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INTRODUCCIÓN AL ORIENTE Y EGIPTO ANTIGUOS

1º Curso, Grado de Historia. Primer Semestre.


Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Autónoma de Madrid
Profesores: Carmen del Cerro Linares y Fernando Escribano Martín

Dossier por bloques

Bloque III

1. El primer estado asirio (época paleoasiria).

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El Primer estado asirio. Arriba esquema del tráfico de mercancías del comercio paleoasirio, abajo red de vías
paleoasirias y paleobabilonicas (2000-1600 a.C.). M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona, 1995, p. 289

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2. Anatolia y los orígenes del reino hitita.

M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona 1995, fig.81.

Edicto de Telipinu (Álvarez Pedrosa, J. A. & Bernabé, A., 2000, pp. 154-161)
“Así habla el Tabarna Telipinu, gran rey. Antaño fue gran rey Labarna. Entonces sus
hijos, sus hermanos, sus parientes, sus consanguíneos y su ejército estaban unidos. El
territorio era pequeño, pero adonde él iba a una campaña, sometía con su brazo el
territorio enemigo. Y fue devastando los territorios, dejaba los territorios sin poder y hacía
del mar sus fronteras. Cuando regresaba de la campaña, cada uno de sus hijos iba a un
territorio. Y estuvieron administrando los territorios de las ciudades de Hupishna,
Tuwanuwa, Nenashsha, Landa, Zallara, Parshuhanta y Lushna; las grandes ciudades
estaban en sus manos.
Después llegó a ser rey Hattushili. E igualmente sus hijos, sus hermanos, sus parientes,
sus consanguíneos y su ejército estaban unidos. A donde él iba a una campaña, sometía
con su brazo el territorio enemigo. Y fue devastando los territorios, dejaba los territorios
sin poder y hacía del mar sus fronteras. Cuando regresaba de la campaña, cada uno de sus
hijos iba a un territorio; las grandes ciudades estaban en sus manos.
Pero después, cuando los siervos del príncipe se volvieron falsos, comenzaron a devorar
sus casas, a andar conspirando contra su señor y a derramar su sangre.
Cuando Murshili llegó a ser rey en Hattusha, igualmente sus hijos, sus hermanos, sus
parientes, sus consanguíneos y su ejército estaban unidos, sometía con su brazo el
territorio enemigo, dejaba los territorios sin poder y hacía del mar sus fronteras. Marchó
contra la ciudad de Halpa y aniquiló Halpa y llevó consigo cautivos y bienes de Halpa a

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Hattusha. A continuación, marchó a Babilonia y aniquiló Babilonia. Combatió a los
hurritas y se llevó consigo cautivos y bienes de Babilonia a Hattusha.
Hantili era copero y tenía a Harapshili la hermana de Mursili, por esposa. Zidanta
conspiró con Hantili y cometieron una mala acción: mataron a Murshili y perpetraron un
hecho sangriento…”

Edicto de Telipinu (Álvarez Pedrosa, J. A. & Bernabé, A., 2000, pp. 154-161)

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3. Babilonia en época amorrita (época paleobabilónica).

M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona 1995, fig. 77.

Parte superior de la estela del código de Hamurabi. Museo del Louvre

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“Cuando Anum, el Altísimo, Rey de los Anunnaki, (y) el divino Enlil, señor de cielos y
tierra, que prescribe los destinos del País, le otorgaron al divino Marduk, al hijo
primogénito del dios Ea, la categoría de Enlil de todo el pueblo, (y) lo magnificaron entre
los Igigus(cuando) le impusieron a Babilonia su sublime nombre(y) la hicieron la más
poderosa de las cuatro partes del mundo;(cuando) en su seno le aseguraron a Marduk un
reino sempiterno cuyos cimientos son tan sólidos como los del cielo y la tierra
En aquellos días Anum y el divino Enlil también a mí, a Hammu-rabi, el príncipe devoto
(y)respetuoso de los dioses, a fin de que yo mostrase la Equidad al País, a fin de que yo
destruyese al malvado y al inicuo, a fin de que el prepotente no oprimiese al débil a fin
de que yo, como el divino Shamash, apareciera sobre los “cabezas negras" e iluminara la
tierra, a fin de que promoviese el bienestar de la gente me impusieron el nombre:
Yo soy Hammu-rabi: El Pastor Elegido del divino Enlil, el acumulador de la abundancia
y de la opulencia, el que ha llevado a buen término todo lo de la ciudad Nippur (y es)
devoto cuidador del Ekur; el Rey Eficiente que ha restaurado Eridu en su lugar(y) ha
purificado el ritual del E’abzu.
El Huracán de las cuatro partes (del mundo); el engrandecedor del nombre de Babilonia,
el agrado del corazón de Marduk, su señor, el que se presenta a diario al servicio del
Esagil.
(…)
El Piadoso Orante ante los Grandes Dioses; el descendiente de Sumula’el, el poderoso
heredero de Sin-muballit, la semilla eterna de la realeza; el rey poderoso, Sol de Babilonia
que hace amanecer la luz sobre el País de Sumer y Akkad, rey sometedor de las cuatro
partes (del mundo), el protegido de Ishtar.
Cuando Marduk me mandó a gobernar el pueblo, a enseñarle al País el buen camino, yo
hice de la Verdad y la Equidad el asunto más importante: me ocupé del bienestar del
pueblo.”

Prólogo al Código de Hammurabi (Sanmartín, J. 1999, pp. 97-102)

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4. Egipto durante el Reino Medio.

Mapa de Egipto durante la XI dinastía.


Parra, J.M., (Coord.) El antiguo Egipto. Ed. Marcial Pons, Madrid, 2011 p. 220.

“Principio de la Enseñanza que hizo la majestad del rey del Alto y Bajo Egipto
Sehetepibre, el Hijo de Ra, Amenemhat, justo de voz, cuando habló en una revelación a
su hijo el Señor del Todo. Dijo:
¡Álzate en gloria como un dios! Escucha lo que voy a decirte, para que puedas reinar en
la tierra, gobernar las orillas y acrecentar el bienestar. Guárdate de los subordinados que
(verdaderamente) no lo son, y por cuyo temor no se está alerta. No te acerques a ellos
mientras estés solo; no te fíes de (ningún) hermano; no conozcas amigo. No te crees
íntimos, pues no hay beneficio en ello. Si duermes, guarda tú mismo tu corazón, porque
el hombre no tiene partidarios el día de la desgracia. Yo he dado al pobre; he criado al
huérfano. Hice que alcanzara (el bienestar) (?) tamo el que no tenía como el que tenía.
Pero fue aquel que se había nutrido de mi alimento el que provocó querella; aquel a quien
yo había dado mis brazos conspiraba por medio de ellos; aquel que vestía mi más fino

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lino me miraba como si fuera un necesitado; aquel que era ungido con mi mirra estaba
derramando el agua que llevaba (?).
¡Oh, mis imágenes vivientes, mis asociados entre los hombres ...! Hacedme un lamento
funerario tal como jamás haya sido escuchado, un tremendo combate tal que jamás haya
sido visto (?). Si se combate en la arena, olvidando el ayer, no habrá felicidad completa
para aquel que ignore lo que debe conocer. Fue después de la cena, cuando la noche había
llegado. Yo había tomado una hora de reposo, tendido en mi lecho; estaba relajado, y mi
corazón empezaba a seguir mi sueño. Entonces se blandieron las armas que (debían)
protegerme. Actué como la serpiente del desierto. Habiéndome despertado a causa de la
lucha, me puse alerta. Descubrí que se trataba de una disputa de la guardia. Si rápidamente
hubiera yo tomado las armas en mi mano, habría hecho que los cobardes se retiraran con
una carga. Pero nadie es bravo en la noche. No puede producirse el éxito en ausencia de
un protector. Mira, el crimen sucedió cuando estaba sin ti, sin que aún se hubiera enterado
la Corte de que yo te iba a entregar (el poder), y sin que aún me hubiera sentado
(entronizado) contigo, de forma que te pudiera aconsejar. Porque yo no había previsto
esto, no lo esperaba, mi corazón no se había dado cuenta de la negligencia de la
servidumbre. ¿Es que (alguna vez) han mandado las mujeres tropas? ... ¿Es que (acaso)
se crían rebeldes en la Residencia? ... ¿Se deja fluir (quizás) el agua que destruye la tierra?
(?) ... ¿Se priva a las gentes del pueblo de sus cosechas? ...
Desde mi nacimiento, el peligro no me había cogido de improviso; nada había igualado
mis hazañas como héroe poderoso. He viajado hasta Elefantina, he regresado a las
marismas del Delta. Me he alzado sobre los extremos de la tierra y he visto su interior.
He alcanzado los límites del poderío por medio de mi fuerte brazo, en mis etapas. Yo era
uno que producía el grano, querido de Nepri. Hapy me ha mostrado respeto en todas sus
revelaciones. Nadie tuvo hambre en mis años; nadie padeció sed en (ellos). (La gente) se
sentaba con lo que yo había hecho y se relataba de mí (?). Todo lo que yo decreté quedó
en orden. He dominado a los leones he atrapado a los cocodrilos. He sometido a nubios y
he capturado a medjay. Hice que los asiáticos hicieran la “marcha de los perros” (?). Me
construí una mansión adornada con oro, con sus techos en lapislázuli, las paredes en plata,
los suelos en (madera de) sicomoro las puertas en cobre y los pernos de bronce, hecha
para la eternidad preparada para todo tiempo.
Conozco porque soy su señor, el Señor del Todo. Hay odio en las calles. El sabio está
diciendo 'Sí', y el estúpido dice 'No'; porque no hay quien pueda conocerse a sí mismo,
privado de su rostro. ¡Oh, Senusret, hijo mío! Ahora que mis pies se ponen en marcha,
estás en mi corazón. Mis ojos te contemplan, hijo de una hora de felicidad, junto al pueblo
del sol, que está adorándote. Mira, yo he hecho el principio y he ordenado para ti el final.
Soy yo quien te ha dado la tierra a ti, que estabas en mi corazón; tú, imagen mía, que
llevas la corona blanca, progenie divina.
El sello está en su sitio, tal como para ti decreté. Hay júbilo en la barca de Ra. La realeza
es de nuevo lo que fue en el pasado ... erige monumentos, establece fortalezas ...”

La instrucción de Amenemhat I (Serrano Delgado, J.M., Textos para la historia antigua de Egipto, Ed.
Cátedra, Madrid, 2021, pp. 97-98)

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Bloque IV

1. Mitanni, un imperio en al Yazira.

M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona, 1995, p. 383.

“Di a Nimmuare’ia, rey del país de Egipto, mi yerno, a quien amo y quien me ama. Este
es el mensaje de Tushratta, rey del país de Mitanni, tu suegro, quien te ama, tu hermano:
todo me va bien, que todo te vaya bien, con tu casa, con mi hermana y el resto de tus
esposas, con tus hijos, con tus oficiales, con tus carros, con tus caballos, con tus guerreros,
con tu tierra y con tus posesiones, que todo te vaya muy bien.
Mane, el emisario de mi hermano, vino en amistad para tomar a la esposa de mi hermano,
la señora del país de Egipto, y yo leí la carta que trajo una y otra vez y oí sus palabras y
ellas fueron dulces; las palabras de mi hermano es como si yo viera a mi hermano mismo.
Y yo me regocijé en ese día. Y yo hice del día y la noche una celebración.
Yo llevaré a cabo cada palabra de mi hermano que Mane me trajo. En este mismo año,
yo entrego a la esposa de mi hermano, la señora de Egipto y ellos la llevarán ante mi
hermano. En ese día Egipto y Hanigalbat serán uno…
En seis meses Keliya, mi emisario, y Mane, el emisario de mi hermano yo liberaré. La
esposa de mi hermano yo entregaré y ellos la llevarán a mi hermano. Que Shaushka, mi
señora, la señora de las tierras y de mi hermano, y Amón, el dios de mi hermano, le hagan
a ella corresponder con el deseo de mi hermano…”

Carta de Tushratta de Mitanni a Amenhotep III (Moran, W. L. The Amarna Letters, EA 20)

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2. La época Imperial de Hatti.

M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona, 1995, p. 400.

“Así Tudkhaliya, Gran Rey: yo me he convertido en rey, y vosotros, eunucos, juráis así
sobre la persona de Su Majestad: “¡Protegeremos a Su Majestad y a (su) descendencia
sobre su señorío!”. Vosotros, que sois los eunucos, y los hombres iguales a vosotros: Su
Majestad está en vuestras manos; ¡proteged a Su Majestad y después proteged a la
descendencia de Su Majestad! Su Majestad tiene muchos hermanos, numerosos aquí son
los hijos de los antepasados y Khattusha está llena de descendencia de la realeza: en el
interior de Kattusha numerosa es la descendencia de Shuppiluliuma, la descendencia de
Murshili, la descendencia de Muwatalli, la descendencia de Khattushili. ¡No busquéis a
otro hombre para el señorío! ¡Para el señorío de aquí en adelante proteged solo a la
descendencia de Tudkhaliya! Si alguna vez le sucede una contrariedad a Su Majestad y
Su Majestad tiene muchos hermanos y vosotros hacéis más o menos esto, os acercaréis a
algún otro diciendo: “¿Acaso no es también hijo de nuestro señor este al que
ensalzaremos?”: ¡no se haga tal cosa! ¡En el señorío proteged en adelante sólo a la
descendencia de Su Majestad! … O bien alguna desgracia (pudiera suceder) a la vida de
Su Majestad, tú te enteras y le echas un puente diciendo así: “En este día no he sido
asignado a ningún servicio, luego no me es de pecado”: ¡que sea puesto bajo los
juramentos divinos! O bien, dado que yo mandaré a menudo con embajadas a vuestros
eunucos junto con príncipes y señores a los dominios de un (rey) vecino, no cambiéis las
palabras de Su Majestad: ¡que sea puesto bajo los juramentos divinos! O bien, alguno
trabaja por el bien de Su Majestad pero un enemigo de Su Majestad te lleva aparte (y te
dice): “Haz que ese hombre caiga en desgracia ante Su Majestad” y tú lo haces y le haces
caer en desgracia; o bien alguien está en contra tuya, pero goza del favor de Su Majestad
y tú por iniciativa propia le haces caer en desgracia y le haces de alguna forma daño: ¡que
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estos dioses te destruyan! A vosotros, eunucos, que habéis estado enseguida aquí, porque
yo, Su Majestad, os he hecho jurar (así): “Si le escucháis a alguien algo malvado o
siniestro referido a Su Majestad, contádselo a Su Majestad”, y vosotros no se lo contáis a
Su Majestad en cuanto lo escucháis: ¡que sea puesto bajo los juramentos divinos! Y ahora
a vosotros que no habéis estado aquí y habéis jurado singularmente; si le oís a alguien
algo malvado referente a Su Majestad, no lo escondáis: ¡que sea puesto bajo los
juramentos divinos! Los hermanos (= reyes de igual rango) de Su Majestad son muchos:
son muchos mis hermanos y son muchos mis circunvecinos. Si yo envío a alguno de
vosotros, eunucos, con algo, éste le soborna y aquél se suelta la lengua y le divulga las
cosas del rey: ¡que sea puesto bajo los juramentos divinos! O bien ve algo siniestro por
parte del otro y lo oculta: ¡que sea puesto bajo los juramentos divinos! O bien, lo que a
menudo hacen los hititas, en lugar del señorío de Su Majestad desean secretamente el
señorío de otro hombre: ¡que sea puesto bajo los juramentos divinos! O bien un amigo le
escucha a un amigo algo referente a Su Majestad y no se aparta de él: ¡que sea puesto
bajo los juramentos divinos! …”

Del juramento de fidelidad de los eunucos a Tudkhaliya IV (M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona,
1995, p. 410)

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3. El Egipto del reino nuevo.

Mapa del Imperio egipcio hacia 1450 a.C.

“Cuando Su Majestad era aún un niño, era como el pequeño Horus en Chemmis, sus
perfecciones tal como las del “vengador de su padre”, su apariencia como la del mismo
dios. La tropa se regocijaba debido a su amor, los príncipes y todos los nobles también.
Su fortaleza hacía que sus victorias florecieran. Repitió el ciclo, siendo sus poderes como
los del hijo de Nut.
Pasaba tiempo entreteniéndose en el desierto de la Muralla Blanca (=Menfis), al norte y
al sur, disparando contra planchas de cobre, cazando leones y cabras salvajes, galopando
sobre su carro, sus caballos más rápidos que el viento, junto con uno solo de sus asistentes,
sin que nadie más lo supiera…
Uno de esos días, el príncipe Tutmosis vino galopando a medio día. Se tomó un descanso
a la sombra de este gran dios. El sueño se apoderó de él justo cuando el sol estaba en su

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zenit. Se encontró, entonces, a este augusto dios hablando por su propia boca como un
padre habla a su hijo, diciendo: “Mírame, obsérvame hijo mío, Tutmosis. Yo soy tu padre,
Horus-en-el-horizonte-Khepri-Atum. Te otorgaré la realeza sobre la tierra al frente de los
vivos. Portarás la corona blanca y la corona roja sobre el trono del dios Geb, el noble. La
tierra a lo largo y ancho te pertenecerá, todo lo que ilumina el ojo del ‘señor de la
totalidad’. Las provisiones del interior de las Dos Tierras serán tuyas, los valiosos
productos de todas las tierras extranjeras y una vida larga en años. Mi rostro es para ti, mi
corazón es para ti, y tú eres para mí. Pero, ¡mira! Mi estado es como el de un enfermo,
todos mis miembros están enterrados. La arena del desierto sobre la cual yo estaba se ha
vuelto contra mí. He estado esperando para hacer que tú lleves a cabo lo que está en mi
corazón, pues yo te conozco, tú eres mi hijo, mi protector. ¡Venga! ¡Mira, estoy contigo!
Yo soy tu guía”, terminó la intervención.
El príncipe estaba atónito por lo que había escuchado […] comprendió las palabras del
dios y guardó silencio en su corazón…”

Estela del sueño de Tutmosis IV


Parra, J.M., (Coord.) El antiguo Egipto. Ed. Marcial Pons, Madrid, 2011, p. 353.

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4. Karduniaš o la dinastía casita de Babilonia. Irán.

Carta de Amenofis III de Egipto a Kadashman-Enlil I (Kuhrt, 2014, pp. 381-382):


“Cuando tú (= Kadashman-Enlil) me escribiste así: ‘Mis hijas, que están casadas con
reyes de países vecinos, cuando mis mensajeros llegan hasta allí, hablan con ellas (y me
envían) un regalo a modo de saludo. La que está contigo (¿es pobre?)’. Esas fueron tus
palabras. (Pues bien, yo ahora te contesto así:) Verdaderamente los reyes de los países
vecinos son ricos y poderosos; tus hijas pueden obtener cualquier cosa de ellos y
enviártela. ¿Pero qué tiene la hija tuya que vive conmigo? No obstante, si obtiene alguna
cosa, te la enviaré. Está muy bien eso de entregar a tus hijas con el fin de obtener una
pepita de oro (?) procedente de allende tus fronteras (EA 1).

Carta de Amenofis III de Egipto a Kadashman-Enlil . A. Kuhrt, A., El Oriente Próximo en la Antigüedad
(c. 3000-330 a.C.) Ed. Crítica, Barcelona, 2000, pp. 381-382.

M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona, 1995, p. 488.

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5. El reino medio asirio.

“Tú has enseñado a tu país a no transgredir el juramento, a observar las normas. Ellos (=
los asirios) no sobrepasan los límites que tú has trazado, se conforman a tu juicio. Están
respetuosamente pendientes de la firme decisión de tu poder supremo. Se fían de tu juicio
benévolo, inquieren tu divinidad. Tú eres su égida grande y buena, su amplia protección.
Confiando en tu poderío, consultan en medio del cielo tu solución (de sus casos).
Los otros países (en cambio), de común acuerdo rodean tu ciudad Assur con un círculo
de mal, y odian todos juntos al pastor que tú has nombrado para mantener en orden a la
gente. Todas las tierras a las que has prestado una benévola asistencia te desprecian;
mientras tú has extendido sobre ellos tu protección, ellos rechazan a tu país. Reyes a
quienes has colmado de bien se obstinan en desobedecerte; aquellos a quienes has
concedido tu favor, afilan sus armas contra ti.
Para tu ciudad, Assur, la batalla está dispuesta sin tregua, contra ella embiste una oleada
de ataques. Enemigos y adversarios no cesan de mirar con malas intenciones tu residencia,
y se confabulan para saquear tu país, Asiria. Todos los países (extranjeros) desean noche
y día la destrucción de tus maravillas, por doquier se ensañan para arruinar tus ciudades,
conspiran para infligirte una derrota. Todos los desalmados se reúnen un día tenebroso,
sin sol; manos hostiles se alzan para desbaratar los ejércitos asirios. Contra su benefactor,
conspiran cual malvados; transgreden el nombre del Señor de todos los países; a la fuerza
reúnen príncipes (aliados) y tropas auxiliares.
De tu país, Asiria, tú eres Señor: ¡sé su fuerte, su príncipe vengador! ¡Que tu supremo
poder sea por siempre su protección, y apoye su combate” ¡Oh Señor, por tu país, Asiria,
no dejes inactivo tu brazo benefactor! ¡Oh Assur, gran señor, rey de los dioses, Asiria es
tuya! ¡Oh Enlil asirio, señor de todos los países, Asiria es tuya!

Plegaria de Tukulti-Ninurta I al dios Assur (M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona, 1995, p. 464)

M. Liverani, El Antiguo Oriente, Barcelona, 1995, p. 463.

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