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Elegía del Rey-Poeta

FRANCISCO VALERO

Elegía del
Rey-Poeta
MEMORIA DE UN REINADO
UN ATARDECER
UN JARDÍN
UNA NOTICIA
UN POEMA

N EZAHUALCOYOTZIN
(1402-1472)

C UAUHTEMO TZIN
(1495-1525)

COLECCIÓN STYLO LITERATURA MÉXICO 1998


(Página legal)
«Yo me llamé Nezahualcóyotl y era
rey de Texcoco; tras de lid artera
fui despojado de mi reino un día;
por las selvas erré como alimaña,
y el barranco y la cueva y la montaña
me enseñaron su augusta poesía».
[...]
Y otro espectro me dijo: «en nuestros cielos
las águilas y yo fuimos gemelos.
Soy Cuauhtémoc. Luchando sin desmayo
caí... ¡porque Dios quiso que cayera!
Mas caí como el águila altanera:
viendo al sol, y apedreada por el rayo».

LA RAZA DE BRONCE / AMADO N ERVO

¡Cayó Tenoch! Al resplandor postrero


que sus escombros épicos pur pura,
tú también, combatiente sin ventura,
caíste, desdeñoso i altanero.

Del duro peder nal triunfó el acero


dúctil, de la macana la armadura,
del hieroglifo tosco la escritura,
i el dios de mansedumbre del dios fiero.

Pero de tu alma trágica i entera


nada hubo entonces que triunfar pudiera
ni reducirla a proporción exigua.

Alma de aquellas con las que la gente


moldea héroes en la edad presente
i esculpió dioses en la edad antigua.

C UAUHTÉMOC / M ARCOS E. B ECERRA


PÓRTICO

–Habla, Centéotl y escupe tus lamentos,


quiero atender a tu esplendor de diosa
y beber de tu cáliz, poderosa Señora,
al recordar que has sido mi alimento.

–Habla tú, ser viviente,


quiero escuchar la pauta de tus voces,
bueno es saber que alguien de mí se acuerda,
porque ahora, en el pasado, confinada en su sombra
mi heráldica r eposa.

–Hablaremos los dos, bordearemos la ruta silenciada...

DICE ÁNGEL MARÍA GARIBAY:


Los informantes de Sahagún recogieron un discurso en que el
rey amonesta a sus hijos, alguno de los cuales será acaso el su-
cesor del régimen del imperio [...] en castellano dice, línea
por línea:

Oíd, éste es vuestro oficio:


Cuidad del tambor y la sonaja:
despertaréis al pueblo,
y daréis placer al Dueño del Universo.
Por este medio buscaréis el designio de su interior
y lo tendréis a vuestra disposición.
Ésta es la forma de pedir y buscar al Señor.

O sea, que los fines de la poesía, el canto y la danza, entonces,


como en otras culturas íntimamente unidos, era triple:
Dar aliento al pueblo para que estuviera despierto; agra-
dar al Dios que rige el universo; y alcanzar alguna manera de

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revelación de sus designios [...] En otro orden de ideas podrá
discutirse esta manera de ver la poesía; objetivamente, en lo
que de la náhuatl tenemos habrá que ajustarla a los moldes que
los que la forjaron tenían en la mente [...] Supuesta esta gene-
ral difusión de la poesía, la muchedumbre de sus cultivadores
debió ser muy abundante. Atesorada en la memoria debió mo-
rir con los pueblos que cayeron al embate del conquistador.
¿Qué sabemos y qué tenemos de ella? ¿No es una vana
ilusión tratar de dar poemas que se cantaban hace cuatro y
más siglos? ¿No son ficciones de la mente moderna?
Todo eso se ha afirmado. A dar una sucinta respuesta
destino las líneas siguientes.1

Con este género de sucintas respuestas como la de Garibay, la


poesía, que atesorada en la memoria debió morir, continúa
resucitando como Lázaro desde la Colonia.
Porque late más allá del plano en que de acuerdo al ante-
rior concepto se le ubica con fines tan objetivos y precisos.
Porque la poesía es un arte personalísimo e intemporal y la
memoria poética, magia que se aprehende a la palabra.
Y por eso, al emprender la lectura de diversas versiones
de estos cantos del México antiguo –que no traducciones, la
poesía no puede literalmente traducirse, ni mucho menos des-
prenderse de códices concebidos como ideogramas–, renueva
la imaginación con el deseo.
Ejemplos de ello hay muchos y saltan a la vista desde las
interpretaciones del cronista novohispano don Fernando de
Alva Ixtlilxóchitl, quien trasvasó los cantos de su antecesor
por vía sanguínea, el rey-poeta de Acolhuacan (Texcoco),
Acolmixtli Nezahualcóyotl, en bien formados versos de fac-
tura tan hispana como su nombre y tan mestiza como la alian-
za de sus apellidos, hasta ya en nuestros días, por ejemplo,
José Emilio Pacheco, Luis Alveláis Pozos y el propio Ángel
María Garibay.
Pacheco, en un texto que escribió con motivo del Quin-
to centenario del fallecimiento del rey-poeta, en 1972, mani-

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fiesta que «ignora perfectamente el náhuatl para hacer estas
versiones»; sus propias versiones de los cantos de Nezahual-
cóyotl. 2
Alveláis Pozos en un opúsculo:

Es por demás que insista en que nuestra herencia poética ná-


huatl nos fue transmitida con caracteres gráficos hispanos del
siglo XV, y que nuestros más connotados nahuatlahtos, como
el padre Ángel María Garibay Kintana y Miguel León-Porti-
lla, elaboraron versiones muy aceptables en español actual.
Pero qué bueno que Garibay fue un lingüista y no un poeta;
así nos legó casi intacta la simbología náhuatl al transcribir
los textos escritos en esa lengua por los amanuenses españoles
y los escritores nativos, como Alva Ixtlilxóchitl y Pomar, así
como los de los informantes de fray Bernardino de Sahagún y
de otros descendientes de los que vivieron en contacto con los
poetas. Aunque, como él mismo lo manifiesta, sus traduccio-
nes no son tales, sino «versiones» de los cantos poéticos na-
huas. De cualquier manera, son lo mejor que tenemos [...]3

Haciendo a un lado el concepto de que Garibay no fue un


poeta, que ya sabemos cómo sí lo fue, lo que dan Alveláis
Pozos y León-Portilla son, asimismo, versiones. De cuál haya
sido la forma prístina de estos cantos –si la tuvieron en ver-
dad– la verdad se la llevó el viento. La tradición oral sería el
vehículo que lograría mantener, si no su contexto acabado, su
esencia en la memoria que ha dado pie a conjeturas e inter-
pretaciones a través de los años subsecuentes.
La escritura colonial de amanuenses, oidores y cronistas
cristianizados, sólo se ocupó de sostener indicios que, más
por desgracia, son la base de toda la poesía del México anti-
guo que llegó a nosotros.
Por lo que consignan estos textos se siente que Neza-
hualcóyotl era no sólo un rey, sino un poeta, un grandioso
poeta cuya obra, al imponerse la Conquista, permanecía viva
en la memoria de la gente.

11
Y así llegó a nosotros, transformado en mito imprescin-
dible.
Sus poemas –como se trasladaron al papel– son muestras
que se duelen de llevar consignas, narraciones, reflexiones teo-
lógicas o filosóficas apegadas más a una retórica conveniente
al nuevo orden pontificio romano ibérico que al arte poética.
Cuanto de él se afirma en el aspecto de que creía en un
dios único semejante al de los cristianos, luce más como una
truculencia promocionada por el clero.
Prefiero pensar que cantaba, sí, a Tloque-Nahuaque (Da-
dor de la vida), pero también a Tláloc, a Centéotl, a todos los
dioses de bondad que veneraba su propia religión politeísta.
Imaginar así al poeta que sabemos que fue, en la soledad
de su claustro, en sus afamados jardines, retirado a meditar,
como sólo un rey y poeta, en toda la extensión de este com-
promiso puede hacerlo.
Y porque la poesía –la de hoy, la de ayer, la de mañana y
la de siempre– posee un propio universo, una singular mane-
ra de decir las cosas, universo que a los poetas de aquel reino
de otrora tampoco les fue desconocido.
Nada escribió Nezahualcóyotl –los pueblos prehispáni-
cos no conocieron la escritura, lo que anotaron, a base de
glifos, no admite una lectura textual palabra tras palabra–, a
diferencia de los poetas posteriores a su tiempo, que apunta-
mos, sobre un papel, con letras, el llamado poético.
Como Pacheco, a quien antes aludí, desconozco el ná-
huatl o nahoa. No así la poesía y ésta tiene principios que se
aplican por igual a todas las lenguas. Por fortuna puedo leer
en castellano a Garibay, a León-Portilla, a José Luis Martí-
nez... Dejar en ellos la tarea de trasladar a sus versiones los
textos antiguos. Fijarme desde allí un punto de partida.
Experiencia, ejercicio de interpretar. Que me induce a
escribir, verterme en el ayer, parafrasear lo que encuentro
apuntado.

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Cómo me miro de pronto sumergido en cruentas bata-
llas, ora floridas, ora sangrientas y vencer, con los Conquista-
dores; y zozobrar, con la Visión de los vencidos.
Añorar el verdor de mis fronteras, con sus canales y sus
canoas, su trazo y sus pirámides tan ajenos a la depredación y
la mendicidad.
Escuchar su silencio y con éste, a personajes que amo y
venero en este mundo antiguo, desde Tonátiuh y Quetzalcó-
atl, hasta Nezahualcóyotl y Cuauhtémoc.
Con toda mi subjetividad, el esplendor poético y la caí-
da del imperio prehispánico.

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BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS
1
Ángel María Garibay: el poeta, prólogo, selección y notas de Raúl
Cáceres Carenzo, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca,
México, 1992, págs. 87 y 88.
2
Varios autores, Nezahualcóyotl, prólogo y selección de Mario Co-
lín, Gobierno del Estado de México, Patrimonio Cultural,
Colección Testimonios, 1979, pág. 45.
3
Luis Alveláis Pozos, Los cantos de Nezahualcóyotl, Instituto Mexi-
quense de Cultura, Toluca, México, 1993, pág. 28.
Miguel León-Portilla, Nezahualcóyotl, poesía, Instituto Mexiquense
de Cultura, Toluca, México, 1993.
__ Trece poetas del mundo azteca, SEP/SETENTAS , México, 1972.
__ Quince poetas del mundo náhuatl, Editorial Diana, México, 1994.
Ángel María Garibay K., La literatura de los aztecas, Editorial Joa-
quín Mortiz, México, 1964.
José Luis Martínez, Nezahualcóyotl, vida y obra, Biblioteca Enciclo-
pédica del Estado de México, México, 1980.

La antología del México antiguo que aquí entrelazo –se puede lla-
mar síntesis o paráfrasis–, no obedece a transcripción literal. Me
tomo la licencia para modificar a mi criterio las versiones de León-
Portilla y de Garibay que me han servido como base.

Los poemas Madrecita y Amo el canto del cenzontle los apunto de


memoria, cimentado en la tradición que una vez me dijo que se le
atribuyen a Nezahualcóyotl.

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ELEGÍA DEL REY-POETA

Descor re mis velos,


encarnarán mis inquietudes...
Llovier on esmeraldas,
ya nacieron las flores: es tu canto.
Cuando tú lo elevas, en México
el sol está alumbrando.

A NÓNIMO / C ANTAR AZTECA

Del relato,
los renglones que llegamos a reconocer,
premisa de agua,
minuto final en el día,
contraseña para consumar hechizos.

Desearnos el volver a incurrir en la emoción y su misterio.

Al contemplar
cómo se precipita la nostalgia,
cómo se penetra lo distante.

19
Orto en la llanura estrofa con su huella las concavidades.

Elevado al infinito perturban su r englón jeroglíficos acordes a


[ metáforas.

Anuda segmentos y matices

Prismas en el girar de ideas caleidoscópicas.

Principios que trasladen al silencio el pudo ser detonación la


trama.

Su sola noticia de impaciencia.

20
El sacrificio

Su sentencia.

Escombros a distantes alturas que se duelen y se magnifican.

Tiempo en agravio.

Escrúpulo en reunión.

Entornos y númenes en carcaj.

Visión de los vencidos.

Agudizan el reto,

la distancia

del corazón a la pregunta.

21
¿En qué nada timbra la ruta que mueve a conclusión?

Tiempo aún.

En andas el camino que transcur re.

Aposentos

en el siempre y el nunca

delinea la señal en el postrer minuto.

22
A
g
o
t
a
s el crepúsculo
detrás del iris
partícula de lluvia
fondo del océano.

Irrumpe por el ojo la caída de las gárgolas.

Longevidad empoza su misterio.

Cronos arrastra la serpiente.

23
Puente levadizo

Urde la pleamar en torre vigía por elembarcadero.

Musitan construcciones errantes de lunas y luciérnagas.

24
Lo intuyes,
pero no lo sabes.

Lo estructuras,
alabas,
elevas a capricho.

25
Sed implacable:
la tempestad y su foco intermitente.

Sirenas convidan a cantar.

Temporales enlience la fusión que agitan las encordaduras,


nervios el salitre que perfora,
erosiones la partida.

La brisa derramada como tú:


humedece.

Responde la piedra,
arrojada
transita por el aire...

A cometen las horas,


punta limítrofe,
resguardo,
el ego,
la transcripción del Génesis,
su nostalgia.

Laderas como túneles.


El vacío resplandece.

O la contraria.

C orriente nómada tras el influjo de inmigrar: emigrar,


recuperar con el sentido del ayer el calor de la costumbre.

26
Cazo con mi saeta las cruces de tu nombre,
Guer r ero Jaguar,
te unges en floridas batallas como sol guer rero.

Pies de lumbr e.

Águila en declive.

Orfebre de mi ruta desprendida.

Texturas

Edemas.

Florecen:

Nudos en los troncos.

Urdes impresiones y tremes encendido por el rayo.

27
Percibo como ausencia
que nos estrecha el pacto de la fantasía.

Permite que mis labios mojen tus pies martirizados

En el plano agorero de tus aguas.

Jardín de mi desierto.

Prados de luz mi tumba, añoranza, nostalgia enardecida por


los muertos.

Estrechado en el cauce de sombras fugitivas.

Teocali del silencio.

Oráculo del viento pactando la vigilia.

28
Poblar de tumbas la memoria parece la consigna

Desprenderse del devenir fugaz.

Nada,
resultó demasiado.

Los brujos trocaron en jardín la inmigración del viento.

29
Los agüeros le llamaron testimonio

Canción de lejana cicatriz.

Con su caída de hojas.

30
Versos al crepúsculo

Océano luna colibrí.

Arcoíris pájaro de cuatrocientas voces.

Semillas arrojadas por ilusión en el surco de incidencias.

31
Vinieron del mar

Y ese retorno al tiempo...

Y ese tiempo al retorno...

Cuando volvió el zumbido del cenzontle


fue cuando Tláloc centelló de nuevo;
la flor y el canto, el vuelo pasajero,
cuanto nos trajo su leyenda: el hombre.

Y en teponashtli convocó la aurora;


y la estrofaron conchas y sonajas;
fue la rima el hechizo, una navaja
que cortó la leyenda
y la hizo realidad sobre la Tierra.

Tú escribiste al compás de nuestra tierra,


llanto de chirimía fue tu responso,
Huehuetlapalan –cielo más que rojo–
volvió a danzar cuando cruzó tu senda.

Porque tu lápiz de mazorca dura,


que de Xóchitl bebió su néctar dulce,
conturba el canto, tu pensar conduce
cuando interroga el mito
de serpiente y quetzal bajo su sino.

Ténoch tornó galánico a sus prados


y recorrió contigo sus dominios;
y en el tlecuil nos viste los oídos,
de tu ritual renuevos encarnados.

Y hasta Iztaccíhuatl despertó un momento;


Popocatépetl fuiste, decantaste,

32
cráter en vela, latitud vibrante,
paroxismos insólitos de viento.

¿Por qué de ruinas se poblaría el mundo?


¿Es que la vida se acabará en ruinas?
O ¿por qué es la cultura
ruinas de soles viejos tan fecundos?

1968

33
Vi al ave fénix irrumpir en la ruta del cenzontle.
Iluminó la noche y se bañó en carbón.

Altar de los destinos rotos

Raza que adoró al Dios de los enigmas.

Memorial de Coatlicue que los soles hieráticos fundieron.

Hambre de placeres, heraldos y tormentas.

Bosque de encantamiento.

Grillo que canta al presentir la ruina.

Saltamontes que avisa.

Motecuhsomatsin se perfuma y surge entre sonrisas


un majestuoso alfil que espera y calla.

Aquí la historia se tornó leyenda, sombra y niebla:


tempestades esculpió la casa del sensontle.

Antes confín de dioses,


sitio desconocido y codiciado.

Lago entre selva,


Palacio real donde Natura impera.

Ah, tristes lustros... –el pasado escribe– y es alegre el zumbido


del pájaro que en ti su nido teje.

Ah, sí: mágicos tonos anuda en el follaje:


tu silencio, plumaje de serpientes,
receptáculo inerme de pasiones,

34
savia que invade el ser;
azoro de un volcán que respetó el remanso de armonía.

¡Ay!
Señor de leyendas y añoranzas cautivas.

Huéhuetl que suena.

Y en colibrí enigmático arcoíris observa.

Color que se desangra.

Huitsilopochtli Dios de la sorpresa.

Se multiplica.

Vuela.

Se bifurca.

Se extiende.

Y nostálgico espera.

Vuela... Vuela...

Sigue volando aunque leyenda sea.

1967

35
Dónde quedaste, última oda.

En dónde, viento, corona de laurel, palabra que al brotar


ibas labrando la esperanza en los hombres.

Decirte que nos haces falta es invocar la bruma que no te


recupera.

Y el para qué a este cielo tan frágil, para qué a esta luna y este
sol que iluminan el silencio y el páramo.

Resumen en que las llamaradas apocalípticas presintieron y


reconocen y anunciaron que irías al sacrificio algunas
madrugadas después del primer pacto con la carcajada
del desvelo.

Cenzontle de la hoguera.

Ave que voló hacia su sombra.

36
Ven

Transgrede la memoria.

Precipítate

Entre imposibles e implacables resúmenes y su decantación.

Espadas omitidas en un duelo.

Rutas oscilan y trasladan trayectos a tripulaciones.

37
Umbral en el filo de mariposas negras anudado al sendero
sin idilio que fluye con la noche.

Hasta verter el ahogo.

Dónde apuntalar tu forma, yo inconsútil,


destino de mañana con ausencia.

38
Del horizonte dominio de reflejos, sea calendario:

la noche con su velo de señal oscura,

el tintero que moje la voz elegíaca,

la travesía con paso de lunas en creciente.

Si ensordece la furia la ira:


el pájaro que te acongoja,
pasajero que tornas a los mares infinitos.

39
Advierte los prolegómenos en el cristal

Armoniza el pospretérito con los orígenes

Zigzag de los cardúmenes

Tictac de las hespérides

Tramonta el humo en trazos de vela consumida


la embocadura-caracol-aguazal-adminículo en veleros de
naufragio.

40
Sordo a los oídos incapaces
el tritón concibe La borrasca, su poema.

41
Hendidura

Soterrada se flexiona.

Levita la dicción.

Nace.

Discurre la boca con el gene de sino mortal:

Labios atraviesa.

Aunque sea la palabra sólo el grito,


la vida como puntual esparcimiento.

42
Alebrijes

Como punta seca de metal esgrafían un tiempo con otro


dejado por allí:

Este cantar
donde no hallaron más qué hacer consigo.

43
Dios de la espera

Diosa poseída en invernáculos.

Todo sigue siendo la lluvia en la ventana.

* Acolmixtli Nezahualcóyotl, págs. 47 a 61.

44
Conclusión,
que tu gesto describa cuanto el calor oculta.

Inmóvil señal comunique los encuentros


con todo lo que supo preludiar un idilio en espera.

Verano-Invierno 1996-1998

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CANTOS DEL MÉXICO ANTIGUO
ANTOLOGÍA / PARÁFRASIS

Flores y cantos: lo único verdadero en la Tierra.


Como esmeraldas y plumas de quetzal
están lloviendo las palabras.

A COLMIXTLI N EZAHUALCÓYOTL
[B RAZO DE L EÓN -C OYOTE QUE A YUNA ]*

*Desde esta página y hasta la 61, cantos que se atribuyen a Nezahualcóyotl.


H ASTA EL JADE SE QUIEBRA.
Hasta el oro se rompe.

Hasta el plumaje de quetzal se desgarra.

¿Acaso nuestra raíz está en la Tierra?

La vida.

Sólo un poco.

49
P ERCIBO LO OCULTO, lo secreto.
Así somos: mortales.

Como pintura que se bor ra.

Como flor que se seca.

Como plumaje de preciosos pájaros.

Guer r er os
águilas,

jaguar es:

aunque fueran de jade,

aunque fueran de oro,

habr emos de morir,


todos habremos de ir nos.

Al lugar de los descarnados, allá iremos.

50
E STOY EMBRIAGADO, lloro, me aflijo, pienso, digo,
en mi interior lo encuentr o:

¡Oh! si nunca muriera,


si no desapareciera jamás.

Allá, donde no hay muerte,


allá, donde se alcanza la victoria,
que allá me dirija...

¡Oh! si nunca muriera,


si no desapareciera jamás.

51
POR FIN MI CORAZÓN LO COMPRENDE:
Escucho un canto,
contemplo una flor...

¡Ojalá no se marchiten!

52
N O ACABARÁN MIS FLORES,
no cesarán mis cantos:
yo, cantor, los elevo,
se reparten, se esparcen...

Flores que se secan,


flores marchitas:

Sean llevadas allá,


al interior del templo
del pájaro de plumas de oro.

53
C ON LA FLOR ESCRIBES,
con cantos das color,
sombr eas
a los que han de vivir en la Tierra.

Sólo en tu libro de pinturas vivimos,


aquí, sobre la Tierra.

Con tinta negra bor rarás


lo que fueron her mandad,
comunidad,
nobleza.

Dador de la vida,
tú sombr eas
a los que han de vivir en la Tierra.

54
S OLO,
allá,
en el interior del cielo
inventas tu palabra.

¿A dónde iremos?

Todos tendremos que ir al lugar del misterio.

55
A LEGRAOS CON LAS FLORES QUE EMBRIAGAN,
que están en nuestras manos.

Que sean puestos ya los collares de flores,


de fragantes flores,
nuestras flores
del temporal de lluvia.

Abren ya sus corolas,


por allí el ave canta y parlotea.

Sólo con nuestras flores nos alegramos.


Sólo con nuestros cantos perece la tristeza.

56
M IRADME,
he llegado,
soy blanca flor,
faisán,
se levanta mi abanico de finas plumas,
espárzanse las flores,
escuchadme,
elevaré mi canto.

Donde están erguidas las columnas de jade,


México,
donde en aguas oscuras
se yerguen blancos sauces.

Por ellos lloran


el agua,
el monte,
la ciudad;
el águila grazna,
el ocelote ruge;
tú, con sauces preciosos
como jades plantados en las aguas oscuras,
entre el musgo acuático,
la ciudad engalanas.

La niebla se extiende.
¡Broten, preciosas flores!
¡Per manezcan el canto,
la palabra!

Hagan vibrar el abanico de plumas finas,


que lo contemplen la garza y el quetzal.

La niebla se extiende.
Que broten flores,
que permanezcan en vuestras manos.

57
Son vuestro canto,
vuestra palabra.

Flores luminosas abren sus corolas donde el musgo acuático


se extiende.

México,
ciudad de Tenochtitlan,
enmedio de tus libros y pinturas.

Aquí,
fijos los ojos.

Aquí,
enmedio de un lago.

[...]

* Canto de Acolmixtli Nezahualcóyotl, rey de Acolhuacan, con el que saludó a


Motecuhzoma Ilhuicamina, rey de México, cuando éste estaba enfermo.
S OBRE LAS FLORES CANTA EL HERMOSO FAISÁN:
ya sus cantos desata Tloque Nahuaque
y sólo le responden sus propias aves.

Son las aves rojas bellas que cantan:


un libro de pinturas es tu corazón.

Viniste a cantar, ¡oh, poeta!, y tañes tu tambor


porque en la primavera deleitas a los hombres.
M ADRECITA, cuando muera,
sepúltame a la orilla de tu tlecuil.
Y cuando hagas tortillas,
allá, llora por mí.
Y si alguien, al pasar,
pregunta por qué lloras;
al calor de tu hoguera,
di: –«Es verde la leña
y el humo me hace llorar».

* Apócrifos, éste y el que sigue. Atribuidos a Nezahualcóyotl.


A MO EL CANTO DEL CENZONTLE,
pájar o de cuatrocientas voces.

Amo el color del jade


y el enervante
perfume
de las flores.

Pero amo más a mi hermano,


el hombr e.
¡C ÁNTICOS FLORIDOS HAYA,
digan: tomo las flores que embriagan!

Ya retumbó el tamboril: comience el baile.

Cantor soy: tómense flores para que sean tremoladas.

Dentro de mi corazón
se quiebra la flor del canto;
ya esparzo flores.

Con cantos he de ataviarme alguna vez.

De flores ha de entrelazarse mi corazón.

Tengo que dejar un día


mi fama florida,
mi renombr e de cantor :
de flores ha de entrelazarse mi corazón. *

••

L LORO, DIGO Y PIENSO EN MI CORAZÓN:


Vea la raíz del canto
y la plante yo en la tierra.

Si alguna vez se logra,


vivirá mi corazón. **

* Monólogo de Nezahualcóyotl, Anónimo (fragmento). La data puede ser de 1500,


dice Garibay.
** Huida de Quetzalcóatl, Anónimo (fragmento).
C UAL PLUMA DE QUETZAL, fragante flor,
la amistad se estremece.
Como plumas de garza,
en galas se entreteje.
Un ave que rumora cual cascabel es nuestro canto.
¡Qué hermoso lo entonáis!
Aquí, entre flores que nos forman valla,
entre ramas floridas lo estáis cantando.

••

Y AHORA, oh amigos,
oíd este sueño de palabras:

Cada primavera nos hace vivir


la dorada mazorca. Nos refresca.
La mazorca rojiza se nos torna en collar,
cuando sabemos ¡que hay fidelidad
en los corazones de nuestros amigos!

T ECAYEHUATZIN DE H UEXOTZINCO
¿Q UÉ ES LO QUE DICE EL AVE ROJA DEL DIOS?
Es cual un repicar de sonidos: anda chupando miel.

¡Que se deleite!: ya se abre su corazón: es una flor.

Ya viene, ya viene la mariposa:


viene, viene volando, viene abriendo sus alas:
sobre las flores anda chupando miel.

¡Que se deleite!: ya se abre su corazón: es una flor.

* Anónimo. De Tenochtitlan.

64
¿Q UÉ ES LO QUE PIENSAS, qué es lo que meditas?
¿Es que no te place atrapar el canto?
¿Es qué no deseas las flores del que da la vida?

Goza junto al tambor y aléjate cuando gustes,


mariposa florida entre los hombres pasa:
liba la miel de nuestras flores.

Con nuestras flores, con nuestros abanicos,


con nuestras pipas de tabaco se entrelaza
y se detiene allí a gozar junto al tambor.

¿Dónde iré? ¿Dónde iré?

Allá, donde está la Dualidad.

¿No es verdad que nos vamos todos al Reino de los


Descarnados?

Con todo, aquí en la Tierra es el sitio de reunión.

Todos nos vamos, todos nos vamos a la Casa del Sol.

Nadie, por largo tiempo, en la Tierra perdura.

Y nadie dice al fin: –¿Dónde están mis amigos?

* Anónimo. De Chalco.

65
S IN DUDA ERES EL AVE ROJA DEL DIOS,
sin duda eres el rey del que da la vida.

Ustedes, los primeros que miraron la aurora,


aquí cantando están.

Que se esfuerce en querer mi corazón


sólo flores de escudo: son las flores del sol.

¿Qué hará mi corazón?


¿Es que sólo venimos, pasamos por la Tierra?

De modo igual me iré


que las flores que fueron pereciendo.
Nada será mi renombre algún día.
Nada será mi fama en la Tierra.
Al menos flores, al menos cantos.

¿Qué hará mi corazón?


¿Es que sólo venimos, pasamos por la Tierra?

* Anónimo. De Huexotzinco.

66
S ÓLO VENIMOS A DORMIR,
sólo venimos a soñar,
no es verdad, no es verdad
que venimos a vivir en la Tier ra.

Como hierba en cada primavera


nos vamos convir tiendo.

Está reverdecido, echa sus brotes


nuestr o corazón.

Algunas flores produce nuestro cuer po


y por allá queda también marchito.

* Anónimo. De Tenochtitlan.

67
N O ES VERDAD QUE VIVIMOS,
no es verdad que duramos en la Tierra.

Yo tengo que dejar las bellas flores,


tengo que ir en busca
del sitio
del misterio.

Pero por breve tiempo


hagamos nuestr os
los hermosos cantos.

* Anónimo. De Chalco.
ÍNDICE

PÓRTICO 9
BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS 15

ELEGÍA DEL REY-POETA

Descorre mis velos 17


Del relato 19
Anuda segmentos y matices 20
El sacrificio 21
Aposentos 22
A/gotas 23
Puente levadizo 24
Lo intuyes 25
Tláloc 26
Texturas 27
Permite que mis labios mojen 28
Poblar de tumbas la memoria 29
Los agüeros le llamaron 30
Versos al crepúsculo 31
Vinieron del mar 32
Altar de los destinos rotos 34
¿Dónde quedaste 36
Ven 37
Umbral en el filo de mariposas negras 38
Del horizonte dominio de reflejos 39
Advierte los prolegómenos en el cristal 40
Sordo a los oídos incapaces 41
Hendidura 42
Alebrijes 43
Diós de la espera 44
Conclusión 45
CANTOS DEL MÉXICO ANTIGUO

ANTOLOGÍA / PARÁFRASIS

Hasta el jade se quiebra 49


Percibo lo oculto 50
Estoy embriagado 51
Por fin mi corazón lo comprende 52
No acabarán mis flores 53
Con la flor escribes 54
Solo 55
Alegraos con las flores que embriagan 56
Miradme 57
Sobre las flores canta el hermoso faisán 59
Madrecita 60
Amo el canto del cenzontle 61
¡Cánticos floridos haya! / •• Lloro, digo y pienso
en mi corazón 62
Cual pluma de quetzal / •• Y ahora 63
¿Qué es lo que dice el ave roja del Dios? 64
¿Qué es lo que piensas? 65
Sin duda eres el ave roja del Dios 66
Sólo venimos a dormir 67
No es verdad que vivimos 68

COLOFÓN 71
Salgo de tus poemas
pensando que en las flores está el canto;
escribió
sobre Nezahualcóyotl
Carlos Pellicer.

Por su parte,
Salomón de la Selva:
Murió cuando la noche
tendió la sombra,
que desde entonces nunca se le vanta,
o se levanta apenas,
sobre el suelo de México.

Ramón López Velarde,


sobre Cuauhtémoc:
Joven abuelo, escúchame loarte,
único héroe a la altura del arte.

Pablo Neruda:
Canto a Cuauhtémoc. Toco
su linaje de luna
y su fina sonrisa de dios martirizado.

Recordatorio para cerrar esta Elegía del Rey-Poeta;


en la ciudad de Toluca, a los quince días
del mes de agosto de 1998.

Se tiraron mil ejemplares.


PINTAR TU CANTO

A Nezahualcóyotl

Ponme como la flor de leche / sobre tu frente


Ponme como la flor rosada del cacao / sobre tu pecho
Ponme como la flor de maíz amarillo / alrededor de tu cintura

Sólo en las flores hay encuentro


Sólo en las flores hay abrazo
Sólo en las flores hay reunión

El canto de los poetas es un inmenso / ramo de flores


Y el poema es una flor

Ponme como la flor del amanecer / sobre tu boca


No te sacies de flores
Que no se sacie nunca de flores y de canto / tu corazón

Píntame en el interior de una piel de venado


con tinta negra y roja
Con esa doble tinta con la cual los poetas
hacen cantar los códices
Ponme como la flor de girasol / sobre tu voz

Que no se desgrane
Que no se marchite
Que no se quiebre esa flor

Derrámame en la tierra / como un canto florido


Fecúndame en la noche / como el viento de estío
Ponme como una flor de luna / sobre tu corazón

YAMILÉ PAZ P AREDES

(CONTRAPORTADA)
F RANCISCO V ALERO B ECERRA , pintor,
ensayista, narrador, poeta, Méxi-
co, 1941. Es autor de: La profecía de Los
Malditos / y otros diálogos con el arte (Co-
lección Stylo, 1999); Trazos convergen-
tes (poesía 1967-1997, volúmenes •
y •• Colección Stylo, 1999); Inciden-
cias de viaje y Raya en el agua (ensa-
yo, semblanzas de algunos artistas,
Instituto Mexiquense de Cultura, 1996 ).
Tiene publicados trece libros de poesía
y antologías de otros poetas como son:
Litoral del tiempo, de Margarita Paz Pare-
des (Lecturas mexicanas, SEP, 1986);
Era un pájar o orfebr e, de Josué Mirlo
(UAEM-IMC Coediciones, 1988); Qué
es lo vivido, de Dolores Castro (UAEM-
IMC Coediciones, 1989); Mientras llue-
ve, de Fernando Celada (Instituto Mexi-
quense de Cultura, 1990); Último deseo,
de Marcos E. Becerra (Colección Stylo,
1992); Por el arte, de Rodulfo Figueroa
(Consejo Estatal para la Cultura y las
Artes de Chiapas, 1997); Por detrás de la
noche, de Raúl Garduño (Universidad
Autónoma del Estado de México, 1997).
Aquí nos entrega, Elegía del Rey-Poeta,
poemas suyos engarzados con cantos del
México antiguo.

(1ª SOLAPA]

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