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Joaquín Freire

Carta de un adiós

La verdad es que no existe la manera perfecta de empezar esta carta. Lo pensé


mucho, pero lo correcto es que sepas la verdad sin ningún tipo de ida o vuelta. Me fui de
casa. Me fui del pueblo. Me fui del país. No te preocupes estoy bien. Se que ahora mismo tu
mente y cuerpo atraviesan un estado de sentimientos y pensamientos indescriptibles, pero
quiero que entiendas que lo que hice lo hice por el bien nuestro. Mi pasado siempre fue
oscuro, y el hombre que conociste solo era una sombra iluminada por tu belleza. La verdad
seguro nunca sepas, y te atormente hasta en el día más soleado. Pero siempre estará ahí
esperando a que la descubras. Como un mar de verdades bravías y heladas. Guardadas en
una tumba de mortandad. Abre la tumba. Al fondo de esa tumba, se ve el mar.
Se que no tengo perdón, se que no tengo excusa alguna. Pero intenta entenderme:
te quiero mientras presto atención a las cosas que pasan. En Toulouse simplemente te
quise. Esta noche te quiero en una tarde de primavera. Te quiero con la ventana abierta.
Eres mía y las cosas son mías y mi amor altera las cosas a mi alrededor. Y las cosas a mi
alrededor alteran mi amor. Es por eso que por única y singular vez en la vida, aquello que
me persigue y me acorrala es más fuerte que amor a ti. Donde hubo fuego cenizas quedan.
Cenizas de un pretérito que creí olvidado. De personas que creí olvidadas. Mentirosos,
ladrones y burócratas. Aquellos que no olvidan ni perdonan. No quiero que cargues con lo
que fui, aunque sientas que lo hubieras soportado.
Te pido que no me des vueltas y espacio en tu cabeza. No hables en el pueblo de mi
fuga. Si has visto ensayar a un grupo de rock, sabrás que el bajista siempre sube el
volumen para que se le escuche por encima de la batería. El guitarrista, al que no se le oye
por culpa del bajo, hace lo mismo. Lo que significa que la persona de los teclados tiene que
hacer lo mismo. El baterista no tiene muchas opciones: tiene que tocar aún más fuerte. En
tu mundo hay varias fuerzas luchando para atraer tu atención. No es de extrañar que te
duela la cabeza. Si esta semana bajas el volumen de lo que estás haciendo, todo lo demás
hará lo mismo. Ignora y pasa de todos y de todo, incluso de mi. Capaz de ese modo no
sientas el ruido de preguntas incómodas e interrogatorios fastidiosos. Olvídame por alguien,
pero hazlo con melancolía y libertad. Me hubiese gustado ver hacia qué caminos y relieves
llevaba nuestro amor. Fue un largo sueño, y toca hoy despertar y afrontar lo que soy.
Espero que algún día puedas volver a soñar.

Hasta siempre, tu soñador.

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