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2° DOMINGO DE CUARESMA 28/02/21

"…él se refería al templo de su cuerpo" Juan 2,13-25


Estamos ya en el tercer domingo de Cuaresma. ¿Y hay algo que nos llame la atención
en este relato? Lo vemos a Jesús enojado. Pero, ¿qué pasó? Veamos.
El Señor entra al Templo, la casa de Dios, su Padre. Ve que el Templo, que la casa de
oración y de encuentro con Dios está profanada con la presencia de “vendedores de
bueyes, ovejas y palomas y (…) los cambistas sentados delante de sus mesas”.
Y Jesús se enoja. Con látigo en mano –no nos consta que efectivamente haya golpeado a
alguien– los echa del Templo, el lugar de la Presencia de su Padre.
No es para menos su enojo porque habían convertido un lugar santo en “una cueva de
ladrones”.
Además Jesús con estos actos manifiesta que ese culto, con sacrificios de animales, ya
no rige más. No es una mera limpieza del Templo sino la abolición de ese tipo de culto.
Jesús dice: “esto ya no va más”. Porque de ahora en más Jesús mismo es el lugar donde
tenemos que adorar a Dios. «Por Cristo, con Él y en Él», como lo escuchamos en la
Misa. Y es más, ya no es necesario ningún sacrificio porque desde ahora Jesús es el
único “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, que se realizó de una vez y
para siempre en la Cruz. En cada Misa nosotros actualizamos lo que ya está hecho:
nuestra salvación. En cada Misa Jesús se hace presente en el altar. En cada Misa
renovamos la Nueva Alianza con Dios.
Cuando comulgamos también nosotros nos convertimos en un sagrario. ¡Sí, nosotros
también somos casa de Dios y templo del Espíritu Santo!
Dejemos entonces que el Señor entre en nuestro corazón una vez más a ocupar el lugar
que sólo a Él le corresponde. Si lo dejamos entrar el con mucha misericordia nos va a
purificar e iluminar porque nosotros también somos templo y casa de Dios. El templo es
un lugar de oración y de encuentro con Dios, donde adoramos al único Dios en tres
Personas divinas.
Unas preguntas que nos pueden ayudar, pueden ser:
 ¿respeto debidamente los lugares sagrados?
 ¿cómo trato a los demás? Teniendo en cuenta que todos somos dignos
 ¿cómo me trato yo? ¿soy tratado por los demás con respeto y dignidad?
Hermanos estamos llamados a creer lo que celebramos, a celebrar lo que creemos. A
vivir, practicar, y a creer lo que enseñamos y anunciamos.
Podemos adorar y alabar a nuestro Dios en el templo y también poniéndonos al servicio
de quien nos necesita: cuantos hermanos nuestros no la están pasando bien. No solo
podemos ayudar con bienes materiales. Hay muchos que necesitan ser escuchados y
contenidos. Acompañados en su dolor y angustia. En nuestros hermanos podemos dar
ese culto agradable a Dios así como lo hacemos en la Eucaristía.

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