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12/3/23, 7:15 Alma 47

CAPÍTULO 47
Amalickíah se vale de la traición, el asesinato y la intriga para hacerse rey de
los lamanitas — Los disidentes nefitas son más inicuos y feroces que los
lamanitas. Aproximadamente 72 a.C.

1 Volvemos ahora, en nuestros anales, a Amalickíah y a los que a huyeron  

con él al desierto; pues he aquí, él había tomado a los que lo habían


seguido, y se fue a la b tierra de Nefi entre los lamanitas, e incitó a los
 

lamanitas a la ira contra el pueblo de Nefi, al grado de que el rey de los


lamanitas expidió una proclamación por toda su tierra, entre todo su
pueblo, de que se juntasen otra vez para ir a la lucha contra los nefitas.

2 Y ocurrió que después que se hubo circulado la proclamación entre


ellos, tuvieron gran temor; sí, temían disgustar al rey, y también temían
ir a la lucha contra los nefitas, no fuera que les costara la vida. Y
sucedió que no quisieron, o sea, la mayor parte de ellos no quiso
obedecer las órdenes del rey.

3 Y luego aconteció que el rey se encolerizó por motivo de su


desobediencia; por tanto, dio a Amalickíah el mando de la parte de su
ejército que fue obediente a sus órdenes, y le mandó que fuera y los
obligara a tomar las armas.

4 Y he aquí, esto era lo que Amalickíah deseaba; pues siendo un hombre


muy hábil para lo malo, ideó en su corazón un plan para destronar al
rey de los lamanitas.

5 Y ahora bien, había logrado el mando de esas partes de los lamanitas


que estaban a favor del rey, y buscó granjearse la voluntad de aquellos
que no eran obedientes; de modo que avanzó al sitio que se llamaba
a Onida,
 

porque allí habían huido todos los lamanitas; pues habían


descubierto que el ejército se acercaba, y pensando que iba para
destruirlos, huyeron, por tanto, a Onida, al lugar de las armas.

6 Y habían nombrado a un hombre como rey y caudillo sobre ellos,


habiendo fijado en sus mentes una firme resolución de que no los
obligarían a ir contra los nefitas.

7 Y sucedió que se habían reunido en la cima de la montaña que se


llamaba Antipas, en preparación para la batalla.

8 Mas no era la intención de Amalickíah entrar en batalla con ellos de


acuerdo con las órdenes del rey; sino que, he aquí, su designio era
granjearse la buena voluntad de los ejércitos de los lamanitas, a fin de
colocarse a la cabeza de ellos, y destronar al rey y apoderarse del reino.

9 Y he aquí, hizo que su ejército plantara sus tiendas en el valle que se


encontraba cerca del monte Antipas.

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10 Y aconteció que al llegar la noche envió una embajada secreta al


monte Antipas, pidiendo al jefe de los que se hallaban sobre el monte,
cuyo nombre era Lehonti, que bajara al pie de la montaña porque
deseaba hablar con él.

11 Y sucedió que cuando Lehonti recibió el mensaje, no se atrevió a


bajar al pie de la montaña. Y ocurrió que Amalickíah le envió una
segunda comunicación, solicitando que bajara. Y acaeció que Lehonti
no quiso bajar; y Amalickíah envió por tercera vez.

12 Y aconteció que cuando vio que no podía conseguir que Lehonti


bajara de la montaña, Amalickíah ascendió al monte casi hasta el campo
de Lehonti; y envió por cuarta vez su comunicación a Lehonti,
pidiéndole que bajara y que llevara a sus guardias consigo.

13 Y sucedió que cuando Lehonti hubo descendido con sus guardias


hasta donde estaba Amalickíah, este le propuso que bajara con su
ejército durante la noche, y cercara en sus campamentos a aquellos
sobre quienes el rey le había dado el mando, y que los entregaría en
manos de Lehonti, si este lo nombraba a él (Amalickíah) jefe segundo
de todo el ejército.

14 Y ocurrió que Lehonti bajó con sus hombres y cercaron a los


hombres de Amalickíah; de modo que antes de despertar, al romper el
día, estaban rodeados por los ejércitos de Lehonti.

15 Y aconteció que cuando se vieron cercados, le suplicaron a


Amalickíah que les permitiera unirse a sus hermanos para que no fuesen
destruidos. Y esto era precisamente lo que Amalickíah deseaba.
a
16 Y acaeció que entregó a sus hombres, contrario a las órdenes del rey.
 

Y esto era lo que procuraba Amalickíah, para realizar su proyecto de


destronar al rey.

17 Ahora bien, era costumbre de los lamanitas, si mataban a su caudillo


principal, nombrar al jefe segundo en su lugar.

18 Y sucedió que Amalickíah hizo que uno de sus siervos administrase


veneno a Lehonti, poco a poco, hasta que murió.

19 Y cuando murió Lehonti, los lamanitas nombraron a Amalickíah


como su jefe y comandante general.

20 Y ocurrió que Amalickíah marchó con sus ejércitos (porque había


logrado sus deseos) a la tierra de Nefi, a la ciudad de Nefi, que era la
ciudad principal.

21 Y el rey salió con sus guardias para recibirlo, pues suponía que
Amalickíah había obedecido sus órdenes, y que había reunido a tan
grande ejército para ir a la batalla contra los nefitas.

22 Mas he aquí, al salir el rey a recibirlo, Amalickíah hizo que sus


siervos salieran a encontrar al rey. Y fueron y se postraron delante del
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rey, como para reverenciarlo a causa de su grandeza.

23 Y sucedió que el rey extendió la mano para levantarlos, como se


acostumbraba entre los lamanitas, en señal de paz, costumbre que
habían tomado de los nefitas.

24 Y aconteció que cuando hubo levantado del suelo al primero, he


aquí, este apuñaló al rey en el corazón; y el rey cayó a tierra.

25 Y los siervos del rey huyeron, y los siervos de Amalickíah


pregonaron, diciendo:

26 He aquí, los siervos del rey le han dado una puñalada en el corazón;
y ha caído, y ellos han huido. He aquí, venid y ved.

27 Y sucedió que Amalickíah dio órdenes de que sus ejércitos avanzaran


para ver qué le había sucedido al rey; y cuando llegaron al lugar y
hallaron al rey tendido en su sangre, Amalickíah fingió estar lleno de
ira, y dijo: Quienquiera que haya amado al rey salga a perseguir a sus
siervos para quitarles la vida.

28 Y aconteció que al oír estas palabras, todos los que amaban al rey
avanzaron y salieron tras los siervos del rey.

29 Y cuando estos vieron que los perseguía un ejército, nuevamente se


llenaron de miedo; y huyeron al desierto, y llegaron a la tierra de
Zarahemla, y se unieron al a pueblo de Ammón.
 

30 Y el ejército que los perseguía se volvió, habiéndolos seguido en


vano; y así Amalickíah se conquistó el corazón del pueblo por medio de
su fraude.

31 Y sucedió que a la mañana siguiente entró en la ciudad de Nefi con


sus ejércitos y tomó posesión de la ciudad.

32 Y aconteció que cuando la reina supo que habían matado al rey —


porque Amalickíah había enviado una embajada a la reina para
informarle que el rey había sido asesinado por sus siervos, y que él los
había perseguido con su ejército, pero que fue en vano porque lograron
escaparse—

33 de manera que cuando la reina recibió este mensaje, contestó a


Amalickíah, pidiéndole que perdonara a los habitantes de la ciudad; y
también le manifestó su deseo de que fuera a verla, y también le pidió
que llevara testigos con él para testificar concerniente a la muerte del
rey.

34 Y acaeció que Amalickíah llevó al mismo siervo que había asesinado


al rey, y a todos los que estuvieron con él; y entraron en donde estaba la
reina, al lugar donde se sentaba; y todos le testificaron que el rey había
sido asesinado por sus propios siervos; y dijeron también: Han huido;

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¿no testifica esto en contra de ellos? Y así convencieron a la reina,


concerniente a la muerte del rey.

35 Y sucedió que Amalickíah procuró el favor de la reina, y la tomó por


esposa; y así, por medio de su fraude, y con la ayuda de sus astutos
siervos, consiguió el reino; sí, fue reconocido como rey en toda esa
tierra, entre todo el pueblo lamanita, que se a componía de los lamanitas
 

y los lemuelitas y los ismaelitas, y todos los disidentes nefitas, desde el


reinado de Nefi hasta el tiempo presente.

36 Ahora bien, estos a disidentes, teniendo la misma instrucción y la


 

misma información que los nefitas, sí, habiendo sido instruidos en el


mismo b conocimiento del Señor, no obstante, es extraño relatar que no
 

mucho después de sus disensiones, ellos se volvieron más duros e


c impenitentes,
 

y más salvajes, inicuos y feroces que los lamanitas,


empapándose en las tradiciones de los lamanitas, entregándose a la
indolencia y a toda clase de lascivias; sí, olvidándose enteramente del
Señor su Dios.

1a Alma 46:33.

1b 2 Ne. 5:5–8; Omni 1:12–13.

5a Alma 32:4.

16a Alma 47:3.

29a Alma 43:11–12. GEE Anti-nefi-lehitas.

35a Jacob 1:13–14.

36a GEE Apostasía.

36b Heb. 10:26–27; Alma 24:30.

36c Jer. 8:12.

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