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UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR MÉTODOS SOCIALES II

ESCUELA DE ARQUITECTURA

EL AÑIL
Arq. Luis Vásquez
Los conquistadores y colonizadores españoles, lo que principalmente buscaban en
las tierras del Nuevo Mundo, era oro y plata.
Las tierras centroamericanas no ofrecían mucho oro ni plata, y por esta razón, no
tuvieron mucha importancia para el imperio español.
No obstante, en los territorios que hoy se conocen como Guatemala y El Salvador,
siempre hubo, desde el inicio de la colonia, un núcleo de comerciantes que se encargaron
de las actividades económicas de la región, cuyo primer y principal producto de
exportación fue el cacao.
Ante la desaparición del negocio del cacao, estos comerciantes se dedicaron a
buscar otro producto de exportación que, sustituyendo al cacao, tuviera una gran
demanda y un alto valor en el mercado europeo.
Efectivamente lo encontraron. Ese nuevo producto fue el AÑIL.
El añil es un tinte que se obtiene de un arbusto originario tanto del Viejo, como del
Nuevo Mundo. Las propiedades colorantes de sus hojas se conocieron en Europa dese la
época del Imperio Romano. Los habitantes de América Central, antes de la llegada de los
españoles, también ya conocían las propiedades de la planta, a la cual, los náhuatl,
llamaban XIQUILITL (Jiquilite).
En Europa, en la década de 1760, se inventaron dos máquinas para hilar algodón.
Al poco tiempo, con la ayuda de estas máquinas, Inglaterra empezó a producir una
cantidad de telas, dieciséis veces más que antes. Para que las telas fueran atractivas había
que teñirlas, y por lo tanto había que comprar tintes. En Inglaterra, el aumento en la
producción de algodones estampados, aumentó la demanda de los tintes.
Por tanto, el descubrimiento del añil, en sus posesiones americanas, fue para
España de una importancia comercial enorme, sobre todo porque, en la industria textil
europea, en gran apogeo en ese momento, el añil había empezado a sustituir a la “yerba
del tintorero”, la cual había sido el tinte de mayor uso tradicional en Europa, pero que
presentaba inferior calidad que el añil.
Los pipiles, en los tiempos anteriores a la conquista, obtenían el añil, después de
que cortaban y recogían las hojas del jiquilite que crecía en estado silvestre. Para los
pipiles, el jiquilite nunca fue objeto de cultivo
Los españoles, por el contrario, con la mentalidad de la economía de mercado,
decidieron cultivar el jiquilite, considerando que el modo más eficaz para conseguir el
crecimiento rápido de la planta era dedicándole tierras exclusivamente para su cultivo.
La disminución de la población indígena había dejado grandes superficies de
terreno, que se presentaban muy aptas para el cultivo del jiquilite. El plantador español de
añil inmediatamente reclamó la posesión de esas tierras, en la que, luego de
apropiárselas, estableció en ellas sus haciendas.
Por otra parte, estos iniciadores del nuevo negocio del añil, advirtieron que el
problema más grande de la producción de ese tinte era la mano de obra, puesto que el
proceso para la obtención de la mercancía, desde el cultivo de la planta, hasta el empaque
del producto final, requería de mucha mano de obra.
Tal era el caso que, se necesitaban 200 libras de hojas verdes, para obtener 10
onzas de colorante.
Este problema fue resuelto rápidamente empleando grandes cantidades de indios
y mestizos, los cuales fueron obligados a trabajar en condiciones infrahumanas. Fue tan
trágica la situación de la mano de obra que hubo una gran mortalidad en los trabajadores
del añil, tanto por el exceso de trabajo y maltrato, como por las condiciones insalubres en
las que tenían que trabajar (hubo epidemias de paludismo y tifoidea).
La inescrupulosa explotación de la fuerza de trabajo generó algunos problemas
entre los hacendados añileros y la Corona Española, la cual tuvo que enviar supervisores
con la potestad de imponer fuertes multas a los añileros que exageraban en el maltrato
que daban a los trabajadores del añil. La despiadada explotación de la mano de obra
continuó igual, puesto que las multas fueron incluidas en los costos del tinte, además de
que los supervisores, inmediatamente que llegaron, fueron sobornados por los, ya
poderosos añileros. Evidentemente, la corrupción, característica esencial de la clase
poderosa, que existe desde estos tiempos coloniales en El Salvador, fue la lógica solución
a estos problemas.
Finalmente, estos emprendedores añileros también consideraron muy importante
obtener el producto con la mejor calidad, a fin de asegurar las venas en los mercados
europeos, y para ello decidieron construir la infraestructura adecuada (sistemas de
estanques llamados “obrajes”), y vigilar, lo más estrictamente posible, el procedimiento
de la obtención del tinte.
Mientras que la producción del cacao se dejó exclusivamente a las comunidades
indígenas, con la única supervisión de un mercader español que hacía de patrono y
empresario, el cultivo del añil se constituyó como una empresa totalmente española, con
ese espíritu ambicioso en perfecta consonancia con el mercantilismo de la época.
En el territorio que posteriormente se llamaría El Salvador, fue tal el entusiasmo en
la incipiente producción del añil, que 50 familias españolas, en 1635, fundaron la ciudad
de San Vicente, con la expresa intención de dedicarse principalmente al cultivo del añil.
Por su parte, las condiciones geográficas de ese territorio que hoy se llama El
443,194 libSalvador resultaron sorprendentemente adecuadas para el cultivo del jiquilite,
a tal grado que, ya para la segunda mitad del siglo XVIII, la economía de exportación de El
Salvador estaba dominada por el añil.
Ciertamente, fue en los años anteriores a 1561 que comenzó la producción
comercial del añil, en las zonas costeras del Pacífico de Guatemala, El Salvador y
Nicaragua. No obstante fue El Salvador el que siempre dominó la producción de añil en la
región, hasta el final de la época colonial. Por ejemplo, entre los años 1783 y 1792, la
producción fue la siguiente:
Guatemala = 313,936 libras
Nicaragua = 443,194 libras
El Salvador = 8,843,334 libras
Obviamente, la producción del añil, en El Salvador, aumentaba a medida que crecía
la demanda por el colorante en Europa. Tanto se respondió a la dicha demanda que, a
finales del siglo XVIII, la agricultura salvadoreña estaba dedicada, casi exclusivamente, al
cultivo del añil.
Tal como se ha dicho, el añil es un tinte que se obtiene del jiquilite, que es un
arbusto que alcanza hasta dos metros de altura, A este arbusto, a los tres años de
sembrado, se le cortan las hojas, y con ello se inicia el proceso de obtención del tinte.
Lógicamente, a este negocio sólo podían dedicase, aquellos inversionistas que podían:
1. Esperar tres años para iniciar las ventas que generarían las ganancias.
2. Disponer de tierras apropiadas para el cultivo de la planta.
3. Contar con los recursos necesarios para asegurar la mano de obra.
4. Tener los contactos que permitirían incursionar en los negocios de las grandes
compañías comerciales de la ciudad de Guatemala, quienes se encargaban de
la exportación de todos los productos a España.
Obviamente, se encargaron de la explotación del añil, los españoles residentes y
los
criollos , que poco a poco acrecentaban su incipiente poder económico.
Estos españoles y criollos, sobre todo a lo largo del siglo XVIII, se volcaron, cada vez
más, a la producción del añil, porque el mercado europeo demandaba ese tinte, en
grandes cantidades. Precisamente la Revolución Industrial, había comenzado, a principios
del siglo XVIII, con un gran desarrollo de la actividad textil, la cual requería colorantes.
Por tanto, para la clase poderosa de El Salvador (españoles y criollos), la
exportación del añil fue todo un éxito, Este éxito se logró precisamente porque los
grandes añileros:
1.Se apropiaron de las tierras idóneas para el cultivo del jiquilite.
2.Explotaron inmisericordemente la mano de obra (indios y mestizos), a tal grado
que el añil salvadoreño llegó a alcanzar la más alta calidad a nivel mundial.
3.Aprovecharon la gran demanda del producto en el mercado internacional, sobre
todo a finales del siglo XVIII. En Europa, al añil salvadoreño se le conocía como el mejor
tinte para teñir las telas de azul, y se le compraba a un precio altísimo, porque la otra
opción era comprar el añil que venía desde la India, que desde el siglo XVI, ya se compraba
a precios notoriamente altos. En este momento presentaba una calidad inferior que el añil
salvadoreño, por lo que éste, obtuvo un precio todavía más alto.
4. Pagaron bajos costos en el transporte de la mercancía.
En ese tiempo, los costos del transporte eran altísimos, pero los añileros
aprovecharon la gran desproporción entre el precio y el volumen ocupado por el
producto. Pequeñas cantidades del tinte significaban grandes sumas de valor.
Sin duda alguna, en El Salvador, fue tal el éxito del negocio del añil que se creó el
“Montepío de Cosecheros del Añil”, el cual fue la primera institución bancaria fundada en
El Salvador. Tuvo su asiento, en un primer momento en la ciudad de San Vicente (ciudad
fuertemente añilera), pero poco después fue trasladado a San Salvador.
El cacao y el bálsamo, no lograron establecer una estructura histórica en la
economía salvadoreña, pero el negocio del añil, ciertamente marcó, sin ninguna duda, la
primera acumulación primitiva de capital, la cual vino a consolidar a la clase poderosa, en
la que se inició el desarrollo capitalista de la sociedad salvadoreña. Al mismo tiempo, con
este nuevo artículo de exportación, por primera vez, se estableció la dependencia de la
economía salvadoreña, del mercado internacional. Esta dependencia fue decididamente
negativa para el desarrollo económico salvadoreño, puesto que a los vendedores del añil
nunca les importó el beneficio de las mayorías que constituían la sociedad salvadoreña. Lo
que les importaba era satisfacer las necesidades de los compradores (dependencia
externa), que en un primer momento fueron compradores (dependencia externa), que en
un primer momento fueron compradores españoles (mientras duró el monopolio colonial
español), y posteriormente compradores, sobre todo, ingleses.

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