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El documento habla sobre el segundo domingo de Cuaresma. Relata cómo Jesús se enojó al encontrar que el Templo, que debía ser un lugar sagrado de oración y encuentro con Dios, estaba lleno de vendedores y cambistas profanando el lugar. Jesús los echó del Templo porque habían convertido un lugar santo en "una cueva de ladrones". Además, Jesús manifestó que ese tipo de culto con sacrificios de animales ya no era necesario, y que él mismo es ahora el lugar donde debemos adorar a Dios. El documento también dice que ahora
El documento habla sobre el segundo domingo de Cuaresma. Relata cómo Jesús se enojó al encontrar que el Templo, que debía ser un lugar sagrado de oración y encuentro con Dios, estaba lleno de vendedores y cambistas profanando el lugar. Jesús los echó del Templo porque habían convertido un lugar santo en "una cueva de ladrones". Además, Jesús manifestó que ese tipo de culto con sacrificios de animales ya no era necesario, y que él mismo es ahora el lugar donde debemos adorar a Dios. El documento también dice que ahora
El documento habla sobre el segundo domingo de Cuaresma. Relata cómo Jesús se enojó al encontrar que el Templo, que debía ser un lugar sagrado de oración y encuentro con Dios, estaba lleno de vendedores y cambistas profanando el lugar. Jesús los echó del Templo porque habían convertido un lugar santo en "una cueva de ladrones". Además, Jesús manifestó que ese tipo de culto con sacrificios de animales ya no era necesario, y que él mismo es ahora el lugar donde debemos adorar a Dios. El documento también dice que ahora
"…él se refería al templo de su cuerpo" Juan 2,13-25
Estamos ya en el tercer domingo de Cuaresma. ¿Y hay algo que nos llame la atención en este relato? Lo vemos a Jesús enojado. Pero, ¿qué pasó? Veamos. El Señor entra al Templo, la casa de Dios, su Padre. Ve que el Templo, que la casa de oración y de encuentro con Dios está profanada con la presencia de “vendedores de bueyes, ovejas y palomas y (…) los cambistas sentados delante de sus mesas”. Y Jesús se enoja. Con látigo en mano –no nos consta que efectivamente haya golpeado a alguien– los echa del Templo, el lugar de la Presencia de su Padre. No es para menos su enojo porque habían convertido un lugar santo en “una cueva de ladrones”. Además Jesús con estos actos manifiesta que ese culto, con sacrificios de animales, ya no rige más. No es una mera limpieza del Templo sino la abolición de ese tipo de culto. Jesús dice: “esto ya no va más”. Porque de ahora en más Jesús mismo es el lugar donde tenemos que adorar a Dios. «Por Cristo, con Él y en Él», como lo escuchamos en la Misa. Y es más, ya no es necesario ningún sacrificio porque desde ahora Jesús es el único “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, que se realizó de una vez y para siempre en la Cruz. En cada Misa nosotros actualizamos lo que ya está hecho: nuestra salvación. En cada Misa Jesús se hace presente en el altar. En cada Misa renovamos la Nueva Alianza con Dios. Cuando comulgamos también nosotros nos convertimos en un sagrario. ¡Sí, nosotros también somos casa de Dios y templo del Espíritu Santo! Dejemos entonces que el Señor entre en nuestro corazón una vez más a ocupar el lugar que sólo a Él le corresponde. Si lo dejamos entrar el con mucha misericordia nos va a purificar e iluminar porque nosotros también somos templo y casa de Dios. El templo es un lugar de oración y de encuentro con Dios, donde adoramos al único Dios en tres Personas divinas. Unas preguntas que nos pueden ayudar, pueden ser: ¿respeto debidamente los lugares sagrados? ¿cómo trato a los demás? Teniendo en cuenta que todos somos dignos ¿cómo me trato yo? ¿soy tratado por los demás con respeto y dignidad? Hermanos estamos llamados a creer lo que celebramos, a celebrar lo que creemos. A vivir, practicar, y a creer lo que enseñamos y anunciamos. Podemos adorar y alabar a nuestro Dios en el templo y también poniéndonos al servicio de quien nos necesita: cuantos hermanos nuestros no la están pasando bien. No solo podemos ayudar con bienes materiales. Hay muchos que necesitan ser escuchados y contenidos. Acompañados en su dolor y angustia. En nuestros hermanos podemos dar ese culto agradable a Dios así como lo hacemos en la Eucaristía.