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TEMA 2: LA VARIACIÓN PRAGMÁTICA

1. Introducción a la pragmática
1.1: El nacimiento de la pragmática:
La pragmática surgió por tres causas principales: los límites del estructuralismo, el interés
de la lengua coloquial y los aportes de otras disciplinas a la lingüística.

• Los límites del estructuralismo


Aunque el propio Saussure estableciese que el objeto de estudio de la lingüística se
encontraba en la “lengua” (el sistema), algunos autores ya han apuntado que fijó de algún
modo su atención al “habla” y a la importancia del discurso. Adam llama la atención sobre
un fragmento de unos escritos de Saussure fuera de su curso de lingüística:

El lenguaje se crea sólo para el propósito del discurso, pero ¿qué separa el discurso del lenguaje?
¿Qué nos permite decir en un momento dado que el lenguaje entra en acción como discurso?
(Saussure 2002, ap. Adam 2008 (2005): 15)

La lingüística que fija su atención en un sistema abstracto sin tener en cuenta su


actualización en situaciones comunicativas reales ni la influencia de factores externos se
vuelve inmanentista e insuficiente para analizar fenómenos cuya aparición depende de
elementos fonéticos o morfosintácticos y factores extralingüísticos como la intención del
hablante o el carácter interactivo de una conversación.
Por tanto, el límite del estructuralismo se encuentra en la oración (centrada en la gramática
sin dar cuenta a realidades extralingüísticas). Más allá, como defiende Benveniste (1966),
nos encontramos con unidades de distinta naturaleza. Las unidades inferiores de la
lingüística componen otras mayores de tal forma que los fonemas conforman morfemas;
los morfemas, palabras; las palabras, sintagmas; y los sintagmas, oraciones. Sin embargo,
la división de un texto en oraciones no se hace con la misma sistematicidad.

• El interés por la lengua coloquial


Durante el siglo XX, autores como Halliday o Narbona destacan las diferencias entre la
lengua oral y la lengua escrita, y critican el hecho de que los estudios gramaticales de la
tradición solo se hayan centrado en lo escrito. Como apunta Pons (2014), a principios del
siglo XX surge ya una serie de trabajos de lenguas romances que muestran interés por las
características de lo coloquial (repeticiones, énfasis, autocorregirse, etc.) y tratan de crear
compendios de rasgos que definan esta realidad y que la diferencien de lo escrito: Tobler
(1908) para el francés, Spitzer (1922) para el italiano o Beinhauer (1978, primera edición
alemana 1929) para el español.
Pero fue a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando surge una gran proliferación
de trabajos en este ámbito. La invención del magnetófono portátil en los años 30, que
permitía tener registros permanentes de lo oral, seguido de las transcripciones de
realizaciones orales hechas a partir de las grabaciones permitió tener suficiente material
para que los investigadores realizasen sus análisis con mayor facilidad.
El análisis de la lengua hablada mostró una serie de fenómenos que se alejaban de la
sintaxis de rección oracional; “dislocaciones” de elementos sintácticos, “elipsis”,
“tendencia centrífuga”, “parcelamiento” o un “mayor uso de deícticos y de elementos
interactivos” son algunos de los fenómenos lingüísticos más prototípicos desprendidos de
la lengua coloquial que se caracteriza por una mayor “expresividad”, “comodidad”,
“rentabilidad”, “familiaridad” o “inmediatez”.

• Los aportes de otras disciplinas a la lingüística


La filosofía del lenguaje es la que sienta las bases de la pragmática desde Austin (1962)
y Searle (1976) con la teoría de los actos de habla, Grice (1975) con las máximas
conversacionales, y Sperber y Wilson (1986) con la teoría de la relevancia.
La microsociología, disciplina que estudia las interacciones sociales en pequeña escala,
ha permitido describir ciertos fenómenos lingüísticos en las interacciones verbales entre
hablantes: el concepto de imagen personal (face: Goffman, 1956) que modulamos a través
de la lengua (entre otros códigos) para presentarnos ante los demás, el contrato
conversacional (Fraser y Nolen, 1981) o las reflexiones sobre la toma de turno en una
conversación (Sacks, Schegloff y Jefferson, 1974). Encontramos también los estudios
sobre cortesía de Brown y Levinson (1987).
1.2: Tres problemas de pragmática:

• El problema del significado no convencional


La idea de que las lenguas son códigos, y la de que comunicarse consiste en codificar y
descodificar información, que gozan de extraordinaria popularidad y difusión, pueden
resultar útiles en algunos momentos y para algunos propósitos concretos, pero dibujan
solo un esquema muy simplificado de la comunicación. La realidad se encarga pronto de
demostrar que las cosas no son tan sencillas.
No hay una correspondencia biunívoca constante entre representaciones fonológicas
(palabras que articulamos y decimos) e interpretaciones (sentidos no literales, ironías,
etc.). Y, sin embargo, esto no constituye necesariamente un obstáculo para la
comunicación. De hecho, contamos siempre con la posibilidad de que haya una cierta
separación entre lo que se dice (significados literales de las palabras que se pronuncian)
y lo que se quiere decir (la intención comunicativa subyacente): por eso hablamos con
absoluta naturalidad de leer entre líneas, de la diferencia entre el espíritu y la letra de un
texto; o demos cosas como cuando dije aquello, lo que quería decir en realidad era X.
Hemos desarrollado complejos mecanismos de inferencia que entran en funcionamiento
automáticamente para hacernos recuperar lo que nuestros interlocutores quisieron decir a
partir de lo que realmente dijeron. Estamos usando constantemente estrategias que nos
conducen a contextualizarlo todo de la mejor manera posible para que encaje y tenga
sentido.
EJ: Córdoba es un horno; si tú lo dices; ¿perdona?; haz lo que quieras…

• Sintaxis y contexto
Existen lenguas que tienen un orden de palabras en la frase relativamente libre, mientras
que el de otras es más bien fijo. En general, la explicación más extendida que suele darse
a este fenómeno se funda en el tipo y en el grado de caracterización formal de las
relaciones de dependencia estructural entre los constituyentes. Se parte del supuesto de
que las lenguas tienen al menos dos maneras de marcar estas relaciones: el orden de
palabras y la morfología (sea por afijación o por medio de adposiciones). Cada lengua
decanta sus preferencias hacia uno de esos procedimientos.
Se establece entonces la siguiente correlación: cuanto mejor caracterizadas estén desde el
punto de vista morfológico las relaciones sintácticas, menor necesidad habrá de marcarlas
con el orden de palabras. Así, por ejemplo, el latín es una lengua con orden de palabras
libre porque las desinencias de caso y de concordancia marcaban suficientemente las
relaciones gramaticales. En cambio, el inglés es un prototipo de lengua en que las
relaciones de dependencia estructural vienen indicadas por medio de un orden de palabras
relativamente fijo.

Aunque semánticamente equivalentes, no es del todo seguro que las frases latinas fueran
totalmente intercambiables entre sí en todos los contextos y situaciones, como no lo son
los ejemplos análogos de otras lenguas vivas con orden de palabras libre. Además, no
debería dejar de ser inquietante el hecho de que en las lenguas consideradas de orden de
palabras fijo haya un número relativamente elevado de construcciones gramaticales que
parecen destinadas a flexibilizar el orden de palabras: se trata siempre de construcciones
que pueden expresar el mismo estado de cosas (mantienen las mismas condiciones de
verdad), pero que permiten un orden de constituyentes diferente.
Los datos del español y de otras muchas lenguas de orden de palabras relativamente libre
(polaco, húngaro), muestran con claridad que no todas las frases que comparten las
mismas condiciones veritativas resultan adecuadas en los mismos contextos.
Juan ama a María - A María la ama Juan - Juana a María la ama.
¿Diferencias entre las siguientes frases? Sí, el elemento a destacar (focalización).
Las lenguas de orden de palabras menos flexible expresan estos contrastes valiéndose de
otros medios gramaticales. El inglés, por ejemplo, suelen utilizar las variaciones en la
prominencia con que se pronuncian los constituyentes para marcar el centro de atención
dentro de la frase:
John LOVES Mary - JOHN loves Mary - John loves MARY.
Desde un punto de vista general, algunos aspectos típicamente gramaticales, como el
orden de palabras, están determinados por factores de tipo contextual o situacional,
especialmente en lo que se refiere al contraste entre la información que se presenta como
compartida por los interlocutores y la que se considera nueva. De este modo, la cuestión
debe plantearse en términos de corrección gramatical y de adecuación discursiva. Y como
para explicar los contrastes existentes hay que recurrir a conceptos como interlocutor,
situación, contexto o conocimiento compartido, parece claro que solo un enfoque
pragmático podrá dar cuenta de manera completa de las condiciones que regulan la
elección entre las diversas variantes.

• Referencia y deixis
Desde el punto de vista de la comunicación, comprender una frase no consiste
simplemente en recuperar significados, sino también en identificar referentes.
Te espero mañana donde siempre: Como hablantes nativos del español conocemos todas
las palabras y somos capaces de caracterizar su significado sin especiales dificultades.
Aun así, fuera de todo contexto o situación, no sabemos a qué se refiere el mensaje, ni
cuáles pueden ser sus implicaciones. Para podernos dotar de todo su contenido, nos falta
información sobre: ¿Quién es el yo que promete esperar?, ¿A quién va dirigido el
mensaje?, ¿Cuándo es mañana? O ¿Dónde es donde siempre?
Todos los elementos que faltan dependen directamente de la situación comunicativa: si
he encontrado el papel en la calle, lo más sensato es suponer que no va dirigido a mí; pero
si lo he encontrado sobre la mesa de mi despacho, lo mejor que puedo hacer es empezar
a pensar quién me lo envía. Si he estado ausente durante una semana, probablemente me
será difícil saber exactamente cuál era el día de la cita; pero si he salido de mi despacho
hace diez minutos y al regresar encuentro que han deslizado ese mensaje por debajo de la
muerta, estoy obligada a creer que la cita será al día siguiente.
Todas las lenguas poseen deícticos. Entre ellos se encuentran los pronombres personales
de primera y segunda personas en todas sus formas, los demostrativos, los posesivos,
muchos adverbios de lugar y de tiempo, los morfemas de tiempo de la flexión verbal, las
fórmulas de tratamiento y todas las formas anafóricas y catafóricas (se usan en el discurso
para hacer referencia a algunas partes del propio discurso). Por todo ello, no es de extrañar
que más del 90% de las oraciones de una lengua contengan unidades de este tipo.
Una parte importante de la interpretación de un gran número de enunciados depende
decisivamente de los factores extralingüísticos que configuran el acto comunicativo:
conocer la identidad del emisor o del destinatario y conocer las circunstancias de lugar
ytiempo de emisión son requisitos para conseguir una interpretación plena.
1.3: La necesidad de la pragmática:
La distancia que puede existir entre lo que literalmente se dice y lo que realmente se
quiere decir, la adecuación de las secuencias gramaticales al contexto y a la situación, o
la asignación correcta de referente como paso previo para la comprensión total de los
enunciados son tres tipos de fenómenos que no se caracterizan en términos estrictamente
gramaticales. Quedan puestos de relieve dos hechos fundamentales:
1) Una parte del significado que logramos comunicar no es reductible al modelo de un
código que empareja convencionalmente significantes y significados.
2) Para caracterizar adecuadamente dicho significado hay que tener en cuenta los factores
que configuran la situación en que las frases son emitidas.
1.4: Disciplinas “pragmáticas”:
Existen algunas disciplinas que han nacido bajo la luz de la pragmática: Análisis del
discurso (van Dijk), Cortesía (Brown y Levinson, Bravo), Análisis de la conversación
(Fraser y Nolen, Sacks, Schegloff y Fefferson, Val.Es.Co.), Lingüística textual (Adam),
Modelos modulares (Roulet) y Macrosintaxis (Blanche-Benveniste, Berrendonner,
Fuentes Rodríguez).
1.5: Definición de pragmática:
Los orígenes del concepto de pragmática y su aplicación a la lingüística se remontan a
Morris (1985), que la consideraba una corriente de la semiótica junto a la sintaxis y a la
semántica. Señala que es “la ciencia de la relación de los signos con sus intérpretes”.
De esta forma, como corriente o disciplina la entienden la mayoría de autores. Levinson
(1989) la define como “el estudio de aquellas relaciones entre el lenguaje y el contexto
que están gramaticalizadas, o codificadas en la estructura de una lengua”. Calvo (1994)
la considera una “ciencia destinada a servir de conexión entre el lenguaje y el mundo”.
Escandell (1996) la entiende como “una disciplina que toma en consideración los factores
extralingüísticos que determinan el uso del lenguaje, precisamente todos aquellos factores
a los que no puede hacer referencia un estudio puramente gramatical”. Reyes (1995)
considera que es una subdisciplina dentro de la lingüística y “su objeto el significado del
lenguaje en uso”, mientras que Gutiérrez Ordóñez (2002) considera que la disciplina
pragmática engloba a la lingüística.
Verlo como una disciplina ha supuesto ver la pragmática como un nivel más de análisis
por encima de la fonología, la morfosintaxis y la semántica, aunque en este caso se suele
ver como un componente más de la gramática y no como una disciplina separada de esta.
Se pueden destacar en esta perspectiva los trabajos de van Dijk o el modelo de Gramática
Discursivo Funcional de Hengeveld y Mackenzie.
Desde el generativismo o los estudios de adquisición del lenguaje se ha considerado una
“competencia”. Chomsky (1980) diferencia esta competencia de la gramatical diciendo
que la primera se refiere al “conocimiento de las condiciones y formas de uso adecuado,
de acuerdo con varios propósitos […]. La competencia pragmática sitúa a la lengua en el
marco institucional de su uso, relacionando la intención y el objetivo con los medios y
destrezas lingüísticas.”
Finalmente, Verschueren (1987) hizo una reflexión metodológica sobre el uso de la
pragmática y concluye que la poca definición del concepto y de sus ámbitos ha generado
que los análisis ofrezcan una gran variedad terminológica poco clara, lo que dificulta la
comparación de los estudios del mismo campo y hace que la aplicabilidad metodológica
sea dudosa. Por ello, se posiciona en una postura epistemológica en la que la pragmática
se entiende como “una perspectiva sobre cualquier aspecto del lenguaje, en cualquier
nivel de estructura”.
Por tanto, podemos definir pragmática, siguiendo las visiones de Escadell y Verschueren,
como la disciplina o perspectiva de estudio que toma en consideración los factores
extralingüísticos que determinan el uso del lenguaje en cualquier nivel de su estructura.
1.6: La variación pragmática:
La variación pragmática se encarga de analizar cualquier fenómeno comunicativo en
relación a su contexto de uso (elementos extralingüísticos: intención comunicativa, grado
de cortesía, tipo discursivo, interlocutores…) en cualquiera de los ejes de variación
(diatópica, diafásica, diastrática, diamésica).
Valencia Español Coloquial (Val.Es.Co) plantea que por variación pragmática se
entienden los cambios que, en virtud de la situación, pueden sufrir en la interacción los
registros o estilos de comunicación, así como los modos de realización de estos, que son
los géneros discursivos, y, así pues, toda la actividad estratégica. Por situación se entiende
un haz de rasgos vinculados:
A) A la mayor o menor relación de igualdad social o funcional entre los interlocutores
que participan en la interacción (estratos sociales y roles).
B) A la mayor o menor relación vivencial de proximidad (saberes compartidos,
acercamiento interpersonal) entre los interlocutores.
C) El marco o espacio interaccional más o menos cotidiano.
D) A la mayor o menor cotidianidad temática del evento comunicativo.
E) Al fin más o menos interpersonal (o más transaccional).
También tiene un ámbito contrastivo entre variedades diatópicas. Los estudios de
variación pragmática se encargan de analizar las variantes de uso de una determinada
intención comunicativa en distintas zonas de habla de una lengua. Así, se analizan las
distintas maneras de formar los actos de habla, discursos concretos, formas de cortesía…
2. La relevancia
2.1: La intencionalidad del discurso. La teoría de los actos de habla:
2.1.1: Austin y la revaloralización del lenguaje corriente. Los enunciados realizativos o
performativos:
Austin defiende la tesis de que el lenguaje usado en nuestra comunicación ordinaria es
una herramienta pulida por el paso del tiempo, hasta que se ha adaptado a los fines a los
que sirve. Se trata de un instrumento empleado por varias generaciones que lo han ido
ajustando paulatinamente a las necesidades de cada momento. En este sentido, las
distinciones que establece el lenguaje corriente tienen que considerarse como un buen
indicativo de que la sociedad que las establece las considera necesarias.
Austin, observando las distinciones dentro de nuestra lengua cotidiana, nota algunas
propiedades interesantes de ciertos tipos de enunciados, lo cual le llevará a formular su
teoría de los predicados realizativos o performativos.
Austin se contraponía a la corriente filosófica dominante, en la cual, las proposiciones se
caracterizaban siempre como verdaderas o falsas, y sobre estas nociones está edificada
una buena parte de la lógica y la filosofía del lenguaje.
Sin embargo, todas las lenguas tienen una variedad de estructuras mucho mayor de la que
toman en consideración los filósofos cuando se ocupan del lenguaje. De oraciones como
¿Cuándo has llegado?, ¡Sal de la habitación ya!, Ojalá dejara de llover, no puede decirse
que sean ni verdaderas ni falsas: no pueden evaluarse de acuerdo con su correspondencia
o no con la realidad, ya que ninguna de ellas está pretendiendo reflejar un estado de cosas
existente. Por otro lado, sabemos que el patrón normal para decidir si un enunciado es
verdadero es el de su correspondencia con los hechos. Pero un enunciado no puede ser
evaluado únicamente por criterios de verdad o falsedad. Puede mantenerse por sí solo,
aunque sea falso y se está obviando el carácter de prevaricación de la lengua.
Además, la correspondencia o no con los hechos no puede entenderse como una
caracterización bipolar, ni siquiera en el caso evidente de los enunciados más puramente
descriptivos. A la hora de evaluar la correspondencia de un enunciado con un hecho, el
lenguaje corriente reconoce una buena gama de matices «intermedios» que el análisis
filosófico no debería ignorar: una casa muy bonita, una casa bonita, una casa mona, una
casa horrible, una casa muy fea, etc.
La descripción de estados de cosas existentes en el mundo y la transmisión de la
información no son las únicas funciones del lenguaje. Un enunciado puede desempeñar
diferentes funciones, como describir un estado de cosas, pero no es la única. En otras
ocasiones puede ser parte importante del cumplimiento de una acción. Es lo que ocurre,
por ejemplo, con la frase Sí, quiero dicha en las circunstancias adecuadas: no describe un
estado de cosas, sino que realiza una acción. Así, diferenciamos entre:
- Enunciados constatativos: describen estados de cosas y pueden ser evaluados por
criterios de verdad.
- Enunciados realizativos: realizan acciones.

• Características de los enunciados realizativos:


Los enunciados realizativos se usan para llevar a cabo diferentes tipos de acciones, más
o menos ritualizadas o convencionalizadas. Poseen unas características propias:
1. Desde el punto de vista gramatical, es una oración declarativa.
2. Va en primera persona de singular del presente de indicativo.
3. No se trata de una expresión carente de sentido; pero
4. No puede ser calificada como verdadera o falsa, sino como adecuada o inadecuada.
Los realizativos poseen condiciones especiales de emisión. La idea de que los enunciados
realizativos, a pesar de no ser ni verdaderos ni falsos, pueden ser inadecuados o
desafortunados, lleva a Austin a desarrollar la teoría de los infortunios. Un fallo o una
violación de cualquiera de las condiciones de realización da lugar a un infortunio
(definición).
Las reglas o condiciones de realización de los realizativos son la siguientes:
Reglas de apelación al procedimiento
A.1) Existencia de un procedimiento convencional – con un efecto también convencional
– que incluya la emisión de determinadas palabras por parte de determinadas personas y
en determinadas circunstancias.
A.2) Las personas y circunstancias que concurren deben ser las apropiadas para el
procedimiento.
Reglas de ejecución del procedimiento
B.1) Todos los participantes deben actuar de la forma requerida por el procedimiento.
B.2) Deben hacerlo así en todos los pasos necesarios.
Condiciones de ánimo y sinceridad
Γ.1) Cuando el procedimiento requiere que las personas que lo realizan alberguen ciertos
pensamientos o disposiciones de ánimo, deben tenerlos,
Γ.2) Los participantes deben comportarse efectivamente de acuerdo con tales
pensamientos.
La mala apelación al procedimiento (incumplimiento de A) o la mala ejecución del
procedimiento (incumplimiento de B) implican que el enunciado realizativo sea nulo.

La violación de las reglas Γ da lugar a un acto hueco, es decir, un acto aparentemente


válido en la forma externa, pero sin el contenido necesario. Se da cuando se producen
condiciones de insinceridad en el estado de ánimo del que ejecuta el realizativo.

A pesar de que la diferencia de Austin entre constatativos y realizativos pueda parecer


clara, hay algunos aspectos que no llega a explicar la teoría:
1. Hay enunciados realizativos que no aparecen en primera persona de singular del
presente de indicativo.
a. Se advierte a los pasajeros que… La compañía advierte a los
pasajeros que…
b. Por la presente, está usted autorizado a… Por la presente, el
Ministerio le concede la autorización que usted solicitó para…
2. Un gran número de expresiones en primera persona de singular del presente de
indicativo no dan lugar a enunciados realizativos: Yo solo prometo una cosa cuando sé
que puedo cumplirla. Y hay algunos verbos que simplemente funcionan como
indicadores, sin dar lugar a enunciados realizativos. No realizan por sí mismo el acto que
representan. Solo lo anuncian: Me río de ti / cito: «…»
3. No todos los actos tienen su verbo realizativo correspondiente: disculparse e insultar
son dos tipos de actos; pero, mientras que para llevar a cabo la acción de disculparse uno
debe decir algo parecido a Me disculpo, para insultar a alguien no basta con decirle Te
insulto, sino que hay que proferir directamente ante él los términos injuriosos.
2.1.2: Segunda formulación de la teoría de Austin: actos locutivos, ilocutivos y
perlocutivos:
Bajo la premisa parcial de que todo enunciado puede integrar un determinado tipo de
acción, Austin elabora una clasificación tricotómica:
-El acto locutivo es el que realizamos por el mero hecho de «decir algo».
-El acto ilocutivo es el que se realiza al decir algo. Corresponde con la intención
comunicativa del hablante.
-El acto perlocutivo es el que se realiza por haber dicho algo y pretende que el acto de
enunciación tenga efectos en la realidad.
La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya que los tres se realizan a
la vez y simultáneamente: en cuanto decimos algo, lo estamos haciendo en un
determinado sentido y estamos produciendo unos determinados efectos. Pero es
interesante distinguirlos porque sus propiedades son diferentes: el acto locutivo posee
significado; el acto ilocutivo posee fuerza y el acto perlocutivo logra efectos.
El reconocimiento de que todo acto locutivo va acompañado de actos ilocutivos y
perlocutivos ayuda a explicar que incluso los enunciados menos claramente realizativos
tengan propiedades que los acercan a las acciones. Otro punto de contacto interesante es
el de que todos los enunciados – y no solo los realizativos – se prestan a infortunios.
En la actualidad, el acto ilocutivo tiende a ocupar el lugar de los dos otros tipos de actos,
ya que la intención comunicativa del hablante presupone “el haber dicho algo” (acto
locutivo) y el “causar efectos en la realidad” (si pregunto algo, espero que me respondan).
La importancia del acto ilocutivo hace que se haya considerado el núcleo de todo
enunciado, que queda definido por su fuerza ilocutiva, es decir, por la intención
comunicativa por el tipo de acción que realiza.
2.1.3: Searle y la teoría de los actos de habla. La relación entre forma y fuerza ilocutiva.
Los actos de habla indirectos.
La teoría de Searle es una extensión de la de Austin. En sus trabajos hay una clara
identificación entre acción y lenguaje: el uso del lenguaje en la comunicación se concibe
como un tipo particular de acción. Además, para Searle toda la actividad lingüística – y
no solo ciertos tipos de actos ritualizados – es convencional, en el sentido de que está
controlada por reglas.
En esta teoría, el acto de habla es la unidad mínima de comunicación lingüística a través
de la cual se realiza una acción asociada al lenguaje: ordenar, pedir, explicar, prometer…
Aparece cuando se emite un enunciado en unas condiciones comunicativas determinadas.
De este modo, el uso del lenguaje en la comunicación está sometido a una serie de reglas-
ello no implica que sean conscientes – que gobiernan cualquier emisión lingüística.

• Taxonomía de los actos de habla (alternativa a Austin)


Searle (1976) propuso una clasificación de los posibles tipos de acción que podía
realizarse a través de un enunciado:
-Actos de habla representativos: se muestra el compromiso del hablante con lo dicho en
relación al valor de verdad de la proposición: comentar, explicar, deducir, concluir,
declarar…
-Actos de habla directivos: constituyen intentos del hablante para que el oyente haga algo:
ordenar, mandar, aconsejar, sugerir, proponer, invitar…
-Actos de habla comisivos: compromete al hablante en la realización de un acto futuro:
prometer, jurar, plantear, indicar pretensiones…
-Actos de habla expresivos: expresan el estado psicológico del hablante ante el estado de
cosas expresado en el contenido proposicional: quejarse, expresar alegría, lamentar, pedir
disculpas, dar la enhorabuena…
-Declaraciones: corresponden a los performativos de Austin. Su realización permite que
haya una correspondencia inmediata entre el contenido proposicional y la realidad,
cuando se produce en las circunstancias oportunas. En la mayoría de los casos, puede
entenderse la realización del verbo ilocutivo abstracto “declaro que”. Ejs: os declaro
marido y mujer, bautizo este barco con el nombre de Lolita, el acusado es declarado
culpable, estás despedido, renuncio a este trabajo…

• La fuerza ilocutiva y la forma lingüística:


Para Searle, fuerza ilocutiva y forma lingüística están íntimamente unidos por una
relación regular y constante. Así, hay una relación sistemática entre la forma lingüística
imperativo y el acto de habla mandato, o entre oración interrogativa y pregunta. Ello no
significa que Searle no distinga entre el contenido proposicional y la fuerza ilocutiva. De
hecho, en la producción de un enunciado individualizamos tres tipos de actos diferentes:
-Actos de emisión: emitir palabras, morfemas, oraciones.
-Acto proposicional: referir y predicar.
-Acto ilocutivo: enunciar, preguntar, mandar, prometer…
De otro lado, el significado de cualquier oración podrá analizarse en dos partes:
1) Un indicador proposicional: contenido expresado por la proposición (en general, la
unión de una referencia y una predicación).
2) Un indicador de fuerza ilocutiva: muestra en qué sentido (con qué fuerza ilocutiva)
debe interpretarse la proposición, y cuál es el acto ilocutivo que está realizando el
hablante. Entre los indicadores de fuerza ilocutiva pueden señalarse la curva de
entonación, el énfasis prosódico, el orden de palabras, y los predicados realizativos.
De acuerdo con esta bipartición, un acto ilocutivo se representa de manera genérica como
una función entre una fuerza ilocutiva (representada por la variable F) y un contenido
proposicional (representado por la variable p): F (p).

• El problema de los actos indirectos


significa que Searle no distinga entre el contenido proposicional y la fuerza ilocutiva. De
hecho, en la producción de un enunciado individualizamos tres tipos de actos diferentes:
-Actos de emisión: emitir palabras, morfemas, oraciones.
-Acto proposicional: referir y predicar.
-Acto ilocutivo: enunciar, preguntar, mandar, prometer…
De otro lado, el significado de cualquier oración podrá analizarse en dos partes:
1) Un indicador proposicional: contenido expresado por la proposición (en general, la
unión de una referencia y una predicación).
2) Un indicador de fuerza ilocutiva: muestra en qué sentido (con qué fuerza ilocutiva)
debe interpretarse la proposición, y cuál es el acto ilocutivo que está realizando el
hablante. Entre los indicadores de fuerza ilocutiva pueden señalarse la curva de
entonación, el énfasis prosódico, el orden de palabras, y los predicados realizativos.
De acuerdo con esta bipartición, un acto ilocutivo se representa de manera genérica como
una función entre una fuerza ilocutiva (representada por la variable F) y un contenido
proposicional (representado por la variable p): F (p).
Los actos ilocutivos indirectos constituyen un serio problema para la teoría, ya que
debilitan uno de sus presupuestos fundamentales: el de la existencia de una relación
constante entre forma gramatical y acto ilocutivo.
Para que una oración tenga su sentido literal y realice el acto de habla esperado, debe
emitirse en un contexto adecuado. Por ejemplo, una oración imperativa literalmente
realiza un acto de mandato si se emite en las circunstancias adecuadas; en caso contrario,
la fuerza ilocutiva puede quedar modificada. Si esto es así, el contexto de la emisión – y
no su forma lingüística – determina qué acto de habla realiza una estructura oracional
dada. No podemos afirmar que oración y acto de habla están indisociablemente unidos,
pues esta unión depende del contexto. Desde el punto de vista teórico, construir un
mecanismo que, en determinadas circunstancias, modifique la fuerza ilocutiva básica de
la oración parece más costoso que postular que las oraciones, como unidades abstractas,
tiene un sentido constante, mientras que solamente los enunciados, como unidades
actualizadas, pueden tener fuerza ilocutiva que depende siempre del contexto.
2.1.4: Fuerza ilocutiva y traducción
Cuando los seres humanos se comunican, realizan actos que caen dentro de un rango de
acciones que puede realizar cualquier otro ser humano, incluso si pertenecen a culturas
distintas. Hay un sentido “universalista” en esa presunción, pero es lo que va a permitir
la traducción de los actos de habla de una lengua a otra. Lo que hacen los miembros de
una cultura puede ser, al menos, imaginado por miembros de otra cultura, incluso si lo
hacen de otra manera.
A la luz de esta presunción de empatía humana, los valores ilocutivos pueden ser
comprendidos a través de las más diversas fronteras culturales. Esto no quiere decir que
la adaptación de las fuerzas ilocutivas sea fácil, pues el relativismo cultural hace de esto
un tema muy sensible y problemático. Los valores ilocutivos manifestados en una lengua
son categorías culturales y lingüísticas autónomas (relativismo), pero son imaginables por
los miembros de otras culturas, y, hasta cierto punto, son traducibles interculturalmente,
aunque suelen conllevar siempre una pérdida del sentido.
Para Wierzbicka (1985), los estudios en actos de habla sufren de un gran etnocentrismo
y critica los puntos de vista en los que defiende que todas las lenguas poseen mecanismos
parecidos para realizar los mismos actos de habla. Defiende que esto requiere un análisis
bastante más detenido y que deben analizarse los ritos y las formas convencionalizadas
en cada lengua.
En ocasiones, cuando hay que designar la fuerza ilocutiva de una lengua dada con
etiquetas de otra lengua, pueden darse ciertos desequilibrios. Una invitación puede ser
interpretada de forma radicalmente distinta según la cultura, y suelen conllevar otros ritos,
formas y convenciones no compartidas. Por ello, en ocasiones, junto a la traducción
suelen acompañarse explicaciones parafraseadas sobre la acción lingüística.
Como indica Blum-Kulka (1981), cuando tratamos con actos de habla indirectos, la labor
de la traslación (y del traductor), se vuelve, si cabe, más complicada.
Tratando de conseguir “el mismo significado”, la traducción es así un intento de re-
realizar los actos locucionarios e ilocucionarios que tendrán en la lengua meta los mismos
efectos perlocutivos en los receptores que en la lengua origen. Una adecuada teoría de la
traducción debería intentar formular las condiciones que establecen el éxito (o el fracaso)
de la realización de esos actos en el proceso de traducción.
El traductor, analizando las diversas reglas que rigen las realizaciones exitosas en
cualquier lengua dada, debe ser capaz de hacer predicciones sobre la posibilidad e
imposibilidad de reconstruir los mismos actos (indirectos o no) en otra lengua.
En cualquier lengua hay medios (cuasi)sistemáticos para indicar la potencial fuerza
ilocutiva de un acto. Estos medios permiten a los hablantes de una lengua alcanzar con
éxito sus objetivos comunicativos. Pero desde el punto de vista de la traducción cabe
plantearse en qué medida son universales esos medios. Los teóricos de los actos de habla
hablan las condiciones favorables que rigen la ejecución exitosa de un acto de habla en
general. El análisis de estas condiciones favorables puede proveer al traductor de
herramientas que le permitan trasladar las intenciones comunicativas de una lengua a otra,
incluso cuando esta se produzca a través de actos de habla indirectos. Por lo general, estas
condiciones favorables se relacionan con las reglas de interacción universales.
Para Blum-Kulka (1981) cuanto más universal sean las reglas que gobiernan la
realización de un acto de habla, más fácil será su reconstrucción en una lengua diferente.
Cuanto mayor atadas estén estas reglas a una lengua particular, menor será el grado de
traductibilidad.
Los actos de habla, directos o indirectos, están marcados lingüísticamente, y cada lengua
posee sus propias restricciones y sistemas para realizarlos.
Mrs. Vanessa! Please! Sit! Sit! (Un polaco tratando de dirigirse a Mrs. Vanesa)
Errores:
1) Mrs. + Nombre
2) Con el uso de sit, aunque emita una orden, parece que se dirige a un perro.
Propuestas más formales:
Will you sit down? / Won’t you sit down? / Would you like to sit down? / Sit
down, won’t you?
• Actos de habla directos
Para la traducción de los actos de habla directos deben buscarse los mecanismos propios
de cada lengua para realizar de forma explícita el acto que se quiere llevar a cabo:
• Órdenes y peticiones: imperativo, declarativas con perífrasis modales de obligación
(tienes que, debes…).
• Declaraciones: verbo en presente de indicativo.
• Preguntas: enunciados interrogativos.
• Realizativos: el sentido del propio verbo en primera persona del singular del presente
de indicativo. Prometo, juro, nombro…

• Actos de habla indirectos


Los actos de habla indirectos precisan de un análisis profundo del contexto:
interlocutores, situación comunicativa, historia compartida de los participantes,
intersubjetividad, etc. Pero hay pistas lingüísticas que nos permiten identificar la fuerza
ilocutiva y saber trasladarla con éxito a la lengua meta.
Para Hervey (1998), hay tres fenómenos concretos que son determinantes para identificar
la fuerza ilocutiva de un enunciado:
1) Partículas ilocutivas/discursivas: el please de ‘please come home’.
Alemán (LF): Hyundai stellt Autos her, die zwar alles haben, was man von einem modernen
Automobil erwartet.

Español (LM): Hyundai hace coches que tienen todo lo que puedes esperar de un automóvil
moderno

// Todo lo que puedes esperar de un automóvil lo tienen los coches que hace Hyundai.

Inglés (LM): Hyundai make cars that have everything you would expect of a modern automobile.

Alemán (LF): guck mal (`mira´) Inglés (LM): Just look

Español (LM): Mira simplemente.

Inglés: Sincerely, I wouldn’t do that. Español: Sinceramente, yo no lo haría.

Sinceramente (consejos, recomendaciones, expresión de afecto, etc.), afortunadamente (alegría,


sorpresa, etc.), ¡vaya!, por favor, solamente, simplemente….

2) Entonación: la entonación ascendente de ‘come home?´


Inglés: Come home You must buy CHEESE Oh, she’s so intelligent!

Español: ¿vienes a casa? ≠ Vienes a casa. (invitación ≠ orden ≠ declaración) QUESO tienes que comprar
(aclaración)

¡Qué inteligente es ella! – muy inteligente es ella – es tan inteligente… (alabanza)


3) Foco secuencial y orden de palabras: marcado de orden de palabras de ‘home he
came’.
(Q): Have you thought of going to London?

a. No, I hadn’t considered London actually.

a. No, no he considerado Londres realmente.

b. No, London I hadn’t considered actually.

b. No, Londres no lo he considerado realmente.

(Q): Did you get wet?

a. Wet? I was bloody soaking.

a. ¿Mojado? Estaba chorreando.

b. Wet? Bloody soaking I was.

b. ¿Mojado? Chorreandito estaba.

(Q): Did you attend the concert last night?

a. Yes, it was absolutely amazing to be there, wasn’t it?

a. Sí, fue absolutamente genial estar allí, ¿verdad?

b. Yes, absolutely amazing it was to be there, wasn’t it?

b. Sí, absolutamente genial fue estar allí, ¿verdad?

Un ser superior, eso es lo que se creía (crítica)

—Yo le veo mucho mérito a estudiar con ese ruido y nunca quejarse.

—¿Quejarse? Todo lo contrario. Si es lo que te digo, que se las daba de princesa, ¡unas ínfulas!... Bonito lo
que has hecho.

Aunque cualquier lengua puede poseer los tres recursos, para Hervey hay lenguas que
tienen prominencia en el uso de las partículas para expresar una fuerza ilocutiva concreta
(alemán), otras prefieren la entonación (inglés), y otras el orden de palabras (húngaro).
Conocer la preferencia de las lenguas implicadas en la traducción ayuda al traductor a
ajustar sus estrategias en el traspaso cultural de los actos de habla. Sin embargo, a estos
tres recursos se puede añadir uno más:
4) Construcciones con valores discursivos: ‘how about going out with me
tomorrow?´para expresar sugerencias o invitaciones.
Consejos
Inglés: If I were you, I would tell him the truth. / Tell him the truth-I would. / Why don’t you tell him the
truth? I think it would be best. / Why not tell him the truth? I think this might be best. / Maybe you ought
to tell him the truth? / Do you think it might be a’ good idea to tell him the truth?

Español: Yo que tú, le diría la verdad. / Te aconsejo que le digas la verdad. / ¿Por qué no le dices la verdad?
Sería lo mejor. / Quizás debas decirle la verdad. / ¿No crees que es una buena idea decirle la verdad?
Peticiones
Aunque en inglés puede usarse el imperativo para solicitar algo del receptor, los enunciados interrogativos
y las estructuras condicionales son más frecuentes:

Will you close the door please? / Will you close the window please. / Will you please take our aluminium
cans to the Recycling Center. / Would you take out the garbage please. / Would you get me a glass of water.
/ Would you mind closing the window. / Would you like to set the table now. / Won’t you close the window
please. / Do you want to set the table now? / Why don’t you clean up that mess.

/ Do you want to get me a scotch. / Why don’t you be nice to your brother for a change. / Why don’t you
be quiet. / Why don’t you be a honey and start dinner now.

Para Wierzbicka, ninguno de estos enunciados podría ser traducido al polaco, sobre todo, los de “why don’t
you”, porque se consideraría una mezcla entre una pregunta y una crítica. Aunque en inglés también es
posible: Why don’t you all go to hell!

Es remarcable también el uso que hace el inglés de los apéndices interrogativos para hacer peticiones. En
estos casos, no es fácil hacer la traducción al español:

Close the door, will you? / Close the door, won’t you? / Close the door, could you? / Close the door, can’t
you? / Close the door, why don’t you? / Close the door, why can’t you? / Close the door, would you?

Pero estos apéndices también sirven para hacer insinuaciones, críticas o acusaciones: What? you’ve
changed your mind again, haven’t you? / You’ve engineered this whole deal, haven’t you?

Para Wierzbicka, en polaco los apéndices interrogativos se utilizan en contextos muy restringidos.

Órdenes
Inglés: Shut up!

Español: Que te calles

Expresión de emociones y exclamaciones


Inglés: How nice! / Isn’t he marvellous!

Español: ¡Qué bonito! / ¡¿No es maravilloso?! / Es tan bonito... / Es más bueno... / To bonito

Expresión de la opinión y de valoraciones propias


Wierzbicka indica que en polaco la opinión se suele expresar con enunciados asertados:

To dobrze./To niedobrze. - ‘That’s good.‘/‘That’s bad.’

El equivalente en inglés o en español sería: I like it. / I don’t like it. (Me gusta / no me gusta)

Invitaciones / sugerencias
Inglés: How about coming to lunch?

Español: ¿Qué te parece si vienes a comer? / ¿Y si vienes a comer?

Buenos deseos
Inglés: Enjoy your meal! / Have a good time!

Español: ¡Que aproveche! / ¡Que lo pases bien!

Aserciones reforzadas
Inglés: For the record, I didn’t want to hurt you.

Español: Que conste que no quería hacerte daño. / Que sepas que no quería hacerte daño.

Precisar el sentido
Inglés: It isn’t actually raining.

Español: Llover llover no está lloviendo.

Refutaciones
Inglés: -Why did you hit him? -But I didn’t hit him

Español - ¿Por qué le pegaste? - ¡(Pero) si yo no le he pegado! / ¡Que yo no le he pegado!

Mostrar desacuerdo
Inglés: No way! / Not at all! / Really? I don’t think so. / Wrong! / Yeah, sure! (irónico) / Not a chance in
hell! / No, definitely.

Español: De ningún modo. / Para nada. / ¿De verdad? / De verdad ↓ / Sí, claro (irónico) / Lo que tú digas.
/ ¡Y una mierda! / ¿Te imaginas que yo hago eso? / Ni de broma/coña. / No soñarlo. / Ni pensarlo.

2.2: El peso del contexto:


2.2.1: Presupuestos y sobreentendidos (O.Ducrot):
Cualquier enunciado puede generar dos tipos de efecto de sentido: los presupuestos y los
sobreentendidos. Es necesario reflexionar qué tipo de información nos ofrecen los
siguientes enunciados más allá del sentido literal que expresan:
1) Si Pedro viene, Jacobo se irá.
2) A Jacobo no le disgusta el vino.
3) Jacobo sigue fumando.
4) Pedro dio poco vino a Jacobo.
De estos cuatro ejemplos podríamos deducir algunas informaciones “extra”:
1’) Si Pedro no viene, Jacobo no se irá.
2’) A Jacobo le gusta mucho el vino.
3’) Jacobo fumaba en otra época.
4’) Pedro dio vino a Jacobo.
En los casos 1’ y 2’ estamos ante sobreentendidos:
1) Si Pedro viene, Jacobo se irá.
2) A Jacobo no le disgusta el vino.
1’) Si Pedro no viene, Jacobo no se irá.
2’) A Jacobo le gusta mucho el vino.
En los casos de 3’ y 4’ estamos ante presupuestos:
3) Jacobo sigue fumando.
4) Pedro dio poco vino a Jacobo. 3’) Jacobo fumaba en otra época. 4’) Pedro dio vino a
Jacobo.
Los sobreentendidos son efectos de sentido que tienen las siguientes características:
o Los enunciados con sobreentendidos permiten que el oyente interprete la
información como quiera. El significado literal del enunciado puede motivar
ciertas interpretaciones, pero nunca las afirma.
o Se presenta como posterior al acto de enunciación, como si la interpretación del
oyente se agregara después.
o El sobreentendido reivindica su ausencia del enunciado y solo se manifiesta
cuando un oyente reflexiona a posteriori acerca del enunciado.
o El origen de los sobreentendidos es un procedimiento discursivo perfectamente
compatible con las leyes de la lógica (aunque este procedimiento solo nos
proporcione una verosimilitud y ninguna certeza) y que permite comprender que
el hablante pueda rechazar que se lo tome por responsable del mismo.
Los presupuestos son efectos de sentido que tienen las siguientes características:
o Se presenta como una evidencia, como un marco incuestionable donde debe
inscribirse necesariamente la conversación, como un elemento del universo del
discurso. Cuando se introduce una idea bajo la forma de un presupuesto, se actúa
como si el interlocutor y el emisor no pudieran hacer otra cosa que aceptarlo.
o El presupuesto trata de situarse siempre en un pasado del conocimiento enunciado.
o Lo presupuesto se da como aporte propio del enunciado.
Kiparsky y Kiparsky (1970) hablan de factividad. Para estos autores, hay ciertas
construcciones que dan sentidos presupuestos (enunciados factivos): “La factividad
depende de la presuposición y no de la aserción”.
Finalmente, Ducrot hace una división de tres conceptos:

a. Lo afirmado es lo que sostengo como hablante.


b. Lo sobreentendido es lo que dejo que mi oyente deduzca.
c. Lo presupuesto es lo que presento como si fuera común a los dos personajes del diálogo,
como el objeto de una complicidad fundamental que liga entre sí a los participantes de la
comunicación.
2.2.2: Lo dicho/lo implicado (Grice):
Para Grice hay una distinción entre lo que se dice (contenido proposicional) y lo que se
comunica (toda la información que se transmite con el enunciado y recibe el nombre de
implicatura. Hay un sentido implícito). Hay dos tipos de implicaturas para Grice:
1. Convencionales: Las que se derivan de los significados de las palabras: ha dejado de
fumar (presupuestos para Ducrot).
2. No convencionales: Se generan por la intervención interpuesta de otros principios. Hay
dos tipos de implicaturas no convencionales:
o Conversacionales: por los principios que regulan la conversación y en las que se
desarrolla la máxima de cooperación. Pueden ser:
▪ Particularizadas: dependen del contexto del emisor.
▪ Generalizadas: no dependen del contexto del emisor. Juan se va a
cenar con una mujer (no es ni su esposa, ni su hermana...)
o No conversacionales: Se derivan por otro orden de elementos de tipo moral, social
o estético. ¿Qué tal? No es una amenaza, es un hecho
Características de las implicaturas conversacionales:
• Cancelabilidad.
• No separabilidad. Estas máximas dependen del contenido expresado y no del modo de
expresarlo.
• No convencionalidad. No forman parte del significado convencional de las expresiones
a las que se ligan.
• No deducibilidad lógica. No son propiedades lógicamente deducibles.
• Indeterminación: lo que se implica tiene cierto grado de indeterminación, ya que las
formas de restaurar el principio de cooperación son diversas.
2.3: El principio de comunicación de H.P. Grice:
2.3.1: El principio de cooperación y las máximas:
Grice se centra en los principios que regulan la interpretación de los enunciados. Él se
centra en lo que llama el principio de cooperación: “Haga que su contribución a la
conversación sea, en cada momento, la requerida por el propósito o la dirección del
intercambio comunicativo en el que está involucrado”.
No se trata de un principio prescriptivo, sino descriptivo. Es una especie de condición
preparatoria. No cumplir estos principios puede llevar a sanciones sociales como quedar
excluido de la conversación. Dentro del principio de cooperación, se desarrollan otros de
menor orden a los que Grice da nombre siguiendo a Kant: categorías de cantidad,
cualidad, relación y modalidad. Estas, a su vez, comprenden unas máximas:
1. Cantidad: relacionada con la cantidad de información.
a. Que su contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito del
diálogo.
b. Que su contribución no sea más informativa de lo necesario.
NOTA: subir para arriba, vente para acá, es un bulo totalmente FALSO...
2. Cualidad: Criterios de verdad o falsedad:
a. No diga algo que crea falso. (¿qué pasaría con la ironía?).
b. No diga algo de lo que no tenga pruebas suficientes. (Al parecer, no está aquí).
3. Relevancia:
a. Diga cosas relevantes.
4. Modalidad: Se relaciona con el modo de decir las cosas:
a. Evite la oscuridad de expresión.
b. Evite la ambigüedad.

c. Sea breve.
d. Sea ordenado.
Implicaturas y Máximas
Las implicaturas pueden surgir para tender el puente necesario entre la aparente violación
de una máxima y la presunción de que, a pesar de ello, el principio de cooperación sigue
vigente. Esto explica, por ejemplo, la ironía, las metáforas y las hipérboles.
2.3.2. El principio de cooperación y la traducción
El traductor a menudo tiene que tomar decisiones sobre las diferencias entre los entornos
cognitivos de los usuarios del texto de origen y texto meta. Estas decisiones afectarán a
la forma final del texto, y deberán buscar el equilibrio entre las entidades nuevas,
evocadas e inferidas, de modo que el lector/oyente pueda inferir la intención comunicativa
del oyente.
Es en este sentido que las máximas de Grice adquieren relevancia para el traductor. Por
ejemplo, la máxima de relación o relevancia (“Sea relevante”), será fundamental para dar
cuenta de los fenómenos de elipsis y redundancia. Para Hatim y Mason, la relevancia es
una cuestión de grado: lo que es relevante en el entorno del texto de origen puede serlo
en menor grado o no serlo en el del texto meta. El traductor debe tomar una decisión al
respecto, que le puede llevar al extremo de omitir partes del TO.
Téngase en cuenta, por ejemplo, el uso de los pronombres en español: Tú me dices que
no lo haga, pero yo creo que debería hacerlo.
Las máximas de calidad y cantidad juegan un papel esencial para explicar la ironía. Para
reconocer la ironía, el oyente debe darse cuenta de que se ha producido una implicatura
(aunque no sea consciente de ello), que explicará el hecho de que la primera máxima de
calidad (“No diga algo si cree que es falso”) ha sido abiertamente violada. Para Hatim y
Mason, lo significativo para la traducción es que el fenómeno de la implicatura permite
dar cuenta de por qué un texto cuyo contenido proposicional ha sido correctamente
traducido, fracasa en su intento de transmitir la ironía del original.
La de cualidad: No digas nada que creas que es falso. No digas nada de lo que no tengas
la necesaria constancia. Ejemplo:
A. Igual te nombran gerente
B. Sí, y a lo mejor las vacas vuelan
La de cantidad: Actúa de modo que tu contribución sea tan informativa como se requiera
Ejemplo: A. (contemplando un aguacero). –Parece que está lloviendo
Baker (1992) cuestiona la universalidad de las máximas griceanas, y opina que son
específicas para las diferentes lenguas y culturas. La autora concluye que lo universal es
el fenómeno de la implicatura y de la naturaleza cooperativa de la lengua, aunque las
máximas concretas o su interpretación puedan variar de una lengua a otra.
El contexto juega un papel fundamental para determinar el abanico de sentidos implícitos
que pueden derivarse de un enunciado concreto. Una vez más, el conocimiento de la teoría
pragmática, y de las implicaturas en concreto, permite al traductor ser más consciente de
los mecanismos que están operando en el texto de partida, y, por lo tanto, llegar a una
mejor solución en el texto de llegada.
2.4 La teoría de la relevancia:
La teoría de la relevancia, formulada por D. Sperber y D. Wilson en varias de sus obras
conjuntas (1986), es uno de los modelos más influyentes y más atractivos del panorama
general de la pragmática. Se alinea con aquellas teorías que ponen el énfasis en la idea de
que no hay una correspondencia biunívoca y constante entre las representaciones
semánticas abstractas de las oraciones y las interpretaciones concretas de los enunciados
(lo que decimos y lo que queremos decir no siempre coinciden). La existencia de
contenidos implícitos va directamente en contra de la idea de que comunicarse consiste
solo en codificar y descodificar información.
2.4.1. El proceso de ostensión e inferencia:
Según Sperber y Wilson, la comunicación humana pone en funcionamiento dos tipos de
mecanismos diferentes: uno basado en la codificación y descodificación, y otro en la
ostensión (del latín OSTENDERE, ‘mostrar, hacer ver’) y la inferencia. Al igual que lo
son codificación y descodificación, ostensión e inferencia son dos caras de la misma
realidad, y se refieren, respectivamente, a la producción y a la interpretación de evidencias
o pruebas. Los humanos nos podemos comunicar por dos medios diferentes: el primero
es de tipo convencional, y consiste en utilizar correspondencias constantes y previamente
establecidas entre señales y mensajes; el otro es de naturaleza no convencional, y se basa
en atraer la atención del interlocutor sobre algún hecho concreto para hacerle ver e inferir
el contenido que se quiere comunicar.
Se denominará ostensivo a cualquier comportamiento que hace manifiesta la intención de
hacer manifiesto algo. La inferencia es el proceso por el cual se otorga validez a un
supuesto sobre la base de la validez de otro supuesto. En la comunicación ostensivo-
inferencial el que comunica produce un estímulo ostensivo que hace mutuamente
manifiesto a él y a su interlocutor que, por medio de dicho estímulo, está tratando de hacer
manifiesto un conjunto de hechos: el estímulo ostensivo atrae la atención del otro y la
enfoca en la intención del emisor, tratando de revelar cuál es esa intención.
Para que la comunicación se lleve a cabo con éxito, la persona a la que va dirigido el
estímulo tiene que darse cuenta de varias cosas:
1. De que se trata de un estímulo intencional.
2. De que dicho estímulo va dirigido a ella.
3. De que es una modificación del entorno hecha conscientemente para atraer su atención
sobre algún conjunto de hechos.
A partir de ese primer reconocimiento de que existe una intención comunicativa, debe
inferir:
1. Qué información está siendo señalada.
2. Con qué intención está siendo señalada.
El objetivo central de la teoría de la relevancia consiste en caracterizar las propiedades de
los procesos inferenciales que intervienen en la interpretación de los enunciados. En
consecuencia, en el modelo de la comunicación humana se debe dar cabida tanto a los
procesos semánticos relacionados con la codificación y la descodificación como a los
procesos pragmáticos relacionados con la inferencia.
La inferencia es un proceso que «crea» un supuesto a partir de otro; es un tipo de relación
que enlaza dos supuestos. Un supuesto es cada uno de los pensamientos que un individuo
tiene catalogados como representaciones del mundo «real» (esto es, representaciones
diferentes de las opiniones personales, las creencias, los deseos, etc.). Los supuestos son
representaciones que un individuo acepta como verdaderas (es decir, ‘algo que uno da por
supuesto’).
Una inferencia es, por tanto, un proceso de tipo deductivo, aunque no necesariamente
ajustado a las estrictas leyes de la lógica clásica.
2.4.2. El principio de relevancia
Lo primero que hay que considerar es si se obtienen o no efectos contextuales; no toda la
información que recibimos en un momento dado los produce. De la información que no
da lugar a efectos contextuales de ningún tipo se dice que es irrelevante. Hay tres casos
típicos en los que una información no origina cambios en el contexto:
1. La información es nueva, pero su naturaleza no permite ninguna clase de interacción
con la información previa, de modo que es imposible derivar implicaciones interesantes
de la síntesis de ambas: para la inmensa mayoría de nosotros es el caso de la información
contenida en un enunciado como El 5 de mayo de 1881 fue un día soleado en Kabul.
2. La información ya se conocía, y el nuevo supuesto no modifica la fuerza de los
supuestos anteriores: En este momento está usted leyendo.
3. La información es claramente incoherente con respecto al contexto y, además, su fuerza
es tan débil que no lo modifica: El libro que está leyendo en este momento trata de física
cuántica.
Contrariamente, una información resulta relevante en un contexto si da lugar a efectos
contextuales. Sin embargo, la relevancia deriva de la relación entre un supuesto que nos
viene dado y un contexto; lo que no está especificado es la forma en que se determina
dicho contexto (es decir, la manera de decidir con respecto a qué contexto una
información resulta más o menos relevante).
Según Sperber y Wilson, el contexto no viene dado de antemano, sino que el destinatario
de un enunciado lo elige en cada momento. Dicho de otro modo, el que se decide a
interpretar un estímulo lo hace pensando en que puede ser relevante; para encontrar la
relevancia —y puesto que hemos convenido en que la relevancia es una cuestión de
grado—, busca entre su conjunto total de supuestos aquellos que le conduzcan a la
interpretación más relevante posible (esto es, la que, con un coste de procesamiento
mínimo, produzca la mayor cantidad posible de efectos contextuales). Lo dado, por tanto,
no es el contexto, sino la presunción de que lo que se ha dicho es relevante.
Nuestros mecanismos cognitivos tienden a favorecer este tipo de interpretación. De todos
los estímulos que recibimos, procesamos sólo una mínima parte: aquella que, en
principio, nos parece más relevante. Se cuenta que los molineros dormían perfectamente
toda la noche oyendo el ruido de su molino en funcionamiento, y sólo se despertaban si
el ruido cesaba (si el molino se paraba por alguna razón imprevista): seleccionaban la
información relevante y reaccionaban sólo ante ella, sacándole el mayor partido posible.
Esto no es diferente de lo que hacemos todos los días. En una conversación normal, de
todo el caudal de sonidos que llegan a nuestros sistemas de audición, con todas sus
diferencias físicas, elegimos la parte relevante, es decir, recuperamos las distinciones
fonológicas básicas, y hacemos caso omiso de los rasgos no pertinentes. En el
procesamiento de inferencias ocurre algo muy parecido: nuestros sistemas, como eficaces
secretarios, «filtran» todo lo que reciben, de tal manera que nos detengamos en procesar
exclusivamente lo que puede resultar de algún interés.
Ser relevante no es una característica intrínseca de los enunciados. Se trata más bien de
una propiedad que surge de la relación entre enunciado y contexto, esto es, entre el
enunciado, por una parte, y un individuo con su particular conjunto de supuestos en una
situación concreta, por otra. Lo que puede ser relevante para alguien en un momento dado,
puede no serlo para otra persona, o puede no serlo para él mismo en otras circunstancias.
Para lograr llegar a estos efectos contextuales en la relación entre el enunciado y el
contexto se dan dos principios principales:
1. Primer Principio de Relevancia: La cognición humana está orientada hacia la
maximización de la relevancia.
Si un hecho o un fenómeno natural pueden resultar relevantes es porque un individuo es
capaz de atribuirles una cierta relevancia, es decir, de extraer de ellos ciertos efectos
contextuales.
Pero en una conversación se parte siempre del supuesto de que sí hay voluntad de
comunicar. Para que haya comunicación tiene que haber intención comunicativa; e
interpretar una muestra de comunicación pasa necesariamente por identificarla. El
principio que se deriva de esta idea es el de que los indicios producidos de manera
intencional crean una expectativa de relevancia lo suficientemente precisa como para
guiar al destinatario a la interpretación deseada.
2. Segundo Principio de Relevancia: Todo estímulo ostensivo transmite la
presunción de su propia relevancia óptima.
La presunción de relevancia se manifiesta en las dos vertientes interrelacionadas. De un
lado, se presume que los efectos obtenidos serán suficientemente importantes como para
que el esfuerzo que habrá que invertir no será mayor de lo necesario merezca la pena el
esfuerzo de procesar el enunciado; del otro, se supone que para conseguir efectos
contextuales interesantes.
Este principio actúa como en la interpretación y emisión de enunciados. El emisor tendrá
que seleccionar, de entre todos los enunciados posibles, aquel que para su interlocutor
pueda dar lugar a mejores efectos con un coste de procesamiento razonablemente bajo.
Lo que hay tras este segundo principio es la idea de que cualquier estímulo intencional
crea expectativas precisas de que su procesamiento supondrá un equilibro entre el
esfuerzo invertido y los efectos obtenidos; y son estas expectativas precisas las que guían
al destinatario en la interpretación.
2.4.3. La determinación de las explicaturas
Por explicatura Sperber y Wilson entienden el contenido que se comunica explícitamente
por medio del enunciado.
La primera tarea del destinatario para interpretar un enunciado es recuperar las
explicaturas de dicho enunciado y asignarle una forma proposicional única. Para ello, el
primer paso es descodificarlo correctamente. Pero un conocimiento completo del código
lingüístico (es decir, una correcta descodificación) no es suficiente ni siquiera para
recuperar las explicaturas de un enunciado, sino que se requiere también el concurso de
diferentes mecanismos de inferencia:
¿Dónde está el gato? - Solo a través de la información contextual puedo saber a qué gato
se refiere el emisor y descartar otros posibles sentidos.
Una correcta descodificación y la obtención de las explicaturas necesita también de
procesos inferenciales. Tras la descodificación —o paralelo a ella— tiene que entrar en
funcionamiento un proceso inferencial que consta de tres subtareas:
1. Desambiguación; (gato: ¿animal doméstico o artilugio metálico?)
2. Asignación de referentes; (cierra la ventana)
3. Enriquecimiento, o especificación de referencia de las expresiones vagas. (La casa de
Pedro es demasiado grande: solo la información contextual y un conocimiento previo de
la situación pueden ayudar a inferir en qué sentido se habla de la casa de Pedro y con
respecto a qué es demasiado grande.)
2.4.4. La determinación de las implicaturas
Implicatura se refiere al contenido que se deduce y construye basándose en supuestos
anteriores. Las fuentes de las que proceden son de varios tipos: pueden tomarse
directamente del contexto, recuperarse del conocimiento enciclopédico almacenado en la
memoria, o deducirse por inferencia a partir de las explicaturas y el contexto. Ej.
A. ¿Has estado con Juan últimamente?
B. Yo no me relaciono con delincuentes.
Explicatura: Yo no me relaciono con delincuentes [Premisa implicada: Juan es un
delincuente] [Conclusión: Yo no me relaciono con Juan]
[Conclusión implicada: No he estado con Juan últimamente]
¿Por qué hay implicaturas?
Los enunciados pueden expresar explícitamente sólo una parte de la información que
comunican, y sugerir implícitamente otra parte, que queda al buen hacer interpretativo
del destinatario. Pero ¿no habría sido más relevante, más fácil, menos arriesgado y menos
expuesto a equivocaciones el haber expresado explícitamente el contenido que se quería
comunicar?
El uso de implicaturas supone un enriquecimiento del valor comunicativo de los
enunciados.
La interpretación que se logra de los mecanismos inferenciales resulta mucho más rica
que la que se obtendría simplemente con una respuesta totalmente directa. En este sentido,
la relevancia aumenta, porque procesando un solo enunciado se hace manifiesta una gran
cantidad de supuestos. La fuerza con que el emisor sostiene tales supuestos es muy alta
para las premisas y conclusiones implicadas, y muy baja para los contenidos insinuados,
lo cual le proporciona un buen sistema para inducir al otro a tomar en consideración
dichos supuestos sin que se le pueda imputar apenas ninguna responsabilidad sobre ellos.
2.4.4. La teoría de la relevancia y la traducción:
Lederer (1995) defiende que el traductor o el intérprete tiene que combinar tanto lo
explícito como lo implícito: hay que saber ajustar los presupuestos que transporta la
lengua con las insinuaciones exteriores al acto de traducción para una verdadera
comprensión de los textos.
Mrs. Vanessa! Please! Sit! Sit! (Un polaco tratando de dirigirse a Mrs. Vanesa)
Lo importante en el ámbito de la traductología, es que lo inferible o situacionalmente
evocado para el lector del texto original puede no serlo para el lector de la versión. (Hatim,
Mason, 1995: 122). Parece que el caballo de batalla de toda traducción es que los
destinatarios del texto original y los de la versión traducida se muevan en entornos
cognitivos diferentes, lo que hace que no estén en la misma disposición a la hora de
enfrentarse a la tarea de la inferencia.
Ejemplo de Susan Ervin-Tripp (1972) en sociolingüística para el inglés americano:
The scene takes place on a public street in contemporary U.S.
- "What's your name, boy?" the policeman asked.
- "Dr. Poussaint, I'm a physician."
- "What's your first name, boy?"
- "Alvin."
Cualquiera relacionado con las normas de tratamiento en EE. UU. Se dará cuenta de que
el Dr. Poussaint es negro. Boy se entiende como una forma de tratamiento en el que se
niega el estatus de adulto o neutraliza la identidad del apelado. Boy sería solo utilizado
con un blanco para referirse a un joven o a un niño.
El traductor debe tener en cuenta distintos supuestos sobre los separados entornos
cognitivos de los usuarios del texto original y de la versión. Esto es, está obligado a
calcular lo que puede ser presupuesto o compartido con los receptores a los que se
destinan las traducciones, buscando un equilibrio entre las ya citadas entidades nuevas,
evocadas e inferibles que haga posible que el destinatario infiera la intención
comunicativa del productor.
Gutt (1991) utiliza la teoría de la relevancia para ofrecer un panorama concreto a los
traductores. Así, el traductor debe elegir, fundamentalmente, entre dos tipos de traducción
en función de lo que él considera relevante del texto original para la nueva audiencia:
traducción directa o indirecta.
A partir de las objeciones que indicaban la imposibilidad de saber cuál es realmente el
conocimiento de la audiencia meta (Newmark, 1993), Gutt defiende la conservación de
la forma de la expresión y del contenido del texto fuente para aplicar el principio de
relevancia. Sin embargo, cuando habla de conservar la forma de la expresión no se refiere
al mantenimiento de las formas estilísticas (sería imposible dada la tremenda variabilidad
estructural entre las diferentes lenguas del mundo), sino a la conservación de las claves
comunicativas que guían a los receptores en la correcta interpretación de las
enunciaciones. Así, dos enunciaciones de dos lenguas distintas comparten las mimas
claves o pistas s ambas llevan a la misma interpretación.
Por todo ello, una traducción directa sería aquella forma de traducción independiente del
contexto en el que ésta se produce que preserva las claves comunicativas y que necesita
del texto original para que las inferencias se lleven a cabo. Ésta es la verdadera traducción
para Gutt, puesto que él mantiene que las traducciones tienen que guardar una verdadera
relación con la versión original.
La traducción indirecta es contextualmente dependiente, y en ella solo se mantiene el
significado de la obra original, de manera que el traductor hace los cambios necesarios
para maximizar su relevancia, en función de su nueva audiencia, sin tener en cuenta para
ello el texto original. La elección entre las dos formas descritas estará condicionada por
lo que el traductor considera relevante para su público.
En la traducción directa es necesario que los receptores estén familiarizados con el
contexto asumido por el comunicador original (estos corren con la responsabilidad de
maquillar y recomponer las diferencias culturales); en la indirecta, habrá que llevar a cabo
una adaptación de la obra original y compensar las desigualdades contextuales
explicitando y haciendo evidentes las implicaturas.
Nida (1964) establece ya una diferenciación entre equivalencia formal (que prescribe una
correspondencia lo más estrecha posible entre el texto original y su versión traducida) y
equivalencia dinámica (permite que el texto meta provoque en los nuevos lectores una
reacción semejante a la de los receptores del original).
3. El fallo o error pragmático:
Se entiende por error pragmático el que es cometido en la producción y en la recepción
por un desconocimiento de las normas o valores socioculturales (enlace a
«pragmática») de la lengua. Como dijo Thomas (1983): “es la inhabilidad de entender `lo
que se quiere decir con lo que se dice´”
Así, para dar cuenta de un error pragmático solo puede hacerse teniendo en cuenta
factores extralingüísticos. En ocasiones, un hablante de una lengua no nativa produce o
comprende un enunciado gramaticalmente correcto y con un sentido literal idéntico en
ambas lenguas, pero con una fuerza ilocutiva o con un valor comunicativo distinto en una
y otra cultura; por ejemplo cuando un hablante hispanohablante le pregunta a su
interlocutor no nativo [¿Vendrás a la fiesta?] con la intención de invitarlo, puede ocurrir
que el no nativo se quede en el significado literal [pedir información] y no interprete la
fuerza ilocutiva del enunciado [invitación], con el consiguiente malentendido.
El oyente puede identificar con facilidad un error gramatical, pero no podemos decir lo
mismo de un fallo pragmático. Si un hablante no nativo habla con fluidez, un nativo
atribuirá su aparente descortesía u hostilidad, no a ninguna deficiencia lingüística, sino a
que está siendo grosero, como he mencionado anteriormente. Por este motivo, el fallo
pragmático es una fuente importante del fracaso de la comunicación intercultural.
A partir de los años 70 del siglo XX, se postula que de la misma manera que el hablante
no nativo de una lengua desarrolla una competencia lingüística cuando aprende una
lengua extranjera, desarrolla también una competencia cultural o pragmática, al entrar en
contacto dos sistemas culturales: el de la lengua materna y el de la lengua meta. El sistema
cultural de la lengua meta tiene —al igual que el sistema gramatical— sus propias reglas.
Si este sistema falla, dará lugar a un error de tipo pragmático.
J. Thomas (1983) distingue entre errores pragmalingüísticos y sociopragmáticos:
1.Un error pragmalingüístico tiene lugar cuando se usa en una lengua una fórmula propia
de otra, con un significado del que carece en la primera. Ej. La diferencia entre los
enunciados no es posible entrar y no se puede entrar. Uno hace referencia a la prohibición
y otro a la imposibilidad física de entrar. Este tipo de error pragmático afecta a los
aspectos más convencionalizados y más ritualizados de las relaciones interpersonales: los
saludos, las despedidas, las felicitaciones (echar de menos para un portugués: tu me
manques, I miss you, et trobe a faltar, eu tenho saudades de você; en América: te extraño).
Por tanto, el conocimiento y uso adecuado de las fórmulas propias de cada comunidad
constituye pues uno de los objetivos centrales en la traducción.
Para Thomas, el fallo pragmalingüístico puede surgir por varios motivos:
a. Errores inducidos por la enseñanza: Las respuestas a frases completas violan el
"principio de economía" pragmático-textual y es fácil ver cómo pueden crear una
impresión desafortunada. Responder a la pregunta "¿Has traído tu abrigo?" con
"¡Sí, he traído mi abrigo!", suena petulante o positivamente irritable.
b.Transferencia pragmalingüística: Cuando las estrategias de los actos de habla
son transferidas de forma inapropiada de la L1 a la L2. Por ejemplo, usar "Can
you pass the salt?" en ruso para hacer una petición, ya que esto sería interpretado
como una pregunta para saber si el oyente tiene la habilidad física de pasar la sal.
2. Un error sociopragmático consiste en el traslado a otra lengua de las percepciones
sociales y las expectativas de comportamiento propias de otra cultura. Así, por ejemplo,
ante un elogio o cumplido [Qué bonita la chaqueta que llevas hoy], en la cultura hispana,
el destinatario del cumplido tiende a mitigar el valor de éste con exponentes del tipo [Es
barata/ hace muchos años que la tengo/ era de mi padre, está muy vieja]. En cambio, en
la cultura anglosajona, se agradecerá el cumplido sin más [Gracias/sí, lo sé], lo que, desde
una cultura hispana, resultaría descortés. Lo que cambia en estos casos es la interpretación
del enunciado y, sobre todo, la valoración social que éste recibe.
Ejemplo de fallo sociopragmático de Lucía Fernández Amaya (2001):
Este verano en Londres estuve viviendo en casa de un señor argelino que alquilaba
habitaciones. Uno de los otros inquilinos era un chico italiano con el que
charlábamos tranquilamente una tarde. La conversación trataba sobre los teléfonos
móviles y el chico italiano dijo que el suyo tenía poca cobertura, soltando un taco
para describirlo. La cara del señor argelino cambió de repente y le dijo al italiano
que me pidiera disculpas. Yo estaba muy sorprendida por lo que estaba
ocurriendo, y es que, acostumbrada a escuchar ese tipo de expresiones, apenas si
le presté atención. Le dije al señor argelino que no tenía importancia, lo que
empeoró las cosas aún más: nos dijo que en su país nadie soltaba palabrotas
delante de una mujer y esas normas se respetaban en su casa o nos tendríamos que
marchar. A pesar de lo abochornados que nos sentimos, nos quedamos y nunca
más se volvió a oír ese tipo de expresiones delante del dueño de la casa. Este señor
a los ojos del italiano quedó como un fanático machista, mientras que yo, al tener
un conocimiento pragmático, fui capaz de analizar lo ocurrido sin prejuzgar a
nadie.
Los factores socioculturales son ajenos a la lengua misma en tanto que sistema; sin
embargo, su influencia en el comportamiento verbal es extraordinaria, y es lo que da lugar
a la mayoría de los fenómenos de interferencia pragmática. Por ejemplo, el modo de
conceder una autorización o permiso. Así como en la cultura anglosajona, ante un
enunciado como [¿Te molesta si fumo?], basta una respuesta del tipo [No] sin que se
considere descortés, en la cultura hispana sería esperable una respuesta reiterativa [No,
no, en absoluto, claro que no], puesto que la respuesta con un solo [No] podría llegar
incluso a ser interpretada como una afirmación.
Solo un acercamiento pragmático de la lengua permitirá dar cuenta del papel que las
normas sociales y culturales cumplen en la selección de las formas. Se constata, de este
modo, que la lengua vehicula cultura.
Comunicarse eficazmente en una lengua no consiste solo en conocer y manejar bien su
gramática, sino que implica también hacerse con un dominio adecuado de un complejo
conjunto de conocimientos de naturaleza extragramatical. Una producción perfectamente
aceptable desde el punto de vista morfosintáctico y fonético puede transformarse en una
desviación con respecto a la norma pragmática si no se atiene a las pautas discursivo-
culturales de la lengua en cuestión.
4. La traducción del humor (Leo Hickey)
Es sabido que el humor viaja mal, que suele marchitarse en el trayecto más corto, llegando
deshecho, si no muerto, a su destino, al trasladarse de un idioma a otro (Chiaro,1992). Lo
esencial del humor está íntimamente vinculado con aspectos del texto origen que no
dependen de la semántica, de lo que se dice y, por muy exactamente que se traduzca el
importe semántico, el humor original desaparece en la traducción.
Una de las teorías más convincentes y respetadas sugiere que el humor se deriva de la
incongruencia. Como explica Jerry Suls (1983): «Una visión contemporánea se desprende
directamente de las observaciones de Hazlitt, Kant y otros al plantear que la
incongruencia es el elemento necesario y suficiente que suscita el humor». Esta
incongruencia, además, puede derivarse de las violaciones a las máximas de Grice.
La diferencia entre la incongruencia humorística y la no humorística parece referirse a
que nos presente o no alguna amenaza personal, es decir, a que tenga o no que ver
directamente con nosotros, en cuyo caso puede estar muy lejos de producir un efecto
humorístico.
Para encontrar que es aquello “incongruentemente humorístico” hay que basarnos en el
concepto de adecuación (Coseriu). No es fácil definir ni reconocer lo adecuado; sin duda
los criterios en los que se fundamenta varían de una situación a otra y de una cultura a
otra. Sin embargo, suele referirse a lo esperado: el comportamiento o el lenguaje que se
espera suele ser, por eso mismo, apropiado.
Hickey divide, de forma general y con vistas a la traducción, el humor en tres clases:
1-El que depende exclusivamente del comportamiento o del conocimiento universal: Es
el tipo más fácil de traducir. Incluso la ironía puede traducirse con pocos cambios en este
tipo de humor, al menos cuando esta se deriva de discrepancias obvias entre lo narrado y
lo que en la realidad hubiera ocurrido o probablemente ocurriera en la situación descrita.

2-El que se origina en algo específico a una sociedad o cultura.


-Mamá, me voy de putas a la Alameda
-¡Por amor de Dios!
-No, por Trajano
-----------------------------------------------------------
-¿Cuál es el país que está más cerca del paraíso?
-Uruguay, porque está al lado de Argentina.
3- El que se deriva de algún aspecto de la lengua.
- Mozart, cariño, hoy hay cena en casa de Haydn. Nos toca llevar el pan.
- ¿Va Goethe?
- O chapata, como veas tú.
-------------------------------------------------------------------------------------------------
Ya pararon para comprar queso y ahora, pararán para pan, pararán para pan. (Les
luthiers)
El tipo de humor 2 y 3 son los casos más difíciles de traducir. Una de las estrategias más
comunes a las que recurren los traductores ante estos dilemas consiste en explicar al lector
en qué se basa el humor, para que así sepa comprenderlo, si no apreciarlo. La explicación
se hace o bien en el mismo texto o en una nota. Hickey no es partidario de esta estrategia
ya que consigue precisamente lo contrario de una traducción, es decir destruir el humor,
explicando en lo que hubiera consistido en el caso de no haberlo destripado el traductor.
Hickey propone incluso reemplazar un chiste u otro texto adjudicado como intraducible
de la lengua de partida por otro completamente distinto en la lengua meta, ya que, en ese
caso, al menos, se proporcionaría al lector algo no solo comprensible sino apreciable.
Hickey propone un método general para la adaptación, si no la traducción, de textos
humorísticos cuya esencia dependa de algún factor cultural o lingüístico de la sociedad
de partida. Está basado en el concepto pragmático del acto de habla, o más precisamente
en la fuerza perlocucionaria del acto, y en el análisis pragmalingüístico del texto que la
da. Si el traductor se pregunta cuál es el efecto producido o la reacción estimulada en el
lector del texto, y cuáles son los medios lingüísticos utilizados para efectuar esa reacción,
llevará buen camino para hacer un análisis del texto que le permitirá efectuar algo
semejante en la lengua meta. No se pregunta simplemente: «¿Qué dice el texto?», ni
siquiera «¿Qué hace el texto?» sino «¿Qué efecto se produce en el lector y qué medios
lingüísticos han contribuido a ese efecto?»
Se trata de un método que quita la prioridad a la equivalencia semántica para concedérsela
a la pragmática.
Ejemplos de humor basado en hechos culturales: Los factores culturales tienen cierto
grado de flexibilidad y pueden establecerse comparaciones con otras culturas:
- ¿Cuál es el país que está más cerca del paraíso?
- Uruguay, porque está al lado de Argentina.
15.02 Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Hidroeléctrica de Cataluña.
15.03 Me caigo en una zanja abierta por la Compañía de Aguas de Barcelona.
15.04 Me caigo en una zanja abierta por la Compañía Telefónica Nacional.
15.05 Me caigo en una zanja abierta por la asociación de vecinos de la calle
Córcega.
15.06 Decido prescindir del plano heliográfico ideal y caminar mirando dónde
piso. (Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb)
Ejemplo de Hickey:
Ocurre algo semejante con unos irlandeses que van a Roma para ver al Papa y,
mientras esperan para verle, van a una taberna a pedir una pinta de Guinness. El
tabernero les explica que en Roma no hay Guinness pero que, a fin de cuentas, al
Papa le gusta el coñac. Bien, pues los chicos piden cada uno una pinta de coñac,
se la beben, y cuando ya están tendidos en el suelo y sin poder moverse, uno le
balbucea al otro:
Oye, Patricio, si al Papa le da por este coñac no me extraña que tengan que llevarle
a todas partes en el papamóvil ese.
Los irlandeses que van a ver al Papa y piden una pinta de Guinness pueden
cambiarse en compañeros de Lepe o ciudadanos de cualquier otro pueblo, que
piden un litro de San Miguel y terminan tragándose un litro de Benedictine, que
es un buen licor hecho además por los frailes de San Benito.
Ejemplos de humor basados en algún hecho lingüístico: La gramática suele ser menos
flexible que estos factores culturales, aunque a veces se dan coincidencias inesperadas.
Ejemplo de Hickey:
La señora que entra en una tienda de ropa femenina y pregunta a la dependienta:
May I try on that blue dress in the window please?
A lo que ésta contesta:
No, madam, you'll have to use the fitting room like everyone else.
Este demuestra el hecho gramatical de que en inglés los sintagmas preposicionales («in
the window, at the door, under the bed» etc.) desempeñan indistintamente una función
adjetiva («The dress in the window» se refiere a un determinado vestido) y adverbial («try
on in the window» expresa dónde se realiza la acción de probarse el vestido). En
castellano, por el contrario, los sintagmas preposicionales desempeñan una función
adverbial, de manera que «dress in the window» no equivale a «vestido en el escaparate»
y la frase entera «¿Puedo probarme el vestido azul en el escaparate?» no es ambigua en
castellano. Pero existen en castellano cuatro preposiciones (de, para, con y sin) que se
comportan más o menos de la misma manera ambigua que las inglesas. La solución se
encuentra en la construcción de un diálogo sobre cualquier tema entre dos personas
cualesquiera en la que se cambie de adjetivo a adverbial el uso de una de estas
excepcionales preposiciones. Así, se amontonan las soluciones:
-¿Ves ese chico con el abrigo puesto?
-Sí, cómo no; si el abrigo no me afecta la vista en absoluto

-¿Ves a ese chico sin corbata?


-No, no le veo, y sí que llevo corbata.

-¿Ves a ese chico con gafas?


-No, no las uso.

-¿Quieres tomar un café con leche?


-No, prefiero tomarlo contigo

-Oiga señorita, ¿puedo probarme los zapatos del escaparate?


-Vaya, señora, ni siquiera sabía yo que el escaparate tuviera pies.

-Oiga señorita, ¿puedo probarme ese traje de noche?


-No, señora; cerramos a las ocho.
Una vez analizado el rasgo lingüístico que crea el humor, ese rasgo puede dar de sí para
muchos chistes gemelos o primos hermanos, eligiendo el traductor el revestimiento
semántico que más le convenga. Para los juegos de palabras puros, el principio sigue
siendo el mismo, es decir, que las palabras en juego importan menos que el juego en sí.
Normalmente, se empieza por el final, eligiendo la palabra o las palabras en la lengua
meta que pueden producir el juego.
-What does a polite mouse say?
-Cheese and thanks.

-¿Cómo terminan los ratones sus llamadas telefónicas?


-Con un abrazo o un queso.

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