1,14). Su venida en carne
se interpreta como un descenso del lugar donde estaba antes y adonde ha de
volver a subir: «nadie ha subido al cielo sino aquel que ha bajado del cielo»
(3,13; cf. 3,31;8,23). El mismo esquema arriba/abajo se encuentra en el dis-
curso del pan de vida (Jn 6)142: tras la multiplicación de los panes y los peces
(6,1-13), la gente ve en Jesús un nuevo Moisés, que proporciona el maná
(6,14). Consciente de ello, Jesús les conduce del pan perecedero al pan que
perdura (6,26-27). Ante la exigencia de un signo similar al «pan del cielo»
del tiempo de Moisés (6,30), Jesús habla del verdadero pan del cielo: el que
ha bajado del cielo (6,32-33). Jesús no se identifica aún con el pan bajado
del cielo, aunque ofrece los elementos necesarios: es el pan de la vida (6,35)
y ha bajado del cielo para cumplir la voluntad del Padre que lo envía (6,38).
Sus oyentes relacionan ambas afirmaciones y entienden que Jesús es el «pan
vivo bajado del cielo» (6,41); él mismo lo confirma después, identificando
el pan con su carne (6,51). La entrada de la «carne» en el discurso hace
explícita la referencia a la eucaristía, a la vez que la pone en relación directa
con la carne de la Palabra (1,14); «comer» no tiene ya un sentido meramen-
140 Cf. J. VÍLCHEZ, Sabiduría, Verbo Divino, Estella 1990, 424-425; H. L. STRACK-P. BILLERBECK,
Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch II, Beck, München 1924, 481-482.
141 A lo largo de la historia, el «epiousion» ha recibido dos interpretaciones: la más común,
traduce «nuestro pan de cada día», en consonancia con el mandato de recoger tan sólo la porción
de maná necesaria para cada día (cf. Ex 16,4.19-20). La segunda interpretación, que hemos segui-
do aquí, traduce «epiousion» como «supersustancial» y lo refiere a la Eucaristía; así lo hace, por
ejemplo, san Jerónimo. Sobre estas explicaciones, cf. L. TRUJILLO DÍAZ-F.J. LÓPEZ SÁEZ, Meditación
sobre la Eucaristía, Sígueme (Verdad e Imagen, 174), Salamanca 2008, 96.110-111.300. El cate-
cismo de la Iglesia católica (CCE 2837) expone las dos, añadiendo una tercera: la petición del pan
«cada día» anticipa el banquete del reino de Dios.
142 Cf. el completo estudio de J. CABA, Cristo, pan de vida. Teología eucarística del IV Evange-
143 El paso del «comer» sapiencial de la palabra al «comer» eucarístico se observa en Jn 6,53-
54: hasta el 53 se emplea «fagô» (comer) y desde el 54 predomina «trôgô» (masticar, con un sentido
mucho más físico), cf. J. CABA, Cristo, pan de vida, 46.69.358-359.372.592-593.
144 «Hay una relación implícita entre encarnación y eucaristía (porque la palabra se hizo carne
-1,14- nosotros podemos comer esta carne y tener la vida eterna que es propia de la palabra -6,54-»
J. ALONSO AMPUERO, «El don del maná y la Eucaristía», 24, nota 25. Cf. también sobre el «descenso»
en Jn 6, J. CABA, Cristo, pan de vida 326.330.386.
145 Cf. H. URS VON BALTHASAR, «Le Verbe se condense», Communio (Francia) nº 13 (1977),
33-38 (33).
146 H. DE LUBAC, Exegèse Medievale. Les quatre sens de l’Écriture III, 191-192. La traducción
es nuestra.
147 «Todo quanto pudo dar / este dia nos á dado: / Dios y hombre’n un bocado» F. GUERRERO,
Opera Omnia II: Canciones y Villanescas espirituales, ed. V. García-M. Querol Gavaldá, CSIC
(Instituto de Musicología), Barcelona 1982, 14 (texto). 53 (música).
Más allá del tiempo de los Padres, encontramos también testigos emo-
cionados de la humildad eucarística. Francisco de Asís, impresionado por
el misterio de la abreviación del Verbo, profesa su admiración por el Cristo
eucarístico: «¡Oh admirable celsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh
humildad sublime! ¡Oh sublimidad humilde, pues el Señor del universo,
Dios e Hijo de Dios, de tal manera se humilla, que por nuestra salvación se
148 Cf. EUSEBIO DE CESAREA, In Psalmum 33, 6-8 (PG 23, 296B). Traducción en J. SOLANO
(ed.), Textos eucarísticos primitivos I, Editorial Católica (BAC 88), Madrid 1952, 204 (§ 278). Cf.
también AGUSTÍN DE HIPONA, In Psalmum 33, Sermón 1, 6. Traducción en J. SOLANO (ed.), Textos
eucarísticos primitivos II, Editorial Católica (BAC 118), Madrid 1954, 167 (§ 267).
149 JUAN CRISÓSTOMO, In I Thimotheum, homilía 15,4. Traducción en J. SOLANO (ed.), Textos
esconde bajo una pequeña forma de pan!»150. Para Teresa de Jesús, el sa-
cramento del altar supone el extremo del abajamiento de Jesús, su máxima
cercanía con el hombre: «debajo de aquel pan está tratable porque si el rey
se disfraza no parece se nos daría nada de conversar sin tantos miramientos
y respetos con Él; parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó»151. Tam-
bién Benedicto XVI subraya recientemente esta relación entre el despojarse
de Cristo y la Eucaristía152. Especialmente original es la aportación de Blaise
Pascal, que extrae las consecuencias filosóficas de la discreción de Cristo
en la eucaristía: hay continuidad entre la humildad de Cristo (que aparecía
como un hombre cualquiera), la verdad cristiana (aparentemente igual a
las demás opiniones) y el pan eucarístico (sin diferencia externa con el pan
común)153.
La Eucaristía es presencia humilde del Verbo encarnado y abreviado;
la humildad no se limita a la persona del que está presente, sino al modo en
que Él está. El humilde se presenta humildemente: su presencia real, la más
real de las presencias, se realiza de modo sacramental, misterioso y oculto.
Las realidades humanas de pan y vino quedan transformadas en lo profundo
de su ser, pero mantienen su apariencia anterior; la fragilidad de la presencia
resulta aún mayor cuando el sacramento es para ser comido, más que para
ser contemplado. El Abreviado se hace aquí más breve y frágil todavía154.
150 FRANCISCO DE ASÍS, Carta a todos los hermanos de la orden, 27 (BAC 4, 49).
151 TERESA DE JESÚS, Camino de perfección (Códice de Valladolid) 34, 10 (BAC 212, 294). Cf.
T. ÁLVAREZ, «Comunión eucarística», en: IDEM (ed.), Diccionario de Santa Teresa, Monte Carmelo,
Burgos 2002, 157.
152 «La aventura del amor de Dios, que deja, se despoja de sí mismo para estar con nosotros, y
esto se hace presente en la Eucaristía; el gran acto, la gran aventura del amor de Dios es la humildad
de Dios que se entrega a nosotros» BENEDICTO XVI, Vigilia con ocasión del Encuentro internacional
de los sacerdotes (10-06-2010).
153 «Como Jesucristo permaneció desconocido entre los hombres, del mismo modo su verdad
permanece, entre las opiniones comunes, sin diferencia exterior. Así queda la Eucaristía entre el pan
común» B. PASCAL, Pensamientos, 789, citado por JUAN PABLO II, Fides et Ratio, 13. Las palabras
de Pascal son objeto de un interesante comentario de H. URS VON BALTHASAR, Gloria. Una estética
teológica I: La percepción de la forma, Encuentro, Madrid 1985, 433-434.
154 Un estudio aborda la relación entre eucaristía y fragilidad (aunque no nos convence el re-
sultado), cf. M. FLORIO, «L’Eucaristia, sacramento della fragilità di Dio?», Sacramentaria & Scienze
Religiose nº 37 (2011), 121-126.
155 Esta relación entre cuerpo, «palabra» y sacramento ha sido ampliamente tematizado por L.
Ibidem, 15, 4 (CCL 36, 152; BAC 139, 407). Una afirmación semejante respecto a la eucaristía: «si
quitas la palabra, no hay más que pan y vino; pronuncias la palabra y ya hay otra cosa. Y esa otra
cosa, ¿qué es? El cuerpo y la sangre de Cristo. Elimina, pues, la palabra: no hay sino pan y vino;
pronuncia la palabra y se produce el sacramento» AGUSTÍN, Sermo 229, 3 (BAC 447, 300).
157 El teólogo evangélico Leonhard Goppelt encuentra en Jn 6,51 una expresión lograda de
162 Cf. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Tralianos X (BPa 1, 145); IDEM, Esmirniotas II (BPa 1, 172);
de San Ireneo IV, 255-256. Sobre la relación entre encarnación y eucaristía en Ireneo, cf. IDEM,
Espiritualidad, 299-313.
165 Así ocurrió en las controversias eucarísticas medievales (ss. IX y XI), cf. L. TRUJILLO DÍAZ-
involutum».
167 Cf. CONCILIO VATICANO II, SC 48.51.56; DV 21.26; AG 6.15; PO 18; PC 6. BENEDICTO XVI,
169 Cf. J. RICO PAVÉS, «La eucaristía como profesión de fe. Apunte desde la Historia de los
Dogmas», Toletana 1 (1999) 31-57 (56-57). Cf. también B. SESBOÜÉ, «El contenido de la tradición:
regla de fe y símbolos (siglos II-IV)», 82-83.
170 J. RICO PAVÉS, «La eucaristía como profesión de fe», 57.
171 Cf. JUAN PABLO II, Encíclica Ecclesia de Eucharistia, 1.26. La fórmula fue acuñada por H.
CONCLUSIÓN
Es necesario reconducir a la unidad nuestras consideraciones acerca
del Verbum Abbreviatum; tanto el título como la intención del estudio que-
darían en cuestión si su fruto se limitara a un puñado de palabras deshil-
vanadas, como Goethe lamentaba respecto de aquel estudiante. Es hora de
mostrar ahora el hilo que une las cuentas del collar, aunque su figura se ha
ido insinuando al contemplar las perlas. La mera alusión a la Palabra nos
situaba ya en una perspectiva inequívocamente cristológica, como también
la presencia de la expresión en la cristología de la Palabra de Verbum Do-
mini; en cada apartado, nos ha ido saliendo al encuentro la Palabra eterna
del Padre que «por nosotros y por nuestra salvación» se reviste de carne y
vive una existencia plenamente humana. Desde el principio sabemos que
Aquel que proporciona unidad a lo que hemos ido señalando es –empleando
la expresión de Benedicto XVI– «la figura misma de Cristo, que da carne y
sangre a los conceptos»173.
También los sentidos del «Verbum Abbreviatum» que hemos ido des-
granando encuentran su convergencia en la persona de Jesucristo. Comen-
zábamos asomándonos a los primeros intentos de explicar teológicamente la
relación entre el Padre y el Hijo; las teologías de Ireneo y Tertuliano mues-
tran que el Hijo revela al Padre porque ha sido engendrado por Él. Para
el obispo de Lyon, el Hijo ha sido engendrado en modo inenarrable y, por
ello, puede narrar al Padre; la invisibilidad del Padre es visible en el Hijo; el
Inconmensurable encuentra en él su medida. Tertuliano se expresa de modo
similar en su exégesis de Jn 14,28: el Padre es mayor que el Hijo, y el Hijo
menor que el Padre, pues del Padre ha recibido su sustancia. Esta explica-
ción, fuertemente impregnada del materialismo estoico, no podía convencer
a un alejandrino como Orígenes; aún así, su Tratado sobre los principios
traduce la relación entre Padre e Hijo en términos de tamaño; de acuerdo
con el ejemplo de las dos estatuas, Padre e Hijo son en todo iguales, excepto
en que uno revela y otro es revelado. Años después, Orígenes corrige su
afirmación y señala que el Hijo no es más pequeño que el Padre: «tamaño»
significa ahora «condición divina», también el Hijo es «grande» porque el
Padre nunca estuvo sin Él (la generación eterna). Sería un error considerar
la evolución de Orígenes como una mera oscilación terminológica: el cam-
173 BENEDICTO XVI, Encíclica Deus Caritas est, 12. Expresiones similares en las otras encíclicas:
Spe Salvi, 31; Caritas in Veritate 1 y 55. Cf. D. GARCÍA GUILLÉN, «El Rostro de la Esperanza. Lectu-
ra cristológica de Spe Salvi», Scriptorium Victoriense 58 (2011), 151-221 (especialmente 171-175).