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1. introducción
Desde hace algunos años, el concepto de Tradiciones D iscursivas vie
ne siendo em pleado con frecuencia cada vez m ayor en la lingüística
rom ánica y, recientem ente, se aplica tam bién en el ám bito de los estu
dios históricos del español de A m érica y del portugués brasileño, dedi
cándose a ello, en este últim o caso, entre otros, un Grupo de Trabajo
dentro del M acroproyecto “ Para a Historia do Português B rasileiro”
(PHPB). Com o suele ser habitual, la recepción de un paradigm a cien
tífico nuevo provoca cierto entusiasm o, pero tam bién cierta confusión.
Lo prim ero está llevando a la creación de num erosos trabajos, de
orientación bastante diversa, bajo la m ism a etiqueta de Tradiciones
D iscursivas (TD); lo segundo ha dado a luz una serie de planteam ien
tos que procuran establecer relaciones entre el nuevo paradigm a y
otros, m ás tradicionales, com o el estudio del cam bio lingüístico, la
pragm ática o el estudio de los géneros textuales. La pregunta im plíci
ta que deriva de estos estudios es: ¿qué es realm ente ese nuevo para
digm a llam ado Tradiciones Discursivas? ¿Se trata de un nuevo térm i
no para algo ya conocido o de un planteam iento realm ente nuevo? ¿Es
el sinónim o de género textual? ¿Se trata de form as textuales? ¿Pueden
las TD tam bién ser variedades de lenguas o estilos?
A continuación, intentaré dar algunas respuestas a este respecto,
ofreciendo, en prim er lugar, una precisión term inológica de lo que pue
de entenderse por TD y cuáles son algunos de los conceptos funda
m entales ligados a ellas, relacionando, en segundo lugar, las TD con la
cuestión general del cam bio lingüístico, partiendo de la hipótesis de
que el estudio de las TD no sólo es relevante para el estudio histórico
de las lenguas sino que incluso puede ser considerado fundamental.
1 Para una primera versión más extensa de este artículo (en versión portuguesa)
véase J. K., “Tradições discursivas e mudança lingüística”, en: Tânia Lobo (ed.):
Para a Historia do Português Brasileiro VI, Salvador: EDUFBA, en prensa.
Agradezco a Rosa María Estrada la preparación de la traducción.
152 Johannes Kabatek
2. H istoria y definición
2 Coseriu 1955-1956.
3 Así, afirma: “Si las fórmulas de saludo no pertenecen al nivel de la lengua parti
cular, mucho menos las clases de texto como ‘noticia’, ’silogism o’ o ‘soneto’. Las
normas que constituyen esos textos no están simplemente por encima de la len
gua particular, sino que ni siquiera pertenecen a la estructura lingüística particu
lar” (Coseriu 1992: 195). Se pueden distinguir TD incorporadas en la tradición de
una lengua determinada y TD “supraidiom áticas” . Cfr. también el fundamental
trabajo de Schlieben-Lange 1983.
Tradiciones discursivas y cambio lingüístico 153
EN UNCIA DO
Así, por ejem plo, cuando alguien encuentra a otro por la m añana y su
intención o finalidad com unicativa es la de expresar un saludo, esa
finalidad no encuentra la solución sólo en el acervo léxico y gram ati
cal del español, produciendo enunciados correctos com o “em ito un
saludo para usted” o algo sem ejante, sino que dirá “buenos días” según
una tradición establecida m ás allá de las reglas de la lengua; a veces,
hasta contraria a las reglas actuales de la m ism a (según las cuales pro
bablem ente una colocación adjetiva com o “día bueno” com o expresión
elíptica de “le deseo un buen día” sería m enos m arcada). Más allá de
los actos de habla fundam entales com o el saludo, el agradecim iento, la
prom esa, las tradiciones discursivas pueden estar tam bién ligadas a
finalidades m ás com plejas exclusivas de determ inadas culturas, com o
p. ej. las TD escritas, lim itadas a las culturas con escritura, o las TD
ligadas a determ inadas instituciones, com o p. ej. los géneros jurídicos.
U na prim era definición podría entender entonces las TD com o formas
tradicionales de decir las cosas, formas que pueden ir desde una fór
m ula sim ple hasta un género o una form a literaria com pleja. Es preci
sam ente por esa relación entre las TD y los géneros por lo que se con
sidera a veces com o sinónim a la noción de TD con la de género. Pero
Tenemos ahora una serie de elem entos que nos aproxim an a una
definición, pero todavía no son suficientes. Si por un lado una TD
im plica siem pre la repetición de algo en el tiem po, lo contrario no es
cierto: evidentem ente, no todas las repeticiones de algo son tradiciones
discursivas. Debem os, pues, precisar todavía una serie de condiciones.
La prim era es que una TD debe ser discursiva, quiere decir que están
excluidas todas las repeticiones no lingüísticas. Los anocheceres pue
den considerarse “tradiciones” de la naturaleza (o de una percepción
de la naturaleza) ya que se repiten, pero no son tradiciones discursivas.
Y tam bién los objetos no lingüísticos de la cultura com o las pinturas
cubistas, el tango o los m onasterios rom ánicos no son TD a pesar de su
indiscutible tradicionalidad.
La segunda condición es que, incluso en los casos de repetición de
elem entos lingüísticos, no toda repetición form a necesariam ente una
TD. En la frase anterior, palabras com o “ la”, “segunda”, “es” , “que”,
etc. son palabras repetidas m illones de veces en la lengua española en
m illones de circunstancias, pero ninguna de ellas es capaz de formar
una TD por sí sola.5 Puede haber tradiciones que consistan en una sola
palabra, com o p. ej. una fórm ula unim em bre de saludo com o “hola”,
pero en el caso de tradiciones m ás com plejas, p. ej. la tradición del
ensayo científico, sólo una com binación particular de una serie de ele
m entos produce la inserción de un texto en una TD. Habrá, pues, que
introducir en la definición esa “posibilidad inherente” de repetición,
base para que la repetición pueda considerarse relevante para estable
cer una TD: no toda repetición de un elem ento lingüistico form a una
TD, pero la form ación de una TD exige la repetición de algo. La ter
cera condición es la m ás com pleja y se refiere al contenido de un tex
to. Se podría decir que la repetición de la com unicación de un conte
nido es ya una TD, ya que es algo lingüístico y al m ism o tiem po algo
que se repite. O la repetición de una situación y las palabras pronun
ciadas en am bas situaciones. O la repetición de dos instituciones o de
dos canales particulares de com unicación. Todas estas repeticiones no
son todavía TD, pero son repeticiones que pueden estar íntim am ente
relacionadas con las TD, ligadas m ediante lo que llam am os la evoca
ción. C onsiderar a las TD sólo desde su lado textual únicam ente tiene
en cuenta un aspecto de ellas, precisam ente el aspecto que nos intere-
ií
texto, -------------------------►- situación.
6 Con este esquema no queremos de ningún modo defender una definición mono-
causal y puramente situacional de las TD; pero creemos que una relación no
necesaria, pero posible- es evidente.
7 Como ya señaló Sandig (1970: 178): “ Die inhaltlich, zweckhaft und sozial
bestimmte Sprachhandlungssorte bedingt die Selektion und Kombination von
Sprachmitteln zu Texten”.
Tradiciones discursivas y cambio lingüístico 157
dada se preguntará tal vez si sucedió algo entre los dos que provocó tal
silencio. Lo m ismo tam bién es posible de m anera contraria: pronunciar
un saludo fuera de la situación correspondiente evoca tal situación, y
se buscará el sentido de ese enunciado en relación a la situación evo
cada.
La TD tiene valor de signo y puede ser reconocible por m edio de
signos m etatextuales com o “saludo” , “carta”, “ soneto” , etc.
Estam os ahora en condiciones de ofrecer una definición del con
cepto de TD para después precisar algunas de sus consecuencias:
E ntendem os por Tradición D iscursiva (TD) la repetición de un texto o de
una form a textual o de una m anera particular de escribir o de hablar que
adquiere valor de signo propio. Se puede form ar en relación a cualquier
finalidad de expresión o a cualquier elem ento de contenido cuya repeti
ción establece un lazo entre actualización y tradición; cualquier relación
que se puede establecer sem ióticam ente entre dos elem entos de tradición
(actos de enunciación o elem entos referenciales) que evocan una deter
m inada form a textual o determ inados elem entos lingüísticos em pleados.
hablar de los que estudiaron juntos en una m ism a escuela. En los dis
cursos de los parlam entarios hay unidad de género y no existe, dentro
de esa hom ogeneidad, otra posibilidad de m arcar diferencias m ás que
em pleando elem entos de diferentes variedades lingüísticas. Esto no
quiere decir, sin em bargo, que una TD sea lo m ism o que una variedad:
existen buenas razones para establecer la separación de am bos fenó
m enos.8 Pero el saber acerca de las variedades es transm itido a m enu
do m ediante las TD, y el em pleo situacional de elem entos de varieda
des puede ser condicionado precisam ente por las TD .9
Las consecuencias de la definición son m últiples y sólo podré m en
cionar algunas de ellas. La prim era es que una tradición discursiva,
teniendo ella m ism a el valor de signo, com unica m ás que un texto sin
tradición puesto que, m ás allá de su valor proposicional, tam bién trans
mite u na referencia a una tradición concreta. “ Buenos días” no es sola
m ente un saludo, es tam bién una referencia a la tradición de ese salu
do concreto. Por eso, una TD es más que un sim ple enunciado; es un
acto lingüístico que relaciona un texto con una realidad, una situación,
etc., pero tam bién relaciona ese texto con otros textos de la m ism a tra
dición. Este valor adicional de una TD es el que, paradójicam ente, per
m ite su reducción. Al tener una TD valor de signo propio, puede con
sistir en m enos de una proposición concreta y reducirse a una simple
alusión a la tradición en cuestión. “Buenos días” funciona com o salu
do a pesar de ser una expresión elíptica. Las tradiciones de textos tien
den m uy frecuentem ente a la elipse y a una creciente opacidad, de
m anera com parable a los elem entos lingüísticos a lo largo de un canal
de gram aticalización.
La segunda consecuencia de nuestra definición deriva del carácter
com posicional de las TD. U na TD no es siem pre un texto repetido
siem pre de la m ism a m anera, puede ser tam bién una forma textual o
una com binación particular de elem entos. Un texto puede, p. ej., p er
tenecer al m ism o tiem po a la TD “soneto” y “poem a de am or” y con
tener incluso hasta m ás elem entos tradicionales separables, p. ej. en el
em pleo particular del m aterial lingüístico. Vamos a llam ar a esta com-
como en la Crónica de Castilla: “Estonce fabló don Alvar Fáñez, su primo cormano:
-C onbusco iremos todos, Cid, por yermos y por poblados, y nunca vos falleceremos
en cuanto seamos bivos y sanos; conbusco despenderemos las muías y los cavallos,
y los averes y los paños; sienpre vos serviremos commo leales amigos y vasallos.
-Estonce otorgaron todos lo que dixo Alvar Fáñez y mucho les agradesció mió Cid
cuanto allí fue razonado”.
13 Kabatek 2000a. El concepto está tomado de Coseriu 1977.
Tradiciones discursivas y cambio lingüístico 161
3. A plicación y m etodología
El estudio de las tradiciones discursivas tiene num erosas aplicaciones.
Una de ellas es la relación con la gram ática histórica, para acercarnos
a una gram ática histórica más diferenciada que deje vislum brar con
m ás rigor las evoluciones de la lengua y los procesos del cam bio lin
güístico. M uchas veces, se piensa que la evolución de una lengua es un
proceso rectilíneo y que el objetivo del historiador de la lengua es la
reconstrucción de esa especie de “diacronía ideal”, la evolución de la
lengua com o si fuera una sim ple línea. Pero en realidad, cuando se
estudia la historia de una lengua, lo que se estudia no es la evolución
de la lengua (recordem os la tripartición de niveles) sino textos de dife
rentes épocas, textos que se consideran representativos de los respecti
vos estados de lengua (états de langue en la term inología de Saussure),
de acuerdo al siguiente esquema:
T, T2 T 3 T4 TI
i 1 i i i
L, l2 L3 L1
_►
t
►
com plejidad creciente de relaciones sem ánticas
grado de integración
t (entre agregación e integración)
textual por m edio de juniores', elem entos deícticos, elem entos de coor
dinación o de subordinación (conjunciones), construcciones absolutas,
construcciones infinitas, grupos preposicionales, preposiciones sim
ples, etc. El esquem a de ju n ció n ofrece un orden lógico a esos ele
mentos. El orden del grado de integración de los júniores en el eje ver
tical se puede ilustrar m ediante los siguientes ejem plos, en este caso de
causalidad, aunque es im aginable, en principio, cualquier relación
sem ántica en cualquier nivel entre agregación e integración:
I. Y uxtaposición sin junció n (Juan está enfermo. No come nada.)
II. Relación deíctica con la frase anterior ([...] Por eso, no come nada.)
III. O raciones explícitam ente unidas ( /.../ pues está enfermo.)
IV. Subordinación (Juan no come nada porque está enfermo.)
V. C onstrucciones gerundiales o participiales ( Estando enfermo, Juan
no come nada.)
VI. G rupos preposicionales (Por causa de enfermedad, Juan no come
nada.)
VII. Preposiciones (Por enfermedad, Juan no come nada.)
Esq. 5: Esquem a sim plificado del eje vertical de conjunción
(grado de integración).
Tal com o los juntores están insertados en el eje vertical, tam bién lo
están en el eje horizontal, de acuerdo al tipo sem ántico del nexo que
expresan: así, en el nivel vertical de la subordinación (o de las conjun
ciones subordinantes), podem os distinguir juntores com o si para la
condicionalidad, porque para la causalidad, p ara que para la finalidad,
aunque o no obstante que, etc. para la concesividad, etc. El objetivo
del esquem a de junción es ofrecer una clasificación de los juntores en
una lengua en el que cada ju n to r se localiza m ediante dos coordenadas,
p. ej. un ju n to r com o p ara que está localizado en el eje vertical en el
nivel IV, de subordinación, y en el eje horizontal 8, de finalidad.
R aible establece toda una serie de correlaciones de los parám etros
de conjunción con otros factores com o la evolución de las lenguas, la
adquisición del lenguaje, la gram aticalización y la relación entre orali-
dad y escrituralidad. Si el objetivo de esta teoría fue, en principio, tipo
lógico, queriendo ofrecer un instrum ento para la com paración de las
lenguas (¿cuáles son los juntores existentes en una lengua? ¿Cuál es su
respectivo origen? ¿Existen técnicas particulares en una lengua que no
se encuentran en otra? ¿Cuáles son las tendencias universales de evo
lución?, etc.), nuestra aplicación del esquem a es textual, partiendo de
dos observaciones: prim ero, que el em pleo de los juntores, tam bién en
Tradiciones discursivas y cambio lingüístico 165
17 Kabatek 2005a.
166 Johannes Kabatek
raím ente sucesivas pero tam bién concom itantes dada la supervivencia
de las dos prim eras a lo largo del siglo xm, época de la plena recepción
del Derecho rom ano en la Península Ibérica. Dentro de un m ism o
“género” (el jurídico) y para una m ism a finalidad expresiva (“texto
jurídico norm ativo”) encontram os, pues, tres TD diferentes, identifica
das m ediante un análisis que aprovecha, entre otras, las inform aciones
ofrecidas por los historiadores del derecho.
Siguiendo nuestra hipótesis, esas tres TD deberían presentar dife
rencias en la superficie textual, diferencias identificables gracias al
análisis m ultidim ensional o m ediante un análisis de los esquem as de
junción.
Escogim os tres textos “prototípicos” 18 de esas TD para el análisis.
Este se realiza a través de tres etapas sem i-autom atizadas y apoyadas
en com ponentes de un program a com putacional elaborado dentro de
nuestro p royecto.'9 El prim er paso consiste en la identificación sem iau
tom ática de juntores en los diferentes textos. El segundo p a s o -tra tá n
dose de textos m edievales- en la unificación grafem ática. Finalm ente,
se procede a un cálculo cuantitativo: se mide la cantidad absoluta de
juntores contenida en cada fragm ento de 1.000 palabras, sum ando los
resultados de cada fragm ento para establecer la cantidad relativa de los
juntores por 1.000 palabras.20
El prim er texto, una colección de fa za ñ a s, es un texto que descri
be hechos, casos jurídicos concretos m ediante la enum eración de acon
tecim ientos. Los elem entos de junción son m ínim os; se trata casi úni
cam ente de frases cortas de nom bre y verbo unidas con la conjunción
et, presente con alta frecuencia. Las pocas “excepciones” en el texto se
deben a la presencia de fórm ulas latinizantes.
120
100
El F azañas
ü Fueros
□ C odi
¡1 Fazañas
® Fueros
□ Codi
sobre la base del ejem plo español m edieval serán aplicables, en prin
cipio, a cualquier estudio de TD en las lenguas rom ánicas.21 Este tipo
de estudio perm ite diferentes observaciones:
- la supuesta hom ogeneidad de un “género” puede presentar una
heterogeneidad interna considerable, observable, al lado de otras
posibilidades, identificando síntom as textuales diferentes para
cada TD.
- esa heterogeneidad interna señala diferentes TD, y a la indicación
de los síntom as debe seguir la interpretación histórica de los datos
para llegar a describir p. ej. cuáles son las diferentes TD que con
fluyen en un m ism o género.
5. Conclusiones
La propuesta de partir del análisis de los esquem as de junción para
tener un criterio de determ inación de las TD no es evidentem ente la
única posible, pero lo im portante es el principio: creem os necesaria
una lingüística histórica de corpus con diferenciación de distintas TD,
y creem os que la vía para su establecim iento debe pasar por el intento
de cuantifícación de elem entos en los textos que se puedan considerar
síntom as textuales, síntom as para determ inadas TD. En los próxim os
años, procurarem os m ejorar la m etodología esbozada y ofrecer resul
tados concretos de aplicación en diferentes lenguas rom ánicas.
Este tipo de estudio de las TD nos parece de enorm e im portancia
para la cuestión del cam bio lingüístico. Partim os de una crítica de la
visión m onolítica de la gram ática histórica diciendo que conviene dife
renciar diferentes TD. Esta crítica no ofrece una explicación del cam
bio lingüístico, pero indica algunas conexiones entre el cam bio y las
TD. La lengua no es una entidad m onolítica que se desarrolla com o tal
a lo largo del tiem po. Es un conjunto de variedades y de tradiciones
discursivas con evoluciones internas bien diferenciadas: una innova
ción se da, en general, en un texto determ inado, en un texto que perte
nece a una TD. A partir de ahí la innovación puede generalizarse en esa
tradición, pero aún no es general en la lengua: hace falta la adopción
21 Y también en otras lenguas. Puede ser que haya lenguas que por sus característi
cas tipológicas no permitan un análisis de este tipo sin mayores modificaciones
metodológicas, pero nos parece viable, en principio, la aplicación de la m etodo
logía por lo menos a todas las lenguas indo-europeas.
170 Johannes Kabatek
contrario, parece perfectam ente com patible con otros enfoques. Lo que
propone es una perspectiva m ás diferenciada de la lingüistica históri
ca, y tal vez en algunos casos posibilitará la solución de algún caso
em pírico concreto todavía abierto.
Para la investigación futura, una vez aclaradas las cuestiones ter
m inológicas y algunos de los parám etros básicos, me parece funda
mental seguir estudiando la relación entre análisis cualitativo y análi
sis cuantitativo, para ver cuáles de los aspectos de las TD son
cuantifícables y cuáles no. La cuantifícación de elem entos nunca va a
ser un sustituto del análisis filológico de detalles, pero es una base
objetiva para la com paración, fundam ento de cualquier estudio de evo
lución histórica.
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172 Johannes Kabatek