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LOS CAMINOS DEL EVANGELIO

POR LA AMAZONIA COLOMBIANA: EL VAUPÉS

La misión de Vaupés, en toda su extensión casi 180.000 km2 a principios del siglo XX
formaba parte del inmenso vicariato de Casanare y de los Llanos orientales de Colombia.

En 1772 vino el misionero jesuita Manuel Román, por el río Orinoco. El año 1744, durante
la invasión portuguesa: se descubrió el famoso cauce del “Casiquiare”, que une las aguas
del rio Orinoco en Venezuela con la amazonia del Brasil.

El P. Gabate, también Jesuita vivió ocho años convirtiendo al cacique “Airico”, a quien
formó como catequista. Los misioneros Carmelitas en 1748, llegaron a Colombia por las
selvas amazónicas del Brasil. En 1914 arribaron al gran Vaupés los misioneros
Montfortianos. Llegaron de Europa remontando los caudalosos ríos de la Amazonia.

Las vías de comunicación de ese entonces eran los ríos, los caños y los “varadores”:
caminos, entre la selva para pasar los grandes raudales o cachiveras. La puerta de entrada
fue el gran Amazonas navegable hasta el puerto de Manaos. Avanzaron por el Rio Negro,
afluente del Amazonas, que nacía en Colombia que corre de occidente a oriente con el
nombre de “RIO GUAINÍA”. El primer grupo de misioneros holandeses remontaron desde
manaos Brasil, pasando por San Gabriel, llegaron a las bocas del Rio Vaupés en el raudal
de IPANARE. De ahí descendieron hasta la majestuosa Cachivera de YAVARATÉ donde
desemboca el Rio PAPURI, del territorio Colombiano.

Yavaraté es uno de los sitios principales destacados en la novela de la Vorágine de José


Eustasio Rivera, donde narra con detalles la explotación cauchera.

Nuestra propia tierra los misioneros dejan huellas profundas entre los indígenas; dejaron
escrito el testimonio de este trabajo misionero en Petroglifos. En las penas a las orillas de
los grandes raudales, como piedra ÑI, el raudal de Buytuá, o comején actualmente allí
está ubicado el pueblo de Monfort a orillas del Papuri, donde se levantó la cruz para
extender sus brazos hasta los confines de la selva y las llanuras del Meta y del Vichada.

Por lo tanto el Rio Papurí se constituye en la primera ruta evangelizadora en las selvas del
Vaupés; así sus afluentes el Paca, Yanambú, Yapú, Viñagarapá, y los demás caños
pequeños como el Querarí, Macú; zonas habitadas por pequeñas comunidades de grupos
humanos testigos del paso en canoa de los misioneros.
Después llegaría el tiempo en el que el remo se reemplazaría por motores fuera de borda.
El arduo trabajo en la selva, abriría pistas para aviones con equipos de las mejores
condiciones aeronáuticas.

Los primeros misioneros Monfortianos llegaron en 1914 a la maloca del raudal Buytuá,
plantando allí su primer cuartel general que llamarían luego san Luis de Monfort en honor
a su santo fundador. Empezaron a reconocer entonces los diferentes ríos y caños de la
región, para ir ubicando los diferentes grupos indígenas, marcados con diferentes
culturas. Recorrieron pues selvas y ríos desde el sur hasta ubicarse por el norte a través
del Rio Guaviare; remontaron el Paca y en caño ÑI, por el varador de Zapata,
descendiendo así al gran rio Vaupés; habitaban aquí los indígenas Cubeos y Wananos
ubicando la misión en Helvecia, lugar de muchas dificultades para acceder allí, por lo tanto
no prosperó. Definitivamente fijaron su residencia en el rio Papurí y los demás
asentamientos los seguirían realizando a la espera de mejores tiempos. Empezó a
recorrer por las selvas la leyenda de llega de seres extraños, vestidos de túnicas negras,
con cruces al pecho y lengua totalmente extraña a ellos. Afirmaron la aparición de una
mujer de dulce rostro y blancas vestiduras que traía buenas noticias a los diferentes
pueblos y culturas de la amazonia.

El equipo misionero encontró los grupos Tucanos, Desanos, Piratapuyas, Sirianos y Macú.
Organizando comunidades donde iban sembrando las semillas del evangelio y de la
cultura cristiana.

Determinada la acción misionera en las vías de penetración: Amazonas, Rio Negro, Vaupés
y Papurí, viendo la necesidad de reforzar el trabajo apostólico, desde Antioquia se abre
otra senda de penetración y entonces llegan a Monfort Las misioneras de la Madre Laura a
los catorce años de haberse iniciado la misión 1928. Ellas con su espíritu misionero en
1924 habían penetrado las selvas del Carare en Norte de Santander, iniciando también la
evangelización de los Tunebos, hoy Waa. Llegarían a la amazonia pensando que era una
utopía poco posible; sin embargo Madre Laura, demostraba que por salvar las almas
arriesgaba hasta la vida misma. Las religiosas escogidas tomaron en Medellín el ferrocarril
hasta Honda; allí emprendieron un camino tortuoso hasta llegar a la fría sabana de
Bogotá, descendiendo luego a caballo hasta los llanos orientales. Puerta sin límites que
las acercaría por el sur al rio Guaviare. Por la selva van camino a Calamar en el alto
Vaupés; encontrando el territorio propio de su ideal misionero. Irían llevando entonces
por los ríos, trochas y varadores, como los intrépidos misioneros Holandeses, el mensaje
del evangelio de Jesús de Nazaret.

Navegando por el Vaupés llegaron hasta las cabeceras del Rio Paca y aguas abajo
encontraron el Papurí que las llevaría hasta Monfort. Ya era una ruta conocida desde
catorce años antes por los misioneros de Monfort, promotores ellos y ellas de la gran
misión evangelizadora de la iglesia. Religiosos y religiosas unieron sus manos para seguir
derramando vida y salvación en estos pueblos y culturas de la amazonia Colombiana.

Desde entonces será un ir y venir por los ríos y selvas esparciendo la semilla de la palabra
de Dios, que germinaba en Malokas, escuelas al lado de enfermos y desamparados en
visitas permanentes a lo largo de estos grandes rio y sus pequeños afluentes.

Fin de la primera parte; Continuara.

Padre Manuel Elorza V. mxy

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