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Era su segundo día de clases en la primaria.

Leo se sentó en la primer mesa del salón,


como le recomendó su mamá.

“Buenos días niños” dijo alegremente la profesora Lucy. “Hoy vamos a estudiar algunos
animales. Comenzaremos con el elefante, ese animal tan útil a la humanidad, fuerte, de
grandes orejas y…”

“Como Leo!!”, la interrumpió una voz de la parte de atrás del salón. Muchos niños
comenzaron a reír ruidosamente y miraban a Leo.

“¿Quién dijo eso?” preguntó la profesora

“Fue Jose”, dijo una niña señalando a su compañero que estaba sentado alado

‘Niños, niños”, dijo la maestra Lucy poniendo cara de enojo. “No deben burlarse de los
demás. Eso no está bien y no lo voy a permitir en mi salón”.

Todos guardaron silencio, pero algunas risitas se oyeron todavía en varias partes del
salon.

Un rato después una bola de papel golpeó la cabeza de Leo. Al voltear vio a José
riendose él. Decidió no hacer caso a las burlas y continuó mirando los dibujos de
animales que mostraba la maestra Lucy. Estaba muy triste.

En el recreo Leo abrió su lonchera y comenzó a comerse el delicioso torta de jamón que
su mamá le había hecho. Dos niños que estaban cerca le gritaron: “orejón, oye orejón,
no comas tanto que va a salirte cola como un elefante, porque las orejas ya las tienes” y
se rieron. Otros niños a su alrededor lo miraron y tocando sus propias orejas, sonreían y
murmuraban.

De pronto se escucharon gritos desde la biblioteca de la escuela.

Leo se acercó y vió a varios niños reunidos unos gritando, otros riendo, al acercarse más
vio a lo ,,José en medio de todos los niños empujando a Angelito era el niño más bajito
del salón, se veía asustado y no sabía que hacer. José lo empujó más fuerte y Angelito
cayó al suelo, comenzó a llorar, mientras todos los demás compañeros veían Leo quedó
asombrado, le estaban pegando a Angelito y nadie hacía nada. Leo pensó en ayudarlo,
pero no sabía cómo, tenía miedo de que si lo defendía Jose también le pegaría, así que
mejor pensó en ir corriendo a buscar un maestro.
El amigo de Jose que vio que Leo se iba apurado, lo alcanzó y le dijo “a donde vas?, No
se te ocurra ir con un maestro o sino te va a pasar lo mismo”

Leo estaba asustado, quería ayudar a Angelito pero no quería que me hicieran nada…
no sabia que hacer… Se armó de valor y se echó a correr a la dirección. Ahí le contó
todo a la maestra y está fue inmediatamente al lugar. La maestra llegó y los separó, se
llevó Angelito a la enfermería y a José a la dirección.

Todos regresaron a sus clases pero leo no dejaba de pensar en como estaría Angelito.

Al día siguiente Angelito llego al salón y se acercó con él y le dio las gracias .

“Gracias por avisarle a la maestra, tenía mucho miedo y nadie me ayudó por miedo a
que Jose les hiciera algo, pero tú fuiste muy valiente, y le puede decir a la maestra lo
que Jose me hacía. Ella hablo con él y le hizo entender que estaba mal, que me lastimó y
que me puedo pasar algo peor. Jose se dio cuenta que tenía razón y del error que había
cometido”

Se sentaron juntos a comer en el recreo y José llegó con todos sus amigos, y les dijo
“Perdon por haberme burlado de ustedes, me reía de Angelito por ser bajito y de Leo
por tener orejas un poco más grande, pero mis papás hablaron conmigo y me dijeron
que no tenía porque burlarme de las diferencias que tienen… en cambio me di cuenta
que tenemos muchas cosas en común como por ejemplo que nos gusta jugar fútbol!
¿Jugamos?”

Los tres nuevos amigos jugaron felices en el recreo.

orgullosos de él. Al día siguiente, ningún niño se burló de Leo. Habían entendido que
los defectos físicos eran sólo aparentes, pero en cambio el valor de Leo al salvar a sus
compañeros era más valioso y digno de admirar.

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