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En este trabajo el propósito es dar respuesta al planteamiento inicial que es la base

de esta investigación que se ha estado realizado, a saber, si la arqueología como ciencia le


ha dado la razón a la biblia en cuanto a lo que ella menciona de muchos eventos de la
humanidad.
En el mismo propósito de la ciencia arqueológica se encuentra la fuerza de la
confirmación de los eventos narrados en la biblia, ya que esta busca por medio de los
hallazgos arqueológicos extraer el relato más fidedigno de las actividades realizadas por la
humanidad que han quedado en la oscuridad y que solo la Biblia menciona. Pero es el
mensaje que las pinturas, códices, etc. Revelan, que se levantan como testimonios
materiales de que estos hechos fueron reales.1
La arqueología moderna demuestra un principio similar respecto a la Palabra de
Dios. Dice en el Salmo 85:11: “La verdad brotará de la tierra”. La Palabra de Dios es cierta.
Esto hace que la Palabra de Dios pertenezca a una categoría única.
Lo anterior ha tenido su expresión en las formas o métodos que la arqueología
utiliza para hacer su trabajo y extraer la verdad desde la tierra misma.
El escepticismo provocado por los escritos antiguos, con buen fundamento en
muchos casos también se extendió a los escritos de la Biblia. Muchos pensaron que los
registros bíblicos en cuanto a la historia antigua de este mundo, y los relatos en cuanto a los
patriarcas, profetas, jueces y reyes, en la mayoría de los casos eran tan legendarios como
los de otros pueblos antiguos que nos habían llegado mediante los escritores griegos y
latinos.
Los más famosos historiadores y teólogos del siglo XIX fueron los que tuvieron las
mayores dudas en cuanto a la veracidad de los relatos de la Biblia y se contaron entre sus
críticos más acérrimos.
Desde comienzos del siglo XIX cambió mucho esa actitud. Se muestra mucho más
respeto hacia el Antiguo Testamento, sus narraciones y sus enseñanzas que el que se
mostraba antes. Los resultados de las exploraciones en el Cercano Oriente fueron el factor
más importante para producir este cambio. Ante el torrente de luz proyectado por la
arqueología sobre las civilizaciones de antaño, se destaca el Antiguo Testamento, no sólo
como históricamente fidedigno sino también como único en sus alcances, poder e ideales
excelsos en comparación con las mejores producciones del mundo antiguo.2

1
rchaeology and forensic anthropology: the case of the hunters in Guanajuato.
By: Medrano Enríquez, Angélica María; Montoya Mar, Francisco. Revista Cuicuilco. sep-
dic2016, Vol. 23 Issue 67, p241-262. 22p.
2
Para uma arqueologia do presente: cultura material, (Portuguese) Montoya
Juárez, Jesús. Cuadernos de Literatura. jul-dec2016, Vol. 20 Issue 40, p264-281.
18p.
Es interesante y reconocible el hecho de que haya personas que estén dispuestas a
dejar comodidad y aun familias por realizar este trabajo, tan absorbente y agotador. Como
fue el caso de Las excavaciones de Pompeya dirigidas por Giuseppe Fiorelli, las
excavaciones alemanas en Olimpia (1875-1881), los trabajos de Schliemann en Troya y
Grecia, los de Flinders Petrie en Egipto, los de Augustus Lane Fox en Inglaterra y las
excavaciones en las cavernas prehistóricas de Francia transformaron el trabajo de campo y
la excavación en el espacio constitutivo de la labor arqueológica.
Aunque es claro el hecho de que a ellos no le interesa como propósito primordial
confirmar los hechos bíblicos, si han hecho una gran contribución para confirmar la
veracidad de la Biblia. Vale la pena mencionar que en la actualidad también se cuenta con
arqueólogos cristianos que se dedican con todo empeño a encontrar las evidencias
materiales que confirmen que lo narrado por la Biblia fue una realidad y se debe confiar en
su mensaje.
Extensas exploraciones de la corteza terrestre y numerosas excavaciones de
localidades antiguas que se hallaban sepultadas, han puesto de manifiesto la evidencia de
que han resucitado antiguas civilizaciones delante de nuestros ojos, además nos permite
reconstruir la historia antigua y coloca las narraciones de la Biblia en su verdadero contexto
histórico. Se han encontrado claves que capacitan a los eruditos modernos para descifrar
escrituras por largo tiempo olvidadas, tales como los jeroglíficos egipcios e hititas, la
escritura cuneiforme de Sumer y Babilonia, o los escritos alfabéticos de los antiguos
habitantes de Palestina y Siria.1
Un área muy importante de la arqueología es la que se encarga de la datación de los
objetos o evidencias materiales. Así que a partir de la década de 1950, con el
descubrimiento del método de datación de radiocarbono (14C), la visión del pasado
prehistórico que tenían los investigadores empezó a extenderse y a recibir, más allá de los
registros históricos, un marco muy consistente para la cronología absoluta.
Otro método de datación es el de la radiación, esta desempeña un papel importante
en las técnicas de datación por efectos de radiación. Las más utilizadas son la datación por
Termoluminiscencia por Resonancia Paramagnética y por Emisión de Luz Ópticamente
estimulada su funcionamiento se basa en la acumulación de cargas de minerales atrapadas
en la red cristalina debido al efecto de radiación.
Las anteriores técnicas de datación y otras más que existen hoy gracias al avance de
la tecnología, permiten interpretar la historia contenida en cada elemento material o
hallazgo que se estudia minuciosamente para lograr los propósitos de la arqueología y de
esta manera la Biblia recibe un apoyo de su veracidad ante la humanidad escéptica.

1
Aguirre Anaya, Alberto, Boletín de Antropología Americana, 2002, Issue 38,
p195-210, 16p
A través de los trabajos arqueológicos se da la razón a la Biblia ya que la
arqueología ha descubierto idiomas muertos durante miles de años y ahora han sido
resucitados a la vez que se han sistematizado su gramática y vocabulario.
Otro ejemplo es las arenas de Egipto y las ruinas del Asia occidental que han
revelado una riqueza de material literario que había estado oculto y preservado durante
milenios. Esto capacita al erudito moderno para reconstruir mucho de la historia antigua de
aquellas naciones así como su religión y cultura.
Además, ciudades como Laquis, Hazor, Meguido y Nínive, por mencionar sólo unas
pocas cuyos nombres aparecen en la Biblia o en otros registros antiguos, pero cuya
ubicación era enteramente desconocida, fueron redescubiertas y excavadas.
Han sido expuestos a la luz sus templos y palacios arruinados; fueron halladas sus
escuelas, bibliotecas y tumbas. Entregaron sus secretos por largo tiempo guardados y
contribuyeron al rápido aumento del conocimiento en cuanto al mundo antiguo, un mundo
en el cual vivieron los personajes de la Biblia y en el cual se produjeron sus sagradas
páginas.
Se han gastado millones de dólares para recuperar el antiguo Oriente. Nobles
eruditos han dado su riqueza y, en muchos casos, su vida por este propósito, y se han
escrito miles de voluminosos tomos para registrar los hallazgos de los últimos dos siglos.1
Se puede mencionar a Ur como un hallazgo de grandes magnitudes, ya que el área
examinada ocupa tanto como un campo de fútbol, además de resultar emocionante para los
investigadores que durante muchos años no habían podido realizar su trabajo en esta área
por los conflictos bélicos. El descubrimiento del sitio se hizo por primera vez a través de
imágenes de satélite, a continuación se realizaron excavaciones que confirmaron que la
localización presentada por la Biblia era cierta. Las primeras dataciones dan una fecha
aproximada del 2000 antes de Cristo.
Este descubrimiento es clave para constatar los hechos bíblicos relacionados con la
persona de Abraham.
Otro hallazgo fue el que comprobó la existencia de los hititas, un pueblo que por
mucho tiempo fue una leyenda que solo era contada por la Biblia. También el personaje de
Belsasar había sido enigmático para el mundo fuera de la fe bíblica pero con los hallazgos
de 1854 al excavar una torre del sur de Irak se encontraron cilindros pequeños de arcilla
que contenían la mención de este personaje. Una vez más la Biblia tenía razón.2

1
Revista renovación, accesada el 27 de junio de 2017, disponible en:
https://revistarenovacion.wordpress.com/biblioteca/
2
Prince, John Dyneley. Source: Journal of Biblical Literature, 22 no 1 1903, p 32-
40

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