Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Principios de
• “i # « / •
del lenguaj e
ArielLingüística
Diseño cubierta: Nacho Soriano
ISBN: 84-344-8224-X
Impreso en España
B ernardo P ér ez de C h in c h ó n
INTRODUCCIÓN
po r los procesos cognoscitivos que se producen entre la percepción del contexto so
cial y la conducta com unicativa; preten d e explicar las m otivaciones subyacentes a
ciertas conductas, d urante los encuentros com unicativos, y sus consecuencias sociales.
Los principios básicos de la teoría son los de convergencia y divergencia: la conver
gencia es una estrategia com unicativa que los hablantes siguen para adaptarse a una
situación y al habla de sus interlocutores; la divergencia es un procedim iento p o r el
que los hablantes acentúan sus diferencias lingüísticas y com unicativas respecto de
otros individuos. A lo largo de este m anual tendrem os oportunidad de com probar que
la acom odación o adaptación ofrece explicaciones convincentes para fenóm enos tan
diversos com o el cam bio de estilo, los m ecanism os de la conversación o la elección de
lengua.
L a organización interna de este Principios ofrece cuatro partes. Las tres p rim e
ras responden a un recorrido lineal que va de lo particular a lo m ás general: com en
zarem os p o r la explicación de elem entos tan concretos com o los sociofonéticos, para
concluir en el vasto ám bito de la convivencia de lenguas y sociedades diferentes, si
guiendo un itinerario que nos llevará p o r la variación estilística, la variación en gru
pos sociales y los procesos de interacción com unicativa entre individuos. C am inare
m os del «hablante» a la «nación», del «sonido» a la «cultura», presentando, en la p ri
m era p arte, los principios fundam entales de la sociolingüística propiam ente dicha (la
variación en la lengua), en la segunda p arte los conceptos básicos de la etnografía de
la com unicación (la lengua en su uso social) y, en la tercera, los tem as m ás destaca
dos de la sociología del lenguaje y de los estudios de lenguas en contacto (la coexis
tencia de lenguas y sociedades). Los títulos de los capítulos nos dan una idea m ás p re
cisa de su contenido: la variación en los niveles de la lengua, las variables sociales, p a
trones de variación sociolingüística, variedades lingüísticas, el cam bio lingüístico vis
to desde la sociolingüística, el concepto de variación, principios de sociolingüística, en
la prim era parte; interacción com unicativa y cortesía, discurso y conversación, actitu
des lingüísticas, lengua, cultura y pensam iento, en la segunda parte; bilingüism o, di-
glosia, elección, m antenim iento y sustitución de lenguas, lenguas en contacto, lenguas
pidgin y lenguas criollas, en la tercera parte.
Los asuntos lingüísticos que en este volum en se van a tra ta r abarcan el espectro
com pleto de los niveles de la lengua, desde el fonem a — casi desde el rasgo distinti
vo— a la m acroestructura del texto^ pasando p or el m orfem a, la oración y las se
cuencias textuales más simples. Y todos ellos son vistos en su relación y correlación
con los m últiples factores sociales que concurren en las com unidades de habla, desde
la división en clases o estratos a la interacción com unicativa, pasando por diversos ti
pos de organizaciones sociales.
P o r o tro lado, es conveniente anunciar que la lingüística será la ciencia que nos
sirva de n o rte en la presentación y valoración de los fenóm enos de la lengua y de la
sociedad. P ero debe saberse, igualm ente, que no dudarem os en conceder espacio a
una sociolingüística que vaya algo m ás allá de la lingüística o que nos obligue a dis
currir p o r otras disciplinas, com o la sociología, la antropología, la psicología social, la
etnom etodología, la etnografía, la pragm ática, el análisis del discurso, el análisis de la
conversación, la lingüística del texto. A todas y cada una de estas parcelas se les re
conoce una relación, más o m enos estrecha, con la sociolingüística; por eso serán ob
je to de nuestro com entario, pese a que los lingüistas puedan reprocharnos el ab an
dono del te rre n o de la sociolingüística estricta.
INTRODUCCIÓN 13
Las tres prim eras p artes de este m anual darán prioridad a la presentación de los
conceptos y principios básicos de la sociolingüística, procedan de la escuela que p ro
cedan, aunque el peso de la investigación norteam ericana se ha de hacer notar. P ro
curarem os no detenernos tanto en la sociolingüística com o en lo sociolingüístico, d a n
do protagonism o a la lengua y a la sociedad, esto es, a los hechos sociolingüísticos
prop iam en te dichos. A dem ás, todos los capítulos van seguidos de unas propuestas de
ejercicios y de reflexiones que los lectores p o drán utilizar según sus gustos o necesi
dades: los profesores p ueden en contrar en ellas un apoyo m etodológico y unas pocas
ideas, de valor desigual, p ara p ro p o n er actividades prácticas relacionadas con la so
ciolingüística; los estudiantes ten d rán aquí una ayuda para afianzar los conocim ientos
adquiridos y un acicate para investigar o para am pliar sus lecturas. E n total se p ro
p o n en unos 70 ejercicios y reflexiones, que se acom pañan de indicaciones y com en
tarios bibliográficos a propósito de lo tratad o en cada capítulo.
La cuarta p a rte de este libro (teorías, m étodos y aplicaciones) estará dedicada es
pecíficam ente a la sociolingüística com o disciplina, podríam os decir a la m eta-socio-
lingüística, com o m etodología, com o corriente de estudio en desarrollo: dedicam os un
capítulo a las relaciones en tre sociolingüística, sociología del lenguaje y etnografía de
la com unicación, o tro a la teoría y a los m étodos de la sociolingüística variacionista,
p o r ser especialm ente representativa de la investigación actual, otro a la aplicación de
n u estra disciplina a la enseñanza de lenguas y un últim o capítulo a la planificación lin
güística. Sabem os que son m uchas las ideas y los problem as que dejam os a un lado,
p ero es el precio de la fidelidad a unos objetivos generales. D e este m odo nos hace
m os cóm plices de otros m anuales de sociolingüística, com pañeros de viaje, cuya lec
tu ra o consulta recom endam os encarecidam ente porque allí se explica m uy bien lo
que aquí no hem os podido o no hem os sabido explicar.
E n el capítulo de agradecim ientos — el m ás breve y el más sentido de todos los
capítulos de esta obra que ahora em pieza— deseo recordar, en prim era y singular
persona, a mis alum nos, a mis m aestros y a mi familia. Los alum nos de la U niversi
dad de A lcalá y de los cursos y sem inarios que he dictado por m uchos lugares son en
realidad los responsables de que esta obra se haya escrito de la form a en que ha sido
escrita: sus preguntas y gestos son un libro más abierto que el que ahora, lector, tie
nes en tus m anos. P o r otra parte, cada día que pasa siento un m ayor cariño y un m a
yor resp eto p o r mis m aestros, y no quiero desaprovechar esta oportunidad p ara m a
nifestárselo, especialm ente al m aestro A lvar, el más querido. E n cuanto a mi fam ilia
— mi m ujer, mis hijos, mis padres, mis herm anos— sólo quiero constatar algo que sue
le presum irse com o sentim iento universal: que están por encim a de todo y que son lo
único que realm ente m erece la pena. Lo siento por la sociolingüística.
P rim e ra p a r te
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
C a p ít u l o 1
Lengua y variabilidad
o 11/ im plosivos (multa, m urta); realizaciones más o m enos africadas o fricativas de ch,
el uso del seseo, el ceceo y la distinción de 5 y z\ la realización de Inl, en posición fi
nal, com o nasal alveolar o com o nasal velarizada; el uso de los m orfem as -ra o -se
para el im perfecto de subjuntivo; el leísmo, el laísmo o el loísmo; la presencia o a u
sencia de sujeto pronom inal; la preferencia p o r ciertas construcciones activas o pasi
vas. A l elem ento, rasgo o unidad lingüística que puede m anifestarse de m odos diver
sos — esto es, de form a variable— se le da el nom bre de variable lingüística. Así, una
variable lingüística es un conjunto de expresiones de un mismo elem ento y cada una
de las m anifestaciones o expresiones de una variable recibe el nom bre de variante lin
güística.
A l identificar u n fenóm eno de variación, las preguntas que surgen de m odo in
m ediato, en cualquier nivel lingüístico, son ¿por qué?, ¿cóm o se ha originado? Y las
respuestas suelen requ erir el auxilio de disciplinas com o la dialectología o de la his
toria de la lengua porque es habitual que haya factores extralingüísticos im plicados
en la variación: factores com o la geografía (variación geolingüística), la historia (va
riación histórica) o la situación com unicativa, en su sentido m ás am plio (variación
estilística). T odos estos factores pueden ser responsables o explicar m uchos casos de
variación. P ero los especialistas en sociolingüística tam bién en tran a responder esas
preguntas y otras com plem entarias o de m ayor detalle: ¿cóm o se m anifiesta esa va
riación? ¿Q ué factores la determ inan? ¿Q ué capacidad de determ inación tiene cada
uno de los factores concurrentes? ¿Q ué variantes lingüísticas caracterizan a unos gru
pos sociales y a otros? Y la sociolingüística se preocupa de estos asuntos po rq u e los
factores sociales tam bién pu ed en determ inar y explicar la variación.
H e n rie tta C ederg ren 1 y H u m b erto L ópez M orales2 han señalado, desde la socio-
lingüística y con toda claridad, que los factores que determ inan la aparición de unas
variantes lingüísticas en ciertas circunstancias y de otras variantes en circunstancias
diferentes, den tro de una com unidad de habla, responden a estas cuatro posibilidades:
a) que las variantes vengan determ inadas exclusivam ente por factores lingüís
ticos;
b) que las variantes vengan determ inadas exclusivam ente por factores sociales;
c)j que las variantes vengan determ inadas conjuntam ente p o r factores lingüísti
cos y sociales;
d) que las variantes no vengan determ inadas por factores lingüísticos ni p o r fac
tores sociales.
D e las cuatro posibilidades com entadas por C edergren y L ópez M orales, la so
ciolingüística está especialm ente interesada en a y en c, sobre todo en esta últim a.
C uando se com prueba que la variación lingüística está correlacionada con factores de
n aturaleza social, hablam os de variación sociolingüística. La posibilidad b incluye
principalm ente fenóm enos relacionados con el contacto o la coexistencia de v arieda
des diferentes. E n lo que se refiere a la posibilidad d, que recoge los casos tradicio
nalm en te llam ados de variación libre o de polim orfism o, podría ser reform ulada de la
siguiente form a: «que las variantes no vengan determ inadas por factores lingüísticos
ni p o r factores extralingüísticos». E stos casos interesan a la sociolingüística en tanto
en cuanto tam bién es necesario dem ostrar em píricam ente que un fenóm eno de v a
riación no viene d eterm inado efectivam ente p o r tales o cuales factores.
Term inam os este epígrafe insistiendo en el hecho de que la variación, definida
com o el uso alterno de fo rm a s diferentes de decir lo m ism o, se puede encontrar prác
ticam ente en todos los niveles de la lengua, desde el m ás concreto (fonético-fonoló-
gico) al m ás am plio (discurso, p o r ejem plo), pasando p o r la gram ática y el léxico. P ara
explicar el funcionam iento de estos usos, vam os a prestar atención separadam ente a
la form a en que ejercen su influencia los factores lingüísticos (variación interna) y a la
form a en que lo hacen factores sociales com o la edad, el sexo o la profesión, entre
otros. Pero, previam ente hem os de detenernos en un concepto fundam ental: «com u
nidad de habla».
Comunidad de habla
A l referirnos a los factores que d eterm inan la aparición de las variantes lingüís
ticas, hem os hecho un com entario sobre los fenóm enos que aparecen den tro de una
com unidad de habla. P ero ¿qué se entiende por com unidad de habla? Es evidente
que al usar el térm ino com unidad se hace referencia al hecho de com partir algo. E se
«algo» ha estado sujeto a las opiniones e intereses de num erosos especialistas que se
han p reocupado p o r el uso de la lengua en su contexto social. C uando en sociolin
güística se m aneja el concepto de «com unidad de habla», se está pensando en algo
m ás concreto que el conjunto de hablantes de una lengua histórica — a lo que se ha
llam ado com unidad idiomática— o de una lengua en un m om ento y en un territorio
determ inados (com unidad lingüística). Los individuos que han utilizado, utilizan y uti
lizarán una lengua, com o el español, en cualquiera de sus variedades geográficas, so
ciales y estilísticas, form an una com unidad idiomática; los hablantes de lengua espa
ñola form an en este m om ento una com unidad lingüística}
U n a com unidad de habla está form ada por un conjunto de hablantes que com
p a rte n efectivam ente, al m enos, una lengua, p ero que, adem ás, com parten un con
ju n to de norm as y valores de naturaleza sociolingüística: com parten unas mism as ac
titudes lingüísticas, unas mism as reglas de uso, un mismo criterio a la h o ra de valorar
socialm ente los hechos lingüísticos, unos mismos patrones sociolingüísticos. Los his
p an ohablantes de M éxico y de E spaña p ertenecen a una m ism a com unidad idiom áti
ca, p ero no a una m ism a com unidad de habla.
Los m iem bros de una com unidad de habla son capaces de reconocerse cuando
com parten opinión sobre lo que es vulgar, lo que es familiar, lo que es incorrecto, lo
que es arcaizante o anticuado} Por eso el cum plim iento de las norm as sociolingüísti-
cas al que obliga la p ertenencia a una com unidad puede servir de m arca diferencia-
dora, de m arca de grupo, y p o r eso los m iem bros de una com unidad suelen acom o
d ar su discurso a las norm as y valores com partidos. Tales norm as y valores pueden
no respetarse en la com unicación entre m iem bros de distintas com unidades de habla,
p ero aún en estos casos es frecuente que se in tente seguir los criterios característicos
de la com unidad del interlocutor respectivo: si un hispanohablante se desplaza a un
país hispánico que no es el suyo, p robablem ente evite el uso de form as lingüísticas
que son tabú en el país de destino, p o r ejemplo.
E l concepto de comunidad, de habla, así planteado, ofrece dos inconvenientes:
uno es el de los límites de la com unidad misma, el otro es el de su heterogeneidad.
E n cuanto a los límites, resulta com plicado determ inar dónde dejan de ten er validez
unas norm as y valores sociales en beneficio de otros; sin em bargo, sí parece claro que
esos límites p u ed en ir m ás allá del núcleo urbano, convirtiéndose en una realidad, al
m enos, regional. ¿Puede considerarse que Salam anca es una com unidad de habla in
depen d ien te de la com unidad de Á vila o perten ecen am bas a una m ism a com unidad?
A pesar de la cercanía en tre el habla de estas dos ciudades españolas y de que com
p arte n m ucho m ás que el uso de una lengua, sólo un estudio sociolingüístico com ple
to y riguroso, incluidas pruebas de actitudes lingüísticas, nos proporcionaría elem en
tos de juicio suficientes para dar una respuesta absolutam ente precisa. Y el mismo
m ecanism o cabría aplicar p ara d ar cuenta de la h eterogeneidad interna de las com u
nidades: si una com unidad pu ed e ir m ás allá de un núcleo urbano, tam bién puede co
rresp o n d erse con una realidad inferior al núcleo urbano; todo depende del m odo y el
grado en que unos barrios — o zonas— com partan unas norm as y unos valores so
ciales.
C abe aún añadir un com entario sobre el concepto de com unidad de habla: tal y
com o se concibe en la sociolingüística actual, una com unidad de habla es básicam en
te una com unidad de consenso, de sintonía entre grupos e individuos diferentes, d o n
de el conflicto está m inim izado.4 N o está claro, sin em bargo que este m odelo con
ceptual sea realm ente explicativo o el m ás adecuado para llegar a un buen conoci- í
m iento de los hechos sociolingüísticos.
Variación fonético-fonológica
L a variación fonética y fonológica es, sin duda, la más estudiada, la m ejor cono
cida y la que p resen ta m enos problem as teóricos a la hora de ser ejem plificada e in
terpretad a: las variantes de un fonem a — variantes facultativas, en la term inología es-
tructuralista— no suponen, al alternar, ningún cam bio de significado. V olviendo a al
gunos de los ejem plos citados m ás arriba, la aparición en ciertas circunstancias de las
4. Desde este punto de vista, el tratamiento que se le está dando es coherente con el que recibe el con
cepto de estratificación social en la sociología británica y norteamericana.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 21
variantes [s] o [0 ] del fonem a /s/ implosivo del español no implica cam bio sem ántico
alguno (los aviones, lo avione)\ lo m ism o ocurre con las variantes [r] y [1] del fonem a
Ir/ im plosivo (comer, com el) o con las variantes [d] y [0] del fonem a /d/ cuando ap a
rece en posición final de palabra ( verdad, verdaz).
Pero, ¿qué es lo que hace que la variación fonético-fonológica sea relativam ente
fácil de estudiar? A n te todo, la com odidad y seguridad con que se puede dem ostrar
que la alternancia de elem entos, la variación misma, no implica cam bios de significa
do. P ero eso no es todo. E xisten ciertas características que convierten a los elem en
tos lingüísticos en susceptibles de ser analizados desde una teoría y un m étodo típi
cam ente sociolingüísticos; en la m edida en que se ajustan a esas características, más
adecuado resulta el análisis porq u e m ás rigurosam ente se puede determ inar qué fac
tores son los que hacen que aparezca una u otra variante y qué peso cuantitativo tie
ne cada uno de ellos.5 Las características a las que nos referim os son las siguientes:
T enem os, p o r tanto, que las tres características presentadas (frecuencia, in teg ra
ción en un sistem a, estratificación social y estilística) se encuentran m uy a m enudo en
5. Véase W. Labov, The Social Srratification o f English in New York City, Washington, D.C., Center for
Applied Linguistics, 1966, p. 32
6. Véase E. Martínez Celdrán, Fonología general y española, Barcelona, Teide, 1988.
22 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Com o h an señalado num erosos especialistas, entre ellos L ópez M orales,8 los fac
tores lingüísticos que p u ed en determ inar la variación fonético-fonológica p u ed en di
vidirse en tres grupos: distribucionales, contextuales y funcionales. Los factores distri-
bucionales tienen que ver con el lugar en que aparece el fonem a: posición inicial de
sílaba, final de sñaba interior de palabra, final de sílaba y final de palabra, etc. Los
factores contextuales están conform ados p o r los elem entos que anteceden y siguen a
la variable: consonante an tepuesta o pospuesta, vocal antepuesta o pospuesta, pausa.
Los factores funcionales se refieren a la n aturaleza de las categorías gram aticales en
las que se incluye la variable: función gram atical, tipo de m orfem a, lugar en la curva
de entonación, etc. U nos pocos ejem plos nos servirán para ilustrar cóm o se m anejan
los tipos (las variantes) de diversas variables y cóm o se correlacionan esas variantes
con otros factores.9
7. Variación fonética y diversidad social en el español dominicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990,
pp. 135-136.
8. Sociolingüística, ob. cit., pp. 85-91.
9. En este momento sólo nos interesa comentar cómo las variantes pueden venir determinadas por fac
tores lingüísticos, lo que supondrá, de hecho, que los ejemplos propuestos no sean auténticas muestras de es
tudios sociolingüísticos, sino de meros estudios lingüísticos: se intenta explicar cómo funciona la lengua en sí
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 23
misma, internamente. Con otras palabras, aunque en la realidad suele haber factores extralingüísticos impli
cados en la variación lingüística, sobre todo en la fonético-fonológica, preferimos dejar su presentación para
el capítulo siguiente, insistiendo en la idea de que la sociolingüística encuentra su sentido cuando los hechos
lingüísticos se correlacionan con variables sociales y situacionales.
10. Fonética y sociolingüística en la ciudad de Burgos, Madrid, CSIC, 1983.
24 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
‘abril’). Por últim o, tan to la vocalización com o la elisión son frecuentes cuando el
acento recae en la sílaba siguiente al elem ento analizado.
U n últim o ejem plo, en este caso recogido en el oeste de A rgelia, sobre todo en
la ciudad de O ra n :11 la variable /s/ en posición implosiva, es decir, final de sílaba. E n
el español hablad o en O rán, ya casi desaparecido, las realizaciones fonéticas m ás fre
cuentes del fonem a fricativo sordo son el sonido sibilante [s] y la pérdida absoluta [0 ].
P ara su estudio se h an tenido en cuenta diversos factores lingüísticos (variables ex
plicativas): posición de /s/ den tro de la palabra (interior o final de palabra) y contex
to siguiente (consonante sorda, consonante sonora, vocal tónica, vocal átona). Los re
sultados del análisis cuantitativo de la relación entre la variable -/s/ y las otras varia
bles lingüísticas revelan que la pérdida de -5 se ve favorecida cuando va en posición
final de p alabra y de grupo fónico; p o r otro lado, la pérdida se produce con m ás fre
cuencia cuando el contexto siguiente es una consonante sonora o una vocal tónica. E n
otras palabras, en el español hablado en O rán es m ás probable que se pierda la 5, en
prim er lugar, en posición final absoluta (las casa0) y, adem ás, en casos com o lo0
m i0m o 0 año0 (final de palab ra ante consonante sonora, interior de palabra ante con
sonante sonora, ante vocal tónica, posición final absoluta).
11. Véase F. Moreno Fernández, «Debilitamiento de -s en el español de Orán: análisis de sus contextos
fónicos», Boletín de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, 2.a época, I (1994), pp. 91-111.
12. Sociolingüística. Teoría >’ análisis, Madrid, Alhambra, 1988, p. 98.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 25
13. «Hacia una tipología de la variación gramatical en sociolingüística del español», Nueva Revista de
Filología Hispánica, 42 (1994), pp. 29-75.
26 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
E s evidente que esta relación puede ver aum entado su núm ero de variables, so
b re todo si se piensa en variedades dialectales concretas, com o es claro que algunos
de estos ejem plos rozan el límite de la sintaxis, aunque no p o r ello dejan de ser b u e
nas m uestras de fenóm enos morfológicos.
Las variables de tipo categorial son aquellas que afectan, en algunos casos, a ele
m entos de la m orfología y, en casi todos, a la sintaxis, cuya variación implica a veces
los niveles sem ántico y pragm ático. E s im portante ten er en cuenta que este tipo de
variables a m enudo no vienen determ inadas por factores sociolingüísticos, estilísticos,
históricos y geográficos o se ven determ inadas p o r ellos de un m odo bastante irregu
lar. Serían variables de tipo categorial las que se expresan a continuación:14
b) U so de adjetivo o de adverbio.
ella subió las escaleras m u y rápida / ella subió las escaleras m u y rápido
c) U so de secuencias de preposiciones.
voy p o r agua / voy a p o r agua
Las variables de tipo funcional son aquellas que afectan a la sintaxis, parcial
m en te a la m orfología, y que no suelen estar correlacionadas con otros factores de n a
turaleza sem ántica. P o r o tro lado, com o ocurre con las variables de tipo m orfológico,
a m enudo resultan determ inadas p o r factores históricos, geográficos, sociolingüísticos
y estilísticos, aunque n o siem pre es así. A lgunos ejem plos de estas variables son los
siguientes:
14. Martín Butragueño incluye más variables en la relación correspondiente al tipo categorial, pero su
consideración nos obligaría a hacer justificaciones que nos alejarían mucho del interés principal de este capí
tulo. Hemos prescindido también de las variables que no parecen responder a factores de índole sociolin
güística.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 27
c) P ersonalización de haber.
ha habido m uchos problem as / han habido m uchos problem as
d) Personalización de hacer.
hace seis años que no nieva / hacen seis años que no nieva
f) U so de lo o los.
se lo advertí a ustedes / se los advertí a ustedes
15. Véase también V. Lamíquiz (dir.), El discurso sociolingiiístico. Sociolingüística andaluza 3, Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1985.
16. «Desdoblamiento fonológico de las vocales en el andaluz oriental: reexamen de la cuestión», Revis
ta Española de Lingüística, 14 (1984), pp. 85-97.
28 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
tieron, no les pasa nada). E l análisis revela que, en la inm ensa m ayoría de los casos,
el prim ero de los elem entos (sea m odificador, sea nom bre) conserva una m anifesta
ción de -ísl (generalm ente en form a aspiración), m ientras que el segundo no lleva
ningún tipo de m arca (lah gacha0)\ dicho con otras palabras, no llegan al 10 % los ca
sos en que la m arca de plural no aparece en ninguno de los dos m iem bros del sin
tagm a nom inal. D esde otra perspectiva, el m ayor núm ero de ausencias de m arca de
plural se localiza en los nom bres, frente a la presencia generalizada de m arca en cual
quier clase de pronom bres, clíticos o no clíticos.
O tro ejem plo de variación m orfológica es la alternancia de las form as -ra y -se.
E n un estudio sobre el habla de V alencia (V enezuela), M anuel N avarro descubre
que, en consonancia con la tendencia general del español am ericano, el em pleo de las
form as en -se es m uy poco significativo; tan sólo tienen un uso digno de m ención
cuando aparece en tiem pos com puestos (hubiese venido) y en la prótasis de las o ra
ciones condicionales (si hubiese cantado).17
P or últim o, un ejem plo de variación sintáctica, procedente del español de A m é
rica, concretam ente de Caracas (V enezuela). La variable en cuestión es de tipo fun
cional: la presencia o ausencia del pronom bre personal sujeto (canto / yo canto).18
P aola B entivoglio ha estudiado este elem ento teniendo en cuenta diversas variables
lingüísticas explicativas: el referente de la oración, la posible am bigüedad de la form a
verbal, el n úm ero y el tipo de verbo. El análisis descubre que el sujeto suele ap are
cer, con m ayor probabilidad, en los casos en que el referente de la oración no coin
cide con e l referen te de la oración an terior (nunca quise salir a cenar y ella nunca m e
lo reprochó), cuando el núm ero es singular y cuando el verbo es de percepción (ver,
oler, etc.). E n esta variable, y así lo han com probado tanto Bentivoglio com o Silva-
C orvalán,19 no suelen ten er incidencia alguna las variables de origen extralingüístico.
V ariación léxica
17. «La alternancia -ra / -se y -ra / -ría en el habla de Valencia (Venezuela)», Lingüística Española A c
tual, XI (1989), pp. 117-124.
18. Why «canto» and not «yo canto»? The problem o f first-person subject pronoun in spoken Venezue-
lan Spanish (tesis de maestría inédita), Los Ángeles, Universidad de California, 1980.
19. Véase Sociolingüística. Teoría y análisis, ob. cit., p. U5 y ss.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 29
20. G. Salvador, Semántica y lexicología del español, Madrid, Paraninfo, 1984. Para este autor sí hay si
nónimos.
21. «Dificultades para el estudio sociolingüístico del léxico», II Encuentro de lingüistas y filólogos de Es
paña y México, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1994, pp. 119-131.
30 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Aquí [el estudio sociolingüístico del léxico] más que en ningún otro campo resulta
imprescindible el recurso de la encuesta, con lodos los problemas que tal instru
mento conlleva (J. Borrego) 23
E ste lam ento nace, no del rechazo de la encuesta misma, m uy usada en o tro tipo
de investigaciones (geolingüística, lingüística aplicada), sino de los inconvenientes que
presen ta en relación con lo que W illiam L abov llam ó la paradoja del observador:
22. Sociolingüística urbana. El habla de Bilbao, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1985, p. 73.
23. Art. cit., p. 120.
24. Véase Modelos sociolingüísticos, ob. cit., p. 266.
c
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 31
D ebe advertirse, sin embargo, que todos los factores sociales, por importantes que
sean, están supeditados a los imperativos del sistema lingüístico; hasta la fecha se
ha comprobado en repetidas ocasiones que los factores sociales no son tan cate
góricos como los gramaticales: actúan donde el sistema lo permite.
A sí pues, las variables extralingüísticas, especialm ente las sociales, actúan allí
d onde la lengua lo perm ite y no es casualidad que sea en el nivel léxico — el m ás p e
riférico o superficial, el m ás sujeto a los vaivenes históricos, el de m ayor carga sim
bólica— donde estas variables parecen revelarse com o m ás determ inantes.
R eflexiones y ejercicios
1. In tente descubrir las variantes de los fonem as /A/ y /y/ que existen en una co
m unidad de h abla española. ¿C uántas «clases» de variantes se pu ed en identificar?
¿E n qué condiciones lingüísticas se da cada una de esas clases de sonidos?
3. C onsidere el uso de los pronom bres interrogativos quién, qué y cuál en los
siguientes ejem plos:
¿Suponen estos usos form as diferentes de decir lo m ism o o se observa entre ellos
alguna diferencia sem ántica? C om ente si el uso de un pronom bre o de o tro puede ex
plicarse p o r razones sociales, geográficas o estilísticas.
Orientaciones bibliográficas
A cerca de los fenóm enos variables más característicos del español y de los fac
tores que los determ inan, adem ás de la bibliografía citada en el texto y a pie de p á
gina, es aconsejable la lectura de la obra dirigida p o r M anuel A lvar, tam bién citada,
M anual de dialectología hispánica. Com o introducción clara y sencilla a las caracte
rísticas del español de A m érica, es m uy recom endable la lectura de los dos volúm e
nes de M aría V aquero: E l español de Am érica I. Pronunciación y E l español de A m é
rica II. M orfosintaxis y léxico (M adrid, A rco/Libros, 1996). N aturalm ente, tam bién es
m uy útil, p o r tra ta r los asuntos lingüísticos en su historia y en su geografía, la con
sulta de la conocidísim a Historia de la lengua española, de R afael Lapesa (8.a ed., M a
drid, G redos, 1980), así com o de la M orfología histórica del español, de M anuel A l
var y B ern ard P o ttier (M adrid, G redos, 1983).
C a p ít u l o 2
LA VARIACIÓN SOCIOLINGÜÍSTICA.
LAS VARIABLES SOCIALES
Variación sociolingüística
Q u ed a dicho que las variables extralingüísticas, específicam ente las sociales, son
capaces de d eterm in ar la variación hasta donde lo perm ite el sistem a de la lengua, y
queda ilustrado cóm o unas variables lingüísticas, internas, p u eden incidir en la apari
ción de tales o cuales variantes de una variable determ inada. Es, p o r tanto, el m o
m ento de centrarnos en las variables sociales que son capaces de determ inar la v a
riación lingüística y en el m odo en que esas variables se com binan con las de índole
n etam en te lingüística. Con otras palabras, a p artir de ahora afrontarem os en su to ta
lidad el fenóm eno de la variación sociolingüística, definido como la alternancia de dos
o m ás expresiones de un m ismo elem ento, cuando ésta no supone ningún tipo de al
teración o cam bio de naturaleza sem ántica y cuando se ve condicionada p o r factores
lingüísticos y sociales.
La investigación sociolingüística ha perm itido conocer que las variables sociales
que influyen sobre la variación lingüística lo hacen de un m odo específico en cada co
m unidad y respecto a fenóm enos lingüísticos concretos. A unque ya se ha explicado
que hay ciertos niveles de lengua en los que cabe esperar con m ás probabilidad la in
cidencia de factores extralingüísticos (fonética-fonología, m orfología) y aunque es in
negable que existen hechos lingüísticos y sociales recurrentes, en realidad no es posi
ble conocer de antem ano qué tipo de variables sociales van a actuar sobre unos ele
m entos lingüísticos en una com unidad dada. Y esto p o r dos motivos: en prim er lugar,
p o rq u e los factores sociales actúan sobre la lengua de una form a irregular, es decir,
en dos com unidades de habla diferentes la variación sociolingüística de un m ism o fe
nóm eno no tiene p o r qué m anifestarse de la misma m anera; en segundo lugar, p o r
34 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
q ue los factores sociales no están configurados de form a idéntica en todas las com u
nidades, aunque en ellas se hablen m odalidades cercanas de una mism a lengua.
E n efecto, los factores sociales no tienen por qué funcionar de igual m anera en
todas las com unidades: puede que, en un lugar, la edad tenga m ayor p o d er de d e te r
m inación sobre la lengua o sobre cualquier conducta social que el nivel cultural, que,
en otro, el nivel económ ico provoque más diferencias lingüísticas y sociales que la
edad o que, en otro, el sexo sea irrelevante. T odo esto es cierto, com o lo es que una
m ayor com plejidad social en un com unidad puede dar lugar a una m ayor variación
lingüística y a un uso social de la lengua m ás heterogéneo. Por eso las investigaciones
sociolingüísticas deben ir precedidas de un análisis sociológico de la com unidad y de
estudios exploratorios que perm itan com probar cuáles son las variables realm ente im
p o rtan tes en la estructura social y cuáles son las que previsiblem ente p u eden influir
m ás en el uso social de la lengua.
G en eralm en te, los factores sociales que m uestran una m ayor capacidad de in
fluencia sobre la variación lingüística son el sexo, la edad, el nivel de instrucción, el
nivel sociocultural y la etnia, en tre otros que tam bién nos h an de interesar.
Marco Tulio dice que en Roma para enseñar bien a los niños no
bles la pureza i la propriedad de su lengua latina natural a todos,
en las cosas principales daban el cuidado de su crianza a alguna
matrona parienta principal: p o rq u e en las m ugeres, dice, p e rse ve
ra sie m p re i se conserva m a s p ro p r io i m a s lim p io el lenguage.
U na de las prim eras obras que la lingüística europea produjo en relación con la
variable «sexo» fue publicada en 1952. Se trata del volum en que la revista Orbis p re
p aró p ara ofrecer un estado de la cuestión de alcance m undial sobre la lengua de las
m ujeres (Le langage des fem m es: Enquete Hnguistique á l’échelle m ondiale). E n lo que
se refiere a la R om ania, allí aparecieron estudios de Pu§cariu, C apidan, Pop, Réca-
tas, M erlo, Piccitto, G riera, Badía y Salvador. E n líneas generales, los tem as discuti
dos en aquella época fueron dos: la conveniencia de utilizar m ujeres com o inform an
tes en dialectología y el carácter arcaizante o innovador de su form a de hablar.
E n relación con el prim ero, la idea más generalizada era que la m ujer resultaba
de m ayor utilidad en las encuestas que los hom bres,1 aunque tam bién se hicieron ju i
cios contrarios a éste. A cerca del arcaísm o o la innovación en el habla de las m uje
res, h ubo opiniones diversas. E l carácter conservador es destacado en la m ayor parte
1. Véase C. Merlo, «Le langage des femmes: Enquéte linguistique á l’échelle mondiale», Orbis, I (1952),
pp. 12-13.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 35
de los trabajos reunidos en Orbis\ tan sólo Piccitto señaló que no observaba diferen
cias claras,2 m ientras que Pop, si en ese m om ento evitó d ar una opinión, en o tro lu
gar había señalado que tal vez el habla de las m ujeres era más conservadora.3 D e
cualquier m o d o ,4 las afirm aciones hechas en casi todos esos trabajos p artían de datos
b astan te im presionistas e irregulares, p o r lo que el conservadurism o lingüístico de la
m ujer q u edaba p o r d em o strar.5 D e hecho, G auchat había com probado en C harm ey,
m uchos años antes, que las m ujeres hacían un m ayor uso que los hom bres de form as
lingüísticas innovadoras.6
A lgún tiem po m ás tarde, M anuel A lvar, partiendo de un estudio sobre el habla
de P uebla de D o n F adrique, en A ndalucía,7 llega a la conclusión de que el arcaísm o
o la innovación del habla de las m ujeres no depende tanto del sexo cuanto del tipo
de vida que se lleva en cada lugar. E n la Puebla, los hom bres ofrecían un «estado m e
dio» de lengua, m ás cercano al castellano norteño y norm ativo, p orque su m ovilidad
les perm itía relacionarse con gentes del exterior; las m ujeres, en cam bio, acusaban un
m ayor conservadurism o p o r ten er m enos contacto con hablantes de otras variedades.
Sin em bargo, en el territorio conocido com o la «A ndalucía de la e» (en la confluen
cia de las provincias de Sevilla, M álaga y C órdoba), las m ujeres hacían uso de rasgos
m ás innovadores que los hom bres. D e ahí que A lvar acabe afirm ando:
Decir que el habla femenina es conservadora, neologista o ni una cosa u otra es,
en verdad, no decir demasiado, por cuanto en su contexto social puede ser cada
una de esas cosas o todas ellas, y fuera del ámbito al que pertenece no es nada.8
aunque en su seno se hayan hecho m uchas afirm aciones infundadas, com o las que
en fren tan el habla de los hom bres y de las m ujeres calificando la de éstas com o con
servadora, insegura, sensible, solidaria y expresiva, y la de aquéllos com o ind ep en
diente, com petitiva y jerárquica. A fortunadam ente, las investigaciones h an ido m a r
ginando poco a poco lo im presionista, lo subjetivo, para dejar su lugar a los hechos
prob ad o s y a las dem ostraciones solventes.11 P or o tra parte, coincidiendo con las o b
servaciones hechas en algunos trabajos dialectales (v.g. los de Cazacu), la sociolin
güística tam bién ha com probado que, en un núm ero im portante de casos, son otros
factores, com o el nivel sociocultural o el estilo, las principales bases de la variación,
d ejando al sexo relegado a un segundo p lan o .12 E llo no im pide que haya estudios en
los que se aprecia con claridad que el sexo tiene más capacidad de influencia sobre la
lengua que otros factores, incluida la clase social: eso ocurre en el trabajo de H orvath
sobre el inglés de Sydney (A ustralia), p o r ejem plo.13
E n tre los estudios sociolingüísticos preocupados por las diferencias en tre las h a
blas de hom bres y m ujeres destacan singularm ente los de corte etnográfico.14 E stos
11. Véase R. Wodak y G. Benke, «Gender as a Sociolinguistic Variable: New Perspectives on Variation
Studies», en F. Coulmas (ed.), The Handbook o f Sociolinguistics, Oxford, Blackwell, 1997, pp. 127-150.
12. Véase R. Fasold, Sociolinguistics o f Language, Oxford, Blackwell, 1990, p. 223 y ss.
13. Véase Variation in Australian English: The Sociolects o f Sydney, Cambridge, Cambridge University
Press, 1985, p. 65. Por otro lado, la sociolingüística ha puesto en relación el sexo con otros factores sociales
para intentar explicar mejor las causas de la diferencia en el comportamiento lingüístico de hombres y muje
res (véase M. A. Martín Zorraquino, «Observaciones sobre las propiedades atribuidas al habla femenina en
el dominio hispánico», en R. Penny (ed.), Actas del Primer Congreso Anglohispano, tomo I, Lingüística, Ma
drid, Castalia, 1993, pp. 115-126). La sociolingüística también ha contribuido a que la figura de la mujer como
investigadora y entrevistadora adquiera una nueva dimensión, ya que la multiplicidad de contextos y situa
ciones en que se recogen los datos hace que en muchas ocasiones sea preferible que la encuesta la haga una
mujer a que la haga un hombre. El ejemplo más claro lo tenemos en la investigación de Lesley Milroy sobre
el habla de tres redes sociales de Belfast. Milroy nos dice (Language and Social Networks, 2.a ed., Oxford,
Blackwell, 1987, p. 44): «El investigador de campo tenía que ser una mujer. Generalmente las mujeres reci
bían menos agresiones que los hombres. Los hombres extraños eran vistos con considerable sospecha en mu
chos lugares de Belfast y a menudo podían correr algún peligro si visitaban un lugar durante un período de
terminado.» Tal vez deban valorarse más de lo que se suele hacer las características personales de los inves
tigadores, en función del tipo de materiales que se pretende buscar en cada momento (F. Moreno Fernández,
Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, pp. 71-77).
14. Véase Variation in Australian English, Cambridge, Cambridge University Press, 1984. También de
ben tenerse en cuenta los trabajos proyectados desde posiciones feministas (B. Thorne y N. Henley (eds.),
Language and Sex. Difference and Dominance, Rowley, Mass., Newbury House, 1975; F. Moreno Fernández,
Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crítica, Málaga, Ágora, 1988, pp. 143-154;
Ph. Smith, «Sex markers in speech», en K. R. Scherer y H. Giles (eds.), Social markers in Speech, Cambrid
ge, Cambridge University Press, 1979, pp. 109-146). La corriente de estudio llamada «sociolingüística femi
nista» ha desarrollado una buena parte de sus trabajos más representativos entre 1970 y 1990. Su principal ca
racterística es el deseo, expreso, de provocar un cambio social que proporcione a las mujeres del mundo la
igualdad y la liberación de la opresión masculina, poniendo de manifiesto el oculto e injusto sexismo del len
guaje. En general, se parte de la idea de que las lenguas son sexistas y de que, si se elimina el sexismo de ellas,
resultaría más fácil erradicar el sexismo de la sociedad. Sin negar la existencia de usos sexistas de la lengua (y
sobre todo de la meialengua), pero negando la naturaleza sexista de la lengua en sí misma, hemos afirmado
en otro lugar que la línea de estudio feminista, sobre todo la estadounidense (salvo honrosísimas excepcio
nes), ha sido poco fructífera para la ciencia porque se han restringido los límites de la sociolingüística, se ha
partido de presupuestos erróneos y se han manipulado criterios lingüísticos. Todo ello para dejar patente la
necesidad de un cambio que, en sí mismo, no puede producirse solamente a través del lenguaje.
Por otro lado, tienen un fondo razonable las críticas hechas a los estudios sociolingüísticos en los que la
mujer es tratada siempre como persona dependiente de su padre o su marido o en los que la conducta socio-
lingüística femenina se interpreta como mera desviación o variante de la conducta masculina. La sociolin
güística feminista critica los métodos de investigación basados en la figura del hombre. Véase D. Cameron y
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 37
Por tanto, cuando hablam os de fenóm enos lingüísticos de los que los m iem bros
de una com unidad no son plenam ente conscientes (por ejem plo, el yeísm o en m uchas
J. Coates, «Some Problems in the Sociolinguistic Explanation of Sex Differences», en J. Coates y D. Garrie
ron (eds.), Women in their Speech Communities, Londres, Routledge, 1988, pp. 13-26.
15. Oxford, Blackwell, 1982.
16. Véase A. López y R. Morant, Gramática femenina, Madrid, Cátedra, 1991. En la segunda parte, res
ponsabilidad de Ricardo Morant, se proporcionan numerosos ejemplos procedentes de una observación di
recta.
17. Sociolinguistics Parterns, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1972, pp. 301-304. También
se puede consultar la versión en español, Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983.
18. Sociolinguistics o f Language, ob. cit., pp. 92-102.
19. «Style, sex and linguistic conciousness», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolinguistics and Stylistic
Variation, Valencia, University of Minnesota - Universidad de Valencia, 1992, p. 52.
38 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
com unidades), no tiene p o r qué seguirse ese «m odelo» de conducta en hom bres y m u
jeres.
P o r o tro lado, la tendencia a seguir un m odelo prestigioso — a m enudo conside
rad o com o norm ativo— no implica siem pre un seguim iento del «m odelo norm ativo».
E l prestigio puede estar en las peculiaridades propias de una com unidad — lo que lle
varía al conservadurism o— , p ero tam bién en rasgos ajenos a ella, y estaríam os en
tonces ante una actitud innovadora. D eb e valorarse, no obstante, que, en los últim os -
decenios, la aceptación y difusión de los m edios de com unicación social, especial
m en te la televisión, está haciendo que el m odelo de referencia sea el m ism o para cual- /
quier hab lan te de cualquier com unidad, sea hom bre o sea m ujer.
La inclinación hacia un m odelo de prestigio se ve com plem entada p o r o tra re a
lidad: en la m ujer funciona con m en o r fuerza que en los hom bres el denom inado pres
tigio encubierto. E l prestigio encubierto es el que está asociado a unos usos que no
son cultos, unos usos que están alejados de lo que abiertam ente se reconoce com o
norm ativo o adecuado y que a m enudo son m arcas de «masculinidad» entre los es
trato s socioculturales m ás bajos.20 E l prestigio encubierto, que es un prestigio de gru
po, se opo n e al prestigio abierto, que es prestigio de com unidad y que se asocia a lo
correcto, lo adecuado, lo norm ativo.
Pero, ¿de dónde nace esa tendencia fem enina a seguir los m odelos de prestigio?
¿P o r qué en m uchas culturas se espera que la m ujer ajuste su conducta sociolingüís
tica a u n canon o unos referentes de prestigio? ¿Por qué los usos lingüísticos que se
consideran característicos de las m ujeres o de los hom bres tienen que ver directa
m en te con el seguim iento o el abandono de una norm a? L a m ayor parte de las res
puestas que se h an dado a estas cuestiones tienen que ver con una in terpretación so-
ciocultural del sexo, es decir, están relacionadas con lo que en la bibliografía anglo
sajona se llam a gender ‘gén ero ’,21 que a su vez en nada coincide con el concepto de
«género» com o categoría gram atical. E l género sociocultural se opone al sexo en ta n
to en cuanto el sexo es una característica biológica que viene dada prácticam ente des
de el m om ento de la concepción del nuevo ser, m ientras el género es una dim ensión
sociocultural que el individuo adquiere al ser socializado. Tales conceptos, sin em
bargo, tienen unos límites borrosísim os y plagados de problem as, dado que el sexo
m ism o es p a rte insoslayable del género.
C ham bers y Trudgill, con un criterio que parte del concepto sociocultural de gé
nero , explican la tendencia de las m ujeres a seguir los m odelos de prestigio m edian
te los razonam ientos siguientes:2^ la falta de un lugar destacado en la sociedad hace
que las m ujeres necesiten m arcar su estatus social m ediante una conducta específica;
p o r o tra p a r t e r a falta de cohesión de las m ujeres en las redes sociales las obliga a
enfren tarse m ás a m enudo a situaciones de form alidad, esto es, el lugar del hom bre
en los intercam bios sociales perm ite que consideren com o de escasa form alidad m u
chas situaciones que las m ujeres in terp retan com o más form ales; fin alm en tefla edu-
20. Véase P. Trudgill, «Sex, covert prestige and linguistic change in the urban British English of Nor-
wich», Language in Society, 1 (1972), pp. 179-195. Ahora bien, Trudgill observó en las mujeres jóvenes una
conducta muy cercana a la de los hombres.
21. Véase E. Amezúa, «La sexología en el diálogo con la bio-psicosociología (a propósito del sexo, el
género y sus derivados», Sexología: cuestiones de fondo y forma. La otra cara del sexo, Madrid, Instituto de
Sexología, 1991, pp. 89-112 (Revista Española de Sexología, extra doble, n.° 49-50).
22. Dialectology, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, pp. 97-98.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 39
catió n suele llevar a las m ujeres a desem peñar lo que se considera «su» función so
cial siguiendo unas norm as de conducta socialm ente ^aceptadas. Se ha añadido a todo
eso, que la adecuación a un m odelo de prestigio es^iina estrategia interpersonal cuya
finalidad es el m antenim iento de la autoestim a en los intercam bios sociales.23
F ren te a este p unto de vista, el propio C ham bers defiende unos años m ás tarde
(1995) una opinión sem i-ecléctica en la que se da gran im portancia al concepto b io
lógico de sexo 24 Para C ham bers'flas diferencias entre el habla de hom bres y m ujeres
p u ed en ser el resultado de una asignación de funciones socioculturales diferentes (gé
neros diferentes), sobre todo cuando las variables son estables y cuando hom bres y
m ujeres llevan vidas diferentes den tro de una com unidad 25 E sa situación recibe el
n om bre de variabilidad basada en el género. Pero, según C ham bers. estas diferencias
p u ed en persistir incluso cuando no se tienen en cuenta las diferencias de género: J 4
m ujer tiene unas habilidades verbales m ayores y m ejores que las de los hom bres y
que van más allá de las diferencias socioculturales. Las m ujeres disponen de una ca
pacidad neurofisiológica verbal que se puede m anifestar en form a de diferencias so-
ciolingüísticas, com o el lis o de un rep erto rio de variantes más am plio o eí m anejo de
unos recursos estilísticos m ás ricos que los hom bres de sus mismos grupos sociales,
aun cuando los atributos «genéricos» sean similares o idénticos. A esta situación se le
da el nom bre de variabilidad basada en el sexo.2b
E n n uestra opinión, ni la interpretación sociocultural ni la biológica están exen
tas de problem as. La prim era porque su validez sé'iim ita necesariam ente a com uni
dades concretas, dado que las conductas y actitudes sociolingüísticas, com o ocurre con
otras conductas sociales, cam bian de una com unidad a o tra y evolucionan de form a
muy rápida; no son, pues, razones universales. La interpretación b io ló g ic á ^ re se n ta
un grave p roblem a de base: conseguir una dem ostración objetiva, contundente y uni
versal.
P ero cabe p lan tear una interrogante más: ¿tan im portantes son las diferencias e n
tre el h abla de hom bres y m ujeres? ¿H asta dónde puede llegar la diferencia lingüís
tica en tre sexos? Es evidente que no se puede ofrecer un explicación que sea igual
m ente válida para todas las com unidades; de hecho podríam os encontrar m uestras de
todo tipo de posibilidades: desde el conocido caso, parece que irreal, de la isla C ari
be, en la que los hom bres hablaban una lengua (caribe) y las m ujeres otra diferente
(arah u aco ) 27 hasta las com unidades en las que el sexo se revela com o una variable
23. M. Deuchar, «A pragmatic account of women’s use of standard speech», en J. Coates y D. Came-
ron (eds.), Wornen in Their Speech C.ommitniñes: New Perspectives on Language and Sex, Londres, Longman,
1988, pp. 27-32. Las diferencias socioculturales explican también el funcionamiento del tabú lingüístico. El
tabú puede provocar diferencias entre las hablas masculinas y femeninas, pero, como señala López Morales,
«parecería excesivo pensar que todas las diferencias lectales entre sexos, sobre todo las halladas en comuni
dades urbanas modernas, sean debidas al sexo» {Sociolingüística, 2.'1 ed., Madrid, Gredos, 1993, p. 119).
24. Sociolinguistic Theory, Oxford, Blackwell, 1995, p. 102 y ss.
25. Chambers habla de movilidad para referirse al contacto con otros grupos dentro de la comunidad o
procedentes de otras comunidades y afirma que en las sociedades modernas industrializadas la mujer tiene
una mayor movilidad que el hombre: sale a trabajar fuera de su barrio, va a otras zonas de la ciudad a com
prar, tiene contactos con grupos sociales diferentes, mientras el hombre centra su vida alrededor del trabajo
y de su vecindario.
26. No tenemos en cuenta la variabilidad que es consecuencia de las diferencias fisiológicas entre hom
bres y mujeres y que afectan al ámbito de la fonética.
27. El ejemplo lo da Peter Trudgill en su libro Sociolinguistics (3.a ed. rev., Harmondsworth, Penguin,
1983, pp. 79-80). Según un informe del siglo xvn, los nativos salvajes de Dominica explican que este circuns-
40 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
absolutam ente secundaria, pasando por los m uchos estudios que descubren diferen
cias cuantitativas, aunque tam bién cualitativas, en los niveles fonético y gram atical.
L a experiencia nos confirm a que las disparidades son m ayores en aquellos rasgos lin
güísticos de los que los hablantes tienen una m ayor conciencia, esto es, en las carac
terísticas que p ueden convertirse con más facilidad en m arcas o sím bolos sociales.
E sta circunstancia se da con claridad en el léxico y en la pragm ática; por eso suelen
ap o rtar m uchos, variados y valiosos m ateriales las investigaciones léxicas, los análisis
de la conversación o los estudios sobre tratam ientos y recursos coloquiales.28
tanda se debió a que los caribes invadieron la isla arahuacohablante, mataron a todos los hombres y se unie
ron a las mujeres para repoblarla. El mismo informe del xvu habla simplemente de expresiones que son pro
pias de hombres y de frases o palabras que los hombres nunca dirían, pero no se hace referencia al uso de
lenguas diferentes.
28. Podrían añadirse los interesantísimos estudios sobre el lenguaje no verbal.
29. Véanse las referencias a Rousselot, Gauchat o Millardet en La Dialectologie de S. Pop (ob. cit.) y
en la Lingüística románica. Evolución, corrientes, métodos de I. Iordan, Madrid, Alcalá, 1967.
30. P. Eckert, «Age as a Sociolinguistic Variable», en F. Coulmas (ed.), The Handbook o f Sociolinguis-
tics^ob. cit., pp. 151-167.
«
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 41
E n tre las etapas del desarrollo lingüístico, tal vez la m ás im portante sea la que
co rresponde a la adquisición del dialecto y del sociolecto, la lengua del grupo social
al q ue p erten ece el hablante. W illiam L abov llegó a p roponer en 1964, con resultado
polém ico, una división periódica de seis fases para la adquisición del inglés llam ado
«estándar», incluidas todas sus variedades regionales, sociales y estilísticas.31 E se p ro
ceso de adquisición es in terp retad o por L abov com o un proceso de aculturación o de
alejam iento de los usos adquiridos en la adolescencia y una adecuación al m odelo p re
dom inante en tre los m iem bros adultos de la com unidad. Las etapas del proceso de
adquisición son las siguientes:
r
1) A dquisición de la gram ática básica, en la prim era infancia.
2) A dquisición del vernáculo, entre los 5 y los 12 años.
¡ 3) D esarrollo de la percepción social, entre los 14 y los 15 años.
4) D esarrollo de la variación estilística, a partir de los 14 años aproxim ada
m ente.
¡ 5) M antenim iento de un uso «estándar» coherente, en la prim era etapa adulta.
6) A dquisición de todos los recursos lingüísticos; se produce en las personas
educadas y especialm ente preocupadas por el uso de la lengua.
La p rim era fase se cum ple bajo la influencia directa de los padres, especialm en
te de la m adre, y de la fam ilia m ás cercana; la segunda acusa la influencia de los am i
gos y com pañeros de estudios; la tercera supone la influencia de hablantes adultos;
la cu arta requ iere contactos sociales de distinta naturaleza (familia, com pañeros, ve
cinos).
Si bien es cierto que L abov explica el proceso de adquisición a partir de datos
recogidos en la ciudad de N ueva Y ork, tam bién lo es que pocas veces se h a ofrecido
resistencia — e incluimos al pro p io Labov— a la tentación de unlversalizar las fam o
sas seis etapas. E s aquí donde surgen las contraargum entaciones y los problem as, has
ta tal p u n to que puede decirse que las propuestas de L abov h an servido principal y
casi exclusivam ente com o m arco de referencia para un debate que aún no está ce
rrado: R om aine critica la inconveniencia de oponer jóvenes a adultos sin valorar las
diferencias sociales que pueda h ab er entre unos jóvenes y otro s;32 C ham bers llam a la
atención sobre la im posibilidad de distinguir entre lo que Labov llam a «gram ática b á
sica» y «vernáculo»; la mism a R om aine33 y especialistas com o R e id ,34 W olfram 35 o
31. «Stages in the acquisition of standard English», en R. Shuy (ed.), Social Dialects and Language
Learning, Champaign, 111., National Council of Teachers of English, 1964, pp. 77-103.
32. S. Romaine, The Language o f Children and Adolescents: The Acquisition o f Communicative Com-
petence, Oxford, Blackwell, 1984, p. 85 y ss.
33. S. Romaine, The Language o f Children and Adolescent,. ob.cit. p. 99 y ss. Sobre la variación estilís
tica en los niños, véanse E. S. Andersen, Speaking with Style: The Sociolinguistic Skills o f Children, Londres,
Routledge, 1990; C. B. Cazden, «The situation: a neglected source of social class differences in language use»,
Journal o f Social Issues, 26 (1970), pp. 35-60; «Situational variation in children’s language revisited», en D. Bi-
ber y E. Finegan (eds.), Sociolinguistic Perspectives on Registe r, Oxford, Oxford University Press, 1994,
pp. 277-293..
34. «Social and stylistic variation in the speech of children: some evidence from Edinburgh», en P. Trud
gill (ed.), Sociolinguistic Patterns o f British English, Londres, E. Arnold, 1978, pp. 158-171.
35. «Structural variability in -phonological development: final nasals in Vernacular Black English»,
en R. Fasold y D. Schiffrin (eds.), Language Change and Variation, Amsterdam, J. Benjamins, 1989, pp. 310-
332.
42 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
R o b erts36 advierten, con datos en la m ano, que es posible encontrar diferencias dia
lectales, estilísticas, de clase social o de sexo en niños de tres, seis, ocho, diez o doce
años y que, p o r lo tanto, la adquisición de una variedad lingüística, si bien viene d e
term in ad a p o r factores biológicos, tam bién lo está, y en m odo notable, p o r factores
sociales.37
Estos argum entos nos llevan al com entario de una cuestión im portante en el ám
bito de la sociolingüística: ¿qué edad m ínim a han de tener los hablantes para poder ser
objeto de un estudio sociolingüístico? La cuestión, estrecham ente ligada al núm ero de
generaciones que se m anejan en este tipo de trabajos, ha recibido soluciones diversas:
P. B entivoglio y M. Sedaño, en Caracas, entrevistan a inform antes que tienen m ás de
14 años;38 M. E txebarría, en Bilbao, estudia hablantes m ayores de 15 años; O. A lba,
en Santiago de los Caballeros, y G. Perissinotto, en México, m anejan inform antes que
tienen 16 años o m ás;39 H. U eda, para su estudio del léxico del español, recoge datos
de hablantes m ayores de 18 años;40 H. López M orales, en San Juan de P uerto Rico,
J. A . Sam per, en Las Palm as de G ran Canaria, F. M artínez, en Burgos, y otros m uchos
trabajan con personas m ayores de 20 años; en el «Proyecto para el estudio coordina
do de la norm a lingüística culta» se utilizan inform antes m ayores de 25 años 41
Sea com o sea, la sociolingüística no suele considerar conveniente la recogida de
datos de hablantes m enores de 14 o 15 años para el estudio de grandes núcleos u r
banos, al m enos m ientras no esté suficientem ente claro cóm o y cuándo se llega a la
m adurez en el uso social de la lengua 42 Si lo que se pretende es estudiar los cam bios
lingüísticos en tiem po aparente, se recom ienda el estudio de hablantes desde los
8 años de edad (véase el capítulo 5).43
U n a vez advertidos los inconvenientes de la propuesta que hizo Labov en 1964,
hay que llam ar la atención sobre otras explicaciones o interpretaciones. C o m en tare
m os brevem ente dos: una del propio L abov;44 la otra de Cham bers. W illiam Labov,
36. P. A. Roberts y W. Labov lo han comprobado con niños de tres años. Véase P. Eckert, «Age as a
Sociolinguistic Variable», art. cit.
37. P. Kerswill ha elaborado una escala de dificultad en la adquisición de características lingüísticas
indicando a qué edad suele darse. Algunos de los estadios de esa escala, de mayor a menor dificultad de
adquisición, serían los siguientes: reglas fonológicas léxicamente impredecibles (3 años; máxima dificultad);
nuevas oposiciones fonológicas (3-13 años); cambios gramaticales (8 años); sistemas prosódicos (12-15 años),
nuevas clases morfológicas (adolescencia); difusión léxica de cambios fonológicos; préstamos (mínima dificul
tad). Véase P. Kerswill, «Children, adolescents, and language change», Language Variation and Change, 8
(1996), pp. 177-202.
38. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», Boletín de
Lingüística, 8 (1993), pp. 3-36.
39. Esta es la edad mínima con la que se trabaja en las encuestas sociolingüísticas del Atlas lingüístico
(y etnográfico) de Castilla - La Mancha. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Sociolingüística
en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.), ob. cit., pp. 139-149.
40. No es un estudio propiamente sociolingüístico, pero tiene en cuenta las variables sexo y edad. Pro
yecto Varilex (Variación léxica del español en el mundo). Tokio.
41. No se olvide que se trata de hablantes cultos de español. Véase J. Lope Blanch, El estudio del es
pañol hablado culto. Historia de un proyecto, México, UNAM, 1986, p. 26 y ss.
42. Evidentemente, en los estudios en los que, además de lo sociolingüístico, preocupan aspectos psico-
sociales o psicológicos de maduración, desarrollo, etc., se trabaja con hablantes de edades menores. La dia
lectología, por su parte, trabaja normalmente con la generación en la que teóricamente se da una mayor es
tabilidad: entre 40 y 60 años. Véase S. Pop, La dialectologie, ob. cit., p. 1161.
43. Véase W. Labov, Principios del cambio lingüístico. I, Madrid, Gredos, 1996, p. 104.
44. «Hypercorrection as a Factor in Linguistic Change», en W. Bright, Sociolinguistics, La Haya, Mou
ton, 1966. Incluido como capítulo en Modelos sociolingüísticos, ob. cit., pp. 167-188.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 43
esta vez en 1966, ofrece una explicación centrada en la adquisición de una «serie de
norm as de habla» de la com unidad y no tanto en la adquisición de una variedad lin
güística d eterm in ad a.45 Según Labov, la prim era experiencia lingüística de los niños,
en tre los 2 y los 3 años, está dom inada p o r el ejem plo de los padres; entre los 4 y los
13 años, el m odelo de habla está dom inado y regulado p o r los grupos de preadoles-
centes en tre los que los individuos se m ueven: se supone que en este período se fijan
los patro n es autom áticos de producción lingüística; durante la adolescencia, el h a
blante com ienza a adquirir un conjunto de norm as evaluadoras, hasta que a los 17 o
18 años llega a ser consciente de la significación social de su propio m odo de hablar
y del de los dem ás, así com o de los usos prestigiosos. La adquisición de las form as
prestigiosas es tardía, m ucho m ás en los grupos sociales con m enor instrucción; de ahí
que sea posible en co n trar hablantes de en tre 30 o 40 años de edad que aún intentan
re o rie n ta r su estilo m ás cuidadoso — y su concepto de la norm a de prestigio— hacia
m odelos cercanos a lo norm ativo.
P o r su lado, J. K. C ham bers p a rte del hecho de que las variables lingüísticas y
la alternancia de estilos se d esarrollan co njuntam ente con la fonología y la sintaxis
desde el com ienzo del proceso adquisitivo y pro p o n e la existencia de tres períodos
form ativos en la adquisición de los sociolectos: en prim er lugar, la infancia, d u ran te
la cual se d esarrolla la lengua bajo la influencia de la familia y los am igos;46 en se
gundo lugar, la adolescencia, en la que los usos lingüísticos se llevan m ás allá de los
lím ites establecidos p o r la generación anterior, con gran influencia de los individuos
que form an p a rte de la m ism a re d social: aquí se hace uso, por ejem plo, de un léxi
co de jerg a o argot que ayuda a m arcar distancias con las generaciones adultas; en
te rc e r lugar, la edad adulta jo v e n , que tiende a hacer un m ayor uso de la variedad
no rm ativ a («estándar»), al m enos en aquellos contextos y ocupaciones en que el m a
n ejo de la lengua es especialm ente im portante, a la vez que se pro cu ra fijar una v a
ried ad sociolingüística de acuerd o con ciertas aspiraciones y preferencias sociales.47
D espués de esa tercera etap a, se supone que los hablantes estabilizan sus socio
lectos.
L a división de edades que propone C ham bers y los com entarios que hem os
hecho sobre la edad m ínim a de los inform antes nos llevan a hablar de las divisiones
generacionales que se suelen practicar en la investigación sociolingüística: co n creta
m ente, ¿cuántos grupos generacionales pueden distinguirse en una com unidad y d ó n
de han de situarse los límites en tre ellos? A unque es evidente que el núm ero de ge
neraciones y sus límites han de decidirse en función de los objetivos de cada estudio
sociolingüístico, no es frecuente que se trabaje con m enos de tres grupos generacio
nales ni con m ás de cuatro, p o r m ás que los sociólogos trabajen a m enudo con seis o
48. Sobre las técnicas de investigación más propias de los sociólogos, véase M. García Ferrando, J. Ibá-
ñez y F. Alvira (comp.), El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación, 2.a ed., Madrid,
Alianza, 1989.
49. Para García de Diego, en las generaciones jóvenes se dan usos más innovadores y en las viejas usos
más conservadores. Véase Lingüística general y española, Madrid, Gredos, 1951, p. 303 y ss.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 45
N o podem os d ar por concluido este apartado sobre la variable «edad» sin aludir
b revem ente a una de sus principales im plicaciones, el cam bio lingüístico, aunque este
asunto será tra ta d o m ás d etenidam ente en otro capítulo. La sociolingüística ha cons
tatad o , a p artir del com portam iento lingüístico de los grupos generacionales de una
com unidad, cóm o se producen los cambios lingüísticos en curso: el cam bio lingüísti
co, especialm ente el fonético, es un proceso regular que se puede observar entre ge
neraciones sucesivas.50 E l desarrollo del cam bio, observado en un m om ento determ i
n ad o y en hablantes de generaciones distintas, ofrece una im agen dinám ica en «tiem
po aparente» que perm ite proyectar cóm o será ese cam bio en el futuro, conform e
vaya transcurriendo el «tiem po real».
50. Véase el importante trabajo de U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical foundations for a
theory of language change», en W. P. Lehmann e Y. Malkiel (eds.), Directions fo r Hisrorical Linguistícs, Aus-
tin, University of Texas Press, 1968, pp. 95-187.
51. En la bibliografía sociológica, se distingue entre los conceptos de «clase» y de «estrato»: el «estrato
social» se aprecia de modo subjetivo, está configurado de forma pluridimensional y se basa en el prestigio so-
46 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
com o el conjunto de actividades realizadas de form a más o m enos regular com o fuen
te principal de ingresos económ icos; la clase es una dim ensión relacionada con los in
gresos, considerados com o un m edio de conseguir objetos; el estatus es una dim ensión
social referida a la obtención de respeto; el p o der se define com o la capacidad de re
alizar la voluntad propia, aun p o r encim a de la voluntad de los demás.
E n general, las propuestas que definen las clases haciendo concurrir varios fac
tores o dim ensiones — enfoque m ultidim ensional— consideran que no hay lím ites cla
ros en tre estratos y que éstos no son más que categorías ordenadas a lo largo de un
contin u u m , de m odo que los conflictos entre clases quedan reducidos a su m ínim a ex
presión teórica. Según A bercrom bie, H ill y T u m e r,52 la división de la población en
tres clases — obrera, interm edia y alta— responde a un m odelo convencional socioló
gico de la estructura británica de clases: los trabajadores m anufactureros se sitúan en
la clase ob rera, los trabajadores de bajo nivel que no son m anufactureros (oficinistas,
técnicos) se sitúan en la clase m edia y los gerentes adm inistradores y profesionales,
en la clase alta .53
L a sociolingüística norteam ericana m oderna, fraguada alrededor de los años se
senta, ha basado su visión de la sociedad en las teorías de la estratificación que su r
gieron en N orteam érica y el R eino U nido después de la Segunda G u erra M undial.
E stas teorías o peran con varios indicadores que se com binan para distinguir varias
clases: los individuos q uedan clasificados a lo largo de una escala social graduada,
atendiendo a atributos individuales com o la educación, los ingresos o la ocupación,
en tre otros. D esde esta perspectiva, los conflictos sociales quedan m inim izados, al
concebir la sociedad com o un ente unitario en el que los individuos com parten unos
valores y unas mismas norm as de conducta y de prestigio.54
W illiam Labov, principal responsable de la difusión entre los sociolingüistas de
este m odelo de estratificación social, utilizó en su estudio The Social Stratification o f
English in N ew Y ork City la división de clases propuesta p o r J. M ichael en 1962.55 Se
tra ta de una escala lineal de clasificación social — o más bien del estatus social— b a
sada en un índice socioeconóm ico de 10 puntos que com bina tres elem entos: el nivel
de instrucción, la ocupación y los ingresos familiares-, cada dim ensión queda dividida
en cuatro grados o posibilidades (0 ,1 , 2 y 3). A los hablantes se les asigna una p u n
tuación p o r cada una de las tres dim ensiones, de m odo que pueden recibir un m áxi
m o de 9 puntos (3 + 3 + 3) y un m ínim o de 0. P osteriorm ente los hablantes quedan
agrupados en las siguientes categorías o clases: clase baja (0-1), clase trabajadora
(2-5), clase media-baja (6-8) y clase media-alta (9).
A ctu alm en te contam os con m ucha más experiencia en el uso de índices de es-
cial; la «clase social» se aprecia de modo objetivo y está configurada fundamentalmente por el factor econó
mico. Véase J. F. Tezanos, La explicación sociológica: una introducción a la sociología, 2.'1ed., Madrid, UNED,
1996, pp. 194-222.
52. Diccionario de sociología, Madrid, Cátedra, 1986.
53. Una de las críticas que ha recibido este modelo es que está basado exclusivamente en los hombres
e ignora por completo a las mujeres, cuya situación laboral no se ajusta al patrón expuesto. El androcentris-
mo es un rasgo común a muchas propuestas sociológicas.
54. Véase G. Guy, «Language and Social Class», en F. J. Newmeyer, Language: The Socio-cultural Con-
text, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, p. 41 y ss. Sobre
el concepto de prestigio, véase F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, ob. cit., pp. 173-200.
55. «The construction of the social class index», Codebook fo r the Mobilization fo r Youth, Nueva York,
Mobilization for Youth.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 47
tratificación social. P eter Trudgill trabajó en Norwich (R eino U nido) con un índice
form ado por seis indicadores (ocupación, nivel de instrucción, ingresos, tipo de vi
vienda, localidad, ocupación del p adre) que lo llevaron a distinguir cinco clases: clase
trabajadora baja, clase trabajadora media, clase trabajadora alta, clase m edia baja y
clase m edia m edia.56 P o r su p arte, Shuy, W olfram y Riley distinguieron cuatro clases
sociales en D etro it (E stados U nidos): clase trabajadora baja, clase trabajadora alta,
clase m edia baja y clase m edia a lta 51 E n algunos estudios tam bién se ha m anejado,
com o expresión del nivel sociocultural, el barrio de residencia de los hablantes, p u es
to que hay barrios o zonas urbanas en las que sólo pueden instalarse individuos con
cierto estatus y nivel de vida.58
E n el m undo hispánico, H. L ópez M orales ha trabajado con la variable «nivel so
ciocultural» en su estudio de San Ju an de P uerto R ico.59 A quí, el nivel se considera
com o una variable de post-estratificación, es decir, com o una variable que no se tie
ne en cuenta para p rep arar la m uestra, aunque sí a la hora de realizar los análisis so
ciolingüísticos: se distinguen cuatro niveles (bajo, medio-bajo, m edio, m edio-alto) para
los que se com binan tres p arám etros (escolaridad, profesión e ingresos). E n el estu
dio sociolingüístico del español de Caracas, Bentivoglio y Sedaño han m anejado sie
te factores que perm iten distinguir cinco niveles socioeconóm icos. Los factores son
éstos: ocupación del hablante, ocupación del padre, ocupación de la madre, grado de
instrucción, condiciones de alojamiento, ingresos totales e ingreso prom edio fam iliar,
los niveles distinguidos son los siguientes: bajo, m edio bajo, m edio, m edio alto y alto.60
C om o se p uede com probar, m uchas investigaciones sociolingüísticas utilizan los té r
m inos nivel sociocultural o nivel socioeconóm ico para referirse a lo que en otras se
llam a clase.61
Las razones de que la sociolingüística venga trabajando ininterrum pidam ente
d esde los años sesenta con un m odelo m ultidim ensional de estratificación social son
fáciles de com prender. Por un lado, el m odelo guió las prim eras y más influyentes m o
nografías sociolingüísticas, especialm ente las de W. Labov; por otro, en m uchas co
m unidades existe una clara conciencia de que existe «algo» que clasifica y distingue a
los individuos p o r estratos: los hablantes se sienten m iem bros de una clase, no siem
p re satisfechos, y se consideran capaces de clasificar socialm ente a otros hablantes.
La sociolingüística ha visto las propuestas m ultidim ensionales com o una form a
suficientem ente válida de descubrir diferencias relativas entre individuos, po rq u e es
una realidad evidente que ciertos usos lingüísticos son m ás característicos de unos
grupos (clases, niveles) que de otros y que las diferencias sociolingüísticas aum entan
conform e crece la distancia social en tre los m iem bros de una com unidad. A dem ás, es
56. The social differentiation o f English in Norwich, Cambridge, Cambridge University Press, 1974.
57. Field techniques in an urban language siudy, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1968.
58. En las encuestas sociolingüísticas de las capitales de provincia del Atlas lingüístico (y etnográfico) de
Castilla - La Mancha se tiene en cuenta el barrio en que residen los informantes, si bien se hace así, no al pre
parar la muestra, sino al seleccionar a los informantes. En muchas ciudades hispánicas, los barrios muestran
importantes diferencias según la procedencia de sus habitantes (véase más adelante).
59. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983, pp. 27-29.
60. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit.,
pp. 8-12.
61. La obra pionera de la sociolingüística española se titula precisamente Niveles socioculturales en el
habla de Las Palmas de Gran Canaria. El libro es de Manuel Alvar (Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular,
1972).
48 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Clase alta:
Variación regional
palm ario que la distribución social de los usos lingüísticos funciona com o factor deci
sivo en el desarrollo y la expansión de los cam bios lingüísticos, coordinada frecuen
tem en te con otras variables sociales, com o la «edad» o el «sexo».62 A l conjunto de ca
racterísticas lingüísticas propias de un grupo, estrato o clase se le da en sociolingüís
tica el nom bre de sociolecto.
D en tro de la especialidad, los sociolectos han sido puestos en relación directa y
estrecha con la variedades dialectales: dialecto y sociolecto son dim ensiones de la len
gua que sólo p ueden en tenderse cuando se conciben com o p arte de un todo indiso
luble. T an to en E stados U nidos com o en el R eino U nido — tam bién en otros luga
res— , la variación sociolingüística y variación geolingüística se im brican d entro de
una m ism a com unidad de habla para dar form a al entram ado de la variación lingüís
tica. La m an era de rep resen tar esta profunda interdependencia de lo geolingüístico y
lo sociolingüístico en las com unidades anglosajonas ha sido la pirám ide que incluyó
Trudgill, en 1974, en su conocida o bra Sociolinguistics: A n Introduction to Language
and Society (figura 2.1).63 La pirám ide se in terpreta así: entre los hablantes de clase
baja, donde se localiza un uso poco prestigioso del inglés, se recogen m uestras de las
diferentes variedades regionales de un territorio, m ientras que en la clase alta está ge
neralizado el em pleo de la variedad del inglés llam ada «estándar», que varía m uy
poco en tre las com unidades de un m ism o país. Con otras palabras, cuanto más bajo
es el estrato social de los hablantes, más posibilidades hay de reconocer claram ente
su procedencia geolingüística; la identificación no se produce con facilidad cuando los
h ablantes perten ecen a las clases más elevadas.64
Sin em bargo, la situación rep resentada en la pirám ide de la variación social y d ia
lectal, si bien refleja lo que ocurre en la sociedad anglosajona, no responde a las
62. Véase W. Labov, «The ¡ntersection of sex and social class in the course of linguistic change», Lan
guage Variation and Change, 2 (1990), pp. 205-254.
63. Ob. cit., p. 41.
64. Según Trudgill, en el caso del «acento» el extremo superior de la pirámide seria un vértice que re
presentaría la «Received Pronunciaron», el acento más prestigioso del inglés británico, y que no ofrecería nin
guna posibilidad de variación geolingüística.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 49
65. Véase J. A. Villena Ponsoda, Fundamentos del pensamiento social sobre el lenguaje (Constitución y
crítica de la sociolingüística), Málaga, Agora, 1992.
66. Esta asignación se realiza mediante la multiplicación del índice o la puntuación que le corresponde
a un hablante, en relación con un factor, por un número determinado, que será mayor cuanto más importan
te se considere ese factor.
67. Por eso, en algunas investigaciones se prefiere trabajar con el nivel de instrucción, los ingresos o la
profesión como variables autónomas, independientes, y no como componentes de una variable abstracta,
como la clase.
68. Véase G. de Granda, «Observaciones metodológicas sobre la investigación sociolingüística en His
panoamérica», Lexis, XVIII (1994), pp. 197-210, publicado también en Panorama de la investigado lingüísti
ca a l'Estat espanyol. Actes del I Congrés de Lingüística General, Valencia, Universitat de Valencia, 1996,
pp. 83-91. Los modelos de organización social, por otro lado, se ven sometidos a fuertes cambios a lo largo
del tiempo. En la sociedad romana se distinguían unas clases que no han pervivido en los países románicos:
senatorial, ecuestre, plebeya, la de los peregrinos y la de los esclavos (véase A. Alvar Ezquerra, «Para una
sociolingüística del latín», Philologica hispaniensia in honorem Manuel Alvar, I, Madrid, Gredos, 1983,
pp. 57-68).
69. Véase L. Milroy, Language and Social Networks, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1987; Observing and
Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987, pp. 29-35. También S. Romaine, «A critical overview
of the methodology of urban British sociolinguistics», English World Wide, 1, 2 (1980), pp. 163-198.
50 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
M ercado lingüístico
70. Véase P. Bourdieu, ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos, Madrid, Akal,
1985; «Capital et marché linguistiques», Linguistische Berichte, 90 (1984), pp. 3-24. También L. Milroy, Lan
guage and Social Networks, ob. cit.
71. Véase «The Linguistic market and the Statistical Explanation of Variability», en D. Sankoff (ed.),
Linguistic Variation: Models and Methods, Nueva York, Academic Press, 1978, pp. 239-250.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 51
y lo m ism o ocurre con el uso del p ronom bre on para el sujeto de prim era persona del
plural.
A u nque es m ucho el interés de los estudios realizados a partir del concepto de
«m ercado», esta alternativa presenta algunos inconvenientes m etodológicos que no se
superan de form a sencilla: p o r ejem plo, resulta com plicado dem ostrar la objetividad
de los procedim ientos seguidos para asignar a cada hablante un índice de integración
en el m ercado lingüístico. La posible subjetividad en la redacción de las historias de la
vida socioeconóm ica de los hablantes, en la selección de los jueces y en los juicios em i
tidos p o r estos mism os aconsejan m anejar la variable «mercado» con sum a cautela.
R ed social
La medida usada en [...] Belfast para examinar la relación entre la variación lin
güística y la estructura de la red fue una escala de seis puntos que medía los índi
ces de los hablantes sobre cinco indicadores de multiplicidad y densidad (vecindad,
parentesco, trabajo en el mismo lugar que otros vecinos, trabajo en el mismo lugar
que otros vecinos del mismo sexo y amistad). Estos indicadores fueron interpreta
dos como requisitos que, si se cumplían, sugerían la existencia de una red personal
relativamente densa y múltiple. A cada individuo se le asignaba un punto por cada
requisito que cumplía, de tal forma que el grado de fuerza de la red era la suma de
los índices de los indicadores individuales.
La densidad de una red viene determ inada por el núm ero de m iem bros ,y, sobre ,,
todo, p o r las relaciones que se establecen entre-los m iem bros que la com ponen, de ^
m odo que puede h ab er redes densas o de densidad alta, en las que todos los m iem
bros m antienen algún tipo de relación con los dem ás, y redes de densidad baja, en las
que algunos m iem bros se relacionan con los dem ás y en las que otros no m antienen
ninguna relación en tre sí (figura 2.2).
C uando las relaciones entre los m iem bros de una red responden a vínculos de &
natu raleza diversa (am istad, vecindad, com pañerism o), se está antes redes m últiples; tfu
si esas relaciones se deben a un solo tipo de vínculo (por ejem plo, sólo la vecindad),
se h abla de redes de m ultiplicidad baja.
E n la investigación sociolingüística se ponen en relación las características de las
redes (densidad, m ultiplicidad, fuerza) y de sus m iem bros con las variables lingüísti-
52 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
A) B)
72. «Convergencia y divergencia dialectal en el continuo sociolingüístico andaluz: datos del vernáculo
urbano malagueño», Lingüística Española Actual (en prensa).
73. «Perspectivas y límites de la investigación sociolingüística contemporánea (Reflexiones programáti
cas a propósito del proyecto de investigación del sistema de variedades vernáculas malagueñas)», Estudios de
Lingüística, 5 (1988/1989), pp. 237-274.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 53
M odo de vida
L os rasgos ideológicos que caracterizarían estos m odos de vida serían «la fam i
lia» p ara el m odo 1, «el ocio» p ara el m odo 2 y «el trabajo» para el m odo 3. D ebe va
lorarse, no obstante, que el concepto de «m odo de vida» es fundam entalm ente es
tructural: los rasgos definidores de un grupo vienen dados por contraste con los de
los dem ás m odos. D esde o tro p unto de vista, las relaciones entre los tres m odos de
\
f
74. Estudio sociolingüístico de una red social de Alcalá de Henares, ob. cit.
75. Véanse T. H0jrup, «The concept of life-mode: a form-specifying mode of analysis applied to con-
temporary western Europe», Ethnologia Scandinavica, (1983), pp. 1-50; J. Milroy, Linguistic Variation and
Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp. 206-220.
76. Véase J. Milroy, ob. cit., pp. 206-220.
54 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜISTICA Y SOCIOLOGIA DEL LENGUAJE
Mantenimiento Predominio
de código lingüístico del código lingüístico
no legitimizado legitimizado
Modos de vida
í í
Macronivel de la estructura social, política
y económica
vida y las prácticas culturales asociadas a cada uno de ellos no tienen p o r qué ser
exactam ente iguales en todas las com unidades, p o r lo que, en un estudio contrastivo,
sería im portante describirlas con todo detalle.
A n tes se ha hecho referencia a la estrecha relación que existe entre los concep
tos de «red» y de «m odo de vida». La form a en que am bos se articulan queda refle
ja d a en el esquem a de la figura 2.3, elaborado p o r Jam es M ilroy.77
E l esquem a refleja una estructura de naturaleza sociolingüística que incluye un
m acronivel, correspondiente a la estructura social, política y económ ica, un nivel in
term edio, que correspondería a los m odos de vida, y un m icronivel, de redes sociales.
C uando estas redes suponen relaciones fuertes, favorecen el m antenim iento de unos
usos lingüísticos propios, aunque estén alejados del m odelo «legitimizado» o de p res
tigio; cuando las redes ofrecen relaciones débiles, favorecen los usos lingüísticos n o r
m ativos o de prestigio.
H em os de señalar, finalm ente, que la utilidad del concepto de «m odo de vida»
en sociolingüística aún debe ser dem ostrada, por m ás que esté llena de sugestivas p o
sibilidades. D en tro del m undo hispánico, se ha propuesto su utilización, de form a ex
p erim en tal y algo m arginal, en el «Proyecto para el estudio sociolingüístico del espa
ñol de E spaña y de A m érica» (P R E S E E A ) 78
79. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, ob. cit., p. 27.
56 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
gundo ciclo; tercer grado, nivel A; tercer grado, nivel B );80 Bentivoglio y Sedaño tra
bajan con nueve grados (analfabeto; p arte de la primaria; años de secundario / cursos
de capacitación; educación secundaria com pleta / carreras técnicas; m edio pregrado /
colegio técnico superior; pregrado universitario com pleto; m aestría; doctorado).81
A la vista de las distintas posibilidades que se ofrecen, extraem os com o prim era
consecuencia que la división de niveles ha de reflejar la realidad de cada com unidad
estudiada. A h o ra bien, si se m anejan niveles amplios y referencias educativas suscep
tibles de generalización (indicando, por ejem plo, años de escolaridad) resulta m ucho
m ás fácil la com paración y el encuentro de paralelism os entre com unidades diferentes.
A propósito de la adecuación a la realidad de la com unidad estudiada y de las
relaciones que la educación puede establecer con otros factores, Julio B orrego ha lle
vado a la práctica una experiencia singular y digna de com entario. M ás arriba se ha
hablad o de los profundos vínculos que existen entre nivel de instrucción, profesión,
clase, estatus y poder; pues bien, todo ello refleja m odos de vida que tienen diferen
tes m anifestaciones: m ayores o m enores posibilidades de viajar, m ayor o m enor con
tacto con personas de com unidades diferentes, m ayor o m enor contacto con los m e
dios de com unicación social. A la h ora de p rep arar la m uestra para el estudio de
V illadepera de Sayago (Z am ora, E spaña), B orrego pensó que, en relación con los
objetivos de su estudio, los factores «edad», «sexo», «grado de instrucción» y «viajes»
(cantidad y duración de los viajes realizados) podrían funcionar com o rasgos diferen-
ciadores. A h o ra bien, de hab er utilizado todas estas variables para su m uestreo, se h a
bría visto obligado a distinguir 32 tipos diferentes de sujetos en una com unidad em i
n en tem en te rural, m uy poco com pleja sociológicam ente.
80. Estudio sociolingüístico del español de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, La Caja de Cana
rias, 1990, pp. 33-35.
81. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit., p. 9.
82. Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Universidad de Salaman
ca, 1981, pp. 50-51.
83. Véase J. C. González Ferrero, La estratificación sociolingüística de un comunidad semiurbana: Toro
(Zamora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991. González* sin embargo no tiene en cuenta la variable
«contacto con la norma», sino que distingue ocupación, estudios y nivel socioeconómico, además del sexo y la
edad.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 57
84. Como experimentos afines al de Bernstein, en los que se intenta poner en relación, desde la psicso-
ciología, la clase social, la escolaridad y los usos lingüísticos, destacan los de Fries y los de Schatzman y Strauss
(véanse C. C. Fries, American English Grammar, Appleton, Century-Crofts, 1940; L. Schatzman y A. Strauss,
«Social class and modes of communication», American Journal o f Sociology, 60 (1955), pp. 329-338). Para una
introducción general a estos estudios, véase W. P. Robinson, Lenguaje y conducta social., México, Trillas,
1978.
nmmiiiMiimimimiiunnuiiuiimmn»»»"'
j Ȓu
de los niños. Tal código hará hincapié verbalm ente en lo com unitario, más que en
lo individual; en lo concreto, más que en lo abstracto; en la sustancia, más que en la
elaboración de procesos; en el aquí y ahora, más que en la exploración de motivos
e intenciones, y en form as de control social por la posición, más que personali
zadas.83
L a teo ría del déficit se preocupa por los niños de familias y de barrios económ i
cam ente pobres, cuyo uso de la lengua es claram ente deficiente o «deficitario», com
parad o con el uso de las clases medias. T eóricam ente los niños de clases trabajadoras
disponen de unos recursos lingüísticos y de unos instrum entos cognoscitivos lim ita
dos, que pued en ser una b arrera en la escuela y producir fracaso escolar, dado que
en ella se hace uso habitualm ente de un código elaborado. Com o ha señalado Fa-
sold,86 este hecho sugirió a algunos educadores en E stados U nidos la necesidad de re
ducir el fracaso escolar m ediante la im plantación de program as de apoyo o com pen
satorios destinados a niños de la clase trabajadora. A hora bien, adm itiendo que la es-
colarización contribuye a la adquisición o al dom inio del código elaborado, es justo
ad vertir que esto puede suponer, adem ás de la erradicación total del código restrin
gido, la alienación del individuo respecto de su grupo de procedencia y de su trad i
ción local.
P o r su p arte, el código elaborado, m enos predecible que el restringido, abre la
posibilidad de la individuación, p o r estar más o rientado hacia la persona com o tal que
hacia la posición del individuo den tro de un grupo. B ernstein afirm a lo siguiente:
Los rasgos lingüísticos que se asocian a uno u otro código, con diferencias p ri
m ordialm ente de orden cuantitativo, son los siguientes:
85. «A sociolinguistic approach to social-learning», en F. Williams (dir.), Language and Poverty, Chi
cago, Markham, 1970, p. 28. Fragmento traducido al español en W. P. Robinson, Lenguaje y conducta social,
ob. cit., p. 143.
86. The Sociolinguistics o f Language, ob. cit., pp. 269-270.
87. «Elaborated and restricted codes: their social origins and some consequences», en J. J. Gumperz y
D. Hymes (eds.), «The Ethnography of Communication», American Anthropologist, 66 (1964), pp. 99-116.
Trad. al español en B. Schlieben-Lange, Iniciación a la sociolingüística, Madrid, Gredos, 1977.
tfa f£< ■é>¿ C < í ' f e <^3 ^ C*CL#k,
f/íl.
¿4> 6) E m pleo poco frecuente de los pronom bres im personales com o sujetos de
( «I i 1 0#U f cláusulas condicionales.
fr V) U so frecuente de enunciados categóricos.
8)
-r-*'4*- ¿T
U so frecuente de enunciados/frases que indican petición de refuerzo de la se
C*t 7 ; . / I 6 cuencia de habla anterior: ¿No es así?, ¿Ves?, Ya sabes, etc.
/T<,)r l h & c k i f
9) N úm ero lim itado de vocablos; escasez de sinónimos.
c*J> ; T ransm isión im plícita de significados. r\fCAQJ : %ocyt^<
tA
A>J Vi
% _ p & T e * j4 . X fy
u Código elaborado (lenguaje form al) « . y &ct-X <U*
r> ?c1*c <-^
■ 1 ^ O rd en gram atical adecuado. ^
-W U so de una variada serie de conjunciones y cláusulas subordinadas.
3) U so frecuente de preposiciones que indican relaciones lógicas y de p reposi
ciones que d enotan contigüidad tem poral y espacial.
4) U so frecuente del p ronom bre personal yo.
> 5) Elección cuidada de adjetivos y adverbios.
r M *** 6
) O rganización adecuada de la información.
5*7* X í> 7) U so del lenguaje adecuado a una organización conceptual com pleja.
/i. fi‘t/
' ,v t
i 8
) N úm ero extenso de vocablos; m anejo adecuado de sinónimos.
9) T ransm isión explícita de significados.
('I
r E sta relación de rasgos lingüísticos nos indica que los usuarios de un código res
XlCU Jlff
tringido tienen im portantes lim itaciones en el ám bito de la gram ática, el léxico y la
pragm ática. Las características de cada código se reciben en un en torno cultural y lin
O.V
a*t
Vf •
güístico determ inado y se transm iten de una generación a otra, perp etu an d o unas
pautas lingüísticas, cognoscitivas y sociales.88
P ero la teo ría del déficit, desarrollada poco a poco, perfilada experim ento a ex
*1
ut jl* J perim ento, ha recibido críticas desde frentes m uy diversos, incluida la propia socio-
lingüística. P ara en ten d er adecuadam ente esas críticas no hay que olvidar que la teo
r1a C * J ría n o está hecha por lingüistas, ni para lingüistas ni con fines lingüísticos. Los repro- ,
ches po d rían resum irse en unos cuantos puntos. E n prim er lugar, algunos lingüistas jfSkJew*-
h an argüido que los usos deficitarios de la lengua no son tales sino, sim plem ente, for-
X-ii óÁiCO m as diferentes de usar esa lengua.89 Por otro lado, no han sido pocos los que h an lia- J
Ü* 4 m ado la atención sobre las deficiencias e im precisiones de los conceptos y análisis de
tjXM* PJÍJ B ernstein, dejando al m argen la im posibilidad de vincular la teoría del déficit a te o
ría lingüística alguna.90 P ara colm o de males, la teoría del déficit se relacionó, c re e
Si
mos que injustam ente, con las ideas de A rth u r Jensen, para quien la capacidad in
telectual de los niños negros era genéticam ente inferior a la de los niños blancos.91
iC # J
Uí&*íL * 'í¿< 88. Es importante tener en cuenta que el uso de códigos restringidos y elaborados se ha llegado a po
igt / . ta r ' ner en relación con el uso de la variedad baja y la variedad alta en una situación de diglosia (véase el capítu
lo 13) y con el uso de las variedades más o menos prestigiosas de una lengua. Véase R. Fasold, La sociolin
güística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996; P. Trudgill, Accent, dialect, and the School, Londres, E. Arnold,
1975, p. 93.
89. Véase S. Romaine, El lenguaje en la sociedad, Barcelona, Ariel, 1996, p. 233.
^ ....
\\^ 90. Véase H. López Morales, Sociolingüística, ob. cit., 1993.
i oí*'1 .,VJ 91. «How much can we boost IQ and scholastic achievement», Harvard Educational Review, 39 (1969),
v pp. 1-123.
60 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
E stas ideas provocaron la reacción inm ediata de muchos intelectuales, en tre ellos al
gunos sociolingüistas, que rep ercutieron negativam ente en la aceptación de las p ro
puestas de B ernstein.92
92. Véase J. Baugh, «Language a n d race: s o m e im p licatio n s for lin g u istic Science», en F. J. Newmeyer
(ed.), Language: The Socio-cultural Context, Linguistics: The Cambridge Survey, IV, Cambridge, Cambridge
University Press, 1988, pp. 64-74.
93. Lengua y sociedad, Barcelona, Planeta, 1976, p. 114.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 61
com o h a distinguido Sam per en Las Palmas: 1, obreros sin calificar; 2, obreros con
cualificación; 3, em pleados m edios; 4, pequeños em presarios autónom os; 5, m edianos
em presarios; 6, profesionales liberales; 7, altos directivos y grandes em presarios.94
Bentivoglio y Sedaño, sin em bargo, han distinguido cinco categorías, contando
tam bién con la opinión de especialistas en sociología: 1, buhoneros y vendedores am
bulantes, obreros no especializados urbanos, obreros cam pesinos, servicio dom éstico,
servicios n o especializados; 2, pequeños com erciantes, secretarios y oficinistas, o b re
ros especializados, artesanos, m ecánicos, vendedores en tiendas, cobradores, ayudan
tes técnicos, policías y guardias, soldados; 3, profesionales universitarios, personal d o
cente de educación m edia y prim aria, pequeños em presarios y productores, m andos
interm edios, técnicos, supervisores; 4, profesionales universitarios de libre ejercicio,
gerentes m edios del sector público y privado, m ilitares con graduación, m edianos em
presarios y productores, docentes universitarios; 5, altos funcionarios del p o d er eje
cutivo, legislativo y judicial, altos oficiales del ejército, grandes em presarios privados,
grandes hacendados, altos ejecutivos del sector público y privado.95
C uando las com unidades estudiadas no son grandes ciudades sino núcleos m ás
reducidos, las categorías tam bién h an de ceñirse a la realidad social. E n el estudio so
ciolingüístico de diversos actos de habla coloquiales realizado en Q uintanar de la O r
den (T oledo), distinguim os com o variantes de la variable «profesión», para hom bres
y m ujeres, las siguientes categorías: agricultores, com erciantes, albañiles, hosteleros,
o breras (fábrica), am as de casa y estudiantes.96
A l correlacionar las profesiones con hechos de naturaleza lingüística, se ha p odi
do ap reciar una preferencia p o r los usos m ás prestigiosos de las profesiones tam bién
m ás prestigiosas. A sim ism o, M anuel A lvar ha tenido oportunidad de analizar el ca
rácter arcaizante o innovador del habla de personas que desem peñan profesiones di
ferentes en una p eq u eñ a com unidad, R oque de las Bodegas, en las islas C anarias, y
h a llegado a conclusiones m uy interesantes. Las profesiones que se tienen en cuenta
son «cam pesino» y «pescador» y se relacionan con el contraste que se produce en tre
las hablas urbanas y las rurales:
E l habla del cam pesino es aquí más innovadora que la del pescador, p ero no ta n
to po r el arcaísm o de ésta, sino por cierta resistencia a los neologism os rurales que
en aquél se dan. D e este m odo se deduce que el habla del lab rad o r acepta
— o crea— m odificaciones que podríam os llam ar no urbanas, que serán rechazadas
en la capital po r su rusticidad, m ientras que el m arinero, no arcaizante p o r sí m is
m o, viene a serlo en el cotejo: para él tiene un im perativo m ayor la n o rm a ciuda
dana y ofrece, en las relaciones de su habla, un estado más concorde con la n o r
m alidad general.97
94. Estudio sociolingüístico del español de Las Palmas de Gran Canaria, ob. cit., pp. 40-41. J. A. Moya
y E. J. García Wiedemann tienen en cuenta la profesión como componente del nivel sociocultural. En su tra
bajo reducen las siete categorías que maneja Samper a tres (El habla de Granada y sus barrios, Granada, Uni
versidad de Granada, 1995, pp. 51-52).
95. «Investigación sociolingüística: sus métodos aplicados a una experiencia venezolana», art. cit.,
pp. 8-9.
96. Véase F. Moreno Fernández, «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», Español A c
tual, 51 (1989), pp. 5-51.
97. Lengua y sociedad, ob. cit., pp. 76-77.
62 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
98. Véase S. M. Bortoni, «A migragao rural-urbana no Brasil: urna análise sociolingüística», en F. Ta-
rallo (org.), Fotografías sociolingüísticas, Campiñas, Pontes, 1989, pp. 167-179.
99. Niveles socioculturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria, ob. cit., p. 185.
100. Sobre la influencia de las ciudades en el habla de las comunidades rurales se viene escribiendo des
de hace muchos años. Véase K. Jaberg, Die Sprachgeographie, Aarau, 1905, pp. 8-9; A. Dauzat, La géogra-
phie Unguistique, París, Flammarion, 1922, pp. 191-216.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 63
101. ¡nterplay o f social and linguistic factors in Panama (tesis doctoral inédita), Ithaca, Cornell Univer
sity, 1973.
102. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, ob. cit., pp. 137-143 y 147-153.
103. Véase F. Gregersen e I. L. Pedersen (eds.), The Copenhagen Studv in Urban Sociolinguistics, Co
penhague, Reitzels Forlag, 1991.
104. N. Dittmar y P. Schlobinski (eds.), The Sociolinguistics o f Urban Vernaculars. Case Studies and their
Evahiation, Berlín, De Gruyter, 1988.
105. Véase el estudio de Pedro Martín Butragueño sobre el barrio madrileño de Gctafc (Desarrollos so-
ciolingiiísticos en una comunidad de habla, tesis doctoral inédita, Madrid, Universidad Complutense, 1991).
CeC-eo /9 /
seseo ha resistido en las zonas en que se ha m antenido una estructura sociológica tra
dicional. E l ceceo prácticam ente ha desaparecido, víctima de su desprestigio y de su
vinculación a las hablas ru rales.106
Raza y etnia
A sí pues, la raza no es factor que condicione per se el habla de una com unidad.
E stos argum entos contrastan con las tesis de Jensen, que sostenían que las diferen
cias lingüísticas en tre blancos y negros están unidas a diferencias genéticas en la ca
pacidad intelectual de unos y o tro s.108 Para López M orales, si existen diferencias de
nivel sociocultural, éstas suelen ser de carácter cuantitativo, especialm ente cuando se
d an en ciudades dinám icas, con posibilidades de m ovilidad social p ara todos sus
m iem bros, sean de la raza o la etnia que sean.
E n el caso de la inm igración, es habitual que los inm igrantes, al usar la lengua o
variedad de la nueva com unidad, acusen la presencia de transferencias lingüísticas
desde la lengua m aterna: cuando se producen m ovim ientos de población, se da lugar
a la aparición de fenóm enos de sustrato, que consisten en la pervivencia de rasgos de
la lengua de la etnia de origen. P o r lo general, los inm igrantes intentan hacer un uso
adecuado, desde un prim er m om ento, de aquellos rasgos lingüísticos que son social
m ente significativos en la nueva com unidad, m ientras que los rasgos que son irrele
vantes desde un pun to de vista social se adquieren más tarde o incluso es posible que
nunca lleguen a adquirirse. La variación en la lengua de este tipo de hablantes está
106. Véase J. A. Moya y E. J. García Wiedemann, El habla de Granada y sus barrios, ob. cit., pp. 230-
232.
107. Sociolingüística, ob. cit., p. 134.
108. Otros autores prefieren hablar de diferencias de mentalidad: mentalidad oral (en negros) frente a
mentalidad «albabetizada» (en blancos). Véase la alusión a las teorías de Thomas J. Farrell en J. Baugh, «Lan
guage and race: some implications for linguistic science», en F. J. Newmeyer, Language: The Socio-cultural
Context, Linguistics: The Cambridge Survev, IV, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, pp. 67-71.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 65
109. Véase G. Barrios, «Marcadores lingüísticos de etnicidad», International Journal o f the Sociology o f
Language, 117 (1996), pp. 81-98. Este estudio presenta las características lingüísticas de los inmigrantes italia
nos en Montevideo (Uruguay).
110. Véase A. Galmés de Fuentes, «Mozárabe», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica.
El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 97-110.
111. Véase A. Galmés de Fuentes, «La lengua de los moriscos», en M. Alvar (dir.), Manual de dialec
tología hispánica. El español de España, ob. cit., pp. 111-118.
112. Véase M. Alvar, «A vueltas con el seseo y el ceceo», Norma lingüística sevillana y español de A m é
rica, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1990, p. 56.
66 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
en el n o rte de Á frica. Su habla, aún viva, ha sido y sigue siendo después de cinco si
glos elem ento caracterizador de este grupo, tanto si ha convivido con cristianos com o
si ha pervivido en tre m usulm anes.113
Los gitanos, por su parte, form an un pueblo disem inado por m uchos países del
m undo — u na com unidad «no te rrito rial»— 114 que ha conservado d u ran te siglos su
propia estructura social y unos m odos de expresión característicos. E l habla gitana,
en su conjunto, recibe el nom bre de r o m a n ó y es una variedad lingüística in d o eu ro
pea, convertida en seña de identidad, cuyas características y usos son m uy irregulares
en tre los diferentes grupos de gitanos. Por lo general, los gitanos se desenvuelven en
la lengua de su entorno, de la sociedad en la que viven, e incorporan, en m ayor o
en m en o r m edida, elem entos léxicos, fraseológicos y textuales recibidos de su propia
tradición, una tradición cuyos hilos más largos llegan al sánscrito. T am bién hay g ru
pos gitanos, no obstante, en los que se conserva el r o m a n ó com o vehículo de com u
nicación interna.
E l habla gitana de E spaña, llam ada c a ló , se ha perdido en la práctica: tan sólo se
conservan, de form a desigual, algunas voces y giros, a m enudo deform ados, que sal
pican el español hablado p o r los gitanos: c a m e la r ‘seducir, engañar’, c h o r o ‘lad ró n ’,
g a c h í ‘m u jer’, p iltr a ‘cam a’, c h a m u y a r ‘h ab lar’. E l gran núm ero de gitanos residentes
en la región m eridional de la península ibérica, la im portancia de lo gitano en el fla
m enco y el m ás extendido de los tópicos han hecho que se asocie estrecham ente el
habla gitana a las hablas andaluzas más particulares, pero debe tenerse en cuenta que,
aunque esta asociación exista, no es la única realidad posible: hay gitanos andaluces,
de habla andaluza, que utilizan pocos térm inos del caló, y otros que utilizan m uchos
— a veces se producen diferencias sociolingüísticas notables— , com o hay gitanos cas
tellanos o de otras regiones que no son hablantes de m odalidades andaluzas y que
echan m ano de elem entos del caló con distinto grado de intensidad. H ay que valorar
tam bién que el caló ha sido el m odo de expresión de una etnia históricam ente ap a r
tad a y perseguida, y que ha estado en contacto con jergas m arginales — la de los d e
lincuentes, p o r ejem plo— con las que ha intercam biado num erosos elem entos léxicos
que, en algunos casos, h an llegado a pasar a la lengua general.
P o r últim o, la m arginación y la discrim inación racial han provocado la aparición
de unas m odalidades lingüísticas, de origen discutido, que han caracterizado a la p o
blación negra llevada a A m érica en esclavitud desde Á frica, m ayoritariam ente por
portugueses y holandeses. Las m odalidades lingüísticas a las que nos referim os son
los llam ados criollos-, puede servir com o ejem plo el p a l e n q u e r o , el habla del Palenque
de San Basilio, en Colom bia. Los palenques am ericanos eran lugares creados p o r es
clavos negros que conseguían em anciparse y que decidían ocultarse en lugares donde
p odían m an ten er algunas características de su cultura original.
E l p alenquero de Colom bia, si bien tiene una fonética hispánica, en la que se dan
los m ism os fenóm enos que en otros lugares hispánicos, posee rasgos gram aticales
113. Véase M. Sala, «El judeo-español balcánico», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispáni
ca. El español de España, ob. cit., pp. 360-367; M. Alvar. «El judeo-español de Marruecos», en M. Alvar (dir.),
Manual de dialectología hispánica. El español de España, ob. cit., pp. 368-377.
114. Véase C. de Azevedo Maia, «Minorías lingüísticas e sociolingüística», Revista Portuguesa de Filo-
logia, XX (1992-1995), pp. 9-35. Sobre los gitanos específicamente, véase M. Courthiade, «La langue romani
(tsigane): évolution, standardisation, unification, réforme», en I. Fodor y C. Hagége (dir.), La réforme des lan-
gues. Histoire et avenir, vol. IV, Hamburgo, Helmut Buske, 1989, pp. 107-109.
«
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 67
115. «El palenquero», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de España, ob.
cit., pp. 146-151.
68 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
F ig . 2.4.
poco susceptibles de m anipulación (sobre todo fonéticos) y con elem entos sociales
m uy susceptibles de m anipulación individual (la conducta social), lo que en ciertos
m om entos pu ed e h a b e r com plicado el análisis y la interpretación de la realidad so
ciolingüística.117 P o r nuestra p arte, aunque creem os que la sociolingüística tam bién h a
utilizado conceptos sociales que escapan de la capacidad de m anipulación del indivi
duo (p o r ejem plo, la noción de clase), estam os de acuerdo con V an de C raen cuando
afirm a que las relaciones en tre la estructura social y la estructura lingüística p u eden
ser vistas com o un intercam bio de influencias entre los factores reguladores y los fac
tores constitutivos de ambas. É sta sería, precisam ente, una de las preocupaciones fun
dam entales de la sociolingüística.
R eflexiones y ejercicios
1. C om ente las hipótesis que se han planteado a propósito de las diferencias lin
güísticas en tre hom bres y m ujeres: v a r ia b ilid a d b a s a d a e n e l g é n e r o y v a r ia b ilid a d b a
s a d a e n e l s e x o . ¿C onsidera que el habla de las m ujeres de su com unidad se ajusta
más que la de los hom bres al m odelo de prestigio?
2. E lab o re y com ente una relación de rasgos lingüísticos (fonéticos, gram atica
les y léxicos) que respondan a un p r e s tig io e n c u b ie r to dentro de su com unidad de
habla.
Orientaciones bibliográficas
117. «Networks, language variation, and the relevance of sociolinguistic research», en M. Blanc y J. F.
Hamers (eds.), Problemas théoriques et méthodologiques dans l’étude des langues/dialectes en contact aiix ni-
veaux macrologique et micrologique, Québec, Centre Internationale de Recherche sur le Bilinguisme, 1987,
pp. 76-96.
70 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Los contenidos del capítulo anterio r exigen una ejem plifícación que ilustre las ex
plicaciones teóricas y dem uestre cóm o unas variables lingüísticas y unas variables so
ciales, p o r u n lado, o diversas variables sociales, p o r otro, son capaces de determ inar
la variación lingüística. Los ejem plos que vam os a m anejar proceden de los niveles
fonético-fonológico, gram atical y léxico, y han de servir, asimismo, p ara p resen tar
otros principios, hipótesis y unidades de gran im portancia en el ám bito de la socio-
lingüística, en tre los que destacan los llam ados patrones de estratificación sociolin
güística.
Variación sociofonética
1. Estratificación social del español de San Juan de Puerto Rico, México, UNAM, 1983.
72 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Procedencia: A, nacidos en la capital o llegados a ella con menos de 6 años; B, llegados entre los 6 y los
12 años; C, llegados entre los 13 y los 20 años; D, llegados con 21 años o más.
Fuente: H. López Morales, 1983.
ce la realidad específica de cada com unidad de habla. Los dos tipos de p atrones a los
que nos referim os son el p a t r ó n c u r v ilín e o y el p a t r ó n d e h ip e r c o r r e c c ió n .
E l p a t r ó n c u r v il í n e o surge cuando los grupos sociales interm edios m uestran unos
valores cuantitativos p o r encim a o por debajo de los grupos extrem os. U na m uestra
de ello la tenem os en la realización asim ilada a la consonante siguiente del fonem a
/s/ im plosivo en Las Palm as de G ran Canaria: casos com o [lab:ókas] o [lafókas] ‘las
bocas’. José A n to n io Sam per ha recogido, para las asimilaciones fonéticas, las si
guientes proporciones p o r nivel sociocultural: m edio-alto, 50,52 %; m edio, 59,33 %;
m edio-bajo, 61,73 %; bajo, 55,36 %. Llevadas esas frecuencias a un gráfico, o b ten e
m os una representación curvilínea (figura 3.3).
E ste tipo de p atrones es característico de las fases iniciales de los cam bios lin
güísticos, si bien no los suponen necesariam ente, a m enos que el p atró n curvilíneo
coincida con una distribución lineal de los grupos generacionales ( p a t r ó n c o n t i n u o ) ,
cosa q ue no ocurre con la asim ilación de /s/ en Las Palmas.
E n cuanto al p a t r ó n d e h ip e r c o r r e c c ió n , se produce norm alm ente cuando los usos
del grupo o nivel social inm ediatam ente inferior al m ás alto de una com unidad supe
ran en frecuencia los usos propios de este grupo alto, sobre todo cuando las varian
tes lingüísticas son las m ás prestigiosas o norm ativas. E l ejem plo m ás conocido de este
tipo de p atró n de estratificación es el que presentó W illiam Labov en su trabajo
« H ypercorrection by the L ow er M iddle Class as a F actor in Linguistic Change»: la es
tratificación p o r clases de la variable lingüística r, en form as del inglés com o g u a r á ,
ca r, b e e r , b e a r d o b o a r d . E sta variable, com o la s implosiva en español, está experi
m en tan d o un proceso de debilitam iento que hace que la pérdida se extienda en los
e s tilo s m e n o s cuidados y en las clases sociales m ás bajas. E l ejem plo de p a t r ó n d e
h i p e r c o r r e c c ió n lo encontram os en los estilos más cuidados de los hablantes de Nue
va Y ork.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 75
E n la figura 3.4 se aprecia claram ente que la clase m edia baja (6-8) supera la fre
cuencia de conservación de r de la clase m ás elevada (9) en los estilos de lectura, es
pecialm ente en la lectura de palabras ordenadas en pares mínimos: no se olvide que
la conservación de r es un rasgo que se ajusta a la norm a del inglés y que goza de un
Escala: 0-1, clase baja; 2-4, clase trabajadora; 5-6, 7-8, clase media baja; 9, clase media alta.
Fuente: W. Labov, 1990.
2. También hay casos de variables que no están estratificadas socialmente, pero sí estilísticamente: por
ejemplo, la pérdida de -d- en la terminación -ado- en Valladolid. L. Williams, Aspectos sociolingüísticos del
habla de la ciudad de Valladolid, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1988, pp. 65 y ss.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 77
3. «¿La médica o la médico? Una aproximación sociolingüística a la elección del género», Verba His
pánico, V (1995), pp. 79-87.
78 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
0,9
las m ujeres del alto los que m ás decididam ente im pulsan la variante «indicativo-indi-
cativo» y, al cruzar la variable de la edad con el nivel sociolingüístico, se aprecia que
los individuos de la tercera generación del nivel alto y los de la segunda del nivel bajo
son los que m ás uso hacen de la variante. E n lo que se refiere a las variables lingüís
ticas, el análisis perm ite concluir que las form as en indicativo predom inan cuando la
prótasis es una oración negativa y la apódosis afirm ativa, y cuando los sujetos de am
bas tien en el m ism o referente.
Variación socioléxica
Las dificultades que supone recoger y analizar la variación léxica son m uchas. E n
el m om ento de descubrir qué variables sociales o estilísticas explican el uso de cier
tas variables léxicas, hallam os la dificultad, por un lado, de entresacar datos válidos y
suficientes del discurso hablado y, p o r otro, de dem ostrar que ciertas variantes léxi
cas son realm en te variantes de una mism a variable. Nos apresuram os a aclarar que se
p u ed en adm itir com o variantes léxicas algunas unidades que van algo m ás allá de la
p alab ra gráfica; hablam os de lo que B. P o ttier denom inó le x ía s , unidades de com por
tam iento léxico que pu ed en ser palabras, palabras com puestas o sintagm as estereo ti
pados ( c a r m ín , p i n ta l a b i o s , l á p iz d e la b io s ; n o r ia , r u e d a d e C h ic a g o , v u e lta a l m u n d o ;
p r i s m á ti c o s , m ir a le jo s , a n t e o j o s la r g a v is ta s ) .6
6. Véanse estos ejemplos y otros muchos en Equipo Varilex, Varilex 4. Variación léxica del español del
mundo, Tokio, 1996. En muchas ocasiones, las conclusiones sobre el comportamiento sociolingüístico del lé
xico también son aplicables al ámbito de la fraseología.
80 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
P ara descubrir qué tipo de léxico caracteriza a los grupos sociales que form an
una com unidad, existen varios itinerarios m etodológicos. U no de ellos es el estudio
de corte etnográfico: m ediante la convivencia continuada d entro de un grupo social o
la observación directa de los discursos. E ste procedim iento tiene un enorm e interés,
especialm ente si lo que se quiere es presentar un análisis cualitativo, esto es, d e te r
m inar qué lexías aparecen de form a característica en cada grupo social. C asado V e-
larde señala com o rasgos característicos del lenguaje juvenil en E spaña el em pleo del
sufijo -a ta ( b o c a ta ‘bocadillo’, b u g a ta — b u g a ‘coche’, del inglés b u g g y — , c h a b o la ta
‘ch abolista’, d r o g a ta ‘drogadicto’, s o c ia ta ‘socialista’, to c a ta ‘tocadiscos’), el tru n ca
m iento léxico ( a n a r c o ‘an arq u ista’, a n fe ta ‘anfetam ina’, d e p r e ‘depresión’, n e u r a ‘n e u
rastén ico ’) y el em pleo de ciertas unidades léxicas, algunas de ellas procedentes del
lenguaje del h am pa ( b a s c a ‘g e n te ’, c a lc o s ‘zapatos’, c h u p a ‘ch aq u eta’, d a b u t e n ‘b u e
n o ’, p e l u c o ‘reloj de p u lsera’, j a l a r ‘com er’).7 M anuel A lvar, a partir del diario de se
siones del C ongreso de los D iputados de E spaña, ha estudiado el lenguaje em pleado
por los políticos españoles en el debate sobre el estado de la nación de 1989, y ha
co m probado la abundancia de esdrújulos y palabras largas (c o r r e s p o n s a b il i z a c ió n ,
c o n fid e n c ia l? ilid a d , s o r p r e s iv a m e n te , s i m p l i s t a m e n te ) , la vitalidad de algunas form as
prefijadas y sufijadas (a n t ic o m p e t it i v o s , i m p r o d u c t iv a , m a c r o m a g n it u d e s , i n f l a d o n i s t a ,
m i n o r i z a c i ó n ) , la aparición de palabras-clave (derivados de g l o b o : g lo b a l, g lo b a lid a d ,
g l o b a l i z a c i ó n ), de deslizam ientos y m etáforas (<c o y u n tu r a in te r n a c io n a l, a g e n te s e c o
n ó m i c o s y s o c i a le s , p a q u e te s d e m e d i d a s , d i n á m i c a n u e v a ) e incluso de usos populares
o vulgares ( te la ‘d in ero ’).8
O tra posibilidad m etodológica, para el estudio sociolingüístico del léxico, es la
e n tr e v is ta , procedim iento que perm ite adem ás el análisis cuantitativo de la variación.
Pero, sin duda, es aquí donde m ás inconvenientes se presentan porque no es habitual
que en un período de tiem po determ inado, generalm ente corto, salgan no sólo todas
las variantes de la variable léxica que pueda interesar, y en cantidades suficientes, sino
la variable misma: por m uy dirigida que esté una entrevista, nunca se tiene la abso
luta seguridad de que se van a conseguir m uestras de la variable léxica oportuna, a
m enos que el investigador induzca o provoque su aparición m encionándola expresa
m ente, lo que iría en detrim ento del interés de la entrevista sociolingüística com o tal
p a ra la recogida de la variación léxica.
Si un sociolingüista decidiera, partien do de un conjunto de entrevistas realizadas
sobre una m uestra de una com unidad de habla, hacer una caracterización léxica de
los grupos sociales de una com unidad (jóvenes o adultos, cultos o incultos), se h alla
ría ante el problem a de d ar respuesta a estas preguntas: ¿habrán quedado recogidas
en las entrevistas las form as léxicas realm ente caracterizadoras de cada grupo? ¿Se
en co n trarán ahí las variables léxicas m ás destacadas con todas sus posibles variantes?
T ales preguntas pu ed en qu ed ar sin una respuesta convincente si no se utilizan m eca
nism os de ratificación o control (por ejem plo, los resultados de análisis exploratorios
o com plem entarios), p orque las diferencias léxicas entre grupos sociales son m uchas
veces cuantitativas y no cualitativas, com o ocurre en los dem ás niveles de la lengua.
Con to d o esto no se quiere decir que sea im posible el estudio cuantitativo del léxico
a p artir de m ateriales recogidos en entrevistas: es posible, m as dificultoso.
La tercera técnica que perm ite ab o rd ar la investigación sociolingüística del léxi
co es el c u e s ti o n a r i o , o la e n c u e s ta c o n c u e s tio n a r io , a la que hem os hecho referencia
en el capítulo 1. E ste sistem a de recogida de datos garantiza la aparición de ciertas
unidades léxicas en una cantidad determ inada y, por lo tanto, se revela com o el m ás
satisfactorio p ara los estudios de índole cuantitativa. Los posibles objetos de estudio
socioléxicos son ilimitados: se pu ed e analizar la preferencia de uno o m ás grupos de
una com unidad p o r ciertas form as léxicas según el tipo de interlocutor, según la si
tuación (estilo form al-inform al); se puede analizar la m ayor o m enor presencia en
ciertos grupos sociales de form as anticuadas o m odernas, vernáculas o foráneas, eu-
fem ísticas o disfem ísticas, de un origen o de otro, dialectales o generales.9
U n b u en ejem plo de estudio léxico basado en datos recogidos m ediante cuestio
nario es el realizado p o r M aitena E txeb arría en la ciudad de Bilbao. E sta investiga
d o ra ha estudiado el léxico del español de Bilbao cruzando diversas variables socia
les («sexo», «edad», «origen de los inform antes», «nivel socioeconóm ico», «nivel de
estudios», en tre otras) con la variable «origen de los térm inos» y las conclusiones o b
tenidas h an sido de un gran interés a propósito de prácticam ente todas las variables
extralingüísticas. A l analizar la relación existente entre el origen de los térm inos y el
hecho de que los inform antes sean hablantes o no de vasco, se h a podido dem ostrar
que esta variable provoca un com portam iento lingüístico bien diferenciado: la m edia
de térm inos de origen vasco y de térm inos dialectales utilizados p o r los inform antes
hablantes de vasco es m ucho m ayor que la m edia correspondiente a los inform antes
que no h ablan vasco; del m ism o m odo, la m edia de térm inos castellanos utilizados p o r
los inform antes que no hablan vasco es superior a la m edia de los inform antes que
hablan vasco. E tx eb arría ofrece conclusiones significativas y detalladas a propósito de
todas las variables sociales analizadas.10
H aciendo uso de los cuestionarios, y con inform antes seleccionados según crite
rios sociolingüísticos, tam bién se puede analizar el lé x ic o b á s ic o , el l é x ic o d i s p o n i b le
o el lé x ic o f u n d a m e n t a l de un grupo social o de una com unidad; de hecho, n u m ero
sos estudios de lingüística aplicada echan m ano de las variables sociales para conse
guir conclusiones válidas y representativas de las com unidades de habla. E n lo que se
refiere a la d i s p o n i b i l i d a d lé x ic a , entendida com o el caudal léxico utilizable en una si
tuación com unicativa dada, L ópez M orales ha señalado que los análisis dejan ver re
gularm ente u n a m en o r disponibilidad en los hablantes de los niveles socioculturales
bajos, coincidiendo en cierto m odo con algunas de las conclusiones de la teoría del
déficit de B ernstein. E n una investigación realizada en San Ju an de P u erto R ico e n
tre niños de tres niveles socioculturales (bajo, obrero y m edio), se h a com probado
que, en todos los ám bitos léxicos que se tienen en cuenta (alim entos, juegos y diver
siones, profesiones y oficios, cuerpo hum ano, etc.),11 el sociolecto m edio m uestra ín
9. J. Borrego observó en Villadepera de Sayago que los grupos sociales que tenían un mayor contacto
con la norma hacían un mayor uso del léxico llamado «estándar» (Sociolingüística rural, Salamanca, Univer
sidad de Salamanca, 1981, especialmente pp. 280 y ss.). Como referencia para clasificar las formas dialectales
y las generales se pueden utilizar los diccionarios o las respuestas obtenidas en grupos de control (por ejem
plo, de informantes con formación universitaria).
10. Sociolingüística urbana. El habla de Bilbao, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1985, pp. 256-257.
11. Esos ámbitos léxicos reciben el nombre de «centros de interés».
82 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
E l m ism o L ópez M orales tam bién llama la atención sobre el interés de los estu
dios de disponibilidad léxica en el terreno de la etnolingüística: W. F. M ackey ha des
cubierto, p o r ejem plo, que m ientras la disponibilidad de la lexía vino es m uy alta en
Francia, en la A cadia canadiense es m uy baja, en claro contraste con lo que ocurre
con la palabra agua.
A lo ya com entado sobre la variación lingüística, se ha de añadir que existe una
larga serie de fenóm enos relacionados con el discurso y con la conversación que tam
bién han sido objeto de análisis sociolingüísticos, si bien la nóm ina no ha sido aún
agotada, ni m ucho m enos. Los estudios sociopragm áticos a los que aludim os han uti
lizado diversos procedim ientos de recogida de datos (técnicas etnográficas, técnicas
de conversación y cuestionarios) y en general han buscado no tanto un análisis de la
variación pragm ática p ropiam ente dicha — aunque existan m uestras de ello— com o
la caracterización pragm ática de ciertos grupos sociales. El paralelism o en tre el com
p o rtam ien to del léxico y el de m uchos aspectos pragm áticos se hace paten te en la
teo ría y en la práctica: estam os ante elem entos poco repetitivos o, al m enos, d isper
sos en el discurso, que no p ertenecen a sistem as (cerrados) y que a m enudo funcio
n an respondiendo a factores pragm alingüísticos y no sociolingüísticos o estilísticos.
R eflexiones y ejercicios
1. C om ente d etenidam ente el contenido del cuadro 3.1 en el que se ofrecen las
probabilidades de velarización de r-, -rr- en San Juan de P u erto Rico, teniendo en
cuenta los factores «edad», «sexo», «nivel sociocultural» y «procedencia».
12. «Ixts estudios de disponibilidad léxica: pasado y presente», Revista de Estudios de Adquisición de la
Lengua Española (en prensa).
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 83
3. E lab o re una relación de diez rasgos, com o m ínim o, en cuyo uso se pueda dar
un p a tró n de estratificación discontinua d entro de su com unidad de habla.
4. E lab o re y com ente una relación de elem entos fonéticos, gram aticales y léxi
cos que se consideren característicos de los hablantes jóvenes de su com unidad de
habla.
O rientaciones bibliográficas
/
C a p ítu lo 4
VARIEDADES LINGÜÍSTICAS
El concepto de variedad
lectos» de la m isma lengua.4 P or o tro lado, una particular distribución social puede
h acer que una lengua funcione solam ente en un grupo social o en un estilo determ i
nados.
C harles A. Ferguson propuso en 1971 una definición de «variedad» con un ca
rácter b astante m ás concreto que la de H udson: una variedad es un conjunto de p a
trones lingüísticos lo suficientem ente hom ogéneo com o para ser analizado m ediante
técnicas lingüísticas de descripción sincrónica; tal conjunto estaría form ado p o r un r e
p erto rio de elem entos suficientem ente extenso y podría o p erar en todos los contex
tos norm ales de com unicación. Siguiendo al pie de la letra esta definición, serían va
riedades las lenguas, los dialectos, incluso los sociolectos, p ero tal vez no lo serían los
estilos, que p odrían interpretarse, en todo caso, com o m anifestaciones de una d e te r
m inada v aried ad .5 A h o ra bien, tanto si se trabaja con definiciones am plias com o si se
hace con definiciones m ás estrictas, lo habitual es tra ta r las variedades com o conjun
tos de elem entos o de patrones lingüísticos asociados a factores externos, sean con
textos situacionales, sean ám bitos profesionales, sean grupos sociales, sean áreas g eo
gráficas.
E n el m anejo del térm ino variedad, los inconvenientes que acarrea la inconcre-
ción conceptual p u ed en verse com pensados p o r la com odidad que supone evitar el
uso de otras denom inaciones que, en determ inados casos, pueden ser conflictivas,
com o ocurre con los térm inos lengua y dialecto, cargados, a veces, de valores conno-
tativos m uy com plejos. Ju n to al térm ino variedad, buscando la m ism a inconcreción o
neutralidad, tam bién se ha utilizado el térm ino lecto.
Los tipos de variedades con los que trabaja la sociolingüística son relativam ente
heterogéneos; los principales son las lenguas, los dialectos, las hablas, los sociolectos
y los estilos o registros.
L engua y dialecto
4. Por ejemplo, lo que se conoce como «chino» es un conjunto de variedades llamadas dialectos {man
darín, cantonés, quejiá, hunanés, min, etc.), en general mutuamente ininteligibles y para los que se puede uti
lizar una sola modalidad escrita (tradicionalmente el wén-yán\ modernamente el pu rong hua).
5. Language Structure and Language Use, Stanford, Stanford University Press, 1971, p. 30.
6. En cada lengua, los conceptos de «lengua» y «dialecto» pueden tener unos valores particulares: en in
glés la forma dialect a menudo se hace equivalente a sub-standard o a non-standard-, en francés, dialecte es una
variedad regional de una lengua, variedad asociada normalmente a una tradición literaria, mientras que pa-
tois es la variedad regional, normalmente de carácter local, que carece de tal tradición y en la que no se re
conoce prestigio alguno.
c
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 87
te a esta concepción, G raziadio Isaia Ascoli defiende vehem entem ente la existencia
de los dialectos, adop tan d o un criterio en el que predom ina la síntesis sobre el análi
sis fragm entario.
E s cierto que quedan ya m uy lejos los trabajos de G astón Paris — o de W enker—
en los que se afirm a que los dialectos no existen,7 pero sus argum entos siguen siendo
esgrim idos p o r m uchos investigadores. L a legitim idad del concepto de «dialecto» se
niega sobre el hecho, bien cierto, de que es m uy difícil m arcar sus fronteras. P ero si
esto es verdad, tam bién lo es que la historia y la hom ogeneidad lingüísticas hacen que
existan diversas clases de variedades y, adem ás, que en las hablas de todo territorio
confluyen ciertos factores extra o paralingüísticos que perm iten que esas hablas, con
unos caracteres determ inados, p uedan ser consideradas com o dialectos. E n tre esos a
factores se en cuentra el prestigio, aparte de la vinculación a una geografía.8 í- OOiOMC
Los hablantes suelen ten er una clara conciencia del prestigio de su variedad y de
la distancia que la separa, en el uso y en la interpretación de la variación sociolin- Jj^.
güística, de otras variedades. E n este punto el concepto de «com unidad de habla» re- 1
sulta de gran utilidad: los m iem bros de una com unidad de habla no sólo com parten
un código o una variedad lingüística, sino que juzgan, valoran e in terp retan de form a
sem ejante las variables que perm iten diferenciar sociolingüísticam ente a sus hab lan
tes.9 Los individuos, al h ablar en tre sí, son capaces de distinguir los que perten ecen a
su m ism a com unidad de los que son ajenos a ella: los lím ites de una com unidad p u e
den ser locales, regionales, nacionales o incluso supranacionales y sus m iem bros ge
n eralm en te conocen el perfil de la conducta lingüística que los caracteriza. P o r este
cam ino p odría llegarse a aceptar la existencia de los dialectos o geolectos: los h a
blantes pu ed en sentirse m iem bros de una com unidad dialectal, desgajada de otras co
m unidades que usan la m ism a lengua, pero sin una fuerte diferenciación.10
P o r o tra p arte, es evidente que, aunque una persona tenga conciencia de su p e r
tenencia a una com unidad, tam bién es capaz de identificar dentro de ella variantes in
ternas de carácter geolingüístico o sociolingüístico, así com o de reconocer cuáles son
los usos m ás prestigiosos de su variedad y de apreciar las relaciones históricas de su
habla con otras hablas. D el m ism o m odo, los m iem bros de una com unidad tienen una
idea de la hom ogeneidad de sus caracteres lingüísticos y distinguen qué rasgos los
acercan y cuáles los separan. E n otras palabras, los hablantes saben si su instrum en
to de com unicación es un habla local o si coincide, en m ayor o m en o r grado, con las
hablas de otros lugares, si tiene prestigio o no lo tiene. Com o consecuencia de lo an
terior, se puede afirm ar que un dialecto existe cuando los hablantes se consideran
m iem bros de una com unidad de habla dialectal circunscrita a un determ inado te rri
torio, es decir, cuando consideran que su variedad está suficientem ente diferenciada
de otras y cuando in terp retan y valoran de form a sem ejante la variación sociolin
güística.
7. Véase I. Iordan, Lingüística románica, reel. parcial y notas de M. Alvar, Madrid, Alcalá, 1969, pp. 255,
352.
8. Véase M. Alvar, «La lengua, los dialectos y la cuestión del prestigio», en F. Moreno Fernández (rec.),
Estudios sobre variación lingüística, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990, pp. 13-26. Véase tam
bién M. Alvar, «Dialectología y cuestión de prestigio», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica.
E l español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 15-21.
9. Véase W. Labov, Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 175 y ss.; 353 y ss.
10. La idea de comunidad que aquí barajamos no está necesariamente asociada a la de núcleo de po
blación, sino que puede extenderse a un territorio más amplio. Véase el capítulo 1.
88 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
el sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza
por estar fuertemente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser
vehículo de una im portante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse im
puesto a sistemas lingüísticos de su mismo origen.
Habla regional son las peculiaridades expresivas propias de una región determ ina
da, cuando carezcan de la coherencia que tiene el dialecto. [...] Habla local es la
estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices característi
cos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimi
tados a pequeñas circunscripciones geográficas.11
E n lingüística — la lingüística que se ocupa de los usos y los hablantes— siem pre
se ha coincidido acerca de la dificultad que supone dictam inar si una variedad debe
ser considerada com o lengua, com o dialecto o com o habla. Para ello hay que realizar
investigaciones que se ocupen de diversos aspectos: en prim er lugar, es im prescindi
ble la caracterización lingüística del territorio y el descubrim iento de las isoglosas que
allí se dan cita; tam bién es necesario averiguar su filiación histórica y llevar a la prác
tica un análisis sociolingüístico, acom pañándolo de estudios de actitudes lingüísticas.
D eterm in ar si una variedad es dialecto o no lo es resulta difícil, p ero se com plica m ás
cuando se carece de datos básicos sobre las isoglosas, sobre la historia, sobre la dis
tribución sociolingüística de los fenóm enos y las actitudes de los h ablantes.12
11. «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», Nueva Revista de Filología Hispánica, 15 (1961),
pp. 54-59; «Lengua, dialecto y otras cuestiones conexas», Lingüística Española Actual, 1 (1979), pp. 5-29 (am
bos recogidos en La lengua como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1983, pp. 56-65 y 66-88,
resp.).
12. Una buena parte de la sociolingüística italiana ha girado entorno a los problemas que supone la de
limitación de los conceptos de «lengua» y «dialecto». La situación italiana pone a disposición de los miembros
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 89
Clases de lenguas
de las comunidades de habla un código de uso local, hablado e informal (al que se suele denominar «dialec
to») y la lengua nacional como código de uso «estándar», escrito y formal, con posibilidad de gradaciones y
combinaciones intermedias (registros y variedades dentro del dialecto y dentro de la lengua). Véase G. Be-
rutto, La sociolingüística, Madrid, Nueva Imagen, 1974.
13. «A Sociolinguistic Typology for Describing National Multilingualism», en J. Fishman (ed.), Readings
in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 531-544. Ésta es una versión revisada del trabajo
«Outline of Linguistic Typology for Describing Multilingualism», en F. A. Rice (ed.), Study o f the Role o fS e-
cond Languages in Asia, Africa, and Latín America, Washington, D.C., Center for Applied Linguistics, 1962,
pp. 15-25. La traducción al español se publicó en 1974 («Un bosquejo de tipología lingüística para describir el
multilingüismo», en P. L. Garvin e Y. Lastra, Antología de estudios de etnolingüística y sociolingüística, Méxi
co, UNAM, pp. 224-233).
90 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Atributos
1 2 3 4 Tipo
+ + + + Lengua estándar
+ + + - Lengua clásica
+ + - - Lengua artificial
- + + + Lengua vernácula
- - + + Dialecto
- - - + Lengua criolla
- - - - Lengua pidgin
E jem plos de lenguas estándares — estandarizadas, autónom as, históricas y con vi
talidad— p u eden encontrase fácilm ente p o r todo el m undo: pensem os en el inglés, el
francés, el alem án, el español.14 Las lenguas clásicas, que ya no son habladas p o r una
com unidad, han cum plido y siguen cum pliendo funciones culturales de prim er orden:
baste pen sar en la im portancia que h an tenido para la cultura m undial el sánscrito, el
griego, el latín o el árabe clásico. Las lenguas artificiales —sin historicidad, sin vitali
dad— p u ed en crearse con fines m uy diversos: uno de ellos puede ser el deseo de
prom over un código único p ara la com unicación internacional, que subyace a la p ro
pu esta del esperanto, p o r ejem plo. Las lenguas vernáculas son variedades aprendidas
norm alm en te en la infancia com o lengua m aterna, pero que carecen de una norm a
prescriptiva, tan to en la ortografía, com o en el léxico o en la gram ática: ejem plos de
ello p u ed en ser num erosísim as lenguas indígenas de Á frica o de A m érica. C uando,
adem ás de n o co n tar con una norm a establecida, no se da una autonom ía suficiente
respecto a variedades de un mism o origen o a la lengua de procedencia, estam os ante
el tipo llam ado d ia le c to (pensem os en los dialectos de lenguas com o el español o el
alem án). Las le n g u a s c r io lla s y las le n g u a s p i d g i n se deben am bas a un desarrollo ca
racterístico de ciertos tipos de contactos lingüísticos y sociales, que dan lugar a solu
ciones en las que se com binan el vocabulario de una lengua con la gram ática de o tra
(véase el capítulo 16). E n los prim eros estadios de esos contactos, cuando aún no h an
aparecido hablantes nativos de la variedad, surgen las le n g u a s p i d g i n (pidgin ingleses
de A sia y A frica; p i d g i n f u l a y p i d g in s a n g o de A frica occidental); cuando el contac
to se prolonga y estabiliza, dando lugar a una com unidad de habla, nacen las le n g u a s
c r io lla s ( p a p i a m e n to de Curazao, c h a b a c a n o de Filipinas, c r io llo f r a n c é s de H aití).
E n tre los inconvenientes de una tipología como la que se acaba de ofrecer d esta
ca el hecho de que se tratan en térm inos absolutos (presencia - ausencia) algunos atri
butos que, p o r definición, pueden relativizarse, com o la historicidad o la autonom ía.15
14. El uso que se hace de la palabra «estándar» no nos parece el más adecuado aplicado a la situación
del español, salvo si se hace referencia al simple hecho de contar con una gramática, una ortografía y un dic
cionario. Preferimos el uso de las fórmulas «español normativo» y «español general».
15. Posteriormente R. T. Bell propuso la consideración de tres atributos más para una caracterización
adecuada del concepto de «lengua»: reducción, mezcla y normas de facto. La reducción se refiere al hecho de
que una variedad particular sea considerada por los hablantes como una subvariedad de otras (por ejemplo,
las jergas). La mezcla se refiere al sentimiento de los hablantes sobre la «pureza» de la variedad que hablan.
Las normas de fació se refieren a la conciencia de los hablantes sobre el buen y el mal hablar. Véase R. T.
Bell, Sociolinguistics: Goals, Approaches and Problems, Londres, Batsford, 1976, pp. 147-154.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 91
Si concebim os los dialectos com o sistem as de signos, norm alm ente con una con
creta delim itación geográfica y sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen
com ún, existe la posibilidad de identificar dentro de ellos otro tipo de variedades lin
güísticas, circunscritas a grupos de hablantes de com unidades dialectales. Para e n te n
d er ad ecuadam ente esta realidad es im portante tener en cuenta dos circunstancias: en
prim er lugar, que cuando se habla de d ia le c to se está haciendo referencia a una m o
dalidad concreta de una lengua y que esa m odalidad no tiene por qué estar despres
tigiada (es el caso, p o r ejem plo, en la m odalidad castellana dentro de la lengua espa
ñola); en segundo lugar, que este concepto de «dialecto» está vinculando un sistem a
a una geografía, p o r lo que tam bién se habla de g e o le c to .
C uando E ugenio C oseriu declara la existencia de variedades d entro de las len
guas históricas, distingue tres tipos fundam entales de diferencias internas: d ife r e n c ia s
d i a tó p i c a s ,16 d i fe r e n c i a s d ia s tr á tic a s y d ife r e n c ia s d ia fá s ic a s ,17 A cada una de estas cla
ses de diferencias les corresponden tres tipos de sistem as, m ás o m enos unitarios: las
unidades sintópicas, a las que denom ina d i a le c to s , las unidades sinstráticas o n iv e le s
d e le n g u a ( n i v e l c u lt o , n i v e l m e d i o , n i v e l p o p u l a r ) y las unidades sinfásicas o e s tilo s d e
le n g u a (lenguaje solem ne, lenguaje fam iliar, etc).18 Según Coseriu, d en tro de cada
dialecto es posible enco n trar diferencias de nivel y de estilo; a su vez, en tre estas uni
dades tam bién es posible enco n trar fronteras diferenciadoras: entre distintos dialec
tos existen isoglosas diatópicas; en tre diferentes niveles, num erosas isoglosas diastrá
ticas; en tre estilos distintos, m uchas isoglosas diafásicas.19
P o r lo general, p ara lo que C oseriu llam a «niveles», la sociolingüística suele h a
blar de s o c i o le c t o s o de d ia le c to s s o c ia le s , que se pueden definir com o m anifestacio
nes de un dialecto, vam os a decir «geográfico», en un grupo social, especialm ente
cuando el grupo social se caracteriza por adscribirse a un nivel socioeconóm ico o so
ciocultural determ inado. P artiendo de esta definición sería posible encontrar, dentro
de una com unidad en la que se utiliza ,un dialecto dado, un s o c io le c to a lto (para el n i
vel sociocultural alto; tam bién n i v e l c u lt o ) , un s o c io le c to m e d i o (para el nivel socio-
cultural m edio) y un s o c io le c to b a jo (para el nivel sociocultural bajo; tam bién n i v e l
p o p u l a r ) , aunque, del mismo m odo, sería posible hablar del s o c io le c to d e lo s h o m b r e s
o del s o c i o le c t o d e ¡o s j ó v e n e s , para los grupos sociales form ados por hom bres y p o r
jóvenes, puesto que no dejan de ser m anifestaciones lingüísticas adscritas a unos gru
pos sociales determ in ad o s.20
16. Cuando se presta atención solamente a las diferencias del nivel fonético se habla de diferencias de
acento.
17. «Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología»,
Lingüística Española Actual, III (1981), pp. 1-32.
18. Véase E. Lorenzo, «Niveles y registros en el español actual», Lecciones de lingüística y didáctica del
español, Logroño, Gobierno de La Rioja, 1991.
19. La unidad sintópica, sinstrática y sinfásica recibe el nombre de lengua funcional.
20. Eugenio Coseriu incluye entre los estilos de lengua los llamados «lenguajes de grupos», que pueden
distinguirse en unos mismos niveles socioculturales o independientemente de ellos. Así, los lenguajes de los
hombres, de las mujeres, de los adultos, de los niños o de ciertos grupos profesionales serían, para Coseriu,
estilos de lengua diferentes. En nuestra opinión, sin embargo, los grupos formados por hombres, por jóvenes
o por ciertos profesionales no hacen uso de estilos distintos sino de niveles o sociolectos diferentes, puesto que
dentro de cada uno de ellos se pueden descubrir diferencias diafásicas, a veces notables, motivadas por con-
92 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Estilo y^registro )
A u n q u e los térm inos e s tilo y r e g is tr o son utilizados m uchas veces com o sinóni
m os, parece adecuado y conveniente hacer un uso diferenciado de am bos y evitar la
confusión en las exposiciones teóricas. E n este epígrafe hablarem os de e s tilo y de v a
r ia c ió n e s tilís tic a para hacer referencia a los usos lingüísticos que se definen en fun
ción de la situación y el contexto com unicativos. C uando hablem os de r e g is tr o s lo h a
rem os siguiendo a los autores que así lo prefieren y haciendo las aclaraciones p e rti
nentes.
N o es posible en ten d er bien la variación estilística si se prescinde de la variación
sociolingüística, com o no se puede dejar a un lado la variación estilística si se quiere
llegar a una correcta interpretación de la variación sociolingüística. L a estilística de la
lengua contribuye a una correcta valoración de la diversidad sociolingüística que en
cierran las com unidades de h ab la.21
diciones situacionales o contextuales distintas. Es cierto, sin embargo, que estas diferencias diafásicas no se
manifiestan de la misma forma en todos los grupos sociales.
21. Se ofrecen revisiones de los estudios realizados hasta el momento en C. Lefebvre, «Les notions de
style», en E. Bédard y J. Maurais (eds.), La norme linguistique. Québec, Conseil de la Langue Frangaise, 1983,
pp. 305-333; S. Romaine y E. C. Traugott, «Some Questions for the Definition of «style» in Socio-historical
Linguistics», Folia Lingüistica Historiaca, VI (1985), pp. 7-39; B. Spillner, «Style and Register», en U. Am-
mon, N. Dittmar y K. J. Mattheier (eds.), Sociolinguistics, Berlín, Walter de Gruyter, 1988, pp. 273-285; I. Mo-
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 93
C. L efebvre agrupa las nociones de estilo que han m anejado los especialistas en
dos tipos de teorías: las que consideran los estilos com o códigos diferenciados y aq u e
llas que los definen partien d o de un estilo básico, el llam ado «vernáculo». L a teoría
que m ejor rep resen ta la prim era tendencia (estilos com o códigos) es la «teoría de la
acom odación del habla» o de la «adaptación», propuesta por H. Giles y sus colabo
radores, a la que m ás adelante prestarem os una m ayor atención: cada estilo es un có
digo del que se dispone p ara transm itir inform ación sobre los propios hablantes, so
bre la relación que establecen con sus interlocutores y sobre la situación com unicati
v a.22 Según L efeb v re:23
lina Martos, «Style in Sociolinguistics: a Review», en F. Moreno Fernández (ed.), Sociolinguistics and Stylistic
Variation, Lynx, 3 (1992), pp. 39-42.
22. Para un desarrollo práctico de esta teoría, véase N. Coupland, «Style-Shifting in a Cardiff Work-
Setting», Language in Society, 9 (1980), pp. 1-12.
23. 1983, p. 326.
24. J. J. Gumperz, «Linguistic and Social Interaction in Two Communities», American Anthropologist,
66 (1964), pp. 137-153; G. Sankoff, «Language Use in Multilingual Societies: Some Alternative Approaches»,
en J. B. Pride y J. Holmes, Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp. 33-51.
25. B. Havránek, por ejemplo, vincula la variación lingüística a las funciones comunicativas del lengua
je. A cada estilo funcional le corresponde un «lenguaje funcional»: coloquial-familiar, ténico-especializado,
científico, poético. Dentro de estos estilos, se pueden distinguir los que dependen de las función lingüística
predominante (exhortativo, expresivo, informativo) y los que dependen de las situaciones comunicativas (pri
vado-informal, público-formal). Véase B. Havránek, «The Functional Differentiation of the Standard Lan
guage», en P. L. Garvin (ed.), A Prague School Reader on Esthetics, Literary Structure, and Style, Washing
ton, D.C., Georgetown University Press, 1964, pp. 3-16.
26. Véase M. A. K. Halliday, A. Macintosh y P. Strevens, The Linguistic Sciences and Language Tea-
ching, Londres, Longman, 1964. Reimpr. en 1968, «The Users and Uses of Language», en J. A. Fishman (ed.),
Readings in the Sociology o f Language, La Haya, Mouton, pp. 139-169; M. Gregory y S. Carroll, Language
and Situation. Varieties and their Social Contexts, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1978.
27. A esta relación puede añadirse el modelo de J. Ure y J. Ellis. Ure y Ellis hablan de registros y pre
tenden ofrecer un análisis y una clasificación de los hechos que son relevantes en determinados contextos. Los
registros vienen definidos por el modo en que se relacionan unos usos lingüísticos y unas dimensiones situa-
cionales. La dimensiones que tienen en cuenta son el medio y la circunstancias físicas (que dan lugar a m o
dos lingüísticos diferentes), las relaciones personales y sociales (que dan lugar a diferentes grados de form a
lidad), el tema o la materia tratada (pueden ser campos diferentes) y la función social del intercambio lin
güístico. Estas dimensiones permiten crear una serie de pares conceptuales que caracterizarían los discursos
desde el punto de vista de los registros: preparado/no preparado, íntimo/distante, especializado/no especiali
zado, literario/no literario, conversación/no conversación, etc. Para Ure y Ellis un registro es una variación s¡-
tuacional constituida por una selección de preferencias de entre el total de opciones lingüísticas que ofrece
una lengua específica. Véase J. Ure y J. Ellis, «El registro en la lingüística descriptiva y en la sociología lin
güística», en Ó. Uribe-Villegas (ed.), La sociolingüística actual: algunos de sus problemas, planteamientos y so
luciones, México, UNAM, 1974, pp. 115-164.
94 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
28. Es muy importante distinguir las diferentes acepciones que el término registro tiene dentro de la so
ciolingüística: primero, como estilo de lengua (variedad diafásica); segundo, como lengua de grupo profesio
nal (equivalente a jerga o a tecnolecto). Coseriu llama registros idiomáticos a las manifestaciones de la lengua
que obedecen a factores culturales, o de otro tipo, y a conexiones muy diversas: lengua hablada, lengua es
crita.
29. Distinción que no tiene por qué ser privativa. Podría hablarse de la existencia de un continuum «len
gua hablada-lengua escrita» a lo largo del cual se disponen muy diferentes manifestaciones lingüísticas. Véa
se J. J. Bustos Tovar, «De la oralidad a la escritura», en L. Cortés (ed.), Actas del I Simposio sobre análisis
del discurso oral, Almería, Universidad de Almería, 1995, pp. 11-28; Ll. Payrató, «Variación lingüística y mo
dalidades de la lengua oral», en A. Briz, J. R. Gómez Molina, M. J. Martínez y Grupo Val.Es.Co., Pragmáti
ca y gramática del español hablado, Valencia, Universidad de Valencia / Pórtico, 1997, pp. 177-192.
30. «Language style as audience design», Language in Society, 13 (1984), pp. 145-204.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 95
plano intraindividual. E l estilo sería, pues, una proyección de la dim ensión sociolin
güística.
E n lo que se refiere a la segunda corriente de estudio del estilo, la que da im
portan cia a un estilo básico, el v e r n á c u lo , hay que com enzar diciendo que W illiam L a
bov ha sido su m ás n otable representante. Para Labov, los estilos se o rdenan en un
solo p arám etro —el grado de atención prestado p o r el hablante a su propio discur
so— que form aría una escala con diversas posibilidades interm edias, con un grado
m ayor o m en o r de form alidad.31 Las teorías de Labov form ulan los siguientes estilos:
habla inform al o v e r n á c u l o 32 ( c a s u a l s p e e c h ) , habla cuidada o form al ( f o r m a l s p e e c h )
— que se o btiene principalm ente de la lectura de textos y listas de palabras— y habla
espontánea (s p o n t a n e u s s p e e c h ) . E sta últim a surge cuando, en una situación form al,
com o la de una entrevista, aparece un discurso originado por una interrupción, un in
ciso o una digresión.33
E s im p o rtan te resaltar que la concepción de Labov, pese a la im portancia que
concede a la figura del hablante, no ignora el peso que tienen otros factores en la va
riación estilística. P ru eb a de ello es que el tem a tratado en las entrevistas se tiene en
cuenta, p o r ejem plo, p a ra conseguir un discurso cercano al vernáculo. D e la m ism a
form a, en los trabajos reunidos en L a n g u a g e in th e I n n e r C ity sobre el inglés de las
personas de raza n eg ra,34 se deja ver con claridad la necesidad de aten d er a aspectos
com o las características del investigador, los tipos de interlocutor, la relación que és
tos m an tien en con los hablantes y el contexto com unicativo, para conseguir m ateria
les p ertenecientes a unos estilos y no a otros. T odos esos elem entos son conjugados
p o r L abov p ara evitar la p a r a d o j a d e l o b s e r v a d o r .
M ás arriba hem os presen tad o dos notas caracterizadoras del estilo: es una di
m ensión organizada longitudinalm ente en una escala de m últiples grados interm edios;
adem ás, esa escala es un reflejo, una proyección, de la dim ensión sociolingüística.
E sto supone que no todos los hablantes de un sociolecto tienen el m ism o grado de
conocim iento de las características de los dem ás sociolectos de su com unidad y que,
cuanto m ás lim itado es el acceso a los sociolectos com unitarios, más pobres resultan
las posibilidades estilísticas de un hablante. E l cam bio de estilo supone una coinci
dencia con los usos lingüísticos de otros sociolectos, pero en un plano diferente. Las
variedades estilísticas son una proyección de las variedades sociolingüísticas, pero n o
s o n las variedades sociolingüísticas. E n los estilos s e r e fle ja n los sociolectos,35 aunque
31. The Social Stratification o f English in New York City, Washington, Center for Applied Linguistics,
1966, pp. 60-88.
32. Aquí el vernáculo se identifica como la variedad que aparece en el habla informal, pero también se
ha utilizado este término para hacer referencia al habla adquirida hasta la adolescencia (véase lo comentado
a propósito del factor «edad») y para hacer referencia a variedades que no tienen fijadas sus normas, gene
ralmente desprestigiadas o estigmatizadas. Estamos, pues, ante un término polisémico que puede provocar al
gunas confusiones.
33. Recientemente se ha desarrollado una teoría, a partir de las ideas de Labov, que intenta abarcar no
sólo aspectos lingüísticos, sino también psicológicos, psicosociológicos y comunicativos: es la «teoría del mo
nitor», propuesta por Krashen. La interpretación que hace esta teoría de la noción de estilo se basa en la aten
ción que el hablante presta a su propio dicurso. Véase C. Lefebvre, art. cit., pp. 323-324; S. Krashen, Second
Language Acquisition and Second Language Learning, Oxford, Pergamon Institute of English, 1981.
34. Language in the Inner Ciiy: Studies in the Black English Vernacular, Philadelphia, University of
Pennsylvania Press, 1972.
35. Sobre el modo en que se produce esa proyección y sobre la importancia que, en ese proceso, tiene
la «evaluación», véase A. Bell, art. cit., pp. 150-158.
96 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
36. M. A. K. Halliday, A. Macintosh y P. Strevens, The Linguistic Sciences and Language Teaching, ob.
cit.\ N. Coupland, art. cit.; J. Ure y J. Ellis, art. cit.
37. W. Labov, The Social Stratification o f English in New York City, ob. cit., pp. 84-85.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 97
clases altas p ara su estilo m ás form al y de elem entos atribuidos a las clases bajas para
el m enos form al (m3), p ero su dim ensión estilística (form alidad-inform alidad) puede
ten er en los extrem os características que reflejan las de los niveles m edios y altos
(m 2 .1), las de los m edios y bajos (m 2 .2) o lim itarse a los usos de su propio grupo
( m i).38
Sin em bargo, la m ayor com plejidad de la variación estilística, respecto de la so
ciolingüística, se dem uestra en o tro hecho. Los cam bios de estilo tienen dos form as
de m anifestarse. La prim era de ellas es de naturaleza form al (fonología, m orfología)
y se m anifiesta cuantitativam ente: determ inados rasgos aparecen m ás frecuentem en
te en los estilos form ales que en los inform ales o viceversa (e.g. en inglés, la conser
vación del elem ento velar de -ing\ en español, conservación de la -s final implosiva).
A q u í es donde m ás fácilm ente se confunden las variedades sociolingüísticas y las es
tilísticas y donde se aprecia con nitidez cóm o lo sociológico se proyecta en lo situa-
cional:39 son form as diferentes de decir lo mismo. La segunda es de naturaleza se
m ántica y se m anifiesta cualitativam ente: ciertos elem entos se utilizan en unos estilos
y no en otros, según el asunto tratad o en la conversación o, en general, según las si
tuaciones com unicativas en que se desenvuelven los hablantes (e.g. fórm ulas de cor
tesía, léxico culto, técnico o estigm atizado, ciertas curvas de entonación, etc.). D icho
con otras palabras, hay form as diferentes de decir cosas distintas; por eso es posible
reconocer varios estilos cuando los m árgenes estilísticos no van más allá de lo co
rresp o n d ien te a un solo grupo social ( a l, m i, b l). E n tales circunstancias, son más re
levantes los cam bios de tipo cualitativo que los de naturaleza cuantitativa.40 A dem ás,
hay expresiones que rep resen tan un cam bio de estilo para los hablantes de un nivel,
m ientras que no ocurre lo m ism o para los de otro. Así, para alguien de nivel bajo, la
sim ple utilización de fórm ulas de cortesía com o p o r fa v o r o gracias puede suponer el
paso de un estilo inform al a o tro m ás formal. E n conclusión, los cam bios de estilo
pued en m anifestarse a través de rasgos diferenciados cuantitativam ente, cualitativa
m ente o de am bas m aneras.
Las posibilidades estilísticas de una com unidad son tantas com o puntos existen
en la escala de la dim ensión situacional. D e ahí que sea tan com plicado afirm ar que
hay dos, tres, cuatro, cinco o m ás estilos y que sea prácticam ente im posible determ i
n a r dónde está el lím ite entre ellos.41 E l grado de form alidad de un discurso d e p en
de del m odo en que se p resen ten los factores implicados en la com unicación; no se
trata solam ente de que el hablante preste m ucha atención a su discurso o de que la
situación com unicativa sea formal. R. C aravedo afirm a que la unidad situacional no
garantiza la unidad estilística, porq u e los individuos y los grupos se com portan de m a
nera diferente ante una m ism a situación 42 La form alidad se desprende de la relación
que se da en tre los factores comunicativos. Esos, factores, según nos dice la lingüísti
ca general (Jakobson, B ühler) son el hablante, el oyente, el m ensaje, el canal y el có
I. F a c to r e s p e r s o n a l e s
43. A propósito de este factor, hay que recordar la importancia que Labov otorga a la consecución de
la variedad vernacular por parte de los investigadores. Dejando a un lado caracterizaciones, parece conve
niente puntualizar que, si bien el vernáculo es el objetivo principal de la investigación sociolingüística (y hay
razones suficientes para que lo sea), no puede tener tanta importancia en los estudios del estilo. La localiza
ción del vernacular de un grupo sirve para fijar una referencia en su escala estilística, pero ahí no acaba el tra
bajo: además hay que explicar el mecanismo del cambio, delimitar las fronteras de estilo en cada grupo social
e identificar unidades dentro de la dimensión. Véase W. Labov, «Field methods of the project on linguistic
change and variation», Sociolinguistic Working Paper, 81, Southwest Educational Development Laboratory,
Austin, Texas, 1981, p. 5; L. Milroy, Observing and Analysing Natural Language, Oxford, Blackwell, 1987,
pp. 57-60; F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, p. 66.
44. Tampoco lo cree W. U. Dressler (W. U. Dressler y R. Wodak, «Sociophonological Methods in the
Study of Sociolinguistic Variation in Viennese Germán», Language in Society, 11 (1982), pp. 339-370); Véase
S. Romaine y E. C. Traugott, art. cit., pp. 7-39.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 99
Interlocutor + + +
Oyente formal + + -
Oyente casual + - -
Curioso - - —
Audiencia
45. En algunos estudios de Labov se maneja muy cuidadosamente el tipo de relación que mantienen los
hablantes entre sí y éstos con el explorador. Por esa razón, utiliza investigadores de raza blanca y de raza ne
gra, externos al grupo social estudiado o pertenecientes a él, según las necesidades de la investigación (Lan
guage in the Inner City: Studies in the Black English Vernacular, ob. cit., p. xiv).
46. Romaine y Traugott (art. cit., p. 15) distinguen entre hablante activo y hablante pasivo.
47. La categoría «curioso» se refiere a una persona que presencia (escucha) una interacción sin que los
interlocutores lo sepan.
100 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
A = + P oder - Solidaridad
B = + Poder + Solidaridad
C = -P o d e r - Solidaridad
D = - P oder + Solidaridad
II. F a c to r e s n o p e r s o n a l e s
53. En la lengua escrita literaria no funcionan de manera tan intensa estos factores.
54. Halliday habla del tema como «field of discourse».
102 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
55. Este último presenta una estrecha relación con el carácter público o privado de la interacción.
56. Dell Hymes afirma que los componentes asociados a las variaciones del habla pueden quedar resu
midos mediante la palabra mnemotécnica SPEAKING: S (setting), P (participants), E (ends), A (art characte-
ristics), K (Icey), I (instrumentalities, canal, código), N (norms o f interaction and interpretation), G (gender, tipo
de acto de habla). Véase «Models of the Interaction of Language and Social Life», Journal o f Social Issues,
23 (1967), pp. 8-28.
57. N. Coupland, «Style-shifting in a Cardiff work-setting», Language in Society, 9 (1980), pp. 1-12; E.
Douglas-Cowie, «Linguistic code-switching in a Northern Irish village: Social interaction and social ambition»,
en P. Trudgill (ed.), Sociolinguistic Patterns in British English, Londres, Edward Arnold, 1978, pp. 37-51.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 103
j.
Variedades especiales: las jergas !
la jerga constituye una zona restringida de la lengua fam iliar, que lim ita al sur con
la germ anía y el caló, al este y oeste con la term inología artesan a y al n o rte con el
tecnicism o científico.58
E fectivam ente, podem os h ablar de jerga —argot— para hacer referencia a los
usos característicos de grupos grem iales, cuya com unicación p u ram ente profesional
no h a de ten er una intención o un carácter críptico, por m ás que su dom inio corres
p o n d a n orm alm ente a individuos iniciados. Estam os ante variedades sectoriales o es
pecializadas59 o lenguas de grupo — tam bién se utiliza el nom bre de tecnolecto— con
d iferente grado de herm etism o, que p ueden ser de m uchos tipos:60 aquí se incluiría la
jerga m édica, la econom ista y em presarial, la jurídica, la m ilitar, la periodística, la in
form ática y m ultitud de jergas de oficios, que en ocasiones han gozado de una larga
trad ició n .61 Lógicam ente, en la m edida en que desaparecen oficios, van desap are
58. Introducción a la lexicografía moderna, 3." ed., Madrid, CSIC, 1992, p. 279.
59. Denominación dada por B. Rodríguez en Las lenguas especiales. El léxico del ciclismo, León, Cole
gio Universitario de León, 1981, pp. 9-153. Véase también B. Rodríguez, «Argot y lenguaje coloquial», en
A. Briz, J. R. Gómez Molina, M. J. Martínez y Grupo Val.Es.Co. (eds.), Pragmática y gramática del español
hablado, Valencia, Universidad de Valencia / Pórtico, 1997, pp. 225-239.
60. En conexión con las variedades sectoriales, estarían los «lenguajes científico-técnicos», formados
principalmente por nomenclaturas específicas en las que el significante y el significado de los signos estable
cen una relación biunívoca que impide la polisemia o la connotación. Véase B. Rodríguez, «Lo específico de
los lenguajes científico-técnicos», Archivum, XXVII-XXVIII (1977-1978), pp. 485-521. También M. T. Cabré,
La terminología. Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, Antártida, 1993.
61. H e aquí algunos ejemplos tradicionales españoles: el barallete o parafusa de los afiladores de O ren
se, la jalleira de los tejeros y alfareros de Tomiño, también en Galicia, la tixileira de los fabricantes de cuen
cos de madera del sudoeste de Asturias o la gacería de los canteros de Cantalejo, en Segovia.
104 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
ciendo las respectivas jergas grem iales, de igual m odo que las nuevas actividades
tra e n de la m ano nuevos usos com unicativos.
A este tipo de jerga se añadirían las que perm iten caracterizar a prácticam ente
cualquier grupo social según la actividad que realice: estudiantes, deportistas, funcio
narios, pescadores, etc. E stam os ante variedades más o m enos accesibles para los aje
nos al grupo, que n o tienen u na intención críptica y que no se suelen utilizar fuera de
la com unicación interna, aunque algunas de ellas tienen m ás facilidad que otras para
transferir elem entos a la lengua general: en E spaña, p o r ejem plo, el uso general va
incorp o ran d o m uchas voces propias de la jerga estudiantil, de la taurina o de la polí
tica y la econom ía, debido, en gran parte, a la influencia de los m edios de com unica
ción social.62 E n este caso tam bién se habla de a r g o t y de s la n g .
P ero una je r g a , adem ás, pu ed e en tenderse com o un conjunto de rasgos lingüísti
cos, generalm ente artificiosos, utilizados con una intención críptica o esotérica. E n
este caso, el térm ino ha alternado con otros m uchos com o j e r ig o n z a , g e r m a n ía , j á c a
ra o j a c a r a n d in a . Se trata de «lenguas secretas» m anejadas por grupos sociales cuya
actividad está o p uede estar fuera de una norm a o incluso fuera de la ley — es la len
gua de los bajos fondos, del ham pa, de la delincuencia— ,63 aunque tam bién se han
utilizado en o tras actividades, com o las com erciales o las trashum antes. Estos usos, en
general, se caracterizan por una gran capacidad de cam bio dado que, conform e se h a
cen transparentes, aparecen nuevas voces que sustituyen a las que em piezan a ser re
veladas.
Los recursos lingüísticos de las jergas crípticas, adem ás de ser artificiosos, su p o
n e n una actitud activa por p a rte del grupo y afectan sobre todo al léxico y a la fra
seología: se m odifican form al o sem ánticam ente térm inos ya existentes (por ejem plo,
cam biando el ord en de las sílabas),64 se tom an form as prestadas de otras lenguas (en
el caso del español de E spaña, se han tom ado del gallego, del catalán, del vasco, del
francés, del árabe, del caló; en el l u n f a r d o , se han tom ado del italiano),65 se usan p a
labras onom atopéyicas y se incorporan nuevas series de num erales. E jem plos de es
tos usos p u ed en ser la g e r m a n í a española del Siglo de O ro, el prim er l u n fa r d o argen
tino o la m ás reciente jerga de la drogadicción.66 P ero hay otros m uchos, com o el c a ló
de los arrieros de Q u in tan ar de la O rd en (T oledo), utilizado por los com erciantes am
bulantes duran te el siglo xix, hasta la desaparición de la arriería. E n esta jerga de
arrieros se suelen d ar significados nuevos asociados a form as ya existentes, se crean
m etáforas y se utilizan m ultitud de nom bres propios con referentes locales o regio
nales. Sirvan com o m uestras estas pocas frases: la d e a r ie p a d e h o y m e in v ita a j a l a r
c h ip ó l a c o n a n d ú j a r y p e d r o ñ e r a s ‘en la carta de hoy m e invitan a com er cordero con
62. Véase M. Alvar, La lengua de..., Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1993.
63. Véase R. Salillas, «Teoría y caracteres de las jergas», en El delincuente español, Madrid, Victoriano
Suárez, 1896.
64. Este recurso lo utiliza el lunfardo. Sobre alteraciones formales con fines comunicativos o lúdicros,
son ilustrativos los ejemplos recogidos en la obra de D. Crystal, Enciclopedia del lenguaje de la Universidad
de Cambridge, Madrid, Taurus, 1994, pp. 53-59.
65. El lunfardo es un argot porteño, restringido a iniciados y llamado policialmente lenguaje cañero.
Como ocurre en muchos lugares, algunas palabras del lunfardo han pasado a formar parte del léxico general,
en este caso de Buenos Aires: mina, gil, chamuyo, papusa. Véase J. L Borges y J. E. Clemente, El lenguaje de
Buenos Aires, 4." ed., Buenos Aires, Emecé, 1968; E. Teruggi, Panorama del lunfardo, 2.n ed., Buenos Aires,
Sudamericana, 1978.
66. Véase V. León, Diccionario de argot español, Madrid, Alianza, 1980.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 105
R eflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
Sobre el concepto de dialecto y todos los problem as teóricos y prácticos que gi
ran en su entorno, conviene consultar los capítulos introductorios del libro dirigido
p o r M anuel A lvar, M a n u a l d e d ia le c to lo g ía h is p á n ic a . E l e s p a ñ o l d e E s p a ñ a (B arce
lona, A riel, 1996). Para una caracterización del español coloquial, puede consultarse
el trab ajo de A n to n io Briz, E l e s p a ñ o l c o lo q u ia l. S itu a c ió n y u s o (M adrid, A rco/L i
bros, 1996). C om o introducción general a las teorías de M. A . K. H alliday, véase su
o b ra E l le n g u a je c o m o s e m i ó t ic a s o c ia l (M éxico, F ondo de C ultura Económ ica, 1982).
67. Véase Diccionario del dialecto caló o jerga que usaban los arrieros de Quintanar de la Orden, Quin-
tanar de la Orden, Excmo. Ayuntamiento, 1968. Con prólogo de J. Martín de Nicolás.
C a p ít u l o 5
EL CAMBIO LINGÜÍSTICO
VISTO DESDE LA SOCIOLINGÜÍSTICA
Por eso digo que si los que murieron hace mil años volvieren a
sus ciudades, las creerían ocupadas por gente extranjera debido a
que su lengua es distinta de la de éstos.
D a n t e A l i g h i e r i , E l convite, 1304-1307
a) Las r e s tr ic c io n e s . D eterm in ar los factores que hacen posibles unos cam bios e
im posibles otros, y que m arcan su dirección, cuando se producen.
b) La tr a n s ic ió n . Explicar cóm o se desarrolla el cam bio lingüístico; afrontar este
p roblem a supone d ar cuenta de cóm o es y cóm o se produce la variabilidad
de la lengua en una com unidad concreta.
c) La a d a p ta c ió n o i n s e r c ió n . D eterm inar cóm o un cam bio en curso se adapta
al sistem a lingüístico y social que lo rodea.
d) La a c titu d . D escubrir qué actitudes despierta entre los hablantes el cam bio
lingüístico y de qué m anera influye tal actitud en el desarrollo ulterior del
cambio.
e) La c o n s u m a c i ó n o a c tu a liz a c ió n . Explicar p o r qué un cam bio lingüístico se
ha producido en unas coordenadas espacio-tem porales concretas.
D e todos estos problem as, el de m ás difícil resolución es, sin duda alguna, el re
lativo a la c o n s u m a c i ó n ; los dos prim eros ( r e s tr ic c io n e s , tr a n s ic ió n ) se p u eden resol
ver cuando los cam bios ya se han cum plido; los tres últim os (a d a p ta c ió n , a c titu d , c o n
s u m a c i ó n ) req u ieren análisis em píricos en el m om ento en que los cam bios se están
produciendo.
C om o es natural, en tre todos los factores que con distinta intensidad condicio
n an o m otivan los cam bios lingüísticos, la sociolingüística ha puesto un interés m uy
especial en los aspectos que tienen que ver con las condiciones sociales de los usos
lingüísticos.3 E sta disciplina ha podido plan tear hipótesis y p ro p o n er conclusiones, ra
tificadas em píricam ente, que son singularm ente valiosas para el conocim iento de los
cam bios.4 A lgunas de las m ás interesantes han surgido en las investigaciones sobre
redes sociales; otras, com o verem os, proceden de los estudios que trabajan sobre m o
delos de estratificación social.
L os estudios de r e d e s s o c ia le s h an pod ido d em o strar que la difusión de una in
novación lingüística de un grupo social a o tro se produce a través de los individuos
5. Véase J. Milroy y L. Milroy, «Linguistic Change, Social NetWork and Speaker Innovation», Journal
o f Linguistics, 21 (1985), pp. 339-384.
6. Véase Patterns o f Language-Change in Spain, Londres, Westfield College, 1987. También de Ralph
Penny, «Dialect Contact and Social Networks in Judeo-Spanish», Romance Philology, XLVI (1992), pp. 125-
140.
110 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
7. M artha’s Vineyard es un isla de la costa de Massachusetts con una población estable de unos 6.000
habitantes; esta población aumenta hasta los 40.000 habitantes en verano. En M artha’s Vineyard, los dipton
gos [ai] y [au] se pronuncian mayoritariamente con el primer elemento abierto, con una [a] semejante a la de
car. Sin embargo, en época más reciente se ha observado un progresivo aumento del cierre o centralización
de ese sonido vocálico, que ha dado lugar a una realización [9¡] y [su]: tal centralización predomina entre los
pescadores, sobre todo los que habitan en la zona más tradicional de la isla, y en personas que tienen entre
30 y 45 años. Labov opina que el cambio se ha irradiado desde una pequeño grupo de pescadores {cambio
desde abajo) y se ha convertido, inconscientemente, en atributo de la personalidad de los isleños, frente a la
de los veraneantes, poco identificados con los valores tradicionales de la isla (véase W. Labov, Modelos so
ciolingüísticos, ob. cit., pp. 29-74; la primera versión de este estudio se hizo pública en 1962).
8. Labov estudió la realización de r en palabras como four, floor, car, beard o bear en la ciudad de Nue
va York. Buena parte de los materiales fueron recogidos en tres grandes almacenes neoyorquinos, a los que
acuden personas de diversos niveles socioeconómicos: Sacks, en la Quinta Avenida, Macy’s, de clase media,
y Klein’s, de precios populares. Labov observó que el mantenimiento, o reposición, de r era más frecuente en
tre los hablantes de mayor nivel socioeconómico, los que acudían a Sacks, y mucho menor entre las personas
que acudían a Klein’s. Los estudios realizados por Labov demuestran que la pronunciación de r es un rasgo
prestigioso, más frecuente en los estilos cuidados y en los hablantes de mejor posición social, que se está ex
tendiendo a otros grupos sociales, especialmente a los de nivel medio {cambio desde arriba) (véase W. Labov,
Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983, pp. 75-104).
9. Sobre la incidencia del factor «sexo» en la innovación lingüística, véase el epígrafe dedicado a esta
variable social, donde se comenta el carácter conservador o innovador del habla de las mujeres.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 111
b re todo en los niveles sociales interm edios (clases trabajadora y m edia).10 Estas cla
ses m edias tienen una m otivación social para innovar: buscar las identidad de la co
m unidad, la solidaridad del grupo; p o r eso suelen valorar positiva y favorablem ente
las características jdentificadoras de su com unidad, especialm ente las de su clase, y
eso las lleva a difundirlas y a conferirles un valor de símbolo social. E n esta línea, los
cam bios lingüísticos pu ed en in terp retarse com o procedim ientos de autoidentificación,
que caracterizan con su presencia a los m iem bros de la com unidad y, p o r su ausen
cia, a los que no p erten ecen a ella.
Ju n to a los planteam ientos de Labov, y coincidiendo con ellos al reconocer la im
p ortancia de las clases sociales en la innovación lingüística, A nthony K roch p ropone
u n a explicación del cam bio que tiene que ver principalm ente con la resistencia a la
innovación p o r p a rte de ciertos grupos: Labov se preocupa p o r la m otivación de la in
novación; K roch m ás bien p o r las razones de la resistencia al cam bio.11 Según K roch,
los grupos lingüísticam ente conservadores p ueden o p tar p o r im pedir ciertos cambios;
esos grupos tam bién suelen ser conservadores desde un punto de vista sociopolítico y
ocupan una posición favorable en la organización social.
P or su p arte, G regory G uy sugiere la posibilidad de sintetizar las ideas de Labov
y de K roch entendiendo los conflictos sobre la significación sociosim bólica de las in
novaciones lingüísticas com o consecuencia de un conflicto de intereses entre clases
sociales.12 L a clase trabajadora, los niveles de estatus más bajos dentro de las clases
m edias, son un foco de innovaciones que p ueden adquirir un valor sim bólico positi
vo com o m arca de grupo. Las clases de estatus m ás elevado, sin em bargo, rechazan
tales innovaciones y se resisten a ellas, com o un procedim iento para defender sus p o
siciones y m arcar distancias respecto a grupos inferiores. D e ahí que el equilibrio en
tre las dos fuerzas sociales, la coincidencia de intereses, sea la única posibilidad de
éxito en una innovación lingüística. Para Guy, el cam bio lingüístico no es más que el
reflejo de una dialéctica elem ental de las sociedades hum anas.
La teoría de la onda
10. Véase W. Labov, «Linguistic change as a form of communication», en M. Silverstein (ed.), Human
commanication: theoretical explanarions, Hillsdale, Erlbaum, 1974; Locating language in time and space, Nue
va York, Academic Press, 1980.
11. A. Kroch, «Towards a theory of social dialect variation», Language in Society, 7 (1978), pp. 17-36.
12. «Language and Social Class», en F. J. Newmeyer (ed.), Linguistics: The Cambridge Survey. IV. Lan
guage: The Socio-cultural Context, Cambridge, Cambridge University Press, 1988, pp. 57-60.
112 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Tiempo
Contextos lingüísticos
A B C D
o 2 X X
X X X
X X X X
% final de
palabra
u(n)
¡(n)
¡e(n)
oi(n)
o(n)
e(n)
a(n)
Siglos
lentam ente en un p rim er m om ento, tiene un ritm o m uy rápido en una fase interm e
dia y se ralentiza en la etap a final, hasta que m uy poco o poco se generaliza com ple
tam ente. E ste proceso form a una curva en form a de «S» com o la que se rep resen ta
en la figura 5.2.
Es frecuente, sin em bargo, que los cam bios se difundan dando lugar a una curva
en form a de «S» sem ejante a la de la figura 5.2, pero form ada p o r varias curvas m e
nores, tam bién con form a de «S» (figura 5.3).
E n la figura se observa que cada pequeña curva en form a de «S» corresponde a
un p articular contexto lingüístico. La pérdida de la -n final en francés y la progresiva
nasalización de la vocal obedeció a un proceso desarrollado a lo largo de cinco siglos
aproxim adam ente. L a nasalización fue am pliando sus contextos paso a paso, encade
n ando fases en las que se reconoce el m ismo tipo de evolución: inicio lento, desarrollo
interm edio rápido, final lento (curva en form a de «S»). Según el gráfico, la pérdida
de -n se dio p rim eram ente con vocales com o a y e , entre los siglox ix y xi; el pro ce
so de pérdida de la nasal concluyó con las vocales altas i y u, entre los siglos x m y
x iv .13
P or últim o, cabe destacar que, para la sociolingüística m oderna, la difusión en
form a de onda puede producirse tan to en un espacio geográfico com o en un espacio
social, lo que supone establecer un punto de contacto entre la lingüística de finales
del siglo x x y la de finales del siglo xix, especialm ente con la llam ada «teoría de la
onda» de Schmidt.
13. Véase J. Aitchison, Language change: progress or decay?, 2.a ed., Cambridge, Cambridge University
Press, 1991. Trad. al esp. El cambio en las lenguas: ¿progreso o decadencia?, Barcelona, Ariel, 1993.
114 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
A propósito del m ecanism o puram en te lingüístico de los cam bios, Labov ha p lan
tead o una cuestión que, según este autor, ha venido preocupando a la lingüística his
tórica desde hace m ás de un siglo: ¿cuál es el m ecanism o fundam ental del cam bio fó
nico? ¿Es éste un m ecanism o de naturaleza puram ente fónica, que afecta sólo a los
elem entos fónicos im plicados, o tal vez esos elem entos se difunden com o parte de una
unida léxica, de m an era que la difusión léxica se convierte en el m ecanism o fu n d a
m en tal de difusión del cam bio fónico? E sta doble interpretación — fónica y léxica—
está reflejando, según Labov, las posiciones defendidas p o r neogram áticos y dialec-
tólogos en el siglo xix: p ara los prim eros, los cambios fónicos se producen en cum
plim iento de unas reglas de índole fónica y de aplicación autom ática; para los segun
dos, la explicación del cam bio descansa en el principio de G illiéron según el cual
«cada p alab ra tiene su historia» y, p o r tanto, los cam bios hay que estudiarlos caso p o r
caso en las palabras, com o p ortadoras de elem entos fónicos.
A n te la evidencia de que los fonem as cam bian y de que las palabras tam bién lo
hacen, W illiam L abov ha caracterizado los dos tipos de cam bio y los ha presentado
así:
Según Labov, sería posible pensar que el cam bio fónico regular y la difusión lé
xica m uestran una distribución com plem entaria: en el prim ero en trarían fenóm enos
com o el cam bio de lugar de articulación de las vocales, la vocalización de las líquidas
o los cam bios en el m odo de articulación de las consonantes; en el segundo, se in
cluirían el acortam iento y el alargam iento de unidades, la diptongación de vocales
m edias o bajas, los cam bios en el lugar de articulación de las consonantes o las m e
tátesis de líquidas y oclusivas. D esde este p u nto de vista, el rum bo para el estudio del
cam bio no d ebería estar tanto en preguntarse si son los fonem as o las palabras los que
cam bian, com o en p lantearse cuáles serían las propiedades que determ inan el paso de
un estado fónico a o tro .15
14. Principios del cambio lingüístico. I, Madrid, Gredos, 1996, pp. 829-830. La traducción es de Pedro
Martín Butragueño.
15. Véase F. Moreno Fernández, «Dialectología y neogramática, cara a cara», Alatorre (en prensa).
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 115
El fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen entre el pa
sado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distinto del
presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente.
La conclusión que obtiene Labov acerca de las lim itaciones de los datos históri
cos es que se hace necesario in ten tar una explicación a partir de técnicas que p erm i
tan descubrir cóm o se desarrolla el cam bio; se hace necesario trab ajar sobre cam bios
en m archa y utilizar m étodos y técnicas em píricos, que ofrezcan unos resultados sig
nificativos y realm ente representativos de una com unidad. D e este m odo, sería posi
ble descubrir la intensidad, la variación y la orientación de un buen núm ero de cam
bios lingüísticos.
Según se desprende de lo que acabam os de com entar, la sociolingüística p ro p o
ne com o com plem ento, no com o alternativa, de la investigación de los cam bios en
tiem po real, el estudio de la innovación lingüística en desarrollo, del cam bio lingüís
tico en curso; con otras palabras, el estudio del cam bio e n t ie m p o a p a r e n te . E ste es
tudio se realiza m anejando sim ultáneam ente inform antes de diversas edades p e rte
necientes a una mism a com unidad. C uando los m ateriales recogidos de los diversos
grupos de ed ad se extrapolan en un eje tem poral, se m aneja el concepto de «tiem po
aparente», en el que los usos lingüísticos de las generaciones de m ayor edad son más
antiguos y los usos de las generaciones jóvenes son m ás recientes y se consideran in
novadores. La validez del t ie m p o a p a r e n te para la investigación del cam bio está fu n
d am en tad a en una hipótesis ( h ip ó te s is d e l tie m p o a p a r e n te ), según la cual los usos lin
güísticos de una generación no se ven apenas afectados p o r el paso del tiem po, esto
es, se m antien en prácticam ente inalterados y pueden ser confrontados con los usos de
otras generaciones, siem pre que se trate de com unidades estables.
U n buen ejem plo de cam bio lingüístico en curso es el que ofrece M .a del M ar
R uiz D om ínguez con datos referidos al s e s e o en la ciudad de M elilla (E spaña). E l grá
fico que se o btiene sobre el m atenim iento del s e s e o , según la ed ad de los hablantes,
es el m ostrado en la figura 5.4.
E n la figura 5.4 se observa que las generaciones de m ayor edad, especialm ente
la últim a, m antienen con bastante firm eza el seseo, firm eza que se va debilitando, en
favor de las soluciones distinguidoras, conform e disminuye la edad de los hablantes.
E sta distribución lineal hace pensar que la distinción de ¡s! y /0/ es un fenóm eno in
novador que acabará generalizándose en la com unidad de Melilla: el t i e m p o a p a r e n
te nos perm ite llegar a una in terpretación de un cam bio en curso que p o d rá ser ra ti
ficada o desechada p o r el tie m p o real.
D el m ism o m odo, si un rasgo lingüístico n o covaría con la edad de los hablantes
de una com unidad, se p uede in terp retar que su distribución es estable y que, por lo
tanto, n o cabe esperar un cam bio im portante en el tiem po ap arente del que dan cuen-
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 117
ta los datos considerados. Así, en la ciudad de Melilla se h a podido observar que las
variantes fonéticas correspondientes al fonem a /s/, cuando aparece en posición im
plosiva, no experim entan una variación n otable en relación con la edad de los h a
blantes.
L a disposición horizontal de las líneas de la figura 5.5 denota cierta estabilidad
90
70
60
50
40
30
20
_ 1 0 -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
1.a generación 2.a generación 3.a generación 4.a generación
20. Véase M. Almeida,, «El factor ‘sexo’ en los procesos de variación y cambio», Anuario de Letras,
XXXI11 (1995), pp. 97-109. Almeida estudia el cambio de articulación de ch, en Santa Cruz de Tenerife (is
las Canarias).
21. B. Fontanella de Weinberg, en un importante estudio sobre el español de Bahía Blanca (Argenti
na), comprobó el funcionamiento del mecanismo del cambio a propósito de las palatales sorda (en chalet,
champán, flash, cliché) y sonora (en arroyo, valle, villa, yema, lluvia). Fontanella demostró que los hablantes
más jóvenes ensordecían la sonora y sonorizaban la sorda, de modo que se podía hablar de la existencia de
un solo fonema (prepalatal sordo) en el que alternaban las realizaciones sordas y las sonoras: la sonorización
de la sorda, que había empezado en los grupos sociales altos, predomina en los hablantes de alto nivel edu
cativo; en los hablantes de bajo nivel educativo es mayor el ensordecimiento. Véase Dinámica social de un
cambio lingüístico, México, UNAM, 1979.
22. Ob. cit., p. 60 y ss. Este principio es el que guía algunas investigaciones que se realizan bajo el ró
tulo de «sociolingüística histórica». Las dificultades que encuentran estos estudios son básicamente las mismas
que se han presentado a la lingüística histórica tradicional, agravadas por la dificultad que supone aplicar cier
tas técnicas de análisis cuantitativo sobre unos materiales escasos, parciales o de un alcance sociolingüístico li-
«
R eflexiones y ejercicios
1. ¿H asta qué p u n to cree que es posible prever la dirección de los cam bios lin
güísticos en m archa a p artir de unos m ateriales sincrónicos? ¿H a tenido oportunidad
de observar, aunque sea superficialm ente, un cam bio en curso o lo largo de un p e
ríodo d eterm inado?
2. E lab o re y com ente una relación de cam bios lingüísticos desde arriba y des
de abajo que se pu ed an estar produciendo en su com unidad de habla.
O rientaciones bibliográficas
Sobre el concepto de cam bio lingüístico a lo largo del últim o siglo, conviene con
sultar el libro de T h eo d o ra B ynon, Lingüística histórica (M adrid, G redos, 1981). So
bre el concepto de cam bio en la sociolingüística actual, resulta casi obligada la lectu
ra, al m enos, de los cuatro prim eros capítulos del libro de W illiam Labov, Principios
del cam bio lingüístico (M adrid, G redos, 1996). Com o lectura com plem entaria, se re
com ienda el capítulo 5 («El cam bio desde una perspectiva social») de la obra de
S. R om aine, E l lenguaje en la sociedad (B arcelona, A riel, 1996).
mitado. Sobre la sociolingüística histórica, véase S. Romaine, Socio-Historical Linguistics. Its Status and Me-
thodology, Cambridge, Cambridge University Press, 1982; F. Gimeno, Dialectología y sociolingüística españo
las, Alicante, Universidad de Alicante, 1990, pp. 159-166; Sociolingüística histórica (siglos X-XI1), Madrid, Vi
sor, 1995.
C a p ítu lo 6
EL CONCEPTO DE VARIACIÓN
Variación y significado
d) Está oscuro ya / ¿Puedes leer con tan poca luz?/ ¡Enciende la luz, p o r fa vo r!
/ ¿Podrías encender la luz?
4. «La investigación sociolingüística del español», Lexis, XVII, 1 (1993), pp. 1-32.
5. Madrid, Arco/Libros, 1996.
124 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
6. Les modifications phonétiques du langage, étudiées dan le patois d ’ne famille de Cellefrouin (Chóren
te), París, Welter, 1891.
7. Así lo reclamaron, por ejemplo, Trubetzkoy y Ronjat. Véase J. Alliéres, «Un exemple de polymor-
phisme phonetique: le polymorphisme de l’s implosif en gascón garonnais», Via Domitia T (1954), pp. 70-103.
8. N. Trubetzkoy (Principes de phonologie, Paris, Klincksieck, 1976, p. 49) habló de variantes faculta
tivas.
9. Art. cit., p. 70.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 125
afirm arse, p o r tanto, que cualquier caso de polim orfism o es tam bién un caso de va
riación. A h o ra bien, es posible advertir ciertos aspectos que m arcan diferencias entre
am bos conceptos; serían los siguientes:
A dem ás, hay que ten er en cuenta que A lliéres no se conform ó con hacer una ca
racterización del polim orfism o, sino que propuso la utilización de una técnica que
ayudara al investigador a dom inar los cam biantes rasgos del lenguaje: la estadística.
E l m anejo de datos cuantificados perm ite p roporcionar una im agen real del habla de
un territo rio y observar los cam bios lingüísticos que están en m archa. La cuantifica-
ción se m uestra, entonces, com o una h erram ienta im portante para el estudio de la fo
nética histórica y p ara las tareas de la geografía lingüística. C uriosam ente la sociolin
güística anglo-norteam ericana, que viene haciendo desde hace años una fuerte crítica
de los p lanteam ientos de la geolingüística, está haciendo algo m uy parecido a lo que
A lliéres ap u n tó a m ediados de siglo: incorporar la estadística com o instrum ento des
criptivo de la variación. Q ueda fuera de lugar una discusión que lleve a com parar los
recursos técnicos de m ediados del siglo x x con los actuales.
10. «Polimorfismo y otros aspectos fonéticos en el habla de Santo Tomás de Ajusco», Anuario de Le
tras, VI (1965-1966), pp. 353-377; «Muestras de polimorfismo en el español de la Argentina», en La lengua es
pañola y su expansión en la época del Tratado de Tordesillas, Junta de Castilla y León, pp. 125-145.
11. «En torno al polimorfismo», Investigaciones sobre dialectología mexicana, México, UNAM, 1990,
pp. 7-16.
12. Pensamos, por ejemplo, en la «sociolingüística variacionista» (variación sociolingüística, cronológica
y estilística), en la «teoría de la onda» de los criollistas (variación sociolingüística y cronológica), en la «neo-
lingüística» (variación geográfica y cronológica), en la Wellentheorie (variación geolingüística y cronológica).
Véase la cuarta parte de este libro.
126 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
das las clases de variación no han preocupado suficientem ente a los lingüistas. Por
ello apenas p u ed e hablarse de una «teoría de la variación lingüística», concebida
com o un to d o ,13 aunque tal insuficiencia no significa que haya falta de interés p o r el
asunto.
E n 1972, J. P. R o ñ a ,14 partien d o de unos planteam ientos cercanos a los de Fly-
d al,15 in ten ta explicar el concepto de diasistema distinguiendo tres ejes que conform an
una estructura cúbica: eje diacrónico, eje diatópico y eje diastrático. Los problem as
que encierra esta idea p ueden resum irse en una sola nota: la estructura de tres ejes
es algo lim itada, porque la intersección ha de darse necesariam ente en un punto, esto
es, en un solo nivel.16 P or otro lado, la variación que surge en situaciones com unica
tivas diferentes (estilo) queda excluida del m odelo de form a expresa.
La posición de E. C oseriu es diferente. E n 1966, recoge algunas ideas de Flydal,
las com p leta17 y distingue en la lengua tres tipos de diferencias internas: diferencias
diatópicas (dialectos o geolectos, hablas locales), diastráticas (niveles sociolingüísti
cos) y diafásicas (estilos, registros). La relación que establecen estas diferencias se
describe de la siguiente forma:
13. La sociolingüística variacionista de Labov y la sistémica de Halliday son las corrientes de estudio
que más interés han puesto en una teoría de la variación de la lengua en su contexto social. Parten de plan
teamientos muy diferentes y de unos objetivos específicos que les impiden convertirse en teorías de «todos los
tipos de variación».
14. «Una visión estructural de la sociolingüística», Santiago, 7 (1972), pp. 22-36.
15. «Remarques sur certains rapports entre le style et l’état de langue», Norsk Tidsskrift fo r Sprogvi-
denskap, XVI (1951), pp. 240-257.
16. Hombre, etnia, Estado, Madrid, Gredos, 1986, p. 30.
17. «Structure lexicale et enseignement du vocabulaire», en Acres du premier colloque International de
linguistique appliqtiée, Nancy, 1966, pp. 175-217. Trad. al esp. «Introducción al estudio estructural del léxico»,
en Principios de semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977, pp. 87-142.
18. «Los conceptos de “dialecto”, “nivel” y “estilo de lengua” y el sentido propio de la dialectología»,
Lingüística Española Actual, III (1981), pp. 1-32.
19. P. Martín Butragueño recoge las ideas principales de Coseriu. Desarrollos sociolingüísticos de una
comunidad de habla (tesis doctoral inédita), Madrid, Universidad Complutense, 1991.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 127
20. Sobre los conceptos de «comunidad idiomática», «comunidad lingüística» y «comunidad de habla»,
véase H. López Morales, Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 47-52; F. Gimeno, «A propósito
de una comunidad de habla: The social dimensión o f dialectology de J. B. Roña», en H. López Morales y
M. Vaquero (eds.), Actas del I Congreso Internacional sobre et español de América, San Juan, Academia Puer
torriqueña de la Lengua Española, 1987, pp. 689-98.
21. M. Alvar ofrece un esquema de la división sociolingüística de una comunidad al que se adapta nues
tro modelo. Véase M. Alvar, Niveles socioculturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas,
Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1972, p. 206.
22. Véase J. P. Blom y J. J. Gumperz, «Social meaning in linguistic structure: Code-switching in Nor-
way», en J. J. Gumperz y D. Hymes (eds.), Directions in Sociolinguistics, Nueva York, Holt, Rinehart & Wins-
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 129
com unidad diferente, com o tam bién es posible que una lengua se vea reducida, en su
pro p ia com unidad, a un solo nivel o a un solo estilo.
R ecogiendo lo anterior, es conveniente insistir en dos aspectos: 1) el espacio y el
tiem po (variación geográfica y variación histórica) son dim ensiones situadas en un
m ism o nivel, p ero en distinto plano; 2) la dim ensión situacional (variación estilística),
au nque funciona de m anera bien diferenciada de la social (variación sociolingüística)
es u na proyección de ésta. E l lugar de encuentro de las dim ensiones del prim er y del
segundo nivel configura los caracteres de la variedad lingüística que puede em plear
u n grupo social dado, en una situación com unicativa dada, d entro de una com unidad.
La longitud de cada una de las dim ensiones viene determ inada p o r la extensión geo
gráfica e histórica de cada lengua y p o r su com plejidad sociolingüística.
ton, 1972, pp. 407-434. También P. Martín Butragueño, ob. cit. Por lo general, las grandes ciudades se han for
mado gracias a importantes movimientos de población procedentes de otros puntos geográficos.
23. Véase E. Coseriu, «Sistema, norma y habla», en Teoría del lenguaje y lingüística general, 3." ed., M a
drid, Gredos, 1973, pp. 11-113. A partir de los sistemas con semejanzas parciales surgen los diasistemas.
130 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
SISTEMA
+ +
HABLA
1) Las variantes com binatorias lo son dentro de una com unidad de habla. H ay
que te n e r en cuenta, p o r lo tanto, que no funcionan las mism as variantes en todas las
com unidades de una lengua, en todos los dialectos: por ejem plo, la distribución de
oclusivas y fricativas para las bilabiales, dentales y velares sonoras no es exactam en
te igual en todos los territorios hispánicos.
2) Las variantes facultativas que los estructuralistas llam an «generales», cuan
do lo son, podrían ser interpretadas com o com ponentes de un sistem a (por ejem plo,
[s] predorsal en el español de unos territorios, frente a la apical de otros). E n un caso
así, no estaríam os ni ante una variante esporádica ni ante una variante en distribu
ción com plem entaria, sino ante un elem ento constante.
3) Las variantes facultativas individuales no pueden ser ignoradas p o r el sim ple
hecho de ser individuales: den tro de un individuo es posible encontrar cierta regula
ridad en la alternancia de algunas de estas variantes.
24. Sobre el concepto de norma y otras cuestiones relacionadas con la variación lingüística, véase el in
teresante libro de J. J. Montes Giraldo, Dialectología general e hispanoamericana, 3.a ed., Bogotá, Instituto
Caro y Cuervo, 1995.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 131
com u n itaria.25 B ickerton argum enta que un hablante no puede reten er en su com pe
tencia datos sobre frecuencias y probabilidades correspondientes a los usos de todos
los m iem bros de una com unidad, en tre los que se incluirían individuos con los que no
ha tenido ningún tipo de contacto. P ara los criollistas es im posible p ensar que un
individuo dispone de tal tipo de conocim ientos y no adm iten, por tanto, que un indi
viduo, com o individuo, pueda conocer la gramática com unitaria, de toda su com uni
dad. E l concepto tradicional de com petencia perm ite pensar en una com petencia u ni
versal e individual, p ero no en una com petencia de grupo. Tal escollo sólo se podría
salvar de una m anera: disponiendo de un «m ecanismo colectivo de coordinación» que
fuera capaz de transm itir al individuo la inform ación com unitaria que necesita.
F ren te al concepto de gramática comunitaria, los criollistas han propuesto el de
com plejo polilectal, que fundam entalm ente consiste en una interpretación dinám ica de
la variación lingüística, una interpretación que puede ser com parada con el m ovim ien
to en form a de onda de un cam bio lingüístico 26 La «teoría de la onda» nos dice que
los cam bios lingüísticos se difunden sistem ática y gradualm ente a través de contextos
diferentes y a través de variedades diferentes. Pues bien, la variación lingüística se m a
nifiesta precisam ente en los estadios interm edios de difusión de un cam bio, antes de
que la innovación se convierta en un hecho categórico y totalm ente generalizado. P ara
los criollistas, la variación sólo puede ser interpretada, lógicamente, com o consecuen
cia de los cam bios en curso, lo que no coincide con las ideas de Labov, para quien, si
bien todo cam bio implica variación, no toda variación ha de suponer un cambio.
L a interp retació n dinám ica de la variación abre la posibilidad de trab ajar con d a
tos p rocedentes de individuos considerados com o tales y no com o elem entos de una
clase o un grupo social determ inado. Los datos recogidos de un hablante form an p a r
te de su gramática individual y en tre ellos se incluyen elem entos variables. U na vez
descrita la form a en que se m anifiestan los hechos variables en cada individuo, exis
te la posibilidad de o rd en ar esos individuos, sus gram áticas individuales, de form a es
calonada, disponiendo en un extrem o el h ablante (el lecto, la gram ática) en el que la
variación se m anifiesta siem pre o casi siem pre por m edio de unas variantes y, en el
extrem o opuesto, el hablante (el lecto, la gram ática) en el que la variación se m ani
fiesta siem pre o casi siem pre p o r m edio de otras variantes.
E sta ordenación da com o resultado las escalas de im plicación (figura 6.3; véase
tam bién la figura 5.1): tom ando un p unto cualquiera de la escala, los niveles anterior
o po sterio r im plican siem pre valores más altos o m ás bajos. Si consideram os cada g ra
do de la escala, cada gram ática individual, com o un lecto — definido sim plem ente
com o un conjunto de rasgos lingüísticos— , podem os deducir que la gram ática de una
com unidad es una sum a o un conjunto de gram áticas individuales o lectos (lecto 1 +
lecto 2 + lecto n) que form an un com plejo polilectal. E n este caso, frente a lo que ocu
rre en la gramática comunitaria, los factores sociales y estilísticos quedan excluidos
del m odelo, dado que se trabaja con individuos. E n un com plejo polilectal, de un lu
gar determ in ad o y en un m om ento determ inado, encontram os un sistem a de gram á-
25. Véase D. Bickerton, «Inherent variability and variable rules», Foiindations o f Language, 7 (1971),
pp. 457-492; «The nature of a creóle continuum», Language, 49 (973), pp. 640-669. Ch.-J. Bailey, Variation and
Linguistic Theroy, Arlington, Center for Applied Linguistics, 1973.
26. Véase D. Bickerton, «The structure of polylectal grammars», en R. Shuy (ed.), Sociolinguistics: Cu-
rrents Trends and Prospects. Georgetown University Round Table on Languages and Linguistics, Washington,
D.C., Georgetown University Press, 1972, pp. 17-42.
«
Contextos - unidades
Lectos 1 2 3 4 5 6 7
Lecto 1 a a a a a a a
Lecto 2 b a a a a a a
Lecto 3 b b : a a a a a
Lecto 4 b b b i a a a a
Lecto 5 b b b b i a a a
Lecto 6 b b b b b I a a
Lecto 7 b b b b b b i a
Lecto 8 b b b b b b b
ticas relacionadas, cada una de ellas algo diferente de las demás: la frecuencia con que
un individuo produce una variante determ inada es in terpretada com o consecuencia
del lugar que ocupa su lecto en la escala. A quí, el individuo no conoce cóm o es la gra
m ática de toda la com unidad porq u e no necesita conocerla.27
Los puntos débiles de esta form a de in terpretar la variación han sido señalados
op o rtu n am en te p o r R. A . H udson: en prim er lugar, aquí no cabe la posibilidad de in
cluir diferencias probabilísticas en tre lectos (para cualquier regla, B ickerton sólo ad
m ite tres posibles relaciones con un lecto: que sea obligatoria, que sea optativa o que
no exista); en segundo lugar, el m odelo de im plicación puede incluir lectos que no se
ajusten a la jerarq u ía im plicacional, aunque suelen ser m inoría y no desfiguran las
tendencias lingüísticas generales del g ru p o 28 Es precisam ente en este te rren o de la
irregularidad, de lo m ás o m enos probable, donde la sociolingüística de Labov exhi
be sus m ejores virtudes.
A d m itiendo la gravedad de las diferencias que separan a sociolingüistas de la va
riación y criollistas, a los partidarios de las gram áticas com unitarias y los partidarios
de los com plejos polilectales, lo cierto es que se han hecho esfuerzos p ara acortar las
distancias entre am bas perspectivas: existen program as inform áticos, elaborados des
de la sociolingüística, que construyen escalas de im plicación ofreciendo las probabili
dades de aparición de un rasgo en los distintos hablantes o le c to s29 O tra cosa es el
m undo de los conceptos.
R eflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
Se recom ienda la lectura com pleta de los trabajos de los que se han extraído los
fragm entos p resentados en las observaciones anteriores. Tam bién es aconsejable la
lectura del capítulo V I de la Sociolingüística de H um berto López M orales (2.a ed.,
M adrid, G redos, 1993).
C a p ít u l o 7
A. Principios sociolingüísticos
E n tre los principios que hem os denom inado «sociolingüísticos», distinguim os los
siguientes principia essendi:
D e este principio se desprende que cada hablante nativo tiene el m ism o tipo de
acceso al dialecto — a la variedad, la lengua— de su com unidad y el m ism o conoci
m iento sobre él que los dem ás hablantes nativos de la misma com unidad. Las difi
cultades p ara la identificación y el estudio de los dialectos surgen cuando se dan cita
en un m ism o lugar, en un m ism o núcleo urbano, hablantes nativos de variedades di-
136 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
ferentes. com o es el caso de m uchas capitales hispanoam ericanas que reciben p o b la
ción de origen rural. La sociolingüística podría estar interesada tanto en el estudio del
dialecto que se considera característico de una com unidad (el español de X ) com o en
el estudio del encuentro de dialectos que se pueda estar produciendo en un lugar d e
term inado (el español en X ).1
E l estudio de un dialecto o geolecto siem pre requiere el análisis de una com uni
dad, p uesto que es ahí donde se m anifiesta. E ste razonam iento exige la form ulación
de un principio que perfile el concepto de «com unidad de habla».
Una com unidad de habla está form ada p o r un conjunto de hablantes que com
parten al m enos una variedad lingüística, unas reglas de uso, una interpretación de
ese uso, unas actitudes y una m ism a valoración de las form as lingüísticas.
E sta caracterización no es incom patible con el hecho de que, den tro de una co
m unidad, p u ed an surgir conflictos o disparidades de muy diversa naturaleza. C om o es
bien sabido, la com unidad de habla suele ser objeto de estudio de una p arte im por
tan te de las investigaciones sociolingüísticas. A h o ra bien, aunque se adm ite de m odo
general la validez de este concepto, es cierto que plantea algunos problem as, en tre los
que destaca el de la delim itación objetiva de las com unidades — especialm ente para
realizarla a priori— , porq u e no existe correspondencia unívoca entre los conceptos de
com unidad de habla y de ciudad.2
E n el terren o de la actuación lingüística proponem os tres principios, que se re
fieren al uso de la lengua en sociedad, a la variación sociolingüística y a la variación
estilística.
E l uso lingüístico (natural) sólo puede tener lugar en contextos sociales y situa-
cionales.
N aturalm ente, esto supone que el uso lingüístico, cuando es observado, siem pre
es observado en situaciones y contextos concretos. Y en relación estrechísim a con tal
principio se form ula este otro:
1. Véase R. Caravedo, Sociolingüística del español de Lima, Lima, Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1990, pp. 17-32.
2. La seguridad de que realmente se está trabajando sobre una comunidad de habla sólo se tiene a pos
teriori, una vez realizada la investigación. No obstante, el conocimiento previo que tengan los investigadores
de una comunidad puede facilitar su delimitación. Sobre el concepto de «comunidad de habla» y los proble
mas que plantea, véase el capítulo 1.
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA 137
Un análisis del uso lingüístico, para ser adecuado, debe tener en cuenta la socie
dad, la situación y la relación entre el hablante y el oyente.
Tal y com o está form ulado, este principio no niega en absoluto la posibilidad de
establecer relaciones en tre variables con m edios cualitativos, antes bien la com ple
m enta, hasta el p u n to de que sin éstos no sería posible la aplicación de ningún p ro
cedim iento cuantitativo.
B. Principios sociológicos
3. Véase D. R. Preston, «Fifty some-odd categories of language variation», International Journal o fth e
Sociology o f Language, 57 (1986), pp. 9-47.
4. Véase F. Moreno-Fernández (ed.), Sociolinguistics and Stylistic Variation, Lynx (1992); A. Bell,
«Language Style as Audience Design», Language in Society, 13 (1984), pp. 145-204; H. J. Ladegaard, «Au-
dience Design Revisited: Persons, Roles and Power Relations in Speech Interaction», Language & Commu-
nication, 15 (1995), pp. 89-101.
138 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
E l habla de una muestra debe ser representativa de un grupo social o de una co
m unidad.
5. Véanse A. Woods, P. Fletcher y A. Hughes, Sratistics in Language Studies, Cambridge, CUP, 1986;
H. López Morales, Métodos de investigación lingüística, Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1994;
F. Moreno Fernández, Metodología sociolingüística, Madrid Gredos, 1990.
6. Véase J. Milroy, Linguistic Variation and Change, Oxford, Blackwell, 1992, pp. 206-222.
Segunda p arte
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL
C a p ítu lo 8
1. Más adelante tendremos oportunidad de tratar los conceptos de «discurso» y de «texto» (véase
E. Bernárdez, Introducción a la lingüística del texto, Madrid, Espasa-Calpe, 1982; también, del mismo autor,
Teoría y epistemología del texto, Madrid, Cátedra, 1995). En lo que se refiere al concepto de «enunciado», es
importante el trabajo de E. Benveniste publicado en 1970 («L’appareil formel de l’enonciation», Langages,
17, pp. 12-18). Según Benveniste, hay que distinguir entre la enunciación Como proceso, y el enunciado, como
142 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
en las que varios individuos se ven im plicados alternativa o sim ultáneam ente com o
ag en tes.2 J
L a atención que la sociolingüística presta a todo el ám bito que va m ás allá de la
oración supone, para esta disciplina, una gran ventaja y un claro riesgo/jLa ventaja es
que alcanza los límites de otras m uchas disciplinas que, sin ser sociolingüística — a ve
ces, sin ser siquiera lingüística— , m anifiestan algún tipo de interés por la interacción
com unicativa y sus resultados JL a coincidencia de intereses entre escuelas, disciplinas
o grupos fronterizos suele serT5generalm ente, enriquecedora para todos; en este caso,
tam bién saldría ganando la lingüística general, que ensancharía su ám bito de acción
sin dejar lagunas ni m ateria sin tratar. E l riesgo se derivaría, precisam ente, de esto
mismo^'el contacto con m aterias lim ítrofes puede suponer el abandono del cam po de
la sociolingüística y la incursión en terrenos ajenos, sugerentes, no hay duda, pero
ajenos al fin y al cabo; incluso podría darse el caso de que esos otros ám bitos satisfi
cieran inquietudes o necesidades que la sociolingüística no ha satisfecho ad ecuada
m ente, p o r no estar d entro de sus posibilidades o de sus preferencias. D os de las dis
ciplinas con las que la sociolingüística com parte parcialm ente intereses y objetos de
estudio — situaciones, procedim ientos y productos de la interacción— son la pragm á
tica y la psicología social.
producto de la enunciación. La enunciación es el acto por el que el hombre se hace dueño de su lengua y es
precisamente la relación entre el hablante y su lengua la que determina sus características.
2. Véase T. van Dijk, La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983, p. 89.
3. La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje, Barcelona, Montesinos, 1990, pp. 55-57.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 143
La distinción entre estos tipos de actos es sobre todo teórica, ya que los tres se
realizan a la vez y simultáneamente: en cuanto decimos algo, lo estamos haciendo
en un determinado sentido y estamos produciendo unos determinados efectos.
Pero es interesante distinguirlos porque sus propiedades son diferentes: el acto lo-
cutivo posee significado; el acto ilocutivo posee fuerza; y el acto perlocutivo logra fe
■&?'*
efectos.6
*(
H en k H averk ate, por su parte, distingue en tre actos de habla corteses y actos no í \a&
corteses.1 D en tro de la categoría de los actos corteses se incluyen los actos expresivos y>i$&
(agradecimiento, felicitación, pésam e, disculpa, cum plido, saludo) y los actos comisi-
vos (prom esa, invitación). La categoría de los actos no corteses recoge los actos aser
tivos y los exhortativos (ruego, súplica, m andato, consejo, recomendación, instrucción).
A sim ism o, es posible identificar varios niveles de cortesía. E n el prim er nivel se dis
tingue una cortesía com unicativa de una cortesía no comunicativa. D en tro de la cor
tesía com unicativa se distingue, a su vez, entre la cortesía lingüística y la cortesía no - L¡ ‘
lingüística; esta últim a incluye la cortesía no paralingüística (los gestos) y la paralin-
- p; U r . y ”*
güística (ruidos y signos verbales). La cortesía lingüística puede ser de dos tipos: me-
talingüística y no metalingüística. A la prim era se le atribuyen las funciones de m an
ten e r un contacto social apreciable en tre los interlocutores (función fótica) y de res
p e ta r las reglas o m áxim as de la conversación (etiqueta conversacional); la’cortesía no
metalingüística se m anifiesta tan to en los m acroactos de habla o actos 'de habla glo
bales, com o en los m icroactos o actos de habla locales.8
A l servicio de intereses principal aunque no exclusivam ente sociolingüísticos y
ayudándonos de cuestionarios, hem os tenido la oportunidad de recoger testim onios
del uso de varios tipos de actos de habla, correlacionados con las características so
ciales de los hablantes y con el tipo de vínculo que éstos establecen con sus interlo
cutores. Los actos de habla que hem os analizado han sido, en tre otros, saludos, des
pedidas, excusas, disculpas, preguntas p o r la salud, peticiones de favor, peticiones de
inform ación, agradecim ientos, respuestas a agradecim ientos, ofrecim ientos y fórm u
las de presentación; los m ateriales se han recogido en la localidad de Q u intanar de la
O rd en (T oledo, E spaña).
145 '
Esos actos de habla, a los que se acaba de hacer referencia (por ejem plo, de p e
tición de espera), se h an podido o rd en ar en un eje o continuum llam ado de cortesía,
de tal form a que en un extrem o se han agrupado los actos de petición de espera más
corteses (por favor, espere un m om ento; espere; perdone, que no puedo salir) y en el
otro extrem o, las variantes con m enor grado de cortesía (espera que ya voy; ya voy;
ya va).9 E l criterio seguido para determ inar el grado de cortesía consiste sim plem en
te en observar el uso de los actos de habla en correlación con el uso de los p ronom
bres personales tú y usted: el grado de cortesía que pueda ten er un acto de habla está
relacionado con el tipo de tratam ien to que recibe el interlocutor hacia el que am bos
van dirigidos. Se consideran com o m ás corteses aquellos actos de habla que m uestran
una tend en cia a aparecer cuando el interlocutor recibe un tratam iento de usted; fór
m ulas m enos corteses serían aquellas que aparecen con frecuencia cuando el interlo
cutor es tratad o de tú. A l buscar las causas últim as del uso de un tratam iento u o tro
se ha de h acer referencia a factores psicosociológicos com o el poder o la solidaridad,
que m ás adelante q u ed arán explicados.
E l estudio sociolingüístico y pragm ático realizado sobre actos de habla coloquia
les recogidos en Q u in tan ar de la O rd en ha revelado que los atributos sociológicos de
los inform antes están correlacionados con determ inados actos de habla, aunque no
siem pre es así. Las variables sociales con m ayor capacidad de influencia sobre el uso
de los actos coloquiales analizados son la edad y el nivel sociocultural, ju n to a la fi
gura del interlocutor hacia el que va destinado el acto de habla. E n el estudio se han
distinguido cuatro tipos básicos de interlocutor, que ya fueron presentados a p ro p ó
sito de las variedades estilísticas (véase el capítulo 4): A , con p oder sobre el hab lan
te y no solidario con él (por ejem plo, una persona con autoridad y desconocida); B,
con p o d er y solidario (por ejem plo, una persona con autoridad, p ero conocida); C, sin
poder y no solidario (por ejemplo, un desconocido más joven que el hablante); D, sin po
d er y solidario con el hablante (por ejem plo, un amigo o fam iliar joven). Com o se
ha dicho, el tipo de interlocutor determ ina en m uchas ocasiones la elección de d e te r
m inadas fórm ulas lingüísticas y no de otras por parte de un hablante. N orm alm ente,
si una fórm ula está generalizada en una com unidad, es el tipo de interlocutor el fac
to r que determ ina su em pleo en una interacción; en tal caso, los atributos sociales del
h ablante apenas tienen valor explicativo. Las fórm ulas consideradas com o m enos cor
teses nunca van dirigidas a interlocutores del tipo A , tres de cada diez se dirigen a in
terlocutores del tipo B (30 % ), una de cada cinco a interlocutores del tipo C (23 % )
y casi una de cada dos a interlocutores D (47 % ). Las fórm ulas corteses se dirigen a
cualquiera de los cu atro tipos de interlocutores establecidos, con las siguientes p ro
porciones aproxim adas: interlocutor A , 60 %; interlocutor B, 10 %; interlocutor C,
29 %; interlo cu to r D , 1 % .10
La cortesía
9. «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», I y II, Español actual, 51-52 (1989), pp. 5-51
y 5-57.
10. Véase «Análisis sociolingüístico de actos de habla coloquiales», II, Español actual, 52 (1989), pp. 54-56.
146 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Ju n to a estas categorías y m áxim as, la pragm ática m aneja los conceptos de im-
plicatura y de presuposición. La implicatura se entiende com o un conjunto de ele
m entos que se transm iten con el enunciado y que no corresponden a su contenido
proposicional; se tra ta de contenidos implícitos, lo que se com unica en un enunciado
ju n to a lo que se dice. Las im plicaturas que afectan al principio de cooperación y a
las m áxim as reciben el nom bre de implicaturas conversacionales y han de definirse y
explicarse de acuerdo con los principios que organizan la conversación.12
C uando en una conversación se violan el principio o las m áxim as de G rice, las
im plicaturas pu ed en ayudar a reconstruir el contenido que se ha querido com unicar.
P ara ello debe tenerse en cuenta, como ha señalado Escandell, que las m áxim as y las
im plicaturas pu ed en m an ten er diversos tipos de relaciones, a saber: i) hay im plicatu
ra, p ero no hay violación aparente de una máxima; ii) hay im plicatura y debe inferir
se que se viola una m áxim a p ara evitar un conflicto con otra máxima; iii) hay im pli
catura precisam ente porque se viola ab iertam ente una m áxim a.13
U n a m uestra de i la tenem os en el enunciado Entré en una casa, en el que se im
plica que ‘la casa no era m i casa’. E jem plo de ii sería el siguiente intercam bio de
enunciados: A . ¿A qué hora llegarás? B. A media mañana', en este caso B está vio
lando la m áxim a de la cantidad, puesto que no aporta la inform ación que se le pide
11. Studies in the Way ofW ords, Cambridge, Harvard University Press, 1989.
12. Véase M.* V. Escandell, Introducción a la pragmática, ob. cit., p. 94 y ss.
13. Ob. cit., p. 98.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 147
14. Acerca del concepto de presuposición, véase C. K. Oh y D. A. Dinneen (eds.), Syntax and seman-
tics, vol. 11: Presupposition, Nueva York, Academic Press, 1979.
15. Véase B. Lavandera, «The Social Pragmatics of Politeness Forms», en U. Ammon, N. Dittmar y
K. J. Mattheier (eds.), Sociolinguistics, vol. 2, Berlín, De Gruyter, 1988, 1196- 1205.
16. Véase «The Logic of Politeness, or Minding P’s and Q ’s», Proceedings o f the Ninth Regional Mee-
ting o f the Chicago Linguistic Society, 1973, pp. 345-356.
148 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
ción de la im agen del h ab lan te.17 Se p arte de la idea de que los individuos tienen una
doble fa z o im agen, una positiva y o tra negativa o am enazadora: en el transcurso de
una interacción verbal los individuos utilizan estrategias que m inim izan la fuerza
de los actos que corresponden a la im agen negativa. D e acuerdo con estas dos im á
genes del hablante, Brow n y Levinson p roponen la existencia de dos tipos de co rte
sía: la cortesía positiva y la cortesía negativa. C ada una de ellas puede buscar unos
fines específicos y para ello se despliegan diversas estrategias. A sí, por ejem plo, d e n
tro de la cortesía positiva se incluirían estrategias com o atender a los intereses, deseos
o necesidades del oyente, exagerar el interés y la sim patía p o r el oyente o utilizar
m arcadores de grupo (uso de la mism a variedad dialectal, jerga, etc.). Tales estrate
gias apelan a la experiencia com ún en tre los interlocutores para conseguir unas acti
tudes favorables.
F inalm ente, L avandera p ropone un concepto de cortesía que la sitúa en el m is
m o nivel que la fu erza ilocutiva en los actos de habla; de hecho, la noción de fuerza
ilocutiva, según L avandera, debe com plem entarse con la noción de fu erza de cortesía.
L a cortesía se m anifiesta, habitualm ente, a través de m ecanism os lingüísticos que p e r
m iten disponer los actos de habla y las conversaciones en un continuum de fuerza de
cortesía. La cortesía no es una p ropiedad inherente de las oraciones, antes bien es un
valor que adquieren las expresiones en determ inadas condiciones contextuales. Ju n
to a la p ropuesta de L avandera, las dem ás teorías de la cortesía han buscado una ex
plicación satisfactoria del funcionam iento de los m ecanism os de interacción; en ellas
la cortesía no es un significado de las form as lingüísticas, sino una propiedad de los
actos de habla.
U nas veces al m argen de las teorías de la cortesía y otras en estrecha relación
con ellas, los sociolingüistas, sobre todo los m ás preocupados p o r los aspectos e tn o
gráficos de la com unicación, han acum ulado num erosas experiencias e inform aciones
sobre los m ecanism os de cortesía utilizados en diversas lenguas y culturas del m undo.
Así, C. G eertz ha com probado que la lengua javanesa dispone de un sistem a de ex
presión de cortesía en el que prácticam ente es im posible decir nada sin incluir algún
elem ento que indique el tipo de relación social, estatus y fam iliaridad de los interlo
cutores. Los hablantes de javanés han de elegir entre tres estilos diferentes (alto, m e
dio y bajo) y p osteriorm ente seleccionar y construir sus enunciados de acuerdo con
las exigencias de cada estilo: si se quiere usar una form a equivalente a ahora, el h a
blante de javanés sabe que tiene que utilizar la form a sam enika p ara el estilo alto, sa-
n iki p ara el estilo m edio y saiki para el estilo bajo; si se quiere usar la form a jav an e
sa equivalente a ir, hay que ten er en cuenta que, en el estilo bajo (con saiki), se debe
utilizar arep, que con saniki (estilo m edio) se ha de usar adjeng y que con sam enika
(estilo alto) se debe elegir bade.
E l japonés es otra lengua en la que la expresión de la cortesía determ ina de for
m a cardinal el uso social de los actos de habla. Las form as indicadoras de cortesía se
usan y distribuyen dependiendo del tipo de interlocutor. Según explica M uriel Savi-
lle-Troike, a p a rtir de datos de H arum i W illiams, en el japonés de los niveles socia
les acom odados, el ofrecim iento de un taza de té ha de hacerse m ediante fórm ulas de
cortesía bien diferenciadas y adecuadas a los interlocutores. Esas fórm ulas p u eden o r
denarse en una jerarq u ía de siete grados: 1, ¿Ocha? ‘¿ té ? ’ (hacia los propios hijos);
17. Politeness. Some Universals in Language Use, Cambridge, Cambridge University Press, 1987.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 149
2 ¿Ocha do? (hacia los propios hijos, los herm anos y los amigos m ás jóvenes);
3, ¿Ocha ikaga? (hacia los amigos de la m ism a edad y los herm anos m ayores);
4, ¿Ocha ikaga desu ka? (hacia el m arido, los padres, los tíos y los cuñados m ás jó
venes); 5, ¿Ocha wa ikaga desu ka? (hacia los abuelos); 6, ¿Ocha ikaga deshoka? (ha
cia los cuñados m ayores); 7, ¿Ocha wa ikaga deshd ka? (hacia los suegros, los ab u e
los del m arido, el jefe del m arido y los profesores).18
F ren te a las lenguas com o el japonés o el javanés, otras m uchas no disponen de
unos sistem as tan rígidos y com plejos de expresión de la cortesía, lo que no quiere
decir que carezcan de elem entos o recursos form ales para adecuar el discurso a la fo r
m alidad de las m ás diversas situaciones. E n el español de E spaña, las fórm ulas bue
nos días (saludo), tanto gusto en conocerlo (saludo en presentación), aquí tiene su casa
para lo que desee (ofrecim iento de casa), ¿quieres tom ar algo? (invitación) o ¿me p o
día indicar dónde está la iglesia? (petición de inform ación), disfrutan de un grado de
cortesía m ás alto que fórm ulas com o hola (saludo), hola, ¿qué tal? (saludo en p re
sentación), cuando quieras, puedes venir a m i casa (ofrecim iento de casa), toma algo
(invitación) o ¿dónde está la iglesia? (petición de inform ación).19
N uestros ejem plos y com entarios dem uestran que la cortesía es uno de los p rin
cipios de m ayor trascendencia en el uso social de la lengua, en la interacción com u
nicativa. P ero no debe olvidarse que la cortesía tiene en las form as de tratam iento
u na de sus m ás significativas expresiones lingüísticas.
Form as de tratam ien to y cortesía son nociones que se exigen m utuam ente y que,
p o r lo tanto, n o p u ed en explicarse de form a independiente. A su vez, el sentido, la
función y el em pleo de unas y de o tra necesita el auxilio de principios y conceptos
ajenos a la lingüística y a la sociolingüística, aunque sean com plem entarios de ellas.
Los conceptos a los que nos referim os proceden de la psicología social y fundam en-
18. The Ethnography o f Communication. A n introduction, Oxford, Blackwell, 1982, pp. 54-55.
19. Así se comprobó cualitativa y cuantitativamente en el estudio de F. Moreno Fernández sobre Quin-
tanar de la Orden (Toledo, España). Los libros de etiqueta o mamulles de urbanidad elaborados para lenguas
como el inglés, el francés o el español incluyen recomendaciones sobre los usos más adecuados a la hora de
las presentaciones o de mantener conversaciones en fiestas o por teléfono. En la obra Book o f Etiquette, de
Lillian Eichler (1923), se pueden leer recomendaciones como éstas:
En muchos casos, las recomendaciones de los libros de urbanidad parecen constituir un patrón del cual
han extraído sus máximas las modernas teorías de la cortesía. En El libro del saber estar, de Camilo López
(La urbanidad y los usos sociales, Oviedo, Nobel, 1990), se leen consejos clásicos como éstos: «La gente quie
re que le hable de sus problemas. [...] Hable siempre de lo que interesa a sus interlocutores. [...] El nombre
de una persona es para ella el sonido más dulce e importante que pueda escuchar. No tema abusar de él. Deje
que sea su interlocutor quien hable más. [...] Saber escuchar es una auténtica virtud. [...] Muestre respeto a las
opiniones del prójimo. [...] Cuando hable con alguien, no empiece discutiendo los puntos en que exista diver
gencia de criterios» (pp. 60-62).
150 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
talm en te son dos: el p oder y la solidaridad. A m bos tienen que ver con las relaciones
que se establecen en tre los interlocutores y, com o ya hem os visto, fueron introduci
dos en la sociolingüística p o r el psicólogo social R oger B row n.20
E l concepto de «poder» a m enudo se ha confundido con otros, im portantes tam
bién para la sociología, com o son el estatus y el papel social. E l poder y el estatus son
valores que se derivan de unos papeles sociales determ inados; éstos, p o r su parte, son
sim plem ente un producto de la división del trabajo dentro de una com unidad: el fun
cionam iento adecuado de un grupo o una sociedad depende del adecuado cum pli
m iento de unas tareas que se rep arten entre los individuos que los com ponen. A h o
ra bien, en la práctica, los papeles no se distinguen solam ente p o r la naturaleza de las
tareas que se realizan, sino tam bién p o r la form a en que son considerados social
m ente. D icho de una form a simple, el estatus refleja el valor inherente de un papel,
m ientras que el p oder refleja la dim ensión de la influencia que un papel ejerce sobre
el individuo que cum ple otro p apel, o tra función. E l estatus, que implica una ex p ec-1
tativa de com portam iento entre dos o m ás individuos, rep resen ta tal vez el aspecto
m ás estático de la relaciones sociales.21
G eneralm ente, se em plea el térm ino p o d er para describir situaciones en las que
la conducta de un individuo viene determ inada, al m enos parcialm ente, p o r las ac
ciones de otro. Podem os decir que, en psicología social, el p oder tiene tres caracte
rísticas básicas:
20. Son importantes estos trabajos: R. Brown y M. Ford, «Address in American English», en D. Hymes
(ed.), Language, culture and society, II, Nueva York, Harper & Row, 1964, pp. 234-244; R. Brown y A. Gil-
man, «The pronouns of Power and Solidarity», en J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Language,
La Haya, Mouton, 1968, pp. 252-275.
21. Véase S. Giner, Sociología, 14.a ed., Barcelona, Península, 1981.
ff
ahí que suela usarse T y V com o categorías que incluyen todas las form as pronom i
nales y cuyos valores coinciden con lo que se ha com entado a propósito del tú y el us- -c . ^
ted del español (T: esp. tú, fr. tu, al. du\ V: esp. usted, fr. vous, al. Sie).
La solidaridad, p o r su parte, hace referencia a una relación sim étrica en tre dos \u
personas, al m enos. C uando aparece esa clase de relación, las form as de tratam iento
tam bién pued en ser sim étricas o recíprocas: es frecuente que dos personas que se con- ^
sideran solidarias usen entre sí el tratam iento de tú (T) (sistema simétrico). L a di- ' . . : *
m ensión de solidaridad es potencialm ente aplicable al tratam iento de todas las per- ‘ *
sonas. ,
Si bien es posible hacer una presentación y un estudio independiente de los con- f
ceptos de «poder» y «solidaridad», lo cierto es que no tienen p o r qué darse, ni anali- >|/
zarse, siem pre p o r separado. Es verdad que podem os encontrar sistem as de trata- ¡
m iento que se rigen escrupulosam ente p o r el poder, sistemas asimétricos en los que e l , |
podero so es tratad o de usted y tiene derecho a utilizar el tratam iento de tú hacia el
poco poderoso, com o es posible encontrar sistem as de tratam iento basados en el con
cepto de solidaridad, sistemas simétricos en los que los hablantes usan recíprocam en
te el tú y en los que cualquier característica (ten er la misma edad, la m ism a profesión,
vivir en la m ism a com unidad) puede hacer surgir la sim etría, la reciprocidad, en la
conducta de los interlocutores.
A h o ra bien, p oder y solidaridad no son conceptos excluyentes, ya que podem os
en co n trar que un superior, con poder, puede ser solidario con su interlocutor (por
ejem plo, con un p arien te) o no solidario; a la vez, un inferior, sin poder, p u ede ser so
lidario con su interlocutor (por ejem plo, con un viejo em pleado de la familia) o pue- ‘ [*<. *- ¿
de no serlo (por ejem plo, el cam arero de un restaurante con un cliente). E sto quiere .
decir, com o ya hem os señalado en otros apartados, que las relaciones en tre interlo
cutores pu ed en clasificarse en cuatro grandes grupos: con p o der y sin solidaridad, con
p o d er y con solidaridad, sin p o d er y sin solidaridad y, finalm ente, sin p o d er y ^ ia -so
lidaridad. P ero tam bién quiere decir que las form as de tratam iento se usan de acuer
do con sistem as que a veces encierran una gran com plejidad, derivada, en prim er lu
gar, de las diversas clases de vínculos personales que se pueden establecer, en segun
do lugar de la posibilidad de que las form as de tratam iento no sean recíprocas y, por
últim o, de la convivencia de sistem as de tratam iento diferentes den tro de una m ism a
com unidad. E l uso de las form as de tratam iento de las personas de edad m ás avan
zada y de los m ás jóvenes, aparte de no ser recíproco, no responde a un m ism o cri
terio en m uchas ocasiones, com o pu ed en n o coincidir los usos si se com para una co
m unidad rural con una com unidad urbana o un grupo de estatus alto con un grupo
de estatus bajo. D en tro de una com unidad, es perfectam ente posible la convivencia
de un sistema asimétrico, utilizado p o r las individuos de m ayor edad, con un sistema
simétrico utilizado p o r los m enores de 30 años, por ejemplo.
H aciendo abstracción de los sistem as de tratam iento propios de unas com unida
des o de otras, los estudios de R. Brow n y de sus colaboradores han podido dem os
tra r que la solidaridad hace e n tra r en conflicto el tratam iento entre superiores e in
feriores, com o se d esprende de la figura 8.1.
Las letras que ro d ean el cuadro revelan que el tratam iento natural o norm al h a
cia los superiores es V y hacia los inferiores T. Sin em bargo, entre los superiores y los
inferiores se p u ed en producir conflictos: se em plea T cuando existe solidaridad con el
superior y V cuando no existe solidaridad con el inferior.
Superior Superior
y solidaridad y no solidaridad
V \/ V
Igual Igual
y solidaridad ,< , ' f a j y no solidaridad
n i *
T V
Inferior Inferior
y solidaridad ^ , y. y no solidaridad
T T
terna. A ello se sum an los nom bres elegidos por cada hom bre para ser usados en el
d ep o rte, la caza o la guerra entre com pañeros o amigos; estos apelativos se tom an de
los nom bres de los bueyes y se denom inan precisam ente nom bres de buey. Las m uje
res tom an sus apelativos de los nom bres de las crías de las vacas que ellas mism as or
deñan. Finalm ente, debido a la fuerte estratificación de los grupos de edad, los h o m
bres nuer, cuando llegan a cierta edad, pueden usar y recibir de otros hom bres adul
tos m ás jóvenes el tratam iento Gwa ‘P ad re’.22
E n lo que se refiere a la lengua española, disponem os de num erosos trabajos en
los que se h a investigado el uso social de las form as de tratam iento. D estacam os, m uy
breve y escuetam ente, los de J. Fox, V. A lba de D iego y J. Sánchez L obato, C. W ei-
nerm an, F. M oreno F ernández y J. M edina. U no de los prim eros trabajos dedicados
a los tratam ientos en el español peninsular ha sido el de J. F ox.23 E n su estudio, Fox
se p ro p o n e confirm ar la hipótesis de Brow n y G ilm an acerca de que los hablantes ex
presan la solidaridad m ediante el uso recíproco de T y la no solidaridad m ediante el
uso recíproco de V, así com o confirm ar la hipótesis de W. F. L am bert, según la cual
el em pleo de la fórm ula de respeto es m uy frecuente entre los jóvenes de las clases
trabajadoras, m ientras que los jóvenes de las clases m edias tienden al uso de 7 24 Fox
hizo su investigación en nueve colegios m adrileños y llegó a las siguientes conclu
siones:
1) Los escolares de M adrid cada vez hacen m enos uso del usted para dirigirse
a personas de m ayor edad, en beneficio del pronom bre tú. E l sistema asimétrico, p o r
el que el tra to hacia un superior debe ser de usted y hacia un inferior de tú, h a sido
reem plazado p o r un sistema simétrico que expresa la solidaridad m ediante tú y la no
solidaridad m ediante usted. L a hipótesis de Brow n y G ilm an queda, pues, confirm a
da en M adrid.
2) E l uso de usted, dirigido hacia personas m ayores, está generalizado entre las
clases trabajadoras, que, p o r lo tanto, p ueden ser consideradas com o más conserva
doras. La hipótesis de L am bert tam bién queda confirm ada.
V idal A lb a de D iego y Jesús Sánchez L obato han llegado a unas conclusiones si
m ilares en un estudio m ás reciente hecho entre jóvenes de nivel m edio-bajo de M a
d rid .25 Las relaciones jerárquicas en tre los interlocutores han sufrido en las últim as
décadas una im portante redefinición: en la actualidad es posible pensar en un cierto
grado de solidaridad, m ayor o m enor según los casos, con un superior, la tendencia
g eneral es a ad o p tar un sistema simétrico de tratam iento en el que predom ina la soli
daridad.
22. Véase E. E. Evans-Pritchard, «Nuer Modes of Address», The Uganda Journal, 12 (1948), pp. 166-
171; citado en R. Wardhaugh, A n Introduction to Sociolinguistics, 2.a ed., Oxford, Blackwell, 1992, pp. 265-
266.
23. «The pronouns of address in Spanish», Actes du Xe. Congrés International des Linguistes. Bucarest
28 Aoñt-2 Septembre 1967, I, Bucarest, Éditions de L’Academie de la République Socialiste de Roumanie,
1969, pp. 685-693.
24. Véase «The use of tu and vous as forms of address in French Cañada: a pilot study», Journal o f Ver
bal Learning and Verbal Behavior, 6 (1967), pp. 614-617.
25. «Tratamiento y juventud en la lengua hablada. Aspectos sociolingüísticos», Boletín de la Real A ca
demia Española, LX (1980), pp. 95-129.
154 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
29. Véase H. Giles (ed.), The Dynamics o f Speech Accomodation, International Journal o f the Sociology
o f Language, 46 (1984).
156 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Reflexiones y ejercicios
M e tem o, p ero al m ism o tiem po espero, que las siguientes condiciones necesarias
resultarán obvias.
A .l) T iene que h aber un procedim iento convencional aceptado, que posea
cierto efecto convencional; dicho procedim iento debe incluir la em isión de ciertas
palabras p o r p arte de ciertas personas en ciertas circunstancias. A dem ás,
A.2) en un caso dado, las personas y circunstancias particulares deben ser
apropiadas para recurrir al procedim iento particular que se em plea.
B .l) E l procedim iento debe llevarse a cabo por todos los participantes en
form a correcta, y
B.2) en todos sus pasos.
rendas considerables entre estas «formas» de ser infortunadas. Las letras y núm e
ros elegidos para identificar cada uno de los apartados precedentes se proponen
poner de manifiesto estas formas diversas.
La prim era distinción importante se da entre las primeras cuatro reglas A y B,
tomadas conjuntamente, en oposición a las dos reglas T (de ahí el uso de letras ro
manas y griegas). Si transgredimos algunas de las primeras (las reglas del tipo A o
B), esto es si —por ejemplo— emitimos la fórmula incorrectamente, o si —por
ejemplo— no estamos en situación de asumir el cargo porque ocupamos ya un car
go incompatible con aquél, o porque quien nos recibe el juram ento es el ordenan
za y no el ministro, entonces el acto en cuestión, esto es, asumir un cargo, no es
realizado satisfactoriamente, no tiene lugar, no se lleva a cabo. Por oposición, en
los dos casos Y el acto es llevado a cabo, aunque llevarlo a cabo en esas circuns
tancias, por ejemplo, cuando somos insinceros, constituye un abuso del procedi
miento. Así, cuando digo «prometo» sin intención de cumplir, he prometido pero...
Necesitamos nombres para referirnos a esta distinción general. Por ello llamare
mos desaciertos a los infortunios del tipo A .l a B.2, en los que no se consigue lle
var a cabo el acto para cuya realización, o en cuya realización, sirve la fórmula ver
bal correspondiente. Y, por otra parte, llamaremos abusos a aquellos infortunios
(los del tipo T) en los que el acto es llevado a cabo.
Orientaciones bibliográficas
DISCURSO Y CONVERSACIÓN
1. Véanse, por ejemplo, los trabajos sobre el portugués de Brasil reunidos por A. Tavares de Macedo,
C. Roncarati y M. C. Mollica (org.), Variaqáo e discurso, Río de Janeiro, Tempo Brasileiro, 1996.
2. Pragmatics, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, p. 286 y ss.
3. Véase M. Coulthard, A n Introduction to Discoruse Analysis, Londres, Longman, 1977; M. Stubbs,
Análisis del discurso. Análisis sociolingüístico del lenguaje natural, Madrid, Alianza, 1982.
160 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
güísticas en la estructura del discurso m ediante un procedim iento elem ental que con
siste en p ro p o n er una form alización previa p ara ir com probando, posteriorm ente,
cóm o se ajustan a ella los datos concretos.
E l análisis del discurso m aneja una serie de unidades entre las que destacan el
intercambio, el m ovim iento y el acto. Los intercambios son las unidades que form an
las transacciones com unicativas y pu ed en tener un carácter inform ativo (inform ing),
directivo (directing) o desencadenante (eliciting). Los intercambios inform ativos esta
rían en correspondencia con lo que com únm ente se conoce com o exposición o des
cripción, los intercambios directivos se corresponderían con la transm isión de órdenes
y los desencadenantes con las secuencias de preguntas y respuestas. La estructura de
los intercam bios está form ada por m ovim ientos, del tipo pregunta-respuesta: así, exis
ten intercam bios con una estructura de tres m ovim ientos (pregunta — o inicio— , res
puesta y continuación), m uy frecuente en la com unicación que se establece en tre p ro
fesor y alum no d entro de un aula. P or últim o, un m ovim iento está com puesto de uno
o más actos, que constituyen la unidad m ínim a del discurso y cuyas características no
coinciden estrictam ente con las de los actos de habla.
Los analistas del discurso, adem ás de preocuparse por la caracterización de sus
unidades m ínim as, h an m ostrado un gran interés, casi podría hablarse de predilección,
p o r el estudio de un aspecto esencial del discurso: la coherencia y la cohesión. Sin em
bargo, en este caso hollam os el ám bito de la lingüística textual o lingüística del texto,
aunque, p ara algunos autores, podría ser considerada com o una m anifestación más
del análisis del discurso: de hecho varios de las m ás conocidos representantes de la
lingüística del texto — com o T eun van D ijk—4 son citados entre los cultivadores del
análisis del discurso. D e esta afirm ación no se debe colegir que las investigaciones de
especialistas com o C oulthard o Stubbs (análisis del discurso, propiam ente dicho) coin
ciden en fondo y form a con las de T eun van D ijk (lingüística del texto) po rq u e no es
cierto, pero es innegable que existe una com unidad de intereses, capaz de aglutinar
en to rn o a los conceptos de «texto» y de «discurso» — usados m uchas veces com o si
nónim os— estudiosos de m uy diversa procedencia: por ejem plo, los estudios sobre la
dicotom ía tema/rema de la escuela de Praga. P o r eso se decía m ás arriba que al dis
tinguir solam ente análisis del discurso y análisis de la conversación se sim plificaba un
pano ram a bastan te com plejo.
E n cualquier caso, los especialistas en lingüística textual suelen ver el discurso
com o algo m ás concreto que el texto y lo definen com o cada una de las m anifesta
ciones concretas en que puede m anifestarse un texto o com o un texto en sentido ex
clusivam ente sintáctico-sem ántico, esto es, sin ten er en cuenta sus características prag
m áticas. La lingüística textual es definida por E nrique B ernárdez com o el estudio
científico de los procesos de constitución y com prensión del texto, de la estructura in
tern a de éste y de sus relaciones con la situación en que se produce. E l texto se defi
ne, a su vez, com o la unidad fundam ental de la com unicación verbal h u m an a.5
E n lo que se refiere al estudio de la coherencia y la cohesión, señalarem os que la
coherencia se in terp reta com o una propiedad p o r la cual los hablantes com prenden
los textos y los perciben com o una unidad, com puesta por una serie de partes ligadas
entre sí y con el contexto en que el texto se produce. La cohesión se refiere a la re
4. Véase La ciencia del texto, Barcelona, Paidós, 1983; Texto y contexto, Madrid, Cátedra, 1988.
5. Introducción a la lingüística del texto, Madrid, Espasa-Calpe, 1982.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 161
lación específica en tre las partes de un texto, relación que perm ite su identificación
com o elem entos de la unidad superior llam ada texto. Para W olfgang D ressler los ele
m entos que hacen posible la coherencia son la sustitución diafórica (anáfora y catá-
fora), la conjunción, las partículas, la estructura de m odo, de tiem po y de aspecto de
los predicados y el ord en de p alabras.6 M. A. K. H alliday y R. H asan, por su lado, h a
blan de la cohesión que se consigue p o r m edio de la correferencia (uso de p ronom
bres personales, posesivos, dem ostrativos, etc.: Ha venido Angelito. L e he dado tu re
cado), la sustitución (uso de sustitutos nom inales, verbales, oracionales: Jugarem os
con la pelota verde. E llos quieren utilizar la misma), la elipsis («¿Q uieres agua?»
«No» [quiero agua]), la conjunción (uso de conjunciones copulativas, adversativas,
causales, aposiciones, etc.: Yo estoy gordo, pero tú estás flaco) y el léxico (repetición
de unidades, uso de sinónim os, hiperónim os, etc.: La calle está sola. La calle está fría.
La calle está triste).1
F ren te a los autores que lim itan las m arcas de coherencia a determ inados aspec
tos form ales del texto, aspectos que p odrían ser considerados com o superficiales, V an
D ijk habla de la existencia de una estructura abstracta subyacente o fo rm a lógica que
hace posible la coherencia en un nivel m acroestructural; esa m acroestructura se in
terp reta com o el desarrollo coherente del tema o asunto del discurso. P or otra parte,
V an D ijk se refiere tam bién a una coherencia global o pragmática que depende de la
com prensión y la in terpretación que haga el oyente o el lector de un tex to .8
A p a rte del análisis de la coherencia textual, la lingüística del texto — el análisis
del discurso, si se quiere— ha dedicado grandes esfuerzos a la identificación y des
cripción de tipos de textos, esto es, a la tipología textual. Señala E n rique B ernárdez
que el establecim iento de una tipología textual ofrecería básicam ente dos posibilida
des: bien p restar atención a las características internas de los textos, bien tom ar com o
base la situación externa del texto, sobre todo la situación social y todos sus com po
nentes. Siguiendo este últim o criterio y teniendo tam bién en cuenta la base textual o
tema del texto, E gon W erlich ha propuesto una tipología de cinco clases de textos: des
criptivos, narrativos, expositivos (sintéticos o analíticos), argumentativos e instruc
tivos.9
T eun van D ijk, p o r su parte, ofrece una relación provisional de tipos de texto que
alcanza las veinte clases: conferencia académica, serm ón, inform e de un defensor, acu
sación, atestado, dem ostración, orden de pago, orden penal, acta de declaración, ley,
disposición, conferencia, inform e, petición, noticias, comentario, discurso político, ar
tículo, clase universitaria, instrucciones .10 A ñ ad e V an Dijk, no obstante, que acaso las
estructuras globales m ás frecuentes y m ás im portantes sean las estructuras de la con
versación, si bien en este caso no se trata de textos propiam ente dichos sino de la o r
ganización de series textuales de varios hablantes en el m arco de la interacción co
m unicativa. A su vez, algunos de los tipos de textos apuntados podrían ser agrupados
»
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 163
interacciones com unicativas. Nos referim os a los conceptos de situación com unicati
va, acontecim iento com unicativo y acto comunicativo. Se llam a situación com unicati
va al contexto en que se produce una com unicación, al lugar y el m om ento en que in-
teractú an dos o m ás individuos o participantes. Acontecim iento com unicativo — tam
bién llam ado acontecimiento del hablar—14 es una unidad de descripción que se defi
ne com o el conjunto hom ogéneo de elem entos com unicativos que se utilizan con un
m ism o propósito, hacia unos mismos interlocutores, usando una m ism a variedad lin
güística y p ara tra ta r unos tem as o asuntos determ inados. C uando un elem ento del
acontecim iento com unicativo se corresponde con una función com unicativa (afirm ar,
ord en ar, p reguntar, responder, saludar, etc.), estam os ante un m icroacontecimiento o
acto com unicativo, tam bién llam ado acto del hablar .14 U n ejem plo de situación co
m unicativa p odría ser una actividad docente universitaria, una clase, den tro de la cual
se p roduce un acontecim iento com unicativo, caracterizado p o r el tem a tratado, el fin
general de la actividad, unas norm as generales de interacción y unos participantes
(profesores, alum nos). E l acontecim iento está form ado, a su vez, por una serie de mi-
croacontecim ientos com unicativos: afirm aciones de los profesores, preguntas de los
profesores, preguntas de los alum nos.
E n ocasiones, el concepto de situación comunicativa puede coincidir con el de
ám bito o dom inio, m uy utilizado en el terreno de la sociología del lenguaje. E fecti
vam ente, uno y o tro se utilizan a veces com o sinónim os, p ero debe valorarse que d o
m inio es un concepto algo m ás am plio porque suele incluir no sólo un lugar y un m o
m ento, sino tam bién unos participantes, unos tem as y unas condiciones pragm áticas:
el dom inio se define com o un ám bito de uso lingüístico que es significativo social y
funcionalm ente y que, a m enudo, está institucionalizado. E n sociología del lenguaje
se suele h ablar de ám bitos o dom inios públicos o form ales (el parlam ento, los m edios
de com unicación social, la adm inistración, la enseñanza) y de ám bitos o dom inios p ri
vados o inform ales (p o r ejem plo, la familia).
P artien d o de estos conceptos, las conversaciones constituyen acontecim ientos co
m unicativos form ados p o r m icroacontecim ientos que se producen d entro de unas si
tuaciones com unicativas. A h o ra bien, ¿cuáles son las características que las identifi
can frente a o tro tipo de acontecim ientos com unicativos?
La caracterización de la conversación com o proceso com unicativo no resulta
nada fácil p o r el hecho de que se puede dar en situaciones m uy diversas, puede v er
sar sobre una gran variedad de tem as y contar con un núm ero de participantes m uy
distinto. T o d o ello com plica la descripción de los m ecanism os conversacionales, p ero
la lab o r se consideraría im posible si se valorara que la com unicación — tam bién la
conversación— es un fenóm eno condicionado socialm ente y que depende, por tanto,
de ciertas convenciones y patro n es socioculturales. C ada pueblo, cada cultura p u ede
conferir a la conversación un valor diferente y darle una form a particular; su presen
cia o su ausencia, p o r ejem plo, pu ed en ser m ás significativas que la organización in
tern a de los turnos: los m iem bros de la tribu piluya, en la India, dejan de m an ten er
conversaciones cuando cum plen 40 años; en la isla de R oti, en Indonesia, la falta de
conversación es síntom a de desgracia; los norteam ericanos, en general, se sienten m uy
incóm odos cuando se producen silencios durante la conversación, por eso dan la im
presión de h ablar m ás que los escandinavos, por ejemplo; los pueblos m editerráneos
in terp retan la falta de interés o tensión durante la conversación com o una m uestra de
antipatía o de rareza. D en tro del territo rio de una misma lengua tam bién es posible
en co n trar diferencias en el m odo de organizar las conversaciones: ap arentem ente los
hablantes de la islas C anarias o de las A ntillas hispanohablantes suelen hacer un uso
m ás profuso de vocativos d u ran te la conversación que los originarios de Castilla.
E l estudio y la descripción de las conversaciones p arte de dos prem isas generales:
16. Véase E. Lorenzo, «Consideraciones sobre la lengua coloquial (constantes y variables)», en El es
pañol de hoy, lengua en ebullición, 3.a ed., Madrid, Gredos, 1980, pp. 29-49; A. Briz, El español coloquial: si
tuación y uso, Madrid, Arco/Libros, 1996, pp. 32-33.
17. Ll. Payrató, «Pragmática y lenguaje cotidiano. Apuntes sobre el catalán coloquial», Revista de Filo
logía Románica, 9 (1992), pp. 143-153.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 165
Preparación
Saludo
Apertura
Preliminares
Orientación
Objeto de la
conversación
Conclusión
Preparación
Terminación
Despedida
cuando el resultado es acorde con las intenciones de los interlocutores, p ero p ara ello
los interlocutores deb en ten er un acceso, al m enos parcial, y recíproco a sus conoci
m ientos, sus deseos y sus propósitos. L a conversación responde a una estrategia para
o b te n e r éxito en la consecución de unos objetivos y el éxito depende de la adecua
ción en tre lo que se dice, para qué se dice, a quién se dice, cóm o se dice y en qué si
tuación se dice. Los objetivos de las conversaciones se los m arcan los hablantes en
cada situación y pued en ser m uy variados: m antener una relaciones sociales, conse
guir una reacción en el interlocutor, reforzar la identidad social, transm itir inform a
ción y otros m uchos.18
D esde un pun to de vista form al, una conversación es una sucesión de turnos im
plicados (A -B -A -B ) que constituyen una secuencia coherente de acciones. A h o ra
bien, esa secuencia está organizada de acuerdo con estrategias en las que se ven im
plicados todos los niveles del lenguaje, desde el fonético al proxém ico. P ara T eun van
Dijk, to d a conversación tiene una macroestructura y una microestructura. L a m acro
estructura es una estructura global, correspondiente a un m acronivel, en el que la con
versación queda organizada com o un todo. L a microestructura corresponde a un m i
cronivel en el que aparecen los enunciados individuales y sus relaciones (turnos con
versacionales, secuencias de turnos).
E n la estructura global o macroestructura de la conversación se identifican c ate
gorías que se corresponden con unas funciones que son cum plidas tanto por unidades
lingüísticas, com o p o r unidades paralingüísticas o kinésicas. Las categorías que for
m an la m acroestructura de la conversación quedan representadas en la figura 9.1 y
son las siguientes: preparación, apertura, orientación, objeto de la conversación, con
18. Véase J. J. Gumperz, Discourse strategies, Cambridge, Cambridge University Press, 1982.
16 6 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
clusión y terminación. E n tre unas categorías y otras pueden utilizarse elem entos de
transición del tipo ¡Bueno!, ¡A sí andamos!, ¡Ea!, ¡En fin !
La preparación es una categoría que p reten d e sim plem ente llam ar la atención de
los interlocutores, es decir, establecer la comunicación. E sta categoría puede m ani
festarse lingüísticam ente (m ediante el uso de vocativos:19 ¡Oye!, ¡A ntonio!), paralin-
güísticam ente (¡Eh!, H ey) o kinésicam ente (por ejem plo, levantando y m oviendo el
brazo de un lado a otro p ara ser visto o arqueando las cejas), aunque en ocasiones no
es necesaria su aparición formal: cuando dos personas se encuentran de frente o cuan
do una p ersona encuentra a otra al en trar en una habitación.
L a apertura es una categoría que m arca el inicio form al de una conversación y
que pu ed e dividirse en dos subcategorías: saludo (Hola, B uenos días) y preliminares.
E sta últim a subcategoría está form ada por uno o m ás turnos de preparación de las fa
ses centrales de la conversación que, generalm ente, se m anifiestan en form a de p re
guntas p o r la salud, por la fam ilia o p o r las actividades realizadas m ás recientem ente
(¿C óm o estás?, ¿Q ué tal te ha ido?). La com posición de la apertura en su conjunto, y
m ás concretam ente del saludo, que sería la ap ertu ra propiam ente dicha, depende de
la form alidad de la situación, del grado de intim idad de los interlocutores y del tiem
po transcurrido desde el últim o encuentro: cuanto m ás tiem po h a pasado, m ás larga
y com pleja es la apertura. A dem ás de m arcar el inicio de la interacción, la apertura
cum ple una función m uy significativa en las relaciones hum anas: fijar o reco rd ar las
relaciones de p o d er y solidaridad que existen entre los interlocutores.
L a orientación, el objeto de la conversación y la conclusión son las categorías cen
trales de la conversación y p u ed en ser recursivas: orentación-objeto-conclusión-orien-
tación... O curre m uchas veces, sin em bargo, sobre todo en las conversaciones largas
y en tre m uchos interlocutores, que se orien tan tem as que finalm ente no son tratados.
La orientación está form ada p o r una serie de turnos que cum plen la función de
p re p a ra r el desarrollo de un tem a de conversación. Los procedim ientos m ás usados
com o orientación son la pregunta (directa o indirecta), la petición o el comentario (ge
nérico o específico): ¿Quieres que hablem os de las próxim as vacaciones?; D im e qué
opinas de lo ocurrido; Hace tiem po que quiero hablar contigo de nuestra relación. E n
el objeto de la conversación, la categoría más variable de la m icroestructura, se desa
rrollan uno o m ás tem as, así com o la función pragm ática de los enunciados. Seguida
m ente, la categoría de la conclusión está form ada p o r una serie de turnos que tienen
la función de cerrar o concluir un tem a de conversación.
La terminación es una categoría paralela a la apertura, con la que com parte al
guna de sus funciones: p o r ejem plo, fijar o recordar las relaciones de po d er y solida
ridad en tre los interlocutores. D en tro de la terminación es posible distinguir dos sub
categorías: preparación de la despedida y despedida. La preparación de la despedida
suele servir p ara planificar el siguiente encuentro (N os vemos esta tarde; H em os que
dado mañana, ¿verdad?), m ientras que la despedida m arca el cierre form al de la in
teracción (A diós). La form a de toda la terminación dependerá, com o la apertura, de
la form alidad de la situación, del grado de intim idad de los interlocutores y, adem ás,
del tiem po que se prevea que va a transcurrir hasta el siguiente encuentro: cuanto m ás
tiem po vaya a m ediar, más larga y com pleja será la terminación.
19. Véase A. M. Bañón, El vocativo en español. Propuestas para su análisis lingüístico, Barcelona, Oc
taedro, 1993.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 167
20. Véase Relaciones en público. Microestudios de orden público, Madrid, Alianza, 1979; Forms o fT a lk,
Filadelfia, University of Pennsylvania, 1981; La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires,
Amorrortu/M urguía, 1987.
16 8 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
21. Véase Apuntes gramaticales sobre la interjección, Murcia, Universidad de Murcia, 1982, p. 116.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 169
tiendo los térm inos: en tre las m ujeres alcanza una proporción notable, que se con
vierte en sobresaliente en los hom bres. E n nuestra opinión, A d ió s y Hasta luego son
las despedidas m ás estereotipadas; esa fosilización les confiere un carácter de n e u tra
lidad que las hace susceptibles de ser utilizadas en cualquier contexto y ante cualquier
tipo de interlocutor.
E n resum en, los saludos y despedidas en el español de Q uintanar de la O rden
vienen determ inados sociolingüísticam ente por los factores «sexo» y «edad»; los d e
m ás factores sociales covarían con éstos. E l tipo de interlocutor, en relación con el
uso de los saludos y despedidas m ás frecuentes, queda relegado a un plano secun
dario .22
El turno de habla
22. Véase F. Moreno Fernández, «Sociolingüística de los rituales de acceso en una comunidad rural»,
Lingüística Española Actual, VIII (1986), pp. 245-267.
23. Un inventario muy completo y bien trabajado de funciones comunicativas puede consultarse en la
obra de M.n J. Gelabert, E. Martinell, M. H errera y F. Martinell, Repertorio de funciones comunicativas del
espariol, ob. cit. El repertorio incluye 180 unidades correspondientes a otras tantas funciones comunicativas
frecuentes. Puede servir de repertorio de actos de habla coloquiales del español el libro de W. Beinhauer, El
español coloquial (3.a ed., Madrid, Gredos, 1978).
170 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
24. Véase «The Simplest Systematics for the Organization of Turn-Taking in Conversaron», Language,
50 (1974), pp. 696-731.
25. «Models of Turn Taking ¡n Conversational Interaction», Journal o f Language and Social Psycho-
togy, 3 (1984), pp. 159-183.
26. «Intercambio de turnos de habla en la conversación en lengua española», Lingüística, 24 (1994),
pp. 77-99.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 171
A . ¿Quién ha venido?
B. ¿Quién crees?
A. José Enrique.
B. José Enrique.
A. Gracias.
B. D e nada.
27. Véase D. Tannen, Tú no me entiendes. Por qué es tan difícil el diálogo hombre-mujer, Madrid, Cír
culo de Lectores, 1992, p. 212 y ss.
172 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
La narración oral
28. Véase L. Cortés Rodríguez, Español hablado. Bibliografía sobre aspectos teóricos y empíricos (mor-
fosintácticos y sintáctico-pragmáticos), C-áceres, Universidad de Extremadura, 1996.
29. Véase también T. Bul! y T. Swan (eds.), Language, Sex and Society, International Journal o f the So-
ciology o f Language, 94,1992.
30. «Alternancia de turnos de habla en lengua española: la influencia del sexo y la edad de los interlo
cutores», Pragma, 2 (1995), pp. 123-149.
31. Therapeutic Discourse, Nueva York, Academic Press, 1977. Véanse especialmente las páginas 104-
110. Véase también W. Labov, Language in the Inner City, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972
(«The transformation of experience in narrative syntax») y W. Labov y J. Waletzky, «Narrative analysis: Oral
versions of personal experience», Essays on the verbal and visual arts, Seattle, University of Washington Press,
1967, pp. 12-44.
LA LENGUA EN SU USO SOCÍAL 173
Si A usa una proposición general acerca de sucesos particulares mediante una pro
forma inespecífica, B interpretará cualquier referencia a un suceso pasado como el
tema de la proposición general.
32. «La narración oral española: estructura y significado», en E. Bernárdez (comp.), Lingüística del tex
to, Madrid, Arco/Libros, 1987, pp. 265-292.
174 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Si A hace referencia a un acontecimiento que ocurrió antes del momento del dis
curso y que no puede ser interpretado por ninguna regla del discurso como un acto
de habla, entonces B interpretará esta referencia como una orientación de la na
rración subsiguiente.
Los tiem pos verbales que aparecen en las evaluaciones suelen ser im perfectos
(con una frecuencia del 38 % ), indefinidos y presentes.
E s posible, de todos m odos, contar una historia en la que el p unto central o m ás
relev an te no esté claro o no sea evidente, en la que no queden bien m arcadas las eva
luaciones. E n estos casos, el oyente tiene que realizar p o r sí m ism o el esfuerzo de lo
calizar los acontecim ientos centrales o inform ativos. Si no lo consigue, puede hacerlo
saber m ed ian te expresiones com o N o lo entiendo; ¿y qué?; ¿Q ué quieres decir? L a h a
bilidad para m arcar y reconocer el p u n to evaluativo de una narración es crucial para
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 175
los interlocutores en una conversación. E n relación con esto existe una «regla de la
respuesta narrativa», p o r la cual
Los tiem pos predom inantes en la coda, o en lo que Silva-Corvalán llam a coda-
resolución,, son, en las conversaciones en español, el indefinido (76 % ) y el presente
histórico (24 % ). T erm inada la narración, el oyente no está obligado a m ostrar su
acuerdo o desacuerdo con lo que se acaba de narrar, pero sí debe indicar cóm o lo ha
interp retad o .
R eflexiones y ejercicios
1. G rab e una conversación entre dos amigos o dos fam iliares suyos (no im por
ta, en este caso, que la conversación esté p reparada ni que los interlocutores sepan
que están siendo grabados). Identifique todas las características que aquí se han a tri
buido a ese tipo de interacciones.
Orientaciones bibliográficas
tura del libro de E n riq u e B ernárdez, Introducción a la lingüística del texto (M adrid,
E spasa-C alpe, 1982). La lectura de la obra de E. G offm an L a presentación de la per
sona en la vida cotidiana (B uenos A ires, A m orrortu/M urguía, 1987) es tan am ena
com o interesan te e instructiva.
E lab o rad o con una intención em inentem ente práctica, resulta de gran utilidad
para la enseñanza del español el Repertorio de funciones comunicativas del español,
de M .a J. G elabert, E. M artinell, M. H errera y F. M artinell (M adrid, SG EL, 1996).
A cerca de la narración oral en lengua española, es obligada la lectura del artículo de
C. Silva-Corvalán, «La narración oral española: estructura y significado», en E. B er
nárdez (com p.), Lingüística del texto (M adrid, A rco/L ibros, 1987, pp. 265-292).
C a p í t u l o 10
ACTITUDES LINGÜÍSTICAS
E n 1970, R ebecca A gueyisi y Joshua Fishm an hacían una llam ada de atención so
bre la im portancia que los estudios de las actitudes tienen, en el cam po de la socio-
lingüística, p ara conocer más p rofundam ente asuntos com o la elección de una lengua
en sociedades m ultilingües, la inteligibilidad, la planificación lingüística o la enseñan
za de lenguas;1 adem ás las actitudes influyen decisivam ente en los procesos de varia
ción y cam bio lingüísticos que se producen en las com unidades de habla. U na actitud
favorable o positiva pu ed e hacer que un cam bio lingüístico se cum pla m ás Tapida
m ente, q ue en ciertos contextos predom ine el uso de una lengua en detrim ento de
otra, que la enseñanza-aprendizaje de una lengua extranjera sea m ás eficaz, que cier
tas variantes lingüísticas se confinen a los contextos m enos form ales y otras p re d o
m inen en los estilos cuidados. U na actitud desfavorable o negativa p u ede llevar al
ab andono y el olvido de una lengua o im pedir la difusión de una variante o un cam
bio lingüístico.
E l peso de las actitudes sobre la realidad social ha sido suficientem ente valora
do p o r disciplinas com o la sociología o la psicología desde hace m uchas décadas; el
peso de las actitudes sobre la realidad lingüística ya ha com enzado a recibir la a te n
ción que m erece, p ero aún son m uchos los aspectos que se desconocen acerca de su
naturaleza y sus repercusiones sociolingüísticas.2
La actitud lingüística es una m anifestación de la actitud social de los individuos,
distinguida p o r centrarse y referirse específicam ente tan to a la lengua com o al uso
que de ella se hace en sociedad, y al hablar de «lengua» incluimos cualquier tipo de
variedad lingüística: actitudes hacia estilos diferentes, sociolectos diferentes, dialectos
3. «Prestige speech styles: The imposed norm and inherent valué hypothesis», en W. C. McCormack y
S. A. Wurm (eds.), Language and society. Anthropological Issues, La Haya, Mouton, 1979.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 181
dem o stran d o que una misma variedad puede ser objeto de actitudes positivas o n e
gativas d ep endiendo de la valoración que se haga del grupo en que se hab la:4 las ac
titudes suelen ser m anifestación de unas preferencias y unas convenciones sociales
acerca del estatus y el prestigio de los hablantes. Tam bién debe destacarse que lo h a
bitual es q ue sean los grupos sociales m ás prestigiosos, m ás poderosos socioeconóm i
cam ente, los que dicten la p au ta de las actitudes lingüísticas de las com unidades de
habla; p o r eso las actitudes suelen ser positivas hacia la lengua, los usos y las carac
terísticas de los hablantes con m ayor prestigio y de posición social m ás alta.
Por o tro lado, la actitud lingüística se m anifiesta tan to hacia las variedades y los
usos lingüísticos propios com o hacia los ajenos; asimismo, a la hora de form arse esa
actitud, suelen ser factores decisivos el nivel de estandarización de la lengua (codifi
cación y aceptación) y su vitalidad: a m enudo son objeto de actitudes favorables las
variedades propias, especialm ente cuando disfrutan de un alto grado de estandariza
ción. Se da la circunstancia, sin em bargo, de que no siem pre se m ira lo propio con los
m ejores ojos p orque es posible encontrar, p o r ejem plo, que algunos hablantes de va
riedades m inoritarias tienen una actitud negativa hacia su propia lengua, general
m ente cuando esas variedades no les p erm iten un ascenso social, una m ejora econó
m ica o cuando les im posibilita el m ovim iento por lugares o círculos diferentes de los
suyos. E sto no significa que no se valore en absoluto la lengua propia o que no se le
conceda el m ás m ínim o aprecio.
P ara co m prender la posibilidad de que se tenga una actitud negativa hacia una
variedad y de que esa variedad sea objeto al mism o tiem po de cierta consideración,
se debe establecer una distinción en tre varias características: de igual m odo que a un
individuo se le puede apreciar de m odo diferente com o profesional, com o amigo,
com o p ad re o com o vecino, las lenguas pueden ser estim adas por razones diferentes,
razones que n orm alm ente son sociales, subjetivas o afectivas. E sta m ultiplicidad de
valoraciones com plica enorm em ente las actitudes y explica su capacidad de influen
cia en situaciones m uy diversas: la form a en que los profesores tratan a los alum nos,
en que los profesionales entrevistan a los candidatos a un puesto de trabajo y en que
los em pleados de una em presa tratan a sus clientes.
U n a de las bases sobre las que se asienta la actitud lingüística es la conciencia so
ciolingüística: los individuos forjan actitudes, del tipo que sea, porque tienen co n
ciencia de una serie de hechos lingüísticos y sociolingüísticos que les conciernen o les
afectan.5 T ales hechos p ueden perten ecer a su propia variedad, a la de su grupo o a
la de su com unidad, p ero tam bién a las variedades de otros hablantes, otros grupos,
otras com unidades. Las hablantes saben que su com unidad prefiere unos usos lin
güísticos a otros, que ciertos usos son propios de unos grupos y no de otros y, p o r lo
tanto, tienen la posibilidad de elegir lo que consideran más adecuado a las circuns
tancias o a sus intereses. E sta capacidad de elección, derivada de la conciencia lin
güística, es extraordinariam ente decisiva a la h ora de producirse — y explicarse— los
fenóm enos de variación y de cam bio lingüísticos, así com o la elección de una lengua
en com unidades multilingües.
4. Véase J. R. Edwards, «Language attitudes and their implications among English speakers», en E. B.
Ryan y H. Giles (eds.), Attitudes towards language variation. Social and applied contexts, Londres, E. Arnold,
1982, pp. 2-33.
5. No puede decirse, sin embargo, que todos los hablantes de todas la comunidades sean conscientes de
todas las características lingüísticas y sociolingüísticas de su variedad.
182 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Con el fin de averiguar hasta qué punto es cierta tal asociación, L ópez M orales
ha realizado un estudio sobre el español de San Ju an de P uerto R ico y h a llegado a
la conclusión de que m ayoritariam ente existe conciencia sobre la variación sociolec-
tal y de que los individuos de nivel socioeconóm ico más alto son, con las m ujeres en
general, los de m ayor conciencia sociolingüística. P or lo dem ás, es obligado pensar
que, si esta conciencia es algo m uy arraigado en com unidades fundam entalm ente m o-
nolingües, lo m ism o puede decirse, con m ayor énfasis, en relación con las com unida
des bilingües o multilingües.
A p a rte de la actitud, una de las consecuencias directas de la conciencia sociolin
güística de los hablantes es su seguridad o su inseguridad lingüística, esto es, la rela
ción que existe en tre lo que un hablante considera correcto, adecuado o prestigioso y
su propio uso lingüístico: se habla de seguridad lingüística cuando lo que el hablante
considera com o correcto o adecuado coincide con los usos espontáneos del m ism o h a
blante; la inseguridad lingüística surge cuando tal coincidencia dism inuye o desap are
ce. E l p ro to tip o de h ablante inseguro sería aquel capaz de hacer afirm aciones com o
éstas: A m í nunca m e se ocurriría decir m e se ha caído o Yo jam ás diríe cosas com o
iríe o vendríe.
Pero, com entado cuál es el interés de las actitudes para la sociolingüística gene
ral, es im p o rtan te saber cóm o se definiría la actitud desde la disciplina que m ás la ha
estudiado, la psicología social, y cuáles serían sus com ponentes, si se adm ite que los
tiene.
C om o h an indicado diversos autores — R alph Fasold, por ejem plo— ,7 las actitu
des lingüísticas han sido estudiadas desde dos puntos de vista: uno mentalista, de n a
turaleza, psicosociológica, y o tro conductista. La concepción conductista in te rp reta la
actitud com o u na conducta, com o una reacción o respuesta a un estím ulo, esto es, a
una lengua, una situación o unas características sociolingüísticas determ inadas. D e s
de un p u n to de vista mentalista, la actitud se entiende com o un estado interno del
individuo, una disposición m ental hacia unas condiciones o unos hechos sociolingüís
ticos concretos; en este sentido, la actitud sería una categoría interm edia en tre un
estím ulo y el com portam iento o la acción individual. A unque m ás adelante se hará
referencia al m odo de analizar las actitudes, conviene adelantar que m ientras los
conductistas utilizan com o procedim iento de estudio la observación directa de las
conductas objetivas, los m entalistas deben recurrir a otras técnicas, m ás com plejas,
que perm itan desvelar algo tan intangible com o un estado mental.
E n térm inos generales, se acepta que las actitudes im plican directam ente la p re
sencia de varios elem entos o subcom ponentes que no conviene confundir: una valo
ración (com ponente afectivo), un saber o creencia (com ponente cognoscitivo)8 y una
conducta (com ponente conativo). É ste es el criterio de los defensores de una in te r
pretación m entalista de la actitud, aunque los psicólogos conductistas suelen ver en la
actitud un elem ento único, a m enudo afectivo o de valoración.9 E n tre los partidarios
de in te rp re ta r la actitud com o un entidad com pleja, que son la m ayoría, existen dis
crepancias p ara d eterm in ar cóm o se relacionan entre sí estos conceptos, y todos ellos
con la actitud, lo que equivale a plan tear el problem a de describir la estructura com-
ponencial de las actitudes lingüísticas.
Las p ropuestas psicosociológicas más conocidas sobre los com ponentes de la ac
titud y sus relaciones son las de W. L am b ert,10 M. R o keach11 y M. Fishbein.12 P ara el
prim ero, la actitud está form ada p o r tres elem entos —la creencia, la valoración y la
conducta— y todos ellos se sitúan en un m ismo nivel: la actitud lingüística de un in
dividuo es la resultante de sum ar sus creencias y conocim ientos, sus afectos y, final
m ente, su tendencia a com portarse de una form a determ inada ante una lengua o una
situación sociolingüística.
Para M ilton R okeach, la actitud se in terpreta básicam ente com o un sistem a o
conjunto de creencias (creencia 1, creencia, 2, creencia n): la actitud depende fu n d a
m entalm en te de lo que se cree acerca de un objeto sociolingüístico. A h o ra bien, cada
una de estas creencias está form ada p o r la sum a de los tres com ponentes: el cognos
citivo, el afectivo y el conativo. A sí pues, unos conocim ientos, unas valoraciones y
unas conductas p u ed en dar lugar a un sistem a de creencias del que se ha de des
p ren d er una actitud lingüística concreta.
Fishbein, p o r su p arte, opina que las lenguas, las situaciones o los hechos lin
güísticos dan lugar, p o r separado, a actitudes y a creencias. Las actitudes están
form adas p o r un solo com ponente de naturaleza afectiva: se fundam entan en la valo
ración subjetiva y sentim ental que se hace de un objeto. Ju n to a esto, p e ro en un pla
no d iferente, la creencia está form ada por un com ponente cognoscitivo y un com po
nen te de acción o conducta.
O tros autores, com o R ichard L. Street y R o b ert H ooper, h an preferido ofrecer
explicaciones en las que se da m ás im portancia al dinam ism o del m odelo que a la re
lación estructural de sus com ponentes.13 Street y H ooper p roponen un m odelo de va-
* Componentes del mensaje que ¡nduyen elementos convergentes y divergentes (acomodación del habla).
loración del habla basado en los juicios de valor y en los usos lingüísticos de los in
terlocutores. Los procesos cognoscitivos y de conducta vienen determ inados por tres
variables: a) los conocim ientos recibidos y los prejuicios de los hablantes (estereo ti
pos, procesam iento de la inform ación, características de la personalidad, expectativas
sociológicas); b) las características del habla, del m ensaje (acento, dialecto, elem entos
paralingüísticos); c) las intenciones de los interlocutores. C on estos elem entos S treet
y H o o p e r construyen el m odelo de la figura 10.1.
E l proceso com ienza con la transform ación de un m ensaje, que incluye elem en
tos de acom odación del habla, en un mensaje percibido. La percepción, a su vez, pone
en m archa una respuesta valorativa. E ste paso se produce den tro de un en to rn o de
conocim ientos o saberes sociales, en el que influyen factores com o las características
sociales de los interlocutores (edad, sexo, etc.) o los juicios personales sobre unos h e
chos lingüísticos y paralingüísticos, en tre otros muchos. S treet y H o o p er señalan que,
en la interacción com unicativa, se produce una adaptación o igualación del habla a
las características del m ensaje recibido, siguiendo la línea trazada por la «teoría de la
acom odación del habla».
Las opiniones que se acaban de exponer proceden del cam po de la psicosociolo-
gía. Sin em bargo no debe desdeñarse la posibilidad de ofrecer una interpretación más
netam en te sociolingüística, puesto que, al fin y al cabo, las actitudes se dirigen hacia
un o bjeto sociolingüístico y se desprenden de lo que las personas hablan, de cóm o h a
blan, de cuándo lo hacen y hacia quién se dirigen. P o r eso precisam ente m erece des
tacarse la opinión del sociolingüista H u m b erto López M orales.14
Para L ópez M orales, la actitud está dom inada solam ente por un rasgo y, por lo
tanto, en ella se identifica tan sólo un com ponente: el conativo. A diferencia de los
m odelos de L am b ert y R okeach y a sem ejanza del m odelo de Fishbein, L ópez M o
rales separa el concepto de «creencia» del concepto de «actitud» y los sitúa en un n i
vel diferente: las creencias dan lugar a actitudes diferentes; éstas, a su vez, ayudan a
conform ar las creencias, ju n to a los elem entos cognoscitivos y afectivos, teniendo en
cu enta que las creencias pu ed en estar basadas en hechos reales o pueden no estar m o
tivadas em píricam ente.
Creencia
«Cognitiva» Afectiva
Actitud
Conativa
Positiva Negativa
L ópez M orales rep resen ta la relación en tre creencia y actitud com o se m uestra
en la figura 10.2.
Según se desprende de la ilustración, las actitudes están form adas p o r com porta
m ientos (com ponente conativo), p o r conductas que pueden ser positivas, de acep
tación, o negativas, de rechazo. La actitud neu tra se concibe com o una ausencia de
actitud y n o com o una clase m ás de ella. A firm a López M orales que no todas las
creencias llevan a la aparición de actitudes, pero que la m ayoría de ellas sí las p ro
ducen. D e este m odo, los fenóm enos considerados com o rurales o vulgares producen
una actitud negativa que lleva a su rechazo (por ejem plo, la realización velarizada del
fonem a vibrante m últiple en San Ju an de P uerto Rico; la secuencia pronom inal m e
s e , por s e m e en E spaña); ese rechazo, com o la buena aceptación cuando se produce,
suele ten er consecuencias en la conducta lingüística de los hablantes de una com uni
dad: se tiende a usar lo que se considera m ás aceptable y a no usar lo rechazable, so
b re todo en los estilos cuidados, en los que la conciencia lingüística participa m ás ac
tivam ente. C uando el uso no concuerda con la actitud de aceptación o de rechazo,
aparece el fenóm eno denom inado in s e g u r id a d lin g ü ís tic a .
C om o se deduce de todas estas propuestas, las actitudes tienen form as m uy di
versas de m anifestarse: L ópez M orales habla de actitudes positivas y negativas, acti
tudes que se expresan de m aneras m uy diferentes ante distintos tipos de realidades
sociolingüísticas. U n a de estas realidades sería la situación, ya que cada situación p u e
de provocar una actitud diferente en los hablantes. H ow ard Giles y E llen B ouchard
R yan h an creado un m odelo bidim ensional capaz de recoger las actitudes que surgen
en situaciones sociolingüísticas p articulares.15 Tales situaciones vienen caracterizadas
p o r el contexto, el propósito y los participantes, así com o p o r su form alidad. Las di
m ensiones del m odelo son, p o r un lado, el c o n t i n u u m e s ta tu s ( p o d e r ) - s o l i d a r i d a d y,
p o r otro, el c o n t i n u u m g r u p o - p e r s o n a . A m bas dim ensiones pueden identificarse p o r
la presencia de una serie de atributos o índices que las caracterizan y que quedan re
cogidos en la figura 10.3.
15. «Prolegomena for developing a social psychological theory», en Attitudes towards Language Varia
tion, Londres, Arnold, 1982, pp. 208-223.
186 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Estatus (poder)
índices índices
Competencia Estatus
Experiencia Poder
Fiabilidad Prestigio
Clase social
Superioridad
Persona Grupo
índices índices
Benevolencia Solidaridad interna
Atractivo Lealtad lingüística
Similaridad de atributos Similaridad de creencias
Orgullo étnico
Orgullo familiar
Solidaridad
Fio. 10.3. Situ a cio n es percibidas en relación co n la actitud lingüística e índices de evalu a ció n
d e d o s d im e n sio n es (adaptación d el m o d e lo d e G iles y R yan, 1982).
Según este m odelo, las situaciones públicas, form ales, de relaciones en tre m iem
bros de grupos diferentes llevan al uso de elem entos sociolingüísticos adecuados al es
tatus y al p o d er de los hablantes en m ayor proporción que las situaciones inform ales,
privadas y de relaciones entre los m iem bros de un m ism o grupo. Los ám bitos de la
escuela, la adm inistración y el trabajo suelen responder a un p atró n sociolingüístico
en el que se da gran im portancia al estatus social, m ientras que en los ám bitos o do
m inios de la fam ilia y el vecindario destacan unos usos sociolingüísticos en los que
prim a el concepto de solidaridad. Por otra parte, en las situaciones de contacto entre
dos personas suele p redom inar m ás claram ente el concepto de individuo o persona
cuando no hay oyentes que cuando los hay. D el m ism o m odo, el uso de una variedad
prestigiosa predispone a los hablantes a in terp retar que una situación está dom inada
p o r los conceptos de estatus y de grupo.
Medida de la actitud
listas a h acer propuestas nuevas o buscar cam inos que proporcionen resultados fia
bles.
Situados de lleno en una perspectiva m entalista, la m ás valorada y cultivada, se
distinguen dos grupos de m étodos de estudio de las actitudes hacia la lengua: los m é
todos directos y los m étodos indirectos.
Las m ediciones directas suelen practicarse sobre m ateriales recogidos por m edio
de cuestionarios o de entrevistas. Los cuestionarios em pleados poseen bien una es
tru ctu ra ab ierta (el inform ante em ite la respuesta que cree más adecuada), bien una
estru ctu ra cerrada (al inform ante se le ofrecen unas posibilidades lim itadas de res
puesta). Las entrevistas y los cuestionarios abiertos suelen incluir preguntas del tipo
¿Q ué piensa usted...? o ¿Cóm o reaccionaría usted...?:
Las m ediciones indirectas se aplican sin que el hablante tenga conciencia de cuál
es el objeto de interés (la actitud); son aquellas cuyo propósito es desconocido p o r los
individuos que sirven de inform adores. E n tre las m ediciones indirectas la m ás utili
zada ha sido la m atched guise, p ropuesta p o r W allace L am bert en los años sesenta16
y d enom inada en español técnica de pares ocultos, de las máscaras o de los pares fa l
sos. E n su origen, la técnica consiste en utilizar hablantes bilingües dom inadores de
las lenguas que se desea investigar. E stos bilingües leen un mismo texto en cada una
de las lenguas estudiadas y las lecturas se graban en una cinta, intercalándolas de tal
form a que parezca que cada texto ha sido em itido por un hablante distinto: los oyen
tes p u e d e n llegar a pensar que han oído el doble de voces, de personas, de las que
realm en te h an participado en el experim ento.
Los oyentes, tam bién bilingües, tras oír cada texto, han de pu n tu ar varias carac
terísticas de los hablantes —no de la lengua— , rasgos com o la sim patía, la inteligen
cia, la decisión, el atractivo o el origen social. Para recoger estas puntuaciones se sue
len utilizar unas escalas, llam adas escalas de diferencial semántico, en cuyos extrem os
se sitúan los polos opuestos de una determ inada característica (sim pático-antipático;
inteligente-nada inteligente; con éxito-sin éxito, etc.) y que ofrecen, en tre am bos ex
trem os, varios espacios o puntos interm edios.17 E n caso de que un m ism o hablante
sea valorado de form a diferente, se puede deducir que es la lengua utilizada en cada
texto la que h a originado un actitud diferenciada en el oyente.
16. «A social psychology of bilingualism», Journal o f Social Issues, 23 (1967), pp. 91-109.
17. Estas escalas suelen ofrecer siete grados para cada atributo, aunque también se manejan cinco.
Véase H. López Morales, Métodos de investigación lingüística, Salamanca, Ediciones Colegio de España, 1994,
p. 105 y ss. Sobre las escalas de diferencial semántico, véase F. Williams, Explorations o f the Linguistic A tti
tudes o f Teachers, Rowley, Mass., Newbury House, 1976.
188 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
18. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Sociolingüística en el Atlas lingüístico (y etno
gráfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.), Actas de! I Congreso Anglo-hispano, I, Madrid, Casta
lia, 1993, pp. 139-149.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 189
C on el fin de sup erar las lim itaciones de las técnicas indirectas, Joshua Fishm an
ha pro p u esto contar con una m edida de referencia, denom inada m edida de la im pli
cación, que consiste en com parar los resultados obtenidos m ediante cuestionarios con
los resultados que p resenta la observación de la conducta re al.19
El concepto de prestigio
19. «Sociolinguistics and the language problems of developing countries», en J. Fishman, Ch. Ferguson
y J. Das G upta (eds.), Language Problems o f Developing Narions, Nueva York, John Wiley and Sons, 1968,
pp. 3-16.
20. En el mundo hispánico, destacan los trabajos realizados por Manuel Alvar, Antonio Quilis y Hum
berto López Morales sobres diversos territorios hispanohablantes. Véase también Y. Solano Rojas y J. Uma-
ña Aguiar, «Actitudes lingüísticas del universitario costarricense», en M. Arjona et al. (eds.), Actas del X Con
greso Internacional de la Asociación de Lingüística y Filología de la América Latina, México, UNAM, 1996,
pp. 707-712.
21. Véase Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, p. 189 y ss.
190 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
1. E n la sociedad española actual, ¿quién cree usted que se expresa mejor, es de
cir, qué personas o tipos de personas hablan m ejor; según su criterio?
2. ¿En qué nota usted que habla m ejor el tipo de personas que ha señalado en la
pregunta anterior?
3. ¿Le gustaría hablar com o ese tipo de personas?
4. ¿Q ué es para usted el prestigio?
5. ¿Q ué tipo de personas tiene para usted más prestigio?
Clase A
Clase B
Prestigio interno
Reflexiones y ejercicios
2. R ed acte tres textos y haga que sean leídos p o r cuatro hablantes bilingües de
una com unidad determ inada; grabe las lecturas de sus colaboradores y som étalas al
juicio de varias personas residentes en esa misma com unidad: pregúnteles sobre la
profesión de los hablantes, su nivel social, su capacidad intelectual y su sim patía. A n o
te todas las dificultades técnicas que haya encontrado al p rep arar la p rueba y p ro
ponga soluciones. C om ente los resultados de la prueba. Si vive en un com unidad mo-
nolingüe, p rocure recoger m uestras de habla de dos dialectos de la m ism a lengua y
realice las m ism as tareas.
Orientaciones bibliográficas
Las actitudes lingüísticas no han sido un asunto profusam ente tratad o en los m a
nuales de sociolingüística redactados en español, por ello es obligada la lectura de los
capítulos 7 y 8 del libro de H u m b erto L ópez M orales, Sociolingüística (2.a ed., M a
drid, G redos, 1993) y del capítulo 6 del m anual de R alph Fasold, La sociolingüística
de la sociedad. Introducción a la sociolingüística (M adrid, Visor, 1996). E n tre la bi
bliografía en inglés y escrita desde la psicología social, es lectura inexcusable la obra
de H ow ard Giles y E llen B ouchard R yan, A ttitudes towards Language Variation
(L ondres, A rnold, 1982).
U n a m uestra excelente de los estudios hispánicos dedicados a las actitudes lin
güísticas p u ed e verse en el libro de M anuel A lvar, Hombre, etnia, estado. A ctitudes
lingüísticas en Hispanoamérica (M adrid, G redos, 1986).
C a p ít u l o 11
Parece que todos piensan que nomen viene del griego ónoma,
yo creo, en cambio, que viene de nosco, noui, notum, nouimen
«conocer», de la misma manera que momen «impulso, movi
miento» de moueo, moui, motum, mouimen «mover». El nombre
es cierta imagen por la que algo es conocido, dice Escalígero.
F r a n c is c o S á n c h e z d e l a s B r o z a s , Minerva, 1587
C a d a le n g u a , c u a lq u ie r a q u e sea , lle v a e n s u s e n o e n c a d a m o m e n t o d e s u e x is t e n
c ia la e x p r e s ió n d e to d o s lo s c o n c e p to s q u e se p u e d a n d e s a r r o lla r a lg u n a v e z e n la
n a c ió n . C a d a u n a , in c lu s o , e n c a d a m o m e n t o d e s u v id a , e q u iv a le e x a c ta m e n te a l
i
. E n su filosofía del lenguaje, W ilhelm von H um boldt reform ula algunas de las
principales ideas de H erd er, K ant y Hegel; de H erd er tom a el principio de que cada
lengua es una form a diferente de ver el m undo, tesis netam ente rom ántica, en el sen
tido peyorativo del térm ino; de K ant asum e el apriorism o del individuo y de la len
gua: el individuo es anterio r al proceso cognoscitivo, del m ism o m odo que el lengua
je articula el conocim iento y, por lo tanto, es an terior a él; el pensam iento es el len
guaje m ism o y no es posible pensar sin que haya antes lenguaje; de H egel tom a la
idea de que las estructuras sem ánticas y sintácticas varían y hacen posible que unas
lenguas sean m ás aptas que otras p ara la transm isión de determ inadas ideas o cono
cim ientos.-
P ero, m ucha de la im portancia de las ideas de H um boldt, durante largo tiem po
ignoradas o arrinconadas, radica en que supusieron la apertura de un cam ino dentro
de la lingüística, un cam ino que más tarde fue continuado p o r pensadores tan desta
cados com o E dw ard Sapir y Benjam in Lee W horf. Las teorías de Sapir y de W horf,
ju n to a las de otros notables investigadores com o Franz Boas, constituyen el funda
m ento de la disciplina denom inada antropología lingüística.
E l pensam iento antropolingüístico de Sapir y W horf tiene su expresión m ás re
levante en la llam ada, precisam ente, hipótesis Sapir-W horf, cuyos principios m ejor
conocidos son dos: el principio del determ inism o lingüístico y el principio de la relati
vidad lingüística. E l principio del determ inism o establece que la lengua tiene la capa
cidad de d eterm in ar el pensam iento, lo que viene dem ostrado por la relatividad lin
güística: el m undo ofrece un conjunto com plicado de im ágenes que las m entes de los
individuos p erciben y organizan a través de un p atró n útil p a ra toda una com unidad
de hab lan tes y que está codificado en las estructuras de su lengua. A sí pues, la o rga
nización del conocim iento viene determ inada directam ente p o r la estructura lingüís
tica. Las lenguas m uestran entre sí diferencias estructurales m uy llamativas: no todas
tienen unas m ism as categorías gram aticales ni las expresan form alm ente de la misma
m anera; algunas lenguas disponen de m uchos vocablos para referirse a realidades que
en otras lenguas reciben un solo nom bre. Todas esas diferencias contribuyen a que la
visión del m undo y la organización del conocim iento sea muy diferente de una cultu
ra a otra, aunque las disim ilitudes no excluyen la posibilidad de que existan univer
sales.
E l principio de la relatividad, tal y com o se plantea desde la antropolingüística o
la etnolingüística no rteam ericana de la prim era m itad del siglo xx, supone que la es
tructu ra lingüística es una form a de experiencia por la que se conoce el m undo. La
form ulación lingüística de los objetos es la que nos hace en ten d er el m undo de una
m an era determ inada. A q u í está el núcleo de la llam ada hipótesis Sapir-W horf, según
la cual el lenguaje crea la realidad del pensam iento.
3. Citado por J. M.® Valverde en W. von Humboldt, Escritos sobre el lenguaje, Barcelona, Península,
1991, p. 17.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 197
Dos lenguas nunca son suficientemente parecidas para poder considerarlas como
exposiciones de la misma realidad social. Los mundos en los que viven sociedades
distintas son mundos separados y no se trata simplemente del mismo mundo con
diferentes etiquetas.4
Para B enjam ín Lee W horf, p o r ejem plo, es inexacto considerar que un hopí, co
nociendo solam ente la lengua hopí y la cultura de su com unidad, tenga las mismas n o
ciones de tiem po y de espacio que los hablantes de inglés, por m ucho que se consi
d ere que estas nociones pued an ten er un origen intuitivo o puedan ser universales.5
La hipótesis Sapir-W horf, p lanteada en sus térm inos extrem os, no cuenta en la
actualidad con seguidores incondicionales. Es difícil adm itir que una lengua, si no dis
p one de una p alabra determ inada, es incapaz de expresar un concepto — puede h a
b er recursos gram aticales que lo perm itan— o que sus hablantes son incapaces de ad
quirirlo. P o r otra p arte, las diferencias entre dos lenguas com o el hopí y el español no
im posibilitan la com presión de una form a absoluta. A hora bien, siem pre queda la p o
sibilidad de adm itir unos planteam ientos m enos radicales: la psicolingüística está com
p ro b an d o que la lengua ejerce alguna influencia a la hora de percibir o de recordar;
siem pre es m ás fácil distinguir dos conceptos si éstos van asociados a palabras dife
rentes, de igual form a que a m enudo se recuerda algo con m ayor facilidad si va liga
do a algún elem ento lingüístico concreto. Explicada así, a la hipótesis Sapir-W horf aún
se le adm itiría cierta validez.
D esde un p u n to de vista diferente del de Sapir y W horf, pero preocupado p o r las
m ism as cuestiones, A d am Schaff ha expuesto su opinión acerca de las concom itancias
entre lengua, pensam iento y realidad. Para Schaff la lengua se concibe com o pro d u c
to de una praxis social que determ ina la visión que una sociedad tiene del m undo: la
lengua refleja una realidad a la vez que crea una im agen de esa realidad. E sta p ro
p uesta se conoce com o «teoría del reflejo». D esde esa perspectiva, es cierto, com o se
ñ alaba H um boldt, que el hom bre piensa tal com o habla y habla com o piensa. Según
Schaff, el hom bre piensa en algún lenguaje, por lo que su pensam iento siem pre es h a
blado, y la form a en que piensa depende de la experiencia social expresada en la len
gua que le ha transm itido la sociedad m ediante un proceso de educación h ab lad a.6
D u ran te los últim os años, la «psicología cognitiva» ha desarrollado o tra p ro
p uesta teórica, preocupada tam bién por la relación en tre lengua, pensam iento y re a
lidad, que in terp reta las cosas de una form a diferente: la «teoría de los prototipos».
E sta teoría, que está siendo aplicada en los más diversos ám bitos de la lingüística,
tam bién ha recalado en las aguas de la sociolingüística, gracias al interés R. A. H u d
son.7 F re n te a los que utilizan series de rasgos mínimos para caracterizar d eterm i
nadas unidades — la sem ántica estructural, por ejem plo, habla de sem as (rasgos se
m ánticos p ertinentes) y sem em as (conjuntos de rasgos sem ánticos p ertin en tes)— la
«teoría de los prototipos» p ropone que un concepto concreto se defina com o un p ro
totipo o caso típico de ese concepto: un prototipo sería el ejem plar idóneo, el m ejor
rep resen tan te o el caso central de una categoría o, al m enos, el m ás frecuentem ente
considerado com o tal. E ste concepto supone la existencia de ejem plares, casos o
La form a in terior de una lengua, para W ilhelm von H um boldt, supone una o r
denación del m undo m ental y físico por p arte de sus hablantes, que se diferenciarán
de los hablantes de otras lenguas p o r p roceder a esa ordenación de una m an era p a r
ticular y suficientem ente diferenciada. E ste concepto se h a puesto en relación con el
de «form a del contenido» de la gram ática estructural, que se define com o la estruc
turación que cada lengua da a la realidad física o m ental, esto es, a los conceptos in
finitos de la m ente hum ana. A su vez, el concepto de «forma del contenido» supone
una interp retació n del léxico que lo p resenta com o un conjunto de unidades suscep
tibles, en gran parte, de ser estructuras den tro de unidades m ás am plias denom inadas
«cam pos léxicos».
Los estudios de los cam pos léxicos realizados hasta el m om ento revelan cóm o
cada lengua organiza el contenido de una form a distinta y dem uestran el alcance de
la relatividad lingüística. U n o de los ejem plos contrastivos más conocidos y rep resen
8. Véase E. Rosch y B. Lloyd (eds.), Cognition and Caregorizarion, Hillsdale, Lawrence Erlbaum Ass.,
1978.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 199
den necesitar, com o se ve en las definiciones, desde una sola hasta una quincena de
palabras, p ero lo im portante es que, sea de la form a que sea, tam bién es posible
expresar todos esos conceptos en esta lengua;12 no resulta apropiado, por tanto, in
te rp re ta r que algunos conceptos son totalm ente inexpresables en otras lenguas. E l es
pañol puede echar m ano de la gram ática (sintaxis, m orfología) para expresar unos
m atices de los que no da cuenta el léxico: para designar clases distintas de verde se
usan las form as verde botella, verde limón, verde claro... E stam os sim plem ente ante
form as diferentes de fijar las relaciones entre la lengua y la realidad.
P o r o tro lado, la com plejidad y la m ultiplicidad de las lenguas y las culturas del
m undo se refleja no sólo en el uso y la ordenación de las unidades lingüísticas, sino
tam bién en la form a de organizar los procesos com unicativos, desde los m ás simples
a los m ás com plejos. E ste hecho se ha puesto de m anifiesto en los estudios de carác
te r etnográfico realizados en las m ás diferentes y alejadas com unidades.13 B aste un
ejem plo p ara d em ostrar el interés de este tipo de descripciones: se trata de un estu
dio realizado p o r Charles F rak e en el que intenta descubrir las form as en que los
m iem bros de una com unidad categorizan su conducta.14 Con este objetivo, Frake
hace un análisis de situaciones de litigio tal y com o se presentan y resuelven en tre la
población yakan. Los yakan constituyen un grupo m usulm án del sur de la península
de Z am boanga, en la isla de M indanao, en Filipinas.
P ara solventar sus litigios, antes de que intervenga la justicia ordinaria del país,
los yakan construyen una situación com unicativa específica en la que aparecen unos
actos y unidades com unicativas que form an p arte de la term inología legal de su va
riedad lingüística. E l análisis etnográfico de F rak e se realiza a p a rtir de unas unida
des que se identifican respondiendo a la pregunta ¿qué está haciendo cada interlocu
tor? L a categoría prim aria en una situación com unicativa de litigio es «hablar los unos
con los otros».
E l sistem a legal de los yakan es básicam ente un sistem a de sím bolos o un códi
go para hablar, organizado en actos com unicativos y en una serie de sanciones. Los
interlocutores principales son la corte o el ju rad o yakan, el acusador y el acusado.
T odo el proceso interactivo se o rienta a restablecer la com unicación y el trato social
en tre las partes, p o r eso — a diferencia de lo que ocurre en procesos jurídicos sim ila
res de otros grupos— los litigantes no son siem pre partes radicalm ente enfrentadas o
enem igas: son partes que sim plem ente no se tratan o no se hablan.
E l proceso com unicativo de la justicia yakan recurre a am enazas, en cuyo cum
plim iento pu ed en verse im plicados desde la divinidad y los ancestros, hasta la justicia
o rdinaria del país, pasando p o r la familia del acusado. T odo con la intención de que
d em an d an te y acusado norm alicen su relación social (figura 11.1).
Según se desprende de la figura 11.1, d u ran te la causa se m anejan argum entos
m uy variados p ara conseguir que el acusado se retracte o arrepienta: se le am enaza
con el abandono p o r p arte de su familia o del grupo, con agresiones del oponente
contra la fam ilia o el acusado, con enferm edades enviadas p o r D ios o por los ances-
t
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 201
Ancestros Dios
Q)
E
O
'c
0)
abandono multa, cárcel Jueces
Familia Acusado
del gobierno
C O
:o
O
05
)
<0
tros y que pu ed en afectar al acusado o a su familia o, sencillam ente, con la rem isión
del asunto a u na instancia exterior (en este caso, la justicia ordinaria).
C om o conclusión general, debe destacarse que la lengua form a p arte de un com
plejo sistem a cultural y que m antiene una estrecha relación con la organización so
cial, las relaciones sociales funcionales, los valores, las creencias y las pautas de con
ducta y conocim iento que se transm iten de generación en generación, m ediante p ro
cesos de socialización y de culturización.
Tabú y eufemismo
M ención aparte, aunque profundam ente relacionados con las nociones a n terio
res y, al fin y al cabo, con la lengua y la cultura, m erecen los conceptos de «tabú» y
de «eufemism o». Son éstos, sin duda alguna, objetos ideales de estudio para la socio-
lingüística, si bien es m ucho lo que aún falta p o r saber de su dim ensión social.
E l tabú es una prohibición de ciertas acciones u objetos basada bien en razones
religiosas, bien en otros prejuicios, conveniencias o actitudes sociales. Tabú es una p a
labra m alayo-polinésica que significa ‘sagrado’; entre los polinesios se considera tab ú
aquello que, si se realiza o se toca, puede acarrear grandes desgracias para el que lo
hace o p ara su gente. P or lo general, son tabú los objetos religiosos (ídolos, am uletos,
tem plos) o las personas relacionadas con ellos (sacerdotes), pero, com o se h a dicho,
el tab ú no se ciñe al terren o de la religión o de la superstición, sino que frecuente
m en te obedece a convenciones y actitudes sociales.
D esde un p u n to de vista lingüístico, se habla de tabú para hacer referencia a una
p alab ra cuyo uso debe evitarse, generalm ente por m otivos sociales, políticos, sexua
les, supersticiosos o religiosos: la p alabra existe, p ero su em pleo provoca el rechazo o
202 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
la recrim inación de la com unidad o de un grupo social. Son tabú los nom bres de los
genitales y de los actos sexuales, los nom bres de actividades y objetos escatológicos;
en algunas culturas es tabú el nom bre de Dios, com o en otras lo son la m u erte o cier
tos anim ales.
S tephen U llm ann agrupa los tabúes en tres categorías distintas, según la m otiva
ción psicológica que hay tras ellos:15
a) Tabú del m iedo. Suelen ser los nom bres de seres sobrenaturales: ya hem os
hecho referencia al nom bre de Dios, pero tam bién puede ser tabú el nom bre del d e
m onio, de los espíritus diabólicos o de lo que da m ala suerte, com o la m ano izquier
da. Los nom bres de los anim ales peligrosos o dañinos tam bién responden a un tabú
del miedo: la culebra, la com adreja, el lobo.
b) Tabú de la delicadeza. Suelen ser los nom bres de lo desagradable, de lo
que no resulta cóm odo. T am bién lo son los defectos físicos o psíquicos o los nom bres
de acciones crim inales.
c) Tabú de la decencia. A q u í se incluye lo que tiene que ver con el sexo, con
ciertas partes y funciones del cuerpo hum ano y con los juram entos.
E l recurso que la lengua p one a disposición de los hablantes para evitar el tabú
recibe el nom bre genérico de eufem ism o .16 E l eufem ism o perm ite esquivar lo p ro h i
bido, p ero tam bién lo m olesto, lo desagradable, lo ofensivo o lo sucio. C uando un h a
blante sustituye un térm ino agradable, o sim plem ente adecuado, p o r o tro ofensivo o
peyorativo, se produce el fenóm eno del disfem ism o, claram ente opuesto al eufem is
m o, aunque bien diferenciado del tabú: el disfemismo suele nutrirse de térm inos ca
racterísticos de los estilos m ás vulgares o fam iliares y utiliza com o recursos h ab itu a
les la m etáfora y la perífrasis (dátil p o r dedo, queso por pie, viejo p o r padre).11
Los procedim ientos eufem ísticos que la lengua ofrece son m uchos y variados
(m etáforas, perífrasis, litotes, antífrasis, deform ación de palabras) y las causas que lle
van a su aparición están directam ente relacionadas con el tipo de tabú: en unos casos
se in ten ta usar la form a más adecuada a un estilo y una circunstancia (axila p o r so
baco, servicio por váter, pecho o seno p o r teta); otras veces se trata de ser delicado o
respetuoso con otras personas (invidente p o r ciego, m inusválido p o r cojo, paralítico,
etc., sin techo p o r m endigo, em pleado de fincas urbanas p o r portero, amigo p o r am an
te); m uy a m enudo se intenta evitar el nom bre de lo que produce m iedo, adm iración
o respeto (bicha p o r culebra, señorita por comadreja, aunque comadreja deriva de co
m adre que ya es un eufem ism o) o de lo que se considera sucio (pipí p o r orina; trase
ro p o r culo); y a veces se intenta suavizar los juram entos, sobre todo m ediante la d e
form ación de palabras (/caracoles! p o r ¡carajo!, ¡miércoles! por ¡mierda!, ¡jorobar! o
¡jolín! p o r ¡joder!, ¡mecachis! p o r ¡me cago en!). T am bién ocurre, y con b astante fre
cuencia, que los eufem ism os, a fuerza de sustituir a los tabúes y de designar objetos
o acciones m al vistos o prohibidos, acaban cargándose de valores negativos y pasan a
Los etnógrafos de la com unicación llevan muchos años insistiendo en las lim ita
ciones, que para ellos son evidentes, del concepto generativista de competencia lin
güística. H ym es, en este aspecto, es contundente: el térm ino competencia prom ete
m ás de lo que contiene en realidad porque se restringe a lo puram ente gram atical y
deja en la p enum bra otros aspectos del conocim iento tácito de los hablantes y de su
habilidad com unicativa. E n esta línea de pensam iento, la etnografía de la com unica
ción com parte con el generativism o chom skyano una preocupación por la creatividad
y la libertad del hablante, p ero añade un m atiz que afecta a la esencia m ism a de esa
libertad: la situación. Los m ecanism os gram aticales deben ser adecuados a las situ a
ciones en las que se utilizan; con otras palabras, para H ym es la relación entre los m e
canism os gram aticales y las situaciones debe ser una relación positiva. Así, cuando
18. «Papel del nivel sociocultural y del estilo lingüístico en el uso del eufemismo», en F. Moreno Fer
nández (ed.), Trabajos de sociolingüística hispánica, Alcalá, Universidad de Alcalá, 1997.
204 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Las reglas de adecuación más allá de la gramática gobiernan el habla y son adqui
ridas como parte de las concepciones del yo, y sus sentidos están asociados a la vez
con las formas particulares del habla y con el acto del habla misma.19
E l prim ero de estos cuatro puntos se corresponde con lo que el C hom sky de A s
p e c to s llam a c o m p e t e n c i a ;20 en teoría, los tres puntos restantes deberían estar vincu
lados a la actuación. Para la sociolingüística todo ello es parte de la c o m p e t e n c i a c o
m u n i c a ti v a del hablante-oyente, con lo que sus límites van m ás allá de los dom inios
de la c o m p e t e n c i a lin g ü ís tic a . Incluso se p uede hablar de un tipo de com petencia, más
am plio, en el que q u edarían recogidos todos los aspectos que tienen que ver con la
com unicación, tanto lingüística com o no lingüística. A esta clase am plia se le da el
n om bre de c o m p e t e n c i a c u ltu r a l. E n tre los tres conceptos de com petencia se estable
ce una relación de inclusión, de tal form a que la com petencia cultural incluye a la co
m unicativa y a la lingüística, y la com unicativa, a la lingüística: c o m p e t e n c i a c u lt u r a l
> c o m p e t e n c i a c o m u n i c a t i v a > c o m p e t e n c i a lin g ü ís tic a .
T eóricam ente, un hablante puede dom inar en su com petencia todos los elem en
tos que com ponen la com unicación, que serían los siguientes:
E sta visión de la lengua, que sobrepasa con m ucho los límites de lo puram ente
lingüístico o, digam os, de lo convencional, no sólo ha preocupado a los etnógrafos
sino que tam bién ocupa un lugar de relieve en la obra de algunos estudiosos cuya fi
liación lingüística n o se pone en duda. La p ru eb a m ás evidente de ello se encuentra
en los trabajos de E ugenio Coseriu, quien se ha preocupado de hilvanar y d ar cu er
po a u na «teoría general del hablar», cuyo esbozo se encuentra en el volum en titu la
do C om petencia lingüística. Elem entos de la teoría del hablar, que ha elaborado y edi
tado su alum no H einrich W eber, a p artir de las notas de clase de algunos cursos y,
p o r supuesto, de la o bra del m ism o C oseriu.21
E l esquem a de esa «teoría general del hablar» presenta para el hablante una ca
pacidad general de expresión que incluye una capacidad y una com petencia bien di
ferenciadas: la capacidad p ara las actividades que acom pañan a la lengua (mímica,
gestos) y la com petencia lingüística en su totalidad. E sta com petencia lingüística, in
cluye, a su vez, dos com petencias diferentes: la competencia lingüística psicofísica y la
com petencia lingüística cultural. D en tro de la com petencia lingüística cultural se dis
tingue una com petencia lingüística general (saber elocutivo), una competencia lingüís
tica particular (saber idiom ático) y una com petencia textual o discursiva (saber expre
sivo). L a disposición de todas ellas queda recogida en la figura 11.2.
N o sería adecuado deducir una relación de equivalencia entre el concepto de
«com petencia cultural y com unicativa» de los etnógrafos y el concepto de «com pe
tencia» de C oseriu — los puntos de p artid a e incluso las intenciones de los autores son
m uy distintos— , p ero la coincidencia de algunos planteam ientos es evidente.
E n la configuración de esas com petencias tienen m ucho que ver los contextos ex-
traverbales o las circunstancias no lingüísticas que conocen o perciben los hablantes.
Según el m ism o Coseriu, esos contextos extraverbales son de varios tipos: el contex
to físico, que incluye la cosas que están a la vista de los interlocutores; el contexto em
pírico, que está form ado p o r los estados objetivos de las cosas, conocidos p o r los h a
blantes, aunque no estén a la vista; el contexto natural, que incluye todos los contex
tos em píricos posibles; el contexto práctico u ocasional, que abarca la circunstancia
objetiva y subjetiva en que se produce el discurso (situación, interlocutores, in ten
ción); el contexto histórico, que está form ado por las circunstancias históricas (perso
nales y generales) conocidas p o r los interlocutores; y el contexto cultural, que incluye
todo aquello que pertenece a la tradición cultural de un grupo o una com unidad.22
V aldés. P o r e s to es g ra n d e la te m e rid a d d e lo s q u e se p o
n e n a tr a d u z ir d e u n a le n g u a en o tr a s in s e r m u y d ie s tr o e n la u n a
y e n la o tra .
M a r c io . D e s ta m a n e ra p o ca s cosas se tr a d u z ir ía n .
22. Véase E. Coseriu, Teoría del lenguaje y lingüística general, 3." ed., Madrid, Gredos, 1982, pp. 315-
317.
23. Véase V. García Yebra, Traducción: historia y teoría, Madrid, Gredos, 1994.
LA LENGUA EN SU USO SOCIAL 207
Reflexiones y ejercicios
1. C om ente el siguiente texto de B enjam in Lee W horf («La relación en tre len
guaje y pensam iento y conductas habituales», en P. G arvin y Y. L astra, A ntología de
textos de etnolingüística y sociolingüística, 2.a ed., M adrid, U N A M , 1984, pp. 125-128):
Conocí un aspecto de este problema antes de haber estudiado con el doctor Sapir
y en un campo comúnmente considerado ajeno a la lingüística. Fue en el transcur
so de mi trabajo profesional con una compañía de seguros contra incendio, cuan
do me tocó el oficio de analizar muchos cientos de informes sobre las circunstan
cias que rodean la iniciación de los incendios y en algunos casos las explosiones.
Mi análisis me dirigía hacia las- condiciones puramente físicas, instalaciones eléc
tricas defectuosas, presencia o ausencia de espacios de aire entre conductores m e
tálicos y madera, etcétera, y los resultados se presentaban en estos términos. Cier
tamente el trabajo se emprendió sin sospechar que se revelarían o podrían reve
larse otros factores cualesquiera. Pero a su debido tiempo se hizo evidente que no
sólo una situación física: qua física, sino el significado de tal situación para la gen
te era a veces un factor a través del comportamiento de las personas se traducía en
incendio. Y el «significado» era un factor clarísimo cuando era una significado lin
güístico que residía en el nombre o en la descripción lingüística comúnmente apli
cada a la situación. Así, el comportamiento alrededor de «tanques de gasolina»
208 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
tenderá a cierto tipo, esto es, se tendrá gran cuidado; mientras que alrededor de
un depósito de lo que se llama «tanques vacíos de gasolina» el comportamiento
tenderá a ser diferente —descuidado, con poca restricción de fumar o arrojar coli
llas a su alrededor. Sin embargo los tanques vacíos son quizá los más peligrosos
puesto que contienen vapores explosivos. Físicamente la situación es peligrosa,
pero el análisis lingüístico de acuerdo con la analogía regular ha de emplear la pa
labra «vacío», lo que inevitablemente sugiere ausencia de riesgo. La palabra «va
cío» se emplea en dos esquemas lingüísticos: 1. como virtual sinónimo de «nulo y
vacuo, negativo, inerte»; 2. aplicada al análisis de situaciones físicas sin tener en
cuenta, por ejemplo, vapores, vestigios líquidos o desechos diseminados en el reci
piente. La situación queda definida de acuerdo a la pauta 2 y luego la actividad
real en torno a lo que sí ha sido definido se basa en la pauta 1; esto es una fórmula
general para el condicionamiento lingüístico de la conducta que se torna peligro
sa. [...] Tales ejemplos, que podrían multiplicarse, son suficientes para mostrar
cómo la sugestión de una cierta línea de conducta se ha debido a las analogías de
la fórmula lingüística con una situación dada, y por ella se analiza, se clasifica y se
le asigna su lugar en ese mundo que está en gran medida inconscientemente cons
truido sobre los hábitos lingüísticos del grupo. Y siempre suponemos que el análi
sis lingüístico hecho por nuestro grupo refleja la realidad mejor de lo que lo hace.
2. H aga una relación com pleta de todos los térm inos de parentesco que se u ti
licen en su lengua (por ejem plo, en español) y en una lengua extranjera. C om párelos
y com ente las diferencias que encuentre.
4. H aga una relación de todos los eufem ism os relacionados con la m u erte que
se usen en su com unidad (nom bres de la m uerte, de m orir, del entierro, del féretro,
etc.) y com ente qué procedim ientos lingüísticos se han usado para su creación.
Orientaciones bibliográficas
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS
Y SOCIEDADES
C a p ít u l o 12
BILINGÜISMO
La definición de bilingüismo
1. Véase L. Bloomfield, Lenguaje, Lima, Universidad Mayor de San Marcos, 1964; E. Haugen, The Nor-
wegian language in America: A study in bilingual behavior, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1953;
U. Weinreich, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974.
2. Educación y bilingüismo, Madrid, Santillana/Unesco, 1986, pp. 17-18.
3. En algunos estudios de sociología del lenguaje, también se usa la denominación primera lengua para
hacer referencia a la lengua preferida en una situación multiiingüe.
4. Badía Margarit, para referirse al bilingüismo de los niños cuyos padres hablan lenguas diferentes, uti
liza la denominación bilingüismo natural. Véase Llengua i cultura ais Pa'isos Catalans, Barcelona, Edicions 62,
1964, p. 136.
5. Esto no supone que los bilingües deban ser mejores traductores.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 213
F ig . 12.1.
A dem ás de estas características, hay que ten er en cuenta que la definición de Si
guán y M ackey es tam bién útil para los casos en que se dom inan m ás de dos sistem as
lingüísticos y que el concepto de bilingüismo exige la existencia de dos lenguas, es d e
cir, de dos códigos que sean ininteligibles entre sí y que sean considerados com o len
guas diferentes p o r los individuos de las com unidades que los utilizan y de las com u
nidades que n o los utilizan.
A h o ra bien, la traducibilidad que se exige en el individuo bilingüe — la tercera
de las características apuntadas— nos conduce a plantear un asunto de especial im
portancia: la relación entre los sistem as lingüísticos del bilingüe; dicho de o tra form a,
la representación m ental de las lenguas en el individuo bilingüe. U riel W einreich, en
uno de los trabajos clásicos de la especialidad, distinguió tres tipos de bilingüismo, se
gún la relación que establecen en tre sí las lenguas que han entrado en contacto, en
este caso en el individuo bilingüe (véase la figura 12.1):6
L a doble interpretación del alm acenado del léxico m ental nos orienta al plan
team iento y la discusión de otro interesante asunto: ¿cómo funciona el bilingüismo en
el individuo? ¿Las lenguas están totalm ente separadas a la h ora de la recepción y la
producción de los m ensajes, o estos procesos funcionan sim ultáneam ente en cada len
gua? La recepción y producción lingüística de los bilingües se han explicado com pa
rándolas con el funcionam iento de un interruptor eléctrico: la «teoría del interruptor
único» defiende la existencia de un m ecanism o único que activa la recepción y p ro
ducción de una lengua, desactivando la otra. Pero esta teoría ha sido refutada en di
versos m om entos y p o r num erosos especialistas que proponen el funcionam iento de
un doble interruptor, uno para cada lengua, y que incluso han llegado a m edir el tiem
po que tarda un hablante bilingüe en accionar el «interruptor» correspondiente a la
en trad a y salida de cada una de sus lenguas (m enos de 0,5 segundos).11 L a dem ostra
ción de que no puede existir un solo interruptor se obtiene con la evidencia de que un
bilingüe es capaz de en ten d er a una persona que habla en una de las lenguas m ientras
em ite en la otra. N o obstante, todo lo relacionado con las teorías de los interruptores
debe reconsiderarse dándole la im portancia que tiene, por su frecuencia y su d esarro
llo, al fenóm eno denom inado cambio de código o alternancia de lenguas, en el que un
hablante hace un uso alterno de las dos lenguas dentro del mism o discurso, de la m is
m a oración e incluso de un mismo sintagm a, sin llegar a m ezclarlas (capítulo 15).
C om o conclusión parcial de lo expuesto acerca de los tipos de bilingüismo, se
debe destacar, en prim er térm ino, la dificultad de su establecim iento, sobre todo por
lo que cuesta dem o strar em píricam ente cuándo se está ante una clase de bilingüism o
y cuándo an te otra, y, en segundo térm ino, la utilidad de la tipología p ropuesta por
W einreich. E n relación con este punto, cabe la posibilidad, sin em bargo, de fijar tipos
m ás concretos de bilingüism o, que vendrían caracterizados p o r factores m uy diversos,
com o la fam iliaridad que el h ablante tenga con cada una de las lenguas, las funciones
y usos de las lenguas, tan to para el individuo com o para la com unidad en que se d e
senvuelve, y la form a y el m om ento en que se ha adquirido el bilingüismo: las dos len
guas en la prim era infancia; u na en la familia, otra en la escuela; p o r cam bio de resi
dencia; aprendizaje de una lengua extranjera. T odos estos factores p u eden dar lugar,
p o r ejem plo, a un bilingüism o activo o a un bilingüismo pasivo, según la capacidad
del h ab lan te para utilizar activam ente las destrezas lingüísticas en am bas lenguas (e n
tender, hablar, leer, escribir), en el prim er caso, o para en ten d er una de las lenguas
(prim era destreza), en el caso del bilingüismo pasivo. A tendiendo a la definición de
bilingüism o individual, según la cual el bilingüe ha de poseer una alta com petencia en
dos lenguas que m aneja con sim ilar facilidad y eficacia, el bilingüismo, en su grado
m ás desarrollado, sería un bilingüism o equilibrado, aunque resulta enorm em ente di
fícil hallar un caso real en el que el equilibrio se m anifieste de form a perfecta.
El bilingüismo social
11. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob. cit., pp. 118-120.
216 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
II III
que todos sus com ponentes o una p arte de ellos son bilingües. Tal definición in ter
preta el bilingüism o colectivo com o subsidiario del bilingüism o individual, aunque
tam bién es posible pensar que un individuo es bilingüe porque así se lo im pone la co
m unidad en la que vive, con lo que se entraría en un círculo sin salida. E n cualquier
caso, parece claro que el bilingüism o — el individual y el colectivo— es una realidad
en la que se implican estrecham ente factores psicológicos y factores sociales.
Las form as de bilingüism o social más am pliam ente aceptadas son las que p re
sentan A p p el y M uysken y que se recogen en la figura 12.2.12
E stos especialistas se refieren a tres situaciones de bilingüism o social. E n la si
tuación I, cada una de las lenguas es hablada p o r un grupo diferente; se trata de gru
pos m onolingües que, al yuxtaponerse, constituyen una com unidad bilingüe y que re
q uieren la intervención de algunos individuos bilingües para com unicarse en tre sí: en
las colonias europeas, p o r ejem plo, era frecuente que el grupo colonizador y el colo
nizado llevaran una vida independiente en la que cada uno hacía uso de un vehículo
de com unicación diferente. E n la situación II, todos o prácticam ente todos los h a
blantes serían bilingües; estas com unidades se p ueden encontrar hoy en la India o en
num erosos países de Á frica. Finalm ente, la situación III recoge la coexistencia de un
grupo m onolingüe, p o r lo general dom inante desde una perspectiva sociológica, y
otro bilingüe, a m enudo m inoritario.
E sta tipología, no obstante, tiene un carácter teórico, ya que rara vez se encuen
tra una com unidad que se ajuste p o r en tero a uno de los esquem as: en la historia de
los pueblos concurren circunstancias que hacen que cada situación sea un caso único
e irrepetible, en el que se com binan de m anera m uy diversa factores históricos, cul
turales, políticos y lingüísticos diferentes. Fijar unos tipos elem entales resulta, pues,
relativam ente fácil, p ero descubrir esos m odelos teóricos en com unidades de habla
reales resulta poco m enos que imposible.
Según Siguán y M ackey, los factores históricos que suelen desem bocar en situa
ciones de bilingüism o son los siguientes:13
12. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, ob. cit., pp. 10-11.
13. Educación y bilingüismo, ob. cit., cap. 2.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 217
im poner o difundir sus hábitos lingüísticos y que es seguido social y lingüísticam ente
p o r otros grupos. C uando en ese proceso se ofrece resistencia, sobre todo por parte
de algún grupo m inoritario, p uede surgir un conflicto lingüístico, si bien en tales si
tuaciones, en las que se crean dilem as sociales e individuales, es posible en co n trar ca
sos de identificación con la lengua dom inante que pueden suponer la sustitución o el
ab andono de la lengua m in o ritaria.14 B adía M argarit habla de bilingüism o am biental
p ara referirse al bilingüism o que es consecuencia del contacto de dos lenguas, cuan
do una de ellas, generalm ente la del E stado, tiene un carácter expansivo por su m a
yor peso dem ográfico y cultural.15
c) Situaciones poseoloniales. Países o territorios independizados con p o bla
ción lingüísticam ente diversa. M uchas colonias — en A frica, por ejem plo— se han
construido sobre territorios que no tenían una unidad cultural ni una estructuración
social com ún; m uchas fronteras nuevas se han trazado siguiendo criterios arbitrarios,
sin te n e r en cuenta factores étnicos o culturales m uy relevantes. E n estos casos, la len
gua colonizadora se ha llegado a transform ar en el instrum ento más apropiado para
las relaciones internas, p ara las relaciones internacionales y p a ra la com unicación for
m al y culta. E n las situaciones poscoloniales sigue siendo necesario el uso de la len
gua colonial p ara m uy distintas funciones comunicativas.
d) Inmigración. Países o ciudades que reciben grandes contingentes de inm i
grantes que hablan una lengua distinta. E n estas circunstancias, los em igrantes p u e
den ocupar lugares m uy diferentes dentro de la com unidad receptora. A sí, en prim er
lugar, es posible que se produzca una integración plena, provocando que las gen era
ciones segunda o tercera ya no aprendan la lengua prim era de sus padres (valgan
com o ejem plo los italianos o los polacos en E stados U nidos). E n segundo lugar, los
inm igrantes p u ed en vivir en una situación de aislam iento geosocial, esto es, en barrios
separados que dificultan la integración social (m uchas com unidades chinas en E sta
dos U nidos o en E uropa): aquí suele ser habitual el m antenim iento de la lengua
prim era y su enseñanza de padres a hijos, así com o la aparición de bilingüism o para
ciertas funciones. E n un tercer tipo de situación, los inm igrantes, aun pudiendo in te
grarse, en cu en tran todo tipo de dificultades para hacerlo: diferencias de nivel cultu
ral, dificultades económ icas; es el caso de m uchos hispanos en E stados U nidos.
e) Cosm opolitism o. L ugares de contactos internacionales, p o r lo general co
m erciales y económ icos. A lo largo de la historia, estos lugares bilingües han sido los
p uerto s francos y, a m enudo, han favorecido el nacim iento de variedades mixtas. E n
la actualidad, tam bién se incluyen aquí los centros de política internacional, las g ran
des áreas turísticas o los puntos de paso obligado en las com unicaciones internacio
nales.
P ara concluir este epígrafe sobre bilingüismo social, es necesario añadir dos p re
cisiones de sum a im portancia. Prim eram ente, ha de valorarse que en las com unida
des bilingües suele producirse un rep arto de los usos y funciones sociales de las len
14. Véase L. V. Aracil, Conflict Unguistique et normalisation linguistique dans l'Europe nouvelle, Per-
pignan, IRSCE, 1965; R. Ninyoles, Idioma y poder social, Madrid, Tecnos, 1972, pp. 140-155. Los dilemas lle
van, según los planteamientos de estos autores, bien a una situación de auto-odio o alienación por parte de
los individuos que se asimilan e identifican con la lengua y la cultura dominantes, bien al apoyo de un proce
so de regulación y extensión social de la lengua minoritaria.
15. Mengua i cultura ais Paisos Catalans, ob. cit., p. 136.
218 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Señalábam os, al com enzar esta capítulo, que la convivencia o coexistencia de len
guas afecta ta n to a las lenguas com o a los hom bres y que lo puede hacer de form a
positiva o de form a negativa. D esde hace años se vienen discutiendo los efectos que
el bilingüism o puede ten er o que de hecho tiene en individuos y sociedades, sus ven
tajas e inconvenientes. P ara descubrir o dem ostrar sus efectos se han hecho n u m ero
sos estudios que no han im pedido, sin em bargo, que nuestros saberes sigan siendo en
gran p arte inseguros y aún escasos. Para tratar este asunto, dividirem os los efectos del
bilingüism o en sociales e individuales, y distinguirem os los que son ventajosos de
aquellos que se pued en considerar com o desventajas.
D esde un pun to de vista social, el bilingüismo puede acarrear algunas dificulta
des: en ocasiones se entorpece o retrasa la integración en una cultura, en una com u
nidad o en un grupo social, debido al dom inio de instrum entos lingüísticos que se in
terp re ta n com o ajenos y distantes. E n algunas sociedades, el bilingüism o es valorado
com o una realidad transitoria, com o un estado hasta cierto p unto «anorm al» cuya n a
turaleza debe desem bocar en un definitivo m onolingüism o. E n tal circunstancia, los
bilingües p ueden ten er algunos problem as de integración, que serán m ás agudos en
16. Así se hizo, por ejemplo, en el conocido estudio de Fishman, Cooper y Ma sobre la comunidad puer
torriqueña de Nueva York (Bilingualism in the Barrio, Bloomington, Indiana University Press, 1971).
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 219
17. H. Baetens Beardsmore, Bilingualism: Basic Principies, Clevedon, Multilingual Matters, 1982, p. 153.
18. W. F. Lambert y G. R. Tucker, Bilingual education o f children. The Sr. Lambert Experiment, Rowly,
Mass., Newbury House, 1972.
220 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
19. Véase J. Cummins, «The influence of bilingualism on cognitive growth: A synthesis of research fin-
dings and explanatory hypothesis», Working Papers on Bilingualism, 9 (1976), pp. 1-43.
20. Véase C. Veltman, The Retention o f Minority Languages in [he United States, Washington, D.C., Na
tional Center for Education Statistics, 1980.
21. «Bilingual Education in Sociolinguistic Perspective», TESO L Quarterly, 4 (1970), pp. 215-222.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 221
22. Véase W. Lambert y G. R. Tucker, Bilingual education o f children. The St. Lambert Experiment, ob.
cit. Véase también A. D. Cohén, A sociolinguistic approach to bilingual education: Experiments in the Am eri
can South-West, Rowley, Mass., Newbury House, 1975.
222 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Todas estas dimensiones, com o los factores antes com entados, hacen que en cada
lugar la educación bilingüe adquiera una personalidad propia y que no sea com parable
la educación bilingüe de Bruselas con la de Q uebec, ni la de A rgelia con la de la India.
P ero aún m erecen destacarse dos problem as m ás ligados a la educación bilingüe;
uno es p articular y el o tro general: se trata del problem a de la educación de los in
migrantes y de la dificultad que supone la m edición del bilingüismo.
Los problem as educativos que p resentan los inmigrantes, en cualquier país, son
de una especial gravedad. A n te una situación de tales características, los gobiernos
p u ed en seguir criterios que lleven a cum plir objetivos m uy diferentes, com o son faci
litar el aprendizaje de la nueva lengua m ediante program as especiales (inm ersión lin
güística, m odelo transitorio) o p erm itir la conservación de la lengua propia incluyen
do su enseñanza en el currículum educativo, p o rque la consecución de un auténtico
bilingüism o y biculturalism o, que potencie el dom inio equilibrado de las dos lenguas
(la de los inm igrantes y la de la com unidad receptora) y la arm onía entre las dos cul
turas, es m ás una utopía que un fin razonable. Los dos objetivos señalados requieren
program as de enseñanza bilingüe y suelen resultar m uy costosos, sobre todo en los lu
gares en los que el origen de los inm igrantes es m uy diverso o en los que ya existen
situaciones, m ás o m enos com plejas, de m ultilingüismo: piénsese en los problem as
que supone la form ación de nuevo profesorado o la adquisición del m aterial escolar
adecuado. T al vez po r ello mismo, m uchos gobiernos deciden sim plem ente ignorar a
esta población desde un pun to de vista educativo, ignorancia que sólo se transform a
en preocupación, apresurada, cuando los grupos de inm igrantes adquieren unas p ro
porciones política y electoralm ente significativas.
E n cuanto a la m edición del bilingüismo, es innegable que el éxito de un p ro g ra
m a de educación bilingüe depende, en gran p arte, del diagnóstico lingüístico que se
haya hecho de los alum nos que a él se incorporan. Para hacer ese diagnóstico, para
d eterm in ar el nivel de conocim ientos de una o más lenguas, es necesaria la aplicación
de técnicas de m edición, en tre las cuales es el test la m ás utilizada. Son innum erables
los tipos de tests existentes, pero, en líneas generales, p u eden clasificarse de la si
guiente form a:
a) Tests sobre la destreza del bilingüe en cada una de sus lenguas; se trata de
establecer si los individuos son bilingües pasivos o bilingües activos y cultos.
b) Tests sobre la com petencia lingüística, que buscan m edir la am plitud del vo
cabulario, la capacidad de distinción fonológica o la com plejidad de las estructuras
sintácticas construidas.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 223
c) Tests sobre la com petencia com unicativa, que se dividen en tres clases, según
el aspecto que interese: sobre la com petencia com unicativa activa, sobre la com pe
tencia com unicativa receptiva y sobre la com petencia sociolingüística.23
R eflexiones y ejercicios
Orientaciones bibliográficas
R ecom endam os, com o introducción y fuente de inform ación general sobre todos
los asuntos relacionados con el bilingüismo, los libros de M. Siguán y W. F. M ackey,
E ducación y bilingüism o (M adrid, Santillana/U nesco, 1986) y de R. A ppel y P. M uys
ken, Bilingüism o y contacto de lenguas (B arcelona, A riel, 1986). T am bién es m uy útil
23. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos. Guía bibliográfica-crítica, Málaga,
Ágora, 1988, pp. 63-90.
224 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
/
C a p ít u l o 13
DIGLOSIA
D u ran te p arte de los siglos xix y xx, el térm ino diglosia se utilizó p a ra hacer re
ferencia a la situación lingüística de G recia y al conjunto de situaciones que se viven
en los países del m undo árab e.1 E n am bos casos, se trata de un uso funcional y so
cialm ente diferenciado de dos variantes de una misma lengua.
La lengua griega, tras el esplendor de la A ntigüedad clásica, siguió una evolución
n atu ral que la llevó, com o a cualquier otra, al desarrollo y el cam bio de algunas de sus
características lingüísticas. U na vez caído el Im perio bizantino, el griego pasó a ser la
lengua de una cultura, la expresión de una civilización —la helenística— , que sobrevi
vió a la dom inación otom ana, aun recibiendo una fuerte influencia del turco, hasta que
en el siglo xrx volvió a convertirse en la lengua de una nación independiente.
La situación m oderna del griego se ha caracterizado por la existencia de un con
flicto lingüístico, agudo y difícil, en el que se han enfrentado, o yuxtapuesto, dos va
riedades: p o r un lado, el griego vivo y m oderno, el que ha sufrido los mil avatares,
cam bios e influjos que el tiem po le ha d eparado con su paso, el que habla la gente en
la calle, el que conoce una división dialectal con rasgos que trazan fronteras en tre el
n o rte y el sur, el este y el oeste de Grecia: el griego dem ótico (griego popular); por
o tro, el griego culto y arcaizante, el de los usos form ales y solem nes, la variedad de
la adm inistración, de la religión y de la prensa oficial, de la ciencia y la tecnología: el
cazaréviisa (griego purificado, p u rista).2 Existen, pues, dos variedades a las que se les
han asignado funciones distintas y cuyos usos sociales han llegado a ser considerados
com o excluyentes.
D esde finales del siglo xix, sin em bargo, esa dualidad lingüístico-funcional
com enzó a rom perse form alm ente al producirse algunos hechos de singular im por-
1. Sobre los primeros usos de la palabra diglosia, véase M. Fernández, «Los orígenes del término di
glosia. Historia de una historia mal contada», Historiographia Lingüistica, XXII (1995), pp. 163-195.
2. Suele transliterarse el nombre de esta variedad como katharévusa, katharevousa o katharevsa. Tiene
relación con el griego clásico xaGagevo) ‘estar limpio, estar puro’.
226 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
3. Véase R. Fasold, La Sociolingüística de la sociedad, Madrid, Visor, 1996, pp. 102-104. La traducción
es de M. España y J. Mejía.
4. Véase R. Browning, «Greek diglossia yesterday and today», Internationa! Journal o f the Sociology od
Language, 35 (1982), pp. 49-68.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 227
C harles Ferguson publicó en 1959 uno de los artículos más im portantes de la so
ciología del lenguaje: «Diglossia».6 D esde esta fecha, han visto la luz centenares de
5. M. Fernández, «Los orígenes del término diglosia. Historia de una historia mal contada», art. cit., p. 165.
6. Word, 15 (1959), pp. 325-340. Trad. al esp. «Diglosia», en P. Garvin y Y. Lastra, Antología de etno-
lingiiística y sociolingüística, México, UNAM, 1984, pp. 247-265.
228 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
trabajos que recogen, com entan, ejem plifican, am plían, discuten o aplican el concep
to definido p o r Ferguson, creando en m uchas ocasiones una im agen algo confusa de
sus lím ites teóricos.7
E n ese artículo, Ferguson se preocupa p o r las com unidades lingüísticas en las que
los hablantes usan dos o más variedades de la mism a lengua para fines o con funcio
nes diferentes. Ferguson intenta exam inar cuidadosam ente una situación sociolin
güística en la que dos variedades de una lengua coexisten en todo el ám bito de la
com unidad, teniendo que cum plir cada una de ellas una función definida. A esta p a r
ticular situación la denom ina diglosia, aunque el propio autor reconoce que en algu
nas lenguas se utiliza el térm ino bilingüismo en ese mism o sentido. La definición de
F erguson es la siguiente:
La variedad superpuesta, escrita y form al, recibe el nom bre de «variedad alta»
(A ) y la variedad em pleada p ara la conversación ordinaria, el de «variedad baja» (B).
Ferguson p one un interés especial en n o confundir estas situaciones con aquellas en
las que conviven una lengua o variedad norm ativa (estándar) con sus dialectos regio
nales o sociales. A u n q u e es cierto que el uso de una variedad norm ativa y una dia
lectal puede aproxim arse en algunas com unidades a la típica situación de diglosia, lo
norm al es que la distancia entre am bas variedades sea m ucho m enor y que A no q u e
de excluida com o m edio de conversación ordinaria.
La definición de Ferguson fija una serie de condiciones para la existencia de la
diglosia, condiciones que aluden a la codificación, al uso y a la función de las varie
dades A y B. Tales condiciones afectan a un total de nueve aspectos y h an sido ex
plicadas con detalle en el estudio de 1959 al que nos estam os refiriendo. Los aspec
tos im plicados son los siguientes: la función, el prestigio, la herencia literaria, la ad
quisición, la estandarización, la estabilidad, la gramática, el diccionario y la fonología.
Para ejem plificar el m odo en que esos factores distinguen una variedad A y una
variedad B, Ferguson recurre a cuatro situaciones lingüísticas. U n a de ellas es la si
tuación del árabe en E gipto, en la que el árabe norm ativo o clásico sería la variedad
superpuesta (llam ado ‘al-fusha,’il-fasih o in-nahawi) y el árabe egipcio popular, la va
riedad baja (al-’am m iyyah o ’ad-darij). La segunda es la situación del germ ano suizo,
fru to del aislam iento político y religioso de Suiza respecto de los grandes centros de
difusión y norm ativización de A lem ania: en esta situación se encuentran, com o va
7. Véase A. Hudson, «Diglossia: a bibliographic review», Language in Society, 21 (1992), pp. 611-674.
También M. Fernández, Diglossia: A comprehensive bibliography 1960-1990 (and supplements), Amsterdam,
John Benjamins, 1993.
8. Ofrecemos la traducción de Joaquín Herrero, que aparece en la versión en español recogida en la an
tología de Garvin y Lastra (p. 260).
i
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 229
se usa saf, es reemplazada por ra’a en la cita escrita. En griego la palabra A para
‘vino’ es [oinos], la palabra B es krasí. En el menú estará escrito [oinos], pero el
cliente pedirá krasí al cam arero.11
Los trabajos de Jo h n J. G um perz y de Joshua Fishm an, especialm ente del se
gundo, h an am pliado el concepto de diglosia propuesto por Ferguson. D ebe tenerse
en cuenta, sin em bargo, que el propio Ferguson, al adm itir sin apenas reservas com o
m uestras válidas de diglosia los casos de H aití y de Suiza, ya dejó e n treab ierta la p o
sibilidad de esa am pliación conceptual.12
Los estudios de G um perz no m uestran una preocupación especial por el con
cepto m ism o de «diglosia», sino que sim plem ente describen situaciones sociolingüís
ticas en las que hay una variedad estandarizada o de prestigio y otra popular, ya sean
lenguas diferentes, dialectos de una misma lengua o variedades de una lengua fun
cionalm ente diferenciadas. A Fishm an hay que atribuirle, principalm ente, la resp o n
sabilidad de h ab er divulgado el concepto de diglosia que hoy m aneja la sociología del
lenguaje; según esta interpretación, h ab rá diglosia siem pre que existan dos v arieda
des lingüísticas — ya sean dialectos, registros o variedades de la m ism a lengua, ya sean
lenguas d ife re n te s- - a las que se les asignan funciones distintas dentro de una com u
nidad de habla. R ecuérdese que Ferguson habla de diglosia cuando se trata de dos
v ariedades de la m ism a lengua.
R alp h Fasold, después de analizar los problem as que plantean las situaciones en
las que conviven una variedad norm ativa y varios dialectos y las situaciones en las que
son m ás de dos las variedades implicadas, tam bién se m uestra partidario de elim inar
las restricciones propuestas p o r Ferguson y de m anejar una definición am plia de di
glosia, que debería en tenderse en los siguientes térm inos:
P ara G uillerm o Rojo, la distinción entre una diglosia de adscripción y una diglo
sia fu n cio n a l pu ed e ser m uy útil p ara en ten d er la relación entre los conceptos de «di
glosia» y de «conflicto». Según R ojo, los autores que tienden a considerar la diglosia
com o u na situación estable y desvinculada del conflicto se centran en casos de diglo
sia funcional; p o r el contrario, los autores que tratan de m ostrar la inestabilidad cons
titutiva de la diglosia y su vinculación al conflicto lingüístico se centran en casos de
diglosia de adscripción, en los que se cuestionan las norm as de em pleo de las lenguas.
La diglosia funcional n o tendría un carácter conflictivo porque supone la aceptación
de unas norm as reguladoras del uso de las lenguas; el conflicto surgiría precisam ente
con el ab andono de tales norm as.
La diglosia, concebida de una form a am plia, deja m ás lugar a los cam bios, a la
inestabilidad, que la diglosia de Ferguson, y los cam bios se detectan p o r las filtracio
nes en tre las funciones de las variedades, por la mezcla o el trasvase de elem entos de
una variedad a otra o p o r la alternancia de lenguas en el discurso de un m ism o h a
blante. A dem ás, com o ha señalado López M orales, la variación inherente a toda len
gua n atu ral tam bién puede suponer una ru p tu ra del binarism o de la diglosia: prim e
ro p o r la variación diastrática (sociolectos de B), después por la variación diafásica.15
L ópez M orales ha p ropuesto distinguir tres niveles de estratificación sociocultural: la
estratificación social débil, m ucho m ás com pleja en la sociedades m ultilingües que en
las m onolingües, se produce cuando existen diferencias cuantitativas, p ero no de in
ventario, en tre los sociolectos de una lengua o de un dialecto dados; la estratificación
intermedia perm ite opo n er los códigos restringidos y los códigos elaborados; la estra
tificación extrema correspondería a las situaciones de diglosia.16
A lgunos lingüistas h an criticado la am pliación del concepto a los casos en que
concurren una lengua norm ativa y sus variedades dialectales: tal am pliación ha sido
calificada de lam entable p o r H udson, dado que en esas condiciones todas las com u
nidades, salvo m uy raras excepciones, serían diglósicas;17 en esta m ism a línea de p en
sam iento, L ópez M orales, que adm itiría la validez de la am pliación del concepto des
de un p u n to de vista pu ram en te sociológico, considera inaceptable que se am algam en
fenóm enos diferentes en su naturaleza lingüística y se em pobrezca y trivialice el co n
cepto de diglosia.18
Bilingüismo y diglosia
15. Estas rupturas son la norma general en el caso de las hablas criollas.
16. Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 52-83.
17. La sociolingüística, Barcelona, Anagrama, 1981, p. 65.
18. Sociolingüística, ob. cit., p. 76.
19. Sociología del lenguaje, ob. cit., p. 129.
234 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Diglosia
+
1 2
Diglosia Bilingüismo
y bilingüismo sin diglosia
3 4
(5
Diglosia Ni bilingüismo
sin bilingüismo ni diglosia
Fig. 13.1. R elaciones entre b ilin g ü ism o y diglosia según J. F ishm an.
los tipos de relación que podrían m an ten er bilingüismo y diglosia, Joshua Fishm an
transform a el concepto de bilingüism o en un atributo social, tan social com o la di
glosia, y lo define com o el dom inio, p o r p arte de una sociedad, tanto de (una lengua)
A com o de (una lengua) B; cuando se produce una distribución funcional de A y B
se estaría ante un caso de diglosia.
P artien d o de estas definiciones, Fishm an distingue cuatro tipos de relaciones en
tre el bilingüism o y la diglosia, tipos que se recogen en la figura 13.1.
C om o ejem plo de la situación 1 (diglosia y bilingüism o), se suele p resen tar el
caso del español y el guaraní en Paraguay, país en el que una gran parte de la po b la
ción sabe h ablar A y B, y en el que A es el español y B el guaraní.20 La situación 2
(bilingüism o sin diglosia) tiende a ser transitoria, pues caracteriza a las sociedades que
viven cam bios sociales rápidos o un im portante desarrollo social: son las com unida
des industrializadas occidentales que reciben una gran cantidad de inm igrantes; son
las sociedades que incorporan m ano de obra barata de otros lugares para im pulsarse
socioeconóm icam ente. C onform e van naciendo las nuevas generaciones de la po b la
ción trasplantada, la lengua de la com unidad receptora se va expandiendo y ad en
tran d o en los hogares de los inm igrantes.
L a situación que recibe el núm ero 3 (diglosia sin bilingüismo) exige traducciones
que hagan posible la com unicación en tre dos grupos sociales im perm eables, de acce
so m u tu o m uy restringido: es el uso de una lengua A por parte de un grupo selecto,
elevado, y de la lengua B p o r p arte de los grupos populares. E sta situación es propia
de sociedades económ icam ente subdesarrolladas y socialm ente estáticas: supuesta
m ente, fue el caso de la R usia de los zares, con una clase alta usuaria del francés y
un p ueblo h ablante de ruso, o de todas aquellas com unidades cuyos dirigentes m an e
ja n una lengua internacional para la com unicación exterior e interna, m ientras los
grupos poco poderosos utilizan lenguas indígenas, carentes m uchas veces de tradición
escrita. Las situaciones sin diglosia ni bilingüismo son definidas por Fishm an com o
m ás teóricas que reales, pues corresponden a com unidades aisladas, m uy pequeñas,
que antes o después o bien desaparecen o bien se ven afectadas p o r la exogam ia o
p o r la diversificación interna.
20. Véase J. Rubín, National Bilingualism in Paraguay, La Haya, Mouton, 1968. También los capítulos
correspondientes del libro de G. de Granda, Español de América, español de África y hablas criollas, Madrid,
Gredos, 1994, especialmente 10, 11 y 12. G. Corvalán y G. de Granda (eds.), Sociedad y lengua. Bilingüismo
en el Paraguay, Asunción, CPES, 1982, 2 vols.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 235
Poliglosia
21. «Bilingüisme et Diglossie. Appel a une visión dynamique des faits», La Linguistique, 18 (1982),
pp. 5-16. Véase la presentación y el análisis que hace de la cuestión K. Rotaetxe, Sociolingüística, Madrid, Sín
tesis, 1988, pp. 60-76.
236 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
m alayo bahasa, m ás form al y lengua nacional, y el m alayo llam ado de bazar, que fun
ciona com o lingua franca de poco prestigio. Todas esas variedades pueden orden arse
en un continuum poliglósico que tiene com o variedades A al inglés m alayo form al, al
m alayo bahasa y al m andarín, p o r este orden, aunque la difusión del m alayo lo está
llevando a ocupar el lugar m ás alto de la escala; en un nivel m edio se disponen un in
glés local m ás coloquial y el chino p redom inante en la región y, com o variedades B,
funcionan, p o r este orden, el chino local, otras lenguas chinas y el m alayo de bazar,
que parece ser la variedad m ás fam iliar y coloquial, así com o la m enos prestigiosa.
Las clases de poliglosia com entadas por Fasold no agotan las posibilidades que
ofrece la realidad social y lingüística de las com unidades de habla repartidas p o r el
m undo. La situación argelina, com entada sucintam ente m ás arriba, podría caracteri
zarse com o diglosia doble porque, si para los hablantes de cierta edad se produce una
diglosia «francés (A ) - árabe dialectal (B)», para los más jóvenes, los que han sido al
fabetizados tam bién en árabe norm ativo, se añadiría a esa diglosia una segunda di
glosia: «árabe norm ativo (A ) - árabe dialectal (B)»; a esto habría que añadir la si
tuación de los grupos bereberes, que hacen uso de su lengua en contextos fam iliares
e inform ales.
La sociología del lenguaje ha tenido en tre sus preocupaciones la de fijar una se
rie de principios p a ra describir y com parar la situación lingüística de todos los países
del m undo. E n tre los criterios y principios m anejados con este fin está la categoría de
la lengua, íntim am ente ligada a la fu n ción social que cum ple. Ferguson consideró la
fu n ció n com o la prim era y m ás im portante condición que debía tenerse en cuenta
para h ab lar de diglosia y distinguió dos funciones básicas: A y B. E n otros estudios,
y con otros fines, esas funciones h an sido tratadas con un m ayor detalle.
E n los años sesenta, Charles Ferguson estableció tres categorías de lenguas, se
gún concurrían en ellas ciertas características: lengua principal, lengua minoritaria y
lengua especial. U na lengua principal es aquella que es lengua m aterna de m ás del
25 % de una población (o de m ás de un m illón de personas), que es lengua oficial de
un país y que es enseñada en la instrucción secundaria, al m enos a la m itad del alum
nado. U n a lengua es m inoritaria cuando es lengua m aterna de m ás del 5 % de una
población (o de m ás de 100.000 personas) y cuando se usa com o lengua de instruc
ción m ás allá de los estudios prim arios. Las lenguas especiales no reúnen, claro está,
las características de las anteriores y pu eden servir para fines m uy diversos: religión,
literatura, lengua franca.22
E sta clasificación afecta a la función que han de cum plir las diversas categorías
o clases de lenguas: se habla entonces del uso oficial de la lengua, del uso en la en
señanza o en la religión y de su utilidad com o lengua de com unicación de un grupo
o de una com unidad de habla, com o lingua franca o com o lengua internacional. La
lingua franca y la lengua internacional se distinguen por el hecho de que la prim era
sirve com o vehículo de com unicación en tre hablantes de lugares y lenguas diferentes
22. Véase «National sociolinguistic profile formulas», en W. Bright, SoáoÜnguisñcs, La Haya, Mouton,
1966, pp. 309-324.
238 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Función oficial: la lengua requiere estar estandarizada, esto es, disponer de g ra
m ática, diccionario, ortografía, etc., y ser conocida por un conjunto de ciudadanos con
estudios.
Función nacionalista: la lengua es sím bolo de identidad nacional para una parte
significativa de la población, es utilizada en la com unicación diaria y es hablada con
fluidez en to d o el territorio.
Función de grupo: la lengua ha de ser usada por todos los m iem bros de una co
m unidad en la conversación ordinaria.
Función educativa: la lengua ha de ser com prendida p o r los estudiantes y debe
disponer de los suficientes recursos didácticos, así com o de una estandarización sufi
ciente.
Función de lingua franca: la lengua puede ser aprendida com o segunda lengua.
Función de lengua internacional: la lengua ha de ser reconocida com o tal.
Función de asignatura en la escuela: la lengua requiere una estandarización m a
yor o igual que la de la lengua de los estudiantes.
Función religiosa: la lengua se usa en los actos religiosos.
R eflexiones y ejercicios
23. Véase Marqués de Tamarón, «El español, ¿lengua internacional o lingua franca?», en Actas del Con
greso de la Lengua Española. Sevilla, 1992, Madrid, Instituto Cervantes, 1994, pp. 189-211.
24. La sociolingüística de la sociedad, ob. cit., pp. 123-133.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 239
4. E lija tres lenguas del m undo y describa sus funciones y atributos según los
criterios fijados p o r Fasold (L a sociolingüística de la sociedad, M adrid, V isor, 1996,
pp. 123-133).
Orientaciones bibliográficas
P ara la com prensión del concepto de diglosia, es obligada la lectura del trabajo
de C harles F erguson «Diglosia», recogido en P. G arvin y Y. L astra (eds.), A ntología
de etnolingüística y sociolingüística (M éxico, U N A M , 1984, pp. 247-265). Asim ism o,
para lo que se refiere a la relación en tre bilingüismo y diglosia, se debe leer el capí
tulo V I del libro de Joshua Fishm an, Sociología del lenguaje (M adrid, C átedra, 1979).
Se recom ienda, igualm ente, la lectura de los capítulos dedicados a la diglosia en
los m anuales de H. L ópez M orales (Sociolingüística, 2.a ed., M adrid, G redos, 1993,
pp. 64-83), de R. Fasold (L a sociolingüística de la sociedad, M adrid, Visor, 1996,
pp. 71-108) y de K. R otaetx e (Sociolingüística, M adrid, Síntesis, 1988, pp. 53-78).
P ara o b ten er inform ación sobre diversas situaciones lingüísticas del m undo, se
p u ed en consultar las obras de O. U ribe (Situaciones de m ultilingüism o en el m u n d o ,
M éxico, U N A M , 1972) y de R. W ardhaugh (Languages in com petition, O xford,
Blackwell, 1987); tam bién puede ser útil la Enciclopedia del lenguaje de D avid Crys-
tal (M adrid, T aurus, 1994). E l trabajo de M anuel A lvar «Cuestiones de bilingüism o y
diglosia en el español» (E l castellano actual en las com unidades bilingües de España,
Salam anca, Ju n ta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48) aporta inform ación m uy útil so
b re diversas situaciones del m undo hispánico. V éanse tam bién las orientaciones bi
bliográficas del capítulo 20.
C a p ít u l o 14
Elección de lengua
Ámbito
Casa
Barrio
Iglesia
Escuela
Trabajo
Recreo
Gobierno
Medios de comunicación
en los cuales el uso de una variedad lingüística es m ucho m ás apropiado que el uso
de o tra variedad. Los ám bitos se conciben com o conjuntos o constelaciones de facto
res, tales com o el lugar, el tem a y los participantes, capaces de determ inar la actua
ción lingüística.
L a sociología del lenguaje ha aportado num erosos estudios en los que se descri
be el fenóm eno de la elección de lenguas a propósito de com unidades concretas. E n
ellos se aprecia que cada lengua, cada com unidad, vive una circunstancia particular
que hace difícil la com paración de unas con otras en térm inos absolutos, aunque ello
no ha im pedido la constatación, en prim er lugar, de la im portancia que tienen los ám
bitos sociolingüísticos en una elección, m uy especialm ente el ám bito de la com unica
ción fam iliar, y, en segundo lugar, la incidencia que asimismo tienen factores sociales
com o la ed ad o el nivel de instrucción. C om probém oslo p o r m edio de algunos ejem
plos en los que está im plicada la lengua española.
U n o de los casos m ás conocidos en los que se presenta la posibilidad de elección
de lengua es el de los hispanos bilingües de E stados U nidos. Sobre los hispanos se
h an realizado num erosísim os estudios, entre los que destacan aquellos que se p re o
cupan p o r la elección del español y el inglés en diversos ám bitos o dom inios socio-
lingüísticos y cuando concurren diferentes factores sociales. A rnulfo R am írez ha
rep resen tad o la distribución de am bas lenguas dentro de una com unidad hispana de
E stados U nidos com o aparece en la figura 14.1.4 A quí se aprecia la proporción rela
tivam ente m ayor de uso del español en la casa, en el barrio y en la iglesia, y la m a
yor presencia del inglés en la escuela, en el trabajo o en los m edios de com unicación
social.
E n u n estudio que R. Sánchez ha realizado sobre los hispanos del sudoeste de
E stad o s U n id o s,5 en el que se ha prestado atención a los ám bitos sociolingüísticos, a
las distintas generaciones de hispanos y a las clases sociales, se ha com probado, en
consonancia con los inform es de A. R am írez, que los hispanos de clase m edia em
plean el inglés m ayoritariam ente en la segunda y en la tercera generación y que esto
lleva, en la práctica, a la desaparición del español en la tercera generación, cosa que
C ua d r o 14.1. Uso d el inglés y del e sp a ñ o l entre h isp a n o s del su d o e ste de E sta d o s U nidos,
según R. Sánchez
Clase obrera
Clase media Rural Urbana
Ámbito 1.a 2.a 3.a 1.a 2.a 3.a 1.a 2.a 3.a
Casa E A I E A A E A I
Barrio I I I E A A A A A
Recreo A I I A A A A A 1
Trabajo I I I A A A A I I
Medios de comunicación A I I A A A A A I
Gobierno I I I I I I I I I
no ocurre en las com unidades rurales, donde el español, o al m enos el uso de am bas
lenguas, se m antiene. E n lo que se refiere a los ám bitos sociolingüísticos, el cua
dro 14.1 revela que el inglés es la única lengua usada en actividades que tienen que
ver con el gobierno y que el español es utilizado en la casa, p ero no por los hispanos
que p erten ecen a la tercera generación.6 El uso de am bas lenguas es frecuente en los
m edios de com unicación, en las actividades de recreo, en el barrio y tam bién en el
trabajo.
E stos m odelos de elección de lenguas son reflejo de situaciones diglósicas, en
sentido am plio, en las que la variedad A se usa en situaciones m ás form ales que la
variedad B. Pasem os ahora a un ejem plo p ro cedente de E sp añ a.7
L a F ranja O riental de A ragón ofrece, en algunas localidades, la posibilidad de
utilizar el español (o castellano), el catalán o un habla local (llam ada generalm ente
chapurreao). A llí se ha podido com probar que el español es entendido, hablado, leí
do y escrito prácticam ente p o r el 100 % de la población; adem ás, el 65 % de la p o
blación piensa que se m an ten d rá igual durante los próxim os años y el 27 % opina que
su uso aum entará. Las hablas locales, p o r su parte, son utilizadas en casa, en la calle,
en las tiendas y en los centro de recreo, es decir, en los ám bitos caracterizados p o r un
m en o r grado de form alidad. Según se an o ta en el estudio realizado p o r M .a A. M ar
tín Z o rraq u in o y sus colaboradores, el m ayor uso de las variedades locales se p ro d u
ce en casa, donde lo em plea el 85 % de la población, m ientras que sólo un 4 % de
h ablantes usa el español en casa de form a exclusiva, si bien se detecta un aum ento
del español a m edida que desciende la edad de los individuos y conform e se eleva su
nivel de instrucción.8
Las hablas locales de la F ranja O riental de A ragón son utilizadas p o r el 75 % de
la población en la calle, en las tiendas y en los lugares de recreo. A q u í tam bién se ob-
6. Cuadro tomado de A. Ramírez, El español de los Estados Unidos, ob. cit., p. 55.
7. Existen muchos estudios, de diversas regiones, en los que se manifiesta una preocupación por este
asunto; algunos son modestos en cuanto a su objeto de estudio (A. Uruburu Bidaurrázaga, «Sociolingüística
en Viana do Bolo (Ourense)», Verba, 19 (1992), pp. 379-395), otros son investigaciones de gran envergadura
( Mapa sociolingüístico de Galicia, 3 vols., Vigo, Seminario de Sociolingüística, Real Academia Galega, 1994-
1996).
8. M.a A. Martín Zorraquino, M a R. Fort, M.'1 L. Arnal y J. Giralt, Estudio sociolingüístico de la Fran
ja oriental de Aragón, Zaragoza, Departamento de Lingüística General e Hispánica, 1995, p. 68 y ss.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 245
9. Alrededor del 20 % de la población encuestada no se incluye en estos datos por no tener ocupación
laboral.
246 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
pued e escribirlo. T am bién es im portante apreciar que el propio térm ino catalán se
asocia en la F ran ja a valores connotativos supralocales con los que no se identifican
necesariam ente los aragoneses; con otras palabras, se valora positivam ente el conoci
m iento y uso del catalán m ás característico de la F ranja de A ragón — la variedad p ro
pia— , p ero no tan to su vinculación al catalán de C ataluña, entendiendo que la acti
tud lingüística en este caso, com o en otros m uchos, responde más a una actitud hacia
una com unidad «vecina» que hacia una lengua en sí misma.
Las hablas locales de la F ranja, si bien son consideradas com o «norm ales» p o r el
75 % de la población y son vistas com o una seña de identidad im portante, tam bién
son objeto de una actitud poco positiva, pues se piensa en ellas com o un «mal cata
lán» o com o unas variedades «incorrectas».
M uy ligados a presupuestos sociológicos, están aquellos estudios en los que se
analizan los valores socioculturales de un grupo y las conductas que los revelan. La
elección de lengua, de esta m anera, se considera tam bién una elección de valores cul
turales. E n tre los trabajos m ás im portantes realizados desde esta perspectiva está el
que Susan G al elaboró en la ciudad austríaca de O berw art, cerca de la fro ntera con
H u n g ría.10
E n la com unidad de O berw art hay una proporción elevada de h ablantes bilin
gües de húng aro y alem án. Podría decirse que estas lenguas m antienen una relación
de diglosia, en sentido am plio, en la que el húngaro es la variedad B, la lengua tra
dicional de los cam pesinos, y el alem án es la v ariedad A , la de la educación, la de
las clases profesionales. Ju n to a la población bilingüe, en O berw art hay hablantes
m onolingües de alem án, form ando p a rte de una situación que puede calificarse de
relativ am en te nueva, d ado que cien años atrás los cam pesinos casi no h ablaban ale
m án. E n tales condiciones se p lan tean unos in teresantes problem as de elección de
lengua.
E n los hom bres, generalm ente, funciona un sentim iento de patriotism o austríaco
que los lleva a prim ar el alem án. Las m ujeres germ anohablantes, p o r su parte, si se
m ueven en am bientes de habla alem ana, no en cuentran especiales dificultades; ah o
ra bien, las que se han vinculado a familias cam pesinas, tradicionalm ente hablantes
de húngaro, se han visto inm ersas en situaciones complejas: m uchas han tenido que
ap ren d er húngaro al negarse la fam ilia del m arido a hablar con ellas en alem án.
E l húngaro ha sim bolizado duran te m ucho tiem po un m odo de vida, una perso
nalidad pro p ia den tro de un territorio austríaco, una tradición am enazada de m uerte;
el alem án ha sido la lengua del prestigio, de la m odernidad, de la integración políti
ca, del patriotism o austríaco. La elección de una lengua u otra — alem án, húngaro—
ha supuesto m ucho m ás que una sim ple elección lingüística. A ctualm ente, el ideal de
la com unidad n o sólo es h ablar alem án, sino que se intenta hablarlo sin acento; in
cluso p ara las familias m ás tradicionales ya no es tan im portante no hablar húngaro:
de hecho, en las m ujeres cam pesinas jóvenes hay un gran deseo de dom inar el ale
m án p ara m overse en ám bitos y con personas profesionales y prestigiosas.
10. Language Shift: Social Determinants o f Linguistic Change in Bilingual Austria, Nueva York, Acade-
mic Press, 1979.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 247
Los psicosociólogos definen la elección de lengua com o un fenóm eno propio del
hab lan te bilingüe. Según Sim ón H erm án, la elección de lengua depende de los tipos
de situaciones psicológicas en que el hablante se ve envuelto y, en tre ellas, distingue
tres clases principales: la prim era está relacionada con las necesidades personales del
h ablante, la segunda con la gente con la que se desarrolla una actividad o una in te
racción com unicativa en un m om ento determ inado (situación inm ediata) y la tercera
con las características del grupo social del que procede el individuo: un hablante p u e
de q u e rer dem o strar que p ertenece a un grupo, aunque no esté hablando con gente
de ese grupo, o pu ed e qu erer dem ostrar que no pertenece a un grupo determ inado,
aunque esté con personas que pertenezcan a él.11 Estas situaciones psicológicas sue
len superponerse, aunque cuando coinciden es norm al que predom ine alguna de ellas.
E n relación con tales situaciones psicológicas, el hablante puede elegir una len
gua dep en d ien d o del tipo de actividad que realice en cada m om ento. E n un estudio
sobre las tendencias del habla de la com unidad hispana de A lbany (N ueva Y ork, E s
tados U nidos), Pedro B enítez ha encontrado que la lengua que se utiliza para una ac
tividad determ in ad a es la m ism a que el individuo ha utilizado para esa actividad en
su etap a form ativa. A sí, n arrar leyendas y cuentos, rezar, escribir, decir palabras gro
seras y leer el periódico son actividades que en la época adulta son realizadas en una
lengua d eterm inada de form a casi autom ática, según la lengua en que fueron realiza
das en un prim er m om ento. E l español es elegido por los hispanos de A lbany, ante
todo, p ara h ablar con los padres, para rezar, para enfadarse, para decir frases cariño
sas o expresar em ociones, y b astante m enos para escribir cartas, p o r ejem plo; el uso
indistinto de am bos se da sobre todo p ara n arrar historias y para hablar con los am i
gos íntim os. E ste tipo de distribución en la elección del inglés y el español revela que
el español se pierde y que los hispanos de A lbany están experim entando una asim i
lación lingüístico-cultural que culm inará en el m om ento en que los m iem bros de una
generación dejen de rezar y de hablar con sus padres en español.12
A l tra ta r el fenóm eno de la elección de lenguas desde una perspectiva psicoso-
ciológica, es obligada la referencia a los trabajos elaborados desde la «teoría de la
acom odación del habla», rep resen tad a principalm ente p o r H ow ard G iles y sus cola
boradores. U na de las preguntas más interesantes que han recibido respuesta desde
esta teoría es la siguiente: ¿cuándo un hablante tiende a ser convergente con sus in
terlocutores (a utilizar su m ism a lengua) y cuándo tiende a ser divergente? Para G i
les, B ourhis y T aylor, depende de si el hablante pertenece a un grupo sociocultural
dom inante o subordinado y de si existe la posibilidad de que un cam bio social p ro
voque realm ente una m ejora de la posición del grupo subordinado.13 E l m odo en que
se com binan estos factores e inciden sobre la elección de lenguas queda re p re sen ta
do en el cuadro 14.2.
11. «Explorations in the social psychology of language choice», en J. Fishman, Readings in the Sociology
o f Language, La Haya, Mouton, 1968, pp. 492-511.
12. «Tendencias del habla de la comunidad hispana de Albany (Nueva York)», Lingüística Española A c
tual, VII (1985), pp. 251-276.
13. «Toward a theory of language ¡n ethnic group relations», en H. Giles, Language, ethnicity and In-
tergroup Relations, Londres, Academic Press, 1977, pp. 307-349.
248 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Respuesta
Percepción de cambio Grupo dominante Grupo subordinado
P articipantes Situación
Dominio de la lengua Localización/contexto
Preferencias lingüísticas Presencia de monolingües
Estatus socioeconómico Grado de formalidad
Edad Grado de intimidad
Sexo
Ocupación C on ten id o d e l discurso
Educación Tema, asunto
Origen étnico
Tipo de vocabulario
Historia
Tipo de relación F unción de la interacción
Intimidad
Relación de poder Mejorar estatus
Actitud lingüística Crear distancia social
Influencias externas Excluir a alguien
Pedir u ordenar
bre la elección de lengua (cuadro 14.3).15 Esa relación, que no es exhaustiva, incluye
características de los participantes, de la situación, del contenido del discurso y de la
función de la interacción.
T odos estos factores influyen sobre la capacidad y las posibilidades de elección
de los individuos y construyen ante ellos unas rutas de decisión que norm alm ente se
rep resen tan en form a de árboles, llam ados árboles de decisiones. E ste recurso gráfico
ofrece una im agen clara de las posibilidades de elección y decisión que tienen ciertos
individuos, grupos o com unidades. R. A ppel y P. M uysken, por ejem plo, han elabo
rado un árbol de decisiones para la elección de lengua de los m arroquíes residentes
en H olanda; en él se revelan com o factores determ inantes de las decisiones el origen
Hablante
15. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982, p. 136.
250 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
dad de h abla sea bilingüe, siquiera de una form a parcial; con esto se quiere decir que
la com unidad deb e incluir al m enos una generación bilingüe, que hará posible que el
cam bio se com plete en la siguiente generación. A lgo sim ilar ocurre con el m a n ten i
m ien to de una lengua, si bien este fenóm eno suele producirse cuando la com unidad
es diglósica — en sentido am plio— , es decir, cuando reserva una lengua para unos
ám bitos o funciones m ás form ales y una segunda lengua para ám bitos o funciones
m enos form ales.
Las causas que favorecen los desplazam ientos y sustituciones de lenguas pu ed en
ser m uy diversas, pero m erecen destacarse la emigración y la industrialización. E n el
caso de los grupos em igrantes, es m uy frecuente que, si llegan a lugares en los que no
es útil su lengua o donde existen grandes grupos hablantes de otra lengua, sustituyan
su lengua p o r la del lugar que los acoge y se asim ilen a la nueva circunstancia: la si
tuación de los hispanos en E stados U nidos es un buen ejem plo de ello. E n ocasiones,
los grupos que acogen inm igrantes no son cuantitativam ente m uy im portantes o lo
son m ucho m enos que la población recién llegada, pero, aun así, los inm igrantes p u e
den acabar asim ilándose lingüísticam ente a la lengua del grupo receptor, sobre todo
cuando éste ejerce el control político de la com unidad. Tal fue el caso de los italianos
en A rgentina: en los prim eros años del siglo xx, hubo un gran debate en A rgentina
sobre la posible declaración del italiano com o lengua oficial, pero, a p esar de la im
p ortancia del contingente hum ano de origen italiano, el cam bio hacia el español se
unlversalizó.19
E n o tro plano, la industrialización y los cambios económ icos llevan ligada una se
rie de nuevas situaciones que tam bién favorecen las sustituciones de lengua: los p ro
cesos de urbanización favorecen el desplazam iento hacia una lengua más prestigiosa,
la lengua de las nuevas realidades, de los nuevos tiempos; sirva com o ejem plo el cam
bio hacia el alem án conocido en la localidad austríaca de O berw art, de tradición hun-
garohablante.
C uando los contactos entre grupos y lenguas diferentes —generalm ente en si
tuaciones de bilingüism o o de diglosia— están en condiciones de provocar la sustitu
ción de una lengua, pued e aparecer el fenóm eno denom inado lealtad lingüística, m o
tor en m uchas ocasiones del m antenim iento de las lenguas.20 E n realidad, la lealtad,
que tiene com o fondo un sentim iento de afecto o de em oción hacia lo que se ha
aprendido en la prim era etap a de la vida, se puede detectar prácticam ente en cual
quier h ablante de cualquier lengua; la sociología*del lenguaje, sin em bargo, reserva el
térm ino p ara aquellas situaciones en las que, dándose la posibilidad de un cam bio, se
opta p o r el m antenim iento.
19. Mutatis mutandis tam bién fue el caso de los normandos en Inglaterra.
20. Véase J. Fishman, Language loyalty in the United States, La Haya, Mouton, 1966.
252 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
T oda lengua, com o toda nacionalidad, puede ser considerada com o un conjunto de
norm as de com portam iento; la lealtad lingüística, com o el nacionalism o, designa el
estado m ental en que la lengua (com o la nacionalidad), en su calidad de entidad
intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la es
cala de valores, posición que necesita ser «defendida».21
La lealtad lingüística surge com o reacción ante una posible sustitución de lengua;
esa reacción lleva a los individuos a conservar la lengua am enazada y a convertirla en
un sím bolo social, en una auténtica «causa». P o r eso W einreich piensa en este fenó
m eno com o un principio, de contenido variable según la com unidad, que hace que los
individuos se resistan de m odo consciente y activo a los cam bios de funciones de su
lengua y a las m odificaciones de sus caracteres lingüísticos p o r influencia de otra len
gua. P o r eso los «leales» a m enudo son excepcionalm ente puristas en sus actitudes lin
güísticas y conceden una especial trascendencia a todo lo relacionado con la e stan d a
rización y regulación de su lengua.
Es preciso añadir, no obstante, que, pese al paralelism o que puede establecerse
en tre lealtad y nacionalism o, estam os ante factores que no siem pre corren parejos, ni
tienen p o r qué orientarse hacia unos mism os objetivos, ni sociales ni lingüísticos. E n
h ablantes de m uchas lenguas m inoritarias es posible encontrar un profundo senti
m ien to de lealtad lingüística, una reacción vehem ente contra las am enazas que p u e
den afectar a su lengua, sin que ello vaya acom pañado de ningún deseo de reco n o
cim iento político, de independencia, de articulación de organizaciones propias o de
extensión de sus peculiaridades a territorios vecinos, objetivos éstos de m uchos m o
vim ientos nacionalistas. W einreich p one com o ejem plo de ello el caso de los re to rro
m anos y los suizos italianos, en los que no se alberga un aspiración de independencia
política, y del m ovim iento «yidista» del este de E u ro p a después de la P rim era G u e
rra M undial, que concentró sus actividades en un program a lingüístico sobre el yidis
(judeo-alem án).
D esde otra perspectiva, las situaciones de bilingüismo, o de diglosia, en las que
aparece la lealtad lingüística, a m enudo no se caracterizan por la presencia de tan sólo
dos grupos sociolingüísticos (hablantes de lengua m ayoritaria y hablantes de lengua
m inoritaria o am enazada), sino que incluyen tam bién subgrupos que com plican el p a
noram a, convirtiéndolo en una situación de conflicto lingüístico. U n o de los grupos
que p uede en contrarse es el de los hablantes que tienen com o lengua m aterna la len
gua m inoritaria y que op tan p o r cam biar y utilizar en todo ám bito y para toda fun
ción la lengua m ayoritaria; en este caso podría hablarse, según ha apuntado G reg o
rio Salvador, de deslealtad lingüística, si bien la bibliografía sociológica se refiere a
ello sim plem ente com o sustitución o cam bio de lengua, tal vez p orque un cam bio así,
p o r sí m ism o y de form a objetiva, no tiene por qué ser valorado negativam ente.
O tro posible subgrupo es el de los hablantes que tienen la lengua m ayoritaria
com o lengua m aterna, que incluso pu ed en desconocer la lengua m inoritaria y que re
21. Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1974, pp. 209-210.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 253
niegan de su propia lengua o de su uso en un deseo de aproxim arse a los sentim ien
tos y actitudes de los que son leales a su lengua (la m inoritaria) y hacen ostentación
de ello: estaríam os, p ara G regorio Salvador, ante otro tipo de deslealtad lingüística, la
del m onolingüe que obedece m ás a una presión externa que a un sentim iento indivi
dual y n a tu ra l.22
22. «Sobre la deslealtad lingüística», Lingüística Española Actual, V (1983), pp. 173-178.
23. El uso de una variedad empobrecida también recibe el nombre de semilingiiisnio.
24. Language contad and change. Spanish in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994.
25. Véase W. Dressler y R. Wodak Leodotter (eds.), Language death, Linguistics, 19, 1, 1977.
26. Véase A. R. Taylor (ed.), Language Obsolescence, Shift, and Death in Several Native American Com-
munities, International Journal o fth e Sociology o f Language, 93, 1992. Véase también N. C. Dorian, Langua
ge death: the Ufe cycle o f a Scottish Gaelic dialect, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1981.
254 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
R eflexiones y ejercicios
2. R ecoja inform ación sobre algunas com unidades bilingües y elabore los á rb o
les de decisión lingüística correspondientes a algunos grupos sociales. P ara la situ a
ción de los hispanos en E stados U nidos puede consultar el libro de A rnulfo R am írez,
E l español de los Estados Unidos. E l lenguaje de los hispanos (M adrid, M apfre, 1992).
3. ¿C ree usted que la introducción de préstam os adm ite ser in terp retad a com o
una señal de que la lengua receptora puede llegar a desaparecer? ¿C onsidera que las
posiciones puristas tienen un efecto beneficioso para las lenguas?
O rientaciones bibliográficas
Se pu ed e enco n trar una com pleta y adecuada introducción a los fenóm enos de
elección, sustitución y m antenim iento de lenguas en los m anuales de R. A p p el y
P. M uysken (Bilingüism o y lenguas en contacto, Barcelona, A riel, 1996, capítulos 3
y 4) y de R. Fasold (L a sociolingüística de la sociedad, M adrid, Visor, 1996, capítulos
7 y 8). La situación del español en el m undo, especialm ente en aquellas áreas en las
que coexiste con otra u otras lenguas, pu ed e conocerse a través del libro de A ntonio
Quilis, L a lengua española en cuatro m undos (M adrid, M apfre, 1992).
P ara el concepto de lealtad lingüística, véase el capítulo 4 de la obra de U. W ein
reich, Lenguas en contacto (C aracas, U niversidad C entral de V enezuela, 1974). A ce r
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 255
ca del d eterio ro y la m u erte de las lenguas, se recom ienda la lectura del epígrafe que
se dedica a la m o rtan d ad lingüística en el libro de H. L ópez M orales, Sociolingüísti
ca (2.a ed., M adrid, G redos, 1993, pp. 175 y 181) y en el m anual de Y. L astra, Socio-
lingüística para hispanoam ericanos (M éxico, E l Colegio de México, 1992, pp. 363-
370).
C a p ít u l o 15
LENGUAS EN CONTACTO
1. Sobre los cambios lingüísticos que tienen su origen en situaciones de lenguas en contacto, tanto cuan
do se da el mantenimiento de una lengua como cuando se da desplazamiento de lengua, véase S. G. Thoma-
son y T. Kaufman, Language Contact, Creolization, and Genetic Linguistics, Berkeley, University of Califor
nia Press, 1988, pp. 35-64.
258 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
2. El español vive numerosas situaciones de contacto con otras lenguas en todo el mundo: son muy in
teresantes los contactos con las demás lenguas de la península ibérica (catalán, gallego, vasco y portugués),
con el inglés en los Estados Unidos y con las lenguas indígenas americanas o africanas (Guinea).
3. Véase de G. I. Ascoli, «Saggi Iadini», Archivo Glottologico italiano, I (1873), pp. 1-556. Sobre el sus
trato en la península ibérica, véase F. H. Jungemann, La teoría del substrato y los dialectos hispano-romances
y gascones, Madrid, Gredos, 1955.
4. Véase Problemas y métodos de la lingüística, Madrid, CSIC, 1949 (facs. 1991), p. 69 y ss.
260 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
5. Véase A. Alonso, «Substratum y superstratum», em Estudios lingüísticos. Temas españoles, 3.a ed.,
Madrid, Gredos, 1974, pp. 259-271.
6. La Haya, Mouton. Trad. al español, Lenguas en contacto, Caracas, Universidad Central de Venezue
la, 1974.
7. Véase «El español en Orán: notas históricas, dialectales y sociolingüísticas», Revista de Filología Es
pañola, LXXII (1992), pp. 5-35.
8. Véase A. Quilis, La lengua española en cuatro mundos, Madrid, Mapfre, 1992.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 261
10. Weinreich habla de un tercer tipo de interferencia, más superficial: cambio en la forma de una pa
labra por influencia de un cognado de la lengua influyente. Utiliza como ejemplo, poco convincente, el paso
a Uropa de la palabra española Europa, en Tampa (Florida, Estados Unidos).
11. Véase W. Mackey, «Interference, integration and the synchronic fallacy», Georgetown University
Round Table on Languages and Linguistics 23, Washington, D.C., Georgetown University Press, 1970, pp. 195-
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 263
brayar la insistencia de este au to r en que la m ejor m anera de estudiar las com plica
das relaciones de las interferencias, sean del tipo que sean, consiste en describirlas
desde un p unto de vista cualitativo y cuantitativo, explicando sus características y ta
bulando sus frecuencias.
D esde el últim o tercio del siglo xx, los estudios sobre lenguas en contacto se han
intensificado de una form a notable, a la vez que han reo rien tad o el tratam iento de los
fenóm enos conocidos com o interferencias. Para W einreich, recordem os, las interfe
rencias son desviaciones respecto de las norm as de cualquiera de las dos lenguas que
e n tran en contacto, que suponen, p o r tanto, la influencia de una lengua sobre otra,
u na influencia que viene a alterar el n atu ral ser de las lenguas que coexisten.
Las interferencias, actualm ente, son valoradas com o algo elaborado y com plejo
desde un pun to de vista social y lingüístico, algo que convierte en poco apropiada la
concepción de W einreich, dado que en ella hay una connotación negativa de «desvío
de la norm a» que no se corresponde ni con la extensión ni con la intensidad del fe
nóm eno. P or eso, la sociolingüística actual está divulgando un concepto de interfe
rencia que lleva im plícita una nueva visión del com portam iento lingüístico de las co
m unidades bilingües, en las que los fenóm enos derivados del contacto form an p arte
de lo «habitual», de lo «natural», den tro de la com plejidad sociolingüística.12
U n a form a de evitar las connotaciones negativas que acarrea el térm ino «inter
ferencia», en su uso tradicional, es sustituirlo por otro, digamos, m ás neutro. E n esta
línea y p ara el ám bito de la gram ática, M. Clyne ha propuesto generalizar el térm ino
y el concepto de «transferencia», que evitaría la connotación de agram aticalidad que
im plica la noción de in terferencia.13 E sta propuesta no es absolutam ente novedosa
pues el m ism o W einreich ya hacía uso de tal denom inación; sí es m ás novedoso, en
cam bio, que p reten d a sustituir al tradicional y profundam ente arraigado concepto de
interferencia. T r a n s fe r e n c ia se definiría, p or tanto, com o la influencia que una lengua
ejerce sobre otra y, concretam ente, com o el uso, en una lengua B, de una rasgo ca
racterístico de la lengua A. E n el terren o de la gram ática, las transferencias son, ló
gicam ente, de natu raleza gram atical y dan lugar a resultados agram aticales en la len
gua B y a reestructuraciones de su sistema. A h o ra bien, el hecho de que los resulta
dos sean agram aticales no quiere decir que sean poco frecuentes o antinaturales: en
una situación de contacto las transferencias (interferencias) son tan esperables com o
habituales. V alga com o ejem plo el uso de una construcción partitiva habitual en ca
talán e im portada en el español de C ataluña: e sta ta rta e s b u e n a , p e r o h e p r o b a d o d e
m e jo r e s ; lo s h a y d e m á s r á p id o s , d e c o c h e s .14
P o r lo general, las transferencias afectan al orden de palabras, a las funciones sin-
táctico-sem ánticas, a la desaparición de categorías obligatorias y a la frecuencia de las
12. Véase S. Poplack, «Consequences linguistiques du contact de langues: un modéle d’analyse varia-
tionniste», Language et Société, 43 (1988), pp. 23-48.
13. Transference and triggering, La Haya, Nijhoff, 1967.
14. Este calco sintáctico es comentado por M. Casanovas Catalá, «Consecuencias de la interferencia lin
güística en la morfosintaxis del español hablado en Lleida», Verba, 23 (1996), pp. 405-415. Véase también
Ll. Payrató, La interferencia lingüistica. Comentaris y exemples catalá-castellá, Barcelona, Curial, 1985.
264 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
categorías que se m anifiestan de un m odo variable. Asim ism o, el contacto entre len
guas diferentes favorece que se produzcan simplificaciones de categorías gram atica
les y de oposiciones léxicas (habituales en las situaciones de d e s p l a z a m i e n t o d e l e n
g u a ) , que se generalicen m odelos simplificados y que se desarrollen soluciones p eri
frásticas de m uy diversos tipos.
C arm en Silva-Corvalán propone hablar de tr a n s fe r e n c ia cuando se den uno o m ás
de los fenóm enos que se señalan a continuación:
15. Language Contact and Change. Spanish in Los Angeles, Oxford, Clarendon Press, 1994, pp. 4-5.
16. No obstante, también se puede hablar de convergencia para el nivel fonológico.
17. Véase A. Morales, Gramáticas en contacto: análisis sintácticos sobre el español de Puerto Rico, Ma
drid, Playor, 1986.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 265
serie de form as autóctonas que coincidan con las de la lengua influyente (por ejem
plo, el uso de la pasiva en detrim ento de la pasiva refleja, en español por influencia
del inglés).
E n tre los casos de convergencia que se m anejan para su ejem plificación destacan
los siguientes: la fusión producida entre dialectos indoeuropeos y drávidas del sur de
la India (urdu, m arathi, telegú y canarés), dando lugar prácticam ente a una sola g ra
m ática y a un léxico com ún;18 la generalización del sujeto expreso en árabe p o r in
fluencia del inglés; la desaparición de una categoría obligatoria,19 com o el pronom bre
p ersonal enclítico que concuerda con un com plem ento en español (y q u e q u e r í a n
p e g a r 0 a lo s p o l i c í a s ) p o r influencia del inglés; la universalización del uso de e s ta r en
d etrim en to de s e r p o r influencia del inglés en Los A ngeles, E stados U nidos ( e stá
g r a n d e m i c a s a ) 20 o la sustitución del infinitivo por una construcción de subjuntivo en
cuatro lenguas que en tran en contacto en la península de los Balcanes, donde, para
expresar ‘quiero irm e’, el albanés ( d u e te s h k u e ) , el búlgaro ( i s k a m da o t i d a ), el ru
m ano ( v e a n sa p l e c ) y el griego ( t h e lo n a p a o ) utilizan expresiones equivalentes a
«quiero que yo m e vaya».21
E l estudio y la descripción de las convergencias gram aticales ofrece algunos p ro
blem as difíciles de solventar, com o son las escasas y parciales descripciones gram ati
cales con las que contam os hasta ahora o la naturaleza variable y cam biante de todas
las lenguas; en estas condiciones es m uy com plicado determ inar hasta qué p u n to dos
lenguas en contacto se están aproxim ando o están confundiendo ciertos elem entos
gram aticales. C uando los hablantes de una lengua B sustituyen ciertas estructuras de
su lengua p o r otras estructuras igualm ente propias pero que coinciden con las de la
lengua A , a m enudo no son conscientes de ello, dado, adem ás, que el resultado no es
agram atical. D e te c ta r la convergencia en tales casos y describir su nivel de desarrollo
es tarea h arto dificultosa, cuando no imposible.
El préstamo léxico
M a r c io . E s to es v e rd a d , q u e n in g u n a le n g u a a y e n e l m u n
d o a la q u a l n o e s tu vie sse b ie n q u e le fu e s e n a ñ a d id o s a lg u n o s v o
c a b lo s , p e ro e l n e g o c io e stá e n s a b e r si q u e rría d e s in t r o d u z ir es
to s p o r o r n a m e n to d e la le n g u a o p o r n e ce ssid a d q u e te n g a
d e llo s .
V aldés. P o r lo u n o y p o r lo o tr o .
18. Véase D. Hymes (ed.), Pidginization and creolization o f languages, Cambridge, Cambridge Univer
sity Press, 1971, pp. 151-167.
19. Ejemplos manejados por H. López Morales, Sociolingüística, 2.a ed., Madrid, Gredos, 1993, p. 165 ss.
20. Véase C. Silva-Corvalán, Sociolingüística. Teoría y análisis, Madrid, Alhambra, 1988, pp. 175-176 y
186-187.
21. Véase R. Appel y P. Muysken, Bilingüismo y contacto de lenguas, Barcelona, Ariel 1996, pp. 232-233.
266 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
una lengua A se incorpora plenam ente, con su form a y su significado, a una lengua
B, sobre todo si designa un objeto o una realidad nuevos ( i m p o r t a c i ó n ): nueva cosa,
nuevo nom bre. N o resulta tan fácil de describir, sin em bargo, cuando no se tom a pres
tado el signo com o tal, sino sólo una de sus p artes (por ejem plo, el significado), cuan
do el p réstam o ha com enzado a integrarse en la lengua receptora, cuando viene a
designar una realidad que ya cuenta con un térm ino que la denom ine o cuando se
trata de un p réstam o que no es de uso com ún en toda la com unidad.22 Si la nueva p a
labra reem plaza a o tra de la lengua receptora, se habla de s u s ti t u c i ó n y las causas que
la provocan p u eden ser m uy variadas: en tre otras, el m ayor prestigio de la form a de
la lengua A , u na m ayor capacidad p ara llam ar la atención o una m ayor expresividad,
desde el p u n to de vista del hablante. C uando el préstam o es utilizado p o r toda una
com unidad — o una p a rte de ella— se habla de p r é s t a m o e s ta b le ; si es fruto de un uso
individual, se denom ina p r é s t a m o e s p o n tá n e o .
E in ar H augen ha p ropuesto una tipología del préstam o léxico que conviene co
n o c e r.23 D istingue, en prim er lugar, los p r é s t a m o s p u r o s o propiam ente dichos ( l o a n -
w o r d s ), que consisten en la incorporación o im portación de una form a de o tra lengua
sin que ello suponga el desplazam iento de ningún elem ento léxico de la lengua re
cepto ra (p o r ejem plo, h a r d w a r e , desde el inglés). A dem ás de los p r é s t a m o s p u r o s ,
H augen identifica un segundo tipo: los p r é s t a m o s h í b r i d o s o m ezclados ( l o a n b l e n d ),
en los cuales, adem ás de im portarse un elem ento léxico nuevo, se produce una susti
tución m orfém ica parcial: p o r ejem plo, en español se utiliza la form a p a t e a r ‘golpear
p a ra em bocar la p elo ta’ en la term inología del deporte del golf; se tra ta de una for
m a derivada del inglés to p a t m ediante un procedim iento gram atical del español. E n
tercer lugar, H augen habla de c a lc o s ( l o a n s h i ft s ) que im plican la incorporación desde
la lengua A de un significado que se asocia a una form a ya existente en la lengua B.
Los calcos pu ed en dividirse en c r e a c io n e s y e x te n s io n e s : las e x t e n s io n e s , que serían los
préstam os sem ánticos, am plían el significado de una unidad léxica que ya existe en la
lengua B ( ju g a r la g u ita r r a < fr. j o u e r ‘to car’; a p lic a c ió n < ing. a p p l ic a t io n ‘solicitud’;
a s is te n te < a s s is ta n t ‘ayudante’); las c r e a c io n e s corresponden a translaciones nuevas en
la lengua ( s k y c r a p e r > r a s c a c ie lo s ).
C uando un p réstam o se integra en una lengua, lo puede hacer de m aneras d i
versas: m anteniendo la fonética y la m orfología de la lengua influyente, p o r norm a,
lealtad, costum bre o descuido (por ejem plo, r iz ‘arroz’, m a r c h é ‘m ercado’ en el espa
ñol del n o rte de Á frica; c o m p a c t d is c , en el español general); m anteniendo la m orfo
logía de la lengua influyente, pero adaptando su fonética a la de la recep to ra (por
ejem plo, lir ‘le e r’, v a c a n c e s ‘vacaciones’ en el español del n o rte de Á frica; p o r c e n t a
j e , en el español general); o adaptando la m orfología y la fonética a m ecanism os de
expresión propios de la lengua receptora (por ejem plo, fic h a r < to te a c h ‘en señ ar’;
c h a in e a r < to shine ‘b rillar’, r u f o < ro o f ‘techo’, en el español de los hispanos de E s
tados U nidos; v a g ó n , en el español g eneral).24
22. Algunos estudios clasifican los préstamos según su proporción de uso en una comunidad. Es lo que
hace J. M. García a propósito de los anglicismos del español hablado en Gibraltar y, de forma secundaria, en
La Línea (Cádiz). Véase Materiales para el estudio de! español en Gibraltar, Cádiz, Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Cádiz, 1996.
23. The Norwegian Language in America, Filadelfia, The University of Pennsylvania Press, 1953.
24. Algunos estudios se han preocupado de analizar cómo se produce la asignación de género en las
adaptaciones de préstamos del inglés en el español (la troca < ing. truck ‘camión’; el chain < ing. chain ‘cade-
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 267
na’). En ese proceso influye principalmente el sexo del referente, cuando lo tiene, y, en menor medida, la ana
logía con palabras equivalentes de la lengua receptora. Véase S. Poplack y D. Sankoff, Borrowing: the syn-
chrony o f integration, Montreal, Centre de Recherches de Mathémathiques Appliquées, 1980.
25. «Variation theory and language contact: concepts, methods and data», en D. Preston (ed.), Am eri
can dialect research: A n anthoiogy celebrating the lOOth anniversary o f American Dialect, Society, Amsterdam,
John Benjamins, 1993, pp. 251-286.
26. «Halfway between Quechua and Spanish: the case for relexification», en A. Highfield y A. Valdman
(eds.), Historicity and variation in creóle studies, Ann Arbor, Karoma, 1981.
268 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Psalmus
D o m in e , in f u r o r e tu o
r u é g o te q u e m e c o n d e n e s ,
q u e e n u n a c a rn e n u n c d ú o ,
s e g ú n las p e n a s, ja m lu o .
J u a n d e l E n c i n a , Égloga de
Plácida y Vitoriano
But I used to eat the b o fe , the brain. And then they stopped selling it because te
n ía , este, le e n c o n tr a r o n q u e ten ía worms. I used to make some b o fe ! D e s p u é s y o
h a c ía u n o d ’e so s concoctions: the garlic c o n c eb o lla , y h a c ía u n m o jo , y y o d e ja b a
q u e se c u ra ra e so for a couple of hours. Then you be drinking and eating that shit.
Wooh! It’s like eating anchovies when you’re drinking. Delicious!
(Pero solía comer el bofe, los sesos. Y entonces dejaron de venderlo porque tenían,
este, le encontraron que tenía gusanos. ¡Qué bofe hacía yo! Después yo hacía una
de esas mezcolanzas: el ajo con cebolla, y hacía un mojo, y yo dejaba que se cura
ra eso por un par de horas. Entonces uno come todo aquello. ¡Ay! Es como estar
comiendo anchoas mientras bebes. ¡Delicioso!)
O tro ejem plo, de sim ilares características, es el que recogió W. L abov de una h a
blan te p u erto rriq u eñ a de N ueva Y o rk :29
27. Véase L. Milroy y P. Muysken (eds.), One speaker, two languages, Cambridge, Cambridge Univer
sity Press, 1995. También S. Romaine, Bilingualism, Oxford, Blackwell, 1989.
28. Véase, por ejemplo, «Lenguas en contacto», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lin
güística actual, Madrid, Playor, 1983, p. 192.
29. «The notion of ‘system’ in Creóle Studies», en D. Hymes (ed.), Pidginization and creolization o f lan
guages, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, p. 457.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 269
(P or eso cada, ya sabes, no hay por qué estar orgulloso, porque yo no estoy orgu-
llosa de eso, en realidad lo odio, p ero viene viernes y sábado, yo estoy, tú m e ves
así a mí, sola con un, aquí sólita, a veces que F ran k ie m e deja, ya sabes, un palo o
algo, quizás Judy no sabe y yo estoy así, viendo televisión, p ero yo, y cuando es
toy con gente yo me... borracha po rq u e m e siento más, feliz, libre, ya sabes, p ero
si yo estoy con m ucha gente, yo no estoy, ya sabes colocada más o m enos, yo no
p odría ir con nadie.)
E l cam bio oracional alterna oraciones com pletas en una y o tra lengua (ejem plo
de alternancia español-inglés en hispanos de E stados Unidos):
E l cam bio intrao racional consiste en cam biar de lengua dentro de una m ism a cláu
sula u oración gram atical (ejem plo de alternancia español-inglés en hispanos de E sta
dos U nidos y de alternancia portugués-japonés en japoneses residentes en Brasil):
(N o, ése no. É se se tiene que vender más caro. D e esta caja tam bién es bonita.)
A p artir de esta tipología, Shana Poplack ofrece otra, com plem entaria de la p ri
m era, que atiende al m odo en que se producen los cambios. D esde este p u n to de vis
ta, se distinguen los c a m b i o s f l u i d o s ( s m o o t h ) , los c a m b i o s s e ñ a l iz a d o s y la i n s e r c ió n
d e c o n s titu y e n te s . Los c a m b i o s f l u i d o s son cambios intraoracionales que se dan en si
tuaciones de equivalencia respetando siem pre las fronteras sintácticas de am bas len
guas; si las lenguas en contacto son S (ujeto) O (objeto) V (erbo) y SVO , el cam bio no
se daría en tre O y V, sino después de S. Los c a m b i o s s e ñ a l iz a d o s ( f la g g e d ), p o r su
p arte, no están som etidos a constricciones sintácticas y suelen aparecer m arcados en
el discurso p o r pausas, dudas, com entarios m arginales, repeticiones y otros elem en
tos: se pu ed en considerar auténticas interrupciones en el discurso.33
(Pero apuesto a que, po r ejem plo... perdona mi inglés, p ero la o p o rtu n id ad está
ahí.)
31. Véase S. Poplack, «Sometimes l ’U start a sentence in Spanish Y TERM INO EN ESPAÑOL: toward
a typology of code-switching», Linguistics, 18 (1980), pp. 581-618. También S. Poplack y D. Sankoff, «Code-
Switching», en U. Ammon, N. Dittm ar y K. Mattheier, Sociolinguistics, 2, Berlín, de Gruyter, 1988, pp. 1.174-
1.180.
32. T. Nawa, «Bilingüismo e mudanza de código: urna proposta de análise com os nipo-brasileiros resi
dentes em Brasilia», en F. Tarallo (org.), Fotografías sociolingüísticas, Campiñas, Pontes, 1989, pp. 199-215.
33. «Consequences linguistiques du contact de langues: un modéle d’analyse variationniste», art. cit.,
pp. 24-26.
34. Hay que tener en cuenta que, en la lengua hablada —donde tan frecuentes son las oraciones que
quedan incompletas— , puede ser complicado distinguir un cambio interoracional de un cambio intraoracio-
nal. Esto podría llevar a proponer una clasificación que prescindiera de los conceptos de «cláusula» o de «ora
ción» y que partiera de una distinción básica entre los cambios que se producen dentro de un acto y entre ac
tos de habla diferentes.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 271
Interoracional Intraoracional
Inserción 1 Inserción 2
unidad de A sin te n e r en cuenta una función sintáctica determ inada (generalm ente
exclam aciones o interjecciones).35 C om o se aprecia en la figura 15.1, las unidades del
prim er tipo de inserción p u ed en ser elem entos léxicos, conectores pragm áticos, m o
dificadores, segm entos adverbiales; las unidades del segundo tipo de inserción son
elem entos fáticos o expresivos.
V eam os algunos ejem plos de los tipos fijados p o r D abéne y M o o re:36
(Diálogo madre-hijo)
Hijo. ¿ Q u é h ic iste la c o m id a ?
Madre. C a rn e d e c o c id o .
Hijo. P e r o está r o jo e l c a ld o comment ga se fait?
L a s e m a n a p r ó x im a te n g o c a d a v e z d e las d o c e a las d o s y lu e g o te n g o q u e v e n ir
o tra v ez, pendant au moins trois jours je fais qa. Avant, bien c’est vrai, avant non,
n o e x istía e so e n E sp a ñ a .
(La semana próxima tengo cada vez de las doce a las dos y luego tengo que venir
otra vez, durante al menos tres días hago eso. Antes, es verdad, antes no, no exis
tía eso en España.)
35. «Bilingual speech of migrant people», en L. Milroy y P. Muysken (eds.), One speaker, two langua-
ges, ob. cit., p. 35.
36. Ejemplos de emigrantes españoles en Grenoble, véase L. Dabéne y D. Moore, art. cit., p. 33.
272 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
E r a b u e n o a q u e l gáteau.
(Las herm anas m usulm anas van con una camisa, lo juro, es verdad.)
Cambio de código
(no continuum)
Préstamo
(continuum)
Bilingüe
hablando con
Usará Usará
ternancia se da, no en los hablantes o grupos sociales que tienen problem as p ara d o
m inar alguna lengua, sino todo lo contrario, en aquellos que han adquirido un dom i
nio suficiente de dos códigos, en los bilingües: en el prim er caso, es m ás fácil que se
produzca una m ezcla de códigos que una alternancia. Frangois G rosjean ha p ro p u es
to un esquem a que refleja cóm o se puede producir la elección de lengua y el cam bio
de código en el hab lan te bilingüe (figura 15.3).37
E ste árbol de decisiones explica con claridad que la e le c c ió n d e le n g u a y el c a m
b io d e c ó d ig o ( a lte r n a n c ia d e le n g u a s ) son m anifestaciones, si bien en niveles diferen
tes, de un m ism o proceso al que se le puede d ar el nom bre de e le c c ió n lin g ü ís tic a .
P artien d o de una realidad de bilingüism o, las causas de la alternancia están re
lacionadas con las particulares condiciones y circunstancias de los bilingües. A p p el
y M uysken usan com o fun d am en to p a ra explicar los m otivos del cam bio de código
las funciones del lenguaje establecidas p o r Jak o b so n :38 la alternancia se puede d a r
p a ra favorecer la función referencial (de determ inados tem as sólo se habla en u n a
lengua y n o en otra; ciertos objetos se designan con vocablos de una lengua y no de
o tra ), p ara fav o recer la función conativa, im plicando m ás directam ente al oyente (en
este sentido, p u ed e te n e r fines convergentes o divergentes, según la «teoría de la
acom odación del habla»); tam bién se p u ed en alternar dos lenguas p ara favorecer
la función expresiva (m odo de expresión de un grupo social determ in ad o ), la fu n
ción fática (al cam biar el tu rn o se cam bia la lengua), la m etalingüística (por ejem
plo, p a ra resaltar las habilidades lingüísticas propias) o incluso la poética (hacer ju e
gos de palabras).
A dem ás de estas causas, los sociolingüistas tam bién dan una gran im portancia al
peso que p ueden te n e r las características sociales de los hablantes, desde la edad has
ta su nivel sociocultural, los contextos en que se establecen las interacciones y los ras
37. Life with Two Languages, Cambridge, Harvard University Press, 1982.
38. Véase también H. Baetens Beardsmore, Bilingualism: basic principies, Clevedon, Multilingual
Matters, 1986. En esta obra se habla de las siguientes funciones: de cita (estilo directo o indirecto), apelativa
(para dirigirse a un interlocutor entre varios posibles) de interjección, de reiteración, de énfasis y pragmática.
274 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
R eflexiones y ejercicios
4. R elea el texto sobre el «bofe» incluido en este capítulo e identifique los ti
pos de alternancia o cam bio de lenguas que allí aparecen.
Orientaciones bibliográficas
39. Véase M. Turell, «L’alternanga de llengües i el préstec en una comunitat interétnica», en M. Turell
(ed.), La sociolingüística de la variado, Barcelona, PPU, 1995, pp. 259-293.
40. Al lado de los avances experimentados en el ámbito conceptual o teórico de las lenguas en contac
to, hay que resaltar finalmente aquellos que tienen que ver con el método de estudio, porque la cuantifica-
ción, sobre la que Weinreich tanto insistía, ha pasado a ocupar un lugar relevante, gracias, sobre todo, a la
aplicación de la estadística por parte de la sociolingüística. Hoy día es posible calcular las probabilidades de
aparición de una transferencia, de un préstamo o de una alternancia de lenguas, valorando conjuntamente la
incidencia que sobre ellas tienen todos y cada uno de los factores lingüísticos y sociales implicados en el pro
ceso. Véase S. Poplack, «Variation theory and language contact: concepts, methods and data», en D. Preston
(ed.), American dialect research: A n anthology celebrating the JOOth anniversary o f American Dialect, Society,
art. cit.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 275
la lectura del capítulo que S. Poplack p rep aró para la obra coordinada p o r H. L ópez
M orales, Introducción a la lingüística actual (M adrid, Playor, 1983, pp. 183-207); el ca
pítulo lleva com o título «Lenguas en contacto». Y a esta relación se puede añadir la
parte cuarta del libro de J. V endryes, E l lenguaje (México, U T H E A , 1979), con m u
chos ejem plos y de fácil lectura.
A cerca de las interferencias y préstam os del francés y el inglés en el español,
véase el libro de A. Quilis et a i , Interferencias lingüísticas en el habla de los niños es
pañoles emigrantes en Francia (M adrid, M EC , 1982) y el de A. R am írez, E l español
de los Estados Unidos. E l lenguaje de los hispanos (M adrid, M apfre, 1992); este últi
m o p resen ta algunos m ateriales de interés.
C a p ít u l o 16
Pero bien deueis sauer que la menos buena lengua es la mas mez
clada.
F ernando d e H e r r e r a , controversia sobre sus anotaciones
a las Obras de Garcilaso de la Vega, Sevilla, siglo xvi
E n tre la clases de lenguas caracterizadas p o r Stew art, se incluyen dos que care
cen de e s t a n d a r i z a c ió n , a u t o n o m í a e h is t o r i c i d a d : las le n g u a s p i d g i n y las c r io lla s ; en
las p rim eras tam poco se aprecia v ita lid a d , p ero en las segundas sí. Com o apuntam os
en el capítulo dedicado a las variedades lingüísticas, las le n g u a s c r io lla s y las l e n g u a s
p i d g i n se d eben a un desarrollo característico de ciertos tipos de contactos lingüísti
cos y sociales, que dan lugar a soluciones lingüísticas en las que se com binan el vo
cabulario de u na lengua con la gram ática de otra. Esos contactos obligan a en contrar
un sistem a de com unicación com ún a personas que hablan lenguas diferentes e inin
teligibles. C uando no existen hablantes nativos de esa variedad m ixta, estam os ante
le n g u a s p i d g i n o s a b i r e s ; cuando el contacto se prolonga y estabiliza, expandiéndose
funcionalm ente y dando lugar a una com unidad de habla, nacen las l e n g u a s c r io lla s .
A u n q u e algunos autores distinguen los p i d g i n de los s a b i r e s , sobre la base de que los
prim eros son sistem as com pletos y los segundos sistemas con el léxico lim itado a un
ám bito determ inado, nosotros harem os un uso indistinto de am bos térm inos.
E sta sucinta presentación nos va a servir de punto de p artida para caracterizar
m ás porm enorizadam ente las variedades pidgin y criollas y p ara diferenciarlas de las
lenguas francas. Se define le n g u a f r a n c a (o l in g u a fr a n c a ) , en un sentido am plio, com o
la variedad lingüística utilizada p ara la com unicación en tre personas cuyas lenguas
m atern as son diferentes. W. J. Sam arin distingue cuatro tipos de variedades que se
ajustan a esta definición: las le n g u a s d e c o m e r c i o , usadas p a ra todo tipo de transac
ciones en determ inados territorios (por ejem plo, el suahelí o s w a h i l i en Á frica o rien
tal), las l e n g u a s d e c o n ta c t o , que p ueden encontrarse en num erosísim os lugares del
m u n d o ,1 las l e n g u a s in te r n a c io n a le s y las le n g u a s a u x ilia r e s o a r tific ia le s , com o el es-
1. A propósito de los contactos, hay que distinguir los que se producen en situaciones de frontera lin
güística de los contactos que se derivan de la convivencia de dos lenguas en una comunidad o en un grupo de
hablantes. Ejemplos de variedades de contacto del primer tipo (variedades de frontera) son el barranqueño,
278 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
en la frontera entre España y Portugal, el mirandés, en los límites de las hablas leonesas y portuguesas, el
aguavivano, variedad de probable origen mozárabe con elementos catalanes y aragoneses, el chapurreao, en
la frontera entre Aragón y Cataluña, en el nordeste de Teruel, o el fronterizo, en la frontera entre Uruguay
y Brasil. Estas variedades pueden ser aprendidas desde la infancia en sus respectivas comunidades (no esta
ríamos, por tanto, ante lenguas francas) si bien todas ellas se encuentran inmersas en un acusado retroceso
(véase M. Alvar, «Cuestiones de bilingüismo y diglosia en el español», en El castellano actual en las comuni
dades bilingües de España, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48; J. P. Roña, El dialecto «fron
terizo» del Norte de Uruguay, Montevideo, Universidad de la República, 1965; A. Elizaincín, Dialectos en con
tacto. Español y portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992; C. de Azevedo Maia, «El miran
dés» y M. A. Martín Zorraquino y M. R. Fort, «La frontera catalano-aragonesa», ambos en M. Alvar (dir.),
Manual de dialectología hispánica. El español de España, Barcelona, Ariel, 1996, pp. 159-170 y 293-304, res
pectivamente; M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América, Barcelona, Ariel,
1996). Por otro lado, pueden servir como ejemplos del resultado de la convivencia de lenguas en una co
munidad o en un grupo de hablantes de una comunidad los usos de lo que se conoce como fragnol (francés-
español), frangíais (francés-inglés, en Canadá), espanglish (español-inglés, en Estados Unidos), cocoliche (es
pañol-italiano, en Buenos Aires, Argentina), el pocho (español-inglés, en el sudoeste de Estados Unidos), el
portuñol (portugués-español, en la frontera con Brasil), el tex-mex (español mejicano-inglés), la media lengua
(español-lengua indígena americana). Estos usos lingüísticos son muy irregulares e inestables, pero no deben
ser tratados como lenguas pidgin o criollas. Podría decirse que en tales casos estamos simplemente ante ma
nifestaciones de mezclas lingüísticas.
2. «Lingua Francas of the World», en J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Language, La Haya,
Mouton, 1968, p. 661.
3. Véase E. Ardener et al., Multilingüismo y categoría social, Buenos Aires, Paidós, 1976.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 279
dos del portugués), el criollo de H aití y de la G uyana Francesa (derivados del fran
cés) o el criollo jam aicano o el tok pisin, de N ueva G uinea (derivados del inglés).
Los rasgos que d an personalidad a las lenguas criollas, al m argen de su origen,
son la coincidencia en tre ellas de ciertos elem entos lingüísticos, la relativa sim plicidad
de su gram ática y su fonología, frente a las de otras lenguas naturales, y la presencia
de elem entos que son fruto de la m ezcla lingüística. N o obstante, estos caracteres d e
ben ser relativizados, dado que no se presentan con la mism a intensidad en todos los
criollos y dado que hay lenguas, de las que no son consideradas com o criollas, que
exhiben un m ayor grado de sim plicidad y m ezcolanza que m uchos auténticos criollos;
al fin y al cabo, todas las lenguas naturales han experim entado procesos de m ezcla y
de simplificación a lo largo de su historia, aunque no se puede afirm ar por ello que
todas las lenguas sean criollas, ni m ucho m enos.
D esde un p u n to de vista social, R. H udson ha señalado que las lenguas criollas
son m ás in teresantes que las pidgin p o r tres razones. E n prim er lugar, p orque hay m ás
hablantes de lenguas criollas que de pidgin (entre 10 y 17 m illones de hablantes de
criollo; en tre 6 y 12 m illones de hablantes de algún pidgin); en segundo lugar, p orque
la m ayoría de las lenguas criollas son habladas por descendientes de esclavos africa
nos, p a ra quienes el instrum ento lingüístico es tam bién una seña de identidad; en te r
cer lugar, p o rq u e hay m inorías inm igrantes, en países en los que se habla la lengua
que ha servido de superestrato al criollo, que tienen graves problem as sociales y edu
cativos puesto que su variedad es considerada como un m al uso de la lengua dom i
n an te y puesto que m uchas veces no cuenta ni con los más elem entales instrum entos
de «estandarización» ni, p o r supuesto, con ningún tipo de prestigio d en tro de la co
m unidad re c e p to ra .4
C uando dos lenguas en tran en contacto, es posible que una de ellas —la m ás
prestigiosa, la de m ayor peso— se im ponga sobre la de m enor peso, dando lugar a un
desplazam iento y una sustitución de lengua, com o se ha com entado en o tro capítulo:
d u ran te un tiem po hab rá individuos bilingües que harán posible el cam bio. Sin em
bargo, cuando estas lenguas en tran en contacto con fines com erciales — a m enudo un
com ercio desigual y generalm ente en lugares idóneos para estas transacciones (las
costas de A sia, Á frica y A m érica)— o en o tro tipo de situaciones típicam ente colo
niales (traslados de población p ara su explotación laboral; esclavitud), cuando los h a
blantes no p u ed en acceder a un m odelo de la lengua dom inante p o r no ten e r sufi
ciente tra to con el grupo m ás p oderoso,5 puede surgir una solución de com prom iso,
una lengua pidgin, m uy especialm ente si las lenguas que se ponen en contacto son
tres, y no dos, p o rq u e en tal caso la nueva variedad se hace necesaria ta n to para la
com unicación con los hablantes de la lengua dom inante com o para la com unicación
con los hablantes de la tercera lengua; la simplificación de la lengua dom inante se
hace inevitable.
B a s il e c t o (criollo de Guyana) m i gii am ‘yo le di’ > m i bin gii am > ni bin gii ii >
m i bin gi ii > m i di gii ii > m i di gi ii > a di gii ii > a di gi oo > a did gi ii > a did
giv ii > a did giv hii > a giv ii > a giv im > a giv him > a geev ii > a geev im > a geev
him > I gave him ‘yo le di’ a c r o l e c t o (inglés).
Continuo desarrollador
Jerga
Pidgin estable
Pidgin elaborado Continuo pospidgin
Continuo reestructurador
Los distintos cam inos que puede seguir el contacto de lenguas han despertado el
interés de num erosos especialistas, com enzando por H ugo Schuchardt, el m ás b ri
llante de los precursores. Para Schuchardt no existe ninguna lengua en el m undo que
no haya sufrido, en algún m om ento de su historia, algún proceso, leve o intenso, de
m ezcla o de contam inación; sobre esta base, dedica una gran parte de su atención a
las com unidades de habla criolla de base rom ánica. E ste lingüista llega a p ro p o n er
una tipología de las situaciones de contacto en las que surgen habitualm ente los crio
llos, a los que llam a «lenguas de necesidad»: en prim er lugar estarían las situaciones
en las q ue se produce una aparición y un rápida extinción del criollo; en segundo lu
gar, las situaciones de aparición del criollo en las que tiene un existencia precaria, con
poco desarrollo, y finalm ente las situaciones en que se produce la aparición y desa
rrollo del criollo.7
M ás recientem ente, P. M ühlháusler ha presentado un esquem a que recoge los
procesos de pidginización, des pidginización, criollización y descriollización ordenados
en to rn o a dos continuos generales: un continuo desarrollador y un continuo reestruc
turador (figura 16.1).8
El continuo desarrollador explica el proceso que lleva a la aparición del pidgin y
del criollo; el continuo reestructurador explica el paso del pidgin o del criollo a la len
gua dom inante o lexificadora, a través de unos continuos, de m últiples grados in ter
m edios. E n cualquier caso, la convivencia con la lengua dom inante tam bién puede dar
lugar a la creación de una situación de diglosia, com o ocurre en H aití con el criollo y
el francés.
E n o tro o rden de cosas, a la h o ra de explicar los procesos de criollización, deben
tenerse m uy en cuenta los estudios que proponen que las lenguas criollas han tenido
su origen en procesos sim ilares a los que se producen en el habla infantil o en el
aprendizaje de segundas lenguas: los criollos serían m anifestaciones del aprendizaje
im perfecto de segundas lenguas o de las fosilizaciones y simplificaciones habituales en
un proceso de adquisición.9 E n tal caso no estaríam os ante teorías de naturaleza so-
ciohistórica, sino ante una tercera vía explicativa, en la que han destacado las ideas
de D erek B ickerton, p ro m o to r de la «teoría del bioprogram a». Para B ickerton existe
7. 1909, Pidgins and Creóle Languages, ed. por G. Gilbert, Londres, Cambridge University Press, 1980.
8. Pidgin and Creóle Studies, Oxford, Blackwell, 1986. Véase también Pidginization and simplification
o f language, Canberra, Australian National University, 1974.
9. Véase J. Schumann, The pidginization process: a model fo r a second language acquisition, Rowley,
Mass., Newbury House, 1978.
282 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
un bioprogram a de los rasgos que han de p resentarse en toda variedad criolla. Ese
bioprogram a ofrece unos elem entos que son com unes al nacim iento de los criollos, a
la adquisición de la lengua m atern a y a la evolución general de las lenguas; de hecho
se puede establecer un paralelism o en tre la form a en que los niños adquieren su len
gua m atern a y la m anera en que se van form ando las variedades pidgin y criollas, p o r
que lo que un niño apren d e con facilidad suele coincidir con las características p rin
cipales de los criollos.10
L a form ación de los criollos n o responde a procesos m uy distintos de los que h an
experim entado otras lenguas. Para B ickerton, el criollo prototípico es el que procede
de un pidgin que no tiene m ás de una generación de existencia en una población for
m ada, en un 20 % aproxim adam ente, p o r personas que tienen la lengua dom inante
com o lengua m atern a y, en un 80 % aproxim adam ente, p o r personas que tienen otras
lenguas m aternas.
D esde un pun to de vista estrictam ente lingüístico no se puede hablar de unos ca
racteres lingüísticos propios de los pidgin o sabires y otros de los criollos: lingüística
m en te n o es posible distinguir un pidgin de un criollo. P or ello la som era caracteri
zación lingüística que aquí se va a p resen tar concierne prácticam ente por igual a los
dos tipos de variedades que nos ocupan.
La fonología de los pidgin y los criollos a m enudo — no siem pre— tiene una n ó
m ina m ás reducida que la fonología de la lengua dom inante, dado que en ella dejan
de ten er carácter distintivo algunos elem entos: en el caso de criollos españoles se p u e
den dejar de distinguir los fonem as vibrante sim ple y m últiple o los fonem as /p/ y /f/,
com o ocurre en el chabacano (Filipinas). D ebe destacarse que, en el nivel fonético-
fonológico, es norm al la influencia de elem entos suprasegm entales propios de las len
guas indígenas: en el papiam ento es característico el acento tonal, h ered ad o de las
lenguas africanas, que opone form as com o tapa (con tono final bajo o grave) ‘ta-
p a r(se )’ y tapa (con tono final alto o agudo) ‘ta p a ’.11 P or lo dem ás, la fonología crio
lla, aparte de reflejar tendencias naturales que afectan a prácticam ente todas las len
guas del m undo (tendencia a elim inar distinciones en las líquidas o a reducir las fri
cativas y las africadas), tiene en la variabilidad una de sus principales características,
una variabilidad que es m ayor aún que la de o tro tipo de lenguas, debido a la com
plejidad de la situación sociolingüística en la que se desarrollan.
E n el nivel gram atical, los pidgin y los criollos suelen carecer de flexión nom inal,
pronom inal y verbal: quedan elim inadas las m arcas de distinción de género o de n ú
m ero, así com o de tiem pos verbales; p o r otro lado, los límites form ales en tre la tran-
sitividad y la intransitividad se desdibujan. D esde una perspectiva más pu ram en te sin
táctica, los fenóm enos de concordancia y de rección son escasos y es norm al que las
lenguas pidgin y los criollos tengan una organización bastante simple: predom ina la
á) A usencia de las form as del verbo ser o uso de la llam ada «cópula cero»: de
p ik n i sik ‘el niño [está] enferm o’ (criollo inglés de Jam aica).
b ) U so de una m ism a palab ra para indicar posesión o existencia: get wan um an
we get gyal p ik n i ‘hay un hom bre que tiene una h erm an a’ (criollo inglés de G uyana).
c) U so de negación preverbal: m elabat no kaan go garram yu m o b ‘no podem os
ir contigo» (kriol de A ustralia).
E n lo que se refiere al léxico, la relación que une al pidgin o al criollo con la len
gua dom inante de la que se deriva suele m anifestarse de m anera b astante clara. La
m ayor p a rte del léxico, alrededor del 80 % , procede de la lengua dom inante, aunque
la p roporción p uede ser mayor: según los recuentos de A ntonio Quilis, el léxico es
pañol en chabacano puede sup erar el 90 % .13 A pesar de todo, no son extraños, ni
m ucho m enos, los elem entos léxicos procedentes de la o tra o las otras lenguas en con
tacto; estos elem entos suelen ten er un carácter designador y a m enudo están referi
dos a plantas, anim ales o a las relaciones familiares: en el chabacano de Z am boanga
se en cu en tran vocablos tagalos com o saging ‘b a n an a’, palay ‘arroz con cáscara’, ba-
gon ‘gam bas’, inay o nana ‘m a d re ’.
E l léxico de los pidgin y criollos suele ser lim itado, ya que lo com pone un n ú
m ero variable de unidades que oscila en tre las 300 o 400 y las 1.500, lo que tal vez
explica la n aturaleza polisém ica de m uchos de los elem entos léxicos, así com o la
abundancia de construcciones perifrásticas y de com puestos. P o r otra parte, en los vo
cablos tom ados de la lengua dom inante, es frecuente que se den procesos de sim pli
ficación y de reducción de oposiciones fonológicas y morfológicas. E n ocasiones, esa
simplificación puede llevar a una colisión hom oním ica, que obliga a recu rrir a diver
sos procedim ientos p ara evitarla; uno de esos procedim ientos es la repetición: en tok
pisin la repetición perm ite distinguir la form a sip ‘barco’ (< ing. ship) de sipsip ‘ove
j a ’ (< ing. sheep), la form a p is ‘p az’ (< ing. peace) de pispis ‘o rin ar’ (< ing. to piss) o
san ‘sol’ (< ing. sun) de sansan ‘a re n a ’ (< ing. sand). La repetición tam bién es el m e
canism o que perm ite expresar valores enfáticos o intensificados: cry ‘llo rar’ (< ing. to
cry) y crycry ‘llorar de form a co n tin u ad a’; talk ‘h a b lar’ (< inf. to talk) y talktalk ‘h a
blar g ritan d o ’.
P o r últim o, es im p o rtan te llam ar de nuevo la atención sobre la gran variabilidad
lingüística que p resen tan los pidgin y los criollos, una variabilidad y una inestabilidad
que ha llevado a algunos sociolingüistas a pensar que estas variedades no son sus
ceptibles de análisis análogos a los que se practican en otro tipo de com unidades,14 y
que ha servido de fundam ento para que m uchos criollistas defiendan una in te rp re ta
ción polilectal de los usos pidgin y criollos, com o señalam os en el capítulo dedicado
al concepto de variación lingüística: frente al concepto de gram ática com unitaria, los
criollistas h an p ropuesto el de com plejo polilectal que in terp reta la variación lingüís
tica de una form a dinámica; la variación se m anifiesta precisam ente en los estadios
interm edios de difusión de un cam bio lingüístico.
A l estudiar y com parar las lenguas pidgin y criollas, se descubre inm ediatam en
te la coincidencia de algunos de sus rasgos, la aparición de caracteres que se repiten
tan to en las lenguas del área del Pacífico com o en las lenguas del A tlántico. ¿A qué
se deb en esas coincidencias? ¿Por qué lenguas geográfica e históricam ente distantes
m uestran unos -rasgos sim ilares o coincidentes? Con otras palabras, ¿cuál es el origen
de los sabires y los criollos?
A u n q u e h an sido m uchas las explicaciones, m ás parciales o m ás generales, que
se h a n dado a propósito del origen de los pidgin y los criollos,15 lo cierto es que p u e
den agruparse en torn o a dos hipótesis o líneas de pensam iento: la que defiende la
poligénesis y la que cree en la monogénesis.
L a «teoría de la poligénesis», represen tad a por los trabajos de R o b ert A . H all y
ya adelantada en los estudios de H ugo Schuchardt, sostiene que estas lenguas se han
originado allí donde una lengua dom inante, pongam os las lenguas europeas colonia
les, han e n trad o en contacto con otra u otras lenguas no europeas. D e esta form a se
pu ed e d efender una relación histórica y particular entre cada lengua criolla y la len
gua dom inante de la que deriva, ya sea el español, el portugués o el francés, ya sea el
inglés o el n eerlan d és.16
L a «teoría de la m onogénesis», representada, por ejem plo, p o r los trabajos de
K eith W hinnom ,17 sostiene que los rasgos com unes que se descubren en los pidgin y
criollos de latitudes diferentes sólo pu ed en explicarse recurriendo a una base com ún,
a un m ism o origen para todos ellos. La estructura lingüística com ún ha sido localiza
da, p o r unos, en un protocriollo afroportugués, desarrollado a raíz de las colonizacio
nes y el com ercio de los negreros d u ran te los siglos xvi y x v i i , sobre to d o p o r parte
de los portugueses; otros la localizan en una variante atlántica del sabir o lingua fra n
ca de los m arineros, desarrollada en el M editerráneo desde la E d ad M edia, p ro b a
blem ente com o lengua de contacto d u ran te las Cruzadas, y constituida por un léxico
principalm ente español e italiano, con elem entos árabes, turcos y griegos.18 Sea com o
fuere, la hipótesis de la m onogénesis rechaza la existencia de una relación histórica
entre cada lengua criolla y la lengua eu ropea correspondiente.
15. Se habla de los pidgin y criollos como simplificaciones que los señores, patronos y comerciantes ha
cían para hablar con sus esclavos o empleados, como si de un baby-talk se tratara; también se ha pensado que
fueron los esclavos los responsables de tales simplificaciones, en el proceso de adquisición de las lenguas eu
ropeas. Para todo ello, véase F. Tarallo y T. Alkmin, Fulares crioulos. Línguas em contato, San Pablo, Atica,
1987.
16. Pidgin and Creóle Languages, Ithaca, Nueva York, Cornell University Press, 1966.
17. Véase «The Origin of European-based Creóles and Pidgins», Orbis, 14 (1965), pp. 509-527.
18. Véase «Die Lingua Franca», Zeitschrift fiir Romanische Philologie, 33 (1909), pp. 441-461. También
Pidgins and Creóle Languages, ob. cit.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 285
19. Véase G. de Granda, Lingüística e historia: temas afro-hispánicos, Valladolid, Universidad de Va
lladolid, 1988.
20. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», Lingua, XXIV (1970), pp. 254-267.
21. Véase D. Montcanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cit., p. 19 y ss.
286 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
22. A esta lista se ha añadido, en medio de una interesante controversia, el bozal caribeño. El carácter
criollo de esta variedad ha sido puesto en tela de juicio por algunos especialistas, que consideran que en el
Caribe hispánico no existieron lenguas de esta naturaleza (véase H. López Morales, Sociolingüística, 2.a ed.,
Madrid,*Gredos, 1993, p. 148). Para Germán de Granda el bozal de Cuba sería una variedad derivada del pro-
tocriollo afroportugués; y lo mismo opina Megenney de la variedad afroespañola de la República Dominica
na, si bien Lipski prefiere pensar en un protocriollo afrohispánico. Véase un análisis de la cuestión y la bi
bliografía pertinente en la obra de D. Monteanu, El papiamento, lengua criolla hispánica, ob. cit., pp. 27-30.
Por otro lado, Germán de Granda incluye en la lista el criollo de Uré, el criollo del departam ento de Chocó
(Bolivia) y el habla del palenque de Ecuador, todos ellos ya desaparecidos. Al mismo tiempo habla de una
variedad de español de los bilingües de Guinea que no ha sido reconocida por A. Quilis. Véanse G. de G ran
da, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978; A. Quilis, La lengua es
pañola en cuatro mundos, ob. cit. Tenemos muy pocas noticias de otras hablas mencionadas, por ejemplo, por
Roña: el criollo de Trinidad, el de Portobelo (Panamá) y algunos criollos que sobreviven aisladamente en Ve
nezuela, Cuba y la República Dominicana. Véase D. Monteanu, ob. cit., p. 26. Del criollo de Panamá no se
habla en E. Alvarado, El español de Panamá, Panamá, Editorial Universitaria, 1971; véase, sin embargo, J. M.
Lipski, «El lenguaje de los congos panameños: ¿vestigios de un criollo afrohispánico?», en Actas del V II Con
greso de la A L F A L , II, Santo Domingo, ALFAL, 1989, pp. 63-79.
23. No existe unanimidad, sin embargo, acerca de la procedencia española: en general, los defensores
de la hipótesis de la monogénesis propugnan un origen afroportugués, para esta y para las demás variedades.
Véase el análisis de las teorías sobre el origen del papiamento que ofrece D. Monteanu, ob. cit., pp. 84-116.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 287
Shon Arey tabatin un tereno grandi, cu tabata yen di brigamosa. Nada e no por a
haci cu e tera ey, p ’esey el a bai busca hende, cu quier roza e lugar. Esun, cu por
rosa e tera, sin grawata su curpa, lo hanja un baca grandi y gorda. Ma esun cu gra-
wata, lo mester caba su bida na palu di horca.
(Su Majestad el Rey tenía un terreno extenso, que estaba lleno de pringamozas.
No podía hacer nada con esa tierra y por eso se puso a buscar gentes que quisie
ran rozar el campo. Quien pudiera hacerlo sin rascarse, recibiría una vaca grande
y gorda. Pero el que se rascara, perdería la vida en la horca.)
24. Presentado por D. Monteanu en su libro El papiamento, lengua criolla hispánica, Madrid, Gredos,
1996, pp. 432-434.
25. «Palenquero: A Spanish-Based Creóle of Northern Colombia», art. cit.
288 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
lwárjgo ci ma lwárjgo
ci mari lwárjgo de arjgóle
hwáh gü gü me ñamo yo
kwárj di soto salí ma muhé
o le le
o le le le le
ci ma lwárjgo
ci man korjgo
ci mari lwárjgo de arjgóle
hwárj gü gü me ñamo yo
kwár) di soto salí ma muhé
o le le
o le le le le
26. Véase W. Megenney, El palenquero. Un lenguaje post-criollo de Colombia, Bogotá, Instituto Caro y
Cuervo, 1986; La influencia del portugués en el palenquero colombiano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1983.
G. de Granda, Estudios lingüísticos hispánicos, afrohispánicos y criollos, Madrid, Gredos, 1978.
27. El palenquero, ob. cit., pp. 78-79.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 289
los conflictos com erciales con portugueses y holandeses, fueron naciendo en Filipinas
distintas variantes del chabacano. Las principales son el chabacano caviteño y el ter-
nateño, hablados en la bahía de M anila, el chabacano zam boangueño, hablado en
Z am boanga, y el chabacano cotabateño hablado en el sur de la isla de M indanao.
E n tre las características lingüísticas de este criollo hay que señalar el paso a [p]
del fonem a líl, inexistente en las lenguas filipinas, el seseo, la aspiración de /x/, el d e
b ilitam iento articulatorio de /y/, la conservación de las palatales nasal y lateral y la
p érd id a de la vibrante m últiple, que pasa a realizarse com o [r].30 D esde el punto de
vista gram atical, m erece la p en a com entar el uso del artículo tagalo si, la form ación
del plural m ediante la partícula mga (el mga casa ‘las casas’) que alterna con el uso
de los m orfem as de plural del español, la invariabilidad del adjetivo, la introducción
de form as indígenas en los pronom bres personales (kamé, kitá ‘nosotros, n o sotras’) y
la sim plicidad del paradigm a verbal, con pérdida de la -r en el infinitivo (com e ‘co
m e r’, quitá ‘q u itar’, com prá ‘co m p rar’). E l léxico chabacano, que no es uniform e en
todas las variantes, incluye cerca de un 90 % de elem entos de origen español, a los
que hay que unir voces indígenas y algunos am ericanism os, arcaísm os y anglicismos,
estos últim os cada vez más frecuentes. V alga com o m uestra del chabacano el texto si
g uien te:31
un día el nana di huan ya manda konele kompra sal na tyangge. kuando ta bolbe
ya si huan ya pasa le na un río. Byen bonito gayót el agua y ya pensa le baña an
tes de bolber na kasa. para hende no roba su sal el mana hente ya pone ele sal na
río ya saka le un grande pyedra ka ya pone ele ensima del sal para tapa. Al aka-
bar ya ele de baña y nada ya empesa le buska ke buska kon el sal pero no hay mas
ele enkontra kay ya diriti ya el salina agua.
(Un día la m adre de Juan le envió a comprar sal al mercado. Al regresar Juan, pasó
junto a un río. El agua era muy hermosa y decidió bañarse antes de volver a casa.
Para que no pudieran robar la sal, la colocó en el río y la cubrió con una gran pie
dra. Cuando terminó de bañarse y de nadar, empezó a buscar y buscar la sal, pero
no pudo encontrarla, ya que se había disuelto en el agua.)
R eflexiones y ejercicios
2. E stu d ie y com ente algunos procesos que se hayan dado a lo largo de la his
toria del español y que p udieran ten er algún paralelism o con los que experim entan
las lenguas criollas.
3. ¿Piensa que las lenguas pidgin o criollas son variedades deform adas, que h an
de ser sustituidas p o r lenguas de cultura y cuyos hablantes no disfrutan del prestigio
social? ¿Q ué argum entos esgrim iría para d efender su opinión? ¿C onsidera que toda
persona d ebería conocer, al m enos, una lengua de prestigio?
Orientaciones bibliográficas
32. «Islas Marianas», en M. Alvar (dir.), Manual de dialectología hispánica. El español de América,
ob. cit., pp. 244-248. Véase también C.-P. Albalá y R. Rodríguez-Ponga, Relaciones de EspaFia con las islas
Marianas. La lengua Chamorra, Madrid, Fundación Juan March, 1986.
LA COEXISTENCIA DE LENGUAS Y SOCIEDADES 291
y de H. L ópez M orales (Sociolingüística, 2.a ed., M adrid, G redos, 1993, pp. 143-153),
así com o el in teresan te e instructivo libro de F. Tarallo y T. A lkm in, Falares crioulos.
Línguas em contato (San Pablo, A tica, 1987). Tam bién puede resultar m uy útil la lec-
tura d e l capítulo 1 d e Ja obra d e D. M onteanu, papia/ne/?/#, ¿e/zgcta cri& iia h isp á n i
ca (M adrid, G redos, 1996). E n relación con la interpretación paralela de la form ación
de los criollos y de la adquisición de segundas lenguas, véase el libro de D. L arsen-
F reem an y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas
(M adrid, G redos, 1994, pp. 233-247.).
A cerca de los criollos hispánicos y las variedades hispánicas de contacto, m erece
la pena consultar los siguientes trabajos: A. Quilis, L a lengua española en cuatro
m undos (M adrid, M apfre, 1992); G. de G randa, Estudios lingüísticos hispánicos,
afrohispúnicos y criollos (M adrid, G redos, 1978); M. A lvar, «Cuestiones de bilingüis
m o y diglosia en el español», en E l castellano actual en las com unidades bilingües de
España (Salam anca, Ju n ta de Castilla y León, 1986, pp. 11-48); y M. A lvar (dir.), M a
nual de dialectología hispánica. E l español de España y E l español de Am érica (B ar
celona, A riel, 1996).
C u a rta p a rte
La m ayoría de los lingüistas están de acuerdo en aceptar que 1964 fue una fecha
especial p ara el desarrollo de la sociolingüística m oderna. E n efecto, aquel año tuvo
una singular significación porque n uestra disciplina recibió un im pulso que facilitó su
desarrollo y despertó el interés de un buen núm ero de especialistas. La im portancia
de la fecha estuvo en que p o r aquel año se celebraron en E stados U nidos varias re u
niones de interés. A m ediados de m ayo se celebró una C onferencia sobre Sociolin
güística en Los Á ngeles (U C L A ); los trabajos sobre los que se p lan tearo n los colo
quios y discusiones fueron publicados p or W illiam B right.1 U nos m eses m ás tarde, la
U niversidad de Indiana albergó o tro encuentro sobre sociolingüística; la m ayor p a rte
de los estudios allí presentados h an sido recogidos por Stanley L ieberson.2
E n tre estos congresos y sim posios hubo algunas diferencias, notables, que ence
rrab an cierto valor simbólico. La reunión de la U C L A fue convocada por el C enter
for R esearch in Languages and Linguistics, es decir, por un centro dedicado específi
cam ente al estudio del lenguaje, y fueron lingüistas y antropólogos, principalm ente,
Los niños que crecen aislados no lo utilizan [el lenguaje]; es usado por los seres hu
manos en un contexto social, para comunicarse sus necesidades, ideas y emociones
unos a otros. Los monólogos egocéntricos de los niños resultan ser desarrollos se
cundarios derivados del uso social del lenguaje y muy poca gente emplea mucho
tiempo en hablar a solas. Es cuestionable que las frases que no comunican nada a
nadie formen parte del lenguaje. ¿En qué sentido puede la «sociolingüística» ser
considerada como algo aparte de la «lingüística»?7
E n tre los lingüistas que prestaro n una m ayor atención a los principios enuncia
dos p o r Saussure, hay que destacar a A n d ré M eillet y a C harles Bally, insignes re
p resen tan tes de la «escuela lingüística sociológica». L a aplicación de estas ideas se
hizo sobre m ateriales tan to sincrónicos com o diacrónicos, procurando explicar en
to d o lo posible la llam ada historia externa de los cam bios lingüísticos.
P o r su p arte, la lingüística n orteam ericana de principios del siglo x x tuvo, ad e
m ás de L eo n ard Bloom field, dos figuras relevantes: E dw ard Sapir y Franz Boas. A m
bos m o straro n un gran interés p o r la antropología y potenciaron la colaboración en
tre lingüistas y antropólogos p a ra d ar cuenta de un objeto de estudio: las lenguas
am erindias. L a recogida y descripción de esas lenguas obligó a un trabajo sobre el te
rren o que perm itió acum ular experiencias reales acerca del funcionam iento de la len
gua en los grupos sociales.
A lgo parecido ocurrió con los estudios lingüísticos del R eino U nido. John R.
F irth realizó gran p arte de su trabajo sobre los m ateriales aportados p o r antro p ó lo
gos com o M alinow ski:8 la transcripción y traducción de textos etnográficos exigía te
n e r p resen te el contexto situacional en que fueron em itidos. F irth llegó a p ro p o n er
una teoría contextual del lenguaje (sistém ica) que partía de la idea de que el signifi
cado de un elem ento lingüístico es una función en su contexto. E ste principio fue u ti
lizado algo m ás adelante p o r M. A. K. H alliday para desarrollar una interpretación
de la lengua com o una sem iótica social, una interpretación social del lenguaje y del
significado.9
E n el o tro extrem o de E uropa, en el segundo tercio del siglo xx, se desarrolló
una escuela de gran im portancia para la historia de la lingüística: el Círculo de P ra
ga. La p rim era tesis de este círculo, presentada en el I C ongreso de Filólogos Eslavos
en 1929, pro p o n ía una concepción funcional de la lengua y en otra tesis se hablaba de
la im portancia de las relaciones en tre los sujetos hablantes que se en cuentran en con
tacto lingüístico, de su grado de cohesión social, profesional, territorial y fam iliar, y
de su p ertenencia a diversas colectividades.10 Siguiendo esta línea funcionalista, R o
m án Jak o b so n trabajó p ara fijar los factores y las funciones de la com unicación y p ro
puso un estudio del lenguaje centrado en analizar todas y cada una de esas funciones.
Los estudios de D ell H ym es, rep resen tan te de la tendencia llam ada etnografía de la
com unicación, tienen en cuenta el m odelo funcional de Jakobson y lo introducen en
el cam po de la etnografía.
E n o tros d erroteros, desde finales del siglo xix, tan to la dialectología11 com o la
geografía lingüística han p restado atención al lenguaje desde un p unto de vista social:
Schuchardt, p o r ejem plo, fue uno de los pioneros en el estudio de las lenguas crio
llas.12 La idea de que las com unidades lingüísticas no son hom ogéneas fue dem ostrada
p o r el ab ate R ousselot en 1891 y, algo más adelante, Louis G auchat pro b ó la exis
tencia de variación lingüística entre los habitantes de la localidad de C harm ey y con
cluyó que esa variación venía d eterm inada por factores com o el sexo, la edad o la p ro
fesión de los h ab lan tes.13
La geografía lingüística, p o r su p arte, tam bién h a conocido proyectos, encabeza
dos p o r el A tlas italo-suizo de Ju d y Jab erg ,14 en los que diversos factores sociales han
8. Véase Coral Gardens and their Magic, 2.a ed., Londres, Alien & Unwin, 1966. También E. Ardener
et al., Antropología social y lenguaje, Buenos Aires, Paidós, 1976.
9. Véanse J. R. Firth, Papers in linguistics 1934-1951, Londres, Oxford University Press, 1957; «A sy-
nopsis of linguistic theory», Studies in Linguistics Analysis, Oxford, 1957; M. A. K. Halliday, Towards a So-
ciological Semantics, Urbino, Universitá di Urbino, 1972; Explorations in the Functions o f Language, Londres,
Edward Arnold, 1973; Learning How to Mean: Explorations in the development o f language, Londres, Edward
Arnold, 1974; Language as social semiotic. The social interpretation o f language and meaning, Londres, E d
ward Arnold, 1978 (trad. al esp. El lenguaje como semiótica social, México, Fondo de Cultura Económica,
1982).
10. Véase B. Trnka et al., El Círculo de Praga, Barcelona, Anagrama, 1972, p. 30 y ss.
11. Véanse M. Cortelazzo, Avviamento critico alto studio della dialettologia italiana, I, Pisa, Pacini ed.,
1969; B. Terracini, «II concetto di lingua comune e il problema dell’unitá di un punto linguistico minimo», Bo-
lletino deli’Atlante Linguistic Italiano, 5-6 (1960), pp. 14-24; J. Séguy, Lefranqais parlé a Toulouse, Toulouse,
1950.
12. Véase Slawo-deutsches und Slawo-italienisches, Graz, 1884. S. G. Thomason y T. Kaufman, Lan
guage Contact, Creolization, and Genetic Linguistics, Berkeley, 1988.
13. «L’unité phonétique dans le patois d’une commune», Festschrift Heinrich Morf: A is romanischen
Sprachen und Literaturen, Halle, 1905.
14. Sprach und Sachadas Italiens und der Siidschweiz, Zófingen, Ringier, 1928-1940.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 299
tenido u n lugar destacado.15 Pensam os, p or ejem plo, en los atlas lingüísticos n o rte
am ericanos, encabezados p o r los trabajos de K u ra th ,16 en el A tlas lingüístico diatópi-
co y diastrático del Uruguay, proyectado p o r Thun, F orte y Elizaincín,17 en eí A tlas
lingüístico de M éxico, dirigido p o r J. M. L ope B lanch,18 en el A tlante lingüístico de la
Sicilia, dirigido p o r R uffino,19 o en el A tlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla -
L a M ancha, de G arcía M outon y M oreno F ernández.20 T odos estos proyectos han
conform ado unas experiencias dignas del desarrollo que posterior o paralelam ente se
h a conocido en el cam po de la sociolingüística.21
U n a vez que la sociolingüística fue reconocida no sólo com o una form a de hacer
investigación, sino com o una corriente de estudio capaz de explicar m ultitud de as
pectos an terio rm en te m al tratad o s y de ap o rtar nuevos principios teóricos y nuevas
posibilidades m etodológicas, la disciplina se ha ido consolidando, a la vez que ha au
m en tad o el nú m ero de investigadores que le dedican toda su atención.
La sociolingüística actual desarrolla su actividad investigadora en tres cam pos
principalm ente: la sociolingüística cuantitativa urbana o variacíonismo, la sociología
del lenguaje22 y la etnografía de la comunicación. E n tre estas corrientes hay diferen
cias teóricas y m etodológicas im p o rtan tes,23 que quedan reflejadas en las cuatro re
vistas m ás difundidas de la especialidad: International Journal o fth e Sociology o f L a n
guage, dirigida p o r Joshua Fishm an, es de tendencia claram ente sociológica (socioló
gica lingüística, se entiende); Language in Society, dirigida p o r D ell H ym es, tiene un
aire ecléctico, au nque hay lugar, y m uy m arcado, para la etnografía de la com unica
ción; Language Variation and Change, dirigida por D avid Sankoff, W illiam Labov y
A n th o n y K roch, es de n aturaleza rigurosam ente variacionista y responde a un deseo
expreso de desm arcar la sociolingüística de Labov de otras corrientes m ás o m enos
cercanas; Journal o f Sociolinguistics, dirigida por N. C oupland y A. Bell, tiene una in
tención interdisciplinaria, si bien deja un lugar im portante al análisis de la conversa
ción y del discurso, a la lingüística textual y a todos los aspectos com unicativos de la
vida social.
A u n q u e éstas son las líneas de trabajo más cultivadas dentro de la sociolingüís-
15. Véase F. Moreno Fernández, «Método geolingüístico y método sociolingüístico. El factor “sexo” en
los atlas», en E. Radtke y H. Thun (coord.), Neue Wege der Romanischen Geolinguistik, Kiel, Westensee, 1996,
pp. 92-112.
16. Handbook o fth e Linguistic Geography of New England, 2.a ed., Providence, Brown University, 1973.
17. «El Atlas Lingüístico Diatópico y Diastrático del Uruguay (AD DU). Presentación de un proyecto»,
Iberoromania, 30 (1989), pp. 26-62.
18. Lope Blanch, J. M., «El Atlas Lingüístico de México», Lingüística Española Actual, XIII (1991),
pp. 153-171.
19. Véase Dialettologia urbana e analisi geolingüístico, Palermo, Centro di Studi Filologici e Linguistici
Siciliani, 1991.
20. «Sociolingüística en el Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La Mancha», en R. Penny (ed.),
Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano, Madrid, Castalia, 1993, pp. 139-149.
21. Los atlas regionales dirigidos por M. Alvar atienden a factores sociales en las ciudades más desta
cadas. Véase, por ejemplo, el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (con la col. de A. Llórente y G. Sal
vador), Granada, CSIC, 1961-1973.
22. Véase de J. Fishman, The Sociology o f Language, Rowley, Mass., Newbury House, 1972 (trad. al
esp. Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979); J. Fishman (ed.), Readings in the Sociology o f Langua
ge, La Haya, Mouton, 1968; J. Fishman, R. L. Cooper y R. Ma (eds.), Bilingualism in the Barrio, Blooming-
ton, In., University of Indiana Press, 1971.
23. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crí
tica, Málaga, Agora, 1988; Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990.
300 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
tica, en sentido am plio, debe tenerse en cuenta que en cada país hay unas tradicio
nes, unas escuelas, unos usos investigadores, unas convenciones de estudio y unas p e
culiares situaciones sociolingüísticas que determ inan, de form a concreta, el m odo en
que una tendencia se cultiva y la procedencia de los estudiosos que le dedican sus afa
nes. E n cualquier caso, al m argen de tradiciones particulares, la sociolingüística an-
glo-norteam ericana, especialm ente la estadounidense, ha m arcado el ritm o de la m a
yor p a rte de las investigaciones recientes.24
La etnografía de la comunicación
27. Véase «Basic Issues in the Sociology of Language», Language, 43 (1968), pp. 586-640.
28. Se ha hecho alusión a ella en el primer apartado de este capítulo.
302 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
U n m edio interesan te de com prender cuáles son los límites de esta corriente in
terdisciplinaria puede ser pasar revista a los fenóm enos que han constituido su obje
to de estudio. A lgunos de ellos son los siguientes: pautas de com unicación (saludos,
despedidas, felicitaciones, etc.), funciones com unicativas (relacionadas con los princi
pios de la pragm ática), naturaleza y definición de la com unidad de habla, instrum en
tos de com unicación, com ponentes de la com petencia com unicativa, relación en tre la
lengua y la visión del m undo, la lengua y la organización social, universales lingüísti
cos y sociales (lengua y cultura).
[la sociolingüística] se ocupa sólo de la com unicación verbal en sus aspectos lin
güísticos exclusivam ente; otros canales com unicativos (tam bores, señales de hum o,
304 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
etc.) no son de su incum bencia, y tam poco lo son otras características físicas de la
com unicación com o el tono de la voz, la distancia en tre interlocutores, la gesticu
lación, etc. El estudio de las funciones com unicativas p e r se no es esencial a la so
ciolingüística, pero es básico para la etnografía de la com unicación, lo que la acer
ca m ucho en ocasiones a la teoría de los actos de habla o pragm ática.33
Pese a todo, no hay que p erd er de vista que los factores etnográficos p u eden ser
im portantes en cualquier investigación sociolingüística, antes y después de ponerla en
práctica: antes, p ara que la recogida de los m ateriales lingüísticos se realice de una
form a adecuada a las características com unicativas de la com unidad de habla; des
pués, p ara hilvanar las conclusiones p uram ente sociolingüísticas con otros procesos
com unicativos que se producen en la sociedad. Si se quieren salvar las dem ás distan
cias, basta con señalar o p o rtu n am en te si se está hablando de sociolingüística en sen
tido estricto o de sociolingüística en sentido amplio. Por lo dem ás, aunque a sim ple
vista este problem a se plantee en el seno de una sociolingüística am plia, lo cierto es
que p uede ten er su proyección en un cam po más general, porque si hay dificultades
p a ra in te rp re ta r la etnografía de la com unicación com o sociolingüística, tam bién las
hay p ara considerarla sim plem ente com o lingüística.
A l m argen de las aportaciones que la etnografía de la com unicación ha hecho al
cam po de la sociolingüística propiam ente dicha o de la antropología, han de valorar
se los aportes realizados a otros cam pos, com o la psicolingüística, la lingüística apli
cada y la lingüística teórica. E n el cam po de la psicolingüística, la etnografía de la co
m unicación ha significado un aum ento del interés por los procesos de adquisición de
las form as de h ab lar utilizadas en interacciones de sociedades particulares. P o r otro
lado, el análisis de las patologías del lenguaje debe atender a datos culturales especí
ficos sobre lo que se considera norm al o patológico dentro de cada com unidad. A d e
m ás, cualquier estudio que p reten d a dar cuenta de procesos o estrategias com unica
tivas universales debe m anejar inform es y descripciones de culturas m uy diferentes,
p a ra lo cual el relativism o de los m étodos etnográficos puede ser de gran utilidad.
E n el cam po de la lingüística aplicada, la etnografía de la com unicación ha con
tribuido a identificar lo que un estudiante de una segunda lengua debe saber para co
m unicarse en esa lengua de form a apropiada en contextos diferentes. A la vez, esta
disciplina contribuye a com parar de form a satisfactoria los sistem as com unicativos de
culturas diferentes: de esta m anera se pu ed en com prender m ejor tan to los problem as
y las características que p resenta la interacción com unicativa, com o los problem as y
características que p resentaría la traducción entre lenguas de culturas m uy diferentes.
E n cuanto a la lingüística teórica, se beneficia de la contribución de la e tn o g ra
fía en el estudio de las form as y usos lingüísticos universales, así com o en la descrip
ción y análisis de lenguas com paradas. Los etnógrafos pueden ayudar a form ular ad e
cuadam ente una teoría de la lengua y de la com petencia lingüística.
Sin n egar el interés y el valor de los estudios de etnografía de la com unicación,
en 1977 Joel Scherzer hacía una serie de denuncias que, en parte, han m antenido su
vigencia h asta la actualidad.34 Scherzer reconoce los valores de la etnografía creada
Orientaciones bibliográficas
35. Además estaría, por ejemplo, la dificultad de analizar los procesos tácitos de la interacción social, lo
que Goffman ha denominado «laconismo de la conversación», muy complicados de valorar para un investi
gador ajeno a la comunidad estudiada.
306 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Variacionismo y cuantificación
1. Véase The social stratification o f English in New York City, Washington, D.C., Center for Applied
Linguistics, 1972. Sociolinguistic patterns, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1972. Language in the
inner city. Studies in the Black English vernacular, Filadelfia, University of Pennsylvania Press.
2. La sociolingüística canadiense, al menos en su corriente variacionista, es continuadora de los plan
teamientos de Labov. Véase D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation. Models and methods, Nueva York, Aca-
demic Press, 1978; H. Cedergren y D. Sankoff, «Variables rules: performance as a statistical reflection of com-
petence» Language, 50 (1974), pp. 333-355.
3. Véase U. Weinreich, W. Labov y M. Herzog, «Empirical Foundations for a Theory of Language
Change», en W. P. Lehmann e Y. Malkiel (eds.), Directions fo r Historical Linguistics. A symposium. Austin,
University of Texas Press, 1968, pp. 189-195.
308 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
8 - » < 0> /
Fuente: H. López Morales, «La sociolingüística actual», en F. Moreno Fernández (comp.), Estudios sobre variación lin
güística, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 1990.
m ente; esto ocurre con las m ás altas probabilidades cuando la vocal anterior es /o/ y
en segundo lugar /a/, si la /d/ p ertenece al m orfem a -d- de participio y si las vocales
q ue le siguen son /o/ y después /a/. A la inform ación lingüística se añadiría la corres
p o n d ien te a las probabilidades y las condiciones de aplicación social y estilística.
L a regla variable sería capaz de explicar en qué m edida se cum ple un fenóm eno
y en qué condiciones lingüísticas y sociales. F rente a las propuestas de «hablante -
oyente ideal» y de «com unidad hom ogénea», conceptos incom patibles con cualquier
tipo de em pirism o, la sociolingüística pro p o ne la experiencia de unos usos reales y re
presentativos. D esde el m om ento en que el variacionism o convierte estas propuestas
en axiomas, aparece el choque dialéctico con el generativism o.6
Sin em bargo, el contraste de opiniones no ha hecho que los variacionistas n o r
team ericanos p ierd an de vista el devenir del generativism o; es más, algunos h an in
ten tad o trab ajar desde la «teoría de la rección y el ligam iento» y otros han visto en
el «m odelo de principios y parám etros» la posibilidad de un acercam iento form al.7
U n a dem ostración de la im portancia que tiene el generativism o p ara los variacionis
tas n o rteam ericanos está, p o r un lado, en la propuesta del concepto de «regla varia
ble», p ero tam bién en el abandono silencioso que se ha ido haciendo, aproxim ada
m en te desde 1978, de esa m ism a regla variable en las publicaciones. E ntiéndase bien:
n o se h a n ab an d o n ad o las técnicas estadísticas, sino el uso form al de las reglas: se cal
culan y p resen tan los factores estudiados y su peso cuantitativo, p ero no se redactan
las reglas derivadas de ellos. Las causas de este cam bio de orientación son varias: p o r
una p a rte está la dificultad de aplicar la regla variable en el cam po de la sintaxis trans-
form acional; p o r otra, una regla variable no explica los fenóm enos, sino que sim ple
m en te los describe; finalm ente, los sucesivos cambios en el seno del generativism o h an
hecho que la elaboración de reglas no se ajuste a las necesidades teóricas m ás re
cientes. E n resum en, la renuncia a form ular reglas variables está íntim am ente ligada
a la relación en tre variacionism o y generativism o.
M uy unido a este problem a encontram os el del em plazam iento de la variación
sociolingüística en el conjunto de la lengua; dicho de otra form a, la localización de la
6. F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crítica, Má
laga, Ágora, 1988, pp. 128-130.
7. F. D ’Introno, «Teoría lingüística, variación paramétrica y español de América», en H. López Mora
les y M. Vaquero (eds.), Actas del I Congreso Internacional sobre el español de América. San Juan. Puerto
Rico. Del 4 al 9 de octubre de 1982, San Juan, Puerto Rico, Academia Puertorriqueña de la Lengua Españo
la, 1987, pp. 373-382
310 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
ciencia del tratam iento de la información que contiene las series de datos proce
dentes de observaciones de fenómenos colectivos (Real Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales).
La sociolingüística trabaja habitualm ente con dos tipos de estadística: una esta
dística descriptiva y una estadística de inferencias (inferencia estadística). L a prim era
consiste sim plem ente en contar y ord en ar cuantitativam ente un conjunto de datos; la
segunda nos perm ite aplicar de form a válida las conclusiones de esos análisis a e n ti
dades m ayores que en realidad no han sido investigadas en su totalidad: resulta im
p ensable que se puedan recoger m uestras de habla de todos los habitantes de M adrid,
p o r ejem plo; de ahí la necesidad de hacer inferencias a partir de los m ateriales de una
m uestra.
La estadística descriptiva incluye pruebas simples de cuantificación, por o tra p a r
te m uy conocidas, com o el recuento de frecuencias absolutas, su conversión en fre
cuencias relativas y el cálculo de m edias, m edianas, m odas, varianzas y desviaciones
típicas.8 E ste tipo de pruebas se aplican en lingüística desde hace m uchos decenios.
Con el paso del tiem po hem os ido ganando en rapidez y fiabilidad en el m anejo de
los datos, así com o en calidad a la hora de presentarlos gráficam ente. E n este punto,
9. W. Labov, «The Social Motivation of Sound Change», Word, 19 (1963), pp. 273-309.
10. Sobre los análisis multivariables, véase M. García Ferrando, Socioestadística. Introducción a la esta
dística en sociología, 2.a ed., Madrid, Alianza, 1994.
312 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
m a de p rep arar los m ateriales p ara el análisis probabilístico es prácticam ente la m is
m a que hem os señalado p ara la estadística descriptiva; en otras palabras: se p arte del
recuento de las frecuencias absolutas del rasgo en cada una de las condiciones p re
vistas y en los discursos recogidos de una m uestra de hablantes.
Llegados a este punto, es necesario insistir en la idea de que la finalidad de este
tipo de análisis es em inentem ente lingüística, p o r lo que los rasgos analizados deben
ser elem entos variables de la lengua. E n el m om ento de valorar el com portam iento
de las variables explicativas y de organizarías en grupos coherentes es aconsejable a n
te p o n e r u n criterio lingüístico a o tro tipo de consideraciones. E l sociolingüista no es
un sociólogo, ni un m atem ático: debe pensar com o lingüista y actuar con los p atrones
derivados de su form ación. D e igual m odo, los resultados que ap o rten los análisis
tam bién h an de ser interp retad o s desde y p ara la lingüística.
L a im portancia del análisis de regresión descansa en varios hechos. E n p rim er lu
gar, esta p ru eb a perm ite averiguar cuál es el grado en que los grupos de factores ex
plicativos determ in an la variación de un elem ento cuando todos ellos actúan conjun
tam ente; dicho de o tro m odo, el cálculo perm ite conocer la probabilidad general de
que aparezca una variante lingüística cuando actúan sim ultáneam ente diversas varia
bles lingüísticas y extralingüísticas. AI m ism o tiem po, las probabilidades rep resen tan
el com portam iento general de una com unidad a propósito de ciertos fenóm enos, au n
que sólo se hayan recogido los usos lingüísticos de algunos hablantes.
E l uso exclusivo de las frecuencias relativas (% ) en la descripción sociolingüísti
ca lim ita enorm em ente las posibilidades del análisis e incluso puede conducir a in te r
p retaciones erróneas, com o se puede com probar en un ejem plo creado p o r D avid
Sankoff.11 Supongam os que estam os analizando la presencia o la ausencia de un a
m arca de plural teniendo en cuenta la clase de palabras en la que aparece o no ap a
rece (adjetivos, determ inantes, nom bres) y las funciones gram aticales de los sintag
m as en los que se dan esas palabras (objeto, sujeto). E l cuadro 18.1 recoge los casos
de uso de la m arca de plural en las condiciones previstas.
E n esta cuadro se indican los casos de presencia de la m arca sobre un to tal de
apariciones posibles. Así, encontram os la m arca de plural en seis de los diez casos
de adjetivos en sintagm as con función de objeto recogidos en los m ateriales; en tres
de los diez casos de determ inantes en sintagm as con función de objeto, y no la en
contram os en ninguno de los diez casos de nom bres con esta m ism a función. L a sum a
de los totales m arginales, en unos datos com o éstos, nos da una im agen real de cóm o
funciona la variación de plural: la aparición de la m arca está claram ente relacionada
con la función de sujeto y con la clase de los adjetivos.
A h o ra bien, hay que ten er en cuenta que en las intersecciones de «clase de p a
labras» y «función» encontram os un m ism o núm ero de apariciones posibles del m o r
fem a (diez en cada caso), hecho que casi nunca se da en los m ateriales sociolingüísti
cos reales: lo norm al es que ese núm ero varíe de form a notable y que la distribución
de los datos no sea tan uniform e. E l cuadro 18.2 representa un ejem plo paralelo al
anterio r, en el que no coincide el núm ero de posibles aplicaciones p o r categoría y fun
ción, aunque las frecuencias relativas parciales sean las mismas.
E n este caso, las frecuencias relativas totales no dan una im agen adecuada del
co m portam iento variable del fenóm eno, porque podríam os in terp retar que el hecho
de que el m orfem a se utilice en una secuencia con función de sujeto o de objeto es
absolutam ente indiferente (50 % en cada caso). Pero, aun cuando los datos estén h o
m o g éneam ente distribuidos, podem os d ar con situaciones en las que los totales no son
válidos p ara el análisis. E sto ocurre en el cuadro 18.3.
A q u í com probam os que los totales m arginales coinciden con los del cuadro 18.1.
P ero tam poco haríam os una in terpretación adecuada si no prestáram os atención a la
form a en que están distribuidas las frecuencias parciales. O bservam os, efectivam en
te, que la clase de los adjetivos y la función de sujeto favorecen la aparición de la m ar
ca; sin em bargo, tam bién se aprecia que las dos variables (clase y función) están
interactuando, es decir, ofrecen una inform ación solapada, porque la función objeto
adm ite la m arca en los adjetivos (90 % ), p ero no en determ inantes y nom bres (0 % ),
m ientras que los d eterm inantes y los nom bres sólo favorecen la aplicación de la m a r
ca cuando p erten ecen a un sujeto (100 y 40 % , respectivam ente). E n un caso así, los
El m odelo estadístico
12. La bibliografía sociolingüística cuenta con varios estudios en los que se da cuenta de los modelos es
tadísticos y los programas informáticos que se han manejado. Los modelos han sido, por este orden, el m o
delo aditivo (Labov, 1969), el modelo multiplicativo (Cedergren y Sankoff, 1974) y los modelos logísticos (San
koff, 1975; Rousseau y Sankoff, 1978). Los programas utilizados han sido V A RBRU L (Cedergren, 1973),
VA RBRU L 2 (Sankoff, 1975; Sankoff y Thibault, 1977; Labov y Labov, 1978), VARBRUL 2S (Poplack,
1979), VA RBRUL 2S para PC (Pintzuk, 1986) y VARBRUL 3 (Rousseau y Sankoff, 1978; Rousseau, 1989).
Para Macintosh, GOLDVARB 1.6 (Rand y Sankoff, 1989) y GOLDVARB 2.0 (Rand y Sankoff, 1990).
13. Esta decisión, no obstante, tienen algunos inconvenientes serios. Para un buen número de lingüistas
es muy difícil comprender para qué se hace cada una de las operaciones matemáticas, porque no se han ex
plicado convenientemente. Lo mismo ocurre en el terreno de la informática. Ni las instrucciones de los pro
gramas ni los trabajos teóricos explican con detalle cada uno de los datos que aparecen en los archivos de
resultados. Esto puede ser muy peligroso con vistas a la interpretación de los fenómenos sociolingüísticos. Re
conocemos, no obstante, que cuando se quiere trabajar entre la lingüística y las matemáticas o la informática,
es muy difícil encontrar el punto medio más adecuado a los intereses de todos.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 315
* Estos datos y los que aparecen referidos a /s/ implosiva proceden de un estudio cuantitativo realiza
do sobre seis localidades españolas, en el límite de las provincias de Toledo y de Cuenca. Los datos son uti
lizados exclusivamente a título de ejemplo. Véase F. Moreno Fernández, «Geolingüística y variacionismo», en
M. Almeida y J. Dortas (eds.), Contribuciones al estudio de la lingüística hispánica. Homenaje al profesor Ra
món Trujillo, Barcelona, Montesinos / Cabildo de Tenerife, 1997, pp. 347-356.
el cuadro 18.4 se m uestran unos datos de aspiración de Isl implosiva en lengua espa
ñola cuando en el contexto fónico siguiente aparece una consonante sorda (s), una
consonante sonora (n), una vocal (v) o p au sa.14
E n el cuadro 18.5 se m uestran unos datos de aspiración de Isl im plosiva recogi
dos en seis hablantes diferentes.
U na vez contados los casos particulares en que se m anifiesta una variable, hay
que averiguar, de nuevo m ediante un recuento, con qué frecuencia se da ese fenó
m en o cuando coinciden distintas variables explicativas. E n nuestro ejem plo sobre la
aspiración de Isl según el contexto siguiente y el hablante, se trata de averiguar cuán
tos casos de aspiración se dan en el hablante 1 cuando el contexto siguiente es una
consonante sorda, cuando es una consonante sonora..., y así sucesivam ente con cada
h ab lan te y tipo de contexto.
E l cuadro 18.6 recoge la frecuencia de aspiración y de no aspiración (conserva
ción, p érdida) de ¡si según el contexto fónico y según el hablante.
Los datos de aspiración de Isl implosiva así presentados parecen suficientes para
h acer un buen análisis, sin em bargo no nos dicen qué im portancia, qué peso, tiene
cada una de las variantes explicativas. E n la prim era cuadrícula tenem os 62 casos de
aspiración de Isl implosiva recogidos en el hablante 1 y ante consonante sorda; pero
14. En el ejemplo que estamos proponiendo, los casos de no aspiración serían los de conservación de la
sibilante más los de pérdida total.
316 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
7 % 2 % 3 % 4 % 5 % 6 % X %
n AP. 63 43 76 54 66 58 55 49 59 45 39 60 358 51
82 57 64 46 48 42 58 51 71 55 26 40 349 49
I 145 140 114 113 130 65 707
V AP. 5 4 31 32 12 15 4 4 2 2 2 2 56 9
129 96 67 68 68 85 107 96 109 98 87 98 567 91
I 134 98 80 111 111 89 623
P AP. 10 8 5 5 24 22 6 4 6 4 8 7 59 8
115 92 87 95 83 78 137 96 129 96 106 93 657 92
Z 125 92 107 143 135 114 716
con los datos de que disponem os no podem os saber cuántos de esos casos se deben
principalm ente al hecho de p erten ecer a tal inform ante y cuántos se deben principal
m ente al hecho de que el fonem a vaya ante consonante sorda. P ara conocer este ex
trem o hay que crear un «m odelo teórico» que nos indique la probabilidad de que ap a
rezca la aspiración en cada una de las circunstancias previstas, teniendo en cuenta sus
posibles com binaciones o cruces.
E l «m odelo teórico» de la sociolingüística de un fenóm eno está form ado p o r un
conjunto de probabilidades, no de frecuencias. C om o se refleja en la figura 18.2 (m o
delo logístico), la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico determ inado se
consigue m ediante un cálculo de regresión, que com bina las probabilidades de que
una variante se dé en cada circunstancia específica (factores / , . . . ) con un valor cons-
_ p __ft_ p¡ Pj
T -p ~ 1 - f t ' 1 - p / 1 - p / '"
Esta fórmula es el fruto del perfeccionamiento que ha conocido el análisis de la variación a lo largo del tiempo. Por un
lado, permite obtener unos valores «teóricos» o «esperados» que no sobrepasan nunca los límites del 0 % y del 100 % (0 y 1
en términos de probabilidades). Por otro lado, la relación que se establece, dentro del «modelo teórico», entre los casos de
aplicación (variante estudiada dependiente) y los de no aplicación (resto de variantes de variable dependiente) es siempre
simétrica: la probabilidad de que aparezca un rasgo lingüístico variable (p = aplicación) siempre es complementaria de la pro
babilidad de que no aparezca (1 - p = no aplicación). Finalmente, tiene la virtud de reunir todos los aspectos positivos de
los diferentes modelos usados por la sociolingüística (aditivo, multiplicativo). Cuando la probabilidad de aplicación de un ras
go en una circunstancia determinada supera el 0,5, se interpreta que lo favorece. Véase P. Rousseau y D. Sankoff, «Ad
vances in Variable Rule Methodology», en D. Sankoff (ed.), Linguistic Variation. Models and Methods, Nueva York, Acade-
mic Press, 1978, p. 62.
tan te (pQ). Las probabilidades específicas se calculan a partir de las frecuencias reco
gidas en una com unidad.15
E n estadística es m uy frecuente la utilización de ciertas técnicas p a ra contrastar
hipótesis y p ara conocer si la distribución interna de unos datos se debe a factores ac
cidentales o a errores. La hipótesis de partida en esta clase de análisis se denom ina
«hipótesis nula», según la cual ninguno de los factores estudiados ten d ría un efecto
sistem ático sobre la aparición de un fenóm eno. La creación de un m odelo teórico sir
ve p a ra p ro b ar si la disposición de unos datos se debe al azar o si se explica realm ente
p o r la influencia de ciertos factores. Se trata, p o r lo tanto, de dem ostrar que la hip ó
tesis nula es falsa y que los factores analizados tienen algún p oder de determ inación,
m ayor o m enor, según los casos.
L a sociolingüística variacionista utiliza una prueba para conocer hasta qué p u n
to son significativos los p arám etros del «m odelo teórico», esto es, la b ondad del ajus
te e n tre el m odelo y los datos: la función de la verosimilitud (likelihood). Según San
koff, el principio de la m áxim a verosimilitud proporciona una estim ación de los efec
tos de las variables explicativas, que consiste en elegir el conjunto de valores que m ás
p rob ab lem en te ha generado los datos. E ste principio puede ten er aplicación en m uy
diversos campos. E n m edicina, p o r ejem plo, perm itiría seleccionar, entre todas las p o
sibles causas del cáncer de pulm ón, cuál es la com binación de factores que debe ser
considerada com o la que m ás favorece la enferm edad; en econom ía, ayudaría a co
nocer la probabilidad de ser o no ser un desem pleado en función de una serie de ca
racterísticas individuales o sociales. La verosimilitud está relacionada con las p ro b a
bilidades calculadas para cada variable y sirve tanto para indicar cuáles son las p ro
babilidades m ás adecuadas p ara las variantes de una variable, com o p ara determ inar
cuál es la com binación de variables que m ejor se corresponde con los datos.
E l análisis de regresión de los m ateriales de Isl implosiva que nos están sirvien
do de ejem plo ap o rtaría unos resultados com o los que se m uestran en el cuadro 18.7.
Según se nos inform a en el cuadro 18.7, el input o probabilidad m edia de que se
produzca la aspiración de Isl es de 0,224 (las probabilidades se expresan con valores
que van de 0 a 1), es decir, se tra ta de un fenóm eno de probabilidad baja. C uando
Input: 0,224
Log de verosimilitud: -1.609,472
Signif.: 0,000
H ablante C ontexto fó n ic o
1: 0,386 ante sorda: 0,677
2: 0,678 ante sonora: 0,784
3: 0,741 ante vocal: 0,181
4: 0,253 ante pausa: 0,186
5: 0,387
6: 0,646
15. El valor constante se denomina p0 y también input, probabilidad de input, efecto medio o media co
rregida: se consigue a partir de una media del peso de las diferentes variables, que, a su vez, es proporcional
al número de datos asociado a cada variante. Este valor compensa las diferencias que pueda haber en las pro
babilidades de dos o más variables explicativas diferentes y sirve como punto de referencia.
318 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
aparece, lo hace con una m ayor probabilidad en los hablantes 2, 3 y 6 que en los d e
m ás y, sobre todo, cuando el contexto siguiente es ocupado p o r una consonante, sea
sorda o sonora: las probabilidades que están por encim a de 0,5 favorecen el fenóm e
no y las que están p o r debajo lo desfavorecen. E n lo que se refiere al nivel de signi
ficación de n u estro análisis, observam os que la probabilidad de erro r (Signif.: 0,000)
está m uy p o r debajo del límite fijado convencionalm ente para las ciencias sociales
(0,05). El valor del logaritm o de verosim ilitud nos indica que los datos aquí p resen
tados corresponden a la fase m ás verosím il de todo el análisis.
E n resum en, la sociolingüística variacionista ha dedicado una parte im portante
de sus esfuerzos al perfeccionam iento de unas técnicas cuantitativas de análisis, e n
cam inadas a d eterm in ar la incidencia de los contextos lingüísticos y sociosituaciona-
les sobre la variación lingüística. A u nque el variacionism o norteam ericano siem pre ha
hecho sus consideraciones teóricas y m etodológicas desde posiciones cercanas al ge
nerativism o, lo cierto es que algunos de sus conceptos fundam entales son difíciles de
conciliar. Por o tra parte, el análisis probabilístico se ha convertido en una h e rra
m ienta de estudio susceptible de ser utilizada desde diversos m arcos teóricos.
E l m étodo variacionista busca el cálculo de la probabilidad de que aparezca un
rasgo lingüístico d eterm inado en unas circunstancias lingüísticas, sociológicas y con
textuales determ inadas. A p artir de los datos de frecuencia recogidos en un grupo de
hablantes, se crea un m odelo teórico form ado por las probabilidades de que se dé un
fenóm eno cuando concurren diversas circunstancias. La estadística se encarga de p re
cisar hasta qué p u n to las probabilidades calculadas son verosím iles y cuáles son las
circunstancias que, al darse sim ultáneam ente, p u eden explicar m ejor un hecho lin
güístico.
Orientaciones bibliográficas
Las líneas m aestras del variacionism o han sido presentadas p o r H. López M o ra
les en su m anual Sociolingüística (2.a ed., M adrid, G redos, 1993) y más brevem ente
en el estudio «La sociolingüística actual» (en F. M oreno F ernández (ed.), E studios so
bre variación lingüística, A lcalá de H enares, U niversidad de A lcalá, 1990, pp. 79-87).
Para cuestiones m etodológicas, se recom ienda la lectura del libro de F. M oreno
Fernández, M etodología sociolingüística (M adrid, G redos, 1990) y del artículo «So
ciolingüística, estadística e inform ática» (Lingüística, 6, 1994, pp. 95-154), donde se
am plía lo que aquí hem os tratado. Tam bién es enorm em ente útil la obra de H. L ó
pez M orales, M étodos de investigación lingüística, Salam anca, Colegio de E spaña,
1994.
C a p ít u l o 19
1. Pp. 7-20. El artículo de Trim está redactado siguiendo fielmente el orden de las preguntas del cues
tionario de Efstathiadis.
320 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
2. Véase F. Moreno Fernández, Sociolingüística en Estados Unidos (1975-1985). Guía bibliográfica crí
tica, Málaga, Agora, 1988, pp. 15-17; Metodología sociolingüística, Madrid, Gredos, 1990, pp. 41-45; 200-204.
3. Un ejemplo de ello lo tenemos en los estudios de disponibilidad léxica. Véase H. López Morales, En
señanza de la lengua materna. Lingüística para maestros de español, Madrid, Playor, 1985; M. Echevarría,
O. H errera, P. Moreno y F. Pradeñas, «Disponibilidad léxica en Educación Media», Revista de Lingüística
Teórica y Aplicada, 25 (1987), pp. 55-115.
4. Harmondsworth, Penguin, 1973.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 321
5. No obstante, las ideas de Corder sobre la aplicación de la estadística al estudio de la lengua están bas
tante alejadas de los conocimientos más recientes (pp. 218-222).
6. J. Green y C. Wallat (eds.), Ethnography and Language in Educational Settings, Norwood, N.J., Ablex
Publishing Corporation, 1981.
7. En este campo también han sido importantes las aportaciones procedentes de la corriente etnometo-
dológica, preocupada por las interacciones lingüísticas cara a cara, y de la psicología social de E. Goffman.
Véanse H. Sacks, «On Sociological Description», Berkeley Journal o f Sociology 8 (1983), pp. 1-16; J. Schen-
kein (ed.), Studies in the Organization o f Conversational Interaction, Nueva York, Academic Press, 1978;
E. Goffman, Fornis o fT a lk, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1981. La teoría tipológico-funcional
de Givon se mueve entre la pragmática y el estudio de las interacciones cara a cara. Véase T. Givon, On un-
derstanding grammar, Nueva York, Academic Press, 1979.
322 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
lingüística aplicada y las propuestas hechas desde la propia etnografía de la com uni
cación. D esde u na perspectiva am plia, el pensam iento de los etnógrafos ha estado
guiado p o r las situaciones de prim eras lenguas,8 pero su aplicación a los ám bitos de
las segundas lenguas y de las lenguas extranjeras salta a la vista.
Es frecuente descubrir entre los estudios de lingüística aplicada algunos de los
m ás elem entales principios y unidades de la etnografía de la com unicación. Tal vez
los m ás destacados sean los de «com unidad de habla», «com petencia com unicativa»,
« repertorio» y «situación com unicativa». O tros conceptos, com o el de «función co
m unicativa», son tam bién habituales, tan to en la etnografía com o en la lingüística
aplicada, p ero su origen prim ero no está en la propia etnografía, sino en la lingüísti
ca general, la filosofía del lenguaje, la sem iótica o la pragm ática.
E l concepto de «comunidad de habla» es de singular im portancia p ara la etn o
grafía de la com unicación, porque perm ite precisar los límites externos de los usos
que se desean estudiar. Sin em bargo, el concepto se m aneja m uchas veces de form a
im precisa. Pese a la claridad de los enunciados de la sociolingüística, m uy pocos es
pecialistas en lingüística aplicada hablan de com unidad de un m odo apropiado: a m e
nud o se confunde com unidad de habla con com unidad idiomática y frecuentem ente
se asocia la idea de com unidad con la de un determ inado núcleo urbano. E l p ro b le
m a está en que n o se utiliza la form a com unidad con su valor técnico, sino en una
acepción m ás general. Siendo así, podría incluso dudarse de que el concepto que ap a
rece en la lingüística aplicada tenga su origen en la sociolingüística, porque, adem ás,
tam bién h an hablado de com unidad algunos lingüistas generales de ren o m b re (B lo
om field,9 p o r ejem plo), aunque sus definiciones sean bastante laxas.
M ucho m ás com plicado se presen ta el uso de la noción de «com petencia com u
nicativa». E ste concepto incluye el conocim iento, p o r parte de un hablante, no sólo
de un código lingüístico, sino tam bién de qué decir, a quién y cóm o decirlo en una si
tuación apropiada. E n estas líneas puede qu ed ar resum ido el fin últim o de una parte
am plia de la enseñanza de lenguas actual.10 C ualquier lector de lingüística aplicada
pued e com probar la profusión de estos térm inos y encontrar que las fuentes biblio
gráficas de las que lo han tom ado los autores son m uy diversas: existen incluso fuen
tes espurias que hacen que el concepto sea entendido de form as dispares y n o rm al
m en te m uy pobres y lim itadas. C onviene dejar sentado, sin em bargo, que el estudio
de la com petencia com unicativa se inició en la etnografía de la com unicación con unas
ideas m uy claras, fundam entadas en los trabajos de D ell H ym es, sobre to d o a partir
de O n Com m unicative C om petencel1 H ym es redactó este trabajo com o una contri
bución al estudio de los problem as lingüísticos de los niños m enos aventajados; en
otras palabras, el desarrollo del concepto ha estado íntim am ente ligado al cam po de
la adquisición y el desarrollo de las lenguas.
8. La etnografía de la comunicación, no obstante, se ha preocupado poco por las fases iniciales de ad
quisición de las primeras lenguas.
9. Language, Nueva York, H. Holt & Co., 1933.
10. M. Canale, «From communicative competence to communicative language pedagogy», en J. C. Ri
chards y R. W. Schmidt (eds.), Language and Communication, Londres, Longman, 1983, pp. 2-27.
11. Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1971. Puede encontrarse más fácilmente en J. B. Pride
y J. Holmes (eds.), Sociolinguistics, Harmondsworth, Penguin, 1972, pp. 269-293. La primera versión de este
trabajo se presentó en la Research Planning Conference on Language Development Among Disadvantaged
Children, celebrada en la Universidad de Yeshiva en 1966.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 323
trategias las relaciones en tre las funciones sociales de los individuos y en qué m edida
influyen, en el proceso de adquisición, la familia, los com pañeros, la organización del
sistem a educativo y las creencias de la com unidad. L a adquisición de la com petencia
com unicativa se realiza principalm ente a través de la interacción com unicativa, que a
su vez contribuye a la construcción progresiva de la identidad social de los hablantes
y del significado social de los usos lingüísticos.16
16. M. A. K. Halliday, Learning How to Mean: Explorations in the Development o f Language, Londres,
Edward Arnold, 1975.
17. Joshua Fishman propuso el concepto de «dominio» para explicar el fenómeno de la elección de len
gua en contextos bilingües, principalmente.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 325
— siguiendo a W olfram —22 añade otras dos: la lengua de los tests no suele ser la len
gua de los niños o de los estudiantes; adem ás, las situaciones com unicativas que a p a
recen en los tests n o son interp retad as de la mism a m anera p o r la persona que ha p re
p arad o la p ru eb a y p o r la que tiene que superarla, sobre todo si perten ecen a grupos
sociales bien diferenciados.
E n o tro o rd en de cosas, de la m ism a sociolingüística h an nacido algunos in te n
tos de utilizar los conceptos de variación y de regla variable con el fin de facilitar la
enseñanza de las segundas lenguas y de las lenguas ex tran jeras.23 G atbonton-S ega-
lowitz piensa q ue el estu d ian te de una segunda lengua adquiere los rasgos lingüísti
cos de la m ism a m an era en que se produce el cam bio de ese m ism o rasgo a lo la r
go del tiem po d e n tro de la len g u a.24 U n fenóm eno lingüístico, al ser adquirido, se
incorpora, p rim ero , a los contextos en los que encu entra unas condiciones m ás fa
vorables y p o sterio rm en te, a través de contextos interm edios, se va generalizando
h asta que se ad q u iere en los contextos m enos favorecedores. P a ra analizar este fe
nóm eno, G atbonton-S egalow itz m aneja la técnica de las escalas de im plicación, h a
b itual en tre los criollistas, p ero tam bién es posible el análisis con las técnicas varia-
cionistas.
R alp h F asold cree ver en esta m anera de trab ajar la posibilidad de un m ayor re
finam iento en la enseñanza de la fonética de las lenguas segundas o extranjeras. Si,
com o es hab itu al, los sonidos difíciles de la segunda lengua son m ás fáciles de p ro
nu nciar en unos contextos fonéticos que en otros, es conveniente estru ctu rar los
program as de tal form a que los sonidos nuevos que p resen tan una dificultad m ayor
sean introducidos y practicados, en prim er lugar, den tro de los contextos que facili
tan la articulación de ese sonido. U n a vez que los estudiantes dom inan la realización
del sonido en esos contextos, se pasa a los contextos que lo favorecen en m en o r m e
d id a.25 E sta perspectiva de la enseñanza de lenguas viene en apoyo del carácter con
tinuo del aprendizaje: las pronunciaciones aceptables van aum entado su frecuencia
y su calidad de form a continua a lo largo de los diferentes contextos y, con el tiem
po, de los distintos estilos. E n una dirección sim ilar, A dam son ha dem ostrado que
los principios utilizados p ara el nivel fonético tam bién p u ed en ser aplicados a la sin
taxis.26
L a teo ría de la variación está sirviendo para que la enseñanza de lenguas y el es
tudio de la adquisición no encuen tren en la variabilidad un obstáculo, sino una base
firm e sobre la que construir sus estrategias. D e hecho, ya se han p resentado m odelos
de adquisición de segundas lenguas creados a p artir de las nociones de variación y de
regla variable, aunque no sólo de ellas. Esos m odelos, explicados p o r P reston en su
obra Sociolinguistics and Second Language A cquisition ,27 in tentan trabajar sobre el
22. «Test interpretaron and sociolinguistic differences», Topics in Language Disorders, 3-3 (1983),
pp. 21-34.
23. R. Fasold, «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics,
Londres, Academic Press, 1984, pp. 245-261.
24. «Patterned phonetic variability in second language speech: a gradual difusión model», Canadian Mo-
dern Language Review/La Revue Canadienne des Langues Vivantes, 34 (1978), pp. 335-347.
25. «Variation theory and language learning», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, Londres,
Academic Press, 1984, p. 251.
26. Variation Theory and Second Language Acquisition, Washington, D.C., Georgetown University
Press, 1988.
27. Oxford, Blackwell, 1989; especialmente pp. 239-272.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 327
28. Véase «Interlanguage», International Review o f Applied Linguistics, 10 (1972), pp. 201-231. También
L. Selinker y D. Douglas, «Wrestling with ‘context’ in interlanguage theory», Applied Linguistics, 6 (1985),
pp. 190-204; L. Selinker, Reconsidering interlanguage, Londres, Longman, 1992.
29. «The learner’s interlanguage as a system of variable rules», TESO L Quarterly, 9 (1975), pp. 401-407.
30. «On the variability of interlanguage systems», Applied Linguistics, 4 (1983), pp. 142-163.
31. Second Language Acquisition and Second Language Learning, Oxford, Pergamon, 1981.
32. «Sources of variability in interlanguage», Applied Linguistics, 6 (1985), pp. 118-131.
33. Véase D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Theories in second language acquisition, Londres-Nueva
York, Longman, 1991 (trad. al esp. Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas, ob. cit.,
1994).
34. Véase The pidginization process: a model fo r second language acquisition, Rowley, Mass., Newbury
House, 1978; «The acculturation model for second language acquisition», en R. Gringas (ed.), Second-
language acquisition and foreign language teaching, Arlington, Va., Center for Applied Linguistics, 1978,
pp. 27-50; «Social and psychological factors in second language acquisition», en J. Richards (ed.), Understan-
ding Second and Foreign Language Learning, Rowley, Mass., Newbury House, 1978, pp. 163-178.
328 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
po cuya lengua está siendo adquirida); m odelo de integración (grado de asim ilación
del grupo al que p ertenece el estudiante al grupo cuya lengua está siendo adquirida);
autonom ía del grupo del estudiante; cohesión del grupo; tam año del grupo; afinidad
cultural de am bos grupos; actitud hacia los m iem bros del otro grupo; duración e in
tensidad de la convivencia den tro del grupo de la lengua adquirida.
E n u na etap a de florecim iento de los estudios sobre las lenguas pidgin y criollas,
vinculados en buen a m edida a la sociolingüística, todo esto ha llevado a Schum ann a
establecer una analogía en tre los procesos que subyacen a la pidginización y las p ri
m eras etapas de adquisición de una segunda lengua. U nos y otras dan lugar a p ro ce
sos de sim plificación y de reducción similares, consecuencia de las fuertes restriccio
nes funcionales que los caracterizan. E n esencia, la adquisición de una segunda len
gua es un m odo de aculturación o de adaptación a una nueva cultura, hasta el punto
de que el grado de aculturación es capaz de indicar el nivel de adquisición de la se
gunda lengua.35
L a «hipótesis de la pidginización» ha recibido num erosos com entarios críticos, no
sólo de los que trab ajan con m odelos cognoscitivos e innatistas, sino tam bién de es
pecialistas vinculados a la investigación de las lenguas pidgin, algunos tan en contac
to con la sociolingüística com o D erek B ickerton.36 M uchos de los reproches h an sido
sólidam ente refutados po r Schum ann, otros no tanto, pero resulta m anifiesto el in te
rés de las «teorías sociales» de la adquisición y el peso que el pensam iento sociolin-
güístico h a tenido sobre ellas.
Las investigaciones de lenguas en contacto tam bién h an incluido entre sus in te
reses los procesos de deterioro y olvido de las lenguas, tratados desde planteam ientos
sociolingüísticos. A ndersen y P reston han p ropuesto in terp retar el d eterio ro y el ol
vido de las lenguas com o un tipo especial de adquisición.37
35. Véase R. Andersen (ed.), Pidginization and creolization as language acquisition, Rowley, Mass.,
Newbury House, 1983.
36. Véase D. Larsen-Freeman y M. H. Long, Introducción al estudio de la adquisición de segundas len
guas, Madrid, Gredos, 1994, pp. 258-266.
37. R. W. Andersen, «Determining the Linguistic Attributes of Language Attrition», en R. D. Lambert
y B. F. Freed (eds.), The Loss o f Language Skills, Rowley, Mass., Newbury House, 1982, pp. 83-118.; D. R.
Preston, «How to Lose a Language», Interlanguage Studies Bulletin, 6 (1982), pp. 64-87. También C. Silva-
Corvalán, «Cross-generational bilingualism: theoreticai implications of language attrition», en T. H uebner y
Ch. Ferguson (eds.), Crosscurrents in Second Language Acquisition and Linguistic Theories, Amsterdam, John
Benjamins, 1991, pp. 325-345.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 329
Orientaciones bibliográficas
38. M. Stubbs, «Applied Discourse Analysis and Educational Linguistics», en P. Trudgill (ed.), Applied
Sociolinguistics, ob. cit., pp. 203-244; J. Edwards y H. Giles, «Applications of the Social Psychology of Lan
guage: Sociolinguistics and Education», en P. Trudgill (ed.), Applied Sociolinguistics, ob. cit., pp. 119-158.
C a p í t u l o 20
PLANIFICACIÓN LINGÜÍSTICA
La lengua griega y latina [...], por aver estado debaxo de arte, aun
que sobre ellas an pasado muchos siglos, toda vía quedan en una
uniformidad. Por que si otro tanto en nuestra lengua no se haze
como en aquéllas, en vano vuestros cronistas y estoriadores es-
criven y encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros
loables hechos, y nosotros tentamos de passar en castellano las
cosas peregrinas y estrañas, pues que aqueste no puede ser sino
negocio de pocos años.
A n t o n io d e N e b r i j a , Gramática de la lengua castellana, 1492
Norma Función
ficación para una lengua estándar en la N oruega actual».1 D esde esa época se han d e
sarrollado dos concepciones de la planificación: una instrum ental2 y otra sociolin
güística.3 E n la prim era, la lengua es vista com o un m ero instrum ento de com unica
ción al que hay que darle la form a objetivam ente m ás sencilla, rentable y práctica
para que esa com unicación sea m ás eficaz. D esde la concepción sociolingüística se
atiende adem ás a factores com o la actitud de los hablantes ante las lenguas o el va
lor sim bólico de éstas, aunque se entre en conflicto eventualm ente con la estética y
la funcionalidad. A pesar de todo, la evolución de esta corriente no ha conocido im
p o rtan tes enfrentam ientos en tre tendencias opuestas, antes bien su desarrollo se ha
producido con la sum a de nuevos elem entos, perfeccionando los precedentes. L a base
a la que se han incorporado sum andos y sobre la que se han hecho las m atizaciones
está constituida principalm ente p o r los trabajos que E in ar H au g en .4
E n térm inos generales, se distinguen dos form as de planificar, según los objeti
vos que se m arquen. La p rim era se denom ina determinación lingüística y se aplica a
las situaciones que requ ieren crear o recrear una variedad lingüística (por ejem plo, la
revitalización del h eb reo en el E stad o de Israel).5 La segunda se conoce con el no m
bre de desarrollo lingüístico y se aplica en aquellos casos en los que ya se cuenta con
una variedad que funciona com o lengua nacional.6
P ara la labor de crear una variedad nueva, se parte de una selección en tre fo r
m as lingüísticas disponibles. Planificar es p red eterm inar las selecciones lingüísticas de
los hablantes de una com unidad cuando ésta ofrece la posibilidad de utilizar varias
m odalidades y se aplica sobre los niveles más form ales de las lenguas, especialm ente
sobre el uso escrito, la lectura y los registros m ás cuidados.7
Los objetivos concretos de este tipo de planificación tienen que ver, p o r un lado,
con la lengua y la lingüística y, p o r otro, con la sociedad y la sociología. U nos y otros
invocan el concurso de la política lingüística. T eniendo en cuenta esta doble faz (lin
8. «Basic types of treatm ent of language pr«blems», Linguistic Communication, 1 (1970), 79-98. Reco
gido en J. Fishman, Advances in Language Planning, ob. cit., pp. 37-48.
9. «Evaluation and language planning», en J. Rubin y B. Jernudd (eds.), Can Languages be Ptanned?,
ob. cit. Recogido en J. Fishman (ed.), Advances in the Sociology o f Language II, La Haya, Mouton, 1972,
pp. 476-510.
10. Véase J. Fishman (ed.), Advances in Language Planning, ob. cit.
11. Research Possibilities on Group Bilingualism: A Report, Quebec, International Center for Research
on Bilingualism, 1969.
334 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Forma Función
(política lingüística) (cultivo de la lengua)
12. Véase M. T. Cabré, La terminología. Teoría, metodología, aplicaciones, Barcelona, A ntártida, 1993.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 335
d enom inar norm ativa, vinculadas a una m ism a lengua. E n la A m érica hispana, p o r
ejem plo, encontram os situaciones lingüísticas en las que conviven varias lenguas y si
tuaciones m onolingües, en las que se encuentran un habla dialectal y una variedad
prestigiosa.
E in ar H augen, en uno de sus prim eros trabajos, habló de tres tipos de com uni
dades, según las situaciones de com unicación que en ellas fueran m ás usuales: una co
m unidad lingüística prim aria existe cuando las diferencias en tre los individuos son p u
ram en te idiolectales; en u na com unidad lingüística secundaria se utilizan dos lenguas
diferentes, p ero hay inteligibilidad parcial, m ientras que en una com unidad lingüísti
ca terciaria los hablantes de lenguas distintas no se entienden en tre sí, por lo que se
hace necesaria la presencia de intérpretes. U n ejem plo de com unidad prim aria sería
Islandia; de secundaria, el R eino U nido; de terciaria, Suiza. Según H augen, en las co
m unidades — o situaciones com unicativas— prim arias la planificación es superflua,
puesto que no suele h ab er fallas de com unicación, aunque habría que saber que son
un caldo de cultivo apropiado para el llam ado desarrollo lingüístico.
Si n o perdem os de vista la distinción entre corpus y estatus que planteam os m ás
arriba, parece claro que los planificadores del corpus deben ser los que siem pre han
sido, desde D ionisio de Tracia y Prisciano, hasta Johnson, W ebster y Bello, pasando
p o r N ebrija y P etrus R am us, esto es, los expertos en la lengua. Pero, adem ás de las
iniciativas personales, tam bién han tenido peso — a veces m ucho— las propuestas ins
titucionales. N o es necesario recordar con detalles la im portancia que han tenido para
sus respectivas lenguas las A cadem ias de la Crusca, la Francesa o la Española, en los
cuatro últim os siglos. M ás recientem ente, están cum pliendo una función planificado
ra (del corpus y algo sui generis) los servicios lingüísticos de las grandes em presas de
inform ación, cuyos trabajos se dan a conocer en form a de libros de estilo.
E n cuanto a la planificación del estatus, existen estructuras de gobierno que d e
ja n un lugar p a ra la planificación en los servicios o direcciones generales de política
lingüística, que son regidos p o r personas que no tienen necesariam ente una form ación
lingüística. E n el m om ento de fijar los objetivos concretos de una planificación del es
tatus, los responsables saben que sus decisiones van a repercutir directam ente sobre
los usos sociales de una com unidad y que, en consecuencia, pueden enfrentarse con
problem as éticos que afectan a la lengua y a los h ablantes.13 E n m uchos planes polí
ticos es tan ta la im portancia que se concede a los intereses de la com unidad, de la n a
ción o de determ inados grupos de esa com unidad o nación que se ignoran, injusta
m ente, los intereses de los individuos que las form an o de otros grupos, por am plios
que sean, p lan tean d o una equivalencia absoluta y falaz entre el bien de los políticos
gobernantes, de la com unidad y de los m iem bros de esa com unidad. La planificación
del estatus de u na lengua supone una decisión de naturaleza política, que general
m ente sintoniza con las dem ás acciones políticas de un gobierno. D esde este p unto de
vista, se suele esp erar de los gobernantes una conducta respaldada en la ética o la m o
ral que los identifica.
P or últim o, es interesante ten er en cuenta que existe una clara alternativa, casi
teórica, a los m odelos de planificación que aquí hem os tratado: la ausencia de plani
ficación. E n 1950 R. H all, Jr., daba un título sem ipublicitario a un libro suyo: Leave
13. Véase J. Cobarrubias, «Ethical Issues in Status Planning», en J. Cobarrubias y J. Fishman (eds.),
Progress in Language Planning, La Haya, Mouton, 1983, pp. 41-85.
336 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
Y o u r Language A lo n e («D eja tu lengua sola; deja tu lengua en paz»).14 A llí se ad
vierte de los peligros de las intervenciones lingüístico-sociales que hacen los políticos:
crean inseguridad en los hablantes, producen un alejam iento de la lengua hablada y
alteran el sentido de los cam bios lingüísticos. A lgunos autores consideran que esta ac
titud es razonable en determ inadas situaciones; otros, com o R osenblat, piensan que
«la sociedad no pu ed e dejar la lengua en paz, ni nada en paz».15
A l h ab lar del español, preferim os evitar el nom bre de lengua estándar y distin
guir, p o rq u e así es tradición en la lingüística española, entre el español com o diasis
tem a (al que se denom ina español general) y el castellano com o variedad prestigiosa
sobre la que se ha elaborado una gran p arte de los dictám enes académ icos.
P artien d o de los tipos de com unidades identificados y definidos p o r H augen (pri
m arias, secundarias, terciarias), las com unidades lingüísticas de E spaña serían, en su
m ayor p arte, de tipo prim ario .17 T am bién existen com unidades secundarias (por
ejem plo, den tro de G alicia), si bien, en las com unidades que m anejan m ás de una len
gua, los hablantes o son m onolingües en español o son bilingües (español-catalán, es
pañol-gallego, español-vasco), p o r lo que no se p resentan problem as graves de inco
municación.
E n las situaciones lingüísticas prim arias se producen distintos tipos de relación
en tre hablas diferentes o en tre unas hablas y unas norm as cultas y pretigiosas. D e n
tro del m undo hispánico encontram os situaciones que m uestran claram ente cóm o las
hablas (dialectales, regionales y locales) y las variedades m ás prestigiosas se están dis
pu tan d o m uchos contextos de uso. Los tipos de relación que se establecen en tre ha-
O
Situación 1 Situación 2 Situación 3
o- *()♦-o
/ \
Situación 4
Nota: Véase F. Moreno Fernández, «Planificación de la lengua española», en T. Kirschner (ed.), Los dos nuevos mun
dos hoy: constnicciones de la realidad en España y Latinoamérica, Vancouver, 1994 (número monográfico de Revista Ca
nadiense de Estudios Hispánicos, XVIII, 1994, pp. 515-526); «Planificación lingüística y dialectología», Lingüistica Española
Actual, XIII (1991), pp. 251-268; «Norma y prestigio en el español de América. Apuntes para una planificación de la lengua
española», Revista de Filología Española, LXXII (1992), pp. 345-359.
blas diferentes o en tre unas hablas y las norm as m ás prestigiosas se rep resen tan en la
figura 20.1.
Los esquem as rep resen tan situaciones en las que existen hablas locales, m arca
das o n o ,18 vinculadas a norm as prestigiosas19 que, a su vez, se hallan d en tro del d o
m inio de un m odelo de lengua regulada al que llam am os m odelo norm ativo.20
E n el esquem a de la situación 1 se refleja la existencia de un habla local, inserta
en una n orm a prestigiosa, que, a su vez, se inscribe en un m odelo norm ativo. Ju n to a
ella p u ed e encontrarse o tra habla, p rocedente de una variedad diferente, que no
cu enta con una referencia prestigiosa ni con un sistem a regulado. E n esa circunstan
cia es fácil hallar en la prim era elem entos de la segunda,21 aunque la norm a ejerce so
b re ellos una influencia tal que los hace desaparecer progresivam ente. Las hablas que
no conviven con otras variedades, externas o internas, podrían representarse de la
18. Aquí no entendemos «habla» en el sentido de estructura de rasgos poco diferenciados limitada a una
pequeña circunscripción geográfica (M. Alvar, «Hacia los conceptos de lengua, dialecto y hablas», La lengua
como libertad, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1982, p. 65), sino como parole, lengua actualizada tal y
como aparece en un lugar determinado.
19. Este concepto viene a coincidir con el de «norma culta», que se correponde con el uso de los ha
blantes más prestigiosos de una comunidad y, por lo general, en registros cuidados. Puede darse el caso de
que exista una norma de prestigio en una lengua que no cuenta con una tradición escrita.
20. El concepto de «lengua normativa» hace referencia a la lengua regulada en las gramáticas, espe
cialmente la de la Academia, y a las normas seguidas en la lengua escrita.
21. Normalmente se trata de elementos que han sobrevivido dentro de hablas locales (seguimos ahora
la definición de Alvar) que pertenecieron a una lengua desaparecida como tal. En muchos casos esas unida
des son vestigios que sólo se encuentran dentro de otra lengua.
338 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
mism a form a, p ero suprim iendo sim plem ente el círculo anejo.22 Tam bién tendrían in
terés aquellas hablas locales desm em bradas de su variedad de origen que carecen, en
sí m ismas, de un p u n to de referencia prestigioso y norm ativo (círculo solam ente).23
E n el español de E spaña y en el de A m érica se hallan situaciones lingüísticas
com o la nú m ero 1: ahí está el contacto del español con hablas indígenas «m enores»
(círculo anejo)24 o en la presencia de elem entos indígenas dentro de las hablas espa
ñolas, elem entos que ya no tienen un pun to de referencia prestigioso, que son vesti
gios de un sistem a que en num erosas ocasiones ha dejado de existir (por ejem plo, las
lenguas del C aribe) y que están som etidos a un proceso secular de sustitución p o r u ni
dades de procedencia hispánica.25 Pensem os tam bién, para el español de E spaña, en
la presencia de elem entos léxicos de origen leonés d entro de las hablas castellanas del
no ro este peninsular: las form as léxicas leonesas form arían parte del círculo anejo; las
hablas castellanas (círculo interior) estarían incluidas en la norm a prestigiosa caste
llana (cuadrado pequeño), que, a su vez, participaría del m odelo norm ativo del espa
ñol (cuadrado gran d e) 26
E l esquem a de la situación 2 rep resen ta la relación entre dos hablas locales vin
culadas a una m ism a norm a de prestigio y a una misma lengua. E n este caso se p ro
ducen influencias de la n orm a sobre am bas hablas y, a m enudo, de una variedad (ge
n eralm en te la m ás cercana a la norm a) sobre la otra. E sto puede observarse al estu
diar el h abla actual de T oledo (uno de los círculos),27 que, en determ inados registros,
acusa el influjo del m odelo de las hablas castellanas del n o rte (el o tro círculo) y de la
norm a culta (cuadrado p eq u eñ o ).28 Igualm ente, la penetración de un habla (más pres-
22. El ejemplo más claro, dentro del ámbito hispánico, sería el de las hablas castellanas, que poseen una
norma prestigiosa (el castellano) y que han servido de base para gran parte de las normas académicas.
23. Esto ocurre, dentro de la península ibérica, con los bables de Asturias o con las fablas del Pirineo
aragonés. Un caso de características semejantes sería el de las hablas canarias trasplantadas a algunos territo
rios norteamericanos (por ejemplo, los habitantes de los brulis en Luisiana): durante decenios han vivido ais
ladas y sin contacto con su norma de origen, con otras normas hispánicas o con la lengua normativa (véase
S. Armistead, «Tres dialectos españoles de Luisiana», Lingüística Española Actual, XIII (1991), pp. 279-301).
24. Los ejemplos se multiplican, por ejemplo, en México. Véase L. Manrique Castañeda, «Pasado y pre
sente de las lenguas indígenas de México», en V. Demonte y B. Garza (eds.), Estudios de lingüística de Es
paña y México, México, UNAM / El Colegio de México, 1990, pp. 387-420.
25. La sustitución de elementos indígenas por españoles ya fue comentada por Armas y Céspedes en el
siglo pasado (véase Oríjenes del lenguaje criollo, 2.a ed., La Habana, 1882). Más recientemente J. M. Lope
Blanch ha señalado que el número de voces indígenas vivas en las provincias, en el habla campesina, es su
perior al de indigenismos usuales en las ciudades (Léxico indígena en el español de México, 2* ed., México, El
Colegio de México, 1979). Las generaciones jóvenes, sobre todo urbanas, muestran claramente un abandono
de las unidades léxicas pertenecientes al mundo rural y a un modo de vida que está siendo sustituido por otro
más industrial y moderno (véase H. López Morales, «Desgaste léxico en el español de Puerto Rico. El pro
yecto Malaret», Investigaciones léxicas sobre el español antillano, Santiago, PUCMM, 1.991, pp. 169-196; J. M.
Lope Blanch, «Indigenismos americanos en la norma lingüística culta de México», Investigaciones sobre dia
lectología mexicana, 2.a ed., México, UNAM, 1990, pp. 147-160). Por otro lado, se ha comprobado que la ma
yor parte de los indigenismos que tienen vitalidad en determinadas zonas americanas son los que han pasado
ya a la lengua general.
26. Véase J. Borrego, Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago, Salamanca, Uni
versidad de Salamanca, 1981; J. C. González Ferrero, Estratificación sociolingüística de una comunidad se-
miurbana: Toro (Zamora), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991.
27. Véase M. A. Calero, Estudio sociolingüístico del habla de Toledo, Lérida, Pagés, 1993; I. Molina
Martos, Estudio sociolingüístico de la ciudad de Toledo, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).
28. Véase P. García Mouton y F. Moreno Fernández, «Atlas lingüístico (y etnográfico) de Castilla - La
Mancha. Materiales de Ciudad Real y Toledo», en P. García Mouton (ed.), Geolingüística. Trabajos europeos,
Madrid, CSIC, 1994, pp. 111-154; I. Molina Martos, Estudio sociolingüístico de la ciudad de Toledo, Madrid,
1991 (tesis doctoral inédita).
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 339
tigiosa) en otra se observa en los hablantes que em igran desde las zonas rurales a la
ciudad.29 E n A m érica encontram os situaciones sem ejantes: por ejem plo, la relación
existente en tre el habla rural y el habla urbana en P u erto R ico,30 p o r la cual la p ri
m era se deja influir en ciertos contextos p o r la segunda.31
E n la situación núm ero 3 se da cuenta de la existencia de dos hablas locales, cada
una de ellas con su propia norm a culta, aunque pertenecientes a una m ism a lengua.
Es lógico, en tales circunstancias, que una de estas hablas acuse la presión de la otra
no rm a culta, presión que se ve favorecida p o r el hecho de tener detrás una m ism a re
ferencia prescriptiva. E s el caso de la relación del habla y la norm a de algunas co
m unidades am ericanas o de las hablas andaluzas, respecto del habla y la norm a cas
tellanas.32
F inalm ente, el esquem a de la cuarta situación es similar al de la tercera, pero en
este caso cada n orm a perten ece a una lengua diferente (cuadrados grandes). Las in-
terrelaciones en tre dos sistem as distintos se dan frecuentem ente en los lugares donde
e n tra n en contacto: las zonas fronterizas. A q u í puede observarse la influencia sobre
un h ab la de o tra habla, o tra norm a y otra lengua diferentes. E n tales situaciones sue
len ap arecer variedades lingüísticas m ezcladas (círculo interm edio) que tienen com o
29. Véanse R. Caravedo, Sociolingüística del español de Lima, Lima, Fondo editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, 1990, pp. 17-37; P. Martín Butragueño, Desarrollos sociolingüísticos en una co
munidad de habla, Madrid, 1991 (tesis doctoral inédita).
30. Véase T. Navarro Tomás, El español en Puerto Rico, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1948,
pp. 229 y ss.
31. Por otra parte, el habla rural suele compartir muchos rasgos con el habla de los niveles sociocultu
rales más bajos de las ciudades. En estos casos, el abandono de los rasgos poco prestigiosos por parte de las
generaciones más jóvenes está bastante generalizado. Véase O. Alba, Variación fonética y diversidad social en
el español dominicano de Santiago, Santiago, PUCMM, 1990, pp. 218-224; H. López Morales, «Velarización
de /RR/ en el español de Puerto Rico: índices de actitud y de creencias», Dialectología y sociolingüística. Te
mas puenorriqueños, Madrid, Hispanova de Ediciones, 1979, pp. 107-130.
32. En Sevilla, por ejemplo, el seseo (rasgo que separa claramente la norma sevillana y la castellana)
tiene un índice de aceptación, entre los hablantes cultos, más bajo que el de otros fenómenos teóricamente
menos diferenciadores, como la aspiración de s. Esto se debe, entre otras razones, a la presión y el prestigio
de la norma castellana. Véase V. Lamíquiz y P. Carbonero, Perfil sociolingüístico del sevillano culto, Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1987, pp. 29-48. Todo ello está también ligado a la actitud positiva que muchos ha
blantes hispanoamericanos demuestran hacia las variedades lingüísticas de España. Véase M. Alvar, Hombre,
etnia, estado. Actitudes lingüísticas en Hispanoamérica, Madrid, Gredos, 1986, pp. 158-162, 189-191. También
J. M. Lope Blanch, «El concepto de prestigio y la norma lingüística del español», Anuario de Letras, X (1972),
pp. 29-46.
340 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
33. Véase M. Alvar, «Un problema de lenguas en contacto: la frontera catalano-aragonesa», Teoría lin
güística de las regiones, Barcelona, Planeta. 1975, pp. 47-62.
34. Véase H. López Morales, Sociolingüística, 2.* ed., Madrid, Gredos, 1993, pp. 153-162. También J. P.
Roña, El dialecto «fronterizo» del norte de Uruguay, Montevideo, Adolfo Linardi, 1965; A. Elizaincín, Dia
lectos en contacto. Español y portugués en España y América, Montevideo, Arca, 1992.
35. Véase J. Amastae y L. Elías-OIivares, Spanish in the United States, Nueva York, Cambridge Uni
versity Press, 1982; S. Poplack, «Lenguas en contacto», en H. López Morales (coord.), Introducción a la lin
güística actual, Madrid, Playor, 1983, pp. 183-207.
36. Pensamos en lenguas como el quechua, el guaraní o el náhuatl. Véase G. de Granda, «Actitudes so
ciolingüísticas en el Paraguay», Boletín de Filología de la Universidad de Chile, XXXI (1980-1981), pp. 787-
805.
37. P. Muysken, «La mezcla de quechua y castellano: el caso de la media lengua en el Ecuador», Lexis,
III (1979), pp. 41-56.
38. Existen numerosos trabajos sobre la planificación lingüística en diversos lugares de Hispanoaméri
ca. Véanse A. Herranz, Estado, sociedad y lenguaje. La política lingüística en Honduras, Tegucigalpa, Guay-
muras, 1996; E. Chang-Rodríguez, «Problems for Language Planning in Perú», Word, XXXIII (1982), pp. 173-
192; H. Obregón Muñoz, Hacia la planificación del español de Venezuela y la determinación de una política
lingüística, Caracas, Instituto Universitario Pedagógico de Caracas, 1983; S. Brice Heath, La política del len
guaje en México, México, Instituto Nacional Indigenista, 1972; E. Fernández Arévalos, «Presupuestos para una
política lingüística en el Paraguay», Caravelle, XIV (1970), pp. 23-29; P. A. Cebollero, La política lingüístico-
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 341
Y a hem os com entado que cualquier proceso de planificación debe afrontar una
doble tarea: la planificación del corpus lingüístico y la planificación de su estatus so
cial. D esde el p u n to de vista del corpus, el criterio de la «corrección» suele o rientar
el uso lingüístico, p o rq u e las com unidades necesitan y exigen una norm a «correcta»
q ue seguir.39 Las A cadem ias p reten d en satisfacer esta necesidad en los países de h a
bla hispana, aunque si u na com unidad no dispone de una institución capaz de o rien
tar, busca el n o rte en el juicio personal de algunos gram áticos y lexicógrafos o en los
m edios de com unicación social: pensam os en la im portancia del W ebster’s para el in
glés am ericano, en el influjo de la gram ática de Johnson (1755) y de la BBC en el
inglés del R eino U nido o en la función de la R A I 1 en Italia.
Los países am ericanos de habla española h an conocido intentos de planificación
del corpus y decisiones de defender la pureza del español frente al em puje de otras
lenguas de cultura; en m uchos casos, m ediante determ inadas acciones de política lin
güística, se h a reconocido la oficialidad de unas lenguas o de otras, aunque a m en u
do no se ha ido m ucho m ás allá; en otras ocasiones se han puesto sobre la m esa los
problem as que p lantean las variedades internas del español, especialm ente en lo que
concierne a la unidad de la lengua o a la defensa de un nacionalism o lingüístico,40
aunque ra ra vez h a tenido todo ello un reflejo en la práctica.41
Las situaciones lingüísticas del m undo hispánico, esquem atizadas m ás arriba, en
cierran unos problem as com plicados e interesantes: cóm o tra ta r los préstam os ap o r
tados p o r otras hablas o lenguas, qué variedad del español enseñar y en qué variedad
e n señ arla,42 qué variedades deben usarse en los m edios de com unicación social, cóm o
solucionar las dificultades que surgen en la actualización de las term inologías, qué
estatus deberían te n e r las lenguas m inoritarias y las variedades mixtas.
A l m argen de aspectos tan concretos, los objetivos generales de una planificación
del español po d rían buscar lo siguiente:
social en Puerto Rico, San Juan, Consejo Nacional de Enseñanza, 1945; E. Pulcinelli Orlandi (org.), Política
Lingüística na América Latina, Campiñas, Pontes, 1988. Los estudios sobre uno de los aspectos básicos de la
planificación, la enseñanza, son numerosísismos: M. Catrileo, «Necesidad de un programa de español como
segunda lengua para estudiantes mapuches», Revista de Educación, 99 (1982), pp. 55-58; A. Najarro Arrióla,
«Un nuevo enfoque para la educación bilingüe en Guatemala», Boletín de Lingüística. Universidad Rafael
Landívar, 21-23, mayo-octubre (1990), pp. 2-8; J. Valle-Castillo, «Tareas lingüísticas urgentes en Nicaragua»,
en J. E. Arellano (ed.), El español de Nicaragua, Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica, 1992,
pp. 39-46.
39. En este sentido, una de las iniciativas más importantes en Hispanoamérica fue la Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos de A. Bello (Santiago de Chile, 1847).
40. Véase, por ejemplo, M. I. Blanco de Margo, «El nacionalismo y las actitudes hacia la lengua en la
Argentina», Anuario de Lingüística Hispánica, VI (1990), pp. 65-86. También R. C. Troike, «Problems of Lan
guage Planning for Spanish in the United States», Word, XXXIII (1982), pp. 69-80.
41. La preocupación por el español en comunidades no hispánicas apenas ha ido más allá de la des
cripción sociolingüística. Véase E. Alvarado, «Condiciones sociales del español estadounidense», Boletín de la
Academia Norteamericana de la Lengua Española, II-III (1977-1978), pp. 41-48.
42. Asunto siempre importante, pero que a menudo se plantea a propósito de América y de regiones
españolas como Extremadura, Murcia, Andalucía o Canarias.
342 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
E stos fines afectarían tan to a los territorios m onolingües com o a los bilingües.
Los objetivos específicos serían asunto de cada nación hispanohablante.
U n a planificación de la lengua española en los territorios bilingües debería a ten
d er al estatus que habría de ocupar respecto de las otras lenguas y a su uso en la en
señanza, la adm inistración, las instituciones jurídicas o los m edios de com unicación
social; en otras palabras, tendría que garantizar el derecho de los ciudadanos a co
m unicarse en esa lengua y a hacerlo de una form a correcta y adecuada. Se entiende
que la política lingüística tendría que ir en consonancia con los fines planificados y
pro cu rar el beneficio de los hablantes com o individuos.
E n cuanto a las situaciones m onolingües, una planificación tendría que ser capaz
de pro p o rcio n ar una respuesta a la siguiente pregunta, entre otras: ¿qué variedad del
español hay que enseñar y cóm o hacerlo? La falta de una guía clara obliga a m uchos
m aestros y profesores a buscar sus propias respuestas;43 la falta de orientaciones ge
nerales y el desconocim iento de la realidad lingüística del español (dialectal y socio-
lingüística) hacen que esas respuestas no sean siem pre las m ás acertadas. E l trabajo
de la escuela ha de recibir atención, porque allí se reflejan las características de la so
ciedad, los deseos y las necesidades sociales.44
E n cualquier proceso de planificación lingüística, sobre todo cuando se tra ta de
p ro p o n e r y difundir unos m odelos de lengua, es im portantísim a la función que cum
plen las escuelas y centros de enseñanza m edia. O curre, sin em bargo, que la escue
la no es el m edio m ás eficaz de divulgar una no rm a y conferirle un estatus, dado que
una p a rte im portantísim a de la población no p u ed e ser escolarizada o lo es insufi
cientem ente. A h o ra bien, donde no alcanza la escuela p u ed en llegar los m edios de
com unicación social. P o r eso es im p o rtan te que la variedad lingüística que allí se uti
liza haya sido, com o m ínim o, objeto de reflexión p o r p a rte de los com unicadores.
Los m edios de com unicación social p u ed en ser un instrum ento eficaz p a ra la plani
ficación lingüística. D e m om ento, están consiguiendo que los hablantes de unas va
riedad es conozcan o tras m uy lejanas y diferentes, lo que afecta a sus actitudes lin
güísticas, y se están convirtiendo en paradigm a indiscutible de buen hablar, de p res
tigio. A dem ás, si se conociera bien la lengua de la radio y la televisión, se sabría qué
dirección p u e d e n tom ar, en plazos m uy breves, algunos cam bios lingüísticos, y se p o
drían orientar.
La planificación del corpus del español se ha venido haciendo prácticam ente des
de que se iniciaron las tareas del scriptorium supervisado por A lfonso X. E l proceso
h a conocido im pulsores tan decisivos com o N ebrija, V aldés o la R eal A cadem ia E s
pañola y siem pre ha contado con la escuela para su difusión, p ero hoy día la divul
gación de cualquier n orm a no puede prescindir del apoyo de todos los m edios de co
m unicación social.
43. No han sido frecuentes esfuerzos como el que hizo B. E. Vidal de Battini para apoyar a los maes
tros de las escuelas primarias (El español de la Argentina, Buenos Aires, Consejo Nacional de Educación,
1964) o como el de A. Bello para orientar a padres y profesores («Advertencias sobre el uso de la lengua cas
tellana», El Araucano, 1833 y 1834).
44. J. Fishman, «The Social Science Perspective», Bilingual Education: Current Perspectives, vol. 1, Ar-
lington, Center for Applied Linguistics, 1977, p. 4.
TEORÍAS, MÉTODOS Y APLICACIONES 343
Reflexiones y ejercicios
1. R ecoja y com ente artículos de prensa en que se tra ten algunos aspectos re
lacionados con la política lingüística.
Orientaciones bibliográficas
* Este glosario no busca la exhaustividad, sino la fácil localización de algunos de los conceptos más im
portantes de la sociolingüística y la sociología del lenguaje. El índice de materias permite acceder a otros mu
chos términos y definiciones.
346 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
deslealtad lingüística: estado o sentimiento del monolingüe que reniega de su propia len
gua o de su uso, en un deseo de aproximarse a los sentimientos y actitudes de los que
son leales a su lengua, especialmente cuando ésta es minoritaria,
desplazamiento de una lengua: proceso que puede culminar en la sustitución de una len
gua; abandono del uso de una lengua en ciertos contextos en beneficio de otra. Véase
sustitución de lenguas.
determinismo lingüístico: véase hipótesis Sapir-Whorf.
dialecto: sistema de signos desgajado de una lengua común, viva o desaparecida, norm al
m ente con una concreta delimitación geográfica, pero sin una fuerte diferenciación fren
te a otros de origen común; de modo secundario, pueden llamarse dialectos las estruc
turas lingüísticas, simultáneas a otras, que no alcanzan la categoría de lengua (M. A l
var). Sistema lingüístico tal y como se manifiesta en un territorio determinado,
dialecto social: véase sociolecto.
difusión léxica: resultado de la abrupta sustitución de un fonema por otro en palabras
que contienen ese fonema; es más característico de las etapas tardías de un cambio
interno que ha quedado diferenciado por condicionamiento léxico y gramatical, o ha
desarrollado un alto grado de conciencia social o de préstamos de otros sistemas
(W. Labov).
348 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
diglosia: situación lingüística relativamente estable en la cual, además de los dialectos pri
marios de la lengua (que puede incluir una lengua estándar o estándares regionales), hay
una variedad superpuesta, muy divergente, altamente codificada (a menudo gramatical
m ente más compleja), vehículo de una considerable parte de la literatura escrita ya sea
de un período anterior o perteneciente a otra comunidad lingüística, que se aprende en
su mayor parte a través de una enseñanza formal y se usa en forma oral o escrita para
muchos fines formales, pero que no es empleada por ningún sector de la comunidad para
la conversación ordinaria (Ch. Ferguson).
diglosia amplia: situación en la que se reservan los segmentos más estimados del reperto
rio lingüístico de una comunidad (que no son los primeros que se aprenden, sino que se
aprenden más tarde y más conscientemente, normalmente en la educación formal) para
las situaciones que se sienten como más formales y distantes, y se reservan los segmen
tos menos valorados (que son los primeros que se aprenden, con poco o ningún esfuer
zo consciente), lo cuales pueden tener cualquier grado de relación lingüística con los seg
mentos más valorados (desde diferencias lingüísticas hasta ser diferentes lenguas), para
las situaciones percibidas como más informales e íntimas (R. Fasold).
discurso: manifestación de un texto; texto en sentido exclusivamente sintáctico-semántico,
esto es, sin tener en cuenta sus características pragmáticas,
dominio: ámbito de uso lingüístico que es significativo social y funcionalmente y que, a me
nudo, está institucionalizado.
elección de lengua: fenómeno por el cual una comunidad puede decidir colectivamente
m antener la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente o abandonarlas, espe
cialmente en una situación en la que se puede producir un cambio,
enunciación: acción de usar la lengua para la comunicación.
enunciado: acto individual de comunicación; realización en el habla de la enunciación,
estandarización: proceso que consiste en dotar a una lengua de una ortografía, una gra
mática y un diccionario. Codificación y aceptación de un conjunto de normas que defi
nen los usos correctos dentro de una comunidad,
estereotipo: variable muy marcada socialmente de forma consciente, que suele caracteri
zar a ciertos grupos sociales, generalmente los más bajos, y que, por estar estigmatiza
da, corre peligro de desaparición dentro de una comunidad de habla,
estilo: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que se ajusta a una situación o a unas cir
cunstancias contextuales determinadas, tanto personales como no personales,
etnometodología: escuela sociológica representada, entre otros, por A. Cicourel y H. G ar
finkel, que sostiene que la realidad social no es un hecho consumado, sino una realiza
ción continuada que surge de unas actividades rutinarias y de un conocimiento tácito de
las mismas realidades sociales,
eufemismo: palabra o expresión que evita el uso de una forma tabú.
forma interior del lenguaje: característica profunda e intrínseca de la lengua, por la cual
ésta conforma el pensamiento y expresa el espíritu nacional de un pueblo, su ideología,
su forma de ser y su visión del mundo. Cada lengua posee una forma interior, previa a
toda articulación, que siempre la determina, de ahí que se pueda sostener que a dife
rentes lenguas, distintas mentalidades,
formalidad: conducta guiada por unos criterios de máximo respeto hacia las normas so
ciolingüísticas y hacia lo prestigioso.
habla local: estructura lingüística de rasgos poco diferenciados, pero con matices caracte
rísticos dentro de la estructura regional a la que pertenece y cuyos usos están delimita
dos a pequeñas circunscripciones geográficas (M. Alvar),
habla regional: conjunto de peculiaridades expresivas propias de una región determinada,
cuando carecen de la coherencia que tiene el dialecto (M. Alvar),
hipercorrección desde abajo: uso de una variable más allá de lo esperado para un grupo
de nivel social bajo, especialmente cuando esa variable pasa a otras generaciones,
hipercorrección desde arriba: uso de una variable por parte de los estatus inferiores, prin
cipalmente las clases medias, cuando, en un intento de ajustarse al modelo de prestigio,
sobrepasan la frecuencia de los usos del grupo más prestigiado o de estatus más alto,
hipótesis de la norma impuesta: una variedad puede ser valorada por sí misma como m e
jor o más atractiva que otra si es hablada por un grupo con mayor prestigio,
hipótesis de la pidginización: existe una analogía entre los procesos que subyacen a la pid
ginización y las primeras etapas de adquisición de una segunda lengua. J. Schumann
piensa que las diferencias psicológicas y sociales entre el grupo al que pertenece el es
tudiante y el grupo cuya lengua está siendo adquirida pueden determinar el proceso de
adquisición de una segunda lengua,
hipótesis del tiempo aparente: los usos lingüísticos de una generación no se ven apenas
afectados por el paso del tiempo, esto es, se mantienen prácticamente inalterados y pue
den ser confrontados con los usos de otras generaciones, siempre que se trate de comu
nidades estables.
hipótesis del valor inherente: existe la posibilidad de comparar dos variedades y de que al
guna de ellas sea considerada como mejor o más atractiva que la otra per se.
hipótesis Sapir-Whorf: propuesta basada en dos principios: el determinismo lingüístico y la
relatividad lingüística. El principio del determinismo establece que la lengua tiene la ca
pacidad de determ inar el pensamiento, lo que viene condicionado por la relatividad lin
güística: el mundo ofrece un conjunto complicado de imágenes que las mentes de los in
dividuos perciben y organizan a través de un patrón útil para toda una comunidad de
hablantes y que está codificado en las estructuras de su lengua. Así pues, la organización
del conocimiento viene determ inada directamente por la estructura lingüística. Las len
guas m uestran entre sí diferencias estructurales muy llamativas: no todas tienen unas
mismas categorías gramaticales ni las expresan formalmente de la misma manera; algu
nas lenguas disponen de muchos vocablos para referirse a realidades que en otras len
guas reciben un solo nombre. Todas esas diferencias contribuyen a que la visión del
m undo y la organización del conocimiento sea muy diferente de una cultura a otra, aun
que las disimilitudes no excluyen la posibilidad de que existan universales,
historicidad: característica de los sistemas lingüísticos que son o se consideran resultado de
un desarrollo regular a lo largo del tiempo.
inmersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en realizar toda la enseñanza in
fantil y primaria en una segunda lengua, cuando los niños tienen como prim era lengua
una lengua de prestigio o mayoritaria.
inseguridad lingüística: característica que surge cuando lo que el hablante considera como
correcto o adecuado no coincide con los usos espontáneos del mismo hablante,
interacción comunicativa: serie de acciones comunicativas en la que varios individuos se
ven implicados alternativa o simultáneamente como agentes,
interferencia: desviación respecto de las normas de una lengua que ocurre en el habla de
los individuos bilingües como resultado de la familiaridad con más de una lengua,
interlengua: estado intermedio entre el código de la lengua m aterna y el de una segunda
lengua que se caracteriza por su inestabilidad.
jerga: conjunto de rasgos lingüísticos, generalmente artificiosos, utilizados con una inten
ción críptica o esotérica. Conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo so
cial determinado: estudiantes, deportistas, funcionarios, pescadores, etc. (argot). Con
junto de'usos característicos de un grupo profesional, cuya comunicación puram ente
profesional no tiene una intención o un carácter crípticos, a pesar de que su dominio co
rresponde normalmente a individuos iniciados (tecnolecto).
lealtad lingüística: toda lengua, como toda nacionalidad, puede ser considerada como un
conjunto de normas de comportamiento; la lealtad lingüística, como el nacionalismo, de
signa el estado mental en que la lengua (como la nacionalidad), en su calidad de enti
dad intacta y en contraposición a otras lenguas, ocupa una posición elevada en la esca
la de valores, posición que necesita ser «defendida» (U. Weinreich).
lecto: véase variedad.
lengua: sistema lingüístico del que se vale una comunidad hablante y que se caracteriza por
estar fuertem ente diferenciado, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehícu
lo de una im portante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a sistemas
lingüísticos de su mismo origen (M. Alvar),
lengua criolla: variedad creada a partir de una lengua pidgin, cuando el contacto se pro
longa y estabiliza, dando lugar a una comunidad de habla,
lengua especial: lengua que no reúne las características de la lengua principal ni de la
minoritaria y que puede servir para fines muy diversos: religión, literatura, lengua
franca.
lengua estándar: variedad lingüística de una comunidad que no está marcada ni dialectal,
ni sociolingüística ni estilísticamente,
lengua franca o lingua franca: variedad lingüística utilizada para la comunicación entre
personas cuyas lenguas maternas son diferentes,
lengua internacional: variedad lingüística utilizada en diversos países cuyos habitantes dis
ponen de ella como lengua materna,
lengua minoritaria: lengua m aterna de más del 5 % de una población (o de más de 100.000
personas) y que se usa como lengua de instrucción más allá de los estudios primarios,
lengua pidgin: variedad aparecida como desarrollo característico de ciertos tipos de con
tactos lingüísticos y sociales, que dan lugar a soluciones en las que se combina el voca
bulario de una lengua con la gramática de otra,
lengua principal: lengua m aterna de más del 25 % de una población (o de más de un mi
llón de personas), que es lengua oficial de un país y que es enseñada en la instrucción
secundaria, al menos a la mitad del alumnado,
léxico mental: conjunto de unidades o entradas en las que se recoge toda la información
lingüística (semántica, gramatical, fonológica) de cada elemento léxico, así como la re
presentación mental y conceptual correspondiente.
GLOSARIO SOCIOLINGÜÍSTICO 351
lingüística textual: estudio científico de los procesos de constitución y comprensión del tex
to, de la estructura interna de éste y de sus relaciones con la situación en que se produ
ce (E. Bernárdez).
par de adyacencia: secuencia formada por dos turnos adyacentes, producidos por hablan
tes diferentes, ordenados en una primera y una segunda parte y, en general, tipificados.
El par prototípico es pregunta-respuesta,
paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la lengua que se usa en una
comunidad cuando los hablantes no se sienten sistemáticamente observados, pero sólo
se puede estudiar esa lengua mediante la observación directa,
paradoja histórica: el fin de la lingüística histórica es explicar las diferencias que existen
entre el pasado y el presente; pero, al determinar hasta qué punto el pasado fue distin
to del presente, no hay forma de saber cómo fue de diferente (W. Labov).
patrón de estratificación sociolingüística: representación del modo en que se distribuye o
estratifica una variable lingüística al ser correlacionada con una variable social, sobre
todo con la «clase social» y el «nivel sociocultural».
planificación lingüística: preparación y puesta en práctica de un plan destinado a orientar,
desarrollar o determ inar el uso de una o más lenguas en una comunidad,
poder: valor derivado de las las funciones, las estrategias y los contactos sociales, que su
pone una relación no recíproca entre dos personas, al menos; la no reciprocidad puede
estar basada en muchas y muy diferentes realidades: la riqueza, la edad, la posición so
cial, la fuerza física, entre otras; de las dos personas, como mínimo, que entran en rela
ción, una será considerada como «superior» y la otra como «inferior»,
poliglosia: situación semejante a la diglosia, en la que son más de dos las variedades que
entran en el juego de la distribución funcional y social.
352 PRINCIPIOS DE SOCIOLINGÜÍSTICA Y SOCIOLOGÍA DEL LENGUAJE
red social: sistema de relaciones directas entre individuos que actúa como un mecanismo
para intercambiar bienes y servicios. Las redes poseen diversos grados de densidad y de
multiplicidad.
registro: variedad lingüística según el uso que de ella se hace en situaciones concretas
(M. A. K. Halliday). Véase estilo.
regla variable: regla que incluye información lingüística y sociolingüística sobre un fenó
meno de variación, indicando las probabilidades de que el fenómeno se manifieste de
una forma determinada en unas condiciones sociolingüísticas y estilísticas determinadas.
GLOSARIO SOCIOLINGÜÍSTICO
sabir: variedad cuyo léxico se limita a un ámbito concreto. Véase lengua pidgin.
semilingüismo: uso precario de al menos una de dos lenguas que entran en contacto, ge
neralmente en un contexto de enseñanza-aprendizaje de lenguas,
situación comunicativa: contexto en que se produce una comunicación; lugar y momento
en que interactúan dos o más individuos o participantes,
sociolecto: variedad o conjunto de rasgos lingüísticos que caracterizan a un grupo social,
especialmente a un estrato social,
solidaridad: valor derivado de la relaciones y las funciones sociales que supone una rela
ción simétrica entre dos personas, al menos,
sumersión lingüística: modelo de enseñanza que consiste en escolarizar en una lengua ma
yoritaria, sin tener en cuenta la lengua materna, cuando se tiene como primera lengua
una lengua de poco prestigio o minoritaria,
sustitución de lenguas: proceso por el cual una comunidad ha decidido colectivamente de
jar de utilizar la lengua o las lenguas que ha usado tradicionalmente y ha pasado a uti
lizar una nueva lengua. Abandono de una lengua en beneficio de otra.
tabú: palabra o expresión cuyo uso social se evita por estar mal vista o por ser ofensiva,
tecnolecto: véase jerga.
transferencia: influencia que una lengua ejerce sobre otra. Uso, en una lengua B, de
una rasgo característico de la lengua A. En el terreno de la gramática, las transferen
cias dan lugar a resultados agramaticales en la lengua B y a reestructuraciones de su
sistema.
turno de palabra: discurso de un hablante en conversación que es consecuencia de un re
parto alternativo entre dos interlocutores: turno de A - turno de B - turno de A - turno
de B. Los turnos se construyen sobre unidades de complejidad diversa (oraciones, cláu
sulas, sintagmas) que se identifican por medios prosódicos.
zona de transición: parte del turno de un hablante en la que el interlocutor puede iniciar
su turno, aunque no sea obligatorio; final reconocible de las unidades de turno sobre la
que se aplica una serie de normas cuya misión es regular el mecanismo del intercambio
de turnos entre interlocutores.
ÍNDICE
P rimera parte
LA VARIACIÓN EN LA LENGUA
i
ÍNDICE
S egunda parte
T ercera parte
398 ÍNDICE
C uarta parte
ArielLinmístka