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El conejo Faltoncín no sabía respetar a sus compañeros, por eso decidieron darle una lección.

Una fábula moderna para niños con valores

El conejo Faltoncín solía llegar tarde a clase y se ponía en el último pupitre, haciendo ruido:
primero arrastraba la silla para sentarse, luego dejaba caer aparatosamente su mochila y por
último, levantaba la tapa del pupitre para colocar todos sus libros y cuadernos.

La maestra Lechuza esperaba pacientemente, pero para cuando el conejo ya estaba en silencio, los
alumnos se habían despistado tanto, que tenía que empezar la lección desde el principio.

- ¡Uff qué largas se le hacían las clases a la pobre maestra!

A Faltoncín le gustaba ser protagonista. Por eso, también solía interrumpir a sus amigos cuando
hablaban, levantando la voz para ser el único al que hicieran caso y se burlaba de quien no
pensara como él.

Como era simpático y hacía muecas divertidas, al principio los compañeros se reían, pero luego
poco a poco, se fueron cansando.

El conejito tampoco respetaba la fila del comedor, ni los turnos, ni los lápices de los compañeros,
que cogía sin permiso, pero sí estaba atento para resaltar los fallos que tuviera cualquiera del
grupo.

El día en que Faltoncín tenía que hacer una presentación delante de la clase, entre todos
decidieron darle una lección.

- Venía a hablaros del maravilloso mundo de las zanahorias - empezó animado el conejo desde el
estrado.

Entonces se fijó en que nadie le estaba escuchando, ni siquiera la maestra Lechuza.

En vano, trató de hacerse oír, pero no lo consiguió. Desanimado, bajó a su pupitre.


Ese día notó que cada vez que iba a contar algo, el erizo Púa o la ardilla Cascabel le interrumpían
sin remedio, así que decidió callarse.

A la hora de la comida, uno por uno, se le fueron colando todos sus compañeros en la fila y al
llegar a clase, empezaron a usar los lápices del conejo, sin su permiso.

Faltoncín entonces no aguantó más y entró en cólera: ¡Qué falta de educación, sois unos
desconsiderados!, ¡qué poco compañerismo!

Entonces, la maestra Lechuza le explicó que se habían puesto de acuerdo para que viera cómo se
sentían ellos cuando él no los trataba con respeto.

Moraleja: Para poder ser respetado, respeta por adelantado.

Ejercicios de comprensión lectora

Una buena comprensión del texto es uno de los pilares fundamentales del inicio a la lectura.

- ¿Qué problema tenía Faltoncín?

- ¿Por qué sus amigos estaban enfadados con él?

- ¿Por qué decidieron darle una lección?

- ¿Cómo castigaron a Faltoncín?

- ¿Qué lección aprendió Faltoncín?


Fábulas Infantiles

Las conejitas que no sabían respetar

Había una vez un conejo que se llamaba Serapio. Él vivía en lo más alto de una montaña con sus
nietas Serafina y Séfora. Serapio era un conejo bueno y muy respetuoso con todos los animales de
la montaña y por ello lo apreciaban mucho. Pero sus nietas eran diferentes: no sabían lo que era el
respeto a los demás. Serapio siempre pedía disculpas por lo que ellas hacían. Cada vez que ellas
salían a pasear, Serafina se burlaba: «Pero mira que fea está esa oveja. Y mira la nariz del toro».
«Sí, mira que feos son», respondía Séfora delante de los otros animalitos. Y así se la pasaban
molestando a los demás, todos los días.

Un día, cansado el abuelo de la mala conducta de sus nietas (que por más que les enseñaba, no se
corregían), se le ocurrió algo para hacerlas entender y les dijo: «Vamos a practicar un juego en
donde cada una tendrá un cuaderno. En él escribirán la palabra disculpas, cada vez que le falten el
respeto a alguien. Ganará la que escriba menos esa palabra.»

«Está bien abuelo, juguemos», respondieron al mismo tiempo. Cuando Séfora le faltaba el respeto
a alguien, Serafina le hacía acordar del juego y hacía que escriba en su cuaderno la
palabra disculpas (porque así Séfora tendría más palabras y perdería el juego). De igual forma
Séfora le hacía acordar a Serafina cuando le faltaba el respeto a alguien. Pasaron los días y hartas
de escribir, las dos se pusieron a conversar: «¿no sería mejor que ya no le faltemos el respeto a la
gente? Así ya no sería necesario pedir disculpas.»

Llegó el momento en que Serapio tuvo que felicitar a ambas porque ya no tenían quejas de los
vecinos. Les pidió a las conejitas que borraran poco a poco todo lo escrito hasta que sus cuadernos
quedaran como nuevos. Las conejitas se sintieron muy tristes porque vieron que era imposible que
las hojas del cuaderno quedaran como antes. Se lo contaron al abuelo y él les dijo:

«Del mismo modo queda el corazón de una persona a la que le faltamos el respeto. Queda
marcado y por más que pidamos disculpas, las huellas no se borran por completo. Por eso
recuerden debemos respetar a los demás así como nos gustaría que nos respeten a nosotros».

Actividades:

1-Responde «V» si la afirmación es Verdadera y «F» si es que es Falsa:

 Serapio era el papá de Serafina y Séfora ( )

 Pedir disculpas lo soluciona todo y por ello no es importante aprender a respetar ( )

 Solo debemos respetar a nuestros padres y maestros ( )

 Debemos tratar a los demás como quisiéramos que nos traten a nosotros ( )

2-Describe a los personajes:

Serapio:………………………………………………………………………………………………………………..
Serafina y Séfora:……………………………………………………………………………………………………

3-¿Qué significa «Respetar a los demás»?

……………………………………………………………………………………………………………………………

3-Recuerda alguna vez en que sentiste que alguien te faltó el respeto (puede ser alguna vez en
que alguien se burló de ti por algo). ¿Cómo te sentiste en ese momento?

……………………………………………………………………………………………………………………………

4-Subraya las palabras que no conozcas, búscalas en un diccionario e intenta utilizarlas cuando
converses con tus papás y maestros. Quedarán asombrados
EL RESPETO A LOS PROFESORES

Cuento Corto para niños/as, creado por: Valeria Sofia Carrero Vargas

Había una vez un niño que le gustaba mucho estudiar, pero un día su profesora le regañó porque
llegó tarde al colegio. Pero al día siguiente Carlos volvió a llegar tarde y la profesora le dijo que eso
no podía volver a suceder, que tendría que hablar con sus padres. Carlos en ese momento se
quedó callado.

A la mañana siguiente el niño llegó puntual al colegio, pero la profesora le dijo que estaba
haciendo las tareas mal, que tenía que poner más atención a lo ella explicaba; y si no lo entendía,
que la preguntase lo que fuera.

Carlos no tuvo paciencia, no se tomó bien lo que la profesora le estaba diciendo, entonces
el niño se levantó de su silla, recogió sus cosas y se fue contestando de malas formas a la
profesora.

Cuando llegó a casa se lo contó todo a sus padres. Ellos hablaron con Carlos y le dijeron que la
profesora se lo decía por su bien, que ella era muy buena y lo que quería es que sacara buenas
notas.

El niño a partir de ese momento se arrepintió de lo que había hecho y cuando fue al día siguiente
le pidió perdón y la dijo que nunca más volvería a suceder, ya que había estado muy mal lo que
había hecho.

Este mal entendido se olvidó por completo y Carlos siguió yendo al colegio muy contento y
siempre vivió feliz.

FIN

Moraleja: Siempre tienes que respetar a tus profesores, pase lo que pase, porque ellos son
mayores y merecen respeto.

Valores del cuento: Respeto, tolerancia.

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